*Advertencia-unos pocos azotes en este capítulo*

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Persiguiendo a Harry

Diario de Snape

25 de octubre, 1993:

"¡Vamos, Harry, vamos! ¡Derriba a ese pequeño imbécil tramposo de su escoba!" gritó Lily, prácticamente en mi oído.

Hice una mueca, intentando mantener en la mente por qué estaba aquí, en el Partido Final de la Liga de Quidditch Júnior de la temporada, y no en casa, relajándome en paz en mi laboratorio. El Quidditch nunca había sido lo mío. De hecho, detesto el maldito deporte y a quienquiera que lo inventara. Es peligroso y lo único bueno de él es que te enseña a coordinarte sobre una escoba y trabajar en equipo. Ya que es el único deporte que juega el mundo mágico, sus aficionados son demasiado numerosos para contarlos y la mayoría de ellos son fanáticos obsesivos, dispuestos a gastar su último Knut animando a su arrogante Cazador o Buscador favorito. Es absolutamente absurdo. Y aun así aquí estaba, una tarde de octubre perfectamente buena, sentado en el estadio viendo jugar a Harry en el partido final. Porque me había rogado que viniera.

"¿Por favor, Papá? Es el último partido de la temporada y vamos a jugar con el mejor equipo de la liga, pero podemos ganarles, lo sé. Ven, por favor, sólo para que puedas verme volar. Tengo este movimiento realmente perverso y quiero que lo veas."

"Tu madre comprende el Quidditch mejor que yo, Harry."

"Lo sé, pero… significaría mucho para mí que pudieras venir a verme jugar el último partido."

Una vez dijo eso, supe que no podía negarme. Mi hijo raramente me pedía que fuera a partidos de Quidditch, sabía que el deporte me disgustaba intensamente. Pero por él, soportaría los gritos y alaridos frenéticos y a la multitud zarandeándose y empujándose, como tiburones en un frenetismo alimentario. Conocía las reglas básicas del deporte, Lily había insistido en que aprendiera al menos eso, así que podía seguir un partido, pero todo lo que realmente me importaba era ver a mi hijo volar tras la Snitch.

Lily me había dicho que Harry era un volador excelente, había heredado el talento de James sobre una escoba. Supuse que podría haber sido peor. Podría haber heredado la arrogancia de Potter. Habría preferido que heredara el talento de Potter para la Transfiguración, pero no lo había hecho. En cambio era perversamente rápido y atrevido sobre una escoba.

Buena cosa también, porque el otro Buscador estaba jugando en serio, y a pesar de que no era deportivo intentar derribar al Buscador oponente de su escoba, eso era exactamente lo que estaba tratando de hacer con Harry. Y había estado haciéndolo durante todo el partido. Que era por lo que Lily estaba gritando a Harry que hiciera lo mismo con el malévolo pequeño mocoso.

Lily estaba ahora de casi cinco meses, pero eso no le impidió asistir a este partido loco, a pesar del hecho de que estábamos apretujados como sardinas en lata, y una vez me había dicho que podía tomar el Quidditch o dejarlo. Me concentré en el juego, rezando para que mi hijo atrapara la Snitch pronto de modo que todos pudiéramos irnos a casa. "¡Vamos, Harry! ¡Atrapa la maldita cosa!" grité ánimos a mi hijo, que estaba escaneando el cielo en busca de la elusiva esfera dorada.

"¡Ése es el espíritu, Severus!" dijo mi esposa aprobatoria.

Yo sólo puse los ojos en blanco. Merlín me ayude, sólo quería que terminara. Estaba congelado por el viento, y mi cabello estaba enredado, y estaba rígido como una tabla por sentarme en este condenado banco de madera. Podría haber conjurado algunos hechizos para estar más cómodo, pero Lily no lo había hecho, y tampoco nadie más, que me diera cuenta. No queriendo parecer un ñoño, me abstuve de hacerlo.

De repente, Harry se lanzó a través del campo, sus ojos localizando la Snitch. Giró hacia arriba y alrededor de los demás jugadores y todos en nuestro lado del estadio estábamos en pie gritando.

El otro Buscador también estaba yendo directamente por la pequeña pelota alada, y justo cuando Harry extendió la mano para agarrarla, su oponente le obstruyó, arrojando una especie de polvo en su camino.

