CAPITULO DIECIOCHO

ROSALIE

Tomo la taza de las manos de Isabela y sorbo cuidadosamente, pensando en lo que debería decir. No quiero lastimar los sentimientos de nadie.

-Recuerdo haberme caído. Creo que me desmayé, porque lo siguiente que recuerdo es que me desperté en un lugar extraño con Emmett mirándome.-

-Debes haber estado muy asustada- murmura Ángela, empática. Isabela no dice nada, pero la mirada en su rostro es triste, como si estuviera sufriendo por mí. Sirve una taza de café y se la pasa a su hermana, luego se prepara una taza y se sienta a escuchar.

-Estaba asustada- admito -no sabía lo que estaba pasando, y Emmett no estaba muy... Centrado.- Lo siento, cariño.

No te disculpes. Pero te equivocas. Estaba centrado en ti.

Bien, buen punto. Le sonrío a las demás. -Emmett dice que estaba enfocado en mí. De todas formas, me trató bastante bien, pero estaba asustada porque fuimos atacados por otro dragón, y estábamos en lo alto y no había ningún lugar al que pudiera escapar. Estaba atrapada con él, y aunque sabía, gracias a Isabela, que podía convertirse en humano, seguía siendo muy inquietante- mis mejillas se sonrojan cuando recuerdo nuestro encuentro y cómo reaccionó Emmett -también era muy obvio que quería una cosa en particular- Isabela hace un ruido de estrangulamiento.

-¿Qué?- Ángela pregunta, curiosa. Oh, vaya. Mi cara se siente más acalorada.

-Umm. Una pareja- me tomo mi café, dejando que la taza esconda mi vergüenza.

Ángela parece avergonzada.

-Por supuesto. Debería haberme dado cuenta de eso.-

-No te puedes dar cuenta de lo que significa hasta que no te encuentras con un dragón cara a cara- dice Isabela con simpatía -incluso hablar de ello no hace justicia a lo intenso que puede ser el encuentro. Cuán singularmente enfocados están- asiento con la cabeza, porque tiene razón en todo.

-Fue definitivamente abrumador. Es muy intimidante al principio, pero luego te das cuenta de que lo único que quieren es cuidarte, y el miedo empieza a desaparecer- a menos que tengas miedo de tener sexo, lo cual me pasaba a mí. Eso trajo un nivel completamente diferente de miedo a la mezcla.

Ya no tienes miedo. Me dice Emmett con un poco de orgullo petulante en sus pensamientos. Te arrastras sobre mí cada mañana cuando...

-Ya basta- murmuro, avergonzada. Tanto Ángela como Isabela me miran, y me siento aún más tonta -lo siento, sólo estoy respondiendo a Emmett. A veces me olvido de que sus pensamientos están tan claros en mi cabeza, que es como si me hablara.-

-Parecéis bastante felices- dice Isabela, con una expresión cautelosa -¿Lo son?- pone un pulgar hacia arriba y luego un pulgar hacia abajo, con expresión de curiosidad. Me lleva un momento darme cuenta de que me pide que le dé un pulgar hacia abajo si soy desgraciada y no quiero que Emmett lo sepa. Me siento ofendida y halagada. Es dulce que quiera ayudarme, pero ¿cree que realmente traicionaría a mi dragón?

Me complace que ahora pienses tan bien de mí. Los pensamientos de Emmett son prácticamente una caricia en sí mismos. Hace poco tiempo temías que te tocara.

Por supuesto que pienso muy bien de ti. Te quiero. Me haces sentir segura. Me tratas como nadie más lo ha hecho. Sus pensamientos están llenos de afecto.

No te enfades con tu amiga, mi compañera. Ella sólo quiere lo mejor para ti. Es divertido que tus pequeñas hembras humanas piensen que podrían luchar contra mí para protegerte.

Probablemente enviarían al dragón de Isabela tras de ti.

Bah. No pelearía con él, y él no me desafiaría por una humana. Somos hermanos en las escamas, pero nada más. La pareja de un Drakoni es sagrada.

