Olas! Q tal gente? No hay ser humano en el mundo que se imagine lo metida que he estado escribiendo este capítulo. Al final he de decir que me agrada bastante y he quedado satisfecha, creo que es el capi que más me ha costado, pero que más me gusta. Disfrutarlo y prometo poner pronto el próximo!

Reviews:

Manuel-Manny: Olassssss! Yo muy bien, jajaj, las minivacaciones me han sentado genial. Umm, nops, Emy no es la nieta de Dumbledore, ajajajaj, lo q pasa q ella siempre lo ha llamado así de forma cariñosa, pero no tiene más trascendencia. Besos!

D.Alatriste: Olassss! Pues debo de decir q te has perdido una maravilla de feria, jajaaja. A ver, respecto al fict, sí, es verdad, este capi está basado bastante en Emy, pero todo lo q ella dice o hace tiene un porqué. Está cargadísimo de pistas, es el típico capi q al final del fict os diré: veis como lo q decía...Respecto a los demás "amigos" sí, los he quitado un poco del medio, pero llevaban mucho tiempo saliendo y necesitaban un respiro, jaajj. Más cosas, jajajajaj, uffff, es q queréis batalla por capítulo y eso no puede ser, jajaj. Demasiada acción no sólo aburre sino q no aporta mucho q digamos, ya verás como al final todo está complementado. Bueno, espero q este capi te guste muchooooo, es mi preferido hasta la fecha y ya verás porqué y es de los tuyos además, acción por un tubo. Besos!

Kaily: Olassss! No te preocupes mujer q la selectividad no es tanto como dicen, te lo digo yo. Es más el miedo y respeto q se le tiene, pero en el fondo no es nada. Me alegro q te haya gustado este capi, a mi también me gusta bastante. Es bastante importante la intervención de Emy la verdad, porque Harry estaba un poco fuera de sí. Ya veremos ya quien es la del despacho...pero no, Harry no sería familiar de Dumbledore, Emy le llama a Dumbledore abuelo de forma cariñosa, pero no porque lo sea. Bueno muchos besos!

Veruka: Olasss! Disculpas aceptadas, no te preocupes, con q me digas de vez en cuando q tal te parece ya me pongo contenta. Por cierto, estás mejor? Espero q sí. Bueno, a ver, en el capi anterior sí, jajaja, tienes razón, Harry casi sucumbe ante Ginny, pero se resistió en el último instante. Te ha gustado la historia? Me alegro, jajaja, lamento decir q no es mía, es de la película de la Séptima Profecía, de Demy Moore y me pegaba q ni pintado con el fict. Bueno, espero q estés bien y pronto nos leemos. Besos!

ATH: Olass! Sips, he actualizado rápido, jajaaj. Me alegro q te haya gustado el capi, es cierto q han dado un paso adelante para hacer las paces, pero aún les queda mucho camino. Besos!

Nadie4ever: Olasss! Me alegro mucho q te guste el fict. Y te equivocas, jajaj, me gusta cuando alguien me deja un review y me dice lo bueno y lo malo, es mucho mejor de cara al futuro para no equivocarme. Tienes razón, muchas veces no reviso el fict todo lo q me gustaría y me trago alguna q otra falta. Te aseguro q no suelo tener muchas de lo contrario me habría resultado bastante difícil mi examen de selectividad de castellano, jaajaja, pero con las prisas de querer escribir sin apenas tiempo, es posible q cometa alguna por equivocación y se me pase corregirlas. Respecto a tus teorías. Vamos a ver. No, jaaja, Emy no es la nieta de Dumbledore, pero ella le dice así de forma cariñosa. La batalla final...ummm, jajaja, demasiado fantasioso, no, es algo mucho más sencillo. Más, cosas...tema muertes...ufff, como comprenderás no te puedo decir quienes morirán o le quitaría interés al fict, pero te puedo asegurar q Ojoloco y Kingsley sobrevivirán, aunque sí q habrá una baja importante para la Orden. No, Peter no se sacrificará para salvar a Lupin, es más, lo q pasará con él lo verás en este capi. No morirá nadie de los chicos jóvenes, ya me cargué a Smith y sería demasiado. Y no, Neville no matará a Bella, no está preparado ni mucho menos, ni Ron tampoco a Draco Malfoy.Christine no cambiará nunca su forma de enseñar, jaja, ella es así. Cho tampoco será mortífaga y no, lo siento mucho a los q esperan q haga salir a Ron y Hermione, pero va a ocurrir algo con Hermione q impedirá este hecho. Lo de hogar y tal...ufff¿cómo estás tan seguro de q todo va a acabar bien? Me gustan los finales tristes. Jaajaj. Lucius y Snape tampoco lucharán cara a cara, a Snape le ocurrirá algo q imposibilitará esto. Respecto a las sugerencias...me gustaría tenerlas en cuenta pero lamento decir q el fict está ya planificado de pies a cabeza y q no puedo salirme de ese esquema. De hecho, tengo muchas escenas finales escritas ya y ahora no puedo variar nada. Me puse a escribir el fict habiéndolo planificado todo dde arriba abajo y no puedo salirme de las ramas. Gracias por este review tan constructivo y espero q este capi te guste mucho. Besos!

Absintheaddict: Olasss! Gracias por el review y sí, jaaja, los q me dejáis reviews habitualmente se me quedan en mente así q sí lo eché de menos. Efectivamente, la frase de cuando los dos seamos gatos es de Vainilla Sky, me gustó mucho esa frase. Debo confesar, q a mí tamb me gustan mucho las peleas entre Harry y Christine, aunque es bastante obvio q ambos flaquearan en algún momento. Me alegro q te guste tanto mi fict y prometo actualizar lo más pronto posible, para no sentirme culpable de lo q te pasa cuando no lees, ajajjaa.Besos!

Aidee: Olasss! Me alegra q te haya gustado el capi, sí, jaja, me lo pasé genial en mis minivacaciones. Y sips, a Harry le queda mucho q pasar. Umm, nops, Emy no es la nieta de Dumbledore, sólo le llama así cariñosamente. Ya ves q no he tardado mucho en actualizar. Besos!

Usagi-Chan: Olasss! Jaja, no, a ver, ufff, es culpa mía por ponerlo así, pero lo cierto es q en su realidad Emy llama a Dumbledore abuelo, pero NO es su nieta. Así q no os confundáis, sólo es un mote cariñoso.

Alucard: Olasss! Espero q estés mejor de tu torticulis. Te gustó la muerte de Kreacher? Jajaja, me lo tenía q cargar, era superior a mí, me dio mucha rabia cuando se ríe por lo de Sirius. Umm, a ver, no, Emy no es la nieta de Dumbledore pero le llama abuelo de forma cariñosa. Christine era la mejor amiga de Lily, así q es normal q haya un vínculo especial con Harry, porque ella lo ha visto desde muy pequeña. Umm, Emy nunca habría ppermitido q Harry matara a Chris de lo contrario se habría roto el equilibrio y su misión era impedirlo, por eso estaba allí, entre otras cosas. A ver, más cosas, umm, no se sabe quien es el protegido de Harry, tampoco si tiene esa misión. Harry no es un arcángel por nacimiento así q no tiene obligación de tener protegido, de momento, no lo tiene. Y no, no se puede elegir al protegido, tiene q ser por el destino. Umm alitas? Jajaajj, nops, va a ser q no. Me gusta más tunica negra y cara de malo, de angelito nada. Ajajaj. Bueno,m me despido, dew!

P-Potter: Muchas gracias! Ya ves q no he tardado mucho!

Paola: Muchas gracias! A ver si es verdad, jaja, me gustan los reviews largos. Besos!

Mariet Malfoy: Olasss! Umm, nops, ajaja, Dumbledore no es el nieto de Emy, pero ella le llama abuelo cariñosamente. A ver, jajaja, muy bueno, el sexo lo soluciona todo, no? Jaja. No, es normal q hayan peleas entre ellos, ya veras como eso los acaba uniendo todavía más. Hay demasiada tensión. Besos y gracias por tu review!

Amnydic1991: Olassss! Me alegro q te guste. Umm, a ver, Harry se transforma en serpiente, esa es su forma animaga y sí, sí q lo he puesto. Y respecto a lo de la nieta, es Emy la q está en el despacho con Dumbledore y no, ella no es su nieta, pero ella le llama abuelo de manera cariñosa. Besos!