Harry viró, incapaz de ver, y el pequeño imbécil arrogante atrapó la Snitch.

El árbitro tocó el silbato y anunció que el partido había concluido.

"¡Falta! ¡Falta!" gritaban todos en el lado de los Flaming Phoenixes, incluida Lily. "¡No cuenta!"

"¡Hizo trampa!" gritó Lily, furiosa. "¡Abre los ojos, estúpido murciélago!"

Al otro lado, los Dark Dragons estaban celebrando su victoria, palmeándose la espalda entre sí y haciéndonos gestos groseros.

El resto de los Phoenixes estaban teniendo un ataque también, pero yo estaba más preocupado por Harry, que estaba intentando aterrizar sin sus gafas. Se las había quitado porque estaban cubiertas de polvo. Exhalé un enorme suspiro de alivio cuando volvió a estar en el suelo. Ajusté mis omniculares y vi que estaba bajando de su escoba, parecía furioso.

A estas alturas el estadio estaba en tumulto, y Lily se puso en pie iracunda. "¡Voy a presentar una queja! ¡Eso fue una falta descarada, cualquier idiota con ojos podría ver eso! ¡A menos que le estén pagando para mirar a otro lado!"

"¿Qué quieres decir?"

"¡Lo que dije! ¡Ése es el hijo de Lucius Malfoy ahí afuera jugando de Buscador opuesto a Harry! ¿No miraste la alineación?" espetó ella.

"No. Sólo estoy aquí para ver a Harry."

"¡Oh, por el amor de Merlín, Severus!" Empujó mi programa arrugado hacia mí. "¡Mira! ¡Dark Dragons–Buscador–Draco Malfoy! ¡No tengo dudas de que su papi pagó al árbitro para que mirara a otro lado si algo… inesperado ocurría! ¡Malditos bastardos ricos tramposos!" Los ojos de Lily estaban llameando. "¡Bueno, no van a salirse con la suya! ¡Ese partido era nuestro!"

Comenzó a pasar empujando los grupos de gente, dirigiéndose hacia las escaleras.

"¡Lily! ¿Adónde vas?" grité.

"¡Te lo dije, Snape! Voy a presentar una queja."

"¡Espera! ¡Voy contigo!" llamé, pero ella ya había desaparecido en la multitud. Maldije mentalmente a los Gryffindor impulsivos, luché por seguirla, pero era difícil moverse en el gentío, ya que mucha gente también quería llegar abajo y cantarle las cuarenta al árbitro. Yo también estaba furioso, no por el resultado del juego, sino por cómo ese miserable muchacho podría haber herido a mi hijo con su truco malévolo. Quería echarle a él o a su padre una buena bronca.

Pasaron quince minutos antes de que lograra salir de la apiñada multitud y bajar al campo.

Encontré a Lily, junto a algunos otros, en una acalorada discusión con el árbitro, cuyo nombre era Boyle. "¡...claramente una falta intencionada, Sr. Boyle! ¡Arrojó polvo a la cara de mi hijo, obstruyendo su visión!" estaba diciendo Lily. "¡No sólo le costó a Harry el partido, sino que podría haber resultado gravemente herido además!"

Boyle estaba mirándola con condescendencia, los ojos sobre su prominente vientre. "Ahora bien, Sra. Potter, ¿le parece herido el muchacho?" señaló a Harry, que estaba situado al borde del gentío, con aspecto de querer regañar al árbitro.

"Evans," corrigió Lily. "¡No fue herido esta vez, pero podría haberse estrellado! ¡Sólo eso debería ser motivo de descalificación, señor! El joven Malfoy se propuso sabotear a mi hijo porque no podía vencerle limpiamente."

"Malfoy atrapó la Snitch, en consecuencia el partido ha terminado. Sólo porque perdiera su equipo, Evans, no es necesario clamar juego sucio. Pienso que está sobreexcitada. Una dama en su condición–" comenzó Boyle condescendiente.

Gran error. Nunca jamás le digas a una mujer embarazada que su condición afecta a su capacidad de pensar.