-Emmett es genial- digo cuando me doy cuenta de que ambas me miran fijamente, esperando una respuesta. Le doy a Isabela un pulgar arriba y un asentimiento -como dije, estaba asustada al principio, pero ya no lo estoy. Es realmente maravilloso. Nunca me siento insegura con él, y me mantiene bien alimentada.-

-Alguien que te alimenta no es suficiente para quedarse con ellos- me dice Isabela, con una mirada de preocupación en su cara -¿Es... amable contigo?- Ángela hace un ruido embarazoso -Oh vamos, todas somos adultas- dice Isabela -no finjamos que somos santas. Rosalie ha tenido una mierda terrible en su pasado. Sólo quiero asegurarme de que es realmente feliz, porque se lo merece- estoy conmovida.

-Soy feliz, Isabela. De verdad. Emmett y yo, estamos muy bien juntos. Soy más feliz con él de lo que nunca pensé que sería con nadie. Y si quieres saberlo, el sexo es... orgásmico. Nada como con Royce- escucho a Emmett gruñir en mi mente al mencionar el nombre de Royce -él, umm, trató de matar a Royce, ¿sabes?- los ojos de Isabela se abren de par en par.

-¿Lo hizo?- les cuento cómo Emmett se metió en mis pensamientos para encontrar a Royce y lo persiguió y me lo trajo para matarlo. Ángela está aliviada de que lo dejáramos ir, pero Isabela no está tan contenta.

-Deberías haber matado a ese imbécil cuando tuviste la oportunidad- me dice -te rompió el brazo. Te hirió deliberadamente.-

Me gusta eso. Me dice Emmett. Ella dice cosas inteligentes.

Calla, tú. -Sólo porque él sea un animal no significa que nosotros tengamos que serlo. No quiero vivir con su sangre en mis manos.-

-Mmm. Estaría bien con eso. He querido matarlo unas cuantas veces yo misma- Isabela vuelve a tomar su café -en cualquier caso, me alegro de que tú y Emmett estéis bien. Me preocupaba que hubieras ido de una mala situación a otra, y cuando conocí a Emmett... no era el más cuerdo de los dragones.-

-Mejora cada día- digo con una sonrisa -¿Recuerdas el diario que te mencioné? Tengo una buena cantidad de cosas pero no he tenido la oportunidad de encajarlas- la expresión de Isabela se vuelve algo envidiosa.

-Edward no puede recordar mucho en absoluto- miro a Ángela, que está callada durante nuestra conversación. No quiero que se sienta excluida, pero parece perdida en sus propios pensamientos. Me encogí de hombros ante Isabela.

-He descubierto un montón de cosas al azar, pero no sé si tengo alguna respuesta todavía.-

-Cualquier cosa sería más de lo que tengo- me dice Isabela, y la frustración es evidente en su cara.

-¿Por... el bebé?- cuando ella parece sorprendida, añado: -Emmett dice que puede olerlo en ti. Eso es algo que he descubierto. Pueden oler todo.-

-Hombre, en serio- murmura Isabela. Ella mira a Ángela y le da una sonrisa débil -sorpresa- Oh no. Miro a Ángela, horrorizada de haber dicho mas de la cuenta. La boca de Ángela está abierta, pero se recupera rápidamente.

-Me imaginé que algo pasaba. Has estado un poco estresada en los últimos días. Pensé que o estabas a punto de tener tu período... o que no te venía en absoluto por otra razón- ella envuelve sus dedos alrededor de su taza -supongo que no estaba muy lejos de dar en el blanco.-

-Estoy un poco estresada, sí- Isabela se endereza y deja su taza, haciendo una mueca -no sé nada sobre bebés. Ni siquiera sé si debería estar tomando café. Demonios, ni siquiera sé si voy a tener un huevo o un bebé- parece estar lista para estallar en lágrimas, lo que es sorprendente dado lo fuerte que es Isabela normalmente.

-Emmett me dijo que es un bebé- le digo -si eso ayuda a las cosas- los ojos de Isabela se abren mucho.