Lyra Compan: Olass! Me alegra q t guste el fict. Umm, lo siento, pero Harry y Ron todavía estarán peleados un tiempo, aunque tendrán rachas en las q mejorarán, por el momento es necesario. Te explico lo de Emy. En mi fict, osea, en esta realidad, Emy no tiene nada q ver con Harry, pero en la otra realidad donde ella ha nacido y vive, es su tía. Repecto a Dumbledore, no tiene nada q ver con él, le llama abuelo de forma cariñosa. Te agradezco tus palabras, me alegra q te guste mi forma de escribir. Respecto a tu pregunta...umm, el fict constará de unos 50 capítulos más o menos. Besos!

Verónica: Olass! Es verdad, tardé poquito en actualizar, ajaj. Umm, a ver, te explico. No, Emy no es la nieta de Dumbledore, pero le llama así cariñosamente. Y sí, en su realidad es la tía de Harry. Y sí, efectivamente, es ella la q habla con Dumbledore. Umm, lo del final H/G ya lo veremos, ajaja. Besos. Gracias, me lo pasé genial.

CAPÍTULO 33: DESTELLOS DE GUERRA POR LOS MERODEADORES.

Gritos, gritos y más gritos de angustia resonaban en su cabeza, en su cuerpo, en su interior...era una tortura para sí mismo sentir todo aquel sufrimiento.
Jamás en su vida había estado tan cerca del dolor de otras personas, físico y anímico, ambos igual de terribles.
La cicatriz...la cicatriz de su frente ardía con intensidad, Voldemort estaba muy contento, demasiado¿qué era lo que tenía planeado? No podía verlo, pero lo sentía.
Se levantó de la cama y miró el reloj de pulsera que llevaba en la muñeca izquierda. Las dos de la mañana de primeros de Marzo.
Maldiciendo por lo bajo, se levantó en silencio, conjuró a su doble y se vistió con un golpe de varita, colocándose después su negra y larga capa, que había pertenecido a su padrino.
Tras aplicarse un encantamiento de estabilidad, para que ésta no se moviera, desapareció de la habitación de Gryffindor, rodeado por un resplandor dorado.
Cualquiera que hubiese mirado por la ventana en esos momentos, habría descubierto como una moto voladora surcaba el cielo, arrancando a una velocidad extrema.
¿Por qué tanto dolor¿Qué nuevo objetivo requería la paciencia del Señor Oscuro? Las preguntas le atormentaban. ¿Trataba de probarle? Porque hasta ahora, el mago tenebroso se había dedicado a realizar ataques a puntos cardinales de la comunidad mágica, pero sin un objetivo fijo. ¿Por qué enviaba a tantos de sus hombres a cada ataque si sabía que les esperaba a una muerte segura¿Lo subestimaba¿Pensaba que llegaría un momento en que se cansaría y ahí podrían vencerle¡Qué equivocado estaba! No se daba cuenta del inmenso poder que él tenía.
Pero no, ese no era el estilo de Voldemort. Tramaba algo, estaba seguro, por la forma en la que la cicatriz seguía tintineando en su frente, sabía que aquello era un mal presagio.
Volvía a tener ese mal presentimiento que tuvo en el Departamento de Misterios, cuando Sirius fue asesinado. ¿Y si ocurría algo que no podía evitar? No, tenía que ir más deprisa. Aceleró la moto, surcando el cielo, acariciando las estrellas al pasar, sintiendo como el viento le golpeaba directamente en la cara, revolviendo aún más, su ya de por sí enmarañado cabello.
Conforme se iba acercando el dolor era más y más patente. Incluso le parecía estar escuchando los gritos de auxilio en su oído. Demasiado sufrimiento.
Sobrevoló el Londres muggle y llegó hasta una pequeña comunidad de familias mágicas. La conocía, había oído hablar de ella a Christine. Era un lugar muy pegado a la ciudad, donde vivían bastantes brujos nacidos de muggles. Ese era el objetivo, las familias de sangre impura.
-Maldición... murmuró virando bruscamente y bajando en picado. La Marca Tenebrosa se alzaba en el cielo, brillaba inusualmente aquella noche, mucho más que otras, como si anunciara lo que se iba a acontecer.
La batalla era desoladora. No había nadie que defendiera a las familias que se habían agrupado para proteger a sus hijos y sus parientes muggles. Ni miembros del ministerio, ni de la Orden, ni de la Alianza, habían llegado.
Habían más de un centenar de mortífagos. ¿De dónde salían tantos? La mayoría aprendices...¿cómo podían luchar por una causa inútil?
La rabia inundó su cuerpo al ver los cadáveres esparcidos por el asfalto. La sangre cubría las calles. Varias casas prendían fuego y otras tantas ya estaban completamente incineradas. Sin ninguna oposición, los mortífagos sacaban a las familias de sus viviendas y las torturaban a placer, mientras se reían.
La imagen era desoladora. Harry vio como una mujer joven, de unos treinta años era arrancada de su hogar, tirada por los pelos, mientras sus dos hijos pequeños trataban de abrazarse a ella, debatiéndose entre los brazos de sus opresores. El padre, había muerto.
-¡CRUCIO! aquella era la maldición que más se utilizaba. Gritos de dolor, más y más gritos...Harry creyó que le iba a estallar la cabeza...
Se bajó de la moto, la encogió y después de guardarla a buen recaudo en el bolsillo de su túnica, hizo acto de presencia, caminando tranquilamente por la calle, como si se tratara de un peatón más.
Los mortífagos, al verle, se dieron la vuelta y cesaron las risas, aunque aún sonreían con desprecio. También los reclusos le miraban, éstos, con un brillo de esperanza en sus ojos, aquel que debía salvarlos, la única baza que poseía la comunidad mágica, había acudido a ayudarles.
-Mira, mira¿a quién tenemos aquí? Si es nuestro amigo el de las luces... los mortífagos rieron la gracia del jefe del ataque. El hombre, se detuvo a escasos metros de él y le escudriñó con la mirada. Era Mulciber, uno de los mortífagos que había acudido al Departamento de Misterios.
No era un ataque importante, no había más objetivo que martirizar, castigar y matar a los "sangre sucia", de lo contrario, Voldemort habría enviado como cabecillas a los Lestrange o a Malfoy. ¿Pero entonces qué pretendía?
-Soltadles. ordenó con una voz tan fría, que más de uno retrocedió asustado. Ya no se reían. Aunque algunos, tenían una sonrisa de suficiencia en el rostro, como si supieran algo más que él.
-¿Y por qué habríamos de obedecer tus órdenes? preguntó de mal talante Mulciber. No eres más que un gusano...un parásito al que aplastaremos si...
-Cuidado. avisó el encapuchado. Porque podría ser lo último que pronunciaras en esta vida...
-¿Tú nos amenazas? rió otro de los mortífagos. No estarías tan gallito si te encontraras enfrente de nuestro señor. pero para la sorpresa de todos, el hombre se echó a reír a carcajada limpia. Era una risa tan gélida que a muchos se les ponía la carne de gallina.
-Primeramente...tengo poder suficiente para hacer que os retorzáis de dolor...y segundo...cuando vuestro amo esté enfrente mío... hizo una maniobra con sus manos y de ella se formó una bola de energía que aplastó con suma facilidad, convirtiéndola en humo.
-¡MATADLE! ordenó Mulciber enrabietado. Y esa era la señal que Harry había esperado para atacar. Desenvainó su espada y con un giro, hondeando su capa, despareció para reaparecer detrás de la multitud de mortífagos.
Uno, dos, tres, cuatro...uno a uno fue clavándoles el arma letal, causándoles en la mayoría de los casos la muerte instantánea...como si supiera exactamente donde blandir su espada para arrebatarles la vida, con extrema sencillez.
Los habitantes de la urbanización trataron de escapar como pudieron de las garras de sus opresores. Algunos, animados y con fuerzas renovadas de ver luchar al hombre, se lanzaron en masa contra los mortífagos.
Los niños se pusieron a buen recaudo bajo las faldas de sus madres o parientes, observando con temor y a la vez admiración, la manera de pelear del que se había convertido en su héroe.
Varios chasquidos se escucharon alrededor de la calle. Los miembros de la Orden, acompañados por aurores y encabezados por Christine, hicieron su aparición en el lugar.
Al ver que la batalla había comenzado y asombrados por la cantidad de bajas que se habían producido, no tardaron en acudir a ayudar al misterioso individuo.
No habían más de veinte aurores. Algunos de ellos tenían claros signos de no estar completamente repuestos, pero en tiempos de guerra, no podían flaquear.
Tonks y Kingsley eran los que más frescos estaban. Juntos se compenetraban a la perfección y fueron avanzando hacia la masa enemiga, haciéndoles retroceder.
Lupin cogió fuertemente el brazo de Christine y la detuvo antes de que la mujer se lanzara a pelear. Con mirada de advertencia, le dijo:
-Ten mucho cuidado.
-Lo tendré. aseguró ella y zafándose de su amigo, se perdió entre la multitud de hechizos voladores que surcaban de un lado a otro los cielos.
Harry se dio la vuelta y sonrió cuando vio que la ayuda había llegado. Su profesora de Defensa Contra Las Artes Oscuras se colocó muy cerca suyo y él aprovechó para preguntarle.
-¿Dónde está la Alianza?
-En otro ataque. respondió Christine entrecortadamente, mientras blandía su espada y la incrustaba en el corazón de uno de los enmascarados. Por eso hemos tardado tanto en venir, se está produciendo un ataque a gran escala en el sur de Afganistán.
-¡Qué? Harry no daba crédito a lo que oía.
-¡Cuidado! al haber bajado la guardia, le habían lanzado un hechizo aturdidor, pero aprovechando la agilidad de los entrenamientos de Quidditch, pudo esquivarlo por los pelos, para luego levantar la varita y pronunciar con una voz áspera y ruda:
-¡AVADA KEDAVRA!
Christine lo vio, pero no dijo nada. ¿Cómo era posible que aquel fuese el mismo muchacho que se había acurrucado en las faldas de Emy? Incluso a ella le causaba respeto y sentía una punzada en el pecho al recordarse que era ella quién lo había creado. ¿Y si no podía hacerle volver a ser el de siempre¿Y si no podía salvarle? Confiaba tanto en su última carta...tanto...sí, ese plan, no podía fallar.
Ahora no era momento de arrepentirse de las cosas. Si las había estado calculando con tanta minuciosidad, no podía dudar...esa duda podría estropearlo todo. Sintiendo como el fuego de la batalla la llamaba, como había ocurrido en el pasado, hizo girar su espada a forma de rueda, con una maestría digna de admiración y los múltiples encantamientos que le lanzaban rebotaban en aquel escudo improvisado, siéndoles devueltos a sus dueños.
Sus ojos brillaban de emoción, se sentía libre luchando, enfrentándose a la causa por la que sus amigos y su familia habían muerto.
Una oleada de mortífagos se acercaba a su encuentro y ella ya sabía porqué. Convocó un escudo de fuerza y en seguida, la energía brotó de su interior, derribando a la gran mayoría.
Pero entonces, respirando agitadamente, agotada y creyendo que había ganado, sintió como la punta de una varita se le clavaba en el costado y una mano le abrazaba por la cintura para evitar que se escapara.
Sintió el aliento putrefacto de un susurro en su oído y una voz masculina y demente.
-No sabes lo que mi señor me recompensará por haberte capturado, muñeca... el mortífago rió a carcajadas y apretó todavía más el contacto con su varita. Christine sintió como la vista se le nublaba. El dolor era inmenso, ella trataba de apartar el cuerpo, pero su opresor no se lo permitía. La varita quemaba bajo su ropa, como si le estuvieran aplicando un hierro candente. ...pero antes...¿por qué no nos divertimos tú y yo? ese ser repugnante comenzó a sobarle con la mano que tenía puesta en la cintura y a mordisquear su cuello. Ella, como siempre que se sentía en contacto con un hombre, comenzó a temblar a convulsiones, cosa que no pasó inadvertida para el mortífago.
Quería morirse allí mismo, deseaba con toda su alma que el poder volviese a recorrer su cuerpo para alejarse de aquel contacto que tanto la atormentaba. Sólo Dani la había acariciado y de una manera mucho más dulce, sin demencia, sin posesión...sentía tal asco que pensó que se desmayaría, no, no quería, no quería seguir sintiendo esa mano recorriéndole los senos ni esa boca besándola por todo su cuello y su rostro. Dos lágrimas resbalaron de sus mejillas. Ojalá en esos momentos la tierra se hubiese abierto y se la hubiera tragado. Dani...Dani...quería que él la defendiera, se sentía tan débil, tan pequeña, como si toda su entereza se pudiera quebrar con un simple abrazo ajeno.
-¡CHRISTINE! una voz angelical, una voz que conocía muy bien la llamaba, sí, quería que esa voz la salvara, quería estar en sus brazos, quería acurrucarse junto a él para no volver a sentir miedo jamás. Esa melodiosa voz, siempre tan dulce, tan paciente, tan comprensible...aquella persona que la había abrazado en sus peores momentos, que la había aconsejado, que la había salvado...sí, quería seguir escuchándola. ¡SUÉLTALA, HIJO DE PUTA!
Remus Lupin no había podido contenerse. Olvidándose de la magia, olvidándose de la gravísima situación en la que se encontraban, había corrido a ayudar a Christine. Apartó, con una fuerza extrema, al mortífago que parecía pegado a la mujer y lo arrojó al suelo, para después pegarle dos puñetazos en la nariz.
Pero cuando se dio cuenta de que Christine había caído al suelo, indefensa y sin fuerzas para continuar, se olvidó por completo de su odio y se acercó a ella para sujetarla y evitar que se diera en la cabeza al caer.
-¿Estás bien? preguntó desesperado. ¡Chris, respóndeme! pero ella sólo se abrazó a él y derramó lágrimas silenciosas. En aquella ocasión, el que se estremeció fue él. Estaba muy sorprendido, Christine se había aferrado a él sin comenzar a temblar, por voluntad propia, sin que él tuviera que tirar del carro y ahora parecía una niña en sus brazos. Ya ha pasado. le susurró apaciguadamente, acariciándole el cabello con suavidad.
Harry lo había visto todo. Él iba a intervenir cuando Lupin había corrido como un poseso a linchar a ese aprendiz de mortífago. Y ahora, sin que nadie le viese, sonreía abiertamente. Era cierto lo que le habían confirmado y que su propio corazón ya sospechaba y por eso, iba a esforzarse más. Era hora de devolver la moneda.
Se dio la vuelta y levantó un brazo, lanzándole una bola de energía a uno de sus atacantes y causándole la muerte al instante. Poder...poder...poder...tenía tanto en su interior y tantas ganas de desatarlo contra sus enemigos, que a veces se asustaba de sí mismo. De que pudiera todo volverse en su contra, aunque nunca se cuestionaba cuando estaba dentro de una batalla.
La avanzadilla mortífaga, estaba cayendo y eso era, indudablemente, gracias a él, ese pensamiento le bastó, para matar sin piedad a otros cinco enemigos, con unos movimientos magistrales de su siempre espléndida arma.
Miró al oscuro cielo y se sintió libre, libre de poder pagar su frustración contra aquellos que hacían desdichados a gente inocente...inocente...tanto, como lo fueron sus padres y su padrino.
Un canto de un fénix lo sacó de sus pensamientos. Por un momento, y pese a que más enemigos se acercaban a él, pareció quedarse parado.
Ares apareció, produciendo un fogonazo. Cuando volvió a cantar, emitiendo una suave danza en el cielo, el rostro de Harry palideció, aunque como lo llevaba tapado, nadie lo notó.
-No puede ser... murmuró.

