Olassss gente! Ya estoy aquí de vuelta. Sé que he tardado un poco más de lo acostumbrado y lo siento mucho, pero cuando leáis el capi comprenderéis la dificultad del mismo. Quería agradeceros vuestros reviews y palabras de apoyo, despues de este solo quedan 5 capítulos para la finalización del fict, así que estoy en recta finalísima. Un besazo enorme para todos y...nos vemos en el próximo capi!
Reviews:
Myca: Olass! Jajajajaj, créeme, todo tiene un porqué. Siempre lo he dicho y lo mantengo. Tiene mucho sentido.
Landoms 182: Olass! Jajaj, sí, todos odian a Ian, es comprensible. Umm, no, no te preocupes, no va a utilizar un filtro amoroso con Christine. Te aseguro que tiene ideas mucho más macabras.
Maigu: Muchas gracias! Me alegro que te haya gustado.
Ad89: Muchas gracias!
Kaily-gw: Olaaa wapa! Si, jajaja, la sagrada familia si. Pero el parc Güell, per exemple, no. Jaajaj. He fet turisme per Barna, ueueueu, Si, m'ho he passat de meravella, tens raó, després no podem disfrutar de vacances ni res q tindrem q estudiar. He estat uns 9 dies fora, jajaj, he tardat poc en escriure perque anava fent en el tren i tal i també quan era alli. Asi que em vaig posar de seguida, ajaj. Umm, tot ho que comença ha d'acabar i si, lamento dir q el fict està quasi al final. Una continuació? Umm, be, es cert que en tinc una pensada, pero no ho sé si la faré. Ja veurem. Veus com no t'agradaria el final? Jajajajajaja, jo ho savia, ni a tu ni al rest del mon. Sé que separo una mica a la Chris i al Remus...pero...temps al temps, ja veuràs com faig les coses per una raó. L'Ian sap jugar molt be el seu paper i sap com guanyar-se a la gent, hauràn d'anar en compta en ell, pero bueno. Umm...has captat molt be la funció de la Ginny, encara que no serà una funció participativa, la ginny ajudarà a la seva manera, de fet, ja ha ajudat. Donali temps i veuràs. Més coses. No, el filtre amorós no és res important. La Chris es massa poderosa com per a que una poció tan débil li afecte. Simplement he posat aquesta poció perque l'ian sap que a les noies les agradaria. La poció que li demana a l'snape...bueno, el Harry té el seus motius, ajaja, paciencia, d'açi poc ho sabrás. Bueno, a vera, no hi ha una esceneta romántica del que es diu per al Harry i la Ginny, hi ha alguna, pero tampoc es massa explicativa, pero si, té la seva importancia. I no...ummm, falten pocs capis, tres o cuatre em sembla, no es gaire. Be wapa, gràcies pel review i cuidat! Petons!
Aidee: Olas! Sí, jaja, me lo he pasado genial en vacaciones, me hacían falta. Umm, bueno vale, un poco mala sí que soy, ajaajaj. Es un don. Pero prometo que compensaré de alguna manera...temer el final? Bueno, es para temerlo, jajajaja. Te lo aseguro. Lo de Remus y Chris tiene su explicación, ya lo verás. Paciencia! Besos!
Veruka: Olass! Jajaj, sí, ya estoy de vuelta y con muchas ganas de continuar. Bueno, Harry siendo el Salvador es bastante difícil de escribir, pero a la vez divertido. Sí, Snape lo ayudará, jajaja. Se lo debe con creces. Snape ha comprendido que la única oportunidad que tiene para seguir con vida es q Harry derrote a Voldemort y Snape no va a permitir q el mundo mágico quede destruido por negarse a hacer una poción, aunque sea para el mismísimo Harry Potter. Ian, Ian, Ian...ufff, va a ser muy complicado que Harry le llegue a descubrir, la verdad. Pero bueno, ya veremos. Y respecto a Lupin y Chris...tenía que pasar esto, ya lo entenderás. Besos!
Verónica: Ummm, repásatelo, pero si no entiendes algo me lo preguntas. No es muy complicado, sólo hay que prestar atención.
Catalina: Olass! Jajjaj, aishhh, si es q soy muy mala, lo sé, ajaja. Es fácil odiar a Ian, en cambio Christine no había hecho nada a nadie. La pobre tenía sus motivos para todo. Besos!
Usagi-Chan: Olasss! Muchas gracias! Bueno, me conformo con que de vez en cuando me dejes algún review, ya se agradece. A ver, respecto a tu pregunta...si hiciera continuación, sería de este fict, no del 6 libro. Y no lo tengo claro. Tengo pensadas ideas...pero no sé, ya veré.
Alkas: Olass! Jaajaja, q gracia lo de las caras. Un review muy divertido. A mí también me hizo gracia escribir la vena protectora de Harry con Christine, ajajja. Si es q el niño está celoso. Bueno, Ian...umm, no sé, no sé si morirá, jaaaja. Ya veremos. Y respecto a la poción, es difícil, ya veremos si el plan de Harry funciona. Y sí, tengo otro fict. Se llama "Herencia de Merodeador", pero no es mío solo. Lo escribo con dos amigas, Pekenyita y Crisy Weasley, ambas grandes escritoras. Es un fict muy divertido, donde salen personajes como Christine y Alan.
Fallen angel: Olass! Disculpas aceptadas, me basta con que de vez en cuando te acuerdes de mí y me dejes un review. Me alegro que te hayan gustado los capis. Sí, tengo el 6º libro, me lo leí en inglés, así que no he tenido problemas, aja. Gracias de todas formas.
Absintheaddict: Olas! Me alegro que hayas regresado a los reviews, me animan mucho a continuar, sobretodo ahora que la historia está en su desenlace. Bueno, ya dije que habría una persona que descubriría a Harry antes del final y sí, era Snape. Debía ser así, todo en el fict está organizado para que cuadren las cosas. Umm, respecto a tu pregunta, no, nadie está familiarizado con eso que me dices. Bueno, no era muy difícil intuir que Ian no era como Tonks esperaba, lo demuestra en varias ocasiones. Y respecto a Lupin...su discusión con Christine también está justificada. Pronto lo entenderás. Besos!
Seralpp: jaaajaj, paciencia, todo tiene su porqué.
DeMalfoy: Olas! Jajaja, vale, ya sabía yo que esto no iba a sentar nada bien. Piensas que me gusta hacerlos sufrir, pero no es verdad, tú espera y verás, que todo tiene un buen motivo para ocurrir. Debía pasar así. La relación de Remus y Christine ni siquiera es un hecho, así que es muy muy frágil y pende de un hilo. Umm, pronto se averiguarán todas las cosas, incluída la persona que sigue a Harry. No sé si habrá continuación, la verdad. Tengo que pensarlo, aunque sí que es verdad que si la hubiese ya tengo pensado el qué poner. Y, ajajajajaj, sí, Pekenyita fue quien me influenció en Bon Jovi, ahora ya soy tan fanática como ella, ajajja. Ese capi iba en especial para ella. Besazos!
MayeEvans: Olass! Muchas gracias! Muy bien pensado! Es una buena pregunta, lo cierto es que no puede. Voldemort elige muy bien a sus espías y obviamente no iba a introducir a alguien en Hogwarts que no fuera un maestro de Oclumancia. Así que no, ni Harry, ni Dumbledore ni Christine pueden penetrar su mente.
Sara Lovegood: Olass! Muchísimas gracias! Me alegra mucho que te esté gustando mi fict. Bueno, yo he tratado que mi fict siga la línea del sexto libro basándome en lo que iba diciendo Rowling, pero evidentemente mi mente no llega a adivinar lo que pasa por la de Rowling, es imposible, simplemente ella es un genio comparada conmigo. Sabía por ejemplo, que no iba a ver un personaje como Christine ni que Harry se convertiría en un arcángel, obviamente, aún así introduje un elemento que lo ayudase lo suficiente. Hablando del capi. Bueno, ajjaja, Ian es un personaje demasiado importante a estas alturas de fict como para sacarlo del medio con tanta facilidad. Lo lamento, pero dará mucho que hablar. En cuanto a Snape...ummm, comprendo que puedas influenciarte por el 6º libro, pero yo ya tenía el fict pensado antes de leerlo y ahora no me puedo echar atrás y de todas formas, tengo una opinión distinta a la mayoría en lo que se refiere a él que por supuesto no expresaré aquí por respeto a los que no se han podido leer el libro todavía. En fin, nada más, de nuevo gracias por tu apoyo y muchos besos!
