En el capítulo anterior.

-Yo no diría que está bien, Freya-Sama-Respondió Ottar, despertando la mirada de ambas mujeres.

-¿Qué quieres decir con eso...?-Preguntaron al unísono las peliplateadas.

-Su reputación... su credibilidad... el odio que le tendrán los aventureros y los civiles... es algo que dudo que pueda manejar-Contestó.

-Si alguien lastima a mi Odr...-Dijo Freya.

-Si alguien lastima a Bell...-Dijo Helun.

-Será asesinado-Dijeron al mismo tiempo con una aura atemorizante.

Incluso en imperturbable Ottar retrocedió.

-Pero tienes razón... debemos lograr que vuelva a ser bien visto pero ¿Cómo?-Preguntó Freya.

Justo al hacerlo, alguien alertó sobre un visitante.

-Freya-Sama, el dios Hermes quiere verla-Dijo uno de los dependientes de la bella diosa.

-¿Hermes?-

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En el capítulo actual.

-Eso sí que es una sorpresa, dime hermes ¿Qué te trae por aquí? No es de buena educación escuchar pláticas ajenas-Dijo Freya, retomando su actitud serena aunque claramente había disgusto por los actos del dios viajero.

-Se lo dije Hermes-Sama, es mala idea entrar sin consentimiento, otra vez nos metió en un embrollo-Asfi le reclamó a su dios. En la chica se percibía un terror indescriptible por el aura que "El Rey" Ottar, emanaba.

-¿Y bien? ¿Seguirás en silencio o tendré que ordenarle a Ottar que te haga hablar?-La diosa insistió con su anterior pregunta, agregando una amenaza.

-Antes que nada Freya, dime ¿Ha servido de maravilla lo que le di a Bell? ¿Pudiste cumplir tu objetivo?-Hermes sonreía con tranquilidad, actitud que sorprendió a su dependiente.

-¿Uh? ¿De qué hablas?-La peliplateada lucía nerviosa por alguna razón.

Sus ojos se movían a distintas direcciones y su sonrojo iba en aumento.

-Así que no era mentira, de verdad ya hiciste tu movida con Bell... si tan solo mi viejo amigo estuviera aquí para verlo-El dios lloraba internamente. Eran lágrimas de orgullo.

-¡D-Déjate de tonterías y dime qué demonios quieres!-La actitud arrogante de Hermes sacó a Freya de sus estribos.

-Ya, ya, perdón. En fin, viendo que tú estás envuelta con Bell, supondré que no deseas que le suceda algo malo ¿No es así?-El estado de ánimo cambió radicalmente con tan solo una oración.

Helun y Ottar miraron a Dios y dependiente, tanto así que ambos podían jurar que los matarían.

Hermes únicamente tragó saliva y Asfi luchaba con las ganas de desmayarse.

-Lo que vayas a decir ahora... piénsalo con cuidado-Freya advirtió. Ella estaba lista para darle la órden a Ottar de ser necesario.

-Si planeas perjudicar a mi Odr, no habrá poder humano o inhumano que te salve de la cantidad de dolor que te propinaré-Agregó.

El dios suspiró.

-Es todo lo contrario, Freya. Yo tengo cierta admiración por Bell y lo considero una persona que deseo ver crecer y convertirse en un gran héroe... el héroe que Orario necesita-Contestó con calma, aunque claro, por dentro quería huir.

-Yo soy la única con ese derecho, a mi no me importa lo que Orario necesite-La peliplateada dio su respuesta inmediatamente.

-¿Segura? ¿Aún cuando ese es su más grande sueño?-Hermes movió su pieza en el tablero.

El silencio se hizo presente de una forma inquietante.

-Lo sabes ¿Verdad? Que desea ser un héroe... y que ni tú ni nadie detendrá esa meta, la cual, sin importar el riesgo, enfrentará. Al fin y al cabo... él es lo que Orario necesita-El dios continuaba enfrentando a Freya.