La noche era muy fría, a pesar de que la primavera había entrado en el año con mucha fuerza. Eran los últimos vestigios del invierno.
Una rata se escabullía con rapidez entre los contenedores de una urbanización. Era una rata muy singular. Porque movía la nariz rastreando, como si quisiera seguir una llamada y entornaba sus pequeños y brillantes ojos llorosos, al tiempo que escuchaba todo a su alrededor.
La última característica del animal y sin duda la más llamativa, era que una de sus patas delanteras parecía ser de plata y lanzaba destellos cuando la luna la bañaba.
Los gritos de la batalla le llegaron a los oídos como si los estuvieran amplificando con un altavoz. Emitiendo leves chirridos, corrió hasta esconderse en la sombra de un callejón.
La pared rebeló una extraña transformación. Lo que antes había sido un pequeño y rastrero animal, ahora se había convertido en un hombre, bastante similar a su otro yo.
Era gordo y bajito, caminaba encorvado como si tuviera una gran joroba en la espalda. Sus ojos eran pequeños y llorosos y la coronilla dejaba entrever su clava, pese a que finas matas de pelo entrecano le caían de los lados, llegándole hasta los hombros.
Nerviosamente, se abrochó bien los botones de su capa oscura y se puso una máscara blanca. A través de la ranura de la boca, podía verse salir el vaho agitadamente, haciendo más evidente su intranquilidad.
Frotándose las manos, como hacía siempre que estaba nervioso, salió del callejón, empuñando la varita en su peculiar extremidad de plata y se perdió entre el bullicio de la multitud.

