"Verde esmeralda, azul cobalto"
O crónicas de un amor desesperado. No siempre el amor debe ser correspondido, y algunas veces ni siquiera es inofensivo. Muchas veces el amor lastima y condena, a una penitencia eterna. Luka sabe que amar a Félix, es un error. Y que ése error, persistirá en el tiempo.
C-A-P 3
I hope I die first
'Cause I don't wanna live without you
I don't wanna ever learn
How to fall asleep without you
Tell me what's worse
Losing you now or later
Maybe I can break the curse
And I can be in love forever
If I die.
- Die first. de Nessa Barrett -
Advertencias: Gay lemon, BL . May 18.
Letras en cursiva, pensamientos o recuerdos en el pasado.
Siempre se sonreían cuando estaban a solas.
Si estaban tumbados sobre la cama, se abrazaban compartiendo calor. Alguno le alisaba el pelo al otro, o acariciaba con la punta del dedo el dorso de la nariz. Se regalaban pequeños besos, inocentes y ligeros, para después abrazarse más fuerte, como queriendo ser uno.
Luka le miraba a los ojos, tan verdes, tan brillantes.
Verde esmeralda.
- Te quiero tanto, Félix. -
Él habitualmente no le respondía. Pero el rostro se le iluminaba cada vez que Luka se lo decía. Asentía levemente, en algunas oportunidades y le besaba la frente, agradecido. Otras veces, directamente se lo comía a besos.
Sólo unas cuántas veces, casi al final de su relación, Luka escuchaba otro tipo de respuesta.
- Yo también te quiero, Couffaine. -
Y Luka, sí que estiraba más la sonrisa, abría los ojos y enterraba su nariz en el cuello de su amante, respirando su aroma.
Nunca fue más feliz que en aquellos momentos.
Le parecía a Luka, que esos abrazos eran sinceros, que él no mentía. Su voz, la voz de Félix tan pastosa y profunda, le generaba escalofríos. Le revolvía las tripas cuando le gruñía al oído, o cuando lo amenazaba con darle más fuerte. Lo hacía temblar, cuando Félix le susurraba todo lo que iba a hacer en los siguientes segundos. Y finalmente, su corazón latía a mil, como el de un colibrí, cuando escuchaba esa respuesta en su boca:
- "También te quiero, Couffaine".-
- Tus ojos son de un azul espeso y profundo. - le dijo Félix una noche, toqueteándole las pestañas. - Realmente creo que puedo ahogarme en ese azul, tan hondo. Debería ser oscuro, ¿no? el azul de tus ojos... pero en realidad, Luka, para mí tus ojos brillan como dos estrellas en la mitad de la noche. Me pierdo observándolos, y alguna vez pienso si es que alguien vive adentro: una sirena en tu mar, que canta y me llama y me vuelve a llamar. -
Azul cobalto.
- Yo amo lo verde de tu mirada. - respondió Luka, aquella vez. - Como la hoja de un árbol en primavera. Siempre te comparo con el campo, con un bosque alegre y lumínico. Lo primero que vi de tí fue esos ojos, pueden tener una tonalidad algo dorada si le prestas atención, como si en la escala de colores el verde se mezclara con el amarillo, se volviese marrón, y ese marrón se aclarara diferenciándose del verde. Un color indefinible. Un amasijo de una paleta de colores: verde, marrón, amarillo, blanco. -
- Azul cobalto - dijo súbitamente, Félix. - Ése es tu verdadero color. -
Luka rio, encogiéndose de hombros.
Dio terminada la conversación, cuando después de estarse sosteniendo esas miradas por unos segundos, Luka acarició con tanto cariño el rostro de Félix.
- De verdad, te quiero mucho. -
Y Luka lo besó.
Y Félix correspondió el beso, colocándose encima suyo, aplastándolo contra la cama. Restregó su cuerpo contra el de Luka, mientras lo besaba, para luego morderle el labio de abajo, Luka lanzó un gemido conteniendo dolor y placer. Se le revolvieron las tripas entonces, de nuevo, cuando Félix buscó sus manos de guitarrista y le obligó a entrelazar sus dedos con los suyos. Se comieron la boca un buen rato, antes que cada uno sintió la erección del otro, en medio de sus cuerpos. Ahí rompieron el beso. Respiraban profundamente, casi con brusquedad, como si pensaran que el fin del mundo sucedería esa noche.
Luka nunca había amado así.
Tan intensamente.
