Olasssss gente! Uffff, que extres, esto de preparar un viaje es muy complicado y más con el fict al final. Me he dado mucha prisa en acabar este capi, que tenía muchas de escribir, para que podáis leerlo. Creo que no me he dejado ningún cabo suelto y espero ansiosa vuestros reviews para ver si he ido por el buen camino. Vale, ahora ya sólo quedan 3, ajaaj, tic tac tic tac, la cuenta atrás. Como sabéis, aquí se descubre el diario y bueno, espero que no haya muchas amenazas de muerte al leer el final del capi. ajaja. Nada más, sólo para los que me dijeron que era muy muy mala, que ya vistéis que era necesario separar a Remus y Christine en el capi de "Caminos Separados", de lo contrario, Christine jamás habría dado el último paso. Nada más, os dejo disfrutar del capi, o eso espero, ajajjaa y nos vemos muy pronto! Besazos!
Reviews:
Kaily g-w: Olass! Q tal? Umm, no t'he vist molt convençuda, espero q no et pasi res dolent. Siiiii, ja vaig cap a Barna, aishhh, qines ganes q tinc, q be, jajaja. Ummm, dons fare dret, a la UB, no se si la coneixes, es a la Diagonal, molt a prop de Maria Cristina. Comences la uni aquesta any? Bueno, no estés gaire nerviosa, jo la vaig comencar lany pasta, vaig fer periodismo, pero mho vaig deixar...massa coses al cap i ara a vera si hi ha sort amb pret. Ja veuras com no impresiona tant com tu penses. T'agradat el capi? Jajajaja, si, pels amants del romanticisme anava molt be, aishhhh, a mi també magradat escriurel, la veritat. Bueno, del Harry i la Ginny ja vaig posar una esceneta aixi tambe, ho recordes? No pot ser sempre tot a la vida, ajaja, pero bueno...algo posaré. Bueno, jajaja, es un misteri q deixare cap al final el dir qui morirà...jaajaja, pots fer apostes mentrestant, ajaajjaa. Si, soc molt dolenta, no? Ajajjaaj. Buenoo, a vera, si, surt el diari, pero no posaré una esceneta romántica del Harry i la Ginny, apareixera d'un altra manera, ja voràs. No se ho dels reviews, la veritat, només mhan arribat rumors i tampoc el trobo just. Umm, si, intentaré actualitzar els 4 capis abans d'anarmen, pero no se si podré. Be wapa, per cert, ja q ara serem companyes de ciutat, ajajaj, el meu msn es Cuidat i molt petons!
Absintheadditc: Olass! Muchas gracias! Me alegro que te haya gustado! Ahora entiendes porqué debía separlos? Era el detonante para que Christine se decidiera a dar el paso definitivo, de otra manera no lo habría hecho. Besos!
Derichbin: Olass! Jaja, nops, acción…lo que se dice acción, no hay mucha, ajajja, depende de cómo se interprete. Me alegro que te haya gustado. Para nada me importa que te imprimas el fict, por supuesto que no! En serio, me halaga muchísimo que lo hagas y que te guste más que le sexto, pero seamos realistas, ajaajaj, Rowling escribe a leguas mucho mejor que yo. Suya es la idea, yo sólo la he tomado prestada y le he añadido unas cuantas cositas. Me he leído el sexto libro y el final es una pasada, no creo que mi final se acerque si quiera al suyo, pero igualmente, muchísimas gracias!
Landoms 182: Olass! Muchas gracias! Sí, exacto, los últimos 4 capis son pura acción. El diario para este...a ver que te parece.
MayeEvans: Olass! Gracias! Me alegro que te gustara. Umm, bueno, triste triste no es, ajajaa. Ya veremos quien se sacrifica...
Catalina: Olass! Jajaja, me alegro que te estén gustando. Bueno, cuando leas este ya me dirás...
Sara Lovegood: Olass! Muchas gracias, me allegro que te guste. Christine nunca ha sido muy capaz de mantener sus barreras de frialdad delante de Remus. No, desde pequeña con Remus siempre ha sido ella misma. Sería muy bonito pedir que Hermione hiciera la poción, pero te olvidas de algo. Incluso siendo Harry, él tiene muchos más conocimientos que nadie sobre pociones y sobre todo, excepto quizás Snape o Ian. Snape es la persona más indicada del mundo para fabricar esa poción, quizás la única, porque ni siquiera existe, es una variante de la original. En fin, nada más, ajjaja, espero que te vaya bien el trabajo del cole. Besos!
Usagi-Chan: Olass! Pues no era nada corto! Jajajaj. Sí, trataba básicamente de Christine y Remus, pero era necesario. En fin, ya veremos que ocurre aquí...Saludos!
Alkas: Olasss! Jaja, después de la tensión acumulada en el capi anterior necesitaba un capi tranquilo. Es digamos la calma antes de la tormenta, porque los 4 capis finales son tormentas continuas. Sí, cierto, el diario se descubre, espero que te guste. La parte de Christine y Remus ha sido muy muy importante para el desarrollo del fict y eso de matarla...umm, ajaj, no sé, ya veremos.
Ad89: Gracias!
Lladruc: Olasss! Jajajaja, veus! No soc sempre tan cruel com penses. Tinc un cor saps? Ajajajajaj, encara que no ho semble. Separar a la Chris i al Remus era nomes per donarli a ella lincentiu per donar lultim pas. La Chris mai hauria estat amb el Remus si no hagues passat aixo. Ho necesitaven. Umm, si, aquet fict ja esta quasi a la fi. No se si podre escriure mes, la veritat. Pero ho intentare. Petons!
Aidee: Olass! Jajaja, gracias, grAcias, jajajaj. Ves? Si puedo escribir cosas bonitas si me lo propongo, ajajajaja, aunque me lo propongo muy poco. El padecimiento de Remus vale la pena por este momento, a que sí? Sólo he jugado las cartas oportunamente para que pudiera ocurrir. Hacerle sufrir? Umm, ajajaj, yo de ti compraría la empresa cleenex, porq lo cierto es que...mejor me callo. Umm, sí, espero que me vaya fenomenal en Barcelona, ajajaj, y sí, espero también no marcharme sin el fict terminado. Un beso!
Verónica: Olass! Jaja, bueno, puedo no darme prisa y no actualizar hasta dentro de mes o mes y medio, pero seria una pena romper el ritmo de la historia. Ummm, bueno, cada uno tiene su opinión, pero creo que mi nivel de escritura del ultimo momento juntos a este ha mejorado y este capítulo está mejor expresado. Me alegra que ya le hayas tomado cariño a Christine, es cuestión de conocerla, ajaja.
DeMalfoy: Olass! Gracias! Me alegro que te haya gustado el capi. Ya era hora de que afianzara la relación de Christine y Remus, jajaj. Umm...bueno, ya veremos qué ocurre con Ian. Espero poder acabar el fict a tiempo antes de marcharme, lo intentaré. No, lo de marcharme a Barcelona no afectará a Herencia...mucho, ajajja, es decir, afectará, pero no mucho porque he estado haciendo deberes y adelantando mucho mi parte. Así que na, ah sí, q no se me olvide otra vez, la pagina es Harry Argentino. Dew!
Jan Black: Olasss! Muchas gracias, me halagan tus palabras. Me alegro mucho que te guste mi manera de escribir. Y sí, es verdad, el fict tiene q llegar a su fin, es lo q toca. Espero subir estos últimos capis muy deprisa y prometo que habrá alguna escena Harry y Ginny. Saludos!
Veruka: Olass! Jaja, sí, este capi era exclusivamente para Lupin y Christine, se lo merecían después de todo lo que han pasado. Es la calma antes de la tormenta. Bueno, a partir de ahora vas a encontrar Harry hasta en la sopa, ajajaja y mucha mucha intriga. Espero que estés preparada para recibir el final, porque no quisiera amenazas de muerte, que sé que las habrán, ajaajaj. Es verdad, el viaje a Barcelona se me hecha encima y estoy escribiendo a la velocidad de la luz, asihhh, ajjajaj, cuanta presión, cuanta presión, menos mal que lo tengo todo ya pensadito. En fin, gracias por tu apoyo y a leer!
Luna-Nis: Olasss! Muchas gracias! Me alegro que te haya gustado el fict y que me hayas dejado un review. Bueno, no creas tampoco que dela pareja Harry y Ginny sea una fanática, simplemente creo que en los libros terminarán juntos. Tampoco me gustan las cosas muy melosas, bonitas sí, pero rozando la curislería no, aunque a veces también me dejo llevar por la emoción, ajajaja. Bueno, bueno, ya veremos si tiene un final trágico o no, quizás este capi te dé una idea.La muerte de Hagrid era necesaria, es una guerra y deben morir personajes y marcar a Harry, por eso elegí a Hagrid. Bueno, supongo que la venganza de Harry hacia Bellatrix o Peter es también algo personal, jajaja, lo reconozco. Suelo actualizar muy rápido y más ahora que el fict ya está al final. Sin contar éste, sólo quedan 3 capítulos. En fin, nada más, a disfrutrar!
