Olasss gente! Cómo llevamos el veranito? Bueno, aquí os traigo un nuevo capítulo, espero q os guste. Ya sé que os dejé en mucho suspense con el otro así q he tratado de no tardar mucho tiempo en actualizar. En fin, agradeceros los reviews, q sois los mejores, de verdad y que disfrutéis! Nos vemos en el próximo capi!

Reviews:

Kaily g-w: Olasss! Sé lo q es ponerse gamba, ajajaj, créeme. Una vez estuve en la playa todo un día entero expuesta al sol y acabe cangrejo. Jaajaaj. Sí, estoy actualizando rápido porque tengo ganas de acabar el fict. Además, en Agosto me voy de vacaciones y para entonces lo quiero finiquitado. Bueno, respecto al capi...a ver, Hagrid es un personaje que NO me gusta, ajajja. Pero a la vez, es alguien que Harry quiere mucho, así q me venía como anillo al dedo. Yo me lo quitaba de encima y Harry se sentía culpable. Ya dije que iban a morir personajes. Harry ha flaqueado con Ginny, cierto y ahora ella ya sabe la verdad, o una parte de ella. Es cierto q Ginny tendrá un papel importante en la batalla final, pero no de forma activa. Ya lo veremos. La madre de Christine y Emy han visto parte del futuro. Esos son sus poderes y todo lo q dicen lo hacen por un motivo. Emy debe mantener el equilibrio y la madre de Chris debe mantener la paz. Sus palabras son confusas pero al final se entenderán y cobrarán mucho sentido. Ian...mejor de él no hablo, pero sabrás muy pronto quién es. ES una sorpresa. Sí, algún día sabrás lo q vio Tonks con el dementor. Respecto a la continuación no lo sé todavía.

Absintheaddict: Olass! Es cierto, cada día se acerca más la pelea con Voldemort, aunque antes de la final habrá alguna. Christine está muy tocada emocionalmente, pero tendrá ayuda. Lupin la ayudará. Me alegro q te esté gustando el fict y tranquila, q iré actualizando rápido.

Alkas: Olasss! Gracias! Me alegro q te gustara la parte de H/G. Sí, es verdad, Hagrid ha muerto, ya dije q morirían personajes. Intentaré seguir actualizando a este ritmo. A ver, tu pregunta. Voldemort piensa q Harry está desequilibrado por la muerte de Sirius y q la de Hagrid le desequilibrará todavía más. Así q piensa q su único enemigo está indefenso y q cuando llegué a esta él, será muy sencillo matarlo. El Salvador no le preocupa, porq aunq es un arcángel como Christine y tiene mucho poder, Voldemort sabe q no puede matarlo porq la profecía dice claramente q el único q puede es Harry. Así q Voldemort se confía. Le molesta el Salvador, pero sin saber q es Harry no es un problema real. Ahora, si Voldemort descubriera q El Salvador es Harry de verdad, entonces lo tomaría más en cuanto, tomaría medidas de precaución(voldemort se conoce a la perfección a los arcángeles) y se eliminaría el factor sorpresa q posee Harry. Y entonces, la batalla estaría equilibrada a un 50. De esta manera, Harry tiene un 80 de posibilidades de ganar.

DeMalfoy: Olassss!Yo muy bien, gracias, ajaaja. No siento ningún remordimiento. Hagrid es un personaje q no me gusta y Harry necesitaba sufrir otra pérdida para espabilar. Lo maté por eso y porq esto es una guerra y tiene q haber muertes. Ya dije q las habría. Vamos a tus dudas:

-Efectivamente, lo has acertado, el hijo q Emy espera es del Sirius de su realidad. En su realidad, Sirius también es el padrino de Harry y alguien muy importante en su vida, como en esta, pero no murió en el Departamento de Misterios. Y sí, Emy le ha puesto al tanto de lo que le pasa al harry de esta realidad, pero Sirius no puede colarse de una realidad a otra porq no es la Unión y tampoco puede ayudarle.

-Esta es una pregunta q ya me han hecho. A ver, como lo diría. Digamos q la madre de Chris y Emy tienen la habilidad de ver saltos en el futuro y actuan según lo q han visto, para tratar de evitar cosas terribles. La madre de Chris le dice q Ginny es la persona adecuada para estar a su lado, pero no especifica si como amiga o como novia. No obstante, Christine se opone totalmente a esa relación y tiene su porqué.

-Umm, a ver, no puedo contarte el final,ajjaja, no te puedo decir si volverán o no, pero creo q la conversación del capitulo pasado te ayudará a hacerte una idea.

-Yo adoro a Christine. Es mi personaje, como no me va a gustar? Jaajaa. Lo que pasa q Christine tiene q sufrir todo esto para superar sus miedos. De lo contrario el pesonaje perdería fuerza.

-Harry no es nieto de nadie conocido, ajajjaa. Lo dices porque Emy le llamó abuelo a Dumbledore? Sólo lo hizo de una manera cariñosa.

-Emy no es la nieta de Dumbledore, repito, sólo lo llama así cariñosamente. En su realidad, la verdadera abuela de Emy tuvo algo así como un romance con Dumbledore, pero no llegó a nada serio. Por eso ella lo llama así cariñosamente. Corto la conversación porque lo q se dice en ella no puede ser escuchado. Por ahora.

En fin, nada más, Besazos!

Fallen angel: Olasss! Sí, lo siento, ajajj, maté a Hagrid. Tienen q morir personajes. Harry no llegará a la batalla, sigue sin poder salir de Grimmauld Place. Bueno, seguiré tratando de mantener este ritmo de actualización. Dew!

Verónica Olasss! Jaajaaa, es verdad, me he cargado a Hagrid, bueno soy un poco mala. Jaajja :p Quizás haya alguna escena más de Harry y Ginny, pero no como esta y seguro q con beso no. Pero es verdad, ella mantiene la esperanza. Besos!

Aidee: Gracias! Sí, lo tenía q matar, ajaja, alguno tenía q morir. Espeero seguir actualizando a este ritmo. Besos!

Ginnyalis: jajaajaaj, olassss. Hubieses preferido q muriese Remus o Christine? Yo creo q aún me he portado bien y todo. ES una guerra, debían morir personajes.

Shaman: Muchas gracias!

Paula: Olass! Bueno, no estoy tardando casi. Pero los capis son muy largos y cuestan mucho. La muerte de Hagrid no es más que la consecuencia de la guerra. Y bueno, la madre de Christine es muy sabia y normalmente, suele tener razón.

Seraphimon Potter: Olasss! Bueno, es una Guerra y como tal tienen q morir personajes. Lo siento, encontré a Hagrid el más apropiado. En cuanto a Harry y Ginny sí, era una escena muy sperada. Dew!

Sarah-Keyko: Olasss! Muchas gracias, me halagas mucho. Sí, la verdad es q Harry está a un paso de confesárselo todo a Ron, pero se contiene a tiempo. Menos mal! Jaja, besos!

Derichbin: Olasss! Jajajajjaja, tienes razón, muchas gracias! Menudo lector más fiel tengo contigo. Espero q vuelvas pronto de Alemania y puedas leer lo q queda del fict. Bueno, Hagrid ha muerto y Harry se sentirá culpable, pero...no te preocupes, q seguirá siendo el mismo. Quizás con un poco más de ira, ajajaaa. Besos!

ATH: Olass! Gracias, me alegro q te haya gustado. Sí, este capi complacía a románticos(h/g) y a batallistas. Así q me alegro q haya gustado. DEW!

Alejandra Black Moon: Olass! Jajaajja, vale, soy un poco mala, me he pasado con Hagrid. Pero en una guerra tienen q morir personajes :p. Espero q te guste este capi!

Myca: Olasss! Espero q no sea el último review q me dejas! Umm, sí, tenía q matar a Hagrid, es una guerra, es normal q haya muertes. Hagrid es un personaje muy querido por Harry y tenía q sentirse culpable.

Marce: Olass! Jejjjejej, bueno, hubiera sido peor la muerte de Remus o de Christine, verdad? Creo que Hagrid es el adecuado para morir en esta ocasión. Ufff, espero q Rowling no se cargue a algún personaje muy importante en el Sexto libro o lo vais a pasar muy mal, ajaaj. No te preocupes, todo tiene arreglo.

D.Alatriste: Olass! Jajajaj, te aguantaré con gusto. Espero q te lo pases bien en tu pueblo y puedas seguir leyendo en breve. Umm, sí, la escena de Ginny hacía mucho q os la debía, ajajaj. Ya tocaba. La madre de Christine no se lo ha confesado, pero lo hará Remus, no te preocupes. Sabe que es Remus el único que puede ayudar a Christine. La rabia de Harry se mostrará un poco en este capítulo y también en los próximos. Ya lo verás, jajaja. Besos!

Erick arturo: ummm, sí, ajaja, lo siento pero sí que lo he matado.

Landoms 182: Olass! Bueno, ninguna de las reacciones de Harry que has dicho es la acertada, ajajajaj. Lee y ya verás como se lo toma. Dew!

Alax: Olasss! Gracias, me alegro q te gusten los capis. Jajaj, sí, un poco tristes son, pero los habrá no tan tristes. Paciencia. Me temo que Hagrid sí q ha muerto de verdad. Sorry! Besos!