Sonrió, otra vez.
Toda alegría y felicidad.
Félix le lanzó una mueca pícara y entrecerró la vista, como si se dispusiera a disparar una flecha.
Verde esmeralda, azul cobalto.
Lentamente, Luka separó sus piernas clavándole el azul de sus ojos, sobre el verde del bosque. Félix soltó sus manos, para cogerle bien de la cadera y de un sólo impulso, sin romper el contacto visual, se enterró profundamente en su amor, en su interior.
Él lanzó un gruñido, lleno de pasión y poder.
Luka, un susurro, una plegaria. Un "santo cielo" o un "oh, dios mío", que nació casi muerto, porque cuando estaba bajo Félix, siempre le faltaba el aliento.
Después sólo se escucharon una cadena interminable de quejidos y susurros de palabras ya extintas. Luka unía sus gemidos en canciones. Félix lo sabía. Pareciera que su voz tuviese tono y melodía mientras lo penetraba con amor. Félix apoyaba su frente en la de él, continuando con sus embistes. Luego, volvían a entrelazar dedos. Pasado un tiempo, Luka interrumpía su faena con su voz aterciopelada y en tono bajo, muy cerquita a la boca de su amante, le decía:
- No sabes cuánto te quiero. -
Y a Félix, eso le hacía quitarle la respiración. Dejaba de respirar esos instantes, quedando en apnea, todavía moviéndose con ferocidad, contorneando el cuerpo. Le apretaba los manos, intensamente. Luego lanzaba una última estocada, y sin retirarse, estiraba la espalda y cerraba fuerte los ojos. Se detenía, entonces, mientras se vaciaba entero en él. Muy profundo. Nunca desperdiciaba una gota, nunca ensuciaban la cama. Todo dentro y al fondo.
- No sabes cuanto te quiero -
Félix se estremeció sobre él, exprimido pero jamás cansado. Con todo el miembro apretado y latente. Dejó esperar muy poco para salir de él. Y con prontitud, con hambre, con un vacío en el estómago profundo del vuelo de las mariposas, Félix se arrastró un poco hacia atrás, cogió el miembro de Luka y se lo introdujo ferozmente en su boca, para succionarlo con ímpetu y frenesí...y dolor. A Luka le dolía la violencia de su amor, asi que estiró la mano para tomarlo de la cabeza, tirándole del pelo, tratando de detenerlo. Félix resistía, continuaba con su labor y en sólo segundos, el dolor fue reemplazo por el placer.
Luka estiró la espalda, cerró los ojos y en vez de tirar hacia atrás la cabeza de Félix, apretó su agarre y lo obligó a quedarse justo en el momento en el que él también alcanzaba su cúspide, su nirvana, su infierno y su cielo. Veía obnubilado, la profundidad del mar, y la eternidad de un denso bosque encantado.
A Luka le cantaba las sirenas, y le hablaban las hadas.
A Félix tan sólo le latía el corazón, desbocado.
A ambos les temblaba el cuerpo.
Luka liberaba de su agarre a su chico, mientras Félix se limpiaba rápidamente la boca, para después tumbarse a su lado. Respiró profundamente unos instantes y lo abrazó atrayéndolo hacia sí.
- Eso fue increíble. -
Y rompieron a reír.
Luka estaba plenamente convencido que Félix lo amaba, o al menos, que sentía algo muy fuerte por él. No era tan sólo sexo. Ni tan sólo encontrones de noche, borrachos y ansiosos. Habían noches como esa. En las que disfrutaban en soledad y sin ruidos. Apartados del mundo. En algún departamento de alquiler, algun Airbnb, o alguna casa que unos amigos le dejaban.
Después de cada uno de esos encuentros más íntimos, Félix le preparaba té y le hacía sandwiches. Lo obligaba a salir de la cama para darse una ducha, se alimentaban y si el tiempo les alcanzaba repetían.
El regresar al mundo real y dejar el bosque encantado de las hadas lleno de melodías de sirenas - verde esmeralda, azul cobalto - le generaba a ambos, una especie de ansiedad y desasosiego. Volvían en coche, porque Félix insistía en dejarlo en su casa-barco, anclada al borde del Sena si es que estaban en París, o en llevarlo al Hotel donde se hospedaba cuando Luka iba a Londres.
Las despedidas conllevaban a pronunciar el mismo dialogo:
- ¿Cuando te volveré a ver?. - decía Luka Couffaine.