CAPÍTULO 46: POR AQUEL A QUIEN AMAS.
Que Lord Voldemort era un hombre tenaz, no lo podía poner en duda. Cuando un objetivo se le cruzaba en la cabeza, no paraba hasta lograrlo. Y desgraciadamente, él era su objetivo y en más de un sentido del que el mago tenebroso se imaginaba.
Parecía que no darle tregua era parte de su estrategia, puesto que no hacía ni una semana que se había producido el ataque en el que ambos se vieron cara a cara(o eso creía el mago oscuro), por primera vez. Y ahora los gritos volvían a ponerle en sobre aviso, en aquella ocasión, utilizando un blanco mucho más lejano, un blanco imaginable.
Harry había oído hablar en sus clases de Historia de la Magia que Gales era el país con más nacidos de muggles del mundo y al parecer, aquel había sido el objetivo a escoger por el enemigo, como si destruyendo ese aval, lograra hacer entender al mundo, que no iba a perder.
Pero Harry estaba casi seguro de que, si Voldemort había realizado un ataque tan importante, era para atraerlo y tratar una vez más, de matarlo. No como niño-qué-vivió, sino como Salvador del mundo mágico. Y ese interés del hombre por acabar cuanto antes con su obstáculo, le producía una tremenda satisfacción y al mismo tiempo, un profundo temor.
Temía ahora cada batalla. Había visto los ojos de Christine al encontrarse de frente con Lord Voldemort y sabía que ella no dudaría en realizar su sacrificio en breve y la poción que Harry le había pedido a Snape, todavía no estaba lista. Aunque, para su suerte, ya faltaba poco. Había logrado encontrar todos los dificultosos ingredientes que el profesor de Pociones le había pedido y ahora, todo era cuestión de tiempo...
Cerró los ojos, mientras sentía el frío golpearle en su rostro. Era de noche y bajo él se divisaban un grupo numeroso de luces. Era allí. También veía humo y algunas masas de fuego. Bruscamente, inclinó la moto hacia abajo y se preparó para el descenso. Iba a ser una noche muy larga...
Christine logró crear un campo de fuerza alrededor suyo y de Lupin, justo a tiempo. Ambos jadeaban. Llevaban un buen rato peleando, pero los enemigos parecían interminables y las víctimas también. El rayo rojo se estrelló en el pequeño escudo y se perdió entre chispas. Su enemigo encapuchado, apretó los dientes, pero antes de que pudiera volver a atacar, la mujer conjuró con la varita unos cuchillos, que se dirigieron directamente hacia él y se incrustaron en su piel.
-Gracias...- musitó Lupin y se secó el sudor de la frente con la manga.- Creía que esta no lo contábamos...- pero Christine no le prestaba atención. Estaba impactada por la imagen desoladora que tenía frente a ella. Era como estar metida dentro de una película de guerra de la edad media, en la que los cadáveres eran el suelo a pisar o una versión real del Señor de los Anillos.
Apretó los puños con rabia. Estaba muy cansada, pero no se iba a rendir tan fácilmente. Había cientos y cientos de enemigos. Voldemort se había esmerado en aquel ataque. Había puesto todo su empeño en reducir a cenizas el lugar. Y sabía de antemano, que la ciudad en la que se encontraban ellos no era la única de Gales que se estaba convirtiendo en ruinas y polvo, sino que las zonas más importantes de aquel país habían caído primero. El ejército de criaturas mágicas estaba dividido en todas las partes.
Christine nunca había visto tantos gigantes juntos. Concretamente, donde ella se hallaba peleando, había unos cuarenta y pisoteaban con tanta facilidad las viviendas y los parques, que bastaban unos minutos para hacer desaparecer una ciudad entera.
Pero lo peor no era eso. La profesora sabia que las casas y las zonas de ocio se podían reconstruir, pero no se podía resucitar a las victimas y el balance ya se había disparado de una manera tan real y tétrica, que la cuenta se había perdido. Más de un millón de personas habían perdido la vida y la noche, prometía muchas más.
Los muggles y los brujos que vivían entre ellos, abundaban. Pero los aurores no se habían quedado atrás. Si el propósito de Voldemort, en aquella ocasión, era la nada, lo estaba logrando con creces.
-¡Mamá¡Mamá!- Christine se giró en dirección a los gritos. Una niña de unos doce años y su hermana pequeña de tres o cuatro, trataban de despertar el cuerpo sin vida de su madre. A la profesora, le dio un vuelco el corazón y cada uno de sus músculos se paralizó al ver como un gigante se dirigía hacia ellas.
-"No, por favor" pensó, pero estaba demasiado lejos para tratar de impedirlo y demasiado paralizada como para pensar.
La mayor de las hermanas, restregándose los ojos que estaban cubiertos de lágrimas, se puso en pie, con una expresión de determinación en el rostro y sacó su varita mágica, colocándose enfrente de su hermana pequeña, para protegerla con su cuerpo.
-¡Aléjate!- le gritó a la gran criatura, que no parecía comprender nada, pero que se había puesto furiosa al contemplar la varita que temblaba en las manos de aquella niña. A los gigantes, no les gustaban las varitas, pero mucho menos, los magos que las empuñaban. Con gesto tosco, levantó un pie y la sombra cubrió a la valiente chica.- ¡Flipendo!- gritó en un intento de alejar al gigante de ella, pero el rayo anaranjado y débil que salió de su varita se estrelló en el pie de la criatura, produciéndole un suave cosquilleo.
-¡Meigan!- aquello fue lo último que escuchó Christine antes de ver como, literalmente, el pie del gigante aplastaba a la niña de doce años y su hermana pequeña lo veía horrorizada.
Entonces, de la nada aparecieron siete aurores y dispararon hechizos aturdidores contra el gigante, que rebotaban en su cuerpo y no le causaban más que una simple molestia, pero al menos, les dio tiempo para que uno de los hombres tomara en brazos a la pequeña llorosa y la pusiera a salvo. Sin embargo, Christine sabía que aquella imagen nunca se borraría de la memoria de la niña y que muy difícilmente, se recuperaría de aquel shock.
-¡Christine, cuidado!- la mujer se dio la vuelta y sintió como unos brazos se abrazaban a ella y un cuerpo se retorcía de dolor.
Levantó la cabeza y vio como Lupin resbalaba hasta el suelo, soltando su agarre y con una expresión de sufrimiento en la rostro.
-¡Remus!- la profesora lo sostuvo a tiempo de que se golpeara en el asfalto, mirando con odio contenido al causante de haberle hecho daño al hombre que amaba, que se había interpuesto entre el rayo y ella, para salvarla.
Uno de los mortífagos sonrió con malicia y volvió a levantar la varita, con intención de causar más daño, pero en aquella ocasión, sintió una quemazón por todo su vientre y al momento la vida se le apagó. Una bola de energía había impactado en él y lo último que vio el muchacho antes de desvanecerse fueron los vengativos ojos azules de Christine.- ¿Estás bien, Remus?- preguntó la profesora, bastante preocupada y agachándose a su lado, acariciándole el rostro.
-No te preocupes...- masculló Lupin, apretando los dientes y con gran esfuerzo se puso en pie, ayudado por ella.- Tenemos que continuar...
Harry volvió a empuñar su espada, realizando un magistral giro e introduciéndola en el corazón de otro de sus enemigos. El fuego de la batalla lo atraía, lo animaba, lo llenaba de un pleno deseo de ganar aquella guerra que se mostraba ante sus ojos.
Se secó el sudor de la frente y soltó un suspiro. Acababa de vencer a un sinfín de enemigos y aún le quedaban miles. Era impensable soltar su energía. El campo de batalla se extendía por todas las ciudades de aquel gran país y sospechaba que Voldemort se había vuelto loco y había lanzado todo su ejército a una batalla campal, una batalla, que iba a cobrarse la vida de la mayoría de los aurores y miembros de la Orden.
Pateó el suelo furioso. ¿Qué podía hacer? Nada más que seguir peleando. Con un ágil salto, evitó un rayo aturdidor y lo devolvió a su enemigo. Rápidamente, sintió como más hechizos se dirigían hacia él y tuvo que crear un escudo de fuerza, antes de estrellarse contra el suelo y rodar hasta un montón de escombros, donde se produjo una herida en el hombro. Sintió el calor abrasante de la sangre, resbalar por su piel rasgada.
-¡Joder!- exclamó antes de refugiarse detrás de la ruinas, para tomar algo de aire, recostando la espalda en la sucia pared de aquel barrio, ya destruido. Cerró un minuto los ojos, mientras se sujetaba con una mano la herida y analizaba sus posibilidades. No tenía mucho tiempo. El cielo nocturno estaba plagado de estrellas que centelleaban. Harry nunca había visto una luz tan brillante. Parecía que aquellas pequeñas concentraciones de energía hacían un llamamiento. Y entonces, cayó una estrella fugaz. El chico pidió un deseo y se levantó bruscamente del suelo, pues acababa de oír el llanto de un bebé.
Por alguna razón, ese niño le recordó a su otro yo, cuando Voldemort había tratado de asesinarlo, era un lamento tan similar...
