Un nuevo comienzo
Por Luz de luna82
Capítulo 8
Especialmente ese día Albert se levantó más temprano de lo que usualmente lo hacía, tenía una resaca horrible, le dolía la cabeza, pero no era la primera vez que lidiaba con eso, a las 5 de la mañana tomaba una ducha, bebió jugo con dos ibuprofeno, se vistió y salió hacia el cuarto de sus hijos, se despidió de los 3 con un beso, mientras seguían dormidos, le pidió a Whitman que lo llevara a la oficina y que regresara más tarde por sus hermanos, el pobre hombre se levantó en cuanto Albert le llamo a su celular y supo que era hora de empezar a trabajar, Albert no estaba de humor de hablar con nadie y menos con Sally, recordaba algunas cosas de lo que había sucedido la noche anterior, no estaba tan ebrio, mas bien no podía controlar la ira, recordaba vagamente unos ojos verdes, eran sumamente hermosos, pero a decir verdad eso no lo tenía muy claro, lo que si recordaba perfectamente era la sensación de sus suaves risos, era sedoso, largo y solo recordaba que acariciarlo había hecho que se tranquilizara, su aliento cerca de su cara, ¡diablos!, eso no podia volver a suceder, lo había hecho olvidar por un instante la problemática con Karen, su exmujer, ella le había dado la paz que necesitaba en ese momento.
Ahora estaba luchando con la furia de tener que lidiar con ella, su exesposa, tenían casi 6 años divorciados, pocos meses después de dar a luz a André decidió dejarlo, ese fue el momento en que Albert se dio cuenta de que los dos no tenían futuro, parecía que la misión de Karen era gastarse la fortuna de la familia y después de que André naciera Albert decidió controlarle las cuentas, causando innumerables peleas entre los dos, nada era suficiente para ella, al ver que no podría sacar nada mas de Albert decidió dejarlo y buscar quien si satisficiera su incontrolable deseo de seguir gastando, dejando a André con el rubio y sintiendo la gran responsabilidad de criar a su hijo el solo, con la desilusión en el corazón, meses después entraron de peleas legales, a cambio de una fuerte cantidad de dinero, Karen dejo todos los derechos y obligaciones a Albert sobre el menor, ella abandono las visitas y el juez dictamino que no tendría derecho a ver a su hijo si no cumplía con ser un ejemplo para el menor, siendo que ella se la vivía en fiestas y el cosas superfluas, pero el dinero no sería eterno y los amantes tampoco, entonces en el cumpleaños número cinco de André decidió ir a ver como estaba su hijo, además de querer sacarle dinero al rubio, intento comportarse como madre, Albert le permitió convivir con él con la condición de no contarle que ella era su madre, no podría con el dolor de no tener a su madre cerca si resultaba que ella simplemente quería irse de nuevo, primero tendría que demostrar que de verdad quería estar en la vida de André, pero al cabo de dos horas Karen desistió y solo le pidió a Albert dinero que era la verdadera razón de estar ahí. Su sexto sentido no le había fallado, ella solo iba por esa razón, no por el pequeño, decidió dárselo y que desapareciera de sus vidas, pero al cabo del tiempo se arrepintió de haberlo hecho, en el cumpleaños numero 6 Karen solo fue a felicitar al niño y a pedirle mas dinero a Albert, él se negó, vio que se estaba volviendo un círculo vicioso y decidió cortar ahí, pero Karen no se iba a quedar tan tranquila, le dijo a Albert que si no le daba lo que le pedía ella hablaría con André y le contaría que su mami no estaba con él porque prefería estar con otras mujeres, que había sido malo con ella y que ella quería vivir con él, pero su papá no la quería cerca y que por su culpa él no tenía una mamá.
