Olassss gente! He vuelto! Nada más llegar de vacaciones me he pasado por aquí para actualizar. Aishhh, pero que major sois con vuestros reviews. Que penitaque el fict esté llegando al final. Sólo quedan 6 capítulos, así que estamos en recta final. Bueno, para todos los que amablemente me habéis preguntado, las vacaciones me han ido muy bien, me lo he pasado genial, adoro Barna(me repito más que un loro) y he venido con ganas de escribir muchooo. Para los que leéis "Herencia de Marodeador", he estado con Crisy y Pekenyita y juntas hemos planificado cositas, así que todo de maravilla. Respecto a este fict, como veis, no mentí. Había una persona que descubrçia la verdad sobre Harry antes del final y era Snape. Para los amantes de nuestro querido profesor de Pociones, tranquilos, ni lo torturaré más ni lo mataré. Ummm, qué más? Ah, que agradeceros vuestros reviews, ojalá os animéis a dejarme más. Ayer me chivaron por ahí que llevaba unos 606 o por ahí, sé que no llegaré a los 1000 como estoy llegando en otra página, pero en serio que estoy muy agradecida. Así que nada más, que menudo rollo os he soltado, os dejo leer y juzgar. Besazos gente, nos vemos en el próximo capi"!

Reviews:

Myca: Olasss! Bueno, lo cierto es que Tonks tiene una idea equivocada de quién es Ian, él ha hecho muy bien su papel. Y Harry...no tenía otra elección. Cada vez van quedando menos cosas por aclarar.

Landoms 182: Olass! Jajajja, bueno, menos mal que yo sí que tengo una idea de cómo acabarla, porque mira q me enredo sola, jaaja.

Maigu: Muchas gracias! Trataré de seguir en esta línea.

(-): Gracias!

Sarah-Keyko: Olasss wapa! Pues sí, al final pude poner el capi antes de marcharme, jajaja, lo prometido es deuda. Vosotros siempre cumplís con los reviews y a mi me toca cumplir con los capis. Me lo he pasado genial! Jaaj. A ver, vamos al capi. ES verdad, jajaja, cero romanticismo, ajajajja, ya tocaba uno así, acción 100, así complacemos a todos los sectores. Q puedo decir? Me encanta Snape. Y pese a lo que puedan pensar otros, yo siempre he creído que es fiel a Dumbledore. Y bueno, de alguna manera ayuda a Harry. Respecto a Ian...bueno, lo aviso ya de antemano para q luego no haya amenazas de muerte, ajaja, preparate porque va a ser muy muy muy malo. LO siento, pero tiene q ser así. Lo lamento por Tonks. En fin...besazos!

Aidee: Olasss! Jajajajajajaj, me parto, es cierto, mucha tensión no? Jaajaa. Si es que soy super complicada escribiendo, hay q ver. A mí también me encanta Snape, es junto con Lupin, mi personaje preferido. Umm, no te quejarás, lo he puesto de bueno. Respecto a la sombra, no es la misma. Hay una sombra que vigila a Harry y otra muy distinta que es la que habla con Dumbledore, pero no son la misma persona. Umm, dije que no habría Ron/Hermione, pero no negué que fuera a haber H/G, sólo dije que no es seguro que para entonces sigan vivos. Y sí, jajaj, seguiré siendo muyyyyyy mala.

Kaily-gw: Olassss wapa! Aishhh, q maca q es Barna, ajajjaja, cada cop que la veig m'agrada mes. Fixat, q he anat a veure la sagrada familia, la Pedrera, el parc Güell...i això que quan vaig viure alli no hi vaig anar. Te delipte! Jaajajaj, Bueno, pero vinc amb força per escriure. T'ha molat el capi? Jajajaj,. Si, he fet patir molt al Snape i al Harry, pero quan llegeixes aquet capi ja veuràs perqué ho he fet. Tot té una explicació. Ummm, la sombra? Ho sento pero tindràs q esperar per saber-ho, jajajaja. Ja veuràs com al final ho entens tot. Ummm, no, no he posat escenes romatiques, tocava capi d'acció, pero si, està prevista una d'açi molt poc. Potser...avui no t'acava dagradar el capi, jaajjaaj. Tens moltes raons per desconfiar d'Ian, ajaja. Si, has llegit molt be el comentari, jaajj. Es cert, el Harry li diu a la Emy que li diga al Voldemort que Snape es el traidor. Perque? La resposta està en aquet capi. Petons wapa i disfruta!

Skuld Potter: Olass! Tranquilo, que ni voy hacer sufrir más a Snape ni Harry estará enfermo mucho tiempo. Lo de Ian...pues sí, es complicado, estará en Hogwarts y ya veremos si causa problemas.

Verónica: Cierto, jaja, soy malísima. Umm, Ian? Bueno, si lees este capi te harás una idea de lo que es, ajaaja. No te preocupes, no voy a matar a Snape. Y respecto a las sombras...nops, no son las mismas. Hay una sombra que sigue a Harry y otra muy distinta que es la que habla con Dumbledore. Paciencia, promto sabras quienes son.

Catalina: Olass! Gracias, lo he pasado genial. Ummm, bueno...ya veremos ya a quién se acerca Ian.

ATH: Olass! Bueno, este capi acaba de aclarar lo que es Ian exactamente. Jaja, no, todavía no ha llegado la hora de un cara a cara con Voldemort, pero...lo tendrás en el siguiente capítulo, espero. Umm, Harry se recuperará pronto, es demasiado poderoso como para no hacerlo, ya lo verás. Haces bien en centrar tu atención en Ian, muchos lo olvidan y...malo. Te gustó la escenita con Snape? Ajajaj. Me alegro. Escenita romántica? Bueno, esa también viene pronto, no te preocupes. Por supuesto, mis personajes preferidos de los libros son Lupin y Snape. No sabría elegir, jaja, cada cual tiene algo interesante a su manera. Aunque hay otros muchos q me encantan.

Mariet Malfoy: Olass! Jajajaaj, Dumbledore es un genio, y con esto creo que respondo a todo. Y bueno, Severus está vivito y coleando, ajaj, tardará en recuperarse, pero lo hará, no te preocupes. Besos!

Veruka: Olasss! Bueno, ya estoy aquí y en efecto, he disfrutado! Jajaaj. Me alegro q te hayan gustado los capis. A ver...sí, en el primero, la charla de chris y su madre estaba pendiente y el diario...bueno, es lo que harry siente en realidad, ahí se puede ver al verdadero Harry Potter. Umm, es cierto, Harry va a salvar a Snepe y Snape se ha portado fatal con él, la de vueltas que da la vida...no obstante, perderia el carácter de Harry sino lo hubiera hecho. Tenía dos motivos poderoso, uno, el que leeras en este capi y dos, él mismo lo delató a través de emy. Y repecto a este capi...bueno, ya dije que un personaje se enteraría de la verdad antes del final, ya ves que ese personaje era Snape. Por supuesto, snape no va a felicitar a Harry, jajaja, pero en cierta manera tiene q sentir una especie de admiración, aunque volveria a padecer esas torturas antes que admitirlo. En este capi verás su reacción. La sombra...paciencia, jaajja. Y sí, Ian será el nuevo maestro. Ya veremos qué ocurre. Besos!

Seralpp: Olass! Muchas gracias, me alegro q te guste mi fict! Bueno, dentro de poco Ron se va a dar cuenta de todo, un poco de paciencia. Saludos!

DeMalfoy: Olass! Muchas gracias, lo pasé genial. A ver...cuando Harry termina de escribir el diario hay una persona, escondida bajo una capa de invisibilidad, que lo está espiando. Y en el 42, jaaja, pues sí, había muchas especulaciones, pero era Snape el elegido para saber la verdad. Besos!

CAPÍTULO 43: CAMINOS SEPARADOS.