Y lo vio. Un bulto, cubierto por una sábana blanca y abandonado en el frío asfalto, era quién producía tal escándalo. Pero eso no fue lo único que sus ojos alcanzaron a ver. Tres mortífagos rodeaban a la criatura, riéndose de la inocencia de aquel insignificante llanto, de lo desprotegido que se veía.
Harry entornó los ojos y el corazón se le llenó de emoción. Al lado, junto al pequeño, estaban los cuerpos de dos personas. No tuvo que pensar mucho para imaginar quiénes eran. La mujer, de cabellos pelirrojos, aún mantenía una mano sobre el bulto que era su hijo, tratando de protegerlo y el padre, había sido el primero en morir.
La escena se le hizo tan familiar que Harry tuvo ganas de gritar y llorar, pero contra pronósticos, sacó su espada de la vaina y dio unos pasos al frente. Aquellos hombres ya habían levantado las varitas para terminar la faena.
El arma, que una vez empuñó Godric Gryffindor, brilló a la luz de la luna.
Los destellos y la expresión de furia en el rostro de aquel hombre llegaron hasta los mortífagos, causándoles una sensación de terror, de pánico, que jamás antes habían experimentado, ni siquiera, ante los mismos ojos de su señor.
El Salvador blandió su preciado tesoro y un segundo antes de que la maldición asesina impactara sobre el cuerpo del bebé, el vasallo del Señor Tenebroso ya la tenía incrustada en la boca de su estómago. Los otros dos, sólo pudieron ver como una bocanada de sangre resbalaba por los labios morados de su compañero y como éste caía al suelo, con aplomo.
-¡Avada Kedavra!- gritó uno de los dos, en un intento desesperado por derrotar a aquel individuo. Pero Harry, movió su espada, en círculos, a tal velocidad, que la maldición rebotó en ella y se perdió en una voluta de humo.
-Nunca más...- susurró el muchacho con una voz terriblemente gélida-...volveréis a burlaros de una tragedia ajena... -el llanto del bebé todavía podía resonar entre los puntos cardinales de aquella zona.- nunca más...volveréis a ser el factor que la provoque...- los dos mortífagos dieron un paso atrás mientras veían, aterrados, como aquel hombre se iba acercando a paso lento.- en esta ocasión...seré yo el que ría...- ni siquiera les dio tiempo a reaccionar. Dos luces cegadoras de un intenso color verde, impactaron en sus cuerpos y un segundo después, ambos caían en el profundo sueño que era la muerte.
Harry suspiró y relajó los músculos. Se había dejado llevar por las emociones y sabía que aquello siempre representaba un peligro inminente. Volvió a guardar la espada detrás de su espalda y se acercó al pequeño bulto. La sábana blanca tapaba la cabeza de la criatura.
El Salvador se arrodilló y la destapó con su suavidad, tomando después, al bebé entre sus brazos. Sintió una sensación reconfortante, tal vez, porque seguía observando, lacónicamente, los cuerpos sin vida de los padres y comprobaba, una vez más, como un nuevo niño viviría bajo esa misma situación. Aquel bebé parecía tener más o menos un año, la misma edad,con la que él perdió a los suyos.
Para su sorpresa, al estar entre sus brazos, el niño dejó de llorar y abrió los ojos. Brillaron dos iris azuladas y profundas, de un color singular y hermoso. Algo tan precioso no merecía el castigo que el destino le había deparado.
De pronto, se escuchó una explosión e instintivamente, Harry se agachó, para proteger al niño que llevaba en brazos y que le recordaba tanto a sí mismo. Los gigantes continuaban haciendo de las suyas. Los gritos no cesaban y el muchacho podía sentir el dolor ajeno. Escuchó un chasquido y segundos después, Christine se apareció a su lado.
-¡Harry, tenemos que hacer algo!- exclamó sin reparar en el bulto que su alumno cargaba.- Uniremos nuestras fuerzas para derrotar al enemigo.
-¡Imposible!- gruñó el muchacho.- Chris¡Es un país entero!
-No hará falta tanto.- explicó la profesora, que parecía muy nerviosa y no cesaba de mirar a ambos lados, empuñando su espada. En ese momento, cuando la luz de las estrellas se intensificó, Harry vio brillar un anillo de oro en el dedo, una reliquia, que no le había visto antes. Interiormente, sonrió.- Parece ser que en otras áreas han podido repeler bastante bien el ataque. Pero esta ciudad es distinta, en donde está el bloque masivo del movimiento mortífago.
-¿Qué sugieres?- preguntó el muchacho, sujetando al bebé, que ahora permanecía callado y en silencio, con una sola mano. Christine entornó los ojos y lo taladró con la mirada.
-Soltemos parte de nuestro poder.- Harry vio su determinación y asintió con pesar. Sabía que aquello les desgastaría muchísimo, pero no tenían otra elección y la energía de dos arcángeles unidos era inmensa. Asintió, igual de decidido y se acercó a su profesora, que por primera vez, echó un vistazo al bulto que el muchacho cargaba; pero no tenía tiempo para preguntar lo que había ocurrido.
Levantó ambos brazos y Harry hizo lo propio con uno solo y ambos cerraron los ojos.- Recuerda que sólo debes utilizar una parte de poder...de lo contrario podríamos morir...
-Está bien.- La luz iluminó sus cuerpos y en seguida notaron con una fuerza descomunal, se extendía alrededor de los dos, un poder, que hasta entonces habían creído inimaginable. Y la oleada saltó en extensión, cubriendo cada palmo de terreno, cada hectárea, matando o sumiendo en la inconsciencia a cada enemigo. Todo el mundo sintió la magia embriagando la ciudad, todo el mundo pudo comprobar el poder que emanaba de aquellos dos arcángeles. El tintero del despacho de Dumbledore se volcó y la copa de vino tinto, que Voldemort sostenía entre sus manos, estalló en mil pedazos y ambos magos, considerados los mejores de su época, pudieron sentir el atisbo de energía que dio la victoria al bando de la luz.
Harry bajó el brazo y no pudo más que sonreír. Habían salido airosos de la única situación en la que no había sabido qué hacer. Se dio la vuelta para felicitar a Christine, cuando la vio en el suelo arrodillada, jadeando y sujetándose el pecho con una mano temblorosa, mientras su rostro mostraba una mueca de dolor. Iba a acercarse a ella para ayudarla, cuando escuchó un segundo chasquido y Lupin apareció enfrente suyo.
-¡Chris!- gritó asustado, agachándose a su lado y sosteniéndola entre sus brazos, para evitar que ella cayera al suelo.- ¡Chris resiste, por favor!- Harry, que hasta ahora no había considerado la posibilidad de que su profesora se sintiera débil y hubiese abusado de sus fuerzas, se acercó hacia ellos, sintiendo una punzada de remordimientos. También estaba cansado, pero estaba claro que Christine se la había jugado y había realizado el mayor esfuerzo.
Lupin lo miró y pese a que se extrañó de que El salvador cargara un bebé en sus brazos, se concentró en la mujer. Harry extendió su mano libre sobre el cuerpo de la profesora y dejó escapar pequeños destellos de luz.
Estuvo así durante un buen rato, sintiendo como sus fuerzas también comenzaban a mermar, pero al final, logró su propósito. Christine abrió los ojos y Lupin se abrazó a ella con desesperación.
Sonriendo y pensando que era mucho mejor dejarlos solos, se alejó unos pasos, hacia la zona donde estaban apareciendo reporteros, mediamagos y funcionarios del ministerio, para ayudar en todo lo posible a los aurores.
-¡Por favor, ayuda!- una voz se le hizo tremendamente familiar. Vio como unos hombres se acercaban hacia donde yacía un muchacho joven, vestido con una túnica roja y que pertenecía claramente a la Alianza. Un nudo se le colocó a la altura del estómago al reconocer el perfectamente retallado, pelirrojo cabello de Percy y sus ojos cerrados detrás de unas gafas de alambre. La voz pertenecía al señor Weasley.
Inmediatamente, el hermano de su mejor amigo recibió asistencia, ayudado por su destrozado padre. Harry trató de concentrarse y respiró aliviado al sentir bastante energía en el cuerpo de Percy, eso quería decir que habían llegado a tiempo. Recodaba perfectamente haberle preguntado a Ginny por él y cómo ninguno de los Weasley sabía exactamente a qué se dedicaba. Bien, la respuesta estaba ante sus ojos. Percy, seguramente muy arrepentido de su comportamiento durante el último año, había querido enmendar el daño uniéndose a una fuerza de defensa contra Voldemort y esa fuerza, había sido la Alianza. Se alegró interiormente por toda la familia. Seguro que tanto Ron, Ginny, como la señora Weasley, iban a estar orgullosos de él.
-Señor...¿le puedo ayudar? Parece cansado...- Harry observó al medimago que estaba frente a él y asintió con pesadez.
-Puede cuidar de él... -respondió, depositando al bebé, que había permanecido callado desde que lo había tomado en brazos; en los del hombre.