Albert al ver esta situación decidió darle lo que pidió, pero consiguió una orden de restricción, quitándose por un tiempo la incertidumbre de que ella pudiera manipular al pequeño, seis meses después quiso hacer lo mismo sin embargo, los guardias no permitieron que se acercara, dándole la notificación del juez donde decía que si se acercaba a André iría presa, enfurecida decidió mandar a su mejor amiga Eliza, pidiéndole que le diera el mismo mensaje al rubio del año anterior, amenazándolo sobre que esta vez no le importaba ir presa, encontraría la forma de acercarse a su hijo, Albert se negó poniendo más vigilancia cerca, sin embargo sabia que Karen no se quedaría tan tranquila.
Habían pasado casi 6 meses de esa última visita y hacia una semana volvió a aparecer, Eliza ya había ido a comunicar los deseos de su amiga, sabia perfectamente que esta vez cumpliría su amenaza, lo que atormentaba al rubio era que la mujer la cumpliera, André era un niño pequeño y no quería que su mundo se cayera a causa de esa mujer que bastante daño le había hecho al no amarlo.
André era un niño mas feliz, la llegada de Sally había hecho efecto en su comportamiento, ahora era mas sociable, estaba emocionado porque lo habían invitado a una fiesta de cumpleaños de una de sus compañeras de la escuela, cosa que no habia pasado nunca ya que se comportaba de una forma tímida en la escuela y todo había sido a partir de que Sally había entrado en su vida.
Había demostrado ser una chica inteligente a pesar de su corta edad, las nanas que habían pasado por la vida de André no habían tenido realmente gran impacto en el niño, pero con Sally era todo diferente, él la veía como una figura materna, se daba cuenta al verlos a la distancia, el como André buscaba a la rubia para que le contara los cuentos que ella le relataba de una forma tan peculiar, el tiempo que pasaban en la cocina haciendo galletas había hecho que André atendiera a todas sus indicaciones, de un día para otro se había vuelto un niño muy obediente, quería que creciera en ese tipo de entorno, que nada lo dañara, pero ahora, Karen reaparecía en la foto, solo por el maldito dinero, sabia que si no le ponía un alto eso seguiría Dios sabe hasta cuando, ¿Por qué no amaba a su hijo?
Era evidente que solo había estado con él por la posición económica que le brindaba, maldito día en que se encegueció y decidió pedirle matrimonio, ahora su pequeño hijo era el que pagaba las consecuencias.
Quedaban dos semanas para el cumpleaños de André y como siempre Archie estaba organizando la fiesta, era un genio para todo eso, a pesar de ser un mujeriego, seguramente si ya hubiera asentado cabeza tendría un par de pequeños, era un hombre que amaba a los niños, solo una vez lo había visto entregarse por completo a una mujer, pero eso había sido hace algunos años y después de que le rompieran el corazón no fue el mismo jamás.
Su secretaria tocaba la puerta recordándole que la hora de una de sus tantas reuniones había llegado, decidió dejar de lado sus problemas para después y concentrarse en el trabajo, su trabajo lo absorbía tanto que era su refugio.
Por otro lado, en la mansión Candy no pudo pegar un ojo en toda la noche, los niños no despertaron hasta la mañana, pero los acontecimientos anteriores la tenían nerviosa, ¿Cómo se presentaría ante su jefe después de todo lo que paso? Él le había acariciado su cabello, seguía sintiendo el calor de sus dedos pasando desde la corinilla, su perfume intoxicante, aunque el olor del whisky estaba impregnado, su olor característico estaba ahí, ¡Dios! rogaba que él no recordara todo lo acontecido, vio el color verdadero de sus ojos, Estuvo a pocos centímetros de su rostro, sintió su aliento sobre ella, sacudió la cabeza, dejando esos recuerdos, el señor Ardlay era un caballero, no creyó que lo hubiera hecho, se estaba imaginando cosas seguramente, puso la cabeza en orden, lo que más le preocupaba era lo de André, definitivamente no podía dejar pasar esto tan delicado, así que, al toro por los cuernos, además tenía que ir a buscar a Clara.
Cambio a Dilan, Stear estaba cambiando a André, el niño podía sentir el cariño de sus dos tíos. Al pasar por la habitación de James escucho que estaba seguramente en una llamada, no le gustaba ser indiscreta, pero no pudo evitar escuchar.