La diosa tragó saliva y sintió cierta incomodidad en el pecho.

"Los héroes... son las personas más tontas del mundo... dejar todo, incluso tu vida... para salvar el mundo que tarde o temprano olvidará que exististe... o que, en el mejor de los casos, te recordaran como una simple leyenda..." Pensó, mientras su incomodidad se transformaba en dolor.

-Freya-Sama...-Helun la nombró, con preocupación.

-¡Sin embargo! No he venido a charlar de eso...-La sonrisa llena de arrogancia de Hermes se dibujó en su rostro nuevamente.

-Dime... ¿Crees que un niño tan sensible y dependiente de sus sentimientos la pasará bien tras la tontería que él hizo? ¿Será posible no tener consecuencias dentro de su alma tras recibir el repudio y odio de toda las personas de Orario? Si me preguntas... yo creo que no, eso es lo que me trae aquí-El hombre pelinaranja declaró, retirando su sombrero.

-No estoy a favor ni en contra de lo que Bell decidió, no obstante, debo arreglar el tiradero que sus acciones provocaron-Agregó.

-¿Tiradero? Entonces usted fue el que Interrumpió la lucha ¿No es así?-Ottar habló con su característica voz ronca y actitud imperturbable.

¿A qué lucha se refería? Sencillo... cuando aquel minotauro negro hizo acto de presencia y su Diosa lo mandó a proteger al peliblanco, Ottar se vio interrumpido por aquella bestia.

En la batalla contra el minotauro, hace algunas horas.

-¡Aiz! ¡Retírate! ¡No estás concentrada!-Finn le gritó a la pelidorada luego de que esta haya sido herida por un hachazo del monstruo.

Ella vio cómo el agarre de su espada temblaba.

-¡VUOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH!-El minotauro gritó con fuerza, causando un temblor en los edificios a los alrededores.

-Yo me encargaré...-Dijeron a la distancia.

Finn y Gareth, quienes se alistaban para luchar, junto con Aiz, voltearon a donde dicha voz provino.

-¿Ottar...?-Se sorprendieron por la presencia del aventurero más fuerte.

-Veo que no seremos necesarios-El Hobbit sonrió, dejando la postura de batalla.

-¿Qué te trae por a aquí?-Gareth cuestionó.

-Cumplo los deseos de mi diosa-Corto y al grano, así fue la respuesta del Boaz.

-¿Dónde está...?-Otra voz se escuchó.

Los cuatro dirigieron sus miradas a aquel ruido.

-¿Dónde está... ese chico...?-Una pregunta fue lanzada.

-I-Imposible... é-él...-La princesa de la espada abrió sus ojos totalmente.

-Habló...-Gareth completó la oración.

Incluso Ottar y Finn sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas.

-Un sueño... se repite... él y yo... luchando... iré por ese chico... y tendré mi revancha...-Una sonrisa que infundía miedo en quienes la vieron se dibujó en el hocico de la bestia.

-Se refiere a Bell...-Aiz unió los puntos e identificó a la persona de la que el minotauro describía.

-Bell... con que ese es su nombre... nuestra batalla será legendaria...-Agregó el monstruo, inflando su pecho.

-¡VUOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOH!-El bramido resonó con más intensidad.

En una fracción de segundo, Ottar se lanzó al ataque.

*¡CLANKKKKKKKKKKKKKKKKKKKK!*

Un fuerte choque entre dos objetos de metal hizo vibrar el cuerpo de ambos.

Ottar, con su gran espada, dirigió un tajo al cuello del minotauro, sin embargo, se alcanzó a bloquearlo.

-También me acuerdo de ti...-Confesó.

*¡CLANK!*

El boaz fue apartado por la fuerza.

Un increíble poder era emanado por parte de ambos, sin embargo, "El Rey" no tenía ese título por nada.

Se preparó para cumplir su objeto de una vez por todas.