-¿Señor?- el medimago parecía confuso. El bebé que le había entregado el Salvador parecía intacto, pese a que poseía alguna rascadura en la cara.
-Sus padres han muerto...- explicó Harry sintiendo una opresión en el pecho, como si explicase su propia historia.- Creo que haría bien en buscar al resto de su familia...- y sin ofrecer más explicación, se dejó iluminar por el poder que emanaba su propio cuerpo y desapareció del lugar de la tragedia, dejando al medimago entre los cadáveres de miles de personas y con la desazón de saber, que el hospital tendría que dar la mala noticia a los familiares de aquella pequeña criatura.
Llevaba muchos días pensando en cuando se produciría esa visita y si tendría el valor de cumplir la promesa a la que se comprometió. El brebaje que apretaba debajo de las sábanas era lo suficientemente peligroso como para perturbar su sueño.
Por más que le diera vueltas a la cabeza no encontraba un significado convincente, para ponerlo en manos del hijo de James Potter, por muy Salvador que éste fuera. Le asustaba el comportamiento irreflexivo que podía tener un estudiante de dieciséis años y sin embargo, había demostrado ser mucho más que eso, aunque antes se ahorcaría con una cuerda, que admitirlo. Extrajo el pequeño frasco y lo levantó para que la luz del sol lo bañara. Un líquido azabache y espeso, brilló a contraluz. Parecía algo insignificante, no obstante, la preparación había requerido de toda su atención y sus conocimientos. Potter había cumplido su parte del acuerdo y le había proporcionado unos ingredientes que ni en sus más bellos sueños habría podido encontrar en tan poco tiempo.
-Veo...que ha hecho un buen trabajo...- la voz tan fría de una sombra, caminando desde cerca de la puerta, casi hizo que Snape soltara la poción de las manos y ésta cayera al suelo. Un hombre, vestido totalmente de negro y con la cabeza tapada por una capucha, se presentó ante él.- Le estaré eternamente agradecido...- susurró tendiendo la mano para que el profesor le entregara el brebaje, sin embargo, no lo hizo.
-¿Para qué la quieres, Potter?- preguntó con una voz distante, en un susurro, entornando muy bien los ojos para comprobar la reacción que se producía en el rostro de su joven alumno. Sin embargo, la expresión de Harry era indescriptible.
-Ya le dije que eso no era asunto suyo...- con un ágil movimiento, el muchacho se la arrebató, sin que Snape pudiera casi percibir movimiento y quedara realmente sorprendido por la rapidez del chico.- Espero que se recupere pronto, profesor...-continuó Harry, dándole la espalda y caminando hacia la puerta.- Nos veremos...- el muchacho desapareció en su habitual resplandor de luz cálida. Snape se quedó allí, solo, todavía con las dudas y la preocupación latente en su rostro y con la vaga sensación de que Potter, se estaba despidiendo.
Hogwarts era un auténtico revuelo. La semana de exámenes había llegado por fin y todos los alumnos se habían sumido en un frenetismo caótico. Pero, sin lugar a dudas, quienes más nerviosos estaban, eran los estudiantes que pertenecían a los cursos de quinto y séptimo, que realizarían los TIMOS y EXTASIS, respectivamente.
Tanta conmoción causaba aquella semana, que hasta la guerra parecía pertenecer a otro mundo, más allá de los muros del colegio. Los diarios del Profeta, que seguían portando las lechuzas negras, quedaban abandonados en las mesas del Gran Comedor, sin que nadie se interesara por las muertes del último ataque o de mirar las listas de muertos que cada día se publicaban en una sección especial.
Ginny y Luna, que aquel año realizaban los TIMOS, habían quedado todas las noches del último mes, en la biblioteca, para repasar la materia que entraría en sus exámenes. Afortunadamente, Hermione había sido solidaria con ellas y les había prestado sus apuntes del curso pasado, donde se explicaba todo a la perfección.
Aunque ni ella, ni Harry, ni Ron, parecían mucho más aliviados de tener sus propios exámenes. Si no aprobaban las asignaturas no podrían cursarlas en el último curso y eso acabaría con sus aspiraciones. Seamus y Dean no estaban mejor, ellos habían decidido dedicarse a la medimagia, pero para ello tendrían que aprobar sus EXTASIS de Pociones, o lo que era similar, de Remedios Curativos, que era el complemento de dicha asignatura y que llevaban estudiando todo el año. Así que solían ocupar la chimenea de la Sala común para realizar los más complicados brebajes y no dejaban que ningún otro estudiante los interrumpiera. El caso de Neville era muy parecido al de Harry y Ron. Ambos parecían haber hecho una tregua durante ese tiempo en que estaban estudiando como descosidos e incluso se habían permitido el lujo de estudiar con los mismos apuntes. Harry hacía todo lo posible por ayudar a Neville, que se le veían mucho más animado desde la muerte de Bellatrix Lestrange y el cual había mejorado considerablemente durante aquel curso. Quizás era porque utilizaba su propia varita y no la vieja de su padre, que había acabado rota en el Departamento de Misterios, pero los calderos de Nevilla ya no explotaban, los objetos que transformaba cada vez cobraban una forma más perfecta y se había convertido en un experto de la Defensa Contra Las Artes Oscuras y la Herbología. Como ni Harry ni Ron eran muy dados a ésta última asignatura, el chico les ayudaba amablemente, mientras que ellos se esforzaban en que su amigo, que era un desastre en Encantamientos, tuviera los conocimientos suficientes para aprobar su examen.
Pero Harry también había sacado tiempo para ayudar a Ginny. Quizás era, que a medida que pasaba el tiempo sospechaba que se acercaba el final, o que la Poción que Snape había fabricado permanecía intacta en su bolsillo, o que simplemente, no podía estar a más de dos metros de la chica; el caso es que deseaba permanecer lo más próximo posible a Ginny, temiendo levantarse un día y ser el último que escuchara su voz o viera su sonrisa, así que ambos se tiraban horas y horas tumbados sobre la alfombra de las habitaciones de sexto curso, repasando Encantamientos, Pociones, Cuidado de Criaturas Mágicas o cualquier asignatura que les otorgara un poco de tiempo juntos.
El lunes, primer día de exámenes, Ginny corrió hasta donde Harry, Ron y Hermione, esperaban para hacer su prueba de Historia de la Magi; balanceando sobre sus manos una carta de su madre. Cuando los chicos la leyeron, se quedaron bastante asombrados. La señora Weasley parecía haber tenido una lucha interior entre revelar información o no, pero estaba visto que no había podido resistirse a dar la gran noticia de que Percy había aparecido y que al parecer, se había dedicado a ayudar a los aurores del ministerio, formando parte de un grupo de defensa, cuyo nombre no se mencionaba en la carta. El tercer hijo de los Weasley estaba en san Mungo, pero en un días podría salir de allí y hacer vida normal. La carta también decía que se había reconciliado con sus padres y les había pedido perdón.
Harry entró al aula de Binns con una sensación de triunfo en el cuerpo. Por fin un poco de alegría. Se sentó en una de las primeras mesas, algo separado de sus dos amigos, que un arrebato se habían abrazado entusiasmados y se dispuso a narrar la intervención de los vampiros en la segunda guerra mundial.
El martes tuvieron el examen de Transformaciones teórico por la mañana y práctico por la tarde. Harry y Hermione salieron muy contentos, ambos habían realizado a la perfección sus transformaciones y contestado a todas las preguntas del pergamino y si mucho no se equivocaban, habían sacado un "Extraordinario". Ron tampoco lo hizo mal y Harry tuvo la certeza de que su amigo había aprobado con creces aquella asignatura, lo que suponía que había dado un paso para sus aspiraciones como auror y se alegraba enormemente por ello.
El miércoles les tocó el turno de Encantamientos y Astronomía. Salvó Hermione, ni Harry, ni Ron, ni Neville, ni nadie, logró recordar todas las lunas de Saturno y Neptuno y no esperaban una gran nota, pero el otro examen de la mañana les había ido muy bien, incluido Neville, que tras tener la certeza de que Transformaciones lo había aprobado, había recobrado fuerzas y tenía grandes aspiraciones para el examen de Remedios Curativos. Aquella noche, todo Gryffindor se encontraba repasando Herbología y Cuidado de Criaturas Mágicas, que serían los exámenes que tendrían al día siguiente.
Ginny entró por el retrato de la Dama Gorda con una alegría insólita y se dejó caer en uno de los pesados sillones, donde sus amigos estaban estudiando.
-¿Qué ocurre?- Preguntó Harry asomando una sonrisa al ver ese brillo en sus preciosos ojos castaños.
-Que acabo de hacer el mejor examen de Pociones de mi vida y creo que el profesor Lewis se ha quedado asombrado...- soltó una risita y se tapó la boca con una mano.- Tendríais que haber visto su cara cuando realicé a la perfección la poción de la verdad y el examinador empezó a alabar mi trabajo...creo que no le caigo muy bien...- Harry soltó un bufido, pero no comentó nada. No le gustaba un pelo como el sustituto de Pociones miraba a Ginny y a Hermione. Lo había pillado en más de una ocasión con un brillo en los ojos que no le agradaba en absoluto. Y además, estaba el hecho de que ese idiota seguía rondando a Christine allá a donde iba. Sonrió con su pensamiento. Sabía que por mucho que Ian se esforzará en perseguir a su profesora, ésta ya parecía haber elegido su camino, aunque ella todavía no lo sabía.