Caliope halliwell: Olass! Jaaj, es verdad, coincidencia de q las muertes empiecen por "h", ajajjajaa. Bueno, a ver, Ian es...¡no te lo digo! Jajaaja. Tendrás que esperar como todos los demás. Tiempo al tiempo. Umm, no he visto la peli de la guerra de los mundos, pero iré a verla, ajajajaja, q qiero ver a Tom Cruise en acción y de paso compruebo lo q puede llegar a hacer Harry, jajaaj. No, bueno, es obvio q Harry no actuará como si no hubiese pasado nada. Pobres mortífagos! Me temo q Grawp no puede hacer mucho. Bueno, Ginny es cabezota porq quiere mucho a Harry, demasiado, su relación es muy fuerte y claro tiene q insistir. Pues no, la carta no era de la rata, jajaaj, era de dani. Y bueno, Christine se lo tomará peor de lo q has visto. En fin, pues sí, va quedando cada día menos para el final. Dew!

Consu: Olass! Muchas gracias! Bueno, Ginny no se rendirá tan pronto. Harry no puede ir porq todo el mundo descubriría su ausencia y se sabría q es el Salvador.

Nyissa: Olas!Muchísimas gracias, eres muy amable. Me alegro q te guste mi fict. A ver, vayamos al capi. Es cierto,le debía la verdad a Ginny, aunque Harry tenía q salir del apuro como fuese. A ver, sí, en teoría si Ginny se hiciese arcángel podría estar con él, pero eso no es posible. Los arcñangeles no se hacen, nacen así. Con harry se hizo una excepción que como verás más adelante, demostrará no ser tan acertada. Respecto a Remus y a Chris...bueno, quizás en este capítulo encuentres algo muy similar a lo de "tirarse" literalmente a los brazos de remus. Jajaja. Ya me dirás. Y sí, he matado a Hagrid, aaja, empieza a compadecer a Bella, porq la muerte sería un premio después de lo q ha hecho. Besos!

Pauly-fanática-0808: Gracias! Ya ves que no he tardado en continuar!

Lladruc: Olassss! Jjeej, val, es q ho parlo molt el cátala pero no de seguit aquest any vaig a vire a Barna i em tinc q acostumbrar, ajaj. Buenoooo, potser si q soc una mica cruel, jaaja, pero es una guerra i tenen q morir personatjes. Veritat o no? El Harry no pot sortir de lhabitacio. Ni tans sols li deixarien a soles per anar al lavabo, q el coneixen massa be. Home, si q tenia el fict pensat per a matar al Voldie, pero no se si faré continuació i si la faré en ell o en un altre senyor oscur. Ja veuré. Petons!

Dany-kanuto-link: Olass! En serio, me halagas muchísimo. Tal vez algún día, cuando sea muy muy vieja y no tenga otra cosa q hacer pues me atreva a un reto como un libro. De momento, creo q me queda grande. Sí, el capi ha sido algo triste, pero es q eran muchas batallas y sería muy ficticio que no hubiese ninguna víctima de la orden. Le ha tocado a Hagrid. Besos!

Ronnie: Gracias a ti por leerla y por ese apoyo. Me alegro q ya tengas ordenador y q te esté gustando la historia. Sí, cada vez queda menos. Besos!

Veruka: Olasss! Me alegro de que hayas seguido la historia! Sí, le ha tocado a Hagrid, es lo que había. Es una guerra y alguien tenía q morir. Bueno, lo de Ginny he dado un pasito al frente, ella ya sabe toda la verdad, aunq Harry le haya dicho otra mentira no le será tan fácil creerla. Hay un vínculo muy especial entre ellos. Jajaja, no, no es q me guste haceros sufrir, lo q ocurre es q pienso q para q los personajes alcancen una felicidad absoluta se la tienen q ganar y no puede ser una lucha fácil. Muchas gracias por tu apoyo! Espero q estés bien! Y sí, dentro de nada el sexto! Ufffff, miedo me da. Jaaa. Besazos!

Ax: Olasss! Espero no haber tardado mucho, jaja.

Skuld Potter: Olass! Sí, yo de ti compadecería a Bellatrix porq a Harry no le va a gustar nada lo q ha hecho, jaaja.

Miyuki: Olasss! Bueno, ya ves q no he tardado mucho en publicar, jaja. No, Voldemort no llega a violar a Christine, su madre llega a tiempo a salvarla.

CAPITULO 39: UN OBSTÁCULO INSUPERABLE.

Christine se dejó caer sobre la almohada, dándole la espalda al hombre que estaba sentado al borde de la cama. No quería que la viera así, de hecho, no quería mirarlo ella, tenía miedo. Miedo de todo.
Las imágenes llegaban a su cabeza atormentándola, hiriéndole el alma, consumiendo la poca entereza que quedaba. Ahora era frágil¿a quién pretendía engañar? Volver a Londres la había dañado. No había servido de nada permanecer en las sombras durante tantos años, pues ahora los recuerdos, que una vez creyó olvidados, eran demasiado dolorosos. ¿Y de qué había servido todo¿Por qué Voldemort no la había matado allí mismo en vez de atormentarla¿Por qué esa arrogancia que siempre la había acompañado había vuelto a resurgir, pensando que mientras fuera quién era, Voldemort no la podría vencer? El mismo error...y en demasiadas ocasiones cometido. Ahora, lo estaba pagando.
Lupin no le habló, ni siquiera la forzó para que le dirigiera la mirada, se limitó a estarse allí sentado, observando como el dolor se acumulaba en el pecho de la mujer, como iba mermando su alma. Sintió como si la sangre se le envenenara de odio, un odio intenso a todo y a todos los que habían hecho sufrir a Christine. Poco se imaginó él que la vida de ella hubiese supuesto tal calvario. Habría dado la mitad de su vida por arreglar algo, por devolverle un atisbo de felicidad. Y era el único que podía. No debía defraudar a la adivina, ella le había confiado a su hija, había visto esperanza en su amor y eso, valía mucho.
Acercó una mano al cabello sedoso de la mujer y lo acarició con ternura. Ella se sobresaltó y tembló. Lupin apartó rápidamente la mano, comprendía su temor.

-Chris...por favor...no te encierres en ti misma.- Christine se dio la vuelta hacia él y Lupin sintió como si el alma se le partiera por la mitad. Estaba llorando, parecía débil y él sabía que no era así. Ella siempre había sido muy fuerte, pero dañarla en lo que más le dolía, había supuesto demasiado.

-Vete.- rogó.- Márchate. No quiero que me veas así, no quiero que nadie me vea así.- la mujer se incorporó y Lupin vio que temblaba también de frío. Sólo iba mal tapada con su túnica negra, que estaba desgarrada. Christine se sujetó la cabeza con ambas manos y soltó un aullido desgarrador, un aullido de verdadero dolor.

-No pienso dejarte y menos cuando más me necesitas.-aseguró él.- No me importa si sólo tengo que quedarme aquí esperando hasta que puedas hablar, no me importa si te quedas ahí llorando todo el tiempo, yo estaré aquí contigo...lo superaremos juntos...

-No lo entiendes.- sollozó Christine sin dejar de sostenerse la cabeza con las manos.- No sabes lo que...

-Sí lo sé.- le contradijo Lupin.- Tu madre me lo contó.- La profesora abrió mucho los ojos.

-Remus...entonces...Remus por favor, necesito saber si...si...si él...

-No ocurrió nada.- Lupin habló con el rostro sumido en la seriedad, acercándose más a ella y acariciándole el rostro para tranquilizarla.- Tu madre te salvó antes de que pasara algo inevitable... -Christine cerró los ojos y soltó un suspiro al aire, sin dejar de sollozar y de negar con la cabeza.

-Estoy...avergonzada.- confesó moviendo las manos como si tuviera un hormigueo en ellas o algo le estuviera produciendo dentera.- Me siento sucia...me tocó...me...

-¡Basta!- Lupin la habría abrazado contra su pecho.- Basta. No te atormentes más, no te castigues...tienes que superarlo Chris...juntos lo...

-¡No!- Christine se apartó de él y se levantó de la cama. A causa del cansancio se tambaleó, pero logró mantenerse sujetándose en la mesita de noche del hombre. Cogió un cepillo que había en ella y comenzó a frotarse el pecho, semidesnudo, que a penas cubría de mala manera su túnica. Rascó con tanta fuerza que se produjo un arañazo y la sangre comenzó a brotar de el.

-¡Chris, no¡Para, vas a hacerte daño!- Lupin se levantó de la cama y le quitó a la fuerza el cepillo, tratando de tranquilizarla. La mujer estaba helada y temblaba a convulsiones.

-¡No¡No¡Déjame¡Suéltame¡Quiero arrancarme la piel que él tocó¡Tengo que limpiarme¡Me da asco mi cuerpo!- entre los forcejeos, Christine se zafó del hombre y entró corriendo al cuarto de baño, se metió en la bañera y abrió el grifo del agua caliente. El agua comenzó a llenar el recipiente y a mojarla todavía más. Al contacto con el líquido, la sangre que había pegada en la túnica resbaló hacia abajo, tiñendo la bañera de color rojo. La mujer se abrazó a si misma y comenzó a llorar más fuerte. Temblaba mucho más bajo la ducha. Los ojos se le empañaban por las lágrimas y era incapaz de moverse.
Lupin entró detrás de ella y lejos de fijarse en su cuerpo, ahora completamente desnudo, puesto que la túnica había resbalado hasta el agua, llegó a esta ella, sin importarle ir vestido y mojarse y la abrazó contra su pecho para aliviarla.
Christine se dejó hacer, mientras arrugaba la camisa del hombre y apretaba los dientes de desesperación.