-¿En serio? ¿Recuerda tanto?-

-Bueno... sí. ¿Edward no?- estoy realmente sorprendida por eso. Ha mencionado lo 'loco' que estaba Emmett antes, así que pensé que la mente de Edward sería más fuerte que la de Emmett.

Me puso un poco a la defensiva en nombre de mi pobre dragón. Pero no puedo evitar sentir un poco de orgullo por tiene mas conciencia que Edward. Es una pequeña y tonta cosa de la que estar orgullosa, supongo. Y me siento mezquina incluso por hacer de las cosas un concurso. Pero aún así es bueno saber que no estamos totalmente detrás de los demás.

-Le he preguntado a Edward y nunca tiene respuestas. Sus recuerdos son bastante débiles- Se pone una mano en el abdomen -¿Recuerda... recuerda Emmett algo más? ¿Puedes preguntarle?-

-Me dijo antes que es un bebé. No un huevo. Y me ha dicho en el pasado que no se respira fuego hasta que pasan un rito de paso a la edad adulta, así que tampoco tienes que preocuparte por eso. Y, veamos…- pienso durante un momento -¿Algo sobre el fuego en la sangre que se transmite al bebé? Pero era vago- se desploma, visiblemente aliviada.

-Está bien. Mientras sepa que no voy a tener un huevo en llamas, eso me quita muchas preocupaciones- sus manos tiemblan cuando las presiona contra su estómago, y luego exhala profundamente, como si liberara toda su tensión y estrés -no tienes ni idea de las pesadillas que he estado teniendo.-

-Me lo imagino, no sé cómo me sentiría siendo la primera en tener un bebé 'mitad humano, mitad Drakoni'.-

¿No? ¿No quieres llevar a mis crías? Los pensamientos de Emmett se meten en los míos.

Tenías que darte cuenta de eso, ¿no?

Claro que sí. Escucho todos sus pensamientos. Los disfruto.

No he dicho que no quiera un bebé. Es sólo que no quiero ser la primera en descubrir las cosas.

¿Qué hay que descubrir? Tú eres mi compañera. Sus pensamientos están llenos de afecto y lujuria. Es todo muy natural y correcto.

Estoy segura de ello. Pero hasta que no recuerdes un poco más sobre ser Drakoni, prefiero dejar que otro juegue a ser conejillo de indias primero.

Nuestro hijo nunca te haría daño. No dejaría que nada te hiciera daño.

Lo sé, lo sé. Y es lógico que si puedes dejarme embarazada, no puede ser algo malo para mí. Es sólo que... da un poco de miedo pensar en ello.

No tengas miedo. Soy fuerte y puedo mantenerte a ti y a nuestros pequeños a salvo.

No tengo ninguna duda de eso, cariño. Te lo prometo. Le envío pensamientos cálidos para apaciguar sus sentimientos, por si acaso.

-Bueno, me alegro mucho de que hayas venido- me dice Isabela, y la preocupación parece haberse relajado entre sus cejas -me he estado preguntando por ti durante semanas. Me sentí culpable de no haber podido salvarlas a ambas.-

-Está bien- le digo mientras tomo otro sorbo de café -me siento tonta porque nunca se me ocurrió que Emmett pudiera extender su mente y saludar. Lo mencionó ayer y fue un verdadero golpe en la frente- les sonrío -en el momento en que me di cuenta de que podíamos ponernos en contacto, vine para acá. Tener un dragón como transporte y comunicación es todavía bastante nuevo para mí. No pensé en ello, y siento que hemos perdido semanas- Isabela me da una sonrisa de pena.

-Lo importante es que estés feliz y saludable. ¡Y puedes venir a visitarnos regularmente! ¡O nosotros podemos visitarte!-

-Una de nosotras puede, al menos- dice Ángela suavemente. Isabela se estremece.

-Esta bien, sí, una de nosotras puede. Aunque no puedo dejarte exactamente atrás…- ella me mira, una pregunta desesperada en sus ojos.