-¿Sigue todavía la profesora Marchbanks de examinadora?- preguntó para alejar los pensamientos de su cabeza...
Gracias a la ayuda de Neville, Ron y Harry salieron eufóricos de su examen de Herbología. La profesora Sprout parecía muy complacida de que aquel año, sus alumnos se mostraran mucho más atentos y estudiosos, probablemente, producto de la guerra. Ni siquiera Hermione pudo superar a Neville, que fue el que más pus de tubércula venenosa logró extraer de la planta. No tan bien les salió el examen de la Cuidado de Criaturas Mágicas. Harry sintió un peso en el estómago al no encontrar a Hagrid y se equivocó dos veces en diferenciar la comida de su "fairie", lo que se ganó la mirada de disgusto de la profesora Grubbly-Plank.
Los últimos exámenes para Harry eran Pociones y Estudios Muggles, para Hermione Pociones y Aritmacia y para Ron Remedios Curativos y Estudios Muggles. Los chicos estaban bastante cansados de toda la semana y apenas habían repasado las últimas asignaturas.
Harry entró en las mazmorras pensando en que si a Ginny le salía decentemente su último examen, probablemente, sus TIMOS serían de los mejores de su curso. Y se alegraba de saber que él la había ayudado. No tenía ninguna gana de realizar el examen de Pociones, aunque sabía de antemano que no tendría dificultad; por no observar la cara del profesor Lewis. Las últimas clases habían estado llenas de ironías y de burlas. Harry se había reído todo el tiempo del profesor, pero éste se había encargado de borrarle la sonrisa de la cara, restándole a Gryffindor infinidad de puntos.
Se dejó caer con aplomo en uno de los pupitres y colocó su caldero de petra encima de la mesa. Suspirando, observó la pizarra y leyó con atención la poción que tendrían que realizar. Se quedó de piedra. Miró a su profesor, que a su vez lo miró a él y sonrió maliciosamente. Aquella poción era uno de los venenos más potentes que existían, que causaba una muerte dolorosa a aquel que la ingería y no solo eso. Muchas brujas, consiguiendo un derivado con un ingrediente muy difícil de encontrar y que estaba en el mercado de magia negra; la utilizaban para abortar.
Con una mueca de asco patente en el rostro, Harry prendió fuego a su caldero y se dispuso a realizar la complicada Poción. Vio a Hermione, que había fruncido el ceño, con una expresión de incredulidad y de preocupación. Ese veneno era demasiado avanzado para el curso en el que estaban. Sólo los alumnos de séptimo tendrían una posibilidad de realizarlo a la perfección. Era verdad que Snape lo había nombrado en más de una ocasión en su clase, pero nunca se le habría pasado por la cabeza ponerlo en un examen, era evidente, que Ian no tenía la misma opinión. Sin embargo, cuando Harry miró hacia atrás, donde estaban Blaise Zabini y Draco Malfoy, no vio ningún signo visible de preocupación, como si ellos ya se lo esperaran. No supo porqué, pero cuando su mirada y la de los Slytherins se cruzaron, sintió un escalofrío en el cuerpo, como un mal presentimiento. Algo malo estaba a punto de suceder, lo notaba, la pregunta era...¿el qué?.
Pero no tuvo tiempo de responderla mentalmente, la poción de su caldero bullía con demasiada fuerza, se apresuró a bajar la intensidad de las llamas con su varita y a concentrarse en el trabajo. Ya pensaría más tarde en aquella extraña sensación.
Dos horas después, Harry dejaba un frasco con un líquido verde y viscoso, sobre la mesa del profesor. El chico le sonrió con autosuficiencia, pese a la dificultad del brebaje, sabía que lo había hecho todo perfecto y que el maestro no tendría más remedio que ponerle un "Extraordinario", pero, una vez más, Ian no parecía en absoluto enfadado o preocupado, sino más bien...satisfecho, demasiado...contento.
-Espero por su bien, señor Potter- susurró el odiado sustituto.- que las pociones se le den mucho mejor que los comentarios sarcásticos... -Harry, que ya había depositado su frasco de Poción en la mesa y se había girado para marcharse, se detuvo en el resquicio de la puerta, sonriendo con arrogancia.
-Lo lamento, pero nada se me da mejor que la ironía...profesor...
-Una lástima...una verdadera lástima, Potter...perro ladrador...poco mordedor y de perros tú sabes mucho...- probablemente, si Harry hubiese escuchado aquel último comentario se lo habría tomado mucho más a pecho y habría sospechado, pero desgraciadamente, ya había salido por el marco de la puerta, en dirección a su último examen.
Se escuchó una especie de fogonazo por el Gran Comedor y Albus Dumbledore se levantó bruscamente de la mesa de profesores. Los demás adultos lo miraron extrañados. Bastó una mirada significativa hacia dos de ellos, para que se pusieran en pie también y se apresuraran a seguirlo en dirección a su despacho.
Los alumnos, que salían de sus respectivos exámenes, pudieron captar al vuelo las fugaces explicaciones que el director les daba a las profesoras de Transformaciones y Defensa Contra Las Artes Oscuras. Palabras como "Ataque" o "Ministerio de Magia", llegaron a sus oídos.
Pronto, el rumor fue pasando de unos a otros, extendiéndose como una sábana blanca, inundando de terror los rostros de cada uno de los alumnos de Hogwarts. Si Lord Voldemort había decidido atacar el Ministerio, entonces ninguno dudaba que acabaría haciéndose con él y eso sólo significaba una cosa: estaban a escasos minutos de perder la guerra.
Entró con sigilo. No había nadie en la habitación, lo cual resultaba perfecto. No tenían mucho tiempo y sabía, que únicamente poseía una oportunidad. Sabía donde estaba y había llegado la hora de revelar aquel terrible secreto, secreto, del que él mismo se sorprendió. ¿Por qué Harry Potter había escrito una despedida¿Acaso ya daba la guerra por perdida, su vida? No le cabía en la cabeza, que un mago tan poderoso con el niño-qué-vivió, hubiese desechado cualquier oportunidad de ganar, pese a su rival fuera Lord Voldemort. Si era así, estaba decepcionado. Se esperaba mucho más.
Llegó hasta los pies de la cama y allí vio el baúl. Tenía que darse prisa, podía escuchar, fuera de la sala común, los gritos de los demás estudiantes. Se había producido un ataque en el Ministerio de Magia, el mago tenebroso, al fin, había decidido dar el golpe final. Con el Ministerio en su poder, la comunidad mágica estaba perdida.
El baúl estaba cerrado, lo cual ya suponía. Sacó la varita de la túnica y conjuró unas palabras in entendibles. Se escuchó un "clic" y la tapa del pesado baúl se abrió. El muchacho rebuscó entre las múltiples cosas y al final encontró lo que buscaba. Tomó con cuidado el diario entre sus manos y salió corriendo rumbo a las escaleras, cuidándose de no tropezar con su túnica de los colores escarlata de Gryffindor. Tenía que advertir de ello. Era...el momento...
Ginny estaba abrazada a Hermione y ambas saltaban de alegría, bajo la mirada orgullosa de Ron. Habían terminado los exámenes, eran libres y ahora debían disfrutar de esos días que les quedaban de libertad, antes de las vacaciones de verano. Estaban seguros de que les había ido estupendamente, por lo tanto, los ansiados sueños, en busca de las carreras que deseaban realizar al salir del colegio, estaban mucho más cerca. Tanto...que podían acariciarlos.
-¡Ha sido fantástico¡fantástico¡El profesor Tofty me ha dicho que sólo había visto a Harry hacer un Patronus tan bueno como el mío¿No es magnífico¡Seguro que he sacado un Extraordinario y todo se lo debo a Harry¡Tengo que agradecérselo!- Ginny estaba pletórica. No podía evitar sentirse en ese estado de ensoñación, no había nada que pudiese apagar ese fuego que salía de sus ojos. Se sentía feliz, tal y como Harry había dicho que debían sentirse, aprovechando cada instante como si fuera el último, viviendo esos momentos estudiantiles, que no regresarían.
-Baja de las nubes.- sonrió Hermione dándole un beso en la mejilla a su amiga y muy contenta de que todo hubiera salido tan bien. La verdad es que ella también estaba feliz, creía haber realizado unos buenísimos exámenes y ninguna de las dos imaginaba, lo que estaba a punto de avecinarse.
-Harry estaba terminando el examen de Estudios Muggles, Ginny.- intervino Ron. Pese a que aún le costaba hablar de su ex mejor amigo sin mostrar una rabia innecesaria, no podía evitar sentirse agradecido por que éste hubiese ayudado a su hermana y a él mismo. Tal vez, había sido demasiado injusto...