Remus Lupin acarició una vez MÁS el rostro frío y pálido de Christine y le sonrió tranquilizadoramente.
Ella, ahora se sentía con fuerzas renovadas, se puso en pie y tras musitarle un "gracias" sujetó fuertemente su espada y corrió en dirección a unos mortífagos que estaban acorralando a Hestia Jones.
Si no se hubiera quedado fijamente mirándola y aún con temor por su vida y sobretodo, por lo que acababa de ocurrir, Remus Lupin habría visto como Mulciber, cabecilla de la batalla, asentía a una figura que acababa de hacer aparición y que muy bien podría haber reconocido, se acercaba sigilosamente por su derecha, levantaba la varita y pronunciaba alto y claro:
-¡EXPELLIARMUS! Lupin quedó desarmado y para cuando se dio cuenta, su única arma y defensa había volado por los aires y caído muy lejos de donde él estaba. Incapaz de recuperarla, se dio la vuelta para mirar quién había sido el autor de ese ataque, pero el mortífago ya había desaparecido.
Los haces de luces que volaban de una dirección a otra, los gritos de dolor o de guerra, las batallas personales de los demás miembros de su bando o los gritos de aliento que profesaban las víctimas inocentes de ese ataque, dejaron de tener sentido, es más, hasta creía que habían desaparecido.
El mundo pareció apartarse, dejarles solos en una esquina, bajar el sonido como si se tratase de una radio, para que únicamente sus miradas se encontraran.
Unas miradas que antaño habían resultado amistosas, motivos de alegría, de felicidad, de fidelidad...y ahora sólo podían profesar odio.
¿A dónde había llegado el mundo¿Por qué¿Por qué¿Por qué, se repetía. ¿En qué habían fallado?
Remus Lupin se puso en pie y vio salir de entre el polvo de la batalla a la figura que lo había atormentado en sueños, que le había hecho replantearse infinidad de cosas, que había tenido ocasión de matar y se había abstenido de ello...
-Peter... susurró con la boca ligeramente abierta. Pettrigrew, ni siquiera respondió, levantó la varita y le apuntó justo a la altura del corazón. Estaba perdido.

Harry corría desesperado de un lugar a otro, buscando con la mirada a Christine, pero no la encontraba. Trató de comunicarse con ella mentalmente, pero la gran cantidad de encantamientos, barullo, gritos y batalla, no hacían posible una conexión. Si no llegaba a tiempo...
-¡Christine! gritó con toda su alma, apretando los puños y dejándose caer al suelo, arrodillado. Tenía que encontrarla, sino lo hacía, tal vez fuera demasiado tarde. Ni siquiera había pensado en que sus gritos podrían advertir a los demás de que ellos tenían relación alguna, afortunadamente, la suerte o el destino, les otorgó la oportunidad de que no fuera así. Demasiados gritos como para darse cuenta de que un hombre se había arrodillado en el suelo, clamando desesperado y rogando para poder encontrarla a tiempo, puesto que sabía que ambos estaban en el mismo lugar.
-¡Maldita sea! exclamó calvando los puños en el suelo. Levantó la mirada y vio como delante suyo Tonks caía fulminada al suelo, retorciéndose bajo los efectos de la maldición cruciatus, mientras dos de los mortífagos se reían de ella.
Se mordió el labio inferior. ¿Qué hacer? Debería ayudarla, pero...¿y si por entretenerse no llegaba a tiempo? Y entonces palabras duras cayeron como una losa sobre su peso.
Oía una voz en su cabeza, una voz confusa, inquietante, tremendamente familiar...

"¿A cuántos estás dispuesto a sacrificar?"

"...recuerda...que habrá más muertes...¿te sacrificarías tú, Harry Potter?...Porque si no haces un gran sacrifico pronto...el mundo acabará por darte la espalda..."

Se repetía lo mismo en su cabeza¿y si no llego a tiempo? Dios mío¿y si ocurre lo mismo que con Sirius¿Cuál es lo correcto en estos momentos? Habrá más muertes...más muertes...más muertes...
Cerró los ojos con furia y soltó un grito desgarrador, terrible, gélido. Cualquier atisbo de paz, de melancolía, de tranquilidad se vio roto por la angustia que en esos momentos sentía. Con todo su pesar, sintiendo que tal vez podría volver a perder a las personas que más le importaban, levantó la varita al tiempo en que uno de los mortífagos la levantaba también, en dirección a Tonks.
¡AVADA KEDAVRA!el mortifago no pudo llegó a terminar la maldición porque un rayo verde había impactado en su pecho. Su compañero, asustado por la poca expresión del rostro que veía en el hombre, retrocedió unos pasos y calló al suelo negando con la cabeza y la expresión de terror más marcada que jamás se había visto.
Tonks se incorporó como pudo y vio como el extraño individuo caminaba en dirección al joven aprendiz.
-¡Piedad, por favor! suplicó su enemigo. Se quitó la capucha y Harry pudo comprobar que no tendría más de veinte años.
-¿La misma que tú tuviste con esas familias? la voz gélida del hombre acalló cualquier lamento o súplica. Tonks cerró los ojos, en una mezcla de pánico y asombro, mientras la maldición asesina acababa con la vida del joven aprendiz.
Sin perder un instante, el hombre se dio la vuelta, echó una mirada fría a la joven auror y se cogió a las patas de un majestuoso fénix blanco que acababa de aparecer con un fogonazo.