-Necesito quitarme esta suciedad...este recuerdo...- logró articular.

-Está bien.- cedió Lupin besándole en la frente.- Por favor, cálmate.- Se arrodilló en la bañera, que estaba comenzando a llenarse y la sentó. Cogió una esponja nueva, abrió el champú y frotó suavemente la piel de la mujer, cubriéndola de espuma y procurando no hacerle daño. Tan solo rozaba cada parte de su cuerpo, como si estuviera lavando el cuerpo de un bebé y temiera dañarlo al apretar demasiado fuerte. Christine se calmó. Dejó de sollozar, aunque lágrimas silenciosas seguían resbalando por sus mejillas. Apoyó la cabeza en las rodillas de Lupin y cerró los ojos, borrando con la niebla que llenaba el cuarto de baño, cada mal recuerdo, cada pesadilla.
Después, Lupin se untó las manos con otro tipo de jabón y masajeó el cabello de Christine, en una danza que duró unos minutos.
Cuando hubo acabado todo el proceso, se puso en el pie y la levantó a ella y dejó que el agua los enjuagara a los dos. Lo curioso, es que durante todo el rato, él no se fijó en la figura de la mujer, no tuvo un solo pensamiento que fuera más allá del cuidarla el resto de su vida, de proteger a aquel ser tan dulce y angelical que se veía tan desprotegido en sus brazos.
Fue el primero en salir de la bañera. Christine tenía los ojos perdidos en el vacío, el labio inferior le temblaba y no podía creer lo que estaba viendo. Nunca antes nadie la había tratado así, exceptuando Dani, la ternura de Lupin era tan idéntica que la asustaba. Jamás se había dado cuenta de ello y se maldijo mentalmente por ello, puesto que sin querer y como siempre ocurría, había causado mucho sufrimiento.
El hombre sacó una toalla del armario y la arropó. Cogió su varita y susurró un encantamiento que secó completamente el pelo de Christine. Después, la condujo lentamente hasta la cama, la acostó, la arropó y se sentó de nuevo en el borde, totalmente empapado.
Durante unos segundos, simplemente se miraron, mientras él continuaba acariciándole la frente, apaciguando su dolor.

-¿Estás más tranquila?-le preguntó con cautela, sonriéndole dulcemente. Pero ella bajó la mirada. Se había sentado, apoyándose en el respaldo de la cama, incapaz de explicar lo mucho que sentía aquella situación.

-¿Cómo puedes ni siquiera mirarme a la cara? Después de lo que ha pasado..., Remus...¿cómo...?

-¿Es que fuiste tú la pidió aquello, Chris?- no fue lo que dijo, sino la forma pausada y seria en la que Lupin habló, lo que más le sorprendió.- Dime¿quisiste que aquello pasara?

-¡No!- las lágrimas volvían a inundar el rostro de Christine.- Pero...tocó todo mi cuerpo, me besó...me... -pero no pudo decir qué más le hizo Voldemort porque Lupin le había cogido ambas muñecas y se había acercado mucho a su cuerpo.

-¿Dónde?- preguntó dándole un pequeño beso en la mejilla.- ¿Aquí en la cara? O...tal vez aquí.- otro beso en el cuello.- O...aquí en el brazo.- repitió así la misma acción, besándole levemente alguna zona visible de su cuerpo.- Quizás en las manos... -Christine dejó que los labios de Lupin la rozaran sin oponerse. Dejó que él inundara de dulzura todo lo que antes había sido un infierno. -...deja que borre cada uno de esos momentos con mis besos, deja que te enseñe lo bonito que puede ser recordar lo mucho que te han querido... -el hombre acercó sus labios a los de ella y ambos se fundieron en el beso definitivo, en el que había echo olvidar todo el suplicio que había vivido en las últimas horas. Y Christine se dejó. El miedo había desaparecido, al menos hacia Lupin. No podía temer y a la vez sentir lo que estaba sintiendo. Eran dos fuerzas que chocaban y que al final, sólo tenían un ganador y por primera vez, no era el miedo.

La mujer se recostó en la cama, pasando sus manos por el cuello de Lupin, sin cesar el beso y dejó que él se colocara encima suyo. Estuvieron abrazados y besándose un buen rato, rompiendo más barreras, quebrando más máscaras, cada vez más cerca del abismo que producía y significaba el estar juntos. Pero el corazón de Christine se estaba rompiendo por la mitad. ¿Qué quedaría de esa locura una vez ella se marchara¿Cómo podía estar siendo tan egoísta? Pero cada vez que sacaba el tema Lupin le juraba y perjuraba que no la iba a dejar marchar, que se cogería fuerte a ella y le impediría la huída. Una vida...vivir...eso era lo que él esperaba. ¿Pero qué era una vida como la suya? Aunque se hubiera rendido a lo inevitable, aunque hubiese vuelto a sentir...ahora con ello también llegaba el sufrimiento. Era un precio demasiado alto, demasiado caro...ahora también volvía el dolor por la muerte de Alan. Sin su hijo, sin saldar su error, nada, ni siquiera el amor de Lupin, la anclaba al mundo que había encontrado.
Entonces...¿era justo estar ahora en sus brazos si sabía que luego se iba a marchar? No, no lo era, pero sabía, que no podía remediarlo. Estaba demasiado anclada a ese sentimiento, estaba demasiado a gusto, protegida y querida en los brazos poderosos y fuertes de Lupin. Volver a negar aquello sería volver a engañarse a sí misma. No, no más mentiras. ¿Pero deseaba realmente lo que estaba a punto de acontecer? Lo temía...lo temía más que nada en el mundo, era como una primera vez, pero mucho más tortuosa. No ayudaba mucho que le viniera a la memoria el recuerdo de las caricias de Dani, que tanto se asemejaban a las de Lupin. No sabía si estaba preparada para volver a sentir tanto, para dar el paso definitivo a...la aceptación.
Apretó con fuerza la mano del hombre y notó como su cuerpo se estremecía sin que pudiera evitarlo, se notó temblar y maldijo por lo bajo por ello. ¿Por qué ese miedo¿Por qué? Era una conmoción tan grande el haberse topado con la muerte de su familia y saberse responsable que todo en ella se había apagado. ¿Por qué no encender la luz?
Algo de esos pensamientos debió reflejarse en el hombre, porque le dio un nuevo beso en la frente y se separó.

-¿Qué ocurre?- preguntó Christine fingiendo estar sorprendida. Lupin le sonrió, se sentó al borde de la cama y le acarició la mejilla con el dorso de la mano.

-Lo sabes.- susurró.

-¿Leíste mi...mente?- Christine estaba avergonzada. Sentía que cada vez podía hacer más daño con su confusión, con sus temores.

-No.- Lupin negó con la cabeza y la arropó mejor.- Pude verlo en tus ojos...te dije que esperaría por ti, Chris, lo hice una vez, no me importa hacerlo de nuevo...esto, no es lo que quiero...

-¿Ah, no?- Christine le miró confusa. ¿A qué se refería?

-No. Te quiero a ti. Sólo a ti. No me importa si eso implica estarme todo el rato a tu lado y ver como duermes, o sentarme en la chimenea a escuchar como hablas...no necesito más. Sé que no estás preparada y yo quiero que cuando lo hagas seas tú quién me lo pidas. Ahora todo está demasiado reciente. No es el momento.

-Lo siento, Remus.- la mujer bajó la cabeza avergonzada. Sus ojos volvían a estar empapados.- Quizás yo...si has notado que...

-No necesito notar como tiemblas para saberlo, Chris. Simplemente...lo sé. -el hombre se levantó y fue hasta el armario ropero. Se quitó la camisa mojada y se puso otra. Después, repitió el mismo proceso con el pantalón. Christine ni siquiera lo observaba, estaba absorta en lo que acababa de escuchar. Por primera vez en mucho tiempo, se sentía dichosa. Era...¿felicidad? Esa palabra a la que también temía...sobretodo porque después de haber luchado tanto por ella la perdió precisamente por ello, por no esperar a que llegara sola, por no darle...tiempo al tiempo...buscarla fervorosamente le había llevado a todo lo contrario. La infelicidad...una desdicha demasiado grande.
Se levantó de la cama y se cercó a Lupin que terminaba de abrocharse el cinturón. Lo abrazó por detrás y le susurró: "Gracias". Por primera vez, cuando él la estrechó, no tembló. No ahora que sabía que él jamás le haría daño, no ahora que se había dado cuenta.
Pero esos pensamientos se detuvieron en el tiempo. Sus ojos mostraron una expresión de incertidumbre, de asombro...Se llevó la mano al pecho y levantó la mirada, para encontrar a Lupin igual de asustado de verla en ese estado.

-Chris...¿qué ocurre?- Christine cerró los ojos y tragó saliva.

-Alguien de la Orden...ha muerto...

-¿Qué¿Estás segura? No...no es posible, si...¿cómo lo sabes?

-He notado el dolor...de los demás...

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-¡GRAWP QUIERE JAGI¡JAGI¡JAGI!

-¡Sujetadlo¡Hay que apartarlo!

-¡JAGUI¡GRAWP IR CON JAGUI!