Alucard: Olasss! Me alegro que hayas sacado tiempo para dejarme un review! Estoy muy contenta de saber que te va gustando el fict, sobretodo ahora que está en recta final. La escena con Snape ha sido una de las que más me ha gustado escribir en el fict. Umm, vayamos con la crítica. Jajajaj, Me ha hecho mucha gracia. Tengo la impresión de que no eres una persona muy romántica me equivoco. Bueno, el fict tiene que tener de todo, no sólo peleas sangrientas. Como no veo novelas venezolanas ni de ningún tipo (te aseguro que me agradaría tener tiempo para ello) no puedo opinar en si el beso se parece o no, pero si tu lo dices, confiaré en tu juicio. Respecto a Christine con Remus, te equivocas a la par. Primero, como no has leído el último capítulo no puedes ver como entre ellos no es siempre todo de color de rosa y lo segundo, olvidas la parte del carácter de Christine que está guardada en ella. La Christine real es la que está con Remus, no la que se muestra fría despiadada. Ésa, posee ese carácter por obligación, porque le han hecho daño. Así que, técnicamente, lo que estoy haciendo es devolverle a Christine lo que le corresponde, pero te aseguro que mantendrá su tono frío cuando toque. En fin, nada más, sí leí el 6 libro y me parece que tendremos que esperar una temporada para el 7º. En cuanto a la sangre...ufff, que sadismo, ajajaja, bueno, en este capítulo puede haber algo que te agrade. Besos!
Lladruc: Olasss! Q tal ha anat les vacances? T'han agradast els capis? M'alegro! Ara que em queda poc a vera si actualizo aviat. Separar a la Chris i al Remus? Em creus capaç d'aixo? Umm, potser si...jajajajaj, Ja veurem. La poció? Umm, titititi, per aixo tindràs que esperar una mica, aviat es sabrà tot, pero et dono una pista, no perdis de vista les converses entre el Harry i la Emy, potser elles tenen la resposta. Petons!
SkuldPotter: Olass! Gracias! Sí, me han ido de lujo las vacaciones. Bueno, Harry tiene un sexto sentido para calar a las personas y Ian le ha entrado por el ojo izquierdo. Saludos!
Amnydic1991: Olass! jaja, pues si la verdad, cuantas cosas que hacer. Es que cuando uno se va de vacaciones vuelve con un montón de cosas pendientes. Hablando del capi, me alegro que te guste. Bueno, las relaciones de Harry con todos van mejorando, tenían que hacerlo. Hasta con Snape, ajajja, para ello ha tenido que jugarse la vida, pero bueno, ha funcionado y es lo q importa, aaajaj. Yo me lo pasé genial escribiendo la clase de Pociones, ajaja.
Nyissa: Olasss! Muchas gracias, me lo pasado genial, sí. A ver...jajajaja, bueno sí, tenía que separarlos, lo entenderás muy muy pronto, era necesario. Tiempo al tiempo. Tu duda...es una buena pregunta. Está más que claro que Christine daría la vida por Harry y que lo quiere muchísimo, pero es cierto que a él no se lo ha demostrado, bien, para no dejarte en suspense te diré que sí, que habrá una ocasión y sólo será una, en la que Christine le diga a Harry lo mucho que le importa. Y...no sé si seguiré escribiendo la verdad. Empiezo en Septiembre la universidad y además trabajaré y no sé si me quedará tiempo para algo, pero lo intentaré. Si que es cierto que tenía pensada una continuación, pero no sé si la llevaré a cabo. Besos!
Mariet Malfoy: Olass! Sí, más vale tarde que nunca y has llegado a tiempo con el review. Umm, pues la verdad es que sí que tengo pensada ya una posible continuación, pero no sé si la haré. Ahora en Septiembre empiezo la universidad y también a trabajar y las dos cosas me quitarán todo el tiempo, no creo que tenga para hacer un nuevo fict, pero ya lo pensaré. Jajaja, me partía con eso de que te expulsaron por hacerle algo así a un profesor. Bueno, reconozco que yo me basé en escribir esto en una anécdota que mi mejor amigo y yo tuvimos con un profesor detestable, así que no tengo muchas excusas, ajaj. Y bueno, respecto a Christine, ella no está jugando con Lupin, pero no es nada fácil, ya veremos...Besazos!
CAPÍTULO 44: LOBO EN LA FORTALEZA.
Los días siguientes, a aquella pequeña discusión con Christine, no resultaron mejores. Harry no le dirigía la palabra y no participaba en sus clases, estaba furioso, porque además, se había dado cuenta del poco brillo que ofrecían los ojos de su profesora y eso sólo podía significar una cosa: ella y Lupin también habían discutido.
El muchacho tenía ganas de patear el suelo continuamente, más todavía, al ver como aquel incidente no había detenido a Ian en su propósito. Seguía rondando a Christine a todas partes donde la mujer iba y lo peor, es que a ella no parecía molestarle.
O su profesora era muy educada o Ian le caía realmente bien. Era insoportable verlos entablar conversación en los pasillos, en la mesa de profesores o en las aulas, pero más insoportable era saber que, como el profesor sustituto de Pociones había propuesto, habían pasado más de una noche encerrados en la habitación de la mujer, hablando animadamente y bebiendo cervezas de mantequilla.
Harry rezaba porque en aquellas visitas del profesor, no hubiese pasado nada realmente irreparable. Y la única manera de pagar su frustración, ya que desde la muerte de Hagrid no se había producido ningún ataque, era jugando al quidditch.
La final de la copa estaba a pocos días. Gryffindor y Slytherin se enfrentarían. Afortunadamente para ellos, Ravencraw había perdido contra Hufflepuff en el último enfrentamiento y el equipo de los leones era el que más posibilidades tenía de ganar la preciada copa. Bastaría con que Harry atrapara la snitch, fuese cual fuese el resultado.
Harry, que nunca había perdido ningún enfrentamiento con Malfoy, se mostraba más duro que nunca en los entrenamientos. No sabía si Ginny tenía algo que ver al respecto, pero lo cierto es que ni Sloper ni Kirke lo trataban, ni de lejos, tan mal como al principio. Lo respetaban mucho más como capitán y obedecían sus órdenes sin chistar. Incluso Ron había dejado atrás sus comentarios mordaces y Harry supuso que su ex amigo tenía muchas ganas de volver a levantar la copa.
Pero nadie, ni de lejos, podía tener más ganas que él. Por fin, llegaría el momento preciado de tener el trofeo entre sus manos y levantarlo hacia el cielo, donde, seguramente, Sirius lo estaría observando.
Había reservado el campo de quidditch cada día de la semana y practicado las jugadas ensayadas hasta la saciedad. Tan solo, tendrían que salir allí y demostrar porque eran los vigentes campeones y porque la copa no se había movido del despacho de la profesora McGonagall en los tres últimos años.
El equipo de Slytherin, encabezados por Draco Malfoy y toda su panda de seguidores, iba pavoneándose por el colegio, como si ya estuvieran seguros que la final iba a estar pan comido.
No paraban de tratar de lesionar a los jugadores de Gryffindor y de insultarlos con tal de amilanarlos para el choque. Pero como todos los jugadores estaban mentalizados para la victoria o la victoria, ninguna de sus tretas surtía efecto.
Por fin, llegó el día del tan esperado partido. Harry obligó a sus jugadores a alimentarse correctamente, pero él no probó bocado.
En el túnel de vestuarios les dio un discurso para refrescarles los ánimos y asegurarse de que todos los componentes estaban deseando patear el trasero a los de Slytherin. Después de un: "Somos mejores y sólo vale ganar", el equipo escuchó el silbato de la señora Hooch y salió al terreno de juego, montado en sus escobas.
-¿Y tus gafas, Harry?- le preguntó Alicia, mientras saltaban al campo. Con la emoción del partido, el muchacho se las había olvidado poner. Las sacó del bolsillo de su túnica y las señaló a la chica, mientras se las colocaba en los ojos.
El sol les golpeó directamente en la cara, era un día despejado y la temperatura era perfecta, incluso hacía un poco de calor. Quizás que no hubiese ninguna nube en el cielo, cegaría a Harry a la hora de buscar la snitch, pero Malfoy estaría en la misma situación.
Las gradas estaban repletas de gente, con estandartes de color escarlata y verde. Aunque, para su alivio, Harry pudo comprobar como las casas de Ravencraw y Hufflepuff, volvían a estar a su favor.
Antes de que el silbato de la señora Hooch volviese a pitar, para indicar que los capitanes se saludaran antes del comienzo del partido, Harry dio una vuelta con su Saeta de Fuego, saboreando el aire que le golpeaba en la cara. Vio como Ginny lo adelantaba con la Flecha Plateada y le sonreía con autosuficiencia. El hecho de que todo el mundo estuviese de buen humor, lo alentaba muchísimo.
Él y Montague se estrecharon la mano. El capitán de Slytherin trataba de partirle algún hueso, pero los entrenamientos que había recibido Harry, le habían dotado de una gran fuerza y apretó mucho más que su rival, tanto, que el muchacho soltó su mano de sopetón y le enseñó los dientes, para regocijo de Harry.