Lily estalló. "¿Mi condición?" dijo ella suavemente. Me estremecí, sabiendo que ese tono significaba que iba a desgarrarte en pedazos. "Ah, ¿se refiere a que estoy embarazada?" Se puso una mano sobre el estómago. Entonces pasó de dulce como un pastel a desagradable arpía en dos segundos contados. "¿Qué está diciendo, imbécil pomposo? ¿Que no puedo pensar por mí misma porque estoy embarazada? ¡Inepto, no estoy ciega! ¡Ni soy estúpida! ¿Por qué no deja de contar sus Galeones y da una mirada a los hechos?"

"Madame, necesita tomar un Filtro Calmante y acostarse, no está en forma para juzgarme–"

"¿Cómo se atreve? ¡Malfoy hizo trampa y todos lo sabemos, bruto arrogante! ¡Descalifique esa captura y deje que el partido continúe!"

"¡Trampa! ¡Trampa! ¡Trampa!" vociferó la multitud detrás de ella.

Me abrí paso empujando hasta su lado. "Señor, al menos pite un penalti por falta de deportividad," dije poniendo un brazo alrededor de los hombros de Lily. "Incluso yo sé que arrojar polvo a los ojos de alguien es ilegal."

Boyle me frunció el ceño. "¿Ésta es su esposa?"

Entrecerré los ojos hacia él. "¿Qué pasa por ello?"

Él sacudió la cabeza. "Las mujeres así tienen un montón de imaginaciones extrañas, debería llevársela a casa y meterla en la cama–"

"Ah, ¿entonces ahora estoy loca y necesito un vigilante?" gruñó Lily, su genio chisporroteando.

"Madame, si no deja de gritar como una… una vieja bruja, tendré que echarla," fanfarroneó Boyle.

"¡Me gustaría verle intentarlo!" escupió Lily. "Póngame un dedo encima y le maldeciré hasta la próxima semana. ¿Quién se cree que es, tratándome como una especie de… florecilla boba y débil?"

"Cualquiera puede ver que la tensión es demasiado para usted, querida," arrastró Lucius Malfoy, viniendo a unirse a nosotros. "Snape, realmente deberías cuidar mejor de tu esposa."

"¡Y tú deberías meterme en tus propios asuntos, Malfoy!" disparé en respuesta. "Los tramposos nunca prosperan. A menos que paguen al árbitro."

Lucius me miró desde lo alto de su nariz, sus ojos dos pedazos de hielo. "¿Estás acusándome, Snape?"

"No necesito acusarte cuando la prueba está toda sobre las gafas de mi hijo. Harry, ven aquí y déjales ver tus lentes."

Me volví para localizar a mi hijo, sólo para encontrarlo envuelto en una pelea con Draco.

"¡Retira eso, maldito imbécil!" estaba gritando Harry, con la cara roja. Estaba encima del otro muchacho, con intención de golpear la cara de Draco en el barro.

"¡No! ¡Es la verdad y todo el mundo lo sabe!" Draco escupió un diente y lanzó un gancho derecho que derribó a Harry de costado.

Antes de que la pelea pudiera escalar, agarré a Harry por la espalda de su uniforme y lo arrastré lejos del otro muchacho. Luchó ferozmente en mi agarre. "¡Suéltame, Papá! ¡Voy a patearle el culo! ¡Me costó el partido y llamó… puta a Mamá!" me siseó la última parte al oído, sonrojándose.

"Él, ¿qué?" Había estado a punto de decirle a Harry que se calmara, pero una vez oí eso, quise golpear al pequeño mocoso sin sentido. Estaba bien que Lily siguiera discutiendo con el árbitro y no hubiera oído lo que el hijo de Malfoy la había llamado.

"Dijo que Mamá ni siquiera esperó una semana de respeto por los muertos antes de mezclarse contigo y que probablemente estaba engañando a James contigo," gritó Harry. "¡Nadie dice eso de mi madre!"

Yo estaba lívido. "¡Necesitas enseñarle a tu hijo algunos modales, Malfoy!"

"Si el zapato encaja, Snape…" arrastró Lucius.

Sabía que estaba tratando de picarme para que perdiera los nervios. No iba a caer en ello. No iba a caer en ello, cantaba una y otra vez.

"Oí que a las pelirrojas siempre les gustó la variedad."