El minotauro, aún sin un brazo, no retrocedió ni un centímetro.

Hasta que de pronto...

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

*¡BOM!*

Varias explosiones dentro del "Campo de batalla" interrumpieron el enfrentamiento.

-¿Qué es esto?-Se preguntó cuando aquellas bombas produjeron un humo espeso y negro por el cual ni siquiera la luz se filtraba.

Él tomó su espada y, con un corte al aire, despejó un pequeño resquicio.

El minotauro... el resto de los monstruos... desaparecieron.

De vuelta con Freya y Hermes.

-¿Por qué interrumpiste? ¿Y que tienen que ver esos monstruos con mi Odr?-Freya le exigió una respuesta.

-Creo que tus hijos pueden contestarte esa duda ¿O me equivoco?-Hermes volteó a donde ambos se hallaban.

-Freya-Sama... Bell... cuando esa vouivre murió, él lloró y lamentó, diciendo que no pudo salvarla-Informó la peliplateada.

-¿Q-Que...? Monstruos que hablan... mi conejito llorando por uno de ellos... ¿Qué sucede?-Más dudas surgían.

-Digamos que Uranos metió a Bell en un embrollo, o él solo se metió ¿Quién sabe? Ambos son igual de impredecibles-Opinó el dios, suspirando pesadamente.

-Lo importante aquí es que tu ayuda es necesaria si queremos apoyar su meta y proteger su reputación en el proceso, así que, Freya...-

La diosa miró expectante a quien yacía frente suyo.

No importaba lo que pidiera, mientras pudiese ayudar a Bell, ella le concedería lo que fuera.

-Es necesaria esa llave que le robaste a Ishtar...-Finalizó su pedido, extendiendo la mano.

-La llave de Knoss... me sorprende que sepas de su existencia-Sonrió Freya, dando una señal a Helun.

-¡Hey! Soy más listo de lo que aparento, tú mejor que nadie deberías saber que las apariencias engañan-Hermes guiñó su ojo.

-¿A qué te refieres?-Preguntó la diosa peliplateada.

-A nada en especial. Por cierto, posiblemente deberás desocuparte la noche de mañana... verás el resurgir de tu "Odr" y tal vez te lleves unas sorpresas extras-Dijo el dios viajero mientras Helun le daba la llave.

Como ya era común, nadie pudo descifrar qué demonios tenía Hermes en la cabeza.

-Mantenme informada-Freya le ordenó, señalándole la salida.

-Sí, sí. Muchas gracias por tu cooperación, aunque claramente sé que si por ti fuera me hubieses ignorado y posiblemente degollado vivo por interferir en tus aposentos-Declaró el hombre de cabello naranja.

-Obvio. Tú y ese viejo son en verdad desagradables-Respondió.

Hermes se aguantaba la risa para sorpresa de la diosa.

Dios e hija se retiraron, a pesar de que Asfi tuvo que ser llevada a rastras porque su cuerpo no respondía.

Ya en la puerta del elevador, este le habló a Helun.

-Mucho éxito con Bell, pequeña hija de Freya-Le guiñó el ojo a la peliplateada.

Ella se quedó en estado de shock por aquellas palabras.

-¿Eh? ¡¿EHHHHHHHHHHH?!-Gritó Helun cambiando su tono de piel a un color rojo intenso, semejante a un jitomate.

La puerta se cerró y aún así un grito llegó a la inquieta mujer.

-¡EL HAREM ES EL ROMANCE DE UN HOMBRE!-

Seguido de eso, un impacto fue dado en la cabeza del dios.

-¡CÁLLESE DIOS IDIOTA!-

Asfi lo había golpeado por gritar semejante tontería.

-¿C-Cómo...? S-Según yo solo Freya-Sama lo sabía...-La chica cubrió su rostro con ambas manos.

Mientras tanto, su Diosa, yacía sentada en su trono, sujetando su barbilla en busca del alma de su amado con el objetivo de asegurarse de que no haya sufrido ninguna alteración.