Siete rayos aturdidores dieron en el blanco. El gigante soltó un gruñido, como si acabara de bostezar y se desplomó en el suelo sin conocimiento. Los aurores respiraron aliviados, pero todos dirigían la mirada a un punto muerto, el lugar donde Grawp había tratado de llegar desesperadamente.
La batalla había finalizado. Pero con un balance mucho peor del que se esperaba en un comienzo. Más de un centenar de muertos teñían de rojo el asfalto de la carretera, con la luz del sol iluminando, como un espejo, los vestigios de aquella tragedia.
Los mortifagos habían abandonado el lugar, junto con los dementores y los gigantes que habían quedado con vida. Estaban pletóricos, eufóricos, sabientes de que tendrían grandes noticias para su señor, mucho más de las que ya esperaban.
Albus Dumbledore se agachó al lado de un cuerpo inerte, tirado en la carretera y con una expresión de terror en el rostro. Colocó ambas manos sobre el pálido rostro de su antes profesor de Criaturas Mágicas y murmurando unas palabras, la expresión de la cara del semi gigante, se relajó, dándole la impresión de que se hallaba dormido, sumido en un bello sueño.
Se levantó del suelo, limpiándose la gravilla de las manos que se había incrustado en su piel al apoyarlas sobre el asfalto y miró hacia su derecha. Todavía caían lágrimas de los ojos de Grawp. Ahora estaba amarrado al suelo.
Tomó una piedra del suelo, murmuró "portus" y se la entregó a un muchacho joven, que estaba cercano a él. El chico le miró interrogantemente, todavía asustado por la magnitud de la tragedia.

-Devuélvelo al bosque prohibido, Charles, él sabrá como subsistir. Hagrid le enseñó.- Charlie Weasley miró el rostro cansado y viejo del director y asintió.

-Señor...y ahora qué...

-Más tarde.- Charlie no insistió. Sabía que pedir explicaciones sobre porqué habían estado tan indefensos frente a ese ataque mortifago y preguntar sobre la postura de la Orden, no serviría de nada en un momento así. Ni siquiera el anciano director podía saberlo, parecía igual de contrariado.
Se acercó al cuerpo de Grawp, colocó uno de los dedos sobre la piedra y tocándola él mismo, desaparecieron en un remolino de colores. Nadie se inmutó por ello. Nadie preguntó porqué un muchacho se estaba llevando a un gigante, cuando éstos tenían prohibidas las entradas a la comunidad mágica y cuando sus compatriotas acababan de acabar con las vidas de multitud de personas.

-¿Por qué no vino?- Emmeline Vance se arrodilló a los pies del director, agarrando su túnica con furia y llorando de la desesperación que sentía, rodeada de tantas víctimas.- ¿POR QUÉ NO VINO?- Dumbledore se agachó y para tratarse de un hombre mayor, la levantó sin ningún esfuerzo.

-No lo sabemos. Debió tener sus razones...

-¿Cuáles razones?- gritó el señor Weasley apretando los puños.- ¿Qué podía ser más importante que salvar a toda esta gente?- señaló con un dedo tembloroso el cuerpo de dos niños pequeños. El director dirigió la mirada hacia allí y cerró brevemente los ojos.

-No conocemos nada acerca de ese hombre...no se pueden juzgar unas causas que no están al alcance de nuestra comprensión. Arthur, sé que es duro escucharlo, pero no podemos poner todo en manos de una sola persona. Por muy Salvador que le llamemos.- Dumbledore soltó a Vance, que volvió a resbalar hasta el suelo y se acercó paseando para hablar con los aurores, medimagos y funcionarios del ministerio que iban apareciendo.

Tonks caminó a trompicones hasta el cuerpo de Hagrid. No estaba gravemente herida, pero sí impactada. Se arrodilló a su lado y se derrumbó. Tenía miedo y no solo eso, sino que además había sido la experiencia más traumática desde que comenzara su carrera como auror.
Unos brazos la levantaron, pero ella se resistía. Quería descargar su dolor, su rabia, su frustración, quería que el alma se le desgarrara para no volver a sentir jamás, lo que ahora estaba sintiendo.

-¿Qué vamos a hacer ahora?- sollozó en los brazos de su apoyo, sin darse cuenta de que estaba hablando sobre la Orden.- ¿Cómo se lo diremos a los demás¿Cómo les diremos que...que esto ha pasado...que no pudimos que...?

-Tranquila.- el hombre la abrazó contra su pecho y le besó en el pelo rosa chicle. Tonks levantó la mirada y se encontró con los ojos azul intenso de su amigo, que le había salvado la vida. Alto y desgarbado y con el pelo castaño oscuro, él la consolaba.

-Ian. No sabes lo que significa que estés aquí.- Tonks cerró los ojos, recostada en su pecho.

-Volví hace poco a Londres, Tonks. No sabía que la situación fuese tan desesperada...de hecho, he venido porque vivo aquí al lado y escuché gritos.

-Gracias.- susurró ella.

-De nada.- fue la única respuesta que salió de los labios del hombre.

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Dos puertas del número doce de Grimmauld Place se abrieron al mismo tiempo. Harry salió corriendo de la habitación, seguido por sus amigos, que le gritaban sin entender muy bien lo que ocurría, y bajó corriendo las escaleras hasta la cocina.
Cuando la señora Weasley lo vio llegar, dejó caer el cucharón con el que removía el contenido de un caldero.

-Harry, cielo¿qué...?- el muchacho estaba pálido. La tenue luz todavía iluminaba la única lágrima que resbalaba por su mejilla. Sus ojos estaban abiertos como platos, de inquietud, de sorpresa, de terror...
Detrás suyo, llegaron Ron, Hermione y Ginny. Miraron a su madre en señal de incredulidad, pero no obtuvieron ninguna respuesta.

-¿Qué ha pasado, Harry?- Hermione se acercó a él y le cogió una mano. Inmediatamente después, la soltó. Estaba helada.
En ese instante, Christine y Lupin llegaron también. Harry se dio la vuelta hacia su profesora y entonces supo la magnitud de lo que ocurría. ¿Era posible que aquello que había sentido fuese tan grave como su corazón le indicaba? Los ojos azulados de la mujer no mentían, ella sabía mucho más de lo que en esos instantes aparentaban.

-No es cierto...- susurró el muchacho acercándose a su profesora y zarandeándola de la túnica.- ¡Dime que no es cierto!

-Será mejor que me acompañes, Harry.- Christine habló con una voz congelante, tan áspera que incluso Lupin se asustó. No parecía la misma persona de minutos atrás.

-¡No¡No quiero ir a ninguna parte¡Quiero que me lo digas!

-He dicho que me acompañes.- no era una petición, sino una orden. Y Harry supo que no podía desobedecerla. Su profesora lo cogió de un brazo y se dio media vuelta. Antes de salir, añadió:- Molly, ellos no tardarán en volver. Prepárate.

La señora Weasley se llevó una mano al pecho y miró a Lupin con preocupación. Harry ya no supo qué expresión mostraban las caras de sus amigos, porque Christine lo arrastró escaleras arriba. Subieron en silencio hasta el tercer piso y entraron en la habitación de la mujer. Ella lo soltó, selló la puerta e insonorizó la habitación. Después, dio media vuelta y observó al muchacho. Harry se había sentado al borde de la cama y se tapaba la cabeza con ambas manos.

-No pude ir...es culpa mía...¡todo es culpa mía!- Christine observó su dolor y maldijo por lo bajo. No, no era culpa suya. Ella ni siquiera había sentido el ataque, estaba tan asustada, adolorida y metida en su sufrimiento que no se había dado cuenta de nada. Suponía que a Harry le había sido imposible salir de Grimmauld Place en plena luz del día y con miles de ojos vigilándolo y que seguramente, había estado sintiendo el terror y la desesperación ajena, durante todo el ataque. Por muy Salvador que fuera, era humano, no podía llegar siempre a tiempo. ¿Pero cómo explicárselo cuando ella sabía que alguien, no sabía aún quién, de la Orden, había muerto durante la única ocasión en la que ninguno de los dos había participado¿Cómo mitigar esa culpa, esa rabia, esa frustración? No había, en aquellos momentos, nada que pudiera decir para consolarle, cuando ella misma no era capaz de hacerlo.
Se acercó a él y se arrodillo enfrente suyo, obligándole a que sus miradas se conectaran.

-No siempre puedes llegar a tiempo, Harry. Es lo más duro de todo esto y tienes que aprender a vivir con ello. Una guerra es una guerra, unos mueren, otros sobreviven, pero que tengas la capacidad de equilibrar la balanza no significa que puedas ser Harry Potter y el Salvador al mismo tiempo. Hoy, eras el estudiante de Hogwarts, mañana¿quién sabe?- Harry la miró. Se enjugó los ojos y se levantó, acercándose a la ventana, donde todavía brillaba el sol con intensidad.

-He sentido un gran dolor. Un dolor de los demás, Chris. Algo grave ha pasado y quiero que me digas qué. -se dio la vuelta, apoyando la espalda en el alfeizar.- No más mentiras.

-Alguien de la Orden ha muerto.- respondió la mujer sinceramente. A Harry se le vino el mundo encima. Era lo que había estado temiendo, era aquel presentimiento, aquel cuando Sirius murió, aquel cuando Lupin estuvo en grave peligro. ¿Y ahora qué¿Cómo iba a mirar a los demás a la cara?

