Disclaimer: todo lo que reconozcáis pertenece a J.K. Rowling. Lo demás (trama, personajes originales...) pertenecen a Ada P Rix.


CAPITULO 19


Hermione no se esperaba que alguien llamara a su puerta.

Y desde luego, lo último que se había imaginado era que ese alguien fuera Malfoy, apoyado en el marco de la puerta con un aspecto tan condenadamente irresistible. Su pelo estaba revuelto y tenía un aspecto que daban ganas de morderlo.

Él la miró y ella supo exactamente a qué había venido. Le dejó cruzar el umbral mientras se alejaba dándole la espalda, y oyó cómo cerraba la puerta al entrar.

Una vez que él llegó al centro de la habitación, ella se giró para mirarle. Parecía que había algo que necesitaba quitarse de encima. Pero Hermione llevaba preparándose mentalmente para esa conversación desde la clase de Pociones, y si Malfoy había venido para decirle que no podía seguir con lo que fuese que estaban haciendo, ella ya estaba lista para oírlo.

― He conseguido deshacerme del encantamiento nudus comenzó a hablar, cruzando los brazos sobre su pecho y mirando al suelo ―. Un auténtico alivio, la verdad…

Hermione se rio.

― No, no lo es... Estoy bastante segura de que ya lo echas de menos.

Él levantó la vista hacia ella, sonriendo.

― Sí, si te tengo que ser sincero, estoy jodidamente destrozado ― dio un paso más hacia ella, manteniendo el contacto visual ―. Blaise lo descubrió ― empezó, sin saber cómo explicarse ―. El encantamiento tiene unas características… interesantes. Al parecer, según pasa el tiempo, solo se ven a las personas que mi subconsciente considera que son 'compatibles'…

La estaba mirando. La miraba fijamente a los ojos.

¿Cómo podía responder a eso?

―Lo sé ― fue lo único que logró decir.

Y él sabía que ella ya lo había descubierto. Sabía que no había nadie más inteligente y audaz de Hermione, y que ella lo descubriría tarde o temprano.

―... ¿y crees que has encontrado a alguien? ― continuó ella con curiosidad, viendo que se las esquinas de sus labios se curvaban en una pequeña sonrisa.

No se había esperado esa pregunta.

― Sinceramente, pensaba que todo ese rollo de la compatibilidad y el encantamiento era un montón de mierda ― continuó acercándose a ella ―. Pero entonces fui a clase de Pociones, y no podía verte en bragas, y me quedé algo descolocada…

Estabas jodidamente devastado, colega.

―...y en ese momento me di cuenta de que Blaise debía tener razón ― ahora estaba cerrando la distancia entre ellos, literalmente a medio metro de ella y mirándola intensamente ―. La había encontrado.

Y realmente la había encontrado.

A Hermione se le atascó el aire en la garganta. Su mirada feroz y sus labios entreabiertos, esperando que ella dijera algo.

― ¿Estás...? ― esta vez era ella la que tartamudeaba, sin saber muy bien cómo formular la pregunta. Él estaba prácticamente pegado a ella ― ¿Estás seguro de que has encontrado a la chica correcta? ― miró al suelo.

Él dejó de avanzar hacia ella un segundo antes de usar su dedo para levantar su barbilla; estaba mirando su cara.

Observando sus ojos y sus labios y el sutil rubor que aparecía en sus mejillas.

― Granger, no creo en la suerte ni en el destino ni en ninguna de esas mierdas... ― comenzó en voz baja, mirándola directamente a los ojos ― Pero sé de química sexual y de pasión y de las cosas que se sienten bien.

Ella le dedicó una pequeña sonrisa de complicidad. Hermione también conocía bien esos sentimientos.

― ¿Y tu futuro? ― Draco se encogió de hombros.

Por supuesto, tenías que ponerte filosófica cuando él está intentando explicar lo que quiere, Hermione se reprendió en silencio.

― Sinceramente, Granger, no es algo en lo que haya pensado ― respiró hondo, pasando una mano por su pelo casi blanco ―. No me planteo mi futuro, la verdad; no lo puedo ver.

Hermione asintió, entendiendo que él era una persona que intentaba vivir en el presente todo lo posible.

Él se acercó de nuevo, quedándose a pocos centímetros de distancia.