El infierno no iba. Retrocedí el puño y se lo encajé justo en su aristrocrática mandíbula.

"¡Calla tu sucia boca, Lucius!"

Varias personas vitorearon, bien porque les disgustaba Lucius o sólo porque les gustaba una buena pelea.

El Malfoy mayor aterrizó justo sobre su culo, aturdido porque me hubiera atrevido a levantar la mano contra su rico yo sangre-pura.

"¡Díselo, Papá!" gritó Harry.

Me sonrojé, arrepintiéndome de perder los nervios y comportarme como un rufián. Era profesor, se suponía que debía dar ejemplo. Me volví hacia el árbitro, después de cogerle las gafas a Harry de la cabeza. "Mire el polvo en éstas. Clara evidencia de una falta. Exijo la revancha."

La multitud comenzó a cantar de nuevo, sonando como una bandada de urracas asesinas.

Boyle farfulló, mirando desde el gentío, hacia mí, hacia Lucius y de vuelta. Estaba dividido entre la verdad desnuda y las mentiras que le pagaban para que dijera. "Yo… err… yo…"

"Si no nos concede la revancha, Boyle, acudiré directamente al Jefe de la División de Juegos y Deportes Mágicos y presentaré una queja contra usted por ser deshonesto y aceptar sobornos," amenazó Lily, "Así que si quiere volver a trabajar alguna vez como moderador, yo concedería la revancha."

Draco había vuelto a ponerse en pie y ahora estaba arremetiendo contra Harry.

Lucius agarró a su hijo por el hombro. "¡Para, Draco!" Me fulminó con la mirada, su discurso un poco arrastrado. "¡Debería hacerte arrestar por asalto, Snape!"

"¡Caballeros, por favor! ¡No hay necesidad de ponerse violentos!" gritó Boyle, aterrado por que toda la multitud pudiera amotinarse. "Volveremos a jugar el último cuarto. ¡Todos, regresen a sus asientos!" vociferó.

Lucius parecía ultrajado.

La multitud vitoreó, o al menos nuestro lado lo hizo.

"¡No es justo! ¡Padre, no es justo!" protestó Draco. "Yo atrapé la Snitch."

"¡Oh, cállate y sube a tu escoba!" ordenó Lucius.

Solté a Harry, tras limpiar sus gafas con un hechizo, y saltó sobre su escoba y estuvo en el aire.

Regresamos a nuestros asientos, o simplemente nos reunimos alrededor del borde del campo, observando cómo los jugadores circulaban y se zambullían y marcaban.

En diez minutos, Harry había visto la Snitch. Sólo que esta vez jugó a lo Slytherin e hizo creer que la había visto en dirección opuesta, enviando a Draco en persecución del ganso salvaje al otro extremo del campo. Entonces mi hijo se remontó, se zambulló y fue hacia la esfera cerniéndose, atrapándola con facilidad.

"¡Ganamos! ¡Ganamos!" gritó Lily. "¡Toma eso, Malfoy!"

La multitud se volvió loca.

Y así concluyó el partido final de la Liga Júnior de Quidditch. ¡Gracias a Merlín por los pequeños favores!

Más tarde esa noche, mientras Harry pulía la reluciente copa grabada con su nombre por vigésima quinta vez y la dejaba sobre la repisa, me relajé en el sofá, con la cabeza de Lily en mi regazo. Estaba frotándole las sienes, intentando aliviar la jaqueca que tenía, probablemente por gritar tanto hoy.

"Mmm. No pares, amor," murmuró. "Eso sienta de maravilla."

Continué mi masaje, echando un vistazo pesaroso a mis nudillos pelados. Entonces miré hacia Harry, que estaba sentado en el suelo, admirando feliz el brillante acabado dorado de su trofeo. Había crecido tanto durante el pasado año. Era difícil imaginar que una vez había sido un niño pequeño, con una amplia sonrisa traviesa y afición a los problemas. "¿Recuerdas cuando intentó saltar del tejado sobre su escoba?" le pregunté a Lily.

"Sí. Acabó con un brazo roto y tú casi tuviste un ataque al corazón," dijo ella. "¿O qué hay de la vez que salió trepando por la ventana de su habitación e intentó cruzar la calle por su cuenta cuando tenía tres años? Casi lo atropelló un coche."