Y el partido dio comienzo. En seguida se escuchó un coro, procedente de la grada de Gryffindor, encabezado por Hermione, Colin y Neville, que animaban arduamente, a sus compañeros y que, afortunadamente, ahogaba la cancioncita de los Slytherin, que habían vuelto a ponerse a cantar: "A Weasley vamos a coronar".
Harry sobrevoló a todos los jugadores y se colocó en un punto de altura donde pudiera observar el partido a perfección, mientras iba en busca de la snitch. Malfoy no lo imitó, por el contrario, parecía mucho más interesado en molestar a los restantes jugadores del equipo de Gryffindor, sobretodo a Ginny y a Alicia, que eran las que mejor jugaban y se complementaban a la perfección.
Harry hizo un gesto con la mano y tanto Kirke como Sloper asintieron. Una...dos...las bludgers fueron dirigidas hacia Malfoy, que las esquivó por muy poco, casi perdiendo el control de su escoba. Pero el descuido de los golpeadores, había dado alas a los cazadores de Slytherin. Warrington recuperó la quaffle, viró para esquivar a Alicia, regateó a Euan y cuando Ginny se dirigía hacia él para marcarlo, le pasó la pelota a Pucey, que estaba desmarcado y fusiló a Ron sin que éste pudiese hacer nada.
Harry maldijo su suerte y volvió a ordenar a sus golpeadores que dirigieran las bludgers hacia los cazadores de su rivales, en especial a Montague, que era el que mejor jugaba.
El sofocante calor reflejó el marcador. Gryffindor iba perdiendo setenta a cuarenta, pero no estaba jugando mal del todo. Las tretas de los de Slytherin para cortar el avance del trío cazador, eran cada vez más guarras y violentas. Pucey había empujado con tanta fuerza a Alicia, cuando ésta estaba a punto de marcar, que la chica había caído de la escoba y si no llega a ser porque Ginny y Kirke estaban cerca, se hubiese pegado un batacazo. La señora Hooch pitó penalti y Gryffindor acortó distancias.
La snicth se había dejado ver en dos ocasiones y en las dos, Malfoy había desestabilizado a Harry para evitar que éste la alcanzara. Slytherin necesitaba tener una ventaja de cincuenta puntos, si quería ganar la copa, por eso, Malfoy trataba por todos los medios que Harry no atrapara la snitch.
Ron había efectuado un par de paradas asombrosas, pero había perdido la confianza cuando uno de los lanzamientos de Warrington se le había colado entre las piernas, provocando las carcajadas del sector de la grada rival.
Ginny estaba jugando de maravilla, ella había sido la artífice de los últimos tres tantos para su equipo y Harry se había quedado en más de una ocasión ensimismado, viendo como la expresión de la cara de la chica, denotaba concentración y unas gotas de sudor resbalaban por su frente.
Pero entonces la vio. La snitch estaba muy cerca de donde Ginny trataba de recuperar la quaffle. Malfoy no se había dado cuenta, estaba demasiado ocupado tratando de ayudar a los cazadores de su equipo y muy alejado de la pelota alada.
Viró la Saeta de Fuego y la encaró en dirección a la snitch. Estaba muy cerca, le faltaban tan solo unos metros y la copa sería suya, sólo eso, unos pocos metros...y por fin, por fin todos sus esfuerzos se verían recompensados. No había nada más importante en ese momento que dedicar la victoria a su padrino, nada. Tan ensimismado iba, que no se dio cuenta como una de las bludgers se diría hacia él.
-¡Cuidado, Harry!- le gritó Ginny, que estaba muy cerca suyo, llevándose las manos a la cara. Pero Harry no la escuchaba, no podía escuchar otra cosa que las palabras de su padrino, cuando lo había alabado por jugar bien al quidditch. Instintivamente, apartó la mirada de la snitch y la dirigió a lo más alto de las gradas. Desde allí, Sirius lo había visto jugar y Harry sonrió cuando su mente le jugó una mala pasado y le dibujó un perro negro y lanudo, moviendo la cola con entusiasmo.
La realidad se le vino encima, cuando un profundo dolor le asoló el brazo y el pecho. Algo le había golpeado con violencia en esas zonas. La vista se le nubló, los sentidos parecían fallarle, sólo había un profundo dolor y pareció, por un momento, que se caería de la escoba. Pero, sin importarle si quiera lo que había ocurrido, continuó su camino, estirando un brazo, mientras con el otro se sujetaba bien a la escoba. Escuchó como Malfoy soltaba un bramido de furia y hacía un intento en vano por alcanzarlo, escuchó como las gradas contenían la respiración, escuchó a Alicia chillarle: "¡Vamos, Harry!", pero nada le detuvo. La snitch brilló entre sus manos y las gradas se vinieron abajo.
Cansado, dolorido, pero con el corazón encogido de la emoción, descendió al suelo y unos bultos le cayeron encima. Ginny y Alicia se abrazaron, Hermione llegó corriendo y se les unió, Neville aplaudía con euforia y chocaba las manos con Dean y Seamus. Y toda la casa de Gryffindor lo vitoreaba.
Sintió una mano en la espalda y se giró. Era Ron. Su rostro mostraba una sonrisa sincera y pese a la hostilidad con la que se habían tratado últimamente, le tendió una mano, que Harry estrechó.
Pero nadie les dejó decir nada más, porque una multitud en masa lo agarró y comenzó a lanzarlo al aire, haciendo que el dolor de su brazo y su pecho aumentara, pero sin poder privarle de la emoción que sentía. Después, lo llevaron a hombros hasta el palco donde se encontraba Dumbledore, que después de felicitarle le entregó el tan preciado trofeo. Harry no dejó que nadie le privara de ese momento. Volvió a montar en su Saeta de Fuego y elevándose bajo los aplausos y los gritos de victoria de sus compañeros, enfocó la copa hacia el cielo, sujetándola por cada una de las asas.
-¡Va por ti, Sirius!- murmuró, mientras una lágrima silenciosa, resbalaba por su mejillas.
Sintió tanto dolor que creyó que su cuerpo se desgarraría. Un escalofrío le recorría la espina dorsal, conforme se iba a acercando al lugar del ataque. Un terrible ataque. Lo que más le preocupaba, era el lugar donde se estaba produciendo.
Estaba seguro, que Voldemort no se atrevería a atacar San Mungo para capturar a Snape, de nuevo, pero parecía, que sus suposiciones, eran totalmente erróneas. ¿Pero por qué poner en juego la pérdida de tal cantidad de hombres por capturar a un traidor? No, aquello no concordaba con la idea que tenía del mago tenebroso. Y de pronto, todo empezó a cobrar sentido.
La cicatriz de su frente estalló en un dolor atroz, un dolor, que sólo podía significar una cosa: Voldemort, también se acercaba.
Al parecer, le había hecho muy poca gracia que él entrara en la fortaleza y se llevara a su prisionero, desmantelando sus planes y matando a un sinfín de mortífagos.
Por eso, iba hasta allí. Iba a solucionar por sí mismo lo que no habían podido lograr sus hombres, iba a por él y a por Christine. A matarlos con sus propias manos, para tener a acceso a Harry Potter.
-Mierda...-murmuró por lo bajo y aceleró el motor de su fantástica moto voladora.
Tenía que darse prisa, tenía que llegar lo antes posible. No solo la vida de Christine estaba en juego, sino la de múltiples aurores y gente inocente. Pero no se podía permitir un enfrentamiento directo con el mago tenebroso. No ahora. Porque aquello podía costarle un riesgo muy serio. Si Christine observaba la batalla y creía oportuno que era el momento, se sacrificaría.
Pese a haber discutido con ella y precisamente por eso, un nudo se le creo en la boca del estómago. No podía perderla, no podía dejar que muriese, pero en aquellos instantes y condiciones, no habría nada que pudiese a hacer. Iba a perder el juego...y lo sabía.
Una vista aérea le reflejó una parte de la tragedia. Mirase por donde mirase, sólo veía cadáveres y más cadáveres, en abundancia, muggles. El lugar donde estaba situado San Mungo era una placeta de Londres, una placeta frecuentada por gente normal, sin ningún poder mágico y que ahora, sólo por estar en el momento y en el lugar equivocado, iban a pagar las consecuencias.
El dolor casi lo cegaba, le oprimía el pecho. Era angustioso sentir tanto sufrimiento ajeno, pero era soportable físicamente, no tanto, mentalmente.
Esa habilidad suya iba a acabar por volverle loco.
Aterrizó derrapando y creando a su alrededor una ola de humo, que cegó momentáneamente a un sector mortífago.
Apuntando con su varita al vehículo, lo redujo a una miniatura y se lo guardó en el bolsillo, sintiendo como el viento ondeaba su capa, haciendo que produjera un leve frufrú. Miró hacia el cielo. Las nubes negras lo encapotaban y amenazaban una tormenta eléctrica.
