Red Velvet
Capítulo 71: Familia
…
Para su sorpresa, el mismísimo Jacques Schnee había invitado a Ruby a quedarse a cenar.
Si, a cenar.
Su padre invitando a Ruby a cenar.
No, no podría quitárselo de la cabeza.
Cuando salieron de la oficina de este, eran cerca de las seis. Ruby tenía bien sujeto el papel donde tenía todo su discurso preparado, lo releyó de nuevo y luego lo dobló para meterlo dentro del bolsillo de su camisa.
Ahí la escuchó soltar un suspiro.
Estaban las dos en el pasillo, solas, y le causó cierta emoción de que aquello fuese real.
Era Ruby, su Ruby, en su mundo, como nunca antes.
Aun así, la tensión seguía ahí.
"Vas a estar bien, tienes carisma, no tengo dudas que te ganaras a los medios."
Lamentablemente sabía que cabía la posibilidad que no fuese así, si no que se ganase incluso más odio, pero siempre iba a tener a un grupo de personas que la iba a apoyar, y eran a los que llamaba 'los fans'. Como esas señoras demasiado extasiadas al ver a Ruby, y no quería darlo por hecho, pero era evidente que varias debieron de acostarse con esta en algún momento, y siempre se sentía alerta.
Si algún día una de esas mujeres se acercaba a Ruby, iba a tomarla de las mejillas y besarla ahí en frente de todos.
Esa mujer era suya y se los iba a dejar en claro.
¿Era muy celoso de su parte? Pues sí, pero ya que, debía aprender a vivir con eso. Además, sentía ciertas ansias de que algo así ocurriese, y dejarle claro a todo el mundo que ellas estaban juntas. Y el pensar en la reacción que todo Atlas tendría la hacía hervir en euforia.
Ruby finalmente soltó una risa nerviosa, podía notar el estrés en su rostro. Obviamente era algo complicado el hacer algo así, por la personalidad que esta tenía y por el ser un tema tan ajeno a su persona.
Pero le tenía fe.
Ruby podía con todo, era la mujer más fuerte y capaz que conocía.
Luego de unos momentos, los ojos plateados se movieron por el lugar, distrayéndose de sus pensamientos tensos, de la ansiedad y los nervios, y dirigiéndose hacia las paredes, hacia el techo, hacia los pilares, hacía los cuadros, hacía las esculturas.
Su expresión cambiando rápidamente.
"Imaginé que la mansión sería lujosa, pero no creí que tanto, es un museo viviente."
Le pareció gracioso como la personalidad antes angustiosa de la mujer había cambiado tanto tan rápido, y le alegraba verla así.
Era su sol, y no quería verla mal.
Mucho menos por su culpa.
Notó como esta observó una pintura a la lejanía y se apresuró, prácticamente corriendo, para verla de frente, y tuvo que seguirle el paso, porque vaya que era rápida.
Era uno de los retratos de la familia.
Solía ignorar que esa pintura estaba ahí, para no deprimirse, pero ahora se sentía extraño el mirarla.
Se podría decir que había salvado parte de su familia, pero nunca la recuperaría por completo. Era una lástima que en ese entonces no tuviesen tiempos realmente felices en familia y ahora saber a ciencia cierta que jamás podrían llegar a ser una familia feliz, la familia que deseó que fuesen, la dejaba amarga.
Todos juntos, todos unidos, una verdadera familia.
Dejó de mirar la pintura para ver a Ruby, los ojos plateados fijos en la pintura parecían estar analizando cada detalle, cada rostro, su expresión concentrada en la labor.
"Te presento a mi familia."
Dijo, y esperaba que no sonase tan nostálgico como creía, como se escuchó a si misma.
Ninguna de las dos tenía una familia perfecta, las dos habían sufrido pérdidas, eso la dejaba tranquila. Ruby no juzgaría su melancolía. Ruby entendía su dolor, su tristeza, su soledad.
Ambas eran personas solitarias.
"Todos son guapos."
Pestañeó una, luego dos veces, digiriendo las palabras de Ruby.
De todas las cosas que creyó que esta le diría, esa ni siquiera se asomaba.
Ruby la miró, sus ojos brillando divertidos, al igual que su rostro.
Al parecer no había tiempo para la nostalgia.
Se vio soltando una risa, realmente descolocada.
Ruby rio también, mientras volvía a observar la pintura, su sonrisa agrandándose.
"Tienes buenos genes, Weiss, estoy impresionada."