-Podemos visitarlos- le aseguro -incluso podría convencer a Esme de que venga en algún momento, pero aún no está acostumbrada a los dragones. Tendré que encontrar un mejor método de volar- me estremezco al pensar en los repetidos viajes en las garras de Emmett.

-Aha- Isabela pone una mirada triunfal en su cara y se sienta derecha -ahora, definitivamente puedo ayudar en eso- poco tiempo después Emmett está en el piso de cemento del apartamento de Isabela, su cola golpeando de un lado a otro con impaciencia. Ángela se sienta cerca en una silla, apestando a perfume de rosas, su cara se ilumina al aire libre mientras Isabela y yo discutimos sobre las hebillas de la silla -tienes que anudarlo aquí- me dice Isabela.

-¿Pero no sería mejor una cincha? No quiero pellizcar la piel de Emmett- acaricié una mano sobre las escamas de Emmett, preocupada.

-Es un dragón, idiota. No puedes pellizcarle- hace un gesto a la cuerda que cruza su torso -y tienes que asegurarte de que tus nudos aguanten o te deslizarás por el lateral. No es que tengas ninguna experiencia con eso, ¿verdad?-

-Oh, sarcasmo. Cómo te he echado de menos- me burlo, y hago los nudos como Isabela me muestra. A Emmett, le envío: ¿Estás bien, cariño? ¿No está muy apretado?

Para nada. Amárralo más fuerte si es necesario. No quiero que corras el riesgo de caer.

No te preocupes. No nos elevaremos si no es seguro.

Tomo otro juego de cuerdas y busco a Isabela para que me dé instrucciones. Llevamos toda la tarde practicando va la silla de montar, porque tendré que aprender a hacerlo sola. En el momento en que Emmett se convierta en humano, no importa lo apretados que estén mis nudos, porque todos se le caerán. Así que tengo que asegurarme de que sé cómo ponerme y quitarme las cosas fácilmente. Isabela ha sido paciente conmigo, demostrando con Edward como se tiene que poner su artilugio de silla de montar, y luego quitándoselo, una y otra vez, para que pueda practicar con Emmett. Ella me ha dado su silla de reserva, prometiéndome que podemos conseguir más en unos pocos días. Estoy muy emocionada con la idea de volar en una silla de montar, pero también me preocupa que vaya a estropear algo y que se me caiga de un lado otra vez.

Estaré pendiente de ti. Promete Emmett. Y no dejaré que te caigas al suelo. Te atraparé mucho antes de que te acerques.

Es muy amable de tu parte, cariño, pero no estoy segura de querer llegar a la parte de "caerse de lado" en absoluto. Necesito hacer esto bien. Me concentro en la serie de cuerdas y cabestrantes, los cinturones y estribos. Es una maraña, por supuesto, pero los métodos de Isabela tienen sentido. Puedo ver por qué hizo las cosas de esta manera.

Al final he comprobado tres veces todas mis correas y he ajustado el arnés de cuerpo que llevo puesto. Isabela me dice que es de una plataforma de puenting que ella arrasó. Todo lo que sé es que se enganchan en la silla de montar, que está atada al dragón, lo que me hace sentir mucho más segura.

-Creo que estoy lista para intentarlo.-

-Estará bien, lo prometo- Isabela me da una mirada alegre -y Edward y yo estaremos a tu lado- acaricia el flanco de su dragón y le dispara una sonrisa feliz, compartiendo una conversación que no puedo oír.

Oh, claro. Ella hace que parezca que no es gran cosa.

No es gran cosa. Me tranquiliza Emmett, me acaricia con el ocico el pelo. Edward me dice que él y su compañera vuelan a diario. A ella le encanta.

Sí, pero Isabela siempre ha sido mucho más valiente que yo. Aprieto las correas de mi pecho una vez más. -Bien, hagamos esto.-

-Vamos- me dice Isabela, y me muestra un par de gafas de natación -vas a necesitar estas. Y mantén la boca cerrada, porque he tragado demasiados bichos- me asfixio de la risa con eso y me pongo las gafas de natación. Mi pelo ya está trenzado, y me giro para mirar a los demás.