Pero no tuvo mucho tiempo para comprobar el tiempo, puesto que unos haces de luces se dirigían hacia él. Al parecer, el sector mortífago al que había cegado momentáneamente, quería devolverle la moneda. Pero no eran los únicos. Un ejército de criaturas mágicas, compuestas por dementores y vampiros, rodeaba la zona. Escuchó gritos de terror, de auxilio, de dolor...todo a su alrededor era un caos y había llegado la hora de actuar.
Con una agilidad asombrosa, hizo una pirueta en el aire, saltando así los rayos aturdidores, que habían estado apunto de atraparle y que impactaron en una tienda de electrodomésticos, haciendo estallar el cristal del escaparate y dispersando, en pequeños trocitos, el vidrio, que cortó a más de una persona.
Furioso, extrajo su varita del bolsillo de la túnica y comenzó a lanzar maldiciones a diestra y siniestra. La mayoría dio en el blanco. Luchando con su espada y enviando hechizos, transcurrió un tiempo precioso. Pero Harry se olvidó del dolor de la cicatriz, se olvidó de sus presagios y sus presentimientos, se olvidó de sus temores; para introducirse en la pelea, para dejarse llevar por la guerra, para sacar su instinto de "depredador", puesto que acababa de hallar a su presa...
La reconoció inmediatamente, pese a que llevaba una máscara blanca, cubriéndole el rostro. Su figura esbelta y su terrible voz infantil, la delataron. Y no esperó. No le importó en aquel instante si más personas necesitaban su ayuda o si los dementores comenzaban a sembrar el terror, ni tan siquiera le afectaron como siempre hacían. No sentía frío, ni desesperación, ni dolor...sólo una terrible sed de venganza, venganza...que culminaría.
Bellatrix levantó la varita, dispuesta a lanzar la maldición asesina contra Kingsley, pero una mano le sujetó el brazo, una mano, increíblemente helada.
Sus ojos se abrieron de la sorpresa, pero su sonrisa se pronunció al ver de quién se trataba.
-Tú...- siseó, sin importarle lo más mínimo que Kingsley se hubiese levantado y huido, ahora el mundo se centraba en ellos dos. No existía nada más.
El hombre, sonrió y le soltó el brazo con brusquedad, mientras se colocaba a una distancia considerable, para dar comienzo a su duelo particular.
-Ha llegado la hora...-susurró, pero sus palabras fueron robadas por el viento y llegaron claramente, a los oídos de su enemiga.
Harry no le dio tregua, no le interesaba hablar, todas las palabras estaban dichas con creces, lo único que importaba era consagrar su pelea, su...venganza.
Extrajo la espada de la vaina y la elevó en el aire, haciéndola rotar, mientras que su otra mano, sujetaba firmemente la varita. Y el duelo comenzó.
El muchacho, haciendo acopio de su habilidad y fuerza, desapareció en un chasquido, para reaparecer más tarde, detrás de la mortífaga, a la que trató de atacar con su espada. Pero el arma rebotó en el escudo de fuerza que había convocado la mujer y durante un momento sonó como una campanada y comenzó a vibrar desagradablemente, sin mucho control.
Harry la sujetó con fuerza y estuvo a punto de volver a utilizarla, cuando se vio rodeado de encantamientos de magia negra, que se dirigían hacia él, velozmente. Pero igual que había hecho Bellatrix, Harry conjuró rápidamente una barrera, que los pudo repeler, sin ninguna dificultad.
Sabiendo que era la hora de jugar en serio, comenzó a disparar ahora él, tan rápidamente que la mujer se vio en gran apuros. Harry la vio correr y saltar de un lugar a otro y soltó una carcajada. Ahí era donde quería verla, jugando con ella como si fuera un títere, una marioneta a la que iba a utilizar a su antojo, y así lo hizo. Uno de los haces de luz impactó en el brazo derecho de la mortífaga y lo quemó considerablemente.
Bellatrix soltó un alarido y la varita mágica le resbaló de entre los dedos, mientras sollozaba, sujetándose con su brazo sano, la quemadura que cubría prácticamente, toda la piel de su extremidad.
-El juego...ha terminado...- susurró Harry con una terrible voz gélida y áspera. Guardó la varita en el bolsillo de la túnica y elevó hacia el cielo su mano libre, creando una bola de energía. Lo último que vio Bellatrix, antes de que la energía impactase en su cuerpo, fue una sonrisa cruel, en el rostro de su enemigo.
Cerró los ojos, pensando que iba a morir, pero mucho se equivocaba. Eso sí, sintió dolor, más que en toda su vida, más que si estuviese a merced de la maldición cruciatus de su señor, pero al abrirlos, se vio tirada en el suelo, temblando de arriba abajo, incapaz de mover un músculo y con una herida sangrante en su pecho, de donde la sangre brotaba libremente y no tardaría en producirle la muerte.
Bellatrix sintió sus manos inútiles, cuando trató de frenar la hemorragia, puesto que éstas temblaban a convulsiones. Chilló de desesperación, no podía acabar así, aquel, no podía ser su final, vencida por un hombre insignificante, al que su señor daría muerte inmediata. Ella, ella que había sido la servidora más leal al bando de la oscuridad, ella que había sido la mano derecha de su señor...y ahora, sentía miedo, un terror inmenso al ver como aquel hombre, cuyo rostro expresaba tal frialdad que los pelos de la nuca se le erizaban, se acercaba a paso lento.
-Amo...amo...- trató de decir la mujer, estirando una mano hacia donde podía ver a su señor, peleando con Christine Byrne. Aunque la imagen era borrosa, porque las lágrimas y el hecho de que sus ojos se nublaran, se lo impedían.
-No te esfuerces...- siseó Harry, llegando a su altura y taladrándola con la mirada. Colocó una de sus rodillas y en la herida de la mujer y se la presionó, evitando así que sangrara más y le causara la muerte. Bellatrix chilló, pero no parecía haber ni un atisbo de compasión en aquel hombre, puesto que verla retorcerse, sólo le produjo más placer y una nueva sonrisa, aterradora.- Entregaste tu vida al servicio de un miserable...es una lástima, una verdadera lástima que no vayas a ver como le derroto...¡Me produciría una enorme satisfacción ver tu asquerosa boca curvándose en una mueca de asombro, de terror, cuando vieses que el ideal por el que entregaste tu vida...muere con él!
-No...no...- gimió Bellatrix, haciendo aspavientos de dolor. Estaba muy cerca de la muerte, pero Harry, no iba a permitirle marcharse sin antes regocijarse un poco más. Acercó su espada al rostro bello y demacrado de la mortífaga y le produjo un corte en el pómulo.
-Esto...es por Neville...- susurro con un tono de voz peligrosa, ignorando los gritos de dolor y desesperación de la mujer. Volvió a levantar la espada y ésa vez, cortó en el otro pómulo.- Esto...es por Hagrid...- el mundo se había detenido para ellos, no había nadie que pudiese verlos, nadie que pudiese escucharles, parecía que el destino se había empeñado en regalarles un encuentro que llevaba mucho tiempo pendiente. El corazón de Harry saltaba de la excitación, de la emoción y estuvo tentado de dejarse vencer por las lágrimas que pugnaban por salir de sus ojos, pero se contuvo. No iba a ser débil precisamente ahora, no le iba a dar el gusto a la mujer de ver que esas muertes y esa venganza le estaban causando sufrimiento. Por tercera vez, levantó su espada, pero esta vez el corte fue desde el ombligo hasta donde finalizaba la otra herida. La carne rasgueaba bajo el filo de su espada, haciendo la agonía de la mujer mucho más terrible. Ella deseaba morir, deseaba que aquel padecimiento se terminara y todavía no alcanzaba a entender porqué ese hombre se estaba vengando por aquellos que ella había condenado. Pero Harry se las había apañado para crear un escudo de energía a su alrededor que la mantuviera con vida unos instantes más-...y esto...es por Sirius Black...- en aquel mismo instante que lo dijo, un trueno cayó cercano a ellos y comenzó a diluviar. Harry miró al cielo, entrecerrando los ojos para vislumbrar entre las gotas de lluvia y lanzó un suspiro al cielo.
-¿Quién eres...tú?- logró articular Bellatrix, herida de muerte y asustada por el poder que emanaba el hombre misterioso. Harry se agachó para mirarla directamente y entonces ella descubrió unos terribles ojos verdes, más brillantes de lo que jamás habría imaginado, que la miraban con dureza. Sintió mucho pánico.- Tú...- titubeó y Harry le sonrió.
-Te dije hace mucho tiempo que te había perseguido para vengarme...y así lo he hecho. Tarde...pero finalmente...has caído a mis pies...
-Cómo...cómo es posible...¡Nooooo!- Y Bellatrix lloró de angustia, de dolor, pero sobretodo de vergüenza, vergüenza de que un crío, un crío que ella había subestimado, fuera el que hubiese terminado con su vida. Una nueva sonrisa surcó el rostro del joven muchacho.