Maldita sea, había perdido un tiempo precioso. Si no hubiese derrochado tal cantidad de energía en aquella barrera de fuerza, ahora no se vería en el problema que estaba metido.
Miró su reloj de pulsera por enésima vez en la última media hora. Cinco horas...habían transcurrido cinco preciadas horas. ¿Cuánto tiempo podía ser suficiente para que Snape hubiese despertado y advertido al director de la verdad? Si no se hubiera encontrado sobrevolando Londres con una moto voladora, posiblemente habría pateado el suelo. Era tiempo más que suficiente para que cuando se presentara en el hospital, encontrase a Dumbledore de brazos cruzados y mirándole con la misma expresión de calma que tenía en la muerte de Sirius. La odiaba.
Pero no, el director era lo suficientemente profesional para no exaltarse, incluso cuando supiera que él, siempre había sido "El Salvador" y que se la había jugado a todos.
En realidad, eso no era lo que más le preocupaba. Dumbledore podría tener autoridad sobre él dentro de Hogwarts, pero hacía mucho tiempo que la había perdido lejos de los dominios del castillo. Sabía, que el anciano no podría impedirle luchar de una manera directa, en primer lugar, aunque sonase arrogante, porque era mucho menos poderoso que él.
No, lo que le inquietaba a Harry era que en un intento a la desesperada porque no pelease, el director pudiese cometer el error de hacerse notar por los mortífagos y que éstos, advirtieran a Voldemort de que el hombre al que no temía porque, teóricamente, no podía derrotarle y Harry Potter, eran la misma persona.
Porque si el mago tenebroso tuviese esa información en su poder, no sólo sus amigos, sino todos los miembros de la Orden correrían serio peligro. Voldemort comenzaría a tomarle en serio y se centraría en destruir a las dos personalidades, dejando de pensar que Harry Potter era un pobre chico desquiciado, a raíz de la muerte de su padrino.
Y luego estaba lo otro. Sí, quizás eso lo temía todavía más. Se preguntaba cómo diantre iba a lograr que Severus Snape ayudase al hijo de James Potter. Eso, sí que no tenía ningún sentido. Después de todo, su padre también lo había salvado de una muerte segura y eso sólo había incrementado el odio y herido el orgullo del profesor de Pociones.
Se las había apañado para engañar a Christine, diciéndole que se había roto la conexión entre ellos a raíz de un encantamiento que Voldemort había lanzado a la fortaleza. Su profesora se había puesto muy furiosa al saber que Harry se había marchado solo a tratar de salvar a Snape, sin tener en cuenta que se podía ver en una situación crítica. Christine nunca sabría que, ese supuesto encuentro con el mago tenebroso, nunca se había producido y que en realidad, había sido su propio magia la que había cerrado la conexión.
Ese siempre había sido su plan. Y hubiese salido a la perfección de no ser porque se había permitido el lujo de no vigilar más estrechamente al profesor y éste había resultado gravemente herido y de que no había contado con tener que enfrentarse a tal cantidad de mortífagos, en una celda del tamaño de su habitación en la casa de los Dursley y en donde no le había quedado más remedio que protegerse con un campo de fuerza.
Sí, había salvado a Snape, sí, iba de camino al hospital para tratar de convencerle deque le ayudara, pero no contaba con que aquello llegase realmente a funcionar.
Divisó el extraño edificio donde estaba camuflado San Mungo y descendió en picado, presionando el botón de invisibilidad para que su moto volviese al estado normal.
Se conocía demasiado bien ese lugar como para saber que la vigilancia de los aurores estaba muy pegada a todas las callejuelas que bordeaban el edificio, así que aparcó algo más lejos de lo que habría deseado, cuidándose de camuflar su estupendo vehículo y se envolvió a sí mismo en una nueva luz blanca, sonriendo al pensar, que ésa, era la única magia que no se podía detectar.

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Severus Snape contemplaba el encapotado cielo por la ventana. Todavía sentía inmensos dolores, a parte de que se encontraba en una postura totalmente inmóvil. Estaría mucho tiempo en aquella cama de hospital, puesto que el grado interno de las lesiones había alcanzado un estado crítico.
Se mordió el labio inferior y chascó la lengua. Detestaba ser inútil.
Ahora, no había nada que pudiera hacer para ayudar a la Orden y lo sabía. Su papel, su doble juego, había sido descubierto. La pregunta era...¿cómo?
Sabía que Lucius Malfoy era el encargado de averiguar quién era el espía, pero nunca había pensado que su ex amigo, tuviera una pista al respecto.
Nunca, nunca llegaría a enterarse de que la verdad estaba escondida mucho más próxima de lo que creía y que toda su vida, todos los acontecimientos que había tenido que padecer, no habían sido más que el fruto de un plan muy bien trazado, aunque, lamentablemente, fallido.
Pero quizás lo que más sentía era que su orgullo estaba gravemente herido. De nuevo, alguien con el apellido Potter, alguien que había detestado desde el momento de su nacimiento, lo había salvado de una muerte lenta y dolorosa.
Alguien, que además, estaba salvando al resto de la humanidad pese a su temprana edad.
Trató de apretar los puños, pero no tenía nada de sensibilidad en la piel. Era como un cadáver, no podía moverse, no poseía sentidos...únicamente se limitaba a continuar con vida, en un estado parapléjico, afortunadamente, reversible.
Pero un mes y medio de recuperación era mucho tiempo...demasiado.
Ahora se preguntaba porqué no le había revelado la verdad al director, acerca de Potter. ¿Por qué callar algo que en manos de Dumbledore estaría mucho mejor controlado? Sin embargo...no había dicho nada. Tenía una verdadera curiosidad por saber el porqué Potter llevaba puesta esa máscara, porqué no había confesado al director su verdadera identidad.
En aquellos momentos, comprendía muy bien cada una de las discusiones que había tenido con el muchacho. Esa fuerza que irradiaban sus ojos, esa determinación al hablar, al actuar...esa fe ciega en Christine. Ella, ella lo había cambiado. ¿Pero cómo era posible que Potter fuese mitad arcángel cuando su poder nunca se había manifestado¿Sería algo que únicamente Christine conocía?
Por eso él siempre la había defendido a capa y espada. Porque, aún sabiendo lo que ella era y la parte de culpa que tuvo en relación a la muerte de sus padres, lo había entrenado para ser una máquina de lucha, para derrotar a su enemigo...Se tragaría la lengua antes de decirlo, pero tenía que admitir que ambos habían hecho un buen trabajo.
Por mucho que le pesara, negar la evidencia sería puro cinismo. Estaban vivos y había un rayo de luz, así que...todo el mérito era para ellos. Si con su vida, podía ayudar a enmendar sus errores pasados, salvando el mundo mágico y muggle de Lord Voldemort, entonces no tenía reparo en entregarla. Únicamente, por aquel motivo, había accedido a ser el espía de la Orden del Fénix. Su vida, había sido un completo infierno y si una persona como Dumbledore había confiado en él, entonces es que el mundo no era tan malo después de todo, entonces es que...merecía la pena seguir viviendo.
Como si sus pensamientos pudiesen ser escuchados por la mismísimas estrellas, una luz blanca, cálida y que él había sentido reconfortante, iluminó la estancia.
Pasaron unos segundos hasta que la figura de un hombre encapuchado, todo vestido de negro y una vaina colgada a su espalda, de donde sobresalía una reluciente espada, se dejó entrever entre el deslumbramiento.
Snape parpadeó rápidamente y girando la cabeza, en dirección a la figura, lo poco que su cuello se lo permitía, la observó en una mezcla de asombro e incredulidad.
La figura no mostró su pose arrogante y segura de siempre. Más bien, parecía nerviosa.

-¿Dónde está el profesor Dumbledore?- preguntó, haciendo un tremendo esfuerzo por sonar educado. El profesor, lo taladró con una mirada inquisitiva, mostrando su habitual expresión mezquina y cetrina.

-El director tenía unos asuntos que atender...se marchó hace unos minutos al cuartel de la Orden del Fénix...- siseó suavemente, aunque su tono sonaba mucho más afable y respetable que de costumbre.- Están de guardia Tonks y Moody...pero han bajado a la cafetería a comer algo...

-Bien.- respondió secamente el hombre, girando su rostro para mirar por la ventana. Aquel reflejo de las nubes taponando el sol, le hacían sumirse en una profunda tristeza, tristeza, que había abandonado días atrás, pero que no podía evitar sentir, sabiendo que si su plan fracasaba...él jamás podría ayudar del todo a quiénes se lo merecían. De pronto, pareció recordar que el hombre que estaba tumbado en la cama del hospital, sin poder moverse en absoluto, había estado en grave peligro de muerte.- ¿Cómo se encuentra...profesor Snape?- aquel calificativo, viniendo del mismísimo Salvador, debió resultar muy divertido a los ojos de Snape, porque una pronunciada sonrisa desagradable, curvó sus labios.