"Lo recuerdo. Gracias al cielo que teníamos a Gabriel…"

Diario de Snape

12 de octubre, 1983:

A los dos años, Harry era un niño curioso de naturaleza dulce, contento de jugar tranquilamente dentro mientras yo leía o Lily elaboraba pociones para el Departamento de Aurores. Pero para los tres años era como un rayo, en todo. No podíamos darle la espalda por un minuto. Trepaba, lo tocaba todo, y parecía que siempre estábamos regañándole, disciplinándolo o pegándole en la mano por tocar algo que se suponía no debía. Aun así a pesar de esto, se convirtió en el Sr. Independiente, y quería hacerlo todo por sí mismo. Peinarse su propio pelo, vestirse, alimentarse, e ir afuera solo. Alentábamos su independencia en ciertas cosas, pero trazamos el límite en aventurarse afuera solo.

A Harry le encantaba ir a jugar afuera. Adoraba correr por la hierba, encontrar rocas extrañas e insectos para mostrárnoslos a mí o a Lily, y especialmente jugar con Gabriel. Él y el collie retozarían durante horas y a veces era la única manera en que podíamos agotar al pequeño diablillo y hacerle echarse una siesta. Harry habitualmente luchaba al irse a dormir, yo pensaba que no quería perderse algo, pero después de una o dos horas de jugar a los exploradores en el patio, estaba lo suficientemente cansado para dormir sin muchas protestas.

Aquel día lo había puesto a echar una siesta y fui a terminar de corregir algunos ensayos, Gabriel estaba en el porche, dormitando, y Lily había ido a la tienda a comprar algo para almorzar. Me había asegurado de que Harry estuviera durmiendo profundamente antes de comenzar a leer, ya que al enseñar a adultos, estos ensayos eran extensos y densos de información y me llevaría varias horas terminar. Sabía que no los acabaría todos para la hora que Harry despertara, pero estaba decidido a hacer un comienzo decente.

Pasó una hora velozmente. Me estiré, dejé mi pluma, y fui a chequear a mi hijo. La puerta de su habitación estaba cerrada y todavía debería haber estado durmiendo en su cama. Pero cuando se asomé dentro, vi las mantas revueltas y no a Harry.

Al principio no entré en pánico, pensando que estaba escondiéndose, me había hecho eso antes. Así que llamé, "Harry, ¿dónde estás?

Habitualmente él respondería, "Estoy aquí, Papi."

Pero no hubo nada. Comprobé bajo su cama y en el armario. No Harry. Ahora comencé a preocuparme. Entonces vi la ventana, que había estado ligeramente abierta para dejar entrar la brisa. Era el tipo de ventana que se abría la hoja, pero la había asegurado después de abrirla ligeramente. Ahora estaba abierta del todo. Saqué la cabeza, frenético. La ventana estaba en la planta baja, así que no estaba lejos para saltar para bajar, pero aun así… no había pensado que podía abrir el cerrojo y salir.

Miré el patio arriba y abajo. No Harry.

Entonces entré en pánico.

"¡Harry! ¡Harry!" grité, el corazón en la garganta. ¿Y si había trepado fuera por su cuenta? ¿Y si había sido secuestrado? Todos sabían del Niño Que Vivió. ¿Y si algún maníaco había decidido hacerse un nombre secuestrando a mi hijo?

Conjuré mi Patronus y envié a la cierva blanca volando para buscar a Lily y decirle que necesitaba llegar a casa de inmediato. Entonces corrí afuera, llamando y llamando. Acababa de llegar a la calle y estaba comenzando a mirar al otro lado cuando oí a Gabriel ladrando fuerte.

"¡Gabriel!" grité, sólo entonces percatándome de que el perro no estaba durmiendo en el porche.

Miré hacia el sonido y vi a unos cien pies en la distancia, a mi bebé bajando el bordillo y metiéndose en la calzada.

Me congelé. "¡Harry! ¡NO!"

Por suerte mi perro no lo hizo.

Gabriel agarró el asiento de los pantalones de Harry y comenzó a tirar de él de regreso hacia la acera. Harry estaba gritando, "¡Gaby malo! ¡Suéltame!"