Ruby volvió a hablar, su voz aguantando la risa a duras penas, y no pudo contenerse, golpeándola en el brazo.
"Detente, tonta."
Esta rio, protegiendo sus brazos de un segundo ataque que no llegaría.
Solo quería molestarla, estaba claro, pero lo decía en serio, podía notar la sinceridad en sus palabras a pesar de que solo quisiese avergonzarla gratuitamente, y lo lograba. Solo quería decirle que era bonita, y eso no dejaba de afectarle.
Miró de nuevo a la pintura, notando los rostros de todos.
Si, había tensión.
Si, era una familia rota, incluso desde el comienzo.
Pero era su familia, era su sangre, y por primera vez en mucho tiempo sentía orgullo.
Unas pinturas más adelante, estaba la de su abuelo, y la señaló, Ruby de inmediato captando su orden silenciosa, avanzando rápidamente hasta la siguiente pintura. Los ojos plateados brillaron al ver el retrato de aquel hombre.
Hace mucho que no lo miraba.
Cuando era más joven, solía buscar su retrato para llenarse de energías, para motivarse, para dejar al lado la tristeza y seguir adelante. Pero luego se vio tan abrumada que ni siquiera lo buscaba, ni le hablaba como cuando era una niña, rogando porque él la escuchase y la ayudase.
Obviamente no podría hacer nada desde el plano en el que se encontraba, pero hablar con él siempre le daba tranquilidad.
Era su guia, su razón para seguir adelante.
Para honrar su apellido.
"Él es mi abuelo, es quien creó la compañía. Nicholas Schnee."
Ruby soltó un sonido de asombro mientras observaba la pintura, sus ojos de nuevo analizándola con cuidado.
"Se ve un hombre imponente."
Ahora que lo pensaba, si, lucía imponente ahí, con su armadura y su capa, era un verdadero héroe para muchos, para ella también, pero esa faceta era una parte de él, ya que, dentro de la casa, con ella en particular, era un hombre cálido y cariñoso. Siempre la llenaba de regalos y de mimos, y en ese entonces ni siquiera se dio cuenta de lo trastornado de su entorno, no, su abuelo ocupaba toda su visión, todo el espacio en su mente.
Cuando murió, su casa se volvió fría, carente de luz, carente de sentimiento alguno, quizás por eso mismo sufrió tanto por lo que pasaba en su familia, notó el cambio drástico de un día a otro, la imagen de su abuelo desapareciendo de su vista, permitiéndole ver la dura realidad.
Como pasó de sentirse como una familia a ser nada más que unas piezas de ajedrez en un tablero.
Se apegó un poco a Ruby, aun siendo consiente de donde estaba, del peligro que acechaba, aunque ya no se sintiese así, en terreno enemigo.
Ahora era diferente.
Sintió la mirada ajena en ella, pero no la observó, su miraba pegada en la descripción en dorado bajo el retrato, donde estaba tallado el nombre de su abuelo, y la fecha donde se hizo aquella pintura.
"Te pareces un poco a él."
Si, era así.
Jamás se había tomado el momento para analizarlo, para comparar a la persona más importante de su infancia con la persona más importante de su presente.
Personas cálidas, cariñosas, amables, de buen corazón.
Era la única persona que había conocido que era así, real, honesta, llena de amor a pesar de su soledad.
Nunca se le había pasado por la mente, pero ahora que veía los rostros de ambas personas a su lado, le hacía sentido.
Su abuelo siempre fue todo lo bueno que podía tener la humanidad, y por supuesto que iba a escoger a alguien que fuese así, lo mejor.
Sintió la mano de Ruby rozar la suya, y se sintió embargada por una ola de calidez.
Siempre que tenía a Ruby a su lado se sentía cálida, tal y como cuando era una niña, y buscaba a su abuelo para aliviar la soledad que sentía.
"¿Lo dices por el rojo?"
Miró a Ruby, esta parecía curiosa, genuina confusión en su rostro, y se vio mirando al retrato una vez más.
Si, el rojo.
Su abuelo siempre usaba rojo. Y ahora que lo pensaba, le encantaba el rojo, tal vez por lo mismo.
Se vio riendo, su mano sujetando la ajena, sin importarle el evidente gesto íntimo.
Notó de reojo como su compañera sonreía, divertida.