-¿Entiendes ahora porqué no puedes ganar? Yo soy el único que puede acabar con Lord Voldemort...y él está preocupado poniendo su atención en la persona equivocada...
-¡No¡No¡No!- Bellatrix se retorció y Harry levantó la rodilla de la herida de muerte de la mujer.
-Vete al infierno...de donde no debiste salir...- rugió el muchacho con furia.- Ahora mi alma...y la de Sirius están tranquilas...¡Dale recuerdos a los gusanos de mi parte, seguro que harán gala de tu tumba de honorable sangre limpia¡MUERE!- Harry levantó la mano y retiró el campo de energía que mantenía con vida a la mujer. Bellatrix hizo un aspaviento, abrió mucho los ojos y lanzó una mirada envenenada al muchacho, antes de cerrar los ojos para siempre y susurrar:
-Harry Potter...
Entonces, al despertar de lo que había sido su sueño de venganza, Harry volvió a sentir todos los dolores. La cicatriz casi perforó su frente y supo que él había llegado...
Christine apareció con los demás miembros de la Orden y la Alianza, respectivamente. Un brillo recorría su bello rostro. El brillo que únicamente una batalla de tal calibre producía. Aquella mañana estaba de muy mal humor y esos mal nacidos lo iban a lamentar.
Desenvainó su espada con gran maestría, mientras en su mano izquierda sujetaba firmemente la varita mágica. Vio como un grupo de aurores estaban en apuros y corrió hacia ellos, para ayudarles.
-¡Desmaious¡Impedimenta¡Expelliarmus!- lanzó hechizos a diestra y siniestra, mientras corría con la espada girando en el aire. Los mortífagos, que no se habían dado cuenta de su llegada, se dispersaron como pudieron, tratando de esquivar los haces de luz y las maniobras de guerra de la mujer. Pero fue inútil. La manera de pelear de la profesora y su determinación a la hora de acabar con sus enemigos, era demasiado para ellos. En aquellos instantes, se parecía mucho a la antigua Christine, la que con simples chasquidos de dedos, lograba hacer temblar cielo y tierra.
¡CRASH!
La mujer incrustó la punta de la espada en el corazón de uno de los aprendices. El muchacho, que no rebasaría los veinte años, gimió de dolor, para luego morir en el acto. Sin ningún remordimiento de conciencia, la profesora extrajo la espada de su enemigo muerto y miró con asco como la sangre resbalaba por el acero, tiñendo el asfalto de un rojo pronunciado.
Dos hombres corrieron hasta ella, con las varitas alzadas, y disparando maldiciones imperdonables. Con un semblante serio, Christine se guardó la varita en un cinturón que llevaba sobre su túnica siempre negra e inmaculada y levantó la mano izquierda, creando un pequeño escudo de luz, donde rebotaron ambas maldiciones, dirigiéndose de nuevo, hacia sus dueños, causándoles la muerte.
La mujer sonrió despectivamente y de nuevo, se lanzó a la carga. Mientras caminaba con pasos ágiles y hábiles, blandiendo su espada y hiriendo de muerte a sus enemigos, con su mano libre lanzaba pequeñas bolas de energía, que la desgastaban considerablemente, pero la ayudaban a deshacerse con más facilidad de la multitud de enemigos.
Miró hacia el cielo. Dementores volaban hacia su dirección, acompañados también de vampiros. El recuerdo de los chupa sangres, avivó su instinto asesino. Uno de ellos, había sido el causante de la casi muerte de Lupin.
Los vio volar hacia ella, con las manos estiradas y relamiendo sus labios rojos y les lanzó más bolas de energía, pero aquellas criaturas eran extremadamente rápidas y no muchas dieron en el blanco.
Uno de ellos, el que parecía ser el jefe de la manera, la vio y sonrió, mientras se relamía. Aterrizó con gracia en el suelo y caminó lentamente hasta ella, mostrando sus afilados colmillos.
-Vamos a jugar un rato...- susurró, mientras sonreía socarronamente. Pero la sonrisa de Christine fue mucho más pronunciada y lanzando su espada al vuelo, respondió.
-No sabes cuanto...- el arma se clavó en el cuello del vampiro, con una rapidez extrema, sin darle opción a reaccionar. La criatura, abrió mucho los ojos, sorprendida y se llevó ambas manos a la yugular, de donde salía un infinito chorro de sangre oscura.- ¡Oh, ya veo! -ironizó Christine caminando a paso lento hasta ella, mientras se regocijaba con los aspavientos del vampiro.- No es suficiente...-el chupa sangres, sólo pudo ver como la mano fría de la mujer se colocaba sobre su cabeza y cuando la energía rodeaba su mano, su cuerpo estallaba en mil pedazos, en un grito agonizante.
La espada calló al suelo, envuelta en chispas y la profesora la recogió satisfecha, aunque jadeando ligeramente. Estaba comenzando a notar los efectos de su desgaste físico. Había vuelto a abusar de sus fuerzas, pero aún quedaban demasiados enemigos.
Respiró hondo y contempló un instante el campo de batalla. La incorporación rápida de la Alianza estaba salvando muchas vidas, pero no era suficiente. A lo lejos, pudo distinguir la figura de Harry y se sintió enormemente tranquila. Al menos, él estaba allí y por la manera en la que peleaba, podía comprobar que en perfectas condiciones.
De pronto, sintió como el frío la rodeaba, un frío penetrante, que se clavaba en cada partícula de su ser y que hacía que de su boca saliese vaho. Se frotó los brazos en un intento de calentarlos, pero pronto supo de donde provenía.
Miró, de nuevo, al cielo. Los dementores se habían ido acercando a ella, rodeándola por completo. Debían haber al menos diez. Y se movían en círculos, a su alrededor. La cabeza de Christine se estaba llenando de voces, voces que no lograba entender con sentido, sonando como una radio mal sintonizada.
Tal era el frío que sintió deseos de caer al suelo y dormirse allí mismo, sobre el asfalto. Pero no podía. Tenía que luchar, no podía dejar que los dementores se acercasen más o de lo contrario se desmayaría y éstos le sorberían el alma.
Haciendo gala de su entereza, sacó de nuevo la varita del cinturón y pronunció todo lo alto y claro que pudo:
-¡Expecto Patronum!
Un lobo plateado salió de su varita. Christine sonrió y calló al suelo arrodillada, al tiempo que su Patronus corpóreo, se colocaba enfrente suyo, erizaba el pelo de su lomo y enseñaba los dientes a los dementores.
El animal se movió con sigilo y rapidez. Embistió contra el más cercano de los dementores y logró atravesarlo de par en par, haciendo que éste explotara en una voluta de humo negro. Repitió la acción con el segundo, enganchando sus afiladas garras en la tela negra que cubría el rostro de la criatura, que chilló de dolor y huyó despavorida.
Los restantes ocho dementores, se acercaron juntamente hacia el lobo, que en vez de retroceder, protegió mucho más a su dueña, gruñendo a las criaturas oscuras.
Se escuchó una voz lejana y una serpiente, del mismo tono plateado del lobo, se enrolló en los cuerpos de los dementores, que sumado al miedo a los gruñidos del mamífero, se marcharon de allí flotando.
-¡Christine¡Christine¿Estás bien!- Ian se acercaba jadeando. La mujer levantó la mirada, incrédula de que el muchacho se encontrase allí, pero agradecida por su ayuda. Sin embargo, dejó de prestarle atención cuando su Patronus se acercó a ella, caracterizado de una sublime elegancia y dejó que los dedos de la mujer acariciaran su frente, donde tenía una graciosa marca en forma de cruz.
-Lunático... -dijo en un susurro apenas audible, un segundo antes, de que el precioso animal, desapareciera, no sin antes aullar en dirección a la luna.
Ian, que no se había percatado de nada, se arrodilló a la altura de la mujer y la abrazó de sopetón.
-¡Oh, Christine¡Menos mal que estás bien!- al notar como ella comenzaba a temblar por el violento contacto, se apartó suavemente de ella, besando sus frías manos.
-Gracias, Ian.- contestó ella agradecida, de que su amigo la hubiese salvado, pero no pudo preguntar si él se encontraba bien, porque sintió una presencia a su espalda, que la hizo estremecerse y erizó los pelos de su nuca. Antes, incluso de que pudiese voltear el rostro, una voz ronca, peligrosa y tremendamente irónica, les asaltó a ambos.
-Pero que enternecedor...- lentamente, sin dejar de temblar ante el sonido de aquel cuento de terror, Christine y Ian se dieron la vuelta. Alto, delgado, con la tez pálida y rasgos de serpiente, Lord Voldemort, había aparecido.