-¿Cómo me veo?-

-Elegante- grita Ángela cuando se pone de pie -si ustedes van a salir, yo iré abajo- ella cojea a mi lado, mirando nerviosamente a los dragones, y luego me da un abrazo -fue maravilloso verte de nuevo, Rosalie. Estoy muy feliz de que estés a salvo.-

-Gracias- le digo, y le devuelvo un abrazo entusiasta -volveré a visitaros muy pronto, lo prometo- asiente con la cabeza y luego se dirige a la puerta del otro lado del apartamento de Isabela, dirigiéndose hacia su búnker. Quiero ayudarla. Está claro que se siente atrapada, no sólo por su situación, sino por todo. La mirada triste nunca deja sus ojos. Emmett me da con el morro.

Puedo oír tus pensamientos, mi bebé. No puedes arreglar su problema. Ella está a salvo de esta manera.

Me río en mi interior, como siempre lo hago cuando me llama 'bebé' en lugar de 'baby'. Bien, bien. Resolveremos un problema a su tiempo. Él baja su hombro, y yo pongo mi pie en el estribo, agarrando las correas que cuelgan del pomo para ayudarme a montarlo. Un momento después, tengo una pierna sobre su lomo y estoy sentada en mi silla. Pruebo el manubrio de la bicicleta atornillado en el cuero, y luego me pongo a trabajar ajustando las correas de mis piernas mientras Isabela se sube a la espalda de Edward y hace lo mismo.

Ella ha hecho las cosas lo más fácil posible. Cada correa es de un color diferente, y así es fácil averiguar que la correa roja se ata a la correa roja, la hebilla verde va a la hebilla verde. Cuando termino, estoy un poco agotada mentalmente por todo el abrochado y el arnés, pero también me siento muy segura.

Pruébalo, me dice Emmett. Intenta caerte.

Lo hago, rebotando en la silla de montar y luego inclinándome mucho. Tomo las correas, y me muevo salvajemente en la silla, viendo si algo se mueve. Nada se mueve. Estoy sólidamente atada.

-Creo que estamos bien.-

-¡De acuerdo!- Isabela me levanta los pulgares y luego se pone las gafas sobre los ojos -demos una vuelta por el edificio, ¿sí?- asiento y me pongo un par de guantes de jardinería, y luego agarro el manubrio.

-Demos una vuelta al edificio, Emmett.-

Como quieras.

Tal vez espero que avance con suavidad, o que las cosas vayan despacio, pero mi dragón se lanza al aire. Mi cabeza se retrae, y dejo escapar un grito de sorpresa. Me aferro al manillar y cierro los ojos, esperando una muerte segura.

Estás a salvo. Nada se ha movido. El tono de Emmett es divertido. Puedes abrir los ojos.

Y puedes dejar de reírte, le digo en primer lugar, y me obligo a mirar hacia afuera.

El mundo está abierto ante nosotros, las alas de Emmett se abren de par en par para atrapar la brisa. Él sumerge su cabeza, y mi visión es clara. Es... impresionante. Desde aquí arriba, el Viejo Dallas es verde y gris, hormigón y vegetación exuberante, y estar encima de Emmett en lugar de estar tirada en sus garras se siente poderoso.

¿Y bien? ¿Qué te parece? pregunta mi dragón.

Hay muchos menos empujones. Le digo, y me atrevo a levantar mi mano lo suficiente para ponerla en su cuello. ¿Y tú? ¿Estás cómodo?

Sí, lo estoy. Incluso si no lo estuviera, si fuera lo que necesitas, lo soportaría.

Eres muy dulce.

Eres mi compañera. ¿Por qué no querría lo mejor para ti? Suena desconcertado.

Es agradable oírlo. Le digo.

Entonces necesito decirte esas cosas todo el tiempo.

Ya lo haces. Le envío una ráfaga de pensamientos afectuosos y luego respiro profundamente, mirando el horizonte que se extiende ante mí.