-Es curioso que alguien como tú me llame "profesor", Potter.- ante la mención de su verdadero nombre, Harry apretó los puños con rabia y Snape pudo ver como se tensaba y se mordía el labio superior con los dientes, como recriminándose algo. Aquella falta, quizás de frialdad, sorprendió mucho al profesor. Por un momento, le vino a la cabeza un Potter cansado, derrotado y herido, arrastrándose hasta él, jugándose su propia vida para salvar la suya. Y pensó que realmente, no tenía ganas de mostrarse irónico con él, aunque tampoco de tratarlo amablemente. Le hubiese gustado poder levantarse de la cama y golpearle en los pómulos hasta dejarlo casi inconsciente, por ser quién era, por estar salvándoles a todos y mostrarse, por una vez, generoso con los demás, sin pensar en él mismo.- ¿A qué has venido?- espetó con algo de brusquedad, a sabiendas que los músculos de la mandíbula del muchacho se habían forzado en una expresión hostil y preocupada por la pregunta.- Supongo que vienes a saber si le he dicho al director quién eres en realidad...- Harry caminó hasta la ventana, apoyó ambas manos en el alfeizar, dándole la espalda y suspiró.

-¿Lo ha hecho?- Snape lo perforó con la mirada, antes de responder secamente.

-No.-Harry se dio la vuelta esperanzado, pero quizás demasiado enérgico, porque pese a todo, la expresión que mostraba el profesor era tan desagradable como siempre y quizás todavía no había tenido oportunidad de charlar a solas con Dumbledore.

-¿Por qué?- preguntó con desconfianza y alzando claramente una ceja.

-Dígamelo usted, señor Potter.- respondió Snape, pasando a hablarle como cuando estaban en clase.- Dígame cómo es posible que un adolescente de dieciséis años, que nunca había demostrado ser más que un buscafamas, cuyo poder nunca se había manifestado de una forma tan sublime...puede ser el que nos esté salvando a todos...- Harry no respondió de inmediato. Su expresión de incredulidad, sorpresa y desconfianza, había vuelto a ser fría e indiferente, pero terriblemente seria. Apoyó la espalda en el respaldo de la ventana y se cruzó de brazos, dudando en si responder o no.

-Usted lo sabe...no hace falta que le repita la Profecía¿verdad¿Por qué se empeña en seguir jugando a un juego que no puede ganar?

-¿No puedo, Potter?- Snape sonrió con malicia y Harry supo que el profesor trataba de chantajearla para obtener información, información demasiado preciada para revelar.

-No puede.- repitió el chico bajándose la capucha y revelando, por primera vez, voluntariamente su identidad. Y aunque Snape ya lo había visto en aquel callejón de Londres, volvió a sentir como el corazón le daba un vuelco. Aquel hombre, porque la cara que mostraba Potter era la de un hombre que ha vivido muchas penalidades, con rasgos varoniles y los ojos como dos esmeraldas, brillándole intensamente, se parecía muy poco al muchacho arrogante que tenía cada día en sus clases de Pociones. ¿Cómo era posible que ambos fueran la misma persona? Incluso, a sabiendas que aquel rostro, exceptuando quizás el pelo largo y los ojos, era la calcomanía de James Potter, le costó reconocerlo.
¿Cuál era el de verdad¿Por qué uno podía tomarse tan en serio la situación y otro vivir tan despreocupadamente, sufriendo los altercados normales de cualquier adolescente?- Ambos...son parte de mí.- respondió Harry jugueteando con uno de sus mechones de pelo, como si hubiese leído a la perfección la mente de Snape, pese a que éste era un maestro de la Oclumancia.- No hay distinción, profesor. Yo me limito a fingir lo que todos quieren creer, por una parte y a actuar según mi destino y mi responsabilidad, por la otra. Imagino que estará sorprendido.- Harry levantó la mirada de su pelo y lo taladró con ella.

-Realmente, sí.- contestó el hombre con sinceridad, aunque hostilmente.- Me cuesta creer que seas tú, Potter, quién tenga la sartén agarrada por el mango.

-Se equivoca.- interrumpió el muchacho bruscamente. Había vuelto a darse la vuelta, para que Snape no pudiese ver como una sombra de tristeza recorría sus ojos. Aunque su voz debió de haberse quebrado, cuando volvió a hablar sonaba tan fría como siempre.- ¿Cree que todo es tan sencillo, tan fácil como los periódicos o la gente piensa¿Cree que basta con que estemos frente a frente y yo dirija mi poder contra él? No, nada es sencillo. No se trata únicamente de jugarme la vida en el intento, no se trata solamente de cumplir la Profecía de una vez por todas. La vida de mis amigos, de todas las personas que luchan contra él, de todas las que conservan...esperanza...Hay un sinfín de objeciones que se colocan entre mi camino y por eso estoy aquí.- Snape alzó la ceja sin acabar de comprender a qué se refería.

-¿Vienes a pedirme que no le cuente nada de al director¿Por qué?- el profesor trató de moverse, pero una mueca de dolor surcó su rostro al hacerlo. Harry lo ignoró, no sintió compasión de él y eso, en parte, Snape lo agradeció. Ya era suficientemente humillante que Potter estuviese frente a él y que él no pudiese mover un músculo.

-Porque yo puedo salvar el mundo...- se limitó a contestar el muchacho. Se acercó a la cama del hombre y le colocó una mano en uno de los brazos, que Snape no podía sentir. Le bastó unos segundos de cerrar los ojos, para que el profesor notara como todo el dolor y sufrimiento que le recorría cada parte de su ser, disminuyera considerablemente.

-No necesito tu ayuda...- masculló Snape entre dientes, una vez Harry volvió a tomar una distancia considerable entre él y la cama.

-No lo hago por usted...sino por mí.- La rudeza con la que hablaba Harry le recordaba tanto a Lord Voldemort, que por un momento tuvo que dejar de mirar esas esmeraldas de sus ojos, que habían adoptado un color algo más oscuro. No podía negar, que ambos se parecían mucho. Demasiado. Más de lo que ninguno habría deseado parecerse al otro. Por primera vez, distinguió en el chico las cualidades Slytherin que Dumbledore le había nombrado alguna vez.- He venido a pedirle ayuda...

-¿Ayuda?- pese a la situación, Snape estuvo tentado de soltar una carcajada, pero se contentó con curvar los labios en lo que parecía una sonrisa irónica.

-Ríase si así lo desea, profesor Snape, pero jamás he hablado tan en serio.- Harry suspiró y cerró los ojos por un momento, apoyando ambas manos sobre la cama del profesor, que se hundió unos centímetros y conectando miradas con el cetrino hombre.- Usted es el único que puede efectuar una poción que necesito...- Snape abandonó su expresión irónica y por primera se mostró interesado en lo que Potter le estaba diciendo.

-¿Una Poción?- preguntó.- ¿Para qué?- la forma tan brusca en la que Harry levantó las manos y el peso de su cuerpo de la cama, habría dañado al profesor de no ser por la cura que el muchacho le acababa de efectuar.

-No está dentro de mis planes mostrarle mis intenciones, profesor.- el chico arrugó la frente y se pasó una mano por la cara, pero aunque cansado y preocupado, su rostro seguía mostrando tal determinación, que Snape estaba totalmente ensimismado con ese cambio.

-¿Y por qué habría de acceder a lo que me pides?- preguntó astutamente, sabiendo que aquella pregunta estaba más que contestada. Lo odiaba, pero Potter lo había liberado del sufrimiento al que Voldemort le había condenado y en cierto modo, sí estaba en deuda con él, por mucho que se repitiera que él también lo había salvado de Quirrel y había avisado a los miembros de la Orden para que acudiesen en su ayuda al Departamento de Misterios. Aquellas cosas, en aquel instante, parecían muy pequeñas comparadas con su proeza.
Harry, que había leído perfectamente la mente de Snape, entrecerró los ojos. Muy bien podía estar desesperado, pero no iba a permitir que el profesor creyese que tenía fuego en sus manos, por el hecho de saber quién era.
Si algo caracterizaba a Christine, eso era la fluidez de palabras con las que se expresaba y le había enseñado a hacerlo. Así que, por muy astuto que pareciese el profesor, él aún sabía como tocar su orgullo y la única manera posible era recordándole, ciertos aspectos de su niñez.

-Porque me lo debe.- respondió escuetamente y sonrió interiormente al comprobar como Snape se tensaba.- Y no le estoy saldando la deuda por haberle salvado la vida. Pero mi padre también lo hizo y ya es hora de que olvide el pasado. Míreme como lo que soy...- Harry volvió a colocarse la capucha de modo que el rostro volvía a quedarse totalmente cubierto-...ahora usted no puede ver a Harry Potter...intente, por una sola vez, pensar que el que le está pidiendo ayuda es un hombre...no alguien a quién detesta.

-¿Cuál es la diferencia?- Pese a que aquel argumento, hubiese sido lo bastante convincente, Snape no se iba a rendir con tanta facilidad.