Peter... ... susurró Lupin con la boca ligeramente abierta. Pettrigrew, ni siquiera respondió, levantó la varita y le apuntó justo a la altura del corazón. Estaba perdido. Tú aquí...
-Sí, logró decir Colagusano con una vocecilla chirriante y sin dejar de temblar mientras sujetaba con la mayor firmeza posible, la varita.
-¿A qué has venido? inquirió el profesor. ¿Vas a matarme, Peter?
-Tú lo has dicho... pero por el nerviosismo que mostraba el mortífago no parecía que fuera a ser así. Sin embargo, seguía manteniendo acorralado a su ex amigo y nadie parecía notar nada, era como si estuviesen en otra realidad.
-Oh...Peter... susurró Lupin apenado y negando ligeramente con la cabeza. ¿Cómo has llegado a esta situación? Primero Lily y James...luego Sirius...
-¡Sirius quería matarme¿Lo recuerdas? chilló Pettrigrew mientras rebuscaba nervioso algo dentro de su bolsillo.
-Eso fue después de que traicionaras a Lily y a James. le recordó Lupin duramente, que al contrario de Colagusano, parecía estar tremendamente tranquilo.
-Tu no lo entiendes, nunca lo entendiste, Remus... farfulló Pettrigrew y extrajo del bolsillo una frasquito con un líquido incoloro. Lupin se quedó quieto, observando como el hombre abría la botellita y se vertía el contenido sobre la mano de plata, que después de recibirlo, brilló con mucha más intensidad.
-Ya entiendo... comentó Lupin mirando sin ningún temor como su antiguo amigo ejercía todos los pasos. La plata es lo único que mata definitivamente a un hombre lobo...Voldemort ha sido muy inteligente. Pettrigrew se estremeció al oír ese nombre, pero más de saber que Lupin miraba a la muerte con la cara bien alta.
-Sólo...sólo tendré que atravesar tu corazón con mi mano...pero primero mataré tu parte humana con la maldición Avada Kedravra. No sufrirás...
-Oh, eres muy considerado. ironizó Lupin. Así que vas a matarme sin sufrimiento por todos los años que fuimos amigos y fíjate...hasta te has puesto esa especie de...aceite en la mano para penetrar más fácil mi piel...¿por qué haces esto, Peter¿Voldemort te lo ha ordenado? por primera vez, algo parecido a una sonrisa nerviosa se asomó por el rostro de Pettrigrew.
-Mi señor me considera mucho, Remus...estoy a salvo a su lado, él me otorga su protección y a cambio me pide muy poco...
-Elegiste el bando equivocado, Peter. se lamentó Lupin mirándole con una profunda tristeza en el rostro.
-Te lo repito...¿de qué servía ponerse en contra del mago más poderoso de todos los tiempos? titubeó Colagusano. Lo siento, Remus, pero con tu muerte él habrá ganado y me ha enviado a mí para esta misión...soy alguien importante en sus filas...
-¿Alguien importante? Lupin elevó el tono de voz y su rostro se contorsionó en una mueca de desagrado. Peter, él sólo te ha mandado a hacer el trabajo sucio, no le importa en absoluto tu vida, no dudará en...
-¡Cállate! le cortó bruscamente Pettrigrew y de su varita salieron unas chispas verdes. Por lo menos no moriré como tú. Se acabó, el propósito está cumplido...con tu muerte volverá a quitar a Christine Byrne del medio y...
-Así que era eso... susurró Lupin con el rostro sumido en la más absoluta seriedad. Tú le contaste todo lo que sabías de nosotros...Voldemort pretende causarle un daño irreparable a Christine...hacerla sufrir tanto como la última vez para tener campo abierto hacia Harry... Colagusano se estremeció al oír de la boca de su antiguo amigo una acusación tan fuerte y así sonaba mil veces peor que cuando su señor se lo había planteado. Oh, Peter...debimos matarte cuando tuvimos la oportunidad... Pettrigrew se llenó de odio y levantó la varita, pronunciando temblorosamente:
-¡CRUCIO! Lupin cayó al suelo retorciéndose de dolor y gritando bajo los efectos mortíferos de la maldición imperdonable. Sentía como si el cuerpo le fuera a estallar, como si le estuvieran perforando cada partícula de su ser con agujas punzantes...chilló, chilló con toda su alma.
Colagusano bajó la varita, respirando entrecortadamente, como si él mismo hubiera recibido la maldición. Se acercó a Lupin, que estaba tendido en el suelo, sujetándose los costados y jadeando y le propinó una matada en el pecho, para hacerlo rodar dos pasos hacia atrás.
-Ahora...ahora ya no soy débil, Remus. titubeó Pettrigrew. ¿Ves? Ahora eres tú quién está ahí tirado y yo de pie con mi varita...
-Como nos equivocamos... tosió el profesor apretando los dientes a causa del dolor. Como nos equivocamos contigo...siempre siendo respaldado por Sirius, por James...¿cómo no nos dimos cuenta de que no estabas capacitado para entrar en la Orden, para ser el guardián secreto...¡James confió en ti¡Te entregó su amistad por encima de todo¡Cómo pudiste¡CÓMO PUDISTE?la siempre tranquilidad de Remus Lupin se había visto rota por el hecho de encontrarse pisoteado por al que había considerado su amigo. Se detestó a sí mismo, aún más, por haber culpado a Sirius durante doce años, por haber sentido tanto dolor por la supuesta muerte de Colagusano. ¿Por qué no creyó en Sirius¿Por qué no se preocupó de investigar, de averiguar si era cierto que era él el traidor¡Cuánto dolor habría sentido su amigo en aquella celda, encerrado durante doce años, confinado al olvido, abandonado por sus amigos...sin poder disfrutar de su juventud, sin haberse llegado a enamorar, a casarse, a ser padre...sin haber podido cuidar de Harry!.
-Te lo repito... murmuró Pettrigrew apuntando una vez más al corazón del licántropo. no servía de nada ponerse en su contra...estaba tomando el poder por todas partes y ahora ha ocurrido lo mismo. Esto...no tenía que haber salido así, deberíais haberos unido a él...¡Ellos no tenían que haber muerto si lo hubieran hecho! Ahora se acabó...lo lamento, Christine no tardará en ser eliminada...
-Déjala en paz. logró decir Lupin entre jadeos, pero Colagusano le colocó un pie en el pecho y presionó con tanta fuerza que apenas podía respirar. Ella...no...tiene...la culpa... el profesor trató de llenar sus pulmones con aire, al tiempo que tosía. Ya le quitaste a Alan y a Dani...déjala en paz...
-¡No te das cuenta, Remus! gritó Pettrigrew temblando de arriba abajo. ¡Deberías apoyarme¿Por qué sigues defendiendo el recuerdo de aquellos que te creyeron un traidor¿No lo recuerdas¿No recuerdas como Sirius te ocultó los planes, te relegó a un segundo plano¿Por qué seguir defendiendo a alguien que no merecía tu amistad?
-¿Amistad? pese a la gravedad de la situación en la que se encontraba, Lupin sonrió. ¿Qué sabes tú lo que es la amistad? No...nunca lo valoraste...todos habríamos muerto por ti, Peter...todos...y en cuanto a lo otro...no les culpo. Estábamos en tiempos de guerra, no se podía confiar en nada ni en nadie y yo era un licántropo...estaba en juego la vida de su hijo, nunca y escúchame bien, nunca les guardaré rencor ni a ellos ni a Sirius...
-Tú mismo. Pettrigrew se encogió de hombros y levantó la varita. Adiós, Remus. ¡AVADA...!
Lupin giró la cabeza a un lado y desde lejos, vio la imagen borrosa de Christine luchando contra cuatro mortífagos. Antes de percibir el olor a muerte de la maldición imperdonable, se mordió el labio inferior y deseó con todas sus fuerzas que aquello no le afectase en absoluto, que fuera cierto que ella no hubiese olvidado a Dani y con un último suspiro, cerró los ojos, esperando...
Y cuando hubieron pasado varios segundos, pensó que si aquello era la muerte, después de todo, no era tan dolorosa. No había sentido nada, de hecho, ni siquiera había notado el impacto de la maldición en su cuerpo.
Esperando encontrarse en otro lugar, abrió lentamente los ojos y la imagen que vio, le hizo abrir la boca por la sorpresa.
El hombre misterioso estaba al lado de Pettrigrew, con el filo de su espada colocado bajo la garganta de éste y el poco rostro que dejaba entrever su capucha, totalmente crispado de rabia.
Colagusano temblaba como un niño pequeño. Todavía tenía la varita levantada, pero no había tenido ocasión de acabar de pronunciar la maldición. Sus piernas parecían de gelatina y su respiración acelerada se podía escuchar a distancia.
-Si vuelves a tocarlo...te mataré... la voz del hombre era tan áspera y gélida que Lupin creyó que Pettrigrew se desmayaría allí mismo.
Bajó la varita y la soltó para que ésta rodara por el suelo. Aún con la espada colocada bajo la garganta del mortífago, el hombre sacó con su mano libre, la varita del bolsillo de su túnica y convocó con un encantamiento la varita que Lupin había perdido, para después lanzársela.
Lupin se quedó en el suelo, sin saber qué hacer o qué decir.
El hombre, paseó alrededor de Colagusano, sin dejar de apuntarle con la espada, hasta colocarse enfrente suyo, guardó de nuevo su varita y le tendió una mano a Lupin para ayudarle a levantarse. Éste la aceptó y adolorido y con mucha dificultad, se apoyó en el extraño individuo que sólo era unos centímetros más bajito que él.
Entonces, Pettrigrew realizó un movimiento extraño como si quisiera hacer algo y el hombre acercó tanto la espada a su garganta, que le produjo un pequeño corte. Sonrió ante la cara de terror de su enemigo.
-Sé muchas cosas de ti, Petter Pettrigrew... tanto Colagusano como Lupin se sorprendieron en exceso con que alguien a parte de ellos y la Orden, supiera que Pettrigrew seguía con vida y que además, fuera capaz de reconocerlo bajo la máscara de mortífago. Si tratas de convertirte en animago...no dudaré en castigarte con la muerte más dolorosa que me ronde por la cabeza y te aseguro, que tengo muchas ideas...