- Pronto. - respondía enigmático, Félix.
- ¿Cuándo es pronto? - insistía Luka.
Muchas veces, Félix sonreía y le pedía que no fuera impaciente, que en algunas semanas iría a París a visitar a su primo y a su esposa, y ya que ahí se verían. Que no se preocupara porque siempre podían usar el teléfono y el Skype para hacerse videollamadas. Que podrían enviarse mensajes. La distancia no era problema.
Luka asentía un poco tranquilo, pero conforme pasaban las semanas y los meses, ya no lo estaba tanto.
Era un rumor silencioso que cada vez tomaba fuerza.
- "Próxima unión en la élite europea, los Bourgeois y los Fathom, preparan publicar la fecha de su enlace para la primavera del siguiente año..." -
Luka estrujó la revista la primera vez que leyó el reportaje, tuvo el impulso de coger el teléfono y llamarlo, intempestivamente, para que le negara esa noticia. No podía ser cierto. Él sabia que Félix tenía una novia, una novia de siempre, Zoe. Rubia y alta, esbelta, con una carita inocente y labios carnosos, con piernas bien esculpidas y con un sentido para el buen vestir que era excepcional en el jet set. No era modelo, pero era famosa. Siempre se comportaba bien y dirigía todas las organizaciones benéficas que su madre, la gran Audrey Bourgeois, había creado. Luka la vio sólo una vez, en un evento donde él tocó para la gente famosa.
Era como una recepción o un pequeña reunión, con muy poca gente no más de veinte o treinta personas, las cuales le aplaudieron al terminar su actuación.
Y ella se acercó.
- ¿Luka Couffaine? Un gusto conocerte. - Zoe le extendió la mano, a pesar de poder saludarle con los dos besos en la mejilla. Luka correspondió rápidamente, apretando él también su delicada mano. Fueron tan sólo unos segundos, pero él pudo darse cuenta del contraste que existía entre ellos. La mano de Zoe, suave y rosa, con deditos largos y pulpejos delicados, con las uñas trabajadas en una delicada manicure. Y la mano de él, grande, con tatuajes en los nudillos y las uñas negras y cortas, con sus dedos callosos.
- Hermosos dedos, pero creo que no podrán con mi tamaño. -
Luka se separó bruscamente del saludo, al escuchar en su cabeza las primeras palabras que él le dijo al conocerlo.
Zoe lo miró de arriba a abajo, varias veces, sin sorprenderse de su actitud.
Ella tenía los ojos azul claro, casi trasparentes. Y su cabello era dorado como la miel, espeso y grueso.
Luka se imaginó, sin quererlo, a una Zoe desnuda aplastada por un Félix desnudo, meneando su cabellera por el placer que él le generaba.
Asqueado de ese imagen mental, Luka carraspeó y tragó saliva, retrocediendo medio paso.
Zoe no le quitaba la mirada de encima. Ella sonrió levemente, al notarlo algo turbado, aunque no le dijera el porqué.
- Quería conocerte desde hace mucho. - comentó ella en voz bajita, para que nadie les escuchara.
Nuevamente, sin desearlo, Luka volvió a imaginarse a Zoe de rodillas, enfrente de su Félix: - Hermosos dedos, pero creo que no podrán con mi tamaño. ¿Qué tal tu boca? - . Y en su imaginación, Luka observaba horrorizado como ambos se unían, tal como Félix hacía con él.
- Debo irme - pronunció Luka, malamente.
- Ha sido un placer. - respondió Zoe, enseñándole una sonrisa llena de socarronería y suficiencia.
Luka desapareció con su guitarra, despidiéndose con un leve asentimiento de cabeza para con los refinados asistentes. Apenas salió de ese salon, buscó un baño, lo encontró, se encerró en él, y abrió el grifo del lavabo, haciendo ruido. Puso una mano sobre su boca, y empezó a llorar, lanzando gemidos y lamentos.
- Ella es tan hermosa. - pensó amargamente. - y yo soy tan...-
Con tristeza, Luka se miró al espejo de ese baño y el reflejo le mostró a un músico joven con pinta de rockero de los ochenta, con la chaqueta de tachuelas, mitones en las manos y los pantalones vaqueros destrozados, con expansores en el lóbulo de las orejas y mechas azul electrico en la punta de su pelo. ¿Cómo podría escogerlo? ¿cómo podría quererlo a él sobre ella? Pero, ¿Félix la quería? ¿Se casaría con ella? ¿Era cierto lo que decía la revista? Visto en retrospectiva, Luka debió aprovechar el momento para felicitarla por su enlace y así obtener información sobre si era verídica o no.