-La diferencia... -susurró el muchacho.- es que le estoy rogando un poco de humanidad...como hombre, como una persona, olvidando quién es usted y lo mucho que me ha hecho sufrir estos años...si yo soy capaz de perdonar, si soy capaz de mirarle a la cara sin recordar que pudo salvar la vida de Sirius...¿por qué usted no? He aprendido a base de la experiencia, que la venganza no es el mejor camino...

-Un momento...- titubeó Snape mirándole entre una mezcla de temor y asombro.- tú lo hiciste...tú mataste al elfo doméstico...tú...

-Sí,- confesó Harry entre suspiros. -Yo maté a Kreacher, yo capturé a Pettrigrew y lo volví loco, yo quemé el cuadro de Grimmauld Place...y...- entrecerró los ojos y éstos brillaron de una forma que Snape sintió como se estremecía-...mataré a Bellatrix Lestrange...-el muchacho observó complacido como una nota de miedo surcaba la expresión ceñuda de su maestro de Pociones.- Pero no lo hice por mí...me vengué en nombre de Sirius...y aunque puede creerme que no titubearé al clavar mi espada en esa mortífaga ni en soltar mi poder contra Voldemort, no me siento orgulloso ni de lo que hice...ni de lo que haré. No ahora, no cuando lo he comprendido...ha tenido que pasar mucho tiempo para que me de cuenta de porqué lo hice y porqué no era lo más correcto.- Snape había abierto la boca para decir, pero había vuelto a cerrar. Utilizando nuevamente, su habilidad con la Legeremancia, Harry sonrió y respondió a la pregunta que el profesor no había formulado.- No, no quiero matar a Voldemort...no quiero ser un asesino...pero lo haré igualmente.- la determinación con la que hablaba acabó por convencer a Snape. No sabía porqué, pero pese a que con todo su corazón deseaba detestar a Potter, más de lo que ya de por sí lo hacía, no podía odiarle por lo que acababa de decir. Tenía la sensación de que la manera en la que el chico había descubierto todas esas verdades, había sido tan dura como en la que él las descubrió. Pensó que por un instante, no deseaba saber más.

-Tú ganas.- respondió seriamente, en esa ocasión, sin mirarle a los ojos, sino dirigiendo la cabeza en dirección a la ventana.- No le diré nada al director, pero porque encuentro en tu mirada una muy buena razón para no hacerlo y...trataré de ayudarte con la poción.

-No es un juego.- aseguró Harry con una voz mucho menos dura, incluso que sonaba agradecida.- Aquí...no gana nadie. Pero...se lo agradezco.- Snape no contestó a eso. Nunca creyó que viviría para ver como Harry Potter le daba las gracias por algo y no estaba seguro si deseaba que lo hiciera. Aquello sólo le producía una desazón más grande, un sentimiento de...¿culpabilidad?.

-¿De qué poción se trata?- preguntó para apagar los clamos de su conciencia.- Aunque me cueste reconocerlo, Potter, eres el mejor alumno del colegio, inclusive en Pociones, no creo que haya una poción que tú no puedas realizar. A menos que...sea de magia negra y entonces, Potter, siento tener que decírtelo, pero no la realizaré.- Snape giró el rostro de nuevo y lo miró desafiante. El muchacho volvía a tener un sentimiento de angustia en sus facciones, como si quisiera, pero en el fondo no quisiese hacer lo que iba a hacer.

-No es magia negra. Es una Poción complicada, profesor...precisamente porque no sé si existe...

-¿Qué?

-¿Recuerda cuando utilizó la Poción, durante mi castigo, para anular mi magia de mago?- Snape simplemente asintió.- Bien...quiero que cree un derivado de esa Poción...quiero que anule momentáneamente...la magia de un arcángel...- el profesor se llevó tal sobresalto por aquella petición que estuvo a punto de removerse alguna herida profunda. No entendía muy bien para qué necesitaba Potter semejante brebaje, de hecho, no entendía nada.

-Pero...¿para qué...¿¡Acaso te has vuelto loco?

-Ya le he dicho que no está dentro de mis planes mostrarle mis intenciones...profesor.- respondió el muchacho, conservando una calma enfermiza, que hacía que a Snape se le contrajera el estómago.- ¿Puede...o no puede realizarla?- el hombre cerró los ojos y asintió con la cabeza sin estar del todo convencido.

-Existe una manera...pero...sería imposible...se necesita...se necesita cocer en luna llena...luego unos ingredientes muy exóticos...Potter, no tengo esos ingredientes en mi despacho y ni siquiera puedo moverme del hospital...

-Pídame lo que sea y se lo traeré.-aseguró el muchacho con rotundidad.- Y vendré a altas horas de la noche para que podamos realizarla y me dé instrucciones...cuando no halla nadie de la Orden.

-¿Y cómo demonios harás para salir de Hogwarts a esa hora sin que nadie se dé cuenta?- la manera arrogante en la que el chico sonrió, le recordó tanto a James Potter que tuvo ganas de vomitar y de decirle que no le ayudaría.- Además...hay...hay ingredientes que sólo encontrarás en lugares salvajes o en...comercios no muy apropiados...

-¿Se refiere a tiendas siniestras en el Callejón Knockturn?- ironizó el muchacho.- No es problema...ya le he dicho que estoy dispuesto a todo...a cualquier precio...

-¿Tan importante es esa Poción, Potter?- Snape había dejado los reparos para centrarse en la actitud tan arriesgada e inmadura que el muchacho estaba tomando para conseguir su propósito.

-No sabe cuanto...- murmuró y se dio la vuelta hacia la puerta, aunque no pensaba salir por ella.- Estaré alerta de su recuperación...mientras tanto...iré recogiendo los ingredientes que sí puedo obtener fácilmente y cuando pueda tener la movilidad de sus brazos me presentaré aquí para que me dé instrucciones sobre los ingredientes difíciles, el tipo de caldero...o los pasos que pueda seguir yo mismo.- Snape asintió tan levemente que parecía que no hubiese movido la cabeza.

-Potter¿para cuándo necesitas esa poción?- y le pareció ver como el muchacho se estremecía.

-Pronto...muy pronto...profesor...- y tras murmurar aquello, volvió a rodearse de una potente luz blanquecina y desapareció...tres segundos antes de que Tonks abriera la puerta de la habitación, con una sonrisa de oreja a oreja.

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Aquella mañana en Hogwarts volvía a reinar un alboroto inusual. Desde la muerte de Hagrid, el colegio había estado sumido en un silencio espectral, pero por alguna razón, todo había vuelto a una normalidad intranquila.
El motivo, no había sido otro que el anuncio que el director había dado la noche anterior.
Al parecer, el profesor Snape había sufrido algún tipo de accidente y el resto del curso vendría otro profesor para sustituirle.
Se habían formulado las teorías más locas acerca del supuesto accidente del profesor de Pociones y ninguna de ellas, ni de lejos, se acercaba a la verdad. Únicamente, Ron, Ginny, Hermione y Harry, tenían una ligera idea de la realidad. Ellos sabían que probablemente, Snape había resultado herido en alguna misión de la Orden o en su trabajo como espía en las filas de Voldemort.
Pero a nadie le importaba realmente lo que le hubiese pasado al profesor. Todo el mundo estaba expectante y emocionado, murmurando teorías acerca de cómo o quién sería el nuevo maestro de Pociones.
Gryffindor casi había montado una fiesta por la buena noticia. Esperaban, que el hombre que tomara el relevo de Snape no los perjudicara tanto en sus clases. Y a su euforia se habían sumado las casas de Ravencraw y Hufflepuff.
Harry se sorprendió enormemente al comprobar como la casa de Slytherin no parecía nada preocupada por el cambio de profesor. De hecho, parecían incluso más felices y eso no concordaba en nada. ¿Por qué Draco Malfoy tenía todo ese tiempo una sonrisa de autosuficiencia?
Dean Thomas había sugerido, esperanzado, que quizás el profesor podía ser algún tipo de vampiro o licántropo, pero cuando Harry se sentó aquella mañana, al lado de Hermione y miró hacia la mesa de profesores, no le pareció en absoluto que el nuevo maestro fuese un vampiro.
Su rostro era joven y hermoso. Tenía el pelo castaño oscuro y unos ojos azulados, de un tono indefinible. Era bastante alto y algo desgarbado, pero tenía pinta de ser un caballero.
No tardó en comprobar como todas las chicas se le quedaban mirando, ensimismadas, lanzando suspiros.
Cuando Ron le pidió el horario a Hermione, para mirar las clases que tenían ese día, lo soltó con un bufido de exasperación. La chica había vuelto a rellenar las clases de Pociones con unos corazoncitos muy similares a los que había dibujado en sus segundo año para las clases de Defensa Contra Las Artes Oscuras, de Lockhart.