Cuando estaba tratando de reordenar sus pensamientos, se escucharon unos golpecitos en la puerta. Christine se acercó hasta allí y la abrió. Dumbledore, acompañado por Lupin, Ron, Hermione y Ginny, ingresó en la habitación.
Harry ni siquiera tuvo el valor de mirar al director a la cara. Él que se había burlado del poco éxito de las defensas de Dumbledore, a él que le producía un enorme placer hacer todo a espaldas del director, sabiendo que inconscientemente le estaba haciendo pagar por la muerte de Sirius, le estaba cobrando todos esos años en los que quedó confinado en Privet Drive. Había jugado con las leyes de la naturaleza, un gran poder, conllevaba una gran responsabilidad y él lo había utilizado para su venganza personal, para sus propósitos, había jugado con fuego, había sido arrogante y ahora, lo estaba pagando con creces. No había nada en el mundo entero que pudiera cambiar los hechos, simplemente, había fallado. Y no era la primera vez.

-Me temo que he de comunicaros algo.- susurró el anciano yendo hasta donde estaba Harry y colocándole una mano en el hombro.- Ha ocurrido una desgracia.

-¿Tiene que ver con el ataque que Harry sintió? -preguntó Hermione. Dumbledore miró de reojo al muchacho, pero éste seguía sin dirigirle la mirada.

-¿Sentiste el ataque, Harry?

-A través de la cicatriz, señor.- mintió. Christine lo taladraba con la mirada. ¿Por qué todos tenían que observarle de ese modo?

-Bien. Me temo que sí, señorita Granger. Tiene relación.

-¿Ha ocurrido algo grave, señor?- fue Lupin quién habló. Harry se dio cuenta de que nadie en la habitación, excepto Christine y él mismo sabía exactamente lo que había ocurrido. Aunque algo le decía que Lupin tenía una ligera idea, por la forma en la que él y Christine intercambiaban miradas.

-Es muy lamentable tener que daros esta noticia, espero por el bien de todos que guardemos la calma, esto es una guerra y las tragedias ocurren cada día. No hay nada que podamos hacer para cambiarlo.- Dumbledore relajó el rostro, que hasta el momento había permanecido tensado, y añadió:- Hagrid ha sido asesinado. -si el ambiente de la habitación había reflejado inquietud, temor e incertidumbre, ahora era como si una losa pesada hubiese caído sobre ellos. Nadie, nadie supo reaccionar. Ni Christine con su entereza, ni Dumbledore con su sabiduría, ni Lupin con su tranquilidad. Hermione se había quedado sin palabras. Ella y Ginny tenían las manos cogidas y muy apretadas y la boca se les había curvado en una mueca de asombro. Ron miraba hacia la pared, parecía encontrar el vacío mucho más interesante que cualquier reacción ajena.

-No...- Harry fue el primero en salir del trance. Se zafó de la mano del director y lo encaró cerrando los puños.- ¡No es cierto¡Es mentira¡Él no está m...!- pero se detuvo en seco. Por dos motivos. El primero porque, en aquella ocasión, ni siquiera Dumbledore era capaz de devolverle la mirada y el segundo porque esas palabras se le hacían tremendamente familiares. Era imposible que la situación se repitiera. Una ineptitud suya, un error, había llevado a la muerte a otro de sus seres queridos y al que quizás, menos lo merecía.
En un intento desesperado porque aquello no fuera real, se dio la vuelta hacia Christine. Ella sí le devolvía la mirada y eso fue quizás, lo que más le calmó. Avanzó dos pasos hacia ella y para su sorpresa, la mujer lo estrechó entre sus brazos, ese abrazo que hubiese necesitado con la muerte de Sirius y que nunca llegó, ahora le era devuelto. Estaba demasiado conmocionado para sorprenderse, ni siquiera derramaba lágrimas, sólo apoyaba la cabeza contra el pecho de su profesora y se dejaba vencer, se dejaba embrujar por su calidez, nada comparado a la frialdad de los primeros momentos, algo mucho más distinto y algo que necesitaba. Ni siquiera ella pudo darse cuenta de que quizás aquello pudiera poner en peligro sus planes, pero era como si el espíritu de Lily se hubiese apoderado de ella, porque eso es lo que Harry sentía en esos momentos, el abrazo de una madre.
Escucharon los sollozos ahogados de Ginny y Hermione, pero tampoco eran consolables, nada en aquel instante podía evitar el sufrimiento que embargaba toda la estancia.

-Pero...no lo entiendo...- Ron era el único que no parecía ser consciente de la situación real.- ¿Por qué estaba Hagrid allí¿No se supone que no puede hacer magia¡Estaba expulsado del colegio¿Por qué estaba en ese ataque¿POR QUÉ?

-Ronald,- habló el director- los mortífagos no fueron los únicos aliados de Voldemort que acudieron al ataque. -suspiró.- Los dementores y los gigantes también fueron. La Orden está tratando por todos los medios que esas criaturas no se alíen con nuestro enemigo y procuramos convencerlas de que ese no es mejor camino. Lo logramos mayoritariamente con los hombres lobo y Hagrid estaba tratando de mediar con los gigantes, hacerles entrar en razón. Esta mañana, cuando acudimos al ataque, intenté convencerle de que no viniese, porque preví que sería un ataque muy complicado, pero no quiso hacerme caso.

-Es algo que todavía no podéis comprender.- añadió Lupin con la voz queda.. Sois muy jóvenes. Hay cosas por las que merece la pena morir, causas fuera del alcance de mentes adolescentes. La libertad es una de ellas. ¿De qué sirve una vida bajo la tiranía de un individuo con unas leyes y unas ideologías que causan sufrimiento?

-Son causas inútiles.- sollozó Ginny.- ¡Esta guerra es inútil¡¿Es qué no podemos hacer nada para detenerla!- a Harry se le contrajo el corazón y se estremeció todavía bajo el abrazo de Christine. Su profesora lo notó y lo aferró con más fuerza.

-No sin correr los riesgos que Hagrid corrió, señorita Weasley.- susurró el director.

-¿Y ese hombre?- quiso saber Ron a la desesperada.- ¡El Salvador¿No pudo hacer nada? Si puede salvar tantas vidas ¿por qué no la de Hagrid?

-No acudió.- Dumbledore lo dijo suavemente, para que la idea agonizante no causara mayor daño de lo que ya de por sí sonaba.

-¿Qué no...acudió?- masculló Ron.- No entiendo...él...

-¡Te lo dije, Ron!- a Hermione le temblaba el labio inferior para encarar a su amigo.- ¡Te dije que no debías catalogarlo como un héroe¡Los héroes no existen¡La realidad es muy distinta a como tú, Seamus o Dean la veis¿Te sigue pareciendo fantástico tu ídolo¿Sigues pensando que él matará a Voldemort?- Ron se estremeció al escuchar ese nombre.- Ahora quizás recapacites, ahora quizás te des cuenta de que has estado viviendo en una fantasía que no es real.

-¿Ah, sí?- Ron no se dejó reñir. Él seguía convencido de que Hermione estaba exagerando las cosas, que ese hombre era el único con alguna opción. -¿Qué sabes tú de él? Además, si no nos aferramos a algo¿entonces qué nos queda¿Prefieres que vivamos sin esperanza, prefieres que esperemos el milagro de que éste nos salve?- señaló a Harry, que ya se había separado de Christine y había palidecido. Ron se dio la vuelta hacia él y lo encaró.- ¡Eras tú quién debía haber estado allí¡Eras tú quién debía salvar a Hagrid¿Por qué no sacas ese poder del que tanto presumes¿Por qué no cumples esa Profecía por el que todo el mundo te reconoce?

-¡Cállate!

¡PATAPLOF!

Ron había recibido una bofetada de su hermana. Ginny se había puesto entre él y Harry y estaba llorando. Tenía los puños cerrados y apretados.

-¡Tú eras el que estabas tumbado en la cama esperando a que ese hombre lo solucionara todo! Harry estaba nervioso, preocupado y a ti te importaba todo una mierda. Y ahora...¿con qué derecho vienes a hablarnos de esperanza¿Qué sabes tú lo que es eso? Si vives en tu mundo perfecto, rodeado de los estúpidos a los que dices llamar amigos y que a la mínima dejas de lado a quienes de verdad te han demostrado su amistad. ¡Dime¡Dime qué es lo que pretendes!

-¡Es suficiente todos!- Dumbledore alzó la voz por encima de los demás. A Ron le temblaba el labio inferior, pero así como había contestado a Hermione, no fue capaz de hacerlo con Ginny. Harry había bajado la mirada hasta el suelo, los oídos le retumbaban, creía no ser capaz de resistir mucho más aquella situación. En cualquier momento explotaría, se desplomaría al suelo y entonces todos verían lo mal que se sentía.- Creo que no es el mejor momento para discutir.

-Chicos,- suspiró Lupin.- Ahora es cuando debéis manteneros unidos. Son tiempos muy complicados, si nos dividimos...ellos vencerán.- Hermione y Ginny se miraron entre ellas y asintieron con pesar.

-¿Quién lo hizo?- preguntó Harry en un susurro apenas audible.- ¿Quién...lo mató-por un momento, parecía que Dumbledore se había puesto nervioso. Se retorció las manos y luego, por primera vez desde que había dado la noticia, le miró.

-Bellatrix Lestrange...- los ojos de Harry se oscurecieron. Christine sintió como la energía del cuerpo del muchacho comenzaba a correr a la velocidad de la luz, comenzaba a inundar todo a su alrededor, pronto, se manifestaría. Las chicas se asustaron, sabían que el hecho de que fuese la misma mortífaga que asesinó a Sirius no ayudaba para nada a la aceptación. Harry apretó tanto los puños que dejó de tener sensibilidad en los nudillos y antes que destruyera la casa con su poder, salió corriendo de la habitación.

-¡Harry noooo!- pero los gritos de Christine, no llegaron a sus oídos.