Lástima que lo confirmaría días después, luego de su ronda de placer sobre una cama de hotel.
- ¿Es cierto, entonces? - reclamó Luka, en tanto Félix se abotonaba la camisa.
- ¿Es cierto, qué, Couffaine? - contestó Félix con su voz plana y sin cambios en la entonación.
Luka se cruzó de brazos, desnudo de la cintura para arriba.
- Félix...- murmuró Luka.
Félix cogió la corbata y se la pasó por el cuello, hizo un nudo con rapidez y lo empezó a ajustar a ciegas. Luka fue directo a atenderlo. Se acercó y acarició la camisa ascendiendo su palma hasta encontrarse con el nudo de la corbata. Resopló. Suspiró. Y manipuló la corbata para ajustarla al cuello de Félix.
Sus miradas coincidieron una vez más.
- Es cierto. - dijo Félix con claridad. Luka bajó la mirada por unos segundos, pero casi de inmediato volvió a mirarlo. Apretó los labios y tragó en seco. - Me voy a casar con ella, en la próxima primavera. -
Luka se alejó de él, un par de pasos, le dio la espalda, tratando de entender cómo podía amarlo, sabiendo que amaba a otra, o sabiendo que estaba con otra. Se sintió usado. Placenteramente usado, pero usado al fin y al cabo. ¿Qué pensaba Félix qué era? ¿Un juguete? ¿Un pasatiempo? Luka meneó la cabeza intentando comprender, pero no podía. Félix era tan lacónico a veces, o tan poco profundo, no hablaba nunca de sus cosas. No podías saber lo que él pensaba. Su mente, era un lugar inaccesible para Luka. Y ahora, también su corazón.
- ¿No me amas? - masculló Luka, intentando pronunciar alguna palabra antes de romper a llorar. - Porque he escuchado claramente como me decías "yo también te quiero Luka", hace tan sólo unos minutos, Félix. -
- No es lo mismo. - le contestó el rubio, metiéndose las manos a los bolsillos. - Son negocios. Negocios de los que no puedo escapar. -
- ¡¿Y qué hay de nosotros?! - le gritó Luka, incontrolable, volviéndose para encarar a Félix. - ¿Y que hay de nosotros? - susurró en voz baja, desesperado.
Félix se encogió de hombros, mientras la punta de su pie derecho empezó a repiquetear contra el suelo, como un mecanismo nervioso de defensa.
- No es lo mismo - repitió como un robot. - Ahora vámonos, que se me hace tarde. -
Félix cogió su chaqueta con fuerza y la sacudió vehemente, antes de abrir la puerta de la habitación con estrepito y violencia. Lucía imperturbable, pero sus acciones tan marcadas indicaban lo contrario.
- Después de tí. - le dijo a Luka.
- Aun me falta vestir. -
Felix frustrado, cerró la puerta de golpe, haciendo temblar los cristales. Luka cogió su camiseta, su cazadora, recogió sus cosas y las metió en su mochila que siempre llevaba, se pasó un par de veces la mano por el pelo, luego comprobó su imagen en el espejo. Se acercó a la taza de té que dejó en una mesilla, y se lo acabó de porrazo. Sujetó una correa de su mochila y enfrentó a su gran amor.
- Ahora sí. - le dijo en un susurró.
Félix volvió a abrir la puerta, ya con más delicadeza.
- Después de tí. - repitió.
Él asintió.
Luka Couffaine no le contestó el teléfono por días, ni respondió a sus mensajes por semanas. Para Couffaine, a Fathom le podían pasar una manada de elefantes encima.
- Que le den. - siempre decía en cada ocasión que le llegaba un mensaje de él.
Luego de un par de semanas, decidió bloquearlo en el teléfono. Se dijo a sí mismo, que había que quererse más, que no debía permitir que un hombre tan guapo y tan hermoso lo usara de esa manera. A los días de haberlo baneado, empezaron a llegar chocolates a la oficina de su representante, el gran fumador de puros Bob Roth. Al principio, su representante pensó que eran de alguna fan, pero los chocolates llegaban sin remitente y con una nota escrita en perfecta caligrafía:
- "Lo siento" -
Bob Roth lanzaba su puro al cubo de la basura y buscaba a Couffaine en las salas de grabación, esperaba pacientemente a que Luka terminaba y apenas se abría la puerta, el viejo y asqueroso hombretón le lanzaba la cajita con los chocolates, Luka la atrapaba al vuelo.