-Parece que tendremos Pociones hoy...- comentó arrebatándole el horario a Ron, de un zarpazo.
Pero Harry no la escuchaba. Seguía mirando hacia la mesa de profesores. Y antes de que pudiese decir en voz alta, lo que estaba pensando, Neville se le adelantó.

-Parece ser que el nuevo profesor y la profesora Byrne se llevan muy bien¿verdad?

-No estaría mal que salieran juntos- comentó Ron divertidamente.- La profesora no parece haberse comido una rosca en su vida...

-¡Cállate!- le espetó Harry bruscamente. Se había tensado considerablemente y apretaba los puños contra sus rodillas. Hermione se puso igual de nerviosa, aunque no comentó nada. Ella sabía porqué Harry había reaccionado así. Él y Christine se llevaban muy bien y el muchacho sabía, igual que ella, que la familia de su profesora había sido asesinada por los seguidores de Voldemort. Christine se lo había confesado y ella, prudentemente, se había guardado de contárselo a Ron. Ginny era la única que también lo sabía, pero estaba enfrascada en una conversación con Colin y no había escuchado nada.

-¿Por qué?- gruñó Ron alzando una ceja y mirando a Harry como se mira a un gusano.- ¿Por qué habría de callarme?

-Porque no sabes nada imbécil y cuando uno no sabe nada es mejor callar la boca antes de quedar como unsonado gilipollas.- el chico pensó que Ron se levantaría a partirle la cara, pero en su lugar, su ex amigo tomó la mochila del suelo, se llenó los bolsillos de pastelitos de crema y salió dando zancadas hacia la puerta del Gran Comedor.
Nadie, excepto los más próximos, se habían enterado de lo ocurrido. Neville, al ver la mirada profunda de odio, que profesaban los ojos de Harry, continuó comiendo sus gachas de avena, en silencio.
Hermione le puso una mano del hombro, pero eso sólo consiguió desesperarlo más. Su amiga no conocía que él no sabía del todo la verdad. Lo único que Harry sabía era que Alan había muerto por una traición de Pettrigrew y que Christine lo había pasado muy mal, pero todavía no encontraba explicación para la desaparición de Dani.
Pero aquello no era el motivo real de su nerviosismo. Lo que de verdad había puesto nervioso al chico era la actitud cariñosa con la que Christine y el nuevo profesor estaban hablando. Los demás profesores comentaban cosas en un tono cordial y tranquilo, pero ese hombre y la profesora estaban sentados juntos, en la esquina de la mesa y se reían continuamente, haciéndose de vez en cuando algún gesto cariñoso.
No pudo dejar de sentir un veneno recorriéndole por dentro. ¿Qué pretendía ese cretino al acercarse a Christine¿Se conocerían de antes? No había manera de quitarse de la cabeza la imagen cansada del profesor Lupin, que la noche anterior había sufrido su transformación a causa de la luna llena, solo en Grimmauld Place y sin saber que un idiota estaba hablando alegremente con la mujer que él quería.
Harry lo estaba sacrificando todo y se estaba arriesgando demasiado como para que ahora sus planes se frustraran. Pensó con amargura, que sería imposible encontrar algún día, un profesor de Pociones que le agradara.

-Tranquilízate, Harry-le rogó Hermione al ver como apartaba con asco, la mirada de la mesa de profesores.

-¿Pero qué es tan divertido que no paran de reírse?- espetó el muchacho dejando caer la cuchara a su plato de tortitas. Se le había quitado el hambre. Para su frustración, Hermione se tapó la boca con una mano y soltó una risita.

-Creo que estás celoso.- argumentó, revisando que en su mochila estuviesen todos los libros de las clases que tenía ese día.

-¿Celoso yo?- Harry arqueó una ceja.- ¿Por qué iba yo...?

-Porque es instinto de hijo protector. -respondió Hermione como si aquello fuese lo más normal del mundo.- Reconócelo, te has encariñado de Christine y ahora no puedes soportar que otro hombre se acerque a él a robarte parte de su cariño.- pero la expresión de seriedad y la forma en la que Harry se levantó, denotaban todo lo contrario y Hermione pensó que quizás había sido demasiado directa.

-En primer lugar, Christine es incapaz de mostrar cariño hacia nadie. Y en segundo...no estoy celoso, pero ése hombre en particular.- señaló al profesor de Pociones.- ...no es quién debería estar a su lado.- tomó la mochila de la silla, se la colgó al hombro y salió rápidamente, dejando a la chica con la palabra en la boca y murmurando sin que nadie alcanzara a oírle:- He arriesgado mucho...esto no puede salir mal...no lo entendéis.

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Para cuando llegó la primera clase de Pociones, las chicas que habían logrado cursar la asignatura para sexto curso, se habían arremolinado al principio del aula.
Hermione, no queriéndose perder detalle, también se había colocado en las primeras mesas, obligando a Harry a hacerlo a su lado. El chico seguía dándole vueltas a la cabeza sobre lo que había visto en el desayuno y cada vez odiaba más al nuevo profesor.
Tal vez era que no le había caído muy bien desde el principio, pero cuando el hombre entró en el aula, sonriendo simpáticamente como un idiota, sintió un mal presentimiento que no le agradaba en absoluto.
Ganar cincuenta puntos para Gryffindor, en su clase de Herbología, no le había cambiado el humor.
El profesor, dejó los libros sobre la mesa y la rebasó para colocarse delante, apoyándose en ella. Sacó la varita y murmuró "Incendio", a las antorchas que colgaban en las paredes de piedra de las mazmorras y que Snape nunca encendía.

-Así está mejor... -murmuró.- ¿No os parece, chicos? No me gusta la oscuridad... -sonrió amablemente y eso y el hecho de que el aula pareciese otra cosa con su presencia, acabó por conquistar los corazones de las chicas y animar aún más el de los chicos.- Bien, -continuó al cabo de un segundo.- Mi nombre es Ian Lewis y seré vuestro profesor sustituto de Pociones hasta el final de curso...

-¿Por qué no se queda para siempre?- interrumpió con descaro una alumna de Ravenclaw, bastante guapa. El hombre la miró, soltó una carcajada y se decidió a responder.

-Muy amable, señorita...

-Raiko, Samantha, Raiko, profesor.

-Bien, señorita Raiko- continuó el profesor agradeciendo la aclaración.- El profesor Snape regresará para el principio de séptimo curso, yo sólo le he hecho un favor al director.- por las caras de desilusión de los alumnos, Ian supo que se los había ganado a todos, o...a casi todos. No había pasado por alto las miradas de asco que le lanzaba Harry Potter y creía saber, si no se equivocaba mucho, que el hecho de que hubiese estado hablando con Christine en el desayuno, influía mucho.
Lo había hecho a propósito. Primero porque tenía órdenes de llevarse muy bien con ella para no levantar sospechas. Segundo, porque la mujer le gustaba enormemente y tercero, porque separar a Potter de la unión que lo relacionaba con ella, era su tercera orden explícita.
Él sabía que Lupin y Christine estaban juntos, había bastando ver la reacción del licántropo cuando él la había abrazado por detrás en aquel ataque. Y el hecho de que Potter le mirase de aquella manera, confirmaba sus sospechas.
El crío quería mucho a Remus Lupin y evidentemente, desearía que acabase con su profesora...hecho, que él iba a tratar de impedir.
Ian, que se había quedado un poco en las nubes, reaccionó rápidamente al ver como la clase esperaba con impaciencia. Sacó una lista del primer cajón del escritorio y comenzó a pasar lista de la veintena de alumnos que habría en la clase y que pertenecían a las cuatro casas.
Se detuvo especialmente en el nombre de Draco Malfoy, al que le dirigió una sonrisa cómplice, pero todavía se detuvo más en el nombre de Harry.

-¿Harry Potter¿El famoso Harry Potter?- pese a que no lo dijo en un tono de burla, sino a algo parecido a la admiración, Harry se lo tomó como una patada a la altura del estómago.