-Vaya... sigue siendo tan pura... aunque...-Freya posó sus palmas en su pecho.

-Llegados a este punto... ya no estoy interesada únicamente en su alma... amo todo de él...-Una pequeña sonrisa se hizo presente, seguido de un aumento en su ritmo cardiaco.

Tal parece que la diosa, tras tantos milenios buscando a su amado Odr, aquella alma diferente a el resto, por fin se dio cuenta de que el amor por encontrarlo trascendía su meta original.

-Cada día experimento nuevos sentimientos... y todo es gracias a ti... Bell-

Al día siguiente.

-Voy saliendo Kami-Sama-Dijo el peliblanco desde la puerta de su mansión.

-Ve con cuidado Bell, no sabemos qué pueda suceder o cómo reaccionen los ciudadanos y aventureros tras... ese incidente-Dijo Hestia, preocupándose por su hijo.

-Estoy consciente de eso Kami-Sama...-Bell agachó la cabeza.

-Pero debo vivir sin arrepentimientos. Debo afrontar con la frente en alto las consecuencias de mis actos-Respondió el chico. No se le notaba seguro de lo que dijo.

Hestia guardó silencio.

Ella se sentía mal.

Le incomodaba ver de esa forma a su hijo.

Esa tristeza.

Ese miedo.

La duda dentro de su ser.

Aquel amable y alegre chico se perdió por ser orillado a tal extremo.

-M-Mejor me retiro Kami-Sama, adiós. Volveré a la hora que Hermes nos mencionó-Bell salió del transe en el que sus pensamientos lo metieron y cruzó la puerta.

Hestia se quedó sola, observando la puerta, con una expresión que transmitía tristeza.

"Esperemos que el plan de Hermes salga bien... no soporto verlo así..." Se dijo a sí misma.

Para su desgracia, no le quedaba otra opción que confiar en aquel dios que labora de formas misteriosas.

-Regresar a los Xenos, recuperar la confianza del pueblo hacia Bell... es demasiado lo que debemos realizar en poco tiempo. No creo que Loki y su familia nos permitan más tiempo que hoy-Susurró mientras que con sus manos tomaba unas pequeñas esferas color jade.

-Más te vale ayudarnos, Urano-Finalizó.

En las calles de Orario.

Bell caminaba bajo los fuertes rayos del sol, sin embargo, este tenía las manos guardadas en los bolsillos y procuró disminuir el contacto visual con la esperanza de no recibir miradas reprochándole sus acciones.

Aunque... los susurros eran suficientes.

-¿Es el pequeño novato? ¿Cómo osa siquiera caminar entre nosotros?-

-No puedo creer que esté libre, deberían encarcelarlo. Es un peligro que esté entre nosotros-

-Maldito niño, al fin demostró su verdadero rostro-

-Tengo hambre-

-Que se largue de Orario, no necesitamos escoria como él infectando nuestra ciudad-

Los insultos no se detenían. El chico los ignoraba lo mejor que podía pero de todas maneras los pinchazos en su corazón no desaparecían.

La gente puede ser demasiado cruel con quien hace unos días admiraban.

Así de cambiante es el corazón y la mente de los humanos.

No entienden razones, se guían por su propia moral o por lo observado.

Los actos hablan más que las palabras. Bell nunca comprendió esas palabras tan bien como ahora.

"Deténganse... por favor... deténganse..." Rogaba desde dentro de su mente, apretando sus puños.

-Lárgate...-

-Lárgate...-

-Lárgate...-

Esa palabra se repetía a sus alrededores, sin importar el género, ni la edad de quienes la decían.

"¿En verdad tomé la decisión correcta?" Se cuestionó mientras sus ojos se tornaban cristalinos por la acumulación de lágrimas.

-¡Hey! ¡Cierren la boca!-Un grito silenció las voces.