- "Alba por favor vamos a salir hoy, te llevo a donde tú quieras"
Candy regreso como resorte, ¿Alba? ¿Y esa quién era?, seguramente la novia de James, ahora conocía algo del chico, ese muchacho era mas hermético que su padre, esperaba tener la oportunidad para poder acercarse a él.
-Buen día, saludo Archie, - ¿Cómo dormiste Sally? Preguntaba mientras tomaba su café y leía el periódico.
-Bien señor Archie gracias. Contestaba Candy mientras sentaba a Dilan en su silla.
-Sally, no soy de formalismos, llámame solo Archie, decía el muy amable.
-Muy bien, soy igual me siento más cómoda tuteándonos. ¿Sabes cómo está el señor Ardlay?
-Albert esta perfectamente, ya se fue a la oficina, sabe bien como sobrevivir a las resacas, de hecho, se fue a eso de las 6 de la mañana según Whitman, que ya regreso por nosotros.
James, André y Stear ya estaban sentándose en la mesa también.
Esther se disponía a servir el desayuno saludando alegremente a todos como siempre.
-Stear, me preguntaba si pudiera acompañarlos hoy a la empresa, preguntaba Candy despreocupadamente.
Los hermanos se voltearon a ver sorprendidos, -claro si Esther puede quedarse un ratito sola con Dilan.
-Niña Sally, por mi no hay problema, este chiquitín se porta muy bien siempre, contestaba Esther acariciando una de las mejillas del pequeño rubio.
-Claro Sally ¿Por qué quieres acompañarnos hoy?
-Bueno tengo que hablar con el señor Ardlay y esto no puede esperar, además a medio día iremos con el médico para que le hagan el examen de la vista a André.
Se voltearon a ver nuevamente los hermanos, eso no le gustaría para nada a Albert, odiaba las interrupciones en las reuniones, pero debería de ser algo realmente importante si Sally no podía esperarse hasta la noche.
-De acuerdo Sally, solo que es mejor que le avise a Albert que vamos para allá todos, a mi hermano no le gustan mucho las sorpresas, contesto Stear enviando el mensaje al rubio.
El transporte escolar paso por los chicos, minutos despues Candy y los hermanos llegaron al corporativo Ardlay, la joven niñera se impresiono bastante, era un gran edificio, reconocía la zona, Clara no estaría muy lejos, decidió buscarla después de hablar con Albert.
Candy caminaba hacia el ascensor con Archie de un lado y Stear del otro, se sentía como si llevara guarda espaldas, ellos eran más altos que ella, bueno considerando que ella media apenas 1.55 mts, muchos eran mas altos que ella, se sentía curiosamente protegida por ese par.
-Sally entra a la oficina de Albert, le avisare que estar aquí, la reunión que atiende está a punto de terminar.
Luego Stear se dirigió a la secretaria. -Yolanda ella es Sally Johnson, es la nana de mis sobrinos, atiéndela bien por favor.
-Sally ¿no te meterás en problemas ¿cierto? Preguntaba Archie sabiendo que Sally era muy curiosa, ya la había visto salir del despacho de Albert en casa y si él se llegaba a enterar le daría una buena reprimenda a la chica.
-Se cuidarme solita, gracias chicos, los veo mas tarde en casa. Se despedía Candy de ambos entrando ella a la oficina de su ahora jefe.
Tomo asiento en uno de los sillones de piel, comenzó a revisar su teléfono, le gustaba ver las redes sociales de su hermano, sus padres odiaban usarlas, pero se dio cuenta de que su madre acababa de unirse a Facebook, vaya, como habían cambiado las cosas en un mes, se dio cuenta de que su hermano Tom seguía haciendo la carrera de Arquitectura, le alegraba que sus padres siguieran con su vida a pesar de todo.
El sonido de la puerta cerrándose la hizo salir de su navegación, era Albert con cara de pocos amigos.