- Otra vez tu admiradora secreta, Luka. -
Luka observaba la cajita. tenía la nota pegada y se veía nítidamente, lo que Félix había escrito:
- "Lo siento" -.
Félix escribía pero nunca firmaba esas notas. Luka desprendía la notita y la observaba por minutos.
Pero ese día, su representante dijo:
- ¿Los vas a comer? - preguntó Roth. - Esta vez son belgas, cuestan como doscientos euros el kilo. Y ahí hay como dos. Una delicia. Un manjar... ¿Qué amiga te has conseguido esta vez, Luka? ¿Debo preocuparme? -
Luka negó con la cabeza, en silencio. Guardó la notita en su bolsillo. La gran mayoría de veces le regalaba al viejo ése sus chocolates caros y exclusivos.
Pero esta vez, Luka abrazó la cajita y volvió a negar con la cabeza.
- No, Bob, esta vez son belgas y cuestan más de doscientos euros el kilo. Y aquí hay como dos. Así que no, me los quedo. Debo visitar a una amiga. -
Luka todavía triste y plenamente convencido de olvidar a Félix Fathom, cogió sus chocolates y fue a recoger sus cosas porque había quedado en visitar a su mejor amiga, Marinette, quien estaba a punto de casarse con Adrien Agreste, su novio de toda la vida.
Apenas ella lo vio llegar, se le colgó del cuello, regalandole un abrazo sincero. Lo hizo pasar a su piso lujoso y céntrico, donde vivía ella con Adrien.
- Toma. - le pidió Luka, entregándole la caja de chocolates belgas. - Son para ti, engordemos juntos. -
Pero esa tarde, Luka no comió ni un chocolate.
Marinette comió unos cuantos, halagó el buen gusto de Luka y decidió guardar el resto para su novio, Adrien, quien estaba próximo al llegar. Luego pasaron al comedor y Luka se sentó en una silla, en tanto Marinette se quedaba de pie, masticando el último chocolate que había elegido para ella.
- Yo...- empezó Luka a decir, nervioso. - Yo he conocido a alguien, Marinette, hace algunos meses. -
Marinette todavía con el chocolate en la boca, asintió divertida. Presumía que Luka le iba a contar sobre algún nuevo novia o novio. No estaba preparada para lo que iba a escuchar.
- Él es...muy guapo, e inteligente, y rico, y...es muy amable conmigo y muy pasional. Cuando hacemos el amor, siento que voy a otra dimensión, donde solo estamos él y yo, y no hay nadie más. Y quiero que el tiempo se detenga, que la luz no pase, que nunca nieve ni llueve. Yo...yo lo amo, Marinette - Luka hizo una pausa, para sonreír con amplitud. Marinette tragó el chocolate y también sonrió emocionada por lo que le sucedía a su amigo. - Pasamos buenos momentos juntos. Y realmente, creo, Mari, que no puedo amarlo más de lo que lo amo ahora. Alguna vez siento que este amor no me cabe en el pecho, y entonces, miro hacia abajo, hacia mí y me digo: ¿Dónde estoy guardando su amor, si mi corazón es tan pequeño? Y estoy convencido, Marinette, que ese amor ya no está aquí en mi cuerpo, sino en mi alma, enterrado muy profundo. -
Marinette abrió la boca tan sólo un poco, rápidamente fue hasta donde estaba Luka y lo abrazó con cariño.
- Estoy tan feliz por tí, Luka Couffaine. - musitó su amiga.
Luka no correspondió el abrazo, se quedó tieso y decidió contar toda la verdad, o gran parte de ella al menos.
- Él tiene novia. - le lanzó a quemarropa.
Su amiga rompió el abrazo, de pura sorpresa, a la vez que retrocedía alejandose de Luka Couffaine.