Es curioso cómo la perspectiva cambia cuando lo hace tu viaje. Aquí, en la espalda de Emmett, siento que el mundo está abierto para nosotros. Tal vez no sea una locura volar desde Fort Dallas y ver el mundo. Tal vez podríamos buscar otras ciudades, lugares más agradables para vivir, lugares con más supervivientes... Tal vez podríamos ver el mundo, o lo que queda de él. El Gran Cañón todavía estaría allí. Yellowstone, también. Las cataratas del Niágara... Las posibilidades son infinitas. Diablos, la playa. Me encanta la playa. Sólo de pensarlo me pongo triste. Fui allí de vacaciones con mi familia sólo unas semanas antes de que la Fisura se abriera. Los recuerdos me golpean como una pared, e inspiro, parpadeando mis lágrimas. No puedo llorar. Se me empañarán mis estúpidas gafas.

¿Deseas ir al océano? Yo te llevaré. Apúntame en esa dirección e iremos. Me iré en este instante. Los pensamientos de Emmett están llenos de consuelo y preocupación. Sólo que no estés triste, mi dulce fuego.

Te amo, baby. Le digo. No estoy triste, lo prometo.

Estoy en tu cabeza. Puedo sentir tu tristeza.

Sólo por pensar en el pasado. Perdí a mis padres cuando la Fisura se abrió. Murieron en uno de los primeros ataques de dragones.

Lo... siento.

No te culpo, cariño. Acaricié sus escamas del cuello otra vez. Quienquiera que haya atacado no pudo evitarlo. He sentido tus pensamientos. Sé que son abrumadores. No soy sólo yo quien ha sufrido. Todos lo hicimos. Tú también lo hiciste. Le envío pensamientos reconfortantes. ¿Perdiste a alguien cuando llegaste?

Hay una larga pausa en sus pensamientos. Él inclina sus alas, y giramos una esquina alrededor del gran edificio. Cerca, Isabela me da otro pulgar hacia arriba, Edward volando a corta distancia. Le doy un pequeño saludo para hacerle saber que la he visto. Entonces Emmett responde.

Sí... creo que lo hice. No recuerdo un nombre, pero me parece recordar... un hermano. Un hermano.

Oh, Dios mío. ¿Y está aquí? ¿O en el otro lado?

Pasó aquí. No sé qué le pasó después de eso. Ni siquiera sé lo que me pasó a mí. Sus pensamientos son torpes. Y cuanto más trato de pensar en ello, más difícil se hace.

Está bien, le digo rápidamente mientras se dirige al apartamento de Isabela para aterrizar. ¡El hecho de que te hayas acordado de todo es increíble! Recuerdas mucho más que Edward, ¿sabes? No puedo evitar el orgullo que se filtra en mis pensamientos. A Emmett le divierte mi orgullo.

No hay nada de lo que estar orgulloso, mi compañera. Si recuerda menos, probablemente le afectó más la locura. Le ha carcomido demasiado la mente.

Es terrible pensar en eso. Me siento un poco culpable cuando aterrizamos e Isabela se desliza por la espalda de Edward, acariciando su nariz antes de mirarme expectante. Me bajo de la espalda de Emmett, aunque con menos gracia que Isabela, y me quito las gafas.

-¿Qué te pareció?- Isabela pregunta -¿Hay algo que deba ser ajustado?-

-Fue genial- le digo con entusiasmo -mucho mejor que volar en sus garras.-

-¿Así que todo ha funcionado?- Isabela se dirige a la silla de montar, y comprueba mis cuerdas de nuevo, y hablamos de posibles mejoras y de qué equipo necesitaré en el futuro. Aunque solo estoy prestando atención a la conversación a medias.

Sigo pensando en Emmett y su hermano perdido, y en lo mucho que ha perdido en general. Su casa se ha ido, junto con sus amigos, su familia, y buenos trozos de su mente. Me hace sentir culpable incluso por pensar que los humanos fueron las únicas víctimas. Supongo que el vuelo hizo más que cambiar una sola perspectiva.