― Pero te veo a ti ― dijo de forma posesiva, clavando su mirada en sus ojos, haciendo que sus rodillas temblaran ―. Y, ahora mismo, eso es todo lo que quiero ver.

Oir aquello hizo que todo su cuerpo vibrara, haciéndola sentir acalorada. Le quería a él, y quería todo de él.

En un instante, sus brazos rodeaban su cintura y la estaba atrayendo hacia su cuerpo.

― Joder, estoy muriendo por ti, Granger.

Sus párpados se cerraron instintivamente y sus manos buscaron su rostro. Él inhalo el aroma de su cuello, acariciando sus caderas, deslizando sus manos arriba y abajo de su cintura.

Sus manos, oh Dios, sus manos.

La tocaba como si la poseyera, y ella quería darle todo. Malfoy aun llevaba puesto el uniforme, con los botones del cuello de la camisa blanca desabrochados. Estaba pegada a su cálido y fuerte pecho. Era el paraíso. Por primera vez, podía oler colonia en su piel.

Dios Santo, olía tan bien. Se lo quería comer.

Echó la cabeza hacia atrás para poder ver su atractivo rostro. Sus ojos estaban entornados, como un mar azul y tormentoso, y su mandíbula tensa. Tan serio.

Lentamente, alzó su rostro para presionar los labios contra los suyos, un pequeño beso. Saboreando la calma antes de la tormenta que provocarían sus cuerpos al chocar. El apoyó su frente contra la suya, pasando sus manos por su pelo, explorando lentamente su pecho, su cintura, sus caderas.

― ¿Qué has hecho conmigo, preciosa? ― acarició su rostro con sus manos.

Malfoy pasó su pulgar sobre su labio inferior, y ella lo atrapó con su boca, gimiendo y mirándole fijamente mientras lo hacia. Pudo ver como brillaba el fuego en su mirada, y él se lamio los labios. Emitió un sonido profundo y gutural, como si se hubiera disparado una bala, dando por comenzada la carrera para ver qué era todo lo que sus cuerpos podían hacerse mutuamente.

Hermione desabrochó su camisa y la deslizó por sus hombros, pasando sus manos por los suaves y marcados músculos de sus brazos. El tiró la camisa al suelo y la presionó contra la pared de su dormitorio, besándola con fuerza, prácticamente gruñendo como si fuera un animal, para después dejarse caer sobre sus rodillas y desaparecer bajo su falda.

Santa María madre de Dios…

Le bajó las bragas.

Notó como su pulgar rozaba su clítoris, y entonces él le sujetó el culo, deslizando una mano alrededor de uno de sus muslos para colocarla sobre su hombro. Primero lamió y después mordió el interior de su muslo, para después proceder a hacer con su lengua todas las mismas maravillas que le había hecho la noche anterior a sus partes femeninas.

Se le pusieron los ojos en blanco.

― Jo-der.

Se estaba derritiendo contra la pared, en sus manos, en su lengua. Su lengua lamía, presionaba y giraba. Su suave, insistente y decidida lengua. Hermione gemia, flotaba y deshacia sobre si misma.

Presiono las manos contra la pared, tratando de encontrar un apoyo, sosteniéndose. Y entonces sus dedos entraron en acción.

― Draco, oh Dios mio… No pares…

Su respuesta fue un gemido, apretando el agarre de sus dedos en sus caderas y presionando su lengua dentro y fuera, dentro y fuera…

Una corriente de electricidad recorrió todo su ser, y sus caderas comenzaron a seguir el ritmo que él marcaba, el calor concentrándose en su centro, en el punto exacto donde su lengua la estaba penetrando.

Se sentía tan bien.

― Draco… por favor… ― gritó su nombre y después puso una mano sobre su boca, dándose cuenta de que estaba haciendo mucho ruido.

― Quiero oírte ― dijo él bajo su falda ―. Quiero escuchar como te corres.

Quitó la mano de su boca, gimiendo. Apretó sus muslos, tratando de alejarse de él. Tenia que parar. Era demasiado. Nunca se había sentido totalmente satisfecha con un chico, pero esto parecía sentirse como mucho más de lo que su cuerpo podía manejar, y tan solo estaban empezando.