- ¿Qué dices? - susurró, estupefacta. - No...no lo entiendo. -
- ¿Crees que es un patán? - le preguntó Luka, ya con los ojos enrojecidos y congestionados, a punto de romper en llanto. - ¿Crees que me está usando? ¿Crees que he sido un juguete para él? ¿Crees...crees que él no me quiere como yo lo quiero? ¿Qué opinas, Marinette? Por favor necesito que me contestes, necesito saber si es que ...si es que estoy pidiendo mucho de él. Si es que...que deje a su novia, es mucho para él...-
Luka abrió la boca, para continuar hablando pero un gemido se le atravesó en la garganta. Unas pocas lágrimas cayeron por sus mejillas y Marinette volvió a acercarsele, le limpió el rostro con sus dedos y le obligó a inhalar y exhalar varias veces, hasta que Luka se calmó un poco. La sensación de llanto inminente se disipó, pero la tristeza permanecía en el rostro de su amigo.
- Debería terminar con ella, sí, si es que quiere una relación contigo. - sentenció Marinette, apretandole un hombro. Luka asintió, meláncolico.
Eso era lo que necesitaba escuchar.
Necesitaba una segunda opinión en una tema tan obvio para algunos. Pero tan complejo para él.
Se puso de pie, inmensamente vacío, porque sabía que no había chocolate que le endulzara aquel trago tan amargo como era su relación con Félix. Tan intensa como la negrura del chocolate, tan amarga como su sabor y al final, tan placentera.
Como un chocolate belga.
Se despidió minutos más tarde de su amiga, y le prometió una pronta visita para mantenerla al tanto. Por su parte, Marinette se prometió a si misma, estar más pendiente del tema, porque presumía que su amigo estaba sufriendo muchísimo.
- Luka siempre ha sido sensible. - pensó Marinette. - Y siempre se entrega por completo, se despelleja por otros, pero nunca por él. Supongo que es parte de su arte: su sensibilidad y su belleza. ¡Qué pena no ser correspondido! -
Y así, sumida en sus pensamientos no se dio cuenta cuando su novio, Adrien Agreste entraba al piso acompañado de su primo estirado e inglés, Félix Fathom.
- Mari. - saludó a Adrien besándole en la boca. - Sabes a chocolate. -
Marinette despertó de su trance, feliz por ver a su amor. Le ofreció a Félix tomar asiento, para poder ella prepararles algo en la cocina. Volvió segundos más tarde, llevando una bandeja con una cajita llena de chocolate belga, tres copas estilo flauta y una botella de champán. -
Félix vio por el rabillo del ojo, cómo su primo Adrien abría la cajita y se zampaba lo que había dentro. Reconoció los chocolates que con tanto ahínco había seleccionado y había ordenado traer. Él mismo había escogido la caja donde los colocaría y por último, había escrito una nota, con su mejor estilográfica y con su mejor letra. Siempre odiaba disculparse, pero en cambio, esta vez, ya llevaba decenas de notitas diciendo lo mismo: "lo siento". Lo sentía todo, pero no podía hacer nada. Apretó los labios, angustiado, esquivó aún más a sus acompañantes y desvió su mirada hacia el amplio ventanal que había en ese piso. Deseó lanzarse por la barandilla, deseó caer desde lo alto del edificio. Huir, o esconderse, o gritar y gritar y llorar. Y volver a decir: ¡Son negocios, maldición!.
Pero en cambio, no dijo nada.
Marinette le acercó una copa de champán bien llena de espumante, y ofreciéndole el líquido, ella le dijo:
- Felicidades por tu compromiso, Felix Fathom -
Y una mierda, pensó Félix, bebiéndose el líquido de un solo trago.
Afuera, empezó a llover.
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Exactamente no sé como poner las advertencias correspondientes, pero si no ha quedado claro, os digo: Aqui la pareja principal es Luka y Félix, y si hay lemon, es gay lemon, pero para ser sinceros, a luka francamente le gustan los hombres y a Felix le gusta todo aquello que tenga agujero. Lo veremos más adelante.
Voy a pedir perdón porque estos capitulos los estoy subiendo con una minima edicion, así que es posible que tenga que resubir capitulos más adelante.
Agradecer a los grandes amigos que me acompañan en este fic: a Only D (gracias Dayi por estar ahí, te quiero) el felizoe me lo he inventado totalmente :O, a Manu (te agradezco que leas tb esto) Lo siento NoirO pero no puedo hacer más por el momento, lamento la decepcion. Kotowi19, gracias por leer, y gracias por el apoyo, siento que navego en aguas turbias, tengo miedo y a la vez no. Creo q es más emoción, no se. Y por ultimo, gracias a Globito y a Liss por meterme al feluka con intensidad. Besito Mrs Fitz, te quiero mogollón.
Con vulgaridad y romanticismo, se despide la amiga de siempre.
Lordthunder1000.