-No...- Ian fue el primero en reaccionar. Su rostro denotaba miedo, temor por aquel hombre que había ocupado los libros de historia en la academia de aurores. Como pudo, se puso en pie, ayudando a Christine a hacerlo y se colocó tímidamente, delante de ella, extendiendo los brazos para protegerla, y notando como sus piernas no eran capaces de sostenerle, como si estuviesen fabricadas de gelatina.
-Patético muchacho...- masculló el mago tenebroso, con una nota de disgusto en la voz.- Apártate de ella...
-¡No!- gritó Ian, armándose de valor.-¡Soy un auror perfectamente capacitado y no dejaré a tu merced a una mujer¡Márchate si no quieres que la ley mágica caiga sobre tu cabeza!-aquello debió divertir mucho a Voldemort, puesto que soltó una carcajada fría y áspera.
-Valiente tontería,- siseó cuando se recompuso.- ¿Quién la hará recaer sobre mí¿Tú?
-Yo.- Christine había sido quien respondiese a la pregunta, anticipándose a toda respuesta del profesor de pociones. Verla de pie, con todo lo alta que era, su túnica salpicada de sangre y lo gélida de su mirada, que siempre la había caracterizado, imponían realmente. Incluso, Ian, que no la tenía de enemiga, tembló al ver la determinación de su mirada y observó como el rostro de Voldemort se había tornado serio y rígido, como si él sí se tomara en serio aquellas palabras. -Hazte a un lado, Ian.
-¿Estás loca?- bramó el muchacho.- ¡Te matará!
-He dicho que te apartes.- Christine lo ordenó tajantemente y de una manera tan áspera, que el chico se estremeció.- Él y yo tenemos asuntos del pasado que saldar.
-Pero...
-¡Desmaious!- Voldemort dirigió la varita hacia el muchacho y un rayo rojo impactó en su cuerpo, desplazándolo un metro hacia atrás y produciéndole la inconsciencia. Christine miró de reojo a su compañero de trabajo y al comprobar que no le pasaba nada grave, volvió a centrarse en su enemigo.- Así está mucho mejor¿no crees?
-Por supuesto.- susurró la mujer, buscando con la mirada a Harry. Lo necesitaba para que su plan tuviese efecto, necesitaba que fuese él quién encarara a Voldemort, para transmitirle su poder.- Mano a mano...tú y yo...
-Por el pasado.- sonrió el mago tenebroso, haciendo una reverencia, acto, que Christine no repitió.- Veo que tu orgullo te sigue impidiendo ser educada...
-Mi educación sigue siendo tan buena como siempre, sino te importa.- respondió ella sonriendo irónicamente, pero sin apartar la seriedad de las facciones de su rostro.
-Tal vez el haberte quedado sin padre...- un odio infinito creció en el corazón de Christine. Voldemort trataba de atormentarla, de hacerle daño con una verdad que ya conocía y que, precisamente, por saber, dolía mucho más-...tu madre nunca tuvo mucho tiempo para ti¿no es cierto? Nunca pudo enseñarte buenos modales...
-Mi madre...- siseó Christine en un tono de voz que se antojaba peligroso y levantando una mano donde se estaba concentrando una bola de energía-...fue la mejor madre del mundo.- La mujer lanzó la bola contra su enemigo y éste la esquivó por milímetros, alzando la varita y conjurando un encantamiento, cuya potencia, fue tan grande, que unos coches que habían aparcados a la izquierda, reventaron cuando el haz de luz pasó por su lado.
Sin embargo, Christine, que estaba preparada para ello, alzó ambas manos, creando un escudo protector, que evitó que el rayo impactara en su cuerpo, aunque la desplazó un metro hacia atrás.
Rápidamente, se puso en pie, pues el mago no estaba dispuesto a darle tregua alguna y comenzó lanzarle más maldiciones de magia negra, tan potentes o más como la anterior. La profesora no podía más que defenderse, la rapidez, la genialidad y la precisión con la que los haces de luz se acercaban a ella, eran tan grandes que le costaba verdaderos esfuerzos repelerlos. Al final, la maldición cruciatus impactó en su cuerpo y ella cayó al suelo, gritando de dolor y apretando los dientes cuanto podía, mientras su cuerpo se retorcía de sufrimiento, como si alguien le estuviera apuntillando con cuchillos candentes.
Voldemort soltó una carcajada y levantó la varita, contemplando su obra.
Christine estaba tirada en el suelo, sujetándose los costados, con los ojos cerrados y respirando agitadamente, mientras su rostro se arrugaba en una mueca de padecimiento.
El mago, caminó con parsimonia hasta ella y de una patada en el costado la puso boca arriba. La mujer tosió y escupió un hilo de sangre por la boca, para deleite del hombre, que se regocijaba de placer, al verla tan derrotada.
-Me das lástima... -escupió con asco, enviando, de una patada, la espada de la mujer a un metro de distancia, para que no pudiese alcanzarla y pisando con fuerza su muñeca, para que soltara la varita que seguía teniendo en su mano izquierda.
Christine profirió una alarido y ante la presión del pie, tuvo que abrir los dedos, permitiéndole a su enemigo que le arrebatara su única arma de defensa.
-Cabrón... -masculló apretando los dientes fuertemente, para que el dolor acumulado, por la maldición y el derroche de energía, se matara entre sus labios.- hijo de puta...asesino...
-¡Suficiente!- bramó Voldemort y volvió a propinarle un puntapié.- Eres una cría descarada...nunca, nunca debiste enfrentarte al mago más poderoso de todos los tiempos...sabías que no podías ganar...sabías que esto ocurriría y ahora voy a saldar la deuda que tú y yo tenemos pendiente...- el hombre le colocó el pie sobre el pecho y le presionó sin piedad, disfrutando enormemente con la desesperación y la agonía que mostraba la expresión de Christine, que trataba de apartar con sus manos aquella presión que le impedía la respiración con normalidad.
Pero Voldemort no estaba dispuesto a dejarse ganar, así que todavía ejerció más presión, enseñando los dientes, marcando territorio y sonriendo burlescamente, mientras la profesora se veía totalmente indefensa.
-Has perdido...- siseó con regocijo.- Pero perdiste, Christine, perdiste la noche en la que murieron los Potter...y tú lo sabes...es inútil que trates de salir del pozo, es inútil que trates de actuar como si nunca hubiese pasado...porque tú eres la única que lo sabe¿no es cierto? Tú sí que conoces el poder que desplegó tu hijo...tú sí que sabes que no fue mi mano sino la suya la que firmó su muerte...
-¡Cállate!- logró articular la mujer. La opresión en el pecho se hacía más y más pronunciada, pero no a causa del dolor físico, sino del padecimiento que era saberse sabedora de aquella cruel información.
-¿He vuelto a tocar un punto importante?- rió Voldemort y sonrió despectivamente, contento de ver como la expresión de frialdad y la máscara gélida de la profesora iban cayendo por su propio peso, mostrándose más humana que nunca, dejando entrever el odio y la rabia, emociones embalsadas por la debilidad.- Reconozco que destruirle fue mucho mejor que la muerte de los Potter...realmente tu estúpido mocoso tenía un poder inmenso...y dime, Christine, dime¿saben los demás cómo murió¿Cómo se tomaría Dumbledore que le hubieses ocultado una información tan preciada¿Y tu queridísimo Lupin? Creo que ellos apreciaban mucho tanto a tu estúpido marido como a Alan...realmente estaría interesado en ver sus caras mientras tú les cuentas esa terrible verdad. Verdad, Christine, que te carcome el alma desde esa noche, porque sabes, que si tan solo hubieses llegado unos segundos antes, tu pequeño hijo no hubiese llegado a desplegar todo su poder, que podrías haberle entregado un poco de tu energía para salvar su vida...debe ser muy duro para ti existir sabiendo eso...vivir sin volver a sentir en tu piel las caricias de tu esposo...
-¡Basta!- la voz de Christine sonaba a súplica y se iba apagando poco a poco. Voldemort, notando eso, volvió a reír, haciendo su tortura todavía más agonizante.
-Eres una tonta...lo fuiste en el pasado y lo sigues siendo. ¿No te diste cuenta, mocosa engreída, que tu esposo siempre supo que iba a morir?- Christine abrió los ojos de sopetón y comenzó a temblar al recibir aquella pequeña información.- ¿No te percataste de cómo cambió su forma de actuar para contigo¡Idiota! Prefirió morir antes que entregarte. Yo le pedí millones de veces que a cambio de perdonarle la vida, me entregara la tuya, pero siempre se negó. Él sabía, que tarde o temprano, iba a pagar su error con creces...lo que nunca supo, es que aquello implicaba a su hijo...seguramente, de haber sabido que su pequeño bebé corría peligro, habría tomado otras soluciones...un sacrificio inútil, a mi parecer, porque vas a morir de igual forma sin haber vivido realmente...- pese a aquellas palabras y que Voldemort había levantado la varita, Christine no pudo reaccionar. Acaba de enterarse de una verdad demasiado grande y moriría con ella. Estaría a un paso de recriminarle a Dani semejante sacrificio, de culparlo por haberla dejado sola, de ser tan bueno...
