Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es bornonhalloween, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to bornonhalloween. I'm only translating with her permission.


Capítulo 17

Hemos hecho el amor y dormido por horas ya. Santo cielo, Edward tiene movimientos, y sabe cómo usarlos. No me sorprendería si él ha estado mirando YouTube para mejorar sus habilidades sexuales también. No que tenía alguna queja sobre los métodos de Anticuado, pero Edward tiene algo sobre permanecer relevante.

Supongo que tendremos que abandonar esta cama en algún momento para cenar, pero algo me dice que el plan para el tilapia va a ser cambiado por algo más rápido y más inmediatamente satisfactorio. Carbohidratos... ... y mantequilla y queso...

Y ahora sueño con un bol caliente de macarrones con queso, acompañado de un martini sucio—decorado con tres aceitunas en el extremo de un paraguas color rosa brillante, servido en una bandeja de mimbre por un Edward exquisitamente desnudo, y entregado justo aquí en esta cama.

Mmm, esta gloriosa cama —su cama— la cual nunca quiero abandonar.

Clic, clic, clic.

Mis ojos se abren. Edward se encuentra de pie sobre mí, sus pies a los costados de mis caderas, su cámara apuntando mi rostro. Nada de macarroni con queso y nada de martini, pero el premio consuelo funciona para mí: la complexión de metro noventa de Edward, su hermosa polla contra su muslo después del largo y prometido ejercicio, impresionante incluso a media asta.

Envuelvo mi mano alrededor de su tobillo—es todo lo que puedo alcanzar.

—¿Qué haces?

Clic, clic, clic.

—Lamento haberte despertado. Tu cabello lucía demasiado hermoso desplegado sobre la almohada. No pude resistirme.

—Supongo que esto es lo que consigo por acostarme con un artista.

Él baja la cámara a su pecho.

—¿He sido rebajado de superhéroe? —Me da una sonrisa arrasadora, entonces se deja caer de rodillas a los costados de mi cintura.

—¿Qué te hace pensar que ser artista es peor que ser un superhéroe?

Él suelta una risita.

—Shh. Estás arruinando mis fotografías. —Cubre mis labios con un suave beso—. Mejor.

Mejor pero también peor. Estoy enamorándome perdidamente.

Él levanta la cámara de nuevo, y entonces cambia de parecer y me cubre con la sábana, alisando la tela sobre mis pezones.

—¿Por qué me tapaste?

—Por mucho que me encante fotografiar tu cuerpo, realmente necesito concentrarme en lo que hay adentro. ¿Eso está bien?

¿Eso está bien?, pregunta. ¿Te molesto si miro dentro de tu alma?

La parte extraña es que, quiero que lo haga. Nadie nunca me ha visto de la manera que Edward hace. La mayoría ni siquiera lo intenta.

Trago fuerte.

Edward... —No puedo terminar. En cambio, asiento.

Él traza su pulgar suavemente por mi mejilla.

—Gracias.

Cierro los ojos, conteniendo las lágrimas.

—Está bien, puedes confiar en mí —susurra, besando mis párpados—. Lo prometo.

—Lo sé. —He confiado en él desde el comienzo, con todo.

Clic, clic, clic.

—Necesito decirte algo —dice.

Conozco esa frase. Con los ojos cerrados, sonrío, ansiando su beso.

—Dime. —Bésame. Mírame.

Clic, clic, clic.

—Te amo, Bella Swan.

Abro mis ojos aguados. Clic, clic, clic.

—¿Qué?

Levanta la cámara sobre su cabeza, agacha la frente, y frota su nariz a lo largo de la mía.

—Perdóname la intrusión. Realmente lamento lo de la cámara, pero quería capturar el momento.

—Edward.

Apenas puedo soltar su nombre. Las lágrimas se liberan y ruedan por mis mejillas.

Sé cómo esto funciona. Él lo dice, yo lo digo en respuesta. Me hará pedazos si lo lastimo, pero el silencio es su propia respuesta. Edward merece algo mejor que eso.

—Lo siento mucho, pero... no estoy lista...

Él me sonríe como si no acabara de arruinar todo.

—Mi hermosa Bella —dice, deslizando su pulgar por mis labios—. Mira.

Me tiende la cámara para mostrarme la última imagen que captó. Se deja caer sobre su espalda a mi lado mientras estudio la fotografía. No hay dudas de lo que ha grabado: mis ojos rebosando con un retumbante «También te amo.»

Giro sobre mi costado para mirarlo.

—Qué bueno que eso fue aclarado.

—Así es —dice con una sonrisa Edward. Su mano sostiene mi cabeza y me jala en busca de un beso. Y nos besamos, besamos, y besamos y me pregunto cómo alguna vez nos detendremos.

El estómago de Edward gruñe. Se ríe primero, pero una vez que comienzo a soltar risitas, el momento mágico se acaba.

—¿Y bien? —pregunta—. ¿Deberíamos cenar o simplemente pasar al postre de nuevo?