Entonces un coche dobló la esquina y se detuvo chirriando, justo evitando a mi hijo pequeño y el gran collie rojo-dorado.

Nunca corrí tan rápido en mi vida. Creo que me Aparecí sin saberlo.

Había bajado la manzana y estaba agarrando a mi hijo ahora berreando y abrazándolo contra mí, sin importarme el hecho de que lo había cogido tan rápido que no le había dado tiempo a Gabe para soltar los pantalones de Harry, de modo que lo había sacado de ellos. "¿Estás bien?" seguía balbuciendo. "Harry, ¿estás herido?"

El conductor había salido para entonces y se acercó corriendo. "¡Oh, Dios mío! ¡Sr. Snape, lo siento tanto! ¡No le vi, sólo vi al collie!" Era Jenny Linquist, que acababa de obtener la licencia la semana pasada. Estaba llorando. "¿Está bien? ¡Oh, Dios mío!"

Gabriel gimoteó y le lamió la mano, dejando caer los pantalones de Harry. Ella de inmediato se arrodilló para mirar a mi perro, murmurando, "Pobre bebé, no te hice daño, ¿verdad?" Lo tanteó gentilmente.

Mientras tanto, yo estaba chequeando lentamente a mi hijo, que había superado el susto y ahora estaba exigiendo que lo bajara. Una vez estuve seguro de que estaba ileso y mi corazón se había reiniciado, me enfurecí. "¡Harry James, nunca jamás vuelvas a asustarme así! ¿Comprendes? ¡Casi te atropelló un coche! ¡Sabes que no se te permite salir solo!"

"¡Quería jugar afuera!" se quejó él, revolviéndose y evitando mis ojos.

"Entonces pídemelo a mí o a Mami. ¡Jamás salgas de casa sin preguntar!" grité. "¡Nunca jamás vuelvas a hacer eso!" Puntué mi última frase con tres azotes en su trasero. Yo todavía estaba temblando con el resultado de lo que casi había ocurrido.

"¡Perdón! ¡Perdona, Papi!" lloró Harry, enterrando la cara en mi hombro. Era la primera vez que lo había azotado. "¡Seré bueno!"

Lo abracé contra mí con fuerza.

"¡Sev! ¿Lo encontraste?" gritó Lily corriendo calle abajo hacia nosotros. "¡Oh, gracias a Dios! ¿Está bien? ¿Dónde estaba?" Su brillante cabello rojo volando, se acercó corriendo y nos abrazó a ambos.

"Él… ¡casi corrió a la calle, Lily!" le dije.

Lily jadeó, sus ojos abiertos de horror.

"¡Pero su perro lo salvó, Sra. Snape!" sollozó Jenny. "Casi no paré… pero entonces vi al perro y él… ¡sacó a su bebé del camino! ¡Fue la cosa más valiente que vi jamás!" Levantó los pantalones de Harry, que tenían dos agujeros donde los dientes de Gabriel habían perforado la tela.

Lily parecía como si pudiera desmayarse, pero todo lo que hizo fue susurrar, "¡Gracias a Dios!" y abrazarnos más estrechamente.

Harry seguía llorando y pidiendo perdón.

Lily retrocedió un paso y dijo severa, "¿Por qué pides perdón, jovencito?"

"¡Perdona por correr lejos sin decírselo a Papi!" Harry sorbió por la nariz, luego se frotó el trasero. "¡Auu! Papi me azotó," le dijo a Lily, dirigiéndole enormes ojos de cachorro.

"¡Fuiste muy travieso, corriendo lejos así!" regañó ella. "Tienes suerte de no llevarte dos azotainas. ¿Cuántas veces debo decírtelo, que no vayas afuera por tu cuenta? ¿Sólo con Mami o Papi?" Cogió a Harry y lo abrazó contra sí. "¡Casi moriste! Si no fuera por Gabriel–" Bajó la mirada a mi perro, que estaba sentado tranquilo a mis pies, preguntándose qué era todo el lío. "¿Está bien? Jenny, dime que no lo… golpeaste."

"No. Sra. Snape. Lo evité," la tranquilizó Jenny. Entonces echó los brazos alrededor de Gabriel y lo abrazó. "¡Eres un perro tan bueno, Gabriel! ¡Un perro tan valiente!"