-¿Quién...quién eres tú...y cómo sabes quién soy? titubeó Colagusano, que temblaba de arriba abajo y no dejaba de observar con sus ojos llorosos el filo de la espada que tenía colocada bajo la garganta. El hombre, sin dejar de apuntarle firmemente, sonrió.
-No hay nada que yo no sepa... y distraídamente y sin darse cuenta, se pasó una mano por el pelo, despeinándoselo. Lupin no se había dado cuenta de este detalle, puesto que seguía anonadado, viendo la forma como el arma del hombre residía en el cuello de su ex amigo, pero Pettrigrew, que no había pasado ese gesto desapercibido, pegó un bote hacia atrás y comenzó a temblar todavía mucho más de lo que lo hacía.
-No...no es posible...estás muerto... Lupin, que se dio cuenta del pavor que mostraba el mortífago, miró con extrañeza al hombre, que curiosamente, volvía a sonreír.
-Te equivocas de persona, Peter. hecho de que lo tuteara y lo llamara por su nombre, todavía causó más impresión en ambos hombres. James Potter está muerto...y si mis fuentes no se equivocan... fue gracias a ti.
-¿No eres...James? farfulló Colagusano revolviéndose las manos sin cesar y echando miradas de soslayo a Lupin, que se había quedado de piedra ante la pregunta.
-No, no lo soy. respondió el individuo sencillamente. Después, volvió a coger su varita y apuntó con ella a Pettrigrew, que se tapó los ojos con las manos, mientras sollozaba. Lupin pensó que lo iba a matar, hasta que escuchó el encantamiento que le había lanzado. Era para impedir que se transformara en Animago. El hecho de que lo supiera hacer, decía mucho de lo buen mago que era, pero ya se lo había demostrado la noche en la que detuvo su transformación. Una vez hecho esto, volvió a levantar la varita y pronunció:
-¡Incarcelous! unas cuerdas se amarraron a muñecas, cintura y tobillos de Pettrigrew.
-Por favor... suplicó Colagusano sollozando y derramando verdaderas lágrimas de pánico. ¡No me mates, no me mates...¡Por favor...! Lupin miraba la escena incapaz de decir nada, se parecía tanto a la que había vivido en la Casa de los Gritos...si él fuera el hombre misterioso, lo mataría sin lugar a dudas, no cometería el mismo error dos veces. Pero el individuo parecía extremadamente tranquilo y eso le ponía los pelos de gallina. ¿Cómo podía tener tanta sangre fría a la hora de asesinar?
-¿Sabes Peter? preguntó el hombre hablando gélidamente. No me das ninguna lástima. Dime¿dónde está ahora tu señor para protegerte? soltó una carcajada tan terrorífica que Lupin habría jurado que hasta las estrellas y la luna se habían quedado mudas, como si contuvieran la respiración, no osando brillar más de lo permitido. ¿No decías que él te protegía? No veo que venga a arriesgar su pellejo para salvar tu miserable vida...porque eso es lo que ha sido tu vida...miserable...
-Te lo ruego...no, por favor...por favor...
-Resultas patético. el hombre lo miró con desprecio y luego levantó la varita. ¡Crucio! incluso Lupin tuvo el pensamiento de detener aquello. Una cosa era matar a Colagusano y evitar más tragedias y otra muy distinta era torturarle por el mero hecho de hacerlo, pero no osó decir nada, se limitó a observar la desagradable escena de verlo gritar y retorcerse. El hombre, bajó la varita y lo miró con repulsión, no parecía que le diera ninguna lástima. Así debieron de sonar los gritos de James Potter...¿no te parece? Y sí, seguro que su esposa también suplicaba por la vida de su hijo...¿pero a ti alguna vez te importó?
-¡Por favor...por favor...no...! el hombre se quedó en silencio durante unos instantes. Ahora era el momento de vengarse, de hacerle pagar por la última vez que estuvieron enfrente y se escabulló, impidiéndole así una vida feliz al lado de su padrino. Volvió a pronunciar la maldición cruciatus, sin atender a las súplicas o gritos de dolor que profería Pettrigrew. Sirius...eso era, estaba vengando por fin a su padrino, su padrino, que había tenido que sufrir doce años de condena injusta en la prisión de Azkaban, que había muerto a manos de Bellatrix seguramente en parte, gracias a la información que Colagusano le había otorgado a Voldemort.
Y ahora, no bastante con eso, había tratado de matar a Lupin, con toda la intención de dañar a Christine.
Desde ese punto de vista, disfrutaba viendo el dolor que le producía la maldición a Pettrigrew, pero por el otro, ya no sentía esa ansia de venganza por el cual lo había buscado. Todo había desaparecido, todo, desde que Emy había llegado a su vida. Sus prioridades eran otras y si bajó la varita y dejó de castigar a Colagusano no era porque Emy se lo hubiese pedido, era porque realmente él no quería matarlo, porque realmente, ya no luchaba por venganza.
Se dio la vuelta hacia Lupin, que lucía pálido y ojeroso y que además parecía herido y cansado y tras ponerle una mano en el hombre le susurró:
-Vigílalo un momento, por favor. No creo que pueda moverse, pero por si acaso... no acabó la frase ni dejó al ex profesor responder.
Caminó unos pasos hacia donde continuaba el barullo de la batalla y donde apenas quedaban mortífagos en pie, ni tampoco muchos de su bando y alzó los brazos al cielo. Una luz no muy intensa, iluminó sus manos, en donde pequeños destellos brotaron en varias direcciones.
Por mucho que los mortífagos corrieron, se refugiaron y trataron de huir, la luz terminó por alcanzarles a cada uno de ellos, dándoles muerte al instante.
Y si no hubiese estado eufórico por su gran victoria de esa noche y porque las cosas habían salido como deseaba, Harry se hubiese dado cuenta de que una única figura enemiga quedaba con vida y que se desaparecía entes de que nadie se percatase de su presencia.
Los aurores y miembros de la Orden suspiraron aliviados. Estaban a salvo y habían vuelto a ganar. Se levantaron, haciendo acopio de todo su valor y comenzaron a llamar a los medimagos de San Mungo.
-Muchas gracias...bendito seas...muchas gracias... una mujer madura y de descendencia claramente muggle, se arrodilló a los pies del hombre, sollozando de alegría.
Él, se agachó y la levantó del suelo, sonriéndole sinceramente.
-No hay porqué darlas, señora. la mujer, todavía tremendamente agradecida, se sacó del bolsillo del delantal que llevaba puesto, un pañuelo de seda y le secó el sudor que le chorreaba por la cara. Pese a la cercanía, no puso ver más que la sonrisa que seguía intacta en el hombre, pero no le importaba. Si iba camuflado sería por algo y los había salvado.
Harry caminó con paso solemne hasta donde se encontraba Lupin, todavía apuntando a Colagusano con la varita y ahora acompañado por Christine, Tonks y Moody. Al verle, todos guardaron silencio, como si esperaran que dijese algo importante.
Él, simplemente, se acercó hasta Pettrigrew que seguía temblando, se arrodilló a su lado y le quitó la máscara, para que todo el mundo viera su rostro pavoroso.
Pese a que ya sabían la verdad, ninguno pudo evitar soltar un grito de asombro.
-Maldita rata traidora... gruñó Moody de mal talante. ¿Cómo no lo imaginamos? sin embargo, nadie reaccionó peor que Christine. Que sacó la varita y apuntó directamente a la cara del tembloroso hombre.
-Te mataré... masculló. La mano le temblaba al apuntarle.
-Chris... Lupin la cogió por los hombros para tratar de tranquilizarla, pero ella seguía apuntando a Pettrigrew con el rostro sumido en el más profundo odio.
Harry, se levantó y le cogió el brazo, para bajarle la varita.
-No. dijo duramente. Es mío.
-Pero... Christine iba a protestar, pero al leer las advertencias que Harry le mandaba telepáticamente, bajó la varita resignada, sabiendo que nadie más que él tenía tanto derecho para matarle. Adelante.
Pero para su sorpresa y la de los demás, Harry guardó la varita y la espada en el interior se su túnica y puso en pie a Colagusano.
-Disculpe...¿qué hace? intervino Tonks.
-Me lo llevo.
-¡No! la joven aurora tampoco parecía muy conforme con esa decisión. ¡Usted no lo entiende, por culpa de este gusano Sirius Black está muerto!
-Lo sé. interrumpió el hombre bruscamente. Su mirada era de total dureza. Por eso me lo llevo...es hora de darle la libertad que siempre le correspondió...
-¡Prefiero que esté muerto a que lo encierren en Azkaban! exclamó Christine.
-Yo opino lo mismo. corroboró Tonks. Si no te tiembla el pulso a la hora de matar a un centenar de mortífagos...¿por qué tanta consideración con un traidor semejante? el tono de Tonks había sonado muy duro, pero para nada el hombre se amilanó, al contrario, su rostro se contorsionó todavía más.
-No es consideración...es una cuestión de justicia.
-Aunque lo matemos, todo el mundo sabrá que Sirius era inocente. opinó Lupin. Mira, ten en cuenta que para nosotros es algo personal y bastante importante...
-También lo es para mí. respondió secamente el hombre. Yo no mato por placer...siempre tengo un fin para ello...
-El fin no justifica los medios. gruñó Moody y Harry se dio la vuelta para mirarle fijamente.
-No me interesa lo que tengáis que decirme. No tengo porqué perder el tiempo con vosotros...como ya le dije al director Dumbledore...mi tiempo es limitado...
-¿Quién eres? repitió la pregunta Tonks que ya había hecho Lupin una vez.
-Ya os lo dije... susurró el hombre y amordazó a Colagusano. Sólo un amigo... y creando un remolino de luz a su alrededor, desapareció, portando consigo al hombre que había traicionado a sus padres.