-En carne y hueso.- respondió suspicaz y elevando las manos como si quisiera recordar a sus compañeros que se encontraba allí. Si ese estúpido iba de listo con él, bueno, él iba a adoptar ciertas características arrogantes, herencia preciada de su padre.
Sin embargo, el profesor no comentó nada más y continuó pasando la lista hasta llegar al nombre de Blaise Zabini, que era el último.
Una vez volvió a guardar el pergamino con los nombres, en el cajón de la mesa de escritorio, apuntó con la varita a la pizarra y las instrucciones de una poción, aparecieron en ella.
Harry leyó el nombre y todavía le dio más asco ese hombre. Sería la última poción que a cualquier mente civilizada se le ocurriría enseñar en clase. Era un filtro amoroso, como el que Lockhart había sugerido en su segundo año, alegando que el profesor Snape les ayudaría a prepararlo, cosa totalmente errónea.
No era una poción muy complicada, pero se necesitaba bastante atención para no equivocarse. Ningún chico parecía especialmente alegre con preparar tal cursilería, en cambio, el sector femenino y que abundaba en la clase, parecía querer comerse a besos al profesor. Para ellas era la poción más divertida e interesante que pudiese existir sobre la faz de la tierra y que no dudarían en utilizar con el chico más popular del colegio.

-Bueno, hoy empezaremos suave...- comentó el profesor Lewis.- y como es el primer día y estamos empezándonos a conocer...he pensado que os haría gracia realizar un brebaje algo más...ameno.- Harry le perforó con la mirada, tratando de que ese hombre captara su odio, pero el profesor parecía tener la sonrisa anclada a la boca.
A regañadientes y teniendo que soportar los comentarios emocionados de Hermione, calentó el caldero con la varita y comenzó a partir las raíces de tubércula, en partes totalmente idénticas.
Mientras todo el mundo seguía, minuciosamente, las instrucciones, el profesor se paseaba por el aula, corrigiendo a los alumnos, pero sin gritarles ni restarles puntos, como solía hacer Snape, sino siendo tan agradable que a Harry le daban ganas de vomitar.
Pasada la media hora, tan solo las pociones de Hermione, Malfoy, Zabini y Harry, parecían llevar el rumbo correcto. Pero incluso, los peores alumnos de la clase, estaban consiguiendo mejores resultados de lo acostumbrado. Por mucho que le pesara, ese profesor era realmente bueno y el hecho de que no agarrara de las solapas a la gente y no pusiera nervioso con su mera presencia, era un gesto que agradecían todos los alumnos.
Harry notó como el hombre había estado evitando, con bastante frecuencia, la mesa en donde él se encontraba, paseándose así por las de los de Slytherin, que estaban en la otro punta del aula, pero al cabo del rato, pensó que ya no podía seguir evitándola más y se acercó a comprobar el punto de ebullición de los dos calderos.

-Excelente, señorita Granger. -reconoció el profesor, con una nota de asombro en la voz y un brillo en los ojos que a Harry no le agradó en absoluto.- Realmente es usted una estudiante increíble...- y con toda la geta del mundo, conjuró una silla y se sentó enfrente de Hermione, todavía ignorándole por completo.- El director Dumbledore me ha comentado sus maravillosas notas y esta poción lo acredita...- Bla, bla, bla. Continuaron hablando un rato, riendo de igual forma como cuando el maestro había hablado con Christine. Harry apretó tanto la mano al cuchillo, que estaba cortando los ciempiés, que se hizo un pequeño corte.

-¡Auch!- exclamó irremediablemente, captando la atención del hombre. El chico, se llevó la mano a la boca y se lamió el corte, con tal de parar el hilo de sangre que resbalaba por el.

-¿Se encuentra bien, señor Potter?- preguntó el profesor acercándose a él y tratando de que el muchacho le enseñara la herida.

-Perfectamente.- respondió Harry con brusquedad, dejando al hombre con la mano extendida.

-¿Puedo preguntar si tiene algún problema conmigo?-Harry miró a su amiga Hermione, que parecía querer fusilarle por el tono desagradable que había utilizado, pero el hecho de que la chica adorara a aquel imbécil, todavía lo cabreó más. Casi prefería tener a Snape de nuevo como profesor.

-En absoluto...profesor...y dígame...¿qué le ha ocurrido al profesor Snape?- Ian sonrió interiormente. Si Potter supiera la verdad, si supiera que Snape había sido torturado hasta causarle tales heridas, posiblemente no sonreiría tan arrogantemente.

-No tengo autoridad para darle esa información, Potter.- respondió con una nueva sonrisa, pero no encantadora, sino perspicaz. -Yo sólo vengo a cumplir con mi trabajo...

-Sí, bueno¿qué bajo está cayendo la docencia, verdad?- comentó el muchacho, volviendo a posar la vista en su caldero y removiendo el número de vueltas correctas, para que su poción tomara el color rosado que debía. Al introducirle el ciempiés troceado, el tono cambió a un rojo pasión preciso y exacto. Sonrió y miró al profesor, que se había quedado realmente enmudecido al ver la habilidad del muchacho, no solo con las pociones, sino también con el palique.

-Cuidado...Potter.- siseó de una manera mucho más peligrosa y que se parecía muy poco al tono afable al que estaba acostumbrado a mostrar. A esas alturas, toda la clase había dejado sus quehaceres y observaban con interés la escena, olvidando sus calderos y sin que ni ninguno de los dos se percatase.- No me gustaría tener que restarle puntos el primer día...

-No- Harry sonriendo estúpidamente, mientras se recostaba en la silla, subía los pies a la mesa y se pasaba una mano por el cabello, tal y como hacía James Potter.- De todas formas los recuperaré cuando le entregué el frasco con mi poción perfecta. ¿Verdad que soy un genio en las Pociones? De hecho, creo que hasta un burro sabría dar la clase mejor que usted...

-¡Cinco puntos menos para Gryffindor!- exclamó Ian comenzando a notar como un calor le subía por la cara. Harry fingió bostezar y continuó sonriendo, tan encantadoramente como solía hacerlo el profesor.

-¿Duelen las palabras? Sí, eso es lo que tiene decir la verdad...una lástima...¿y dónde le enseñaron a cortarse el pelo? Realmente es un corte horrible...si yo fuera usted, cambiaría de peluquero... -aquel comentario fue demasiado. La clase estalló en carcajadas, incluso Hermione entrevió una tímida sonrisa.

-¡Diez puntos menos para Gryffindor!- continuó Ian, sabiendo que era en lo único que podía castigar a Potter, en aquellos momentos. Si tan solo no tuviera que fingir tan bien, lo mataría en aquel mismo instante. Pero si el profesor esperaba que Harry se amilanara con eso, lo tenía bien claro. Le encantaba burlarse abiertamente de aquellos que le caían mal.

-Creo que esa forma de solucionar los problemas tiene un nombre...- susurró Harry poniéndose un dedo en la sien como si reflexionara.- Creo que es...sí, eso, inapetencia sexual...

-¡QUINCE PUNTOS MENOS PARA GRYFFINDOR!- aquello ya no resultaba tan divertido. Si Harry no frenaba un poco sus insultos, la casa de Gryffindor acabaría por quedarse desprovista de puntos.- ¡Y si no cierra la boca, Potter, se arrepentirá!

-Las amenazas verbales sólo son claros signos de falta de justificaciones... -Harry iba a pagárselas todas juntas. O dejaba de acercarse a Christine o realmente se iba a asegurar que su estancia en Hogwarts fuera lo más desagradable posible.

-¡YA BASTA, POTTER¡CINCUENTA PUNTOS MENOS PARA GRYFFINDOR Y AHORA LÁRGASE DE MI CLASE!

-¡No sea calzonazos!- replicó el muchacho alzando una ceja en claro signo de disgusto.- En primer lugar, no es su clase, esta aula es propiedad del colegio Hogwarts y el colegio Hogwarts es propiedad del Ministerio de Magia. Y usted sólo es un maestro fracasado, un marido divorciado y que sabe de Pociones lo que yo de servir Whiskys en una barra libre. Y le aseguro que de Whiskys de Fuego sé mucho. ¡Un picapleitos barato, un alcornoque, un bufón con hilos que sigue las órdenes de cualquier chiflado, un camello con tres jorobas y el tío más gilipollas que he visto sobre la faz terrestre!- Ian no pudo resistir más. Dejando de lado, la elegancia que le había caracterizado toda la mañana, agarró a Harry de las solapas, el cual con una sonrisa macabra, no se resistió y lo sacó a la fuerza de clase, cerrando la puerta tras de sí, de un portazo.

-¡Tú, mocoso engreído, te lo voy a advertir una vez! No sé que te pasa conmigo, pero pon a prueba mi determinación y te lo voy a hacer pasar muy muy mal. ¿Entendido? -Harry, que de repente había adoptado una postura seria y fría, se soltó del agarre del profesor y se pasó la mano por la túnica arrugada.