-¿Eh?-Bell levantó poco a poco la cabeza para encontrarse con la persona que lo defendía.

-¿Mord?-Fue ahí donde se percató de quien fue.

-¡El pequeño novato podrá haber hecho una estupidez! ¡Pero todos cometemos una tarde o temprano! ¡¿Qué derecho tienen de juzgar a alguien por lo que hace mal?! ¡Él es un héroe! ¡Ha salvado a muchos de ustedes cuando más lo necesitaron! ¡¿No es verdad?!-El aventurero, quien no hace mucho era un enemigo, lo ayudaba.

-¡Pero lo que hizo con ese monstruo...!-Un ciudadano quiso interrumpir pero fue silenciado.

-¡Vas a olvidar todo lo bueno que ha hecho por una cosa mala! ¡Entonces tú eres la basura aquí!-Le gritó Mord, señalándolo con fiereza.

-¡Tch!-Chistó la persona.

-Pequeño novato, no dejes que los demás definan quien eres-Dijo el hombre, posando la mano en el hombro del peliblanco.

-Para mi eres un héroe-Levantó el pulgar y le sonrió.

Bell guardó silencio y volvió agachar la cabeza.

-Gracias...-Agradeció mientras con el costado de su chamarra se limpiaba las lágrimas.

Después de eso, se fue corriendo sin voltear.

Tal vez el dolor y la duda siga ahí, pero al menos sabe qué hay gente que lo defiende.

Sus pasos no se detuvieron.

Sus preguntas no se contestaron.

Su miedo no se desvaneció.

Todo seguía igual.

Nublado.

Con dudas en su ser.

Sin saber qué hacer...

"Creí que podría ignorarlos y seguir... Mord hizo que me diera cuenta de que no es posible..." Pensó, sin detenerse y sin un rumbo en específico.

Así continuó hasta que alguien lo nombró.

-¿Bell?-Una dulce voz entró por sus oídos.

Se detuvo de repente.

Lentamente retiró su antebrazo de sus ojos y estiró su espalda para retomar la postura recta.

Cuando ya por fin nada cubría sus ojos, una luz golpeó en su cara, impidiéndole ver con claridad a la persona de antes.

-¿Bell? ¿Estás bien?-La pregunta de aquella mujer volvió.

-¿Syr?-Luego de algunos segundos identificó la propietaria de dicha interrogante.

Ella yacía de pie frente a él con una bolsa de papel en el brazo derecho.

-Qué alivio. Estaba preocupada porque no nos veíamos-La siempre amable y animada chica de cabello gris se acercó a él.

-Lo siento-Respondió un tanto decaído.

Syr notó esto o algo dentro de ella se sintió incómoda por verlo así.

-¿Damos un paseo?-De la nada, lanzó la sugerencia.

-¿Ah? Y-Ya sabes lo que la gente de la ciudad piensa de mí ¿No?-Con duda, Bell quiso confirmarlo.

-Por supuesto-La respuesta casi inmediata de la camarera sorprendió al chico.

Él, aún sin entender la amabilidad de la jovencita, se dejó llevar por el flujo de las cosas.

Plaf

-¿Q-Qué...?-Preguntó cuando sintió un calor agradable en su mano derecha.

-Vamos, Bell-Ella le sonrió, sujetándolo y uniendo su palma con la suya.

El peliblanco se sonrojó ligeramente sin pronunciar palabra o queja alguna.

Ambos caminaron a un lugar apartado del centro de la ciudad, sin que Syr se separara de su lado.

Ella hablaba y hablaba de cualquier cosa que llegaba a sus recuerdos.

Tras algunos minutos, se sentaron en unas bancas donde la peligris no dejó de charlar a pesar del silencio del chico, quien aún tenía varias cosas en su mente. No obstante, escuchaba atentamente a Syr.

-Entonces Mama Mia agarró un bocado de mi comida y dijo "La comida no se tira"-Relató la chica, imitando a la enana lo mejor que pudo.