― Draco ― él siguió lamiendola, utilizando sus manos para juntar sus muslos más todavía, y entonces succionó su clítoris ―. ¡Oh Dios mio! ― vio su vida pasar ante sus ojos, y al parecer su vida había sido tan solo un pre-orgasmo que la llevaba a ese preciso momento.

Era jodidamente intenso y vio las estrellas.

Él empezó a besarla de nuevo, y no paró hasta que sus caderas dejaron de moverse, hasta que su cuerpo dejó de temblar y tensarse, hasta que cada célula de su cuerpo había pasado de gritar a susurrar su nombre.

Finalmente abandonó el interior de su falda, aunque ella seguía sintiendo pequeños latigazos de placer en su centro.

¿Qué acababa de pasar? Estaba débil, como una muñeca de trapo, pero también se sentía capaz de correr una maraton en ese mmismo momento. Antes de que pudiera decir su nombre de nuevo, él la estaba arrastrando hacia la cama sobre su hombro.

La bajó sobre el borde de la cama, sentándola, para después arrodillarse frente a ella para comenzar a quitarle los zapatos.

Oh Dios mio.

Una vez le quitó los zapatos, se levantó, arratrandola con él, y comenzando a deshacerse de toda su ropa. Lanzó a un lado su camisa blanca y la falda. Apenas podía mantener sus ojos abiertos, pero él la miraba con atención y aprecio.

Estaba completamente desnuda frente a él con la blanquecina luz natural que se filtraba, y ni siquiera estaba preocupada de que la pudiera ver.

― Granger… mírate. Joder ― ella pasó sus dedos por su pelo, colocándolo tras sus hombros para que él pudiera verlo todo. Arrastró la punta de sus dedos por el lateral de su cuello, sabiendo lo mucho que le gustaba a él, para después deslizarse con seguridad entre sus pechos.

Él gimió, claramente deseandola, y ella agarró sus pantalones, mirándole a los ojos al tiempo que le desabrochaba los pantalones hasta que cayeron al suelo sobre sus tobillos. Él los apartó de una patada. El bulto en sus bóxers negros era magnifico.

― Vaya. La segunda vez es incluso más impresionante… ― murmuró ella.

Lo acarició con una mano mientras arrastraba la punta de sus dedo por el interior del borde de su ropa interior, para después apartar el elástico de la tersa piel de su pelvis. Él la observo mientras desenvolvía su polla completamente erecta.

Oh Dios mio.

No podia dejar de mirar.

Tiró de su ropa interior hasta que cayó al suelo. Se le hacia la boca agua solo de mirar su erección. Experimentando, se arrodilló frente a él, extendiendo la mano para acariciar sus testículos. Su otra mano rodeó la base de su ereccion, y su lengua recorrió la parte inferior hasta llegar a la punta, y luego la chupó.

Los dos gimieron al mismo tiempo, y sus manos se enredaron en su pelo de nuevo.

También puedo hacer cosas maravillosas con mi lengua, Draco Malfoy. Espera y verás…

― Granger ― dijo en voz baja ―. Joder, qué bien se siente eso…

Ella masajeó, lamió, succionó y apretó su polla. Su cabeza cayó hacia atrás y ella no fue capaz de entender los improperios que él murmuraba.

Tiró de su pelo, sus manos agarrándole los hombros.

― Granger, para ― pero ella no paró. Quería hacerle de todo a su polla ―. Granger… ― su voz era un gruñido, sonaba casi dolorida. Le miró, confusa ―. Túmbate. Bocarriba. Ahora.

Oh, se habia puesto serio.

No le quedaba más remedio que obedecer.

Así que se tumbó sobre su espalda.


Era incapaz de dejar de tocar a esa mujer. No podía dejar de besarla. No podía evitar mirarla.

Totalmente desnuda, a excepción de una simple cadena de oro, Hermione se arrastró de espaldas hasta la cabecera de la cama para apoyar su cabeza sobre la almohada, y él agarró sus tobillos para unirse a ella en la cama.

Se movían en sintonía, como si estuvieran representando una coreografía, sus ojos clavados en él todo el tiempo. Se dejó caer sobre el colchón lentamente, y su castaño cabello, largo y rizado se esparció sobre las sábanas rojas, enmarcando su hermoso cuerpo y rostro.