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Deseaba desaparecer de la faz de la tierra. Se encontraba en un lugar desconocido para sus sentidos. Olía la brisa marina, frente a sus ojos estaba el mar que tantos pensamientos le traía, que tanto le apaciguaba. Y eso era lo que más necesitaba.
Le faltaba el aire. Estaba llorando como nunca antes lo había hecho. ¿Él llorar? Pero si jamás deseaba que lo vieran débil...pero nadie podía observarle desde allí.
Estaba en algún lado, al pie de un acantilado. Mirar abajo le producía mareo, así que tenía la vista perdida en el horizonte, donde el sol reflejaba un espejo plateado, las aguas estaban tranquilas.
Dirigió la mirada hacia el lugar, tratando de encontrar algo que le resultara familiar. ¿Por qué su subconsciente lo había traído hasta allí? Había salido disparado de Grimmauld Place y antes de desaparecer había deseado encontrarse en cualquier otra parte y ahora estaba ahí.
Detrás del acantilado había una casita. Frunció el entrecejo al verla, le resultaba vagamente familiar, a pesar de que estaba seguro que nunca había visitado un lugar como aquel. Sintió como si ver aquella casa significara un nuevo misterio relacionado con su nacimiento, pero procurando no prestarle más atención de la debida, continuó absorto en sus pensamientos.
Ningún lugar, por maravilloso que fuera y aquel lo era, podía en aquellos instantes curar sus heridas.
Sentía como cada poro de su piel se inundaba con esa sensación de culpabilidad. Una horrible culpabilidad. Hagrid estaba muerto y eso era por su causa. ¿Qué le hizo pensar que podría llegar siempre a tiempo, que lo podía todo¿Por qué jugó con esa arrogancia si había sido su maldición? Tenía un gran poder, cierto, un poder que le brindaría una única oportunidad de acabar con Voldemort, pero que no servía de nada a la hora de salvar a aquellos que más le importaban. Nada merecía la pena en aquel instante.
Hagrid era, de entre todas las personas que conocía, la que menos merecía morir. Fue el primero que conoció del mundo mágico o que recordara conocer y fue quién le habló de todo su mundo. Era su amigo, no, era más que un amigo y ahora no lo volvería a ver jamás. Esa sensación de pérdida le desesperaba. Nunca era mucho tiempo.
Se arrimó mucho más al acantilado. Ahora los pies le bailaban. Hacía mucho viento, lo suficiente como para que en una ráfaga sus fuerzas flaquearan, lo suficiente para...
Una idea lo abordó. ¿Y si saltaba? Ni siquiera dolería. Podía ver desde arriba las piedras a pie de mar. Sería un golpe seco y...

-Deberías saber, antes de que más ideas absurdas crucen por tu cabeza, que este lugar es especial. Alguien como tú jamás se estrellaría.- Harry se dio la vuelta sobresaltado. Si hubiera estado un poco más en el borde, se hubiese caído. Quien estaba allí era la última persona que se hubiera imaginado. Emy estaba cruzada de brazos, con la expresión más seria que hasta el momento le había visto. Llevaba puesto un largo vestido blanco y el pelo suelto bailaba al viento.

-Emy...

-Sí, yo.- respondió ella con dureza y avanzó hasta donde estaba.- ¿Sorprendido? Imagino que sí. Porque aunque Chris haya sentido el peligro y se esforzara por encontrarte, jamás te encontraría aquí.

-¿Por qué?- quiso saber el muchacho. Ni siquiera tenía una ligera idea de donde se hallaba. Emy no respondió de inmediato. Se acercó un poco más, todavía con esa expresión de enfado y se sentó al borde del acantilado, con los pies colgando. Hizo un gesto con la mano para que Harry la imitara.

-Debes sentir algo extraño al estar en este lugar¿me equivoco?

-No tengo ni la más remota idea de donde estamos. Ni siquiera sé como... -se mordió la lengua. Era la primera vez que la presencia de Emy no le causaba más conmoción. Mirarla a ella era como mirarse en el espejo y reconocer un grave error, se avergonzaba de su conducta, pero no se arrepentía de estar a miles de kilómetros de Grimmauld Place.- deseé desaparecer y al instante me encontraba aquí...

-Estamos en España.- informó Emy. No abandonaba ese tono de dureza y Harry sentía que no faltaba mucho para que se llevara una reprimenda.- Harry¿eres consciente de lo que rondaba por tu mente hace unos instantes? -lo sabía, Emy le había leído el pensamiento, aunque se suponía que eso era imposible. O quizás es que las cualidades de la Unión iban mucho más allá de su comprensión. Se mordió el labio inferior. Quería excusarse, pero se veía incapaz de razonar una explicación con sentido y nunca se había visto con valor para engañarla. Ni a ella ni a Chris. Era una maldición. ¿O bendición?

-Yo...

-¡Tú nada, Harry!- giró el rostro y lo taladró con la mirada, unos ojos tan duros que el muchacho se estremeció.- Estabas a punto de cometer el mayor error de toda tu vida. No es eso lo que hablamos. ¿Qué pasará si te rindes¿Sabes lo que está ocurriendo, Harry¿Sabes lo que pasa en el mundo¡Déjame que te lo muestre!- Harry levantó la cabeza justo a tiempo para ver como Emy chascaba los dedos. No se habían movido del sitio, de hecho, ambos seguían sentados en la misma roca del acantilado, pero las imágenes pasaban como una película por sus ojos.
Vio un pueblo muggle destruido y magos con los rostros cubiertos con máscaras blancas, riéndose a carcajadas. Vio a un sinfín de aprendices de mortífagos siendo instruidos, los vio lanzando las maldiciones imperdonables. Vio un entierro de un padre de familia y a sus dos hijas llorando, cogidas de las manos de su madre. Vio un parque sin niños, vio una escuela de magia sin estudiantes, vio las casas vacías, sin luz, sin esperanza, todo un mundo...hueco. Lleno de desastres, desastres provocados por la misma causa.
Emy balanceó sus brazos, esta vez con una expresión de profunda tristeza y el acantilado regresó ante sus ojos. Estaban de nuevo en aquel lugar.

-¿Qué ha sido eso? Todo lo que hemos visto es...

-Es real.- respondió Emy con la voz queda.- Harry, ese vacío se ha asentado en los corazones de los demás. En los que esperaban ayer a Harry Potter no al Salvador.

-¿Qué quieres decir?- Emy suspiró y posó los ojos sobre el mar. El viento le acarició las mejillas.

-La Sala de las Almas está vacía...el mundo ha perdido la poca esperanza que quedaba en sus corazones ¿y sabes por qué?- Harry se encogió de hombros y negó con la cabeza.- Porque tú la has perdido. La gente espera que tú les salves, aún hay muchos que tienen fe en Harry Potter, que aguardan impacientes porque el milagro que les devolvió la paz, se repita. Para ellos no existen las máscaras, no existen los héroes, sólo...el niño qué sobrevivió.

-Y...- Harry tragó saliva y titubeó. -¿qué pasará si la Sala de Las Almas no vuelve a llenarse?- Emy se levantó del suelo y le dio la espalda para que no viera la expresión que tenía en el rostro.

-Que no nacerán más niños...y al final...el mundo acabará desapareciendo.- Harry abrió los ojos sorprendidos.- Y de que eso ocurra, depende tu fuerza de voluntad. El destino está ligado a ti, ellos te eligieron, los "mayores" confiaron en ti...no los defraudes.- Harry no se atrevió a mirarla. Emy hablaba con la "Verdad", la verdad que tanto había estado buscando, la que podía hacerle daño y salvarle de cometer una locura. Pero su franqueza, lo asustaba.- Me pregunto si ya no estás tan dispuesto a entregar lo que hace unas semanas me dijiste...

-Han pasado muchas cosas desde entonces, Emy- confesó Harry.- Cosas que me confunden, que me dan miedo, que cambian mis convicciones. A veces creo que no estoy haciendo lo correcto, otras, sin embargo, pienso que es la única forma.

-Entonces creo que deberías escuchar a tu corazón. Me parece que últimamente lo has tenido muy olvidado.-Emy ya no hablaba con dureza. Su voz volvía a ser la misma de siempre, cálida, reconfortante y Harry volvía a ver sus palabras como la más pura realidad.

-Mi corazón y mente se contradicen. Tengo a mi alcance lo que podría suponer mi felicidad.- la miró a los ojos taladrándola- pero lo que haría infeliz a los demás.

-Alguien tiene que sacrificarse...

-Y ese alguien, seré yo.- aseguró Harry con determinación. Emy cerró los ojos, sintiendo como el dolor se extendía por su cuerpo, pero no dio muestras de ello. Sabía que ese momento llegaría alguna vez y esa vez, estaba muy cerca.

-¿Ya sabes cómo?

-Sí, pero antes, necesito encontrar algo que sea lo bastante convincente. Quizás agilice las cosas.- Harry tenía las manos puestas en la barbilla, recapacitando.- Necesito que me hagas un favor...

-Dalo por hecho.- Emy le guiñó un ojo y sonrió. Ya sabía de qué se trataba y aquello sin duda le iba a gustar muchísimo.- Ya es hora de hacerle una visita...

-Voy a quitar la vigilancia sobre ellos para que puedan actuar por libre.- explicó Harry, sin saber, que aquello lo iba a lamentar el resto de su vida. Se frotó los brazos, había olvidado coger la capa de su padrino y el viento de Santander le golpeaba helado, igual de congelado que se sentía él en aquellos momentos. Emy le observaba, ahora en silencio, sabiendo que lo que le rondaba por la cabeza podría ser su perdición, pero sin encontrar las palabras adecuadas para impedirlo. ¿Cómo hacerlo? Si era lo que ella hubiese hecho.