"Les viene bien el rojo, sí, pero no solo por eso, si no que ambas son personas maravillosas. Cuando solía frustrarme con mi familia, siempre pensaba en él, en lo mucho que trabajó para que mi apellido llegase alto, y volvía a sentir orgullo de haber nacido en esta familia. Fue la primera persona que me mostró genuina calidez, que me hizo sentir felicidad en un entorno tan frío."
Ruby asintió, y sintió como esta se acercó un poco más, pudo jurar que esta iba a darle un beso por costumbre, por inercia, por impulso, pero se alejó a tiempo, controlándose. Dudaba que su padre estuviese cerca, pero mejor prevenir.
Aun así, deseaba un beso en ese instante.
"Creo que con tu abuelo nos habríamos llevado bien."
Buscó el rostro ajeno con la mirada, y notaba esa expresión tan suave en esta, tan pacifica, y se contuvo para no besarla.
"Pienso lo mismo."
Probablemente ambos hubiesen hablado de ella, no tenía duda que estaría avergonzada al escuchar una conversación así. Si, su abuelo contándole a Ruby sobre su niñez, sobre su infancia, acerca de cómo era cuando no era nada más que una niña, y Ruby contándole a su abuelo sobre la mujer que era ahora, en el presente.
Si, moriría de vergüenza.
"Hermana."
Dio un salto, su cuerpo alejándose de Ruby por inercia. Sentía el corazón a punto de salírsele, y agradecía que fuese la voz de su hermano y no la de su padre, que ya se sentía avergonzada de que Ruby se hubiese involucrado tanto en sus problemas personas como para que además la viese todas cariñosas.
Buscó a Whitley con la mirada, este caminaba por el pasillo, se veía cansado, no tenía duda que había sido un día difícil en la compañía, sobre todo si se había tenido que encargar de los problemas que su pequeña situación causó.
Este la miró, para luego posarse en Ruby, una mueca de curiosidad en su expresión.
Esperaba que no tuviese que ver con que estuviesen pegadas la una con la otra.
Notó de inmediato como la expresión de su hermano se tornó más seria, más profesional, una máscara que reconocía muy bien. Whitley se acercó, ofreciéndole su mano a Ruby, la cual no dudó en estrechar.
"Tú debes ser Ruby Rose, es un placer conocerte. Soy Whitley Schnee."
Ambos se conocían, sabían del otro, pero jamás se habían visto cara a cara, y le gustó aquel momento, hacer que Ruby se uniese más a su mundo, que convergieran, sin daño, sin problemas, sin la rigidez del pasado.
Ruby no usó mascara alguna, ni lo intentó, parecía relajada, sonriéndole, sin fingir como solía hacerlo. Ya no parecía un mundo tan difícil como lo era antes, y se notaba que ya no se veía tan ansiosa con esos encuentros.
Y bueno, estuvo hablando a solas con su padre, ya nada podía ser superior a eso.
"Eres el hermano pequeño de Weiss, ¿No? Realmente tienen buenos genes ustedes dos, son guapísimos."
No, Ruby se había relajado demasiado.
Se vio llevando una mano a la frente, sabiendo que ya no pudo detenerla de decir algo vergonzoso, y notó de reojo como el rostro de su hermano se tiño de rojo, su máscara cayendo miserablemente ante los encantos de la honesta Ruby Rose.
Si, Ruby era demasiado encantadora, eso era un gran problema en situaciones así.
Whitley abrió la boca, pero nada salió de ahí, ahí recién Ruby se dio cuenta de lo que había dicho.
Siempre imprudente.
"Ups, se me salió."
Ruby soltó una risa, y notó como los miraba a ambos, disculpándose en silencio.
Se vio negando, pero soltó una risa.
A pesar de que fuese algo incorrecto y poco protocolar el soltar algo así, le agradaba que su novia conociese a su hermano y no fuese algo tan tenso, ella misma no quería seguir teniendo una relación así con él, profesional, solo quería una familia normal, y le gustaba el tener a una normal Ruby Rose para hacer la tarea fácil.
"No avergüences a Whitley, tiene el corazón frágil."
Los ojos de su hermano se fueron a ella, mirándola con cierta indignación.
Este volvió a mirar a Ruby cuando esta estrechó de nuevo la mano ajena. Se quedó por un momento mirando la unión de sus manos, y si bien ambas eran del mismo tamaño, notaba grandes diferencias en el tono de la piel y en la diferencia de grosor.
Su hermano estaba demasiado delgado, realmente tendrían que hacer algo con eso, no podían ser unos palillos vivientes, se veían demasiado contrastantes con Ruby entre ambos, y eso que ella ya había ganado peso.