Tan bueno...esas palabras le recordaban a su última conversación con Lupin y realmente sintió desazón por ello. Le había gritado, recriminado, había dejado que el hombre se marchara sin saber que lo quería por encima de todas las cosas, que se había dado cuenta, quizás demasiado tarde y que el destino, una vez más, había jugado sus cartas injustamente. La muerte de Dani no había sido más que un nuevo capricho suyo para llegar a unirles definitivamente, aunque, esa unión, nunca se realizaría.
Miró a Ian, con tal de buscar ayuda desesperada de su parte, pero el muchacho estaba inconsciente y ella no tenía poder suficiente para reaccionar a tiempo.
Demasiado dolor, demasiada realidad junta y ahora...no podría entregar su vida a cambio de la de los demás, simplemente, moriría sin tener la oportunidad de ayudar a Harry y moriría sintiendo el odio del hijo de su mejor amiga y la decepción del hombre al que amaba.
No cerró los ojos, miraría a la muerte a la cara, recordando en su mente, la imagen de su Patronus, de su guardián que se convertía en lobo y que, hasta ese momento, ella nunca había entendido porqué.
Extrañaba demasiado ese rostro apacible, tranquilo, cubierto de una calma que ella no había valorado, que no había entendido. Caprichos del destino, ahora lo echaba terriblemente de menos y no podría verle nunca más...
-¡AVADA KEDAVRA!
La luz del sol entraba a raudales por la ventana, iluminando su joven y bello rostro. Pero era un calor sin sentido, era sólo una ilusión de cómo debería ser el día. Habría deseado que una tormenta descargara su furia, hubiera deseado que el cielo llorara, tronara y relampagueara, que la naturaleza se pusiera de su lado para transmitir el mensaje agónico que lo perturbaba.
Deseaba volver a atrás, deseaba poder no sentir aquella angustia, olvidar que alguna vez se sintió con derecho de pisar un terreno grabado en piedras, algo que nunca le perteneció, que no estaba destinado a llevar su nombre.
¿Por qué había sido tan estúpido¿Por qué creerse que debía intentarlo, que su presencia podía cambiar algo? No, ni sus labios, ni sus mechones azabaches ni siquiera la mitad de su alma, le pertenecía. Siempre fue de él. Siempre de Dani.
Y cambiar aquello, había sido una sublime estupidez. Había tentado a la suerte, había querido burlar al destino, que tan cruelmente lo había echado a un lado.
Ella no podía entender su pena, y ahora el tiempo se estaba agotando, colándose en sus vidas sin llamar.
Tratar de ignorar que el final de la guerra estaba cerca y que ella iba a apresurarlo, era engañarse a si mismo.
Ahora, al estar en soledad, aguardando, sentía una agonía que lo abrasaba, que lo consumía. Había visto sus lágrimas, había sentido como resbalaban por sus mejillas y las había secado con la piel de sus dedos, pero no había podido curar esa expresión de sufrimiento de su rostro.
Le habría gritado que no llorase, que rompiera esas lágrimas, que él iba a estar allí para siempre, que en verdad iba a pelear por su amor, por su relación, pero no podía.
Había entendido, demasiado tarde, que ella no era para él. Ella solo se consagró a un hombre y tratar de lanzar al olvido aquello, era pura hipocresía. ¿Cuántos la deseaban? No importaba que fuese Ian o cualquier otro...siempre habría alguien dispuesto a secar sus lágrimas, porque ella era un ángel, ella era una figura intocable, como una veela, que cautivaba a todo aquel que la conocía, pero cuyo dueño siempre sería la misma persona.
Él sólo había intentado confundirla, había querido aprovechar la oportunidad que se le presentaba al morir Dani y únicamente le había sembrado dudas y sufrimientos, lágrimas amargas...
Se sentía preso de su propio corazón, de su propia conciencia. Como cuando el lobo se apoderaba de él en sus transformaciones de luna llena, ahora, era un lobo atrapado en un fortín, en una...fortaleza.
Apretó la carta que llevaba entre sus manos, hasta arrugarla.
¿Qué haría Dani en aquellos instantes¿Qué le diría¿Por qué escribió esa carta, por qué no luchó por vivir¿Por qué ese sacrificio¿Tanto amor le tenía a Christine que estuvo dispuesto a sacrificarse y regalarla en bandeja de plata a otro hombre?
Incluso estaba enfadado con él. Le maldecía por haberse dejado vencer...por haberle hecho crear ilusiones, ilusiones que no existían.
-Todo es inútil...ella siempre te quiso a ti...- murmuró el hombre mirando al vacío. Cuando levantó la cabeza del suelo, comprobó como su clamo al cielo había dado el efecto buscado. Las nubes comenzaban a llenar hasta el último rincón del infinito, amenazando tormenta.
La carta resbaló de entre sus dedos y cayó al suelo, echa un ovillo. Lupin ni siquiera se molestó en recogerla, sino que se levantó bruscamente y en un arranque de furia, lanzó el jarrón de porcelana, que había sobre la mesa, contra la pared, causando gran estruendo en el choque, cuando éste se rompió en mil pedazos.-¡Maldita sea!- bramó y se tapó la cara con una mano, tratando de recuperar la compostura y la entereza.
Entonces, el teléfono móvil que estaba encima de su cama, comenzó a sonar. Lupin dio un respingo y se lanzó a por el, de un salto. Era la señal, el aviso de la Orden de que un nuevo ataque se estaba produciendo.
Se mordió el labio inferior y miró la carta que él mismo había dejado caer al suelo, pero ya no estaba.
Contrariado, miró de un lado a otro y le sorprendió encontrarla sobre la mesa de su escritorio, en perfecto estado, como si ésta jamás hubiese sido arrugada.
Con la boca ligeramente abierta, se acercó hasta ella y pasó una mano por la caligrafía redonda y perfecta de su amigo Dani. A pesar de los nubarrones, una columna de luz parecía descender del cielo, hasta iluminarla.
Como si de un aviso se tratara, se centró en una frase en particular, que parecía destacar sobre las demás.
"Por favor, protégela con tu vida. Ella te necesita...siempre te necesitó..."
Un escalofrío recorrió el cuerpo del hombre y de pronto, sintió un mal presentimiento. Sabía, que allá donde estuviese Christine, corría grave peligro.
-¡Ya voy, Chris, espérame¡Por favor, tienes que perdonarme!- tomó su capa negra del perchero y se la echó por encima de la túnica raída y sin esperar, desapareció de la habitación con un sonoro "PLOM".
La luz dejó de iluminar la carta, pero ésta permaneció en el escritorio, como si nunca hubiese sido arrugada.
¡AVADA KEDAVRA!
La voz de Voldemort resonó por los cuatro puntos cardinales de aquella placeta. Todo el mundo, todos, sin excepción, pudieron escuchar el grito desgarrador del mago tenebroso y vislumbrar el haz de luz verde, saliendo de su varita mágica.
Los pelos de la nuca se erizaron al ver como una bola de humo cubría el cuerpo de Christine y contuvieron la respiración.
-¡Christine!
-¡Nooo!
Tonks, Moody, Hestia y algunos miembros de la Orden que estaban más próximos a aquella pelea personal, gritaron de terror. Todo había terminado, no quedaba esperanza alguna, la única persona que tenía medianamente un poder capaz de hacer sombra a Voldemort, finalmente, había sido derrotada.
Bajaron las miradas, ante el regocijo y la mirada de triunfo del mago tenebroso, que se reía a mandíbula limpia, con una nota de demencia en el rostro.
El humo fue disipándose, algunas figuras como el jefe del cuartel de aurores o representantes de la Alianza, contuvieron el aliento, esperando encontrarse cara a cara con el cadáver de la mujer, mostrando en su hermoso y joven rostro, la marca de la maldición.
Pero lo que vieron los dejó tan atónitos que pensaron que era una visión y no fueron los únicos. Voldemort abrió ligeramente la boca y soltó un alarido de desesperación.
Cuando la niebla se disipó del todo, dejó entrever dos figuras. Remus Lupin se encontraba de pie, enfrente de la mirada estupefacta de Christine, que seguía estando en el suelo y sosteniendo por el cuello a un mortífago, que era quién había recibido la maldición y había muerto.
Lupin sonrió al ver la furia de su enemigo y soltó a su rehén, que resbaló hacia abajo y cayó al suelo en un golpe seco.
-No es posible...- murmuró el mago tenebroso sin aceptar la hazaña. ¿Cómo era posible que al hombre le hubiese dado tiempo a tomar un mortífago y colocarse entre la maldición y Christine, utilizándolo como escudo humano?
La profesora no daba crédito a lo que veía. Lupin parecía mucho más alto, fuerte e imponente que de costumbre. Llevaba su habitual túnica raída, color beige y una capa negra azabache le cubría los hombros y la espalda.