-Lo creas o no, Harry, el camino que has elegido es el correcto. En cada momento, sabrás lo que elegir.

-No...- susurró el muchacho. Los ojos le brillaban inusualmente.- Hagrid ha muerto. ¡Hagrid ha muerto por mi culpa!- lo gritó al acantilado, con los puños fuertemente cerrados y los cuatro vientos se llevaron sus palabras que resonaron por todo el pueblo "culpa, culpa, culpa" Una lágrimas volvía a resbalar por su mejilla. Se dejó caer al suelo de rodillas y agarró la hierva, arrancándola de cuajo.

-Te equivocas.- Emy lo pronunció despacio, con cautela, para que no sonara demasiado duro, demasiado vacío. No fue a consolarlo, no fue a abrazarlo, pese a que Harry, inconscientemente lo hubiese querido, le dejó llorar, gritar, patalear y desahogarse. Le dejó hundirse en su vacío, en su propia agonía, sólo él podía salvarse, intervenir de más, habría supuesto un cambio demasiado irreparable...

-Yo no fui...me quedé en casa...dejando que el mal presentimiento que sentía, me consumiera...sabía que algo malo ocurriría, pero no pude salir, si lo hubiera hecho, nuestro plan habría fracasado. ¡No puedo cargar con la conciencia de tantas muertes sobre mi espalda! -Emy se sentó a su lado, sobre la hierva. Tenía una sonrisa amarga en la boca, pero su expresión era serena y muy tranquila. Ella sabía lo que suponía todo eso y le comprendía.

-Y si te dijera...¿qué yo tengo el poder de acabar con todo esto y no puedo utilizarlo?- Harry la miró con la boca abierta. No podía estar hablando en serio.

-¿Cómo?- Emy sonrió dulcemente y le pasó una mano por el pelo revuelto, arreglándoselo.

-Soy magia. No hay nada que no pueda hacer. Hay tanto poder en mi interior que podría vencer a cualquiera. Pero como todo poder, Harry, tiene una pega, una pega con la que aprendí a vivir, sabiendo, que esta misión, que este destino, nunca fue para mí, sino para ti.

-No lo entiendo.- confesó Harry sinceramente.- Me estás diciendo...¿qué tu podrías acabar con Voldemort y que no lo haces?- aquella era su mayor tortura. O lo había sido. Era injusto que ahora ella estuviera en un mundo sin Voldemort y él no. Porque, en esencia, eran la misma persona y ella los quería por igual. Sufría de igual modo, de la misma manera que había sufrido antaño, y con la misma espada de Damocles que cargar.

-En realidad, soy la Unión de las Cuatro Sangres, Harry. Soy, la elegida. No puedo utilizar mi poder para otra cosa que no sea mantener el equilibrio. Mi deber, no es acabar con Lord Voldemort sino guiar a aquellos que deben hacerlo. Si lo hiciera, me convertiría en algo peor que él, un ser oscuro, un ser destructivo. Esa es una cruz que debo soportar. Una cruz, que también tú llevas. Porque por mucho que poseas la fuerza, no puedes actuar por encima de todo y de todos, debes esperar el momento oportuno, debes trazar un plan y concluirlo, de otra manera, él podría ganar, podría saber tus debilidades y dañarte en lo que más te duele.

-¡No importa que no las sepa como arcángel!- Harry se puso de pie y pateó el suelo. Emy también se levantó, acariciándose apaciguadamente la barriga.- ¡Las sabe como Harry Potter y eso es lo mismo!

-No,- Emy negó con la cabeza, mucho más relajada de lo que estaba Harry.- Porque en la batalla no te podrá atacar. Sólo verá...tu máscara.- Y Harry no lo entendió. Pero no porque no se esforzara en hacerlo, sino porque comprenderlo no aliviaría el dolor que sentía. Deseaba rabiar, deseaba chillar, decirle al mundo la injusticia que se había cometido y que Emy no le reconocía directamente. Pero no lo hizo. Se metió las manos en los bolsillos del pantalón, dio una patada a una piedra y recorrió con la mirada el lugar, por enésima vez.

-Háblame de tu mundo.- murmuró distraídamente. Emy sonrió le cogió de la mano y ambos pasearon por el borde del acantilado, mirando hacia la casa.

-¿Ves aquella casita del fondo?- Harry asintió.- Allí es donde he vivido los mejores momentos de mi vida y también los peores. Se puede considerar mi hogar.

-Un momento.- susurró Harry alzando una ceja.- ¿Esa casa también existe en tu mundo?

-Realidad, Harry, realidad. Ambos mundos son paralelos.- corrigió Emy. -Probablemente aquí, en esa casa, vivan personas muy distintas a mi familia, pero eso no quita que esa casa y este acantilado, siempre sean lugares especiales.

-Antes me dijiste que yo jamás podría estrellarme en este acantilado.- recordó Harry asomándose un poco para observar cuantos metros había hasta el fondo.- ¿Por qué?- Emy sonrió y se detuvo a mirar el mar que tantas veces había contemplado desde esa misma postura.

-Cada vez que se salta de ese acantilado, se viaja a un recuerdo.- explicó la mujer sonriendo ampliamente.- Tu padre me enseñó.

-¿Mi...mi padre?- Harry abrió la boca para decir algo, pero Emy le interrumpió.

-No puedo decirte más, compréndelo, no es el momento. Pero el James Potter de mi realidad fue alguien muy querido por mí. Puedes creerlo.

-Está bien. -suspiró el muchacho, a sabiendas de que iba a ser muy complicado sacarle a Emy más información de la que ella quisiera dar.

-Verás, en mi mundo, yo soy la Unión de las Cuatro Sangres y no es algo que se desconozca para la comunidad mágica, así como aquí y en otras realidad, tan solo soy una leyenda.- Harry no se perdía detalle de lo que explicaba Emy. Siempre había sabido que las respuestas a muchas de sus preguntas, se encontraban en ella. Y saber, que en el mundo de la Unión, Sirius existía, todavía le daba más coraje para seguir deseando soñar con esa realidad, sin entender, que en la suya tenía todo lo que podría darle la felicidad.- Tengo cuatro guardianes, -siguió explicando Emy.- Ginny, es la guardiana de Hufflepuff, Ron es el guardián de Slytherin, Hermione es la guardiana de Ravencraw y tú, Harry, eres el guardián de Gryffindor.

-Quieres decir...- susurró el muchacho pasmado.- ¿Qué yo soy uno de los guardianes de los que explica la leyenda?- Emy sonrió y asintió.

-Por eso, Harry, tenías la impresión de conocerme. A nosotros nos unen muchos más lazos de los que imaginas y esos lazos, aunque estemos en otras realidades, siguen manteniéndose firmes.- Sí, él lo presentía. Sabía, que el Harry Potter de la realidad de la Unión, quería a Emy por encima de todas las cosas, lo sentía y eso, lo acercaba mucho más a ella. Porque él también había empezado a quererla, sin conocer más allá de lo que veía, sólo con esas impresiones y esos sentimientos.

-¿Soy feliz allí?- preguntó tímidamente. Emy se detuvo, volvía a tener la expresión de seriedad en su rostro.

-En nuestro mundo, Voldemort ha sido derrotado. -confesó con la voz queda. Harry bajó la cabeza, envidiaba a su otro yo y la vida que debía llevar en ese mundo. Él estaba atrapado en ese, en el suyo propio, donde sólo había encontrado desgracias.- Harry,- Emy lo cogió por los hombros y le obligó a mirarle a la cara. -Allí también fuiste Harry Potter. También tus padres fueron asesinados, también sufriste más de lo que puedas incluso imaginar. No puedes hacerte una idea de lo que tuviste que superar para vivir un poco de paz, un poco de tranquilidad. Ahora eres feliz, tienes una familia, tienes a Ginny y seguro que te espera una vida maravillosa, pero no es algo que no puedas conseguir en esta realidad. Recuérdalo, eres el mismo. No importan las circunstancias. Yo solo sé que luchaste con valentía, con coraje y que sacaste lo mejor de ti mismo y por eso venciste. Y puedes volver a vencer.- Emy expresaba cada palabra sinceramente, como la mayor de las verdades, pero lo único que le rondaba a Harry por la cabeza es que él estaba en un mundo donde había perdido todo, donde no estaba su padrino. Emy debió ver reflejados sus pensamientos, porque añadió: -Sirius sigue vivo...dentro de ti. Sólo tienes que buscarlo y lo encontrarás, lo creas o no, Harry, esté donde esté, te está observando.

-Lo llamé...y no me contestó.- susurró el muchacho dejando que sus lágrimas bañaran las manos de la Unión.- Una y otra vez...lo hago, pero no puede regresar, no puede volver. Está muerto...- lo había dicho en voz alta. Aquello que siempre temía pronunciar porque se convertía en algo real. Vivía, pero lo hacía con el pensamiento de que nada de lo que estaba ocurriendo era algo verdadero. Que tarde o temprano se despertaría y volvería a oír los ladridos de un perro negro, que volvería a hallarse en Grimmauld Place, con Kreacher maldiciendo por lo bajo y su padrino abrazándole con un solo brazo.- Podrías...¿podrías llevarme con él? Me gustaría verlo, solo unos minutos, tan solo para quedarme con ese recuerdo en mi mente, para saber que de alguna forma, en otro lugar...es feliz.- Emy cerró los ojos y negó con la cabeza. Esa era la pregunta que siempre temió desde que había llegado a esa realidad. Una pregunta que sabía no poder dar más que una negativa, era lo único que ella no podía hacer.