-No se acerque a Christine...- advirtió con un tono de voz que se parecía poco al arrogante que había utilizado dentro del aula.- Aléjese de ella o le aseguro que el que hará su vida un infierno desde el momento que toque uno solo de sus mechones de pelo, seré yo. Aquí no tiene autoridad, yo tengo las de ganar, soy Harry Potter, el niño-qué-vivió y usted es una mierda. ¿Cree que el director le escuchará antes que a mí¡Já!- Ian se retorció las manos en señal de querer liarse al golpes con el muchacho, pero en vez de eso, se dio la vuelta y se dispuso a entrar en el aula, de nuevo.
Antes de que lo hiciera, Harry se las arregló para sacar su varita y murmurar algo entre dientes. Inmediatamente, sobre la espalda del profesor apareció un pergamino que decía "Patéame".

-¡Y he sacado un Extraordinario en la Poción!- le gritó antes de que la puerta de la mazmorra se cerrara en un golpe seco y una risa estruendosa se escuchara desde el interior, dándole a entender a Harry, que su "mensaje" había sido leído.

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Pero si pensaba que con esas palabras y burlas había logrado algo, se equivocaba. Ese estúpido pedante era mucho más tenaz e inteligente de lo que lo había juzgado a simple vista.
Los días que siguieron a la primera clase de Pociones, se lo encontró en los lavabos, en los pasillos, al principio de las aulas, hasta en la Biblioteca. Sólo le faltaba encontrárselo en la sopa.
Ya era bastante desagradable tener que soportar sus clases, donde, a pesar del primer incidente, todas las chicas seguían babeando por él, como para encima verlo entre horas.
Pero no era verlo lo que le crispaba. Era el hecho de que nunca lo veía solo. Christine y él se llevaban tan bien que hasta mosqueaba. El colegio entero era un hervidero de rumores y todo el mundo decía que estaban saliendo.
Parvati Patil y su amiga Lavander, se pasaron la clase del viernes, de Encantamientos, susurrando que habían oído que el nuevo profesor de Pociones se había declarado, ante la puerta de las cocinas, a la profesora Byrne, con un gran ramo de rosas rojas.
Si Harry no hubiese sabido, que su profesora odiaba las rosas rojas, ya que sus preferidas eran las blancas, y comprobado que ese no era el estilo del profesor, se lo habría creído por completo.
Por alguna razón, Hermione se hartó de ellas y levantó la mano para pedirle al profesor Flitwick, que las cambiara de sitio, provocando que las dos chicas la llamaran desde chivata a envidiosa.
Pero Harry, que no comprendía aún porqué Hermione parecía estar de acuerdo con él, pese a que le gustaba el profesor; se lo agradecía.
Aunque la gota que colmó el vaso, se la llevó la última hora del viernes. Salían de clase de Transformaciones, en dirección al Gran Comedor para cenar y encontraron a Ginny, hablando con el profesor de Pociones, mientras que éste se la comía con la mirada.
Para la mayoría pasó inadvertido, pero para Harry, que podía sentir bastante bien las emociones ajenas, le vino como una patada en el culo.
Sabía que Ginny sólo estaba consultándole una duda, pero la mirada que adoptaba el rostro de Ian, en aquellos instantes, casi hizo que el chico se lanzara contra él. Afortunadamente, Hermione, lo retuvo a tiempo.

-¿Pero qué te sucede?- le preguntó su amiga, recostándolo contra la pared del pasillo y evitando así que tanto Ginny, que se marchaba en ese momento, como el profesor, que entraba en la clase de Defensa Contra Las Artes Oscuras, lo vieran.

-¿Pero no has visto como ha mirado a Ginny?- le espetó el chico, algo más bruscamente de lo que habría deseado. Hermione soltó una expresión de incredulidad y con el rostro ceñudo, añadió:

-Tonterías. Son imaginaciones tuyas, Harry. Odias tanto al profesor Lewis que deliras.- Harry se encogió de hombros, sin saber, que semanas más tarde recordaría esa conversación hasta la saciedad.
Hermione, algo contrariada por la actitud impertinente de su amigo, se dio la media vuelta y corrió para alcanzar a Ginny, dejando al chico plantado en medio del pasillo.
Harry, que se preguntaba a qué habría ido, esa vez, el profesor, al aula de Defensa, se acercó sigilosamente, y asomó la cabeza por la puerta, para ver como el hombre se sentaba en el escritorio de Christine y hablaba con ella, en un tono demasiado meloso, para su gusto.

-...¿qué te parece si vamos a Hogsmade a tomar unas cervezas de mantequilla? Realmente, soy muy joven como para estar los fines de semana en un colegio interno...y tú también. -Christine sonrió, mientras guardaba los papeles que tenía sobre el escritorio, mirándolo distraídamente.

-Lo lamento, Ian.- respondió la profesora y Harry puso una mirada de triunfo al escuchar como lo rechazaba.- Pero estoy bastante cansada y tengo cosas que hacer este fin de semana...- Harry casi salta de alegría, pero se contuvo. Vio la decepción patente en el rostro del maestro de Pociones y sintió un orgullo incondicional hacia su profesora.

-Bueno, entonces, si no puedes salir, la fiesta irá a ti.- el profesor sonrió estúpidamente y aquello captó la atención de Christine.- Llevaré unas cuantas cervezas a tu habitación y hablaremos hasta que te canses. Realmente, tienes muchas cosas que contarme.- Christine soltó una risita y preguntó amablemente.

-¿Cómo cuáles?

-Como cuáles son los sitios turísticos más divertidos de Londres...o las zonas de fiesta donde...

-Vamos Ian.- le interrumpió Christine, con una voz mucho menos seca de lo que habituaba a usar.- Estudiaste cinco años de carrera aquí...¿me vas a decir que un chico con dieciocho años no conoce los baretos más de moda o no ha visitado el Big Ben?

-Vale, vale.- sonrió Ian alzando una mano en señal de derrota.- Sólo trataba de convencerte para ir conmigo a algún lado...-A Harry la vena del cuello le tintineaba tanto que pensó que la sangre se le iba a coagular de lo rápido que bullía. Su paciencia, bastante tocada en los últimos días, estaba a punto de desvanecerse. Pero Christine pareció quedarse igual de sorprendida que el muchacho, por la sinceridad de Ian y durante un momento, se quedó sin habla, aunque, como siempre, recobró la compostura.

-Yo...Ian, de verdad que lo siento, pero...pero en estos momentos no puedo plantearme una relación...- pero si tanto ella, como Harry, pensaron que el muchacho se iba a quedar abatido por el corte de su vida, se equivocaron. Se levantó de la mesa y se acercó mucho a Christine, quitándole un mechón de pelo que le caía desordenadamente por la cara. Ella se estremeció y trató de retirarse un poco hacia atrás, pero él la sostuvo por la cintura, evitando perder el contacto visual.

-Shrrss...tranquila...- le susurró el profesor al oído, pero aquello sólo la puso más nerviosa.- Sólo quiero ser tu amigo...Christine...lo que pase después, será decisión tuya...- Y una mierda, pensó Harry. Ese tío se había pasado de listo y lo iba a lamentar de verdad. Estaba dispuesto a salir de su escondrijo, cuando notó una presencia detrás suyo, más alta, que le hacía sombra.
No necesitó darse la vuelta para saber quién era, porque bastó la expresión en el rostro de Christine para saber de quién se trataba.
Ian, que también se había percatado, soltó inmediatamente a la profesora y se miró las puntas de los zapatos, como si estuviera avergonzado.
Antes de que la mujer pudiese llamarlo, Lupin se dio la media vuelta y comenzó a caminar por los pasillos, en dirección al despacho del director.
Christine, que acababa de percatarse también, de la presencia de Harry, salió corriendo en dirección suya y lo detuvo a medio camino.

-Remus... -susurró tomándole de la mano, mientras cerraba los ojos con angustia y una lágrima recorría sus mejillas. Pero si esperaba encontrar enfado, reproches u odio en el rostro del licántropo, se equivocaba.
Lupin le secó la lágrima con una mano y le sonrió dulcemente, después de depositarle un beso en la mejilla y continuar su camino.
Pero nuevamente, Christine lo detuvo.- Remus...lo que has visto...yo...de verdad que no...

-No tienes porqué explicarme nada, Chris.- murmuró el hombre, sin dejar de sonreír. No era una sonrisa irónica, ni burlesca, sino sincera e incluso melancólica.- Lo he escuchado todo...desde el principio...hasta el final...