El ministerio de magia era el principal objetivo del señor oscuro. Tal vez por eso, estaba plagado de aurores que vigilaban cada rincón de los diferentes departamentos. Nadie, absolutamente nadie podía entrar allí sin ser detectado y sin haber sido inspeccionado su varita, en la cabina que había en el Atrio.
Sin embargo, un hombre alto, delgado, todo vestido de negro y cubierto con una capa igualmente oscura, acompañado de un hombrecillo regordete, encorvado y totalmente amordazado, se había aparecido enfrente del despacho de la ministra de magia, sin ninguna oposición.
Inmediatamente, unas diez personas lo rodearon apuntándole con las varitas.
-¡Identifíquese! ordenó uno de los hombres. Era alto y algo rechoncho, vestía una túnica inmaculada y un bigote poblado le cubría prácticamente toda la boca.
El simple hecho de que temblara al sostener la varita, le hizo pensar a Harry que a parte de ser un recién ascendido de su puesto, creía estar hablando con el Innombrable.
-Quiero hablar con la ministra. espetó utilizando su habitual tono áspero y frío.
-¿Quién es usted? preguntó algo más educadamente otro de los hombres, aunque también le apuntaba con la varita. Harry, aburrido de tanta pantomima levantó el brazo que tenía libre y que no cargaba a Colagusano y una energía veloz salió de su mano, desarmando de inmediato a cada uno de los presentes.
-Si me disculpáis... murmuró después, sin darles tiempo para reaccionar. Se abrió paso entre dos de los hombres que retrocedieron asustados y abrió la puerta del despacho, para luego cerrarla y sellarla con un encantamiento, para evitar más problemas.
Amelia Bones, que se encontraba dentro del despacho y mirando por la ventana, se dio la vuelta rápidamente, algo sobresaltada.
-Disculpe la intrusión, señora ministra. el tono que utilizó Harry fue mucho más cortés que el que había usado con los hombres de fuera. Se acordaba de la mujer y lo justa que había sido en el juicio que había tenido el año pasado y le simpatizaba. Creía firmemente en su buen juicio y que, pese a la difícil situación, estaba llevando las cosas con mucha dignidad.
Lejos de asustarse como los demás o sacar sus varita, Amelia sonrió y se acercó hasta él, eso sí, un poco sorprendida de ver que llevaba amarrado a un hombre.
Le tendió la mano y él se la estrechó.
-Ya tenía muchas ganas de conocerle...señor...disculpe, no sé como llamarle. la pregunta no venía con segundas intenciones, era sincera, así que Harry optó por concederse un mote, un rasgo más que lo acercaba a su enemigo.
-Puede llamarme Oldman, señor Oldman. Ambos sabemos que no es mi verdadero nombre, pero de alguna forma tenemos que dejar de lado las cordialidades¿no le parece?
-Por supuesto, señor Oldman. asintió Bones retrocediendo unos pasos para apoyarse en su mesa de escritorio. He oído hablar mucho de usted...y afortunadamente, cosas grandiosas.
-Sé que tiene muchas preguntas, señora ministra, pero hoy no he venido para eso. explicó el hombre que todavía sujetaba firmemente a Colagusano, que no parecía tener ni un atisbo de fuerza para moverse. Creo que le interesará saber cuál es la identidad de este hombre. sin esperar respuesta, Harry le quitó la mordaza a Pettrigrew y la ministra lo reconoció de inmediato.
-¡Gárgolas galopantes, si es Peter Pettrigrew! Colagusano, seguramente por el miedo que le inspiraba su captor, no gozó abrir la boca.
-Bueno...soy consciente de que el director Dumbledore le habrá hablado de la relación que había entre el asesinato de los Potter y este hombre. Pero no habían pruebas suficientes para limpiar el nombre de Black, así que por casualidad...hoy me he topado con este...individuo y me ha parecido oportuno traérselo.
-¡Cielo santo¡Dumbledore me lo dijo y aún así, me costaba creerlo¡Había tantas pruebas que inculpaban a Black! la ministra se acercó un poco más como si quisiera comprobar que Pettrigrew era de carne y hueso.
-Bueno...ciertamente, señora ministra, para mí hubiera sido más fácil matarlo... la mujer se estremeció, pero no dio muestra alguna de haberlo hecho...pero estoy convencido de que el joven Potter encontrará mucho más provechoso mantener una pequeña charla con él¿me equivoco? He oído decir que se podría otorgar la inocencia a Sirius Black, evidentemente pese a su lamentable muerte, si se encontraba a este hombre. Por eso lo he traído, imagino que ahora será juzgado ante el Wizengamot y se le impondrá el oportuno castigo...es más...ético que tomarse la justicia por la mano. ¿No le parece?
-Estoy completamente de acuerdo, señor Oldman. Y le agradezco enormemente su gesto...ese muchacho ha sufrido mucho y seguro que obtener la libertad para su padrino le alegrará bastante. Harry forzó una sonrisa en el rostro. Amelia se dio la vuelta hacia la chimenea, cogió un puñado de polvos flu y los lanzó al crepitar de las llamas. ¡Diane, haz pasar a mi despacho a Willianson y a Jonh, los necesito urgentemente y por favor, localízame a Albus Dumbledore, dile que es imprescindible que se presente en el Ministerio cuando antes!
-Sí, señora ministra se escuchó la vocecilla de la secretaria, antes de que la conexión se rompiese.
Un minuto más tarde, se escuchó forcejear en la puerta. Harry, sonrió y se dio la vuelta hacia ella.
-Disculpe, pero se me olvidó quitar el encantamiento. realizó un movimiento de varita y la puerta quedó totalmente abierta, para dar paso a los dos aurores.
Ambos, se quedaron anonadados al comprobar que, efectivamente, el hombre que habían traído amordazado se trataba de Peter Pettrigrew.
-Lo llevarán a una cámara de seguridad, dentro del mismo ministerio. explicó la ministra cuando los dos hombres se hubieron llevado a Colagusano. No sé si se enteró de lo que ocurrió la última vez con un prisionero de sumo valor...
-Sí, lamentablemente me enteré del in fortuito suceso.
-¿Hay algo que usted no sepa? Amelia sonrió sinceramente y Harry le devolvió la sonrisa. Ella le caía muy bien.
-Bueno, he de irme. Mi tiempo, a muy pesar mío, es limitado. Otros asuntos me requieren. Harry le dio una vez la mano y se colocó bien la capa, dispuesto a desaparecer.
-Señor Oldman, llamó la ministra antes de verlo partir. Espero que se vuelva a pasar por mi despacho para hablar con un poco más de calma...me gustaría que me respondiera a algunas preguntas, únicamente las que pueda...
-Descuide, lo haré. aseguró Harry y envuelto en su habitual luz blanca, desapareció, dejando a Amelia Bones gratamente sorprendida.