"Es un placer conocerte, Whitley, Weiss me ha contado mucho sobre ti. Estoy ansiando jugar una campaña de rol contigo."
Oh, eso era inesperado.
La voz de Ruby sonó más profesional, pero amigable, cordial, tranquila. Se vio sonriendo. Le alegraba ver interacciones entre su familia y a quien consideraba su persona más preciada en el mundo.
"Eh, ah, ¿De acuerdo…?"
Whitley la miraba como si le pidiese ayuda, pero solo pudo levantarse de hombros. El pobre debía de estar confundido, pero le gustaba verlo así, real, aunque fuese a costas de su integridad.
"¿Hubo mucho caos en la compañía?"
Cuando al fin Ruby y su hermano terminaron las presentaciones, tomó la iniciativa. No quería saber, pero al mismo tiempo quería, al menos así podría disculparse con él.
Whitley frunció los labios mientras se acomodaba el traje, cosa que solía hacer cuando estaba incomodo, ahora lo notaba. Rápidamente llevó los brazos tras la espalda, recuperando su máscara, su semblante profesional.
La máscara del hombre de negocios que se obligó a ser desde muy joven.
No era necesario, no entre ambos, pero esa situación lo requería.
"La empresa en si no tuvo problemas, pude encargarme de tus deberes y con tu secretaria reorganizamos dos reuniones que tenías para hoy. El problema fueron las personas que querían entrometerse."
No le sorprendía.
Su hermano era perfectamente capaz de encargarse de su puesto y del propio, la empresa no se caería a pedazos con su ausencia, ya había tenido que irse por algunos días por sus visitas anuales a los asentamientos, aun así, el problema principal seguía siendo algo fuera de su control, del control de su familia.
Y odiaba que las cosas estuviesen fuera de su control.
Se dio cuenta de que la expresión de Ruby había cambiado, se veía intensa, enojada, y recordó el día anterior, recordó esa mueca en su rostro mientras se contenía para no pegarle a su ex prometido.
Debía de estar recordándolo, volviendo a sentir esa ira de nuevo. ¿Ira contra él o ira contra si misma? Tal vez ambas.
Habían pasado un buen día, y se había arruinado con la presencia ajena.
Era su día, un día perfecto.
Y ahí estaban, viendo como Atlas enloquecía, como la gente se convertía en aves de rapiña, esperando a que salieran de sus escondites para satisfacer sus deseos egoístas, sus ansias de incrustarse en las vidas ajenas como si tuviesen el poder para hacerlo. Era sin duda algo agotador, y Ruby debía notar lo mucho que afectaba a la relación que tenían, a sus reputaciones.
Solía sentirse obligada a mantener una buena reputación, por lo mismo no pudo permitirse que alguien la encontrase con una prostituta. Ruby sabía lo importante que era en esa época, y ahora lo vivía en carne propia, como también veía su propia reputación pendiendo de un hilo.
Ruby odiaba aquello, odiaba esos estándares en la gran ciudad. Ese día, cuando se separaron, notó real ira en sus ojos, y ahora volvía a ver esa expresión en ella. La supuesta reputación, los estándares asquerosos, como la sociedad separaba lo malo de lo bueno con sus ideas estúpidas y antiguas.
Ruby sentía asco de esa sociedad, y estaba de acuerdo con eso.
También odiaba esa sociedad.
Quería romperlo, quería romper todo, romper en pedazos su reputación, lo que tanto le costó mantener en alto, iba a dejar que estallase e iba a disfrutar como el mundo enloquecía a su alrededor, como Atlas perdía la cabeza, pero no quería que la razón por la que todo enloqueciera fuese por su ex, no iba a permitirlo.
Si iba a romper el estatus quo de la sociedad, lo iba a hacer por sí misma.
E iba a disfrutarlo.
"Ruby va a dar una entrevista, así que esperemos que con eso las cosas se calmen."
Los ojos de Whitley se fueron a los plateados, no parecía muy seguro de eso, ni Ruby parecía muy segura, pero en esa situación nada podía darse por hecho. La gente chismosa seguiría existiendo, así que siempre iban a estar molestando, sin importar los discursos que se hiciesen.
"Esa gente debería dejar de involucrarse donde no la invitan."
La voz de su hermano sonó silenciosa, como si estuviese hablando consigo mismo. Ahora también notaba cierto enojo en él. ¿Había visto los videos de lo sucedido? Probablemente.