Ginny soltó un suspiro de resignación. Se moría por abrazar a Harry, por darle un beso en la mejilla y decirle simplemente "gracias", aunque, evidentemente, eran muchas más las cosas que deseaba confesarle. Se dejó caer a la sombra de un árbol, seguida por su amiga y su hermano y notó un pinchazo en el pecho al pensar en que hacía mucho tiempo que no le decía a Harry, "te quiero". De pronto, sintió una necesidad enorme de confesárselo, como si de ello le fuera la vida y un mal presentimiento le asoló. No comentó nada, pero se colocó una mano a la altura del corazón. Seguro que eran tonterías suyas, no había nada que pudiera salir mal en aquellos instantes¿verdad? Habían terminado los exámenes y pronto lo celebrarían en la sala común. ¿Pero por qué Harry no salía del examen¿Por qué tardaba tanto? Se mordió una uña mientras jugaba a arrancar las malas hiervas del suelo. Estaba demasiado...perturbada...
-Vaya, vaya, pero si son los pobretones y la sangre sucia...- una voz que arrastraba las palabras los interrumpió de su tranquila charla. Instintivamente, los tres se pusieron en pie y encontraron a Malfoy, cruzado de brazos y con una sonrisa de autosuficiencia. Era extraño que se encontrara solo, sin sus dos gorilas guardaespaldas.- ¿Disfrutando del sol que anuncia el verano?
-Largo.- ordenó Ron de mal talante, colocándose por inercia, delante de las chicas. Pero si esperaba que Draco Malfoy se amilanara o soltase algún comentario despectivo, no lo hizo. El Slytherin parecía muy contento por algo, como si ya supiera, de antemano, que sus exámenes tenían todos la nota de "Extraordinario".
-Cuida tu lengua, Weasley pis.- susurró el muchacho. Su rostro estaba más pálido que nunca y resaltaba más su nariz puntiaguda.- Yo que tú iría pidiendo disculpas, porque muy pronto no vas a tener más remedio que obedecer a los que son dignos de llevar el nombre de "mago".
-¿De qué estás hablando?- le espetó Ginny mirándole de arriba abajo con asco. Ya había sacado su varita del bolsillo de la túnica, por si tenía que volver a lanzar el encantamiento de "moco de murciélago". Malfoy se giró hacia ella y se sonrió con malicia.
-Es una lástima, una verdadera lástima Weasley. ¿Ya le has dicho adiós a tu queridísimo Potter?- el corazón de Ginny dio un vuelco y palideció de golpe. ¿De qué estaba hablando Malfoy¿Qué sabía él de su relación con Harry¿Y por qué hablaba de despedirse? El Slytherin al ver su reacción, soltó una carcajada.- Lo suponía. Así que no sabes nada...
-Habla claramente o lárgate de aquí, Malfoy.- interrumpió Hermione bruscamente. También ella tenía un mal presentimiento y no le había gustado nada la forma de hablar de su enemigo.
-Os veo un tanto...sorprendidos...- Malfoy se descruzó de brazos y avanzó un paso hacia ellos. Instintivamente, Ron se aferró mucho más a su varita, pero el muchacho seguía sin sacarla del bolsillo.- ¿Creíais que el Señor Oscuro no iba a poner espías en este ridículo colegio?- pese a que la información no les extrañó, los chicos no pudieron evitar sentirse furiosos y preocupados ante esta confesión. ¿Pero por qué Malfoy se arriesgaba a confesarlo?- Os he estado vigilando muy de cerca...estúpidos y sé muy bien que entre tú- señaló a Ginny.- y el cabeza rajada de Potter ha habido mucho más que simple amistad...¿me equivoco?- Ginny no tuvo el valor de negarlo. Apretó los labios y se mordió la lengua con los dientes para matar la rabia que sentía en aquellos momentos y que pugnaba por salir.- Pero parece ser que alguien le ha fallado a Potter¿no es cierto?- Malfoy clavó la mirada en Ron y éste se estremeció.- Una lástima que tus comentarios, Weasley vayan a llevar a Potter a la muerte...
-¡De qué estás hablando?- Ron no pudo evitar levantar la varita y apuntar directamente a los ojos grises de Malfoy, cubiertos de cinismo. Una culpabilidad enorme asoló su cuerpo. ¿Era posible que sus comentarios hubiesen llevado a Harry a realizar una locura? Pero aquello carecía de sentido. Precisamente ahora, Harry y él se llevaban mejor¿por qué¿Por qué su mejor amigo iba a hacer caso de sus comentarios¿Tanto los había tomado en serio? Y como si de un puñal se trataran, las palabras de Hermione se clavaron en todo su ser, perforando su alma, mermando su espíritu, reconociendo, que había cometido un grave error y que, una vez más, había defraudado a su amiga, cuando le prometió que iba a tratar de no discutir.
"-Pero si tú sigues provocándole, incitándole para que vaya a enfrentarse a Voldemort, al final irá, ya sabes como es Harry y si va...morirá.- esas palabras parecieron abrir una brecha en Ron, porque se mordió el labio inferior y se quedó callado.- Por favor-rogó la chica.- No sigas, no le digas nada más, mira, si no quieres hacer las paces, simplemente ignórale...pero no le obligues a cometer una locura..."
Ron bajó la varita, con una mano temblorosa y miró a Malfoy. El chico había vuelto a comenzar a reír. Hermione, cuyos ojos amenazaban con derrumbarse, dio un paso al frente y agarró al Slytherin de las solapas.
-¿Qué le ha pasado?- rugió mientras la primera lágrimas resbalaba por sus mejillas.- ¡Qué le ha pasado a Harry?- Malfoy borró la sonrisa de sus labios y miró a la chica un poco asustado, pero sin rebajar su arrogancia.
-Potter ha cometido el mismo error dos veces, aunque, en esta ocasión, se ha marchado voluntariamente.- una sonrisa cínica surcó sus labios.- Se ha enterado de que el Señor Oscuro ha decidido apoderarse del Ministerio de Magia y se ha pirado a detenerle...¡Como si fuera capaz!- Hermione soltó a Malfoy y retrocedió un par de pasos negando con la cabeza.
-¡Mientes!- Ginny era la única que seguía manteniendo la varita alzada, con la mano firme y los ojos llorosos.- ¡Harry no pondría su vida en peligro!
-¡Oh, sí, sí lo haría!- Malfoy se dio la vuelta para marcharse.- Gracias a Weasley.- Ron, que mantenía la cabeza gacha, la levantó de sopetón.- ¿Qué dices en tu defensa, Weasley pis¿No pusiste a todo Gryffindor en contra de Potter? En cuanto Finnigan y Thomas se han enterado del ataque han arremetido contra Potter y le han recriminado que todo esto era por su culpa.- aguardó unos segundos, sonriendo con satisfacción, al ver como sus palabras causaban el efecto esperado. -Y Potter se ha visto en la obligación de ir a cumplir la Profecía...
-¿Por qué ibas a contarnos esto?- bramó Hermione astutamente, temblando de ira. Malfoy, sin darse la vuelta, cerró los ojos y volvió a sonreír.
-Porque quería ser el primero en ver vuestra estúpida cara al enteraros...- y con esas últimas palabras se alejó de allí, con paso rápido. Ahora tenía que efectuar la tercera parte de su plan. La primera y la segunda ya estaban cumplidas. Dentro de poco, el Señor Oscuro dominaría por fin el mundo mágico y él y su padre encabezarían esos pocos elegidos que estuvieran a su derecha.
Harry salió de su examen de Estudios Muggles prácticamente el último. Se había retrasado bastante, pero estaba convencido de que su concentración, daría los frutos esperados. Se había propuesto sacar las mejores notas posibles y lo iba a lograr. Sirius estaría orgulloso de él cuando se reencontraran.
Sabía que su padre y su padrino habían sido los mejores estudiantes del colegio y él no se iba a quedar atrás. Cerró la puerta con sigilo, después de haber depositado la hoja de examen sobre la mesa del profesor y comenzó a recontar, mentalmente, las preguntas que había respondido. Sonrió satisfecho. Creía haber destacado perfectamente la importancia de que los muggles utilizaran la electricidad y no había tenido ningún problema en explicar cómo se planificaba el gobierno y nombrar a todos los miembros de la familia real inglesa.
Pero, al caminar por los pasillos y olvidarse un poco de su examen, para disfrutar de la libertad que poseía ahora, se detuvo en seco.
Acababa de notar un fuerte dolor en su interior, un dolor atroz, que no provenía de si mismo. Tuvo que acercarse hasta la pared y apoyarse jadeando. Esta vez, el ataque era muy cerca, esta vez, Voldemort había soltado todo su poder y si mucho no se equivocaba, él se encontraba allí. Trató de concentrarse en las coordinadas del lugar, pero no pudo hacerlo.
El pasillo estaba repleto de estudiantes, de los cuales muchos, se le habían quedado mirando. Maldijo por lo bajo. No había tiempo, tenía que encontrar un lugar para concentrarse y desaparecerse, tenía que acudir a ayudar. Voldemort estaba allí.