-Lo siento, Harry. Pero las realidades no son un salto como el tiempo. No puedes pasar de unas a otras. Solo yo puedo hacerlo, mientras peligre el equilibrio. Nadie que no sea la Unión puede cruzarlas.- Harry, que ya se lo había supuesto, apoyó la cabeza en el pecho de Emy y cerró los ojos. Sentía que así podía quedarse dormido.

-¿Él...está bien?

-Sí.- la Unión sentía como sus piernas temblaban. No debería de estar dando tantos datos, debía mantener su postura firme, pero no podía. Harry le importaba demasiado como para no responder preguntas que lo contentarían, que harían más fácil su suplicio.- Sirius es un hombre libre, es como un padre para ti. Por eso te dije, que tenías una familia. Colagusano fue encontrado y apresado. Ginny, Ron, Hermione y tú sois muy muy felices. Luchasteis muy duro para alcanzar la paz y ahora os veis recompensados. Pero te lo repito, mira en tu interior, Harry, eres más de lo que ves ahora. Perdónate a ti mismo, perdona a Christine y sigue adelante. Ya sabes, que no queda mucho tiempo. Puedes hacerlo y cuando lo logres, entonces tal vez puedas tener esa vida que mereces.

-Hablas como si no supieras lo que ocurrirá.- Harry se dio la vuelta y se apartó de Emy. La Unión se pasó una mano por la cara. La cuenta atrás, había comenzado.- Sabes que eso no se producirá. ¿Por qué tratas de engañarte a ti misma y de engañarme a mi? Todo se acabó...y tú lo has visto.- el cuerpo de Harry comenzó a inundarse de energía.- Haz lo que tienes que hacer. Acabaré con esto de una buena vez.- desapareció en el campo de luz. Una ráfaga de viento balanceó el cabello de la Unión y se llevó consigo una lágrima.

-Si hubiera una última esperanza...- pero ella sabía, que no la había.

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Miró a su alrededor. Sonaban sirenas, sirenas lejanas y rápidos movimientos por todo el corredor. Las camillas voladoras iban de un lado a otro e imposibilitaban el paso con normalidad. Cuidados Intensivos acababa de recibir los heridos del último ataque.
Los Medimagos iban de aquí para allá, cargando pociones o apuntando con sus varitas a las listas que habían colgadas en las paredes, donde se indicaban los nombres de los fallecidos. Y eran muchos.
Albus Dumbledore esquivó una camilla flotante y se dirigió a una habitación entre abierta, donde habían dos camas separadas por una mesita alta y de color blanco. El olor a medicina le molestaba, era cargante y caluroso, pero ignorándolo, entró.
En la primera cama, la más cercana a la puerta, estaba Dedalus Diggle. Parecía inconsciente, llevaba dos goteros en el brazo derecho de los cuales caían pociones con aspecto repulsivo. En la segunda cama estaba Kingsley. Tenía mucho mejor aspecto. Permanecía sentado, mientras leía el Profeta. Tenía magulladuras por todo el cuerpo y dos contusiones leves, pero por lo demás, se veía en perfecto estado.
Dumbledore se acercó a ellos y les sonrió, pero no se detuvo a hablar. Caminó hasta dos butacas, en el fondo de la sala, donde estaban sentados Tonks y un hombre que no había visto antes. Pese a que le estaba vendando un brazo, no era un medimago.

-Buenas tardes, profesor Dumbledore.- saludó el muchacho en cuento lo vio. Se levantó y educadamente, le tendió una mano que el director estrechó.

-Buenas tardes a los dos.- el anciano mostró su más sincera sonrisa.- ¿Cómo te encuentras, Tonks?- la chica se encogió de hombros. La pregunta no iba mal intencionada, pero sabía que en ese momento, nadie podía encontrarse bien, al menos, anímicamente.

-La verdad es que todavía me parece mentira...es la primera baja de la Orden...bueno, después de la de Sirius... -Tonks se detuvo en seco. El director la miraba fijamente a los ojos, pero ella seguía sin darse cuenta de lo que había dicho. Dumbledore lo comprendía, pero tenía que cortar rápidamente esa información o tendrían problemas.

-Tonks¿por qué no me presentas a tu amigo?- sugirió disimuladamente.

-¡Oh, claro¡Disculpe profesor! Él es Ian, Ian Lewis.- el director volvió a estrechar la mano del joven y en aquella ocasión, se fijó mejor en su aspecto. Era alto y desgarbado, con el cabello castaño oscuro y unos profundos ojos azules de un tono indefinido. Su rostro era afable y su mirada cálida. -Vivía cerca de donde se produjo el ataque. Fue una suerte que viniera a ayudarnos, me salvó la vida.

-Vamos, Tonks, no tiene tanta importancia.

-Tú siempre tan amable.- sonrió la muchacha y era la primera vez que lo hacía en mucho rato.

-Nunca me habías hablado de él.- susurró Dumbledore en un tono que se asemejaba casual.

-En realidad, hacía mucho que no lo veía.- explicó Tonks, hablando atropelladamente y con su entusiasmo habitual. -Ian y yo estudiamos juntos para auror. Nos compenetrábamos muy bien, era mi mejor amigo. Pero al acabar la carrera él se marchó a su país de origen y yo me quedé en Londres.

-¿De dónde es, señor Lewis?- quiso saber el director.

-De Venecia.- respondió Ian amablemente.- Pero vine a estudiar la carrera a Londres, porque me dijeron que era el mejor lugar. -explicó.- Regresé con mi familia, pero estuve escuchando que las cosas iban de mal en peor aquí y que se necesitarían muchos aurores. Acabo de llegar, estoy haciendo el cambio de residencia para poder incorporarme lo antes posible.

-Ian es un gran profesional, profesor.- continuó Tonks.- Sacó las mejores calificaciones en los exámenes y además es un experto con las Pociones. En eso tuvo que ayudarme mucho.

-Ya veo.- el director sonrió. Parecía que la presencia de ese muchacho había tranquilizado un poco a Tonks, seguro que le haría muy bien. -Me temo que tengo que dejaros. He de ir a ver a los chicos. Regresarán mañana a Hogwarts.

-¿Cómo se lo han tomado?- titubeó la chica. Dumbledore cerró los ojos, se dio media vuelta y dijo:

-Mucho mejor de lo que esperaba.

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-¡EL RETRATO HA DESAPARECIDO¡EL RETRATO HA DESAPARECIDO! -la señora Weasley recorrió el pasillo gritando y agitando un paño de cocina. Lupin, Moody y Christine, que en esos momentos estaban en el comedor, salieron corriendo a ver qué ocurría.
Llegaron hasta el lienzo, donde estaba la señora Weasley desesperada. Pero allí ya no había ningún lienzo. De hecho, sólo se veía una profunda quemadura en la pared, detrás de donde antes habían unas cortinas. Ni rastro del retrato de la madre de Sirius.
Se escucharon unas risas, provenientes del pie de la escalera. Los adultos dirigieron la mirada hacía allí. Un chico de dieciséis años se desternillaba de risa, mientras trataba de aferrarse, sin mucho éxito, a la barandilla. Bajó el último escalón y derrumbó el paragüero con cabeza de serpiente, esto solo le provocó una nueva carcajada.

-¿Queréis saber...queréis saber lo que le ha pasado a esa vieja bruja?- avanzó tambaleándose. Un tufillo de alcohol llegó hasta las narices de los demás. El rostro de Christine estaba crispado de ira.- Me gritó, sí, señor, me gritó y...- hizo un gesto con la mano e imitó el motor de un avión.- ¡BAM¡Se esfumó!- Harry se apoyó el pared para no caerse al suelo. El profesor Lupin se acercó unos pasos a él y trató de sostenerle, pero Harry se le abrazó.- ¡Profesor¡Tanto tiempo¿Ha visto lo que le he hecho al cuadro? Si Sirius estuviese aquí, habría brindado conmigo. Porque eso es lo que he hecho. He metido la cabeza en la bodega de esta casa.

-Pero...Harry¿has hecho tú eso?- preguntó la señora Weasley señalando la negra pared. El muchacho aplaudió con fuerza, mientras seguía riendo.

-¡Sí¡Yo lo hice! A nadie se le ocurrió prender ese cuadro. Bueno, pues aquí esta el as de la fiesta. Lo quemé. Ya no tenemos ni elfos domésticos ni señoras que griten. ¿No es fantástico?- Lupin tuvo que ponerse de rodillas para sujetarlo, pero Christine, que estaba más enfadada de lo que jamás la hubiese visto, llegó por detrás, cogió al muchacho por las solapas y lo arrastró escaleras arriba. Una vez lo metió en la habitación, lo lanzó hasta la cama y le gritó:

-¡Cuando estés en condiciones de hablar con alguien entonces baja, pero no se te ocurra volver a montar estos numeritos¿Has entendido? He tenido que inventar mil excusas para confirmar tu presencia en la casa y solo faltaba que aparecieses como una cuba. -el portazo que pegó la profesora resonó diez veces más fuerte en la cabeza de Harry. El chico apoyó la cabeza en la almohada, pero para cuando cerró los ojos, ya no se reía, por el contrario, nuevas lágrimas inundaban sus ojos.