Nunca supo que opinaba su hermano de su ex prometido, no recordaba el haberlos visto entablar conversación alguna, ni sabía cómo era la situación entre ambos cuando estaban a solas, si hablaban o no, o si había algún tipo de riña silenciosa. Sabía lo que opinaba su padre de su ex, pero le gustaría saber ahora que opinaba su hermano.
Pero ahora no era el momento para algo así. Tenía a Ruby a su lado, su ex jamás tendría importancia en comparación, y no desperdiciaría tiempo de calidad hablando de ese imbécil.
Whitley soltó un suspiro, parecía querer cambiar de tema para dejar de lado la molestia. Debió haber notado la molestia en la expresión de Ruby.
"Señorita Rose, ¿Se quedará a cenar?"
Ruby lo miró, sonriéndole, su expresión cambiando radicalmente.
"Si, y puedes llamarme Ruby. Tenemos prácticamente la misma edad."
Su hermano asintió, inseguro. No creía que fuese a llamarle por su nombre, pero al parecer no tendría opción.
Realmente le gustaba verlos interactuar, esperaba que siguiese así, que pudiesen verse, que no hubiese más odio en esa familia, hacia nadie, mucho menos hacia Ruby.
Solo paz.
"Iré a hablar con nuestro padre, nos veremos en la cena."
Whitley se iba a mover, pero lo sujetó del brazo. Notó como este saltó de la sorpresa, y no pudo evitar sonreír al ver su mueca de sorpresa.
Les iba tomar tiempo el acostumbrarse al otro.
"Gracias por cubrirme hoy."
La sorpresa en el rostro de su hermano no flaqueó, pero se fue calmando con los segundos, hasta terminar asintiendo. No pasó mucho para ver una sonrisa en su rostro, leve, la cual parecía evitar a toda costa para no avergonzarse.
"También es mi legado, no voy a dejar que caiga."
Y así, este se alejó, su cuerpo firme, erguido, su semblante orgulloso.
La máscara que todos tenían.
Notó un gesto en Ruby, y se giró para darle sentido. Esta estaba haciendo unas comillas con sus dedos.
"Creo que eso fue un 'de nada'."
Se vio soltando una risa.
"Si, probablemente."
Se vio caminando por los pasillos, Ruby siguiéndola.
Probablemente iba a aprovechar de mostrarle su cuarto, aunque le diese algo de vergüenza el hacerlo, pero se iba a arrepentir si no.
Ruby ya le había mostrado sus habitaciones, era su turno.
"Ustedes son realmente parecidos. Estoy sorprendida."
Miró a Ruby, la cual miraba al frente con una expresión divertida en su rostro.
Soltó un suspiro, sintiendo un golpe de celos llegándole de la nada. Sintió algo así con su padre, ¿Por qué no con su hermano?
Carraspeó, asegurándose de que su voz no saliese muy fuerte, aún estaban en su casa y no podía decir nada revelador que pudiese ser oído.
Y ni siquiera era por que supiesen de su relación, si no que supiesen lo posesiva que era con Ruby.
"Si no supiera que no te gustan los hombres, me vería preocupada de que compares a mi hermano conmigo."
Cuando los ojos de ambas chocaron, notó algo de sorpresa en los ojos plateados, los cuales cambiaron a divertidos, una sonrisa pícara en ese rostro y ese no era el lugar apropiado para que los instintos de Ruby salieran a flote, pero no podía culparla.
Sus celos solían causar eso.
"No se puede negar lo innegable, son como dos gotas de agua, sobre todo cuando te conocí por primera vez, pero para su suerte, solo tengo ojos para la señorita Schnee."
De nuevo su apellido salía como un ronroneo y no podía ganar contra eso.
La miró, sintiéndose arder.
"Más te vale."
Ruby soltó una risa, mientras rozaba su mano con la propia, el leve tacto causándole escalofríos.
Ruby adoraba verla así, divirtiéndose a su costa.
Y ella adoraba a Ruby.
Capitulo siguiente: Corrupción
N/A: Me gusta tener momentos así, familiares, y la yo de hace dos años no se habría imaginado que la historia tomaría ese rumbo, pero me alegro, ya era hora de que alguien hiciese algo bueno por esta familia, aunque, no creo que todo lo que hice sea bueno… lo siento.
Nos leemos pronto.
(Edité este capítulo y perdí todo el avance, odio la vida, a hacer todo de nuevo con enojo en mi ser.)