-Pero es que...

-Chris...- Lupin le apartó los mechones de pelo desordenados, que le caían por el rostro, tal y como segundos antes, lo había hecho Ian.- Eres libre para ser quien tú quieras ser...eres libre para elegir a quien desees...yo siempre estaré en las sombras, siempre estaré apoyándote para que seas feliz...

-¿Por qué?- gritó Christine apartándose de Lupin enfadada y con el rostro crispado de rabia.- ¿Por qué tienes que conformarte, que ser tan bueno, tan dulce¿Por qué no puedes recriminarme?- aquellas palabras endurecieron la expresión afable del profesor. Miró a Christine con amargura y un deje de tristeza, un vacío que Harry había encontrado en él cuando lo había conocido y que había desaparecido con el tiempo, de hecho, desde que se llevaba mejor con Christine.

-¿Eso es lo que deseas, Chris?- preguntó con algo más de rudeza, una sequedad que sorprendió tanto a la mujer, como a Harry, que lo estaba presenciando todo como un intruso, plantado en medio del pasillo.- ¿Deseas que te diga que siento una enorme rabia por dentro, que tengo miedo a perderte¿Deseas que te diga que no puedo vivir sin ti, que mi corazón está lleno de desazón y que me marcharía ahora mismo y rompería cualquier cosa que estuviese a mi alcance porque no eres capaz de reaccionar cuando te ves asustada en los brazos de un hombre?- Christine se llevó ambas manos a la cara y soltó un bramido de desesperación. Unas lágrimas silenciosas caían por sus mejillas, pero como estaba de espaldas a Harry, éste no podía verlas y no podía saber que su profesora estaba llorando, estaba siendo débil. Un sentimiento que tanto criticaba. Lupin suspiró, cerró un momento los ojos y luego se acercó hacia ella, abrazándola.- No me llores más...preciosa mía... -le susurró al oído.

-Profesor...- Harry pensó que si había un momento para intervenir, era ese. Lupin levantó la cabeza de los hombros de Christine y le sonrió amablemente. Encontraba en Harry un brillo inusual en sus ojos, como si estuviese a punto de perder algo que había estado sembrando durante mucho tiempo.- es...es cierto lo que dice Christine. Ella no quiso, fue ese estúpido quién se apegó a ella como una lapa. ¿De dónde ha salido semejante capullo?- las palabras de desesperación de Harry, acabaron por contentar al profesor. Sentía como si el muchacho viese en Ian un peligro para su relación con Chris y únicamente por eso, lo criticaba. Y le halagó muchísimo.

-Es un amigo de Tonks.- explicó el hombre, separándose de Christine.- Deberías darle una oportunidad...- pero por la expresión tan parecida a James, que mostraba el rostro de Harry, supo que lo que pedía era un milagro. Era la misma que su amigo de la infancia adoptaba cada vez que Lily le pedía que dejara de insultar a Snape.

-No le daré una oportunidad a una persona que me crea un mal presentimiento.- susurró el muchacho. Pero no había sido del todo sincero. En realidad, quería decirle a Lupin que lo que no quería era que lo separaran de Christine, que de alguna manera, se había hecho a la idea de que lo más parecido a lo que había sido Sirius para él, era lo que ahora eran ellos. Que le gustaban esas bromas, cuando le llamaban "nuestro chico" y que sentía mucho miedo de que por culpa de ese hombre, todo se echara a perder, incluido su plan.

-Pese a lo que pienses, Harry, Ian no es una mala persona.- Lupin arrugó la frente. La voz de Christine ahora sonaba fría, distante, hiriente. Seguía sin entender porqué tenía que tratar a Harry, que sólo había querido ayudar, con esa rudeza innecesaria, porqué tenía que lastimarlo.

-¡Lo detesto!- contrarrestó el muchacho apretando los puños.- ¿Por qué tienes que defenderle, por qué tienes que ir haciéndote carantoñas con él y hablando como si os conocierais de toda la vida?-- tal vez, si Harry hubiese observado como el rostro de Lupin se oscurecía, hubiese sido mucho mas prudente.

-¡Basta!- le ordenó Christine en un tono que no admitía réplicas.- No juegues con mi vida, Harry...no tienes ni idea de lo que...

-¿De qué te hijo murió?- casi después de haberlo dicho, Harry se arrepintió de ello. Pero una llama había prendido con fuerza en su interior y pensaba aclararle a Christine muchos puntos. La mujer, se dio la vuelta lentamente hacia él y palideció de golpe. Un nudo en la garganta se había creado a su alrededor, ni siquiera Lupin encontró algo que decir.

-¿Cómo...cómo sabes tú eso? -pese a que Christine trató que su voz no se quebrará, no lo logró. Harry se mordió el labio inferior. Podía decirle a su profesora que lo había descubierto gracias a Dumbledore, en una de las veces que se hizo pasar por el Salvador, pero delante de Lupin no podía confesarlo.- Imagino...imagino que Hermione te lo dijo.- Harry arrugó el gesto de la cara, pero como la excusa era perfecta, asintió. Ahora entendía porqué su amiga actuaba de esa forma cuando todo el mundo hablaba de una supuesta relación entre la profesora y el profesor sustituto de Pociones.

-Si te duele...- susurró el muchacho en un tono duro y cruel.- Deja de jugar tú con la mía...y no tendré que recordarte sucesos...innecesarios...- Harry tomó su mochila que estaba apoyada en la pared y se la colgó al hombro.- Y para que lo sepas...todo el colegio piensa que entre ese estúpido y tú hay algo...- el chico salió corriendo incluso antes que Lupin pudiera despedirse.
Christine estuvo tentada de apoyarse en la pared y resbalar hasta suelo, puesto que sus piernas parecían incapaces de sostener el peso de su cuerpo. Harry sabía lo de su hijo, sabía lo de Alan, pero probablemente no alcanzaba a comprender la magnitud de lo ocurrido, de lo contrario, no la trataría así. Aunque, debía de reconocer, que había notado un ligero cambio para mejor, en su trato personal. Como si ya no existieran rencores, como si la hubiera perdonado, tomándose la libertad inclusive de bromear.
De nuevo, el dolor que se había adormecido considerablemente, despertó con mayor ímpetu. No estaba preparada para que esa información llegara a los oídos de Harry.

-Creo...creo que debo marcharme.- comentó Lupin. La mujer, ni siquiera recordaba que él estaba allí, y al mirarlo, notó unos ojos distintos, que la observaban, de otro modo.

-Remus...aún no me has dejado que...

-Chris, creo que lo mejor es que cada uno tome su camino. Cuando estés lista para conocerte a ti misma, para superar tus demonios internos...entonces hablaremos.- la forma tan cruda con la que lo había dicho Lupin, sanaba mil veces peor de lo que en sí, eran sus palabras.

-Pero...Remus, Ian sólo es un amigo…nada más. No entiendo como después de todo lo que hemos pasado, después de...

-Por favor.- suplicó el hombre entrecerrando los ojos, suspirando y pasándose una mano por su rostro cansado y consumido.- No es Ian el único motivo, Chris. Sigo sin entender porqué tratas a Harry con tanta dureza, cuando él sólo trataba de ayudar. No entiendo porqué te empeñas en sacar a flote todo lo doloroso que ha surgido en nuestras vidas...Lo lamento, Chris, pero creo que por el momento, lo mejor será que dejemos de vernos.- pero Christine lo cogió de la camisa y lo empotró con brusquedad contra la pared, sintiendo una desesperación inmensa.

-No te vayas...Remus, por favor. No dejes que vuelva a hundirme...

-Eres fuerte,- sonrió el hombre apartando con ternura el rostro, para que sus ojos no quedaran conectados.- Lo superarás... -Christine se quedó medio apagada y lo soltó. Lupin se estiró la camisa, para desarrugarla y se abrochó el botón de su capa oscura.

-Huyes como un cobarde porque no quieres afrontar la verdad.- murmuró la mujer angustiada.- Vuelves a echarte a un lado sin darte cuenta que el único hombre que yo quiero, Remus, que el único con el que podría estar...eres tú. ¿Por qué te niegas a luchar por mí¿Por qué dejas que Harry, que nuestros fantasmas, que Ian, nos separen¡Porqué no puedes entenderme!- Lupin no respondió. Miró un momento el rostro en lagrimado de Christine y con una expresión de seriedad, que muy pocas veces adoptaba, se marchó en dirección al despacho del director, para tomar la chimenea que lo llevaría de regreso a Grimmauld Place.