Bell sonreía. Le divirtió el pequeño relato de su acompañante.

Aunque la duda lo carcomía, por lo que decidió expresarla.

-¿No me preguntarás nada sobre eso?-Dijo, decayendo su ánimo nuevamente.

-Si quieres hablar, te escucharé, si duele hacerlo, no indagaré-Contestó Syr, posando su mano encima de la del peliblanco mientras lo miraba fijamente.

Bell se inclinó.

-¿Estás dudando?-Preguntó Syr al entender el lenguaje corporal del muchacho.

-A-Ah...-Abrió su boca un segundo pero al cerró rápidamente.

Syr apartó la vista y la posó de frente.

Suspiró y opinó los siguiente.

-No cargues con todo eso solo-

-Ahora tienes familia-

-También amigos que te quieren y apoyan-

-No pongas en tus hombros más peso del que puedes soportar... dale un poco a quienes gustosamente lo levantarán junto a ti-

A un ritmo tardío, Bell fue abriéndose.

-Tengo miedo...-Confesó.

Syr volteó a verlo con detenimiento.

-Me da miedo comprobarlo-

-Corrí hacia adelante sin preguntarles su opinión-

-Los involucré y los metí en problemas-

-De nuevo, por ser impulsivo, los metí en un embrollo del qué tal vez no salgamos...-

-Todo por mi culpa...-

La velocidad de las palabras iba en aumento con el pasar de las mismas.

Los miedos del chico se lograban identificar con el transcurrir de los segundos.

El tono de voz de Bell se hacía más y más bajo, incluso cortante, como si estuviese apunto de llorar.

-Yo... Yo...-Cerró sus ojos. Apretó sus puños. Sin embargo, no conseguía expresar correctamente su sentir.

-Disculpa...-Le dijo Syr, tomándolo de la cabeza.

-¿E-Eh?-Tomó de imprevisto al chico, quien no opuso resistencia.

Tras esto, ella lo acostó en su regazo.

-Quédate ahí-Dijo con un tono dulce.

Ella acariciaba los blancos cabellos del joven, bajando la cabeza para que s palabras fuesen escuchadas con claridad.

-No tengas miedo. No dudes. Puede que hayas perdido cosas, pero a tu lado se quedará lo que no te abandonará...-Le susurro al oído, despertando la atención de Bell, quien se movió para verla directamente.

-A mí... me gusta que corras sin detenerte...-Agregó.

-Yo... yo adoro a ese Bell que nunca se rinde por más grande que sea la barrera que se interponga...-Continuó, sin dejar de acariciar los finos cabellos de quien reposaba en su regazo.

El corazón del peliblanco aumentó su ritmo.

-¿P-Por que...? ¿Por qué llegarías a tales extremos por mí...? S-Simplemente no lo entiendo... tan solo estar aquí conmigo puede dañar tu reputación y...-Antes de que prosiguiera liberando su dolor y preocupación, Syr posó su dedo índice en los labios del peliblanco, silenciándolo en el acto.

-Bell... No importa lo doloroso que sea todo-Ella entrelazó sus dedos con los del joven.

-Incluso cuando creas que vas a perder...-Acercó su cara a la del peliblanco.

-Cuando nadie más en el mundo crea en ti...-Le sonrió mientras se acercaba aún más.

-Cuando ni siquiera tú creas en ti mismo...-El corazón de ambos latía irregularmente con el transcurrir de la oración.

Cuando los labios de Syr estaban a escasos centímetros del oído de Bell, continuó.

-Yo seré quien crea en ti...-Agregó.

Bell, quien no salía de su impresión, quedó cara a cara con la joven camarera.

-Porque... te amo...-Finalizó Syr y...

Mua

Un suave y delicado beso fue dado.

Los labios de ambos se unieron y experimentaron un dulce sabor seguido de un calor en dicha zona que los hacía perderse.

Bell abrió sus ojos totalmente, incluso creyó que se le saldrían de los orbitales.