-Señorita Johnson ¿Qué hace aquí? ¿Es tan urgente el asunto que desea tratar como para venir hasta mi oficina?
Candy trago seco, ¿Por qué estaba tan molesto? El que había hecho todo el numerito había sido él, asi que ignorando la mala leche de su jefe se paró frente él.
-Ayer… comenzó a decir Candy cuando la interrumpió Albert.
-Ayer no paso absolutamente nada señorita, me encontró en un mal momento, eso es todo, dijo Albert con una voz molesta.
Candy no se inmuto, -Ayer que estaba destrozando su oficina dijo algo que no puedo ignorar señor. Dijo cruzando los brazos.
-Dijo que la madre de André quería hacerle daño, asi que quiero que me diga ¿Qué clase de daño puede hacerle a mi niño?
Albert sonrió de lado por lo tierna y posesiva que se escuchaba Sally. - ¿Su niño?
-Si señor, mi niño, dígame ¿Qué esta pasando? Tal vez yo pueda hacer algo.
-Señorita Johnson usted no podría hacer nada, olvide lo que dije, yo me hare cargo.
-Me parece que mi ayuda podría servir, ¿dígame que pasa? Preguntaba Candy perdiendo la paciencia con este rubio testarudo.
-Lo hablaremos esta noche en casa, es una larga historia y estoy apunto de comenzar una reunión, dijo tratando de zafarse del cuestionario de su nana.
- ¿Recuerda que André tiene su cita con el medico a medio día? Candy deducía que lo había olvidado.
Albert se paso los dedos por los cabellos, ¿Cómo diablos se le había pasado algo tan importante? -Lo olvide, pero ya organizo todo y nos vamos.
-No se preocupe, tiene algo de tiempo aun, tengo que hacer una diligencia mientras tanto, nos vemos abajo, gracias y no olvide que esta pendiente esa conversación.
Candy salió de la oficina caminando por el largo pasillo, comenzó a leer en su celular los mensajes que tenía, Archie le contaba a la rubia que necesitaba consultarle algo para la fiesta de André, de la cual no estaba enterada, suspiro, quedaron de verse en casa y hablar al respecto, de pronto choco con un cuerpo alto solo alcanzo a ver que vestía un traje gris, era más alto que ella.
-Lo siento, venia distraída, dijo mientras recuperaba el equilibrio.
El hombre divertido la había visto distraída y quiso ver hasta donde llegaba su ensimismamiento.
-No hay problema ¿señorita?
-Johnson, Sally Johnson. Contestaba mientras escrutaba el rostro del hombre, alto piel blanca, ojos azules y buen porte.
-Michael, Michael Adams, no sabía que la empresa estaba contratando chicas tan bonitas, decía coqueto.
-No trabajo en este edificio, soy la nana de los hijos del señor Ardlay. Ahora si me disculpa tengo que irme y de nuevo una disculpa.
Michael se atravesó en su camino, -Hay una forma de que yo pueda disculparla.
- ¿Ah sí? ¿Y cuál sería esa forma? Preguntaba Candy desconfiada.
-Tome un café conmigo. Dijo con una ancha sonrisa, eso nunca le fallaba con las mujeres.
-Lo siento, pero mi trabajo es de 24 horas, creo que tendrá que aceptar mi humilde disculpa, lo lamento, pero tengo cosas que hacer, le contestaba Candy mientras picaba el botón del elevador.
-Ya encontraremos el tiempo, no se preocupe, nos veremos otra vez, se lo garantizo, dijo con resolución el atractivo muchacho, Candy entraba al elevador y Michael la veía mientras las puertas se cerraban ante los ojos de los dos.
Candy salió rápidamente del edificio, mientras comenzaba a caminar tomaba aire, recordaba los ojos de Albert algunas veces severo, estricto, frio, otras dulce y calmado, era un hombre difícil de descifrar, pero había una cosa que era una constante, hacia que se sonrojara, cada vez que recordaba su rostro a pocos centímetros de su cara, lo que le hubiera gustado haber probado sus labios, pero eso era una locura, sacudió su cabeza y trato de concentrarse en su tarea.