La manera en la que sonreía y se había presentado, arriesgando el todo por el todo, llenó de emoción el corazón de la mujer.
-Volvemos a encontrarnos...cara a cara...Lord Voldemort...-susurró con una voz amable, suave, como si estuviera hablando con un colega. Una amabilidad, que a su enemigo ponía enfermo.- Me prometí a mi mismo que no volverías a tocar a ninguno de mis amigos...
-¡Maldito Lupin!- exclamó Voldemort levantando de nuevo, la varita.- ¡Pagarás por tu estupidez!- pero antes incluso que se pudiera plantear algo, antes de que una maldición llegara a sus labios, Lupin había sacado su varita y le había lanzado un hechizo.
El mago tenebroso conjuró una escudo protector, donde la maldición rebotó y fue devuelta a su dueño. Como pudo, el licántropo la esquivó y rodó por el suelo, con la capa al vuelo, para después quedar arrodillado y levantando la varita una vez más.
Sin embargo, no tuvo tiempo de dirigir ningún hechizo, puesto que Voldemort había vuelto a disparar un nuevo encantamiento, que no acertó en el blanco por centímetros, pero que hizo estallar unos cubos de basura de la acera, que volaron por los aires y sepultaron a Lupin.
-¡REMUS!
Christine gritó con toda su alma, pero el ex profesor no contestó a su llamada. El mago tenebroso, ignorando la llamada desesperada de la mujer, se acercó a ella y le sonrió con autosuficiencia.
-Se acabó...-murmuró y volvió a levantar la varita. Pero los ojos de Christine se habían oscurecido, cubierto de una ira insospechada y mostraban enrojecimiento. Como pudo, alargó la mano hacia su espada y de un rápido movimiento, le hizo un tajo en el pecho a Voldemort, que gritó de dolor y retrocedió dos pasos, colocándose la mano en la herida de unos veinte centímetros de larga, cuya sangre comenzaba a resbalar. No obstante, no había sido un corte demasiado profundo, pero sí lo suficiente como para que la rabia de Voldemort se extendiera a límites insospechables.
Quiso acabar el trabajo, pero entonces, una voz y unos lamentos llegaron a sus oídos. Giró el rostro en dirección hacia ellos y entonces descubrió a su auténtica presa, en una visión, que hizo que los ojos entraran en órbita.
Maldiciendo su suerte, por el mal momento, lanzó una nueva mirada de repulsión hacia Christine y desapareció en un chasquido.
Harry sintió la presencia de su enemigo y se puso en pie lentamente, todavía saboreando su triunfo. Notó una sombra a sus espaldas y la cicatriz de su frente tintineó con tanta violencia, que pensó que gritaría de dolor.
Se mordió el labio inferior, mientras se daba la vuelta lentamente, en un intento de no mostrar su debilidad. Bastaría un solo gesto para que el mago supiese quien se ocultaba bajo la capucha.
Voldemort sintió como un odio le recorría la piel, un odio muy parecido al veneno. Vio el cuerpo sin vida y magullado de Bellatrix y apretó con tanta violencia los puños que se hizo unas heridas sin importancia, con sus alargadas uñas, más parecidas a garras.
Pero, al vislumbrar una sonrisa arrogante, bajo el rostro oscurecido de aquel hombre, el sentimiento de ira se acreditó más aún.
-¿Sorprendido?- ironizó aquel misterioso individuo, que le estaba causando más de un dolor de cabeza.- Sí, supongo que sí...¿no dicen por ahí que era tu mayor servidora? Resultó terriblemente sencillo deshacerse de ella...
-Bastardo- masculló Voldemort entre dientes y Harry sintió una profunda satisfacción al ver como los músculos de su cuello se tensaban desagradablemente.- ¿Cómo es posible que tengas tal cantidad de poder¡Maldita sea, me aseguré que ninguno de los de tu especie quedara con vida!
-¿Ninguno?- Harry sonrió mientras observaba de reojo, las peleas que los aurores mantenían con los mortífagos, asegurándose que ninguno de sus seres queridos corriese un grave peligro.- Creo...que sólo había dos personas a las que te encargaste de destruir...- como si una llama hubiese prendido en su interior, Voldemort palideció y retrocedió un par de pasos, negando con la cabeza como si aquello que estuviera viendo no fuese más que la confirmación de su peor pesadilla.
-No...estás muerto...yo me encargué...¡estás muerto!- y Harry vio el miedo en sus ojos y aquello, le permitió el lujo de colarse unos segundos en la mente de su enemigo y saber exactamente lo que estaba pensando. Pensamiento, que le hizo soltar una carcajada fría, helada...
-¿Puedo oler miedo¿Miedo en el mago más poderoso de todos los tiempos?- ironizó el muchacho, que en vez de dejar que su enemigo retrocediese, avanzaba hacia él-. Los muertos no resucitan...¿recuerdas? O quizás es que el alma de Alan ha bajado para castigarte...
-¡Silencio!- ordenó Voldemort tajantemente. Gotas de sudor le resbalaban por su pálido rostro y hasta dejaba entrever algún que otro escalofrío.
-Jamás creí que viviría para ver esto...- Harry aplaudió mientras volvía a burlarse del mago tenebroso. Le producía un tremendo placer vengarse de él verbalmente, era más reconfortante que clavar su espada en su vientre.- Lord Voldemort asustado de sus...propios fantasmas...
-¿Quién eres?- preguntó el mago, recobrando un poco la compostura. Ese chico no podía ser Alan, no podía ser el hijo de Christine Byrne, sencillamente no tenía sentido. Malfoy había comprobado como el crío dejaba de respirar, había visto con sus propios ojos como su vida se terminaba y si Christine no había acudido aquella noche a salvar a los Potter, era porque también había visto el cadáver de su hijo. Ese hombre, por mucho que se pareciese, por muchas coincidencias que hubiesen, no podía ser Alan. Harry sonrió.
-Quien soy no tiene importancia...sino lo que soy...Soy alguien que ha venido para destruirte y es un hecho que lo consiga.- Y sin ofrecer más explicación, levantó ambos brazos al cielo, dejando que la energía inundara su cuerpo, mientras cerraba los ojos. Había llegado la hora de terminar con el juego, no podía enfrentarse a Voldemort directamente, no todavía. Christine estaba muy cerca y Harry sabía que no tardaría en acudir y si acudía...No, no había llegado el momento.
La luz fue tan potente y cegadora, que Voldemort se tapó los ojos con el brazo. Haces de luz salieron en todas las direcciones, impactando en cuerpos y más cuerpos. A algunos, el impacto era tan grande que les causaba la muerte inmediata, otros tenían más suerte y simplemente quedaban desmayados, pero ningún rayo impactó en alguien del bando de la luz. Los vampiros y dementores fueron asaltados por esa muestra de poder y algunos alcanzaron a huir. Los pocos mortífagos que quedaron con vida, permanecían demasiado débiles como para poder seguir peleando y los aurores se apresuraban a apresarlos.
Harry bajó los brazos y sonrió con autosuficiencia. El rostro de Voldemort estaba rojo de ira, una ira incontrolada.
-Nos volveremos a ver...- susurró el mago tenebroso y tomando de un brazo, el cuerpo sin vida de Bellatrix, desapareció en un chasquido. En cuanto lo hizo, los mortífagos, que habían estado eufóricos con la llegada de su señor, se dispusieron a seguirle.
-Me parece que no...- sonrió Harry levantando una mano y creando un campo de fuerza anti-aparición, impidiéndoles así, la huída.
Christine lo había observado todo desde lejos. Estaba impresionada con la manera en la que el poder de Harry había crecido. No había alcanzado a escuchar la conversación con Voldemort, pero suponía que el juego de palabras del muchacho había provocado la huída del mago tenebroso. ¿Pero qué podía haber dicho Harry que causara tal conmoción en el hombre? Y en el fondo, sintió desazón por dentro. No habían podido destruirle. Era la oportunidad perfecta para hacerlo, pero ella no había podido recuperarse a tiempo para entregarle a Harry su poder, y así, sacrificarse. No obstante, ese pensamiento, la hizo estremecer.
Trató de ponerse en pie, pero todavía estaba muy cansada. Entonces, una figura le hizo sombra y le dio la mano para tratar de ayudarla. Christine vio la sonrisa amable y el rostro joven de Remus Lupin y una alegría la embargó por completo. Tomó su mano, pero en vez de que se pusiera en pie, Lupin la tomó entre sus fuertes brazos, provocando su sorpresa.
Christine le miró, todavía con la boca abierta, pero acurrucándose contra su pecho y quitándole un mechón de pelo de la cara, que tenía algún que otro corte, producto del ataque de su enemigo.
-Gracias...- susurró y sus fuerzas flaquearon, desmayándose entre los brazos, del hombre al que amaba.