No obstante, no se detuvo.

Ni él... ni Syr.

Con el pasar de unos 5 segundos, las bocas tomaron distancia.

-S-Syr...-El peliblanco, totalmente pasmado, se cubrió la boca con el antebrazo.

-Yo estaré a tu lado por siempre. Te amo, Bell. Te amo...-Pequeñas lágrimas salían de la camarera. Dichas lágrimas eran producidas por un gran alivio y felicidad.

El chico sintió una gran calma en todo el cuerpo y sin darse cuenta, unas gotas se deslizaban por sus pómulos.

-¿E-Estoy...? ¿Estoy llorando...?-Las limpiaba desesperadamente.

-Ya no las reprimas... déjalas salir...-Dijo Syr, acariciándole la mejilla.

Sniff

Sniff

Bell respiraba con irregularidad, todo a raíz de su llanto.

Syr lo recostó otra vez, con el rostro en los muslos de la chica.

Ella, aún avergonzada, comprendía que él no deseaba ser visto en ese estado tan débil, por lo que optó por esa opción.

Sintió las lágrimas empapando su falda.

Durante todo ese tiempo, ella le acariciaba el pelo, tranquilizándolo.

El llanto continuó sin cesar hasta que no hubo lágrimas que derramar.

Una hora después.

Los dos caminaban a "La señora de la abundancia". Syr se retardó por culpa de Bell, por lo que muy probablemente Mia regañaría a la camarera.

Ya en la puerta de dicho sitio, llegó la hora de separarse.

-Y-Yo... no sé qué r-responder ni cómo agradecerte...-Dijo Bell, agachando la cabeza.

Syr posó sus palmas en cada extremos del rostro del chico y...

Mua

-Notienesque darme una respuesta aún...-Dijo, totalmente sonrojada.

Por un momento, el chico percibió algo en ella.

-Bueno... me voy-Se despidió la chica de cabello gris, entrando al bar y dejando a Bell.

En la soledad de las calles y en lo profundo de su mente, Bell se dijo...

-S-Su sonrisa... la forma en la que hablaba... juro que, por un segundo... ella m-me recordó a...-Antes de finalizar, algo lo Interrumpió.

Un recuerdo.

-¡La reunión con Hermes-Sama!-Gritó tras percatarse de que estaba oscureciendo. Tras esto, dio media vuelta y corrió a toda velocidad, directo a su sede.

A la distancia, asomándose por la puerta, Syr lo observó.

Sus labios temblaban y sus manos yacían justo arriba de donde su corazón se ubica.

Una inquieta sonrisa se formaba antes de regresar adentro.

En "La mansión de la chimenea".

Tanto familia Hestia como Hermes y compañía yacían sentados en la sala de la mansión, la discusión aún no daba inicio por esperar al invitado de honor en esta estrategia y la razón por la cual existe la posibilidad de que esto salga bien.

Toc Toc Toc

-Y... Llegó-Susurraron todos los presentes con un aura amenazadora, bueno, casi todos.

-¡Voy Bell-Sama!-Avisó Haruhime, yendo a abrir la puerta.

-L-Lamento la tardanza-Se disculpó Bell, entrando lentamente.

-¡¿DÓNDE DEMONIOS ESTABAS?!-Gritaron Lili y Hestia, tacleándolo y tirándolo al suelo. (Ataque Loli).

-Primera y down-Susurró Welf, riéndose.

-¡P-PERDÓN! ¡PERDÓN! ¡PERDÓN!-Gritaba el peliblanco, intentando quitarse a su diosa y compañera de encima.

-Hestia-Sama, Lili-Dono. Tenemos poco tiempo, así que guarden la calma-Pidió la oriental, desapegándolas de Bell.

-Bien, creo que es hora de revelar lo que haremos. Toma asiento Bell-Pidió Hermes.

-S-Sí-Respondió el chico.