Gabriel la lamió, entonces levantó la mirada hacia mí con ojos de largo sufrimiento que decían ¿Debe abrazarme tan fuerte que no puedo respirar, Sev? Ayúdame.

"Jenny, creo que está ahogándolo," dije con sequedad.

Jenny soltó de inmediato su gorguera y se puso en pie. "Oh, me alegro tanto de que todos estén bien. Nunca podría haber vivido conmigo misma si hubiera…." se interrumpió y se frotó lágrimas de los ojos.

Lily le puso una mano en el hombro. "Has tenido un mal shock, cariño. ¿Por qué no vas a casa a acostarte? ¿Quizá a beber un té?"

"Se suponía que debía ir a la tienda para mamá."

"Estoy segura de que comprenderá por qué regresaste," dijo Lily, palmeando a la chica de dieciséis años en la espalda.

Jenny asintió y entonces volvió a entrar en su coche, era un Ford Anglia rojo, y despacio y con cautela arrancó y condujo doblando la esquina.

Una vez se hubo marchado, Lily se arrodilló y enterró el rostro en el pelaje de Gabriel. "¡Maravilloso perro loco! ¡Muchas gracias por salvar a Harry!" Entonces comenzó a llorar, lo que volvió a encender a Harry.

Yo sólo estaba parado allí, observándolos, y a una parte de mí le apetecía llorar, tan aliviado estaba de que Harry no estuviera herido o… el cielo lo prohíba… muerto. Todo había sucedido tan rápido…

Por fin, Lily se recompuso y se levantó, Harry en su cadera, todavía sólo con su camiseta y ropa interior. Puse mi brazo alrededor de ella y caminamos de regreso a la casa. Gabriel nos siguió, llevando los pantalones olvidados de Harry, su cola emplumada meneándose.

"Sev, ¿cómo salió?"

"Creo que trepó fuera de la ventana…" dije. Le conté mi teoría.

Una vez estuvimos de vuelta en casa, Lily remendó los pantalones de Harry, lo vistió, y fue a tumbarse en el sofá con él. Estaba tranquilo ahora, agotado, y pronto se quedó dormido en brazos de Lily. Mientras tanto, yo rodeé la casa y conjuré Encantamientos de Cerrado en todas las ventanas y puertas y me pateé mentalmente por no pensar en eso antes.

Cuando regresé, Harry estaba profundamente dormido y Lily casi. "¡Oh, maldición! Dejé un carrito lleno de comestibles justo en medio del pasillo. Por suerte estaba sola en la sección de congelados cuando llegó tu Patronus. Y el coche está en el aparcamiento del supermercado."

"No te preocupes. Iré a buscarlos," dije, entonces me Aparecí en el supermercado. Milagrosamente, descubrí que el carrito de Lily seguía allí, nadie había venido a llevárselo, así que simplemente pagué por lo que había en él, luego me detuve en la carnicería de camino a casa y compré el chuletón más grande y carnoso y se lo di a Gabriel esa noche para cenar como recompensa.

Merecía eso y mucho más.

Diario de Snape

25 de octubre, 1993:

"¿De verdad hice eso?" preguntó Harry después de que hubiera terminado de contar la historia. "No recuerdo hacer eso en absoluto. ¡Merlín, era estúpido!"

"Estúpido no, Harry," corrigió Lily. "Sólo demasiado pequeño para saber."

Harry puso los ojos en blanco. "Lo que se traduce como estúpido. Por suerte Gabe estaba allí para salvarme el culo." Bajó la mirada al trofeo en sus manos y se quedó callado por un largo momento. "Nunca habrá otro perro como él."

"No," dije suavemente. "Era único en su especie."

Harry dejó la copa en la repisa, justo junto al memorial del perro. Entonces retrocedió y todos la admiramos. "Ése fue todo un partido, ¿eh? Malfoy haciendo trampa, Mamá casi siendo echada por el árbitro, y tú diste un puñetazo a Lucius Malfoy. Nunca pensé que vería el día en que perdieras la calma en público, Papá."

Me sonrojé. Nunca debería haber permitido que me picara. Pero se lo había buscado.

"En serio, Severus. No sabía que te... apasionara tanto el Quidditch," bromeó Lily.