Camino dos cuadras buscando a Clara, no la encontraba, pregunto por ella y le dijeron el lugar donde se estaba quedando, camino tres cuadras más y llego al albergue y ahí estaba con su pequeño.
-Clara que gusto verte, ¿cómo esta este pequeño?, preguntaba mientras le despeinaba la castaña cabellera al niño.
-Estamos bien señorita Sally, solo que Tobby tiene un resfriado y necesita descansar.
-Clara tengo noticias de tu esposo, la mujer abrió grandes los ojos y palideció, -Esta preso, le encontraron mas delitos y la policía ya lo tiene, tienes que regresar a tu pueblo Clara, necesitan tu declaración.
- ¿Perooo comooo? Preguntaba la incrédula mujer.
-Tengo un buen amigo que nos ha ayudado. Pero la cara de Candy se desconcertó por la angustia en la cara de la mujer, de pronto su celular sonó, era Albert.
-Señorita Johnson ¿Dónde está? Ya voy por usted, Candy sin poder evitarlo decidió darle su ubicación, necesitaba cerrar urgentemente el asunto con Clara.
- ¿Qué sucede Clara?
-Es que yo creo que no iré… decía la mujer frotándose las manos nerviosa.
-Clara, mi infórmate me ha dicho que es necesario que vayas, por el dinero no te preocupes, yo te daré lo suficiente, estas a salvo, no te alarmes.
-Señorita Sally… y dale con el señorita pensó Candy evitando rodar los ojos porque le decían asi, le gustaba que se sintieran en confianza con ella y el "señorita" no le gustaba para nada, -No creo que sea conveniente que viaje Tobby asi, esta resfriado y el doctor del refugio me ha dicho que tiene que descansar.
Candy la escuchaba y revolucionaba su cabeza para saber como ayudar a Clara, en eso se estaciono el auto de Albert frente a ellas, bajo con su larga gabardina, ya se podía sentir el frio en la ciudad.
-Señorita Sally, ¿sucede algo? Volteo a ver a la joven mujer con la que hablaba, le resultaba familiar, parecía de bajos recursos, entonces supuso que estaba ayudando a la chica.
-Señor Ardlay, ¿recuerda a Clara? estábamos en el restaurante de comida rápida aquel día.
-Cierto, Clara ¿Cómo se encuentra?, se saludaron de mano con cordialidad.
-Clara tiene que ir a arreglar algunos asuntos urgentes a su pueblo, tal vez le tome un día o dos, pero desgraciadamente Tobby su hijo tiene un resfriado y estoy pensando el cómo ayudarle ya que no puede llevarlo con ella.
Albert lo analizo un momento -No hay problema, el niño se puede quedar en la casa de los empleados, si es un día o dos no creo que le moleste estar al pendiente de él, ¿cierto Sally?
Ahí estaba de nuevo esa familiaridad, ¿será posible que solo estando de buenas o borracho le hable sin formalidades? Ese hombre era un verdadero misterio.
-No hay problema, podremos cuidarlo entre todos los empleados, vamos Clara ¿Qué piensas?, preguntaba Candy animada.
-Creo que es buena idea, ¿desde mañana pueden recibir a Tobby?
-Sin problema Clara, esta es mi dirección, Albert le extendió una tarjeta, -Bien mañana los esperamos, Sally, venga tenemos que ir por André, decía Albert caminando hacia el auto abriendo la puerta del copiloto para que subiera Candy, la rubia saco algunos billetes de su cartera y se los dio a Clara.
-Úsalos para llegar en taxi, ni se te ocurra andar caminando por ahí con Tobby, le dio un beso en la mejilla y subió al auto.
Una leve sonrisa pasaba por los labios de Albert, admiraba el corazón de esa chica, era bondadosa, impulsiva, sí, pero de un gran corazón.
Continuara…
Comadres, espero que esto haya despejado algunas dudas, les mando muchas bendiciones y deseo que tengan un excelente día, ¡un abrazo!