-El plan es el siguiente. Como la familia Loki estará buscando a todos esos monstruos, ellos tendrán en vigilancia todo rincón de la calle dédalo, lugar donde se escondieron según Fels y Urano nos informaron. Por esa razón deberemos ser lo más cautelosos posible. Por ende, necesitaremos los cascos de hadas que Asfi amablemente nos prestará-Hermes sonrió hacia su dependiente.

-Si lo rompen, usted lo pagará, Hermes-Sama-Declaró, acomodándose las gafas.

-Otra cosa a considerar es la movilización de los monstruos y sobre todo cómo los regresaremos al calabozo, para eso tengo una herramienta muy útil-Hermes sacó de su bolsillo una llave.

-¿Qué es eso?-Preguntó Hestia.

-Nuestra arma secreta para evitar ser descubiertos por la familia Loki-El Dios guiñó el ojo.

-¿Entonces usted nos guiará?-Preguntó Bell.

-Claro que sí, solo hay un pequeño y minúsculo detalle-Hermes desvió la mirada.

-¿Cuál?-El peliblanco preguntó a qué se refería.

-La princesa de la espada prácticamente te respirará en la nuca, por lo que muy probablemente tendrás problemas con ella-Alertó.

Sudor frío recorrió la espalda del joven.

-¡Yo me encargaré!-Una animada voz despertó las miradas al entrar de golpe en la mansión.

-¿Tiona?-Bell se sorprendió por verla ahí.

-Si lo que necesitan es ayuda, yo puedo dárselas. Detendré a Aiz lo suficiente como para que Wiene y los demás Xenos huyan-Dijo Tiona, sentándose a un costado del peliblanco.

-P-Pero... tu familia...-El chico se preocupó por ella y por como la familia Loki tomaría aquel acto.

-¿Eh? Pero no he venido sola, al menos alguien me apoya ¡Lefiya!-Tiona nombró a la elfo.

-Ah... Lefiya... ¡¿LEFIYA?!-Gritó Bell, quien le había restado importancia hasta que comprendió a quién llamó la amazona.

La elfo de la familia Loki entró lentamente, asomándose poco a poco.

-¡N-No creas que lo hago por ti, tonto humano!-Se quejó la elfo de cabellos naranjas, apuntándole con su bastón.

-Es que... cuando te vi tan desesperado tratando de ayudar a esa monstruo... en el fondo de mi corazón sentí... que tú eras quien estaba en lo correcto...-Agregó Lefiya.

-Además... quería disculparme por lo de aquel día...-Ella agachó la cabeza y seguidamente sus orejas igual aunque estas últimas fue una reacción involuntaria.

Bell sabía a qué día se refería.

Sin embargo... él no le guardaba rencor.

-Lefiya... no te odio... en verdad, muchas gracias por tu ayuda-Bell sonrió.

El ánimo de Lefiya se recuperó.

-No obstante... Si deseas hacerlo por arrepentimiento... no me será posible aceptarlo. No quiero que te veas envuelta en todo esto solo por considerarte en deuda conmigo-Agregó el muchacho.

-¡N-No lo hago por eso! ¡Ya te dije que creo que están haciendo lo correcto!-La bondad del chico desesperaba a Lefiya, razón por la cual lo tomó del cuello de la camisa y lo jaloneó en reiteradas ocasiones.

-¡D-De acuerdo! ¡Te creo! ¡Suéltame!-Bell sentía cómo se mareaba por la sacudida.

-¡Bien! Teniendo en cuenta esto... ¡Manos a la obra!-Hermes se puso de pie y golpeó la mesa, con la confianza rebosando de su cuerpo.

-¡Sí! ¡Estamos listos!-Gritaron al unísono los presentes.

El dios miró a la pieza más importante en este tablero de ajedrez.

"Espero que en verdad estés listo, Bell... no será nada sencillo y probablemente Freya me mate pero... el héroe debe renacer de las cenizas...".

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