Cerró los ojos y no pudo evitar reprimir una lágrima. Le hubiera gustado despedirse de Ginny, de Ron, de Hermione...pero era demasiado tarde. No había tiempo. Sonrió. Esperaba que Ginny pudiese encontrar el diario y que en él escribiera lo bien que le debían de haber ido los exámenes. Pese a la situación, forzó su mente a recordar los últimos días que habían estado estudiando. Ojalá, pensó, ojalá que hubiese podido probar sus labios por última vez.
Pero el tiempo...se había agotado. Apretó dos objetos que llevaba en el interior de la túnica. Ambos, igual de importantes y comenzó a correr por los pasillos.
Giró la esquina del cuarto piso, en dirección a las escaleras y entonces, unas figuras le bloquearon el paso. Harry reconoció en seguida a los estudiantes de la casa Slytherin. La pregunta era¿qué hacían allí y porqué sonreían?
-¡Está mintiendo!- Ginny se dejó caer al suelo y golpeó con un puño la hierva de los terrenos. Trataba con todas sus fuerzas de no llorar, pero se le hacía bastante difícil. Ahora, mirando hacia el castillo, podía ver el revuelo que se estaba formando. Habían oído como Colin Creevey les decía a Luna y a una chica de Hufflepuf que Dumbledore se había levantado bruscamente de su asiento, seguido por McGonagall y Christine y que había murmurado algo sobre un ataque masivo al Ministerio de Magia. Y ellos sabían, desde el momento en que Harry se había marchado, que Voldemort se encontraba allí. Su amigo debía haberlo notado por la cicatriz de su frente, igual que había notado que algo malo ocurría cuando Hagrid fue asesinado. Pero, en lo más profundo de su corazón, Ginny se negaba a creerlo.
-No puede ser...- murmuró Ron negando enérgicamente con la cabeza.- No lo haría...no se atrevería...yo...no pensé que...yo...- pero no lograba articular más de dos palabras seguidas. Estaba realmente conmocionado. Sentía que si algo malo le sucedía a Harry no iba a poder cargar con esa culpa el resto de su vida, que se consumiría como la llama de una vela. Él había sido el culpable, por él su mejor amigo debía de estar en las garras de su peor enemigo...y ahora, no había marcha atrás. Tratar de auto convencerse de que aquello no le importaba era pura hipocresía, porque en el fondo, siempre le había importado. Por muy impulsivo que hubiera sido, por muy duras que fueran las acusaciones que ejerciera sobre su mejor amigo, nunca llegaba a decirlo de corazón, siempre, algo dentro de él, pese a que había tratado de apagarlo, le advertía que se detuviera, que no siguiera mermando más el corazón de su amigo.
-¡Ron¡Ginny¡Hermione¡Tenéis que...¡Ha ocurrido algo terrible!- el trío levantó la cabeza. Neville se dirigía hacia ellos, corriendo como un descosido y agitando lo que Ginny reconoció de inmediato, como el diario que le había regalado a Harry por Navidad.
-¿Qué...qué ocurre?- logró titubear al ver como Neville se detenía delante de ellos y trataba inútilmente de aspirar un poco de aire.
-Es...Harry.- jadeó colocándose la mano libre en el pecho.- ¡Es horrible¡Realmente espantoso!
-¡Habla Neville!- gritó Ron tomando a su amigo por las solapas y con una mirada de furia que hizo que el chico se estremeciera. Aunque las chicas no estuvieran de acuerdo con la forma tan brusca con la que Ron estaba tratando al pobre Neville, que no se merecía algo así, no intervinieron. También ellas estaban exasperadas.
-Harry...se ha marchado...- musitó con una voz temblorosa y le entregó el diario a Ginny.- Creo que te ha dejado una despedida... -la chica lo cogió con suma suavidad, como si aquello se tratase del mayor de los tesoros y lo abrió donde ella misma había colocado una dedicatoria y donde ahora, escrito en el mismo verde esmeralda, había otra, con la inconfundible letra de Harry.- Ha estado escribiendo bastante en el diario...- prosiguió.- no lo he leído...pero llega hasta la mitad...
Se hizo el silencio, aguardando. Ron y Hermione se asomaron a leer también aquella despedida y Neville se mantuvo al margen, considerando que era un momento de intimidad, pese a que él había leído las palabras de Harry primero.
La primera frase rezaba:"Estaré muy lejos para cuando lo leas..."
-Dios mío...- murmuró Ginny mientras las lágrimas cubrían sus ojos y también los de Hermione.- No es posible...- levantó la cabeza de aquellas tormentosas palabras y miró a su mejor amiga.- Se va...a sacrificar...
-Pero...- Neville arrugó la frente y se acercó a Ginny para tratar de consolarla, pero en ese momento, la chica soltó un grito ahogado y echó a correr en dirección al bosque prohibido.
-¡Ginny no!- Ron y Hermione se dispusieron a seguirla y cuando Neville fue a hacer lo propio el pelirrojo le gritó:
-¡Neville¡Ve en busca de Dumbledore¡Encuéntralo¡Dile que Harry se ha marchado al Ministerio de Magia!
Harry miró las caras de los de Slytherin y no le gustó un pelo sus expresiones. Seguía teniendo ese latido molesto, de dolor, en su pecho y sabía, que la batalla había dado comienzo, cobrándose las primeras muertes."Y las últimas"", pensó.
Pero para ello, debía darse prisa. No podía perder ni un solo minuto con ellos y no entendía a qué habían venido.
Olvidándose de que taponaban el paso a la Gran Escalinata, Harry avanzó un par de pasos y trató de abrirse camino, pero la mano de Goyle se le colocó en el pecho y lo retiró hacia atrás.
-¿Se puede saber a qué jugáis?- espetó el muchacho, comenzando a enfadarse. Aquello no era un simple juego y si a esos tarados les apetecía tratar de arruinarle la felicidad por el fin de los exámenes, habían elegido un mal momento. Un segundo...¿se trataba solo de una casualidad?
-Tú no te mueves de aquí, Potter- ordenó un muchacho algo más alto que él. Harry le miró. Normalmente, Blaise Zabini nunca hablaba mucho y menos si no estaba en presencia de Malfoy. Lo buscó con la mirada, pero no lo encontró. Y el hecho de que Crabbe y Goyle sí que estuvieran le produjo un extraña sensación de perturbación. ¿Qué ocurría?
-¿Me lo vais a impedir vosotros?- ironizó, tratando de mantener la calma y la expresión severa y fría que había perdurado durante los últimos meses.
-Creo que es hora de que le ahorremos un trabajito al Señor Oscuro¿no te parece, Nott?
-Completamente de acuerdo, Pansy.- Harry alzó la ceja. Aquello, definitivamente, no era normal. ¿Por qué los hijos de los mortífagos se iban a arriesgar a confesar abiertamente su devoción por Lord Voldemort, posibilitando que un profesor estuviera cerca y los escuchase¿Por qué ese riesgo de atacar a un estudiante y no a uno normal, sino a Harry Potter?
-¿Sois tontos o entrenáis para ello?- inquirió Harry, volviendo a avanzar un paso al frente. Pero Crabbe y Goyle cerraban filas. El muchacho soltó un suspiro, armándose de paciencia.- Oíd, idiotas, u os apartáis u os hago pedazos. Y no suelo repetir dos veces las cosas.
-¿También harías eso sabiendo que tengo una información preciada sobre los patéticos de tus amigos?- una voz resonó entre todas. Malfoy, con una cínica sonrisa, subía las escaleras tranquilamente. Los demás Slytherins, al verlo, sonrieron satisfechos. Harry sintió veneno recorriéndole en su interior. ¿Qué era lo que Malfoy sabía?
-¿Qué les has hecho?-bramó.
Ginny iba corriendo, internándose en las profundidades del bosque prohibido, ignorando los gritos de su mejor amiga y su hermano, que la perseguían con dificultad. Apenas veía por donde pasaba, porque las lágrimas le cegaban.
Escuchaba interiormente las palabras de Harry, como si las hubiese pronunciado para ella, como si de verdad él estuviera enfrente suyo.
"Seca tus lágrimas, pelirroja, que son demasiado hermosas para que las derroches sin motivos"
"Mientras, sé feliz, encuentra a alguien que te quiera, cásate con él, ten muchos hijos y nietos"
No, no, no, Ginny gritaba y gritaba. Ella no quería casarse con nadie más que no fuera él, ella no quería hijos de otra persona, ni nietos. Le quería a él. Solo a él. Tropezó con una rama y cayó al suelo, haciéndose un boquete en la rodilla, rompiendo la media, por donde salió un poco de sangre. Quería ponerse en pie y seguir corriendo, no parar hasta acabar exhausta, hasta morir de agotamiento, pero le dolía la pierna demasiado.
"Seca tus lágrimas, pelirroja"
Se llevó una mano a los ojos y se secó las lágrimas, tal y como él le había pedido. Se lo había prometido, le había prometido que iba a reír, a ser feliz y no podía fallarle, no ahora. Allí, en el suelo, pese a la oscuridad del bosque, volvió a abrir el diario y comenzó a leer los primeros párrafos. Eran los días de Navidad, el momento en el que le había regalado el diario. Y se detuvo, con una expresión de terror en los ojos. Harry no describía una Navidad como la que ella había imaginado, una Navidad despreocupada, sabiendo que ya la iba a dejar, feliz y disfrutando de cada momento. No, describía perfectamente la conversación que había tenido con Christine.