Aquel miércoles tarde se estaba haciendo especialmente largo. Habían tenido una interminable hora de Herbología con los Hufflepuff, en la que la profesora Sprout había vuelto a dar la brasa, presionándoles con los exámenes y haciéndoles replantar un extraño vegetal con forma de V, cuyo jugo, servía para realizar más de la mitad de las pociones de primer grado.
Así que a la hora de Defensa Contra Las Artes Oscuras, cuya clase compartían con los de Slytherin, los alumnos de Gryffindor estaban realmente agotados.
Esa semana empezaban a ver las maldiciones imperdonables, lo cual era un alivio porque era lo único que inspiraba un poco de atención.
La profesora Byrne había hecho un esquema en la pizarra de cada una de las maldiciones, como siempre, las primeras clases eran teóricas y por eso los alumnos estaban copiando en silencio.
No habían transcurrido ni los primeros quince minutos cuando la puerta de la clase se abrió, dando paso a una muy nerviosa Minerva McGonagall. Tenía el rostro pálido.
Los alumnos voltearon a mirarla interesados, pero bastó una gélida mirada de su maestra para que regresaran a sus labores.
La profesora de transformaciones se acercó a Christine y tras susurrarle algo en el oído, ésta asintió.
Luego, se acercó al pupitre solitario donde estaba Harry.
-Potter¿serías tan amable de acompañarme al despacho del director? Harry, que ya sabía por donde iban los tiros, levantó la cabeza de sus apuntes y puso cara de sorprendido.
-¿Ocurre algo, profesora? preguntó con la voz más inocente que pudo fingir.
-Será mejor que vengas. McGonagall no quiso dar más detalles, y Harry, que conocía de sobras ese tipo de respuestas y que significaban "No hagas preguntas y sígueme", recogió sus cosas rápidamente, las metió en la mochila y se apresuró a salir del aula, detrás de su profesora.
No hizo más preguntas por el camino, se limitó a caminar a paso ligero para no perder el ritmo de la mujer, que parecía que fuera dirigida por un cohete, hasta que llegaron a la gárgola que presidía el despacho del director.
La profesora se detuvo, pronunció la contraseña y ambos ascendieron por la escalinata.
En el interior del despacho se oían bastantes voces. No era el habitual murmullo de los cuadros de antiguos directores y directoras, sino voces reales.
McGongall llamó a la puerta y entró sin esperar respuesta. Una multitud de gente, que pertenecía a la Orden del Fénix enmudecieron al ver entrar a Harry y éste, interiormente, sonrió.
-Aquí lo traigo, Albus. Christine me ha dicho que vendrá en cuanto acabe su última clase. expresó la profesora y sin dar explicación alguna al muchacho, se dirigió a una esquina de la habitación, para juntarse con Tonks.
-¿Qué ocurre? fue lo único que a Harry se le ocurrió preguntar, al tiempo que se encogía de hombros.
-Harry, Lupin se acercó a él y le puso una mano en el hombro. Siempre que esto ocurría, el muchacho daba un bote algo inquieto, era un gesto que sólo guardaba para Sirius y el hecho de que los demás lo hicieran le ponía los pelos de punta, le recordaba terriblemente a su padrino. Tal vez el ex profesor lo notara porque apartó en seguida el contacto. Ha ocurrido algo inesperado...y creemos que es de tu interés. Harry se dedicó a observar las caras mezcladas de expectación, satisfacción y asombro de los presentes. Quienes más afectados parecían eran Tonks, Lupin y por supuesto el director, aunque éste lo aparentaba bastante mejor.
-¿Y bien? preguntó. Le extrañó no ver a los señores Weasley por allí, y por un momento temió que se hubieran enterado de lo de Ginny, pero como leyendo su preocupación, Dumbledore dijo:
-Arthur, Kingsley y la mayoría de funcionarios del ministerio que están dentro de la Orden han tenido que ir a trabajar horas extra, porque ha sucedido algo inesperado.
-Ya, eso me lo ha dicho el profesor Lupin. masculló Harry fingiendo desesperación. ¿Pero qué es lo que ha ocurrido? Vio como Lupin y Dumbledore intercambiaban miradas cómplices y al final, fue el director el que se atrevió a hablar.
-Anoche...hubo otro ataque. Harry había pensado decir: "¿Otro más?", pero se contuvo. No era la ocasión de mostrarse impertinente y más ahora que tenía que conseguir por todos los medios el permiso para algo. Atrapamos a Peter Pettrigrew. de buena gana le hubiera contestado al director, que el "atrapamos" estaba mal expresado, la palabra era "atrapaste", pero evidentemente, eso no lo podía decir. En su lugar, se quedó callado y sumido en sus pensamientos. ¿Cuántas veces durante los tres últimos años había deseado oír eso? Miles, miles y miles de veces, para que le otorgaran la libertad a su padrino, pero ahora, pese a que sentía como un peso se le había quitado del estómago, Sirius no estaba vivo para verlo y esa sensación de dolor, se había apoderado de él durante todo el día. Habría deseado gritar a los cuatro vientos para que le llevaran el mensaje a su padrino, allá donde estuviera.
-Harry...¡Harry! no notó que le hablaban hasta que Lupin se arrodilló frente a él y lo zarandeó un poco. ¿Estás bien?
-Sí...sí, sí, muy bien. contestó rápidamente. Lo último que necesitaba ahora eran remilgos de atención. Y...¿cuándo...digo, cómo fue...? Dumbledore suspiró y dirigió una mirada que trató de pasar inadvertida hacia Snape, que hasta ahora se había mantenido al margen de la conversación y algo apartado de los demás.
-Supongo que has oído hablar de un extraño hombre al que llaman...El Salvador... en ese momento, Snape lo taladró con la mirada.
-Sí...sí, algo he oído.
-Pues bien, prosiguió el director, fingiendo como si no se hubiera dado cuenta de nada. ese hombre salvó al profesor Lupin de Pettrigrew...él lo quería matar.
-¡Qué? gritó Harry y se cogió involuntariamente a los brazos de Lupin, mirándole con rostro preocupado. ¿Está bien, profesor? el hombre, agradecido por la atención, sonrió.
-Sí, no te preocupes, Harry, no fue nada grave. pero él sabía que eso no era verdad. Era la segunda vez que Voldemort trataba de matar a Lupin y conociéndole como le conocía, sabía que no pararía hasta lograrlo. Y ese pensamiento le atormentaba.
-Entonces...¿Colagusa...digo, Pettrigrew está muerto?
-No, negó el director seriamente observando sobretodo a Tonks y a Moody. Está en el ministerio. Mañana será el juicio y... Dumbledore se dio la vuelta bruscamente para perforar a Harry con la mirada...si lo declaran culpable, se le otorgará la inocencia a Sirius...en un comunicado público...
-Yo quiero ir. dijo Harry de inmediato. Eso era lo que estaba pensando en pedir. Sabía que como el hombre misterioso iría, pero ese día necesitaba que Harry Potter lo acompañara.
-Albus, por primera vez, alguno de los miembros de la Orden se atrevió a hablar. Era Hestia quien se había adelantado. Yo creo que no debería ir. Correr riesgos inútiles...
-¡No es un riesgo inútil¡Ese hombre traicionó a mis padres y condenó a Sirius a doce años en Azkaban! Harry aguardó el efecto que sus palabras causarían en los demás, y como esperaba, se había salido con la suya. Un silencio sepulcral había caído sobre el despacho.
-Yo...no quería decir eso...es decir, sólo... Hestia no sabía como excusarse y ese simple hecho, causaba en Harry una increíble satisfacción, era un manipulador y los tenía a todos dominados, moviendo las fichas a su antojo.
-Sé que es arriesgado... expresó Dumbledore, que parecía hacer enormes esfuerzos por decir aquello., sin embargo,...creo que es justo que vaya. algunos iban a protestar y Harry que sabía que había ganado la partida sonrió, mientras el director levantaba la mano para pedir que le dejaran terminar. no sólo por lo que ha dicho de sus padres...sino porque seguramente habrá que declarar...y él estaba en la Casa de los Gritos la noche que Pettrigrew reapareció por primera vez. Todos sabemos lo estricto que es el Wizengamot y ser el jeme supremo no me ayudará mucho sino hay un buen argumento detrás. Peter puede alegar que Sirius trataba de matarle y por eso fingió su propia muerte e inventar un sinfín de teorías por el cual estuvo tantos años escondido. Todos sabemos que la palabra de un licántropo, desgraciadamente, no convencerá a nadie, pero sí lo hará la del hijo de los Potter.
-Pero y su seguridad... murmuró la profesora McGonagall visiblemente preocupada. El director suspiró.
-No creo que Voldemort se arriesgue a entrar en el ministerio de magia, precisamente ese día. Es más, no pienso que sospeche que nos arriesgaremos a llevarlo al juicio.
-Pero conoce lo cabezota que es Potter... masculló Snape entre dientes y Harry le miró con odio. Y su...mala costumbre de ir a los lugares menos...adecuados. Harry avanzó un paso al frente, pero Lupin lo sujetó de un brazo. La indirecta sobre su escapadita al departamento de misterios no le había gustado un pelo.
-Severus...haznos un favor y mete tu cabeza por el retrete¿quieres? Tonks, que nunca decía nada que pudiera ofender, era la que había hablado. Parecía furiosa de no haber podido matar a Pettrigrew la noche anterior y a Harry le bastó establecer contacto visual con ella una vez para adivinar que así era.
-Es suficiente Interrumpió Dumbledore. No es momento para ponerse a discutir. Creo que ya está decidido.
-Pero...
-No hay peros que valgan, Minerva. Dumbledore parecía decidido a hacerle ese favor a Harry y él se lo agradeció aunque por la expresión de gratitud que había en el rostro de Lupin, sabía que había tenido mucho que ver en esto. Para su mayor seguridad, no se vendrá con nosotros, irá más tarde con Christine. ¿de acuerdo?
Hubo murmullos de asentimiento y caras de rechazo, pero ninguno objetó nada más. Cuando los miembros de la Orden, se fueron marchando uno a uno por medio de los polvos flu, Harry se acercó a Lupin para despedirse.
-Gracias, profesor Lupin...
-¿Por qué? sonrió el licántropo.
-Lo sabe. se limitó a decir el muchacho y el hombre lobo lo miró en una mezcla de melancolía y seriedad.
-Harry...¿no te causará mucha impresión tener a Peter enfrente? el chico sonrió, sí, le había causado mucha impresión volver a encontrarse con Pettrigrew y más en una situación en la que éste trataba de matar al último amigo de sus padres.
-Lo superaré. aseguró. Se lo debo a Sirius...mañana...por fin será un hombre libre... y Lupin se vio incapaz de responder.