"No lo hace. Me apasiona mi familia," dije simplemente. "El Quidditch es una pérdida de tiempo."

"¡No lo es!" protestó mi hijo acalorado. "¡El Quidditch mola!"

Puse los ojos en blanco. "¿No tienes deberes que hacer, Harry?"

Me puso mala cara. "Aguafiestas. Dijiste que no debía entregarlos hasta el martes. Hoy es sábado. Además, estoy cansado. Es un trabajo duro atrapar la Snitch."

"No tan duro como elaborar veinte calderos de Anti-Veneno," devolví.

"Lo que sea, Papá. Hey, Justin Finch-Fletchley y algunos de los otros chicos me invitaron a una fiesta esta noche para celebrar nuestra gran victoria. ¿Puedo ir?"

"Tienes deberes que terminar."

"¡Oh, aligera, Sev!" Lily me palmeó la rodilla. "Déjale tener esta noche libre… para celebrar su victoria."

"¡Gracias, Mamá!"

Entonces añadió, sonriendo burlona. "Siempre puedes trabajarle el trasero mañana estudiando y tomando lecciones de Defensa conmigo."

"Qué brillante idea, Lily," reí entre dientes.

"Realmente bonito, Mamá. Y aquí yo pensaba que me querías." Harry hizo un puchero.

"Lo hago. Te quiero lo suficiente para desear que seas lo mejor que puedas, atlética y académicamente," devolvió Lily. "¿A qué hora es la fiesta y dónde es?"

Harry le contó los detalles. Yo escuché con medio oído, y continué masajeando las sienes de Lily. Mi mente estaba lejos en el paseo de la memoria, recordando un brillante collie rojo-dorado trotando a través del patio llevando a un Harry de cuatro años en el lomo como si fuera un poni. Por aquel entonces Harry había querido un poni, pero cuando le dije que un poni estaba fuera de cuestión, decidió hacer de Gabriel su poni. ¡Las cosas que ese pobre perro soportó de mi obstinado hijo! Debería haber sabido que Harry sería un excelente montador de escoba. Incluso entonces, tenía un equilibrio supremo y nunca se caía, no a menos que Gabriel se detuviera abruptamente.

"Entonces, ¿puedo ir, Papá?"

"¿Eh? ¿A la fiesta? Bueno…" demoré deliberadamente mi respuesta, haciéndole retorcerse.

Lily volvió a golpearme. "¡Severus!"

"Puedes ir. Pero mejor que estés de vuelta para el toque de queda," dije.

"Vale. Gracias, Papá." Harry me dirigió una sonrisa. Entonces corrió escaleras arriba a ducharse y cambiarse antes de cenar, y enviarle una carta a Justin para hacerle saber que asistiría a la fiesta de la victoria, o como sea que los adolescentes lo llamaran hoy en día.

Me recosté contra un cojín y jugué con el cabello de Lily.

"Espero que éste no me dé tantas canas como Harry," dijo mi esposa, acurrucándose más cerca de mí.

"Con nuestra suerte, Lil, tendrás gemelos y nos dejarán calvos," sonreí burlón.

"¡Severus, eres terrible! Siempre tan pesimista."

"Viene con ser Slytherin, cariño. Si querías un optimista todo el tiempo, deberías haberte casado con aquel Hufflepuff, Marlon Davies."

"¡No, gracias! Quiero un marido, no un felpudo." Se incorporó y envolvió los brazos a mi alrededor. "Te amo, Severus, y sólo a ti. Ahora… ¿por qué no me cuentas la verdadera razón por la que diste un puñetazo a Lucius? Porque sé que hubo más que el hecho de que sea un imbécil arrogante."

¡Maldición! Parecía que había aprendido una o dos cosas de cierto Slytherin en los años que llevábamos casados. "Lily… creo que no–"

"¡Escúpelo, Snape!" ordenó en su mejor tono de interrogatorio.

"Vale. Pero no digas que no te advertí."

Se lo conté.

Se quedó callada por unos cinco segundos.

Entonces sonrió ampliamente. "Desearía que me lo hubieras dicho antes."

"¿Por qué? Ese comentario era falso y asqueroso."

"Para poder haber maldecido al bastardo," replicó. Entonces me besó.

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N/A ¡Espero que a todos os gustara éste!