Los ojos, irremediablemente, se le inundaron de lágrimas de nuevo. No había sido él, él la quería, y no solo eso, la amaba, allí lo decía claramente. Había sido Christine. Christine lo había separado de ella. La pregunta era...¿por qué?
Y la respuesta llegó a su cerebro. Era sencilla y absurda, tanto que al pensarlo casi dejó caer el diario de entre sus manos. Ron y Hermione se acercaban a ella, corriendo lo más rápido posible, pero ella no tenía fuerzas de contar la verdad, de mostrar la verdadera razón.
No, aquello era una broma, una broma de muy mal gusto y si no hubiese sido por la caligrafía inconfundible de Harry o por esos detalles que sólo él podía conocer, lo habría pensado. Ahora lo comprendía, ahora entendía todo y ahora, sentía mucho más dolor.
Harry no era un cerdo, nunca lo había sido. No se había enrollado con Cho por herirla, no se había acostado con ella, simplemente, fingía. Fingía tan bien como lo había hecho el día que cortó con ella. Harry era "El Salvador" y Christine le había obligado a separarse de ella no solo para protegerla, sino porque su misión era arriesgada y Ginny nunca habría dejado que su novio se marchara a ella. Harry, se había sacrificado, en todos los sentidos que se podía sacrificar una persona y ahora, iba a culminar aquel sacrificio. Iba a morir...para darles a ellos una oportunidad de vivir...
Ron y Hermione llegaron junto a ella y se agacharon a su lado para comprobar que estaba bien, pero entonces, se fijaron en la letra del diario y sin poder remediarlo, al ver el rostro de Ginny, también ellos comenzaron a leer.
No duró el silencio más de cinco minutos, pero el tiempo que se prolongó, se tornó el más angustioso que ellos hubiesen vivido jamás. Hermione se tapó la boca con una mano y la otra se la llevó a la frente, mientras soltaba un sollozo.
-No...no es posible...¡Dios mío¿Por qué no me di cuenta¡Christine prácticamente me lo reveló el día que hablamos! Pero...no...no es posible...¿cómo...?
-Ahora el como no importa.- susurró Ginny, poniéndose en pie. Ya no lloraba, pero en su rostro se marcaba el recorrido de las lágrimas saladas.- Es demasiado tarde para lamentaciones...
-¡No lo es, maldita sea!- expresó Hermione y enérgicamente, también se puso en pie.- ¡Vamos a ir a buscarlo¡Tenemos que impedir que se enfrente Voldemort!- Ron, que hasta entonces se había quedado callado y demasiado impactado para hablar, exclamó:
-¿Te has vuelto loca¡No podemos ir hasta allí¡Es una batalla, Hermione!- pero Hermione lo abofeteó, mientras se mordía el labio inferior, tratando de evitar que más lágrimas salieran de sus ojos, pero no lo logró.
-¡Eres un idiota!- bramó.- ¡Es por tu culpa¡Jamás, jamás te lo voy a perdonar¡Jamás!- sus palabras se incrustaron en el corazón de Ron, rompiendo la poca esperanza que quedaba en su ser. Se había equivocado, lo sabía y ahora estaba pagando las consecuencias. -¡Nos apareceremos en el Ministerio de Magia¡Desde aquí podemos hacerlo!
-Pero...- Ginny titubeó, pero no por falta de valor, sino porque la experiencia los había escarmentado.- ¿Y si es una trampa?
-¡Me da igual que lo sea!- estalló Hermione. Sus amigos nunca la habían visto tan nerviosa. -¡Harry va a morir si nos quedamos aquí y no pienso permitirlo!- entonces, una punzada de dolor, recorrió a la chica. Cerró los ojos y lo comprendió. Comprendió cómo había sido para Harry saberse conocedor de que Sirius estaba en peligro y ver como todos trataban de disuadirlo para que no acudiera a buscarlo. Y entonces, notó que si aquello era una trampa o no, no le importaba. Porque su mejor amigo estaba en peligro y ella daría su vida por salvarlo, como Harry la habría dado por Sirius. Entendió su equivocación y se sintió angustiada, por haber tratado de usar la razón, cuando en aquellos instantes, quien mandaba en ella era su corazón, herido por el orgullo de no haber podido entrelazar los cabos y haber condenado a su amigo a una muerte...segura.
-Ginny no puede desaparecerse...- comentó Ron con la voz apagada. Él también estaba dispuesto a sacrificarse si hacía falta, pero temía que la historia se repitiera y mucho más, temía por la vida de Hermione y de su hermana, pero no se atrevió a expresarlo.
-Sé desaparecerme.- respondió Ginny con una voz de ultratumba y demasiado segura para una niña de su edad.- Fred y George me enseñaron...- miró a Hermione y asintió. Ella sentía lo mismo que su amiga e iba a rescatar a Harry costase lo que costase.- En marcha... -Ron no discutió más. Se concentró en la aparición, sabía que todavía no la dominaban cien por cien y que se suponía que tendrían que examinarse al día siguiente, puesto que un examinador iba a acudir a Hogwarts, pero se creía capaz de hacerlo. Se escucharon tres "CRACKS", mientras que una figura, salía detrás de las sombras, escuchando como el viento se llevaba las últimas palabras de Ginny.
"Espérame, Harry...ya voy"
Harry tenía a Malfoy contra las cuerdas. Se las había ingeniado para derrotar a todos los Slytherins y atarlos con una cadena y ahora sólo quedaba Draco. El chico tenía la espalda tocando la pared y la varita de su enemigo en la garganta.
-¿Qué has hecho con ellos?- repitió Harry por enésima vez.- Te juro que te mataré si no hablas...- pero Malfoy seguía riendo, no parecía para nada asustado, pese a que la varita de Harry comenzaba a echar chispas verdes.
-Demasiado tarde, Potter.- siseó.- A estas alturas, los dos Weasleys y Granger deben estar en las manos del Señor oscuro...
-¿Qué?- por primera vez, algo parecido a una expresión de terror cruzó el rostro del chico.
-Bonito diario, Potter... -Malfoy había metido el dedo en la yaga y Harry lo sabía. Seguramente, lo había estado espiando y había visto como escribía en el diario. ¿Pero habría llegado a leerlo? Por la expresión de su rostro, no parecía que el Slytherin supiera que él era el Salvador.- Seguro que Weasley se habrá llevado una buena sorpresa al leerlo...y claro está, yo sólo le di el empujoncito necesario...ahora creen que estás en el Ministerio de Magia y habrán corrido a buscarte...
-Desgraciado...- masculló Harry y sin decir nada más, echó a correr por los pasillos, en dirección a los terrenos, mientras rebuscaba entre sus cosas las llaves de la moto de su padrino y la réplica de ésta en miniatura.
Centró su mente todo lo que pudo y entonces lo sintió. Una angustia se apoderó de él. Ginny lo estaba llamando, le estaba pidiendo ayuda...¿pero por qué¿Se encontraba en peligro¿Eran ciertas las palabras de Malfoy? Seguramente ese había sido siempre el plan principal de Voldemort, atraer a Harry Potter, a través de sus amigos, la misma trampa, servida dos veces. Pero, en esa ocasión, le saldría el tiro por la culata. Porque el Harry Potter que esperaban, estaría muy cambiado...Se sacó la capa de debajo de la túnica y se cubrió la cabeza con la capucha, al tiempo que devolvía a la moto a su estado normal y miraba a ambos lados para verificar que nadie lo viese. Arrancó el motor y comenzó a surcar el cielo, dejando un rastro de humo...
Ginny, Ron y Hermione aparecieron en medio de un círculo de mortífagos. Mirasen por donde mirasen, estaban rodeados y había una lucha encarnizada, algo más allá de donde habían aparecido. Se dieron la vuelta y distinguieron la explanada del Ministerio de Magia. Allí se desarrollaba una guerra por todo lo alto. Nunca habían visto tal cantidad de hombres peleando y de criaturas mágicas. Una risa maquiavélica les sacó de su ensoñación.
-Bienvenidos...chicos... -el trío se dio la vuelta y distinguieron la figura de Lord Voldemort. Supieron entonces, que estaban perdidos. Todo, había sido una trampa. Y lo confirmaron al ver salir a una segunda figura.
-¿Neville?- preguntó Ron sin acabar de creérselo. Neville avanzaba hacia ellos con suma tranquilidad, pero aquello no era posible, era un broma sin duda. Él nunca se uniría a los mortífagos.
-Sorpresa...Weasley...- soltó una carcajada y entonces, su cuerpo comenzó a sufrir una rápida transformación. Alto, delgado, con unos ojos azules brillando de excitación y una amable sonrisa, el profesor Lewis, había aparecido.
-No... -Ginny y Hermione negaron con la cabeza. Aquel era su fin.
"Harry, ayúdame..."