Por primera vez en su vida, se había quedado jodidamente mudo. Sin palabras.

Solo era capaz de tocar, besar, mirar. Draco la acarició desde sus tobillos hasta sus rodillas, separándolas y arrodillándose entre ellas. Ella le miraba con atención, moviéndose un poco, agarrando las sábanas, perdiendo el control; la anticipación hacia que estuviera tensa e inquieta. Pero él también lo estaba. Cada célula de su cuerpo luchaba por estar en contacto con su piel, y debía de estar loco al haberle ordenado que alejase esa impresionante y mágica boca de su dolorosa polla, pero era casi demasiado.

Sus preciosos pechos y duros pezones le estaban llamando a gritos.

Bueno, no deberías ignorarlos, ¿no?

Nop. Hermione iba a descubrir exactamente cuánto le gustaban esas impresionantes tetas.

Colega, sus tetas son la razón por la que todo esto empezó.

Con ese pensamiento en mente, se acercó a ellas, masajeándolas mientras su lengua recorría y lamía su pezón. Succionó hasta que la hizo gritar, y mordisqueó su pecho para hacer que suspirara.

Ella se estaba retorciendo de placer, clavando sus uñas a lo largo de su espalda, y, joder, qué bien se sentía eso. Gemía y murmuraba algo que él no lograba entender. Algo acerca de piel ardiendo y estar muy bueno. Meneaba su cabeza y repetía su nombre una y otra vez en una voz profunda y ronca que no se parecía nada a su voz normal, pero que a él le gustaba igual.

Lamió su pezón una ultima vez antes de incorporarse para colocarse sobre ella, mirando fijamente su precioso y sonrojado rostro que nunca se cansaría de observar. Ella apenas era capaz de mantener sus ojos abiertos. Draco nunca había estado tan duro, luchando internamente entre la necesidad de correrse y el deseo de hacer que ese momento durase lo máximo posible antes de que la vida real llamase a la puerta.

Descendió para besar esos labios.

Esa boquita rosa, hinchada y húmeda.

― Ya te has divertido ― dijo ella mientras lamía y mordisqueaba su labio inferior ―. Túmbate bocarriba. Ahora.

Draco dejó caer su cabeza y se rio suavemente de ella, y en ese mismo segundo, ella se las apañó para tumbarle sobre su espalda. Se habría quejado, pero estaba a horcajadas sobre él, y las vistas no podían ser mejores.

Colocó su chorreante humedad sobre su rígida polla, y Draco estaba hipnotizado. Ella apoyó una mano sobre su pecho, usando la otra para sujetar la base de su erección. Él agarró sus caderas. Los dos estaban aguantando la respiración.

Ella se dejó caer sobre su erección tan despacio.

Jodido Jesucristo, aquello era una maldita y dulce agonía, y podía sentirla por todo su cuerpo.

Ella temblaba, y él tenía todo su cuerpo tenso, intentando mantenerse quieto. Cuando la punta de su polla besó ese húmedo calor, supo que era el fin para él.

Estaba acabado, perdido.

Eso era todo.

Y nada nunca se sentiría mejor que ese momento.

La exhalación de ella y el gemido de Draco se hicieron eco, persiguiéndose en el aire mientras ella le consumía con la eterna provocación de su cuerpo bajaba poco a poco, poco a poco…hasta que se fundieron.

Él la llenaba por dentro, y ella arqueó su espalda mientras su interior se tensaba alrededor de su polla.

― Joder, Granger…

Había llegado hasta el fondo.

Hermione se quedó quieta por lo que le pareció una jodida eternidad, mientras se acostumbraba a su tamaño de nuevo. Cuando se acomodó, levantó la cabeza, echándose su rizado pelo a un lado, y comenzó a mover sus caderas. Se tomó su tiempo, sonriéndole, matándole y dándole vida con cada movimiento de sus caderas.

Haciéndolo sexy y despacio.

A la mierda.

Le dio un azote a su culo. Su cuerpo se estremeció de placer en respuesta, así que la azotó de nuevo, y ella comenzó a moverse más deprisa, meciéndose adelante y atrás, presionando su cuerpo sobre el suyo.

Mantener los ojos abiertos le supuso un gran esfuerzo, pero observar a Granger contonearse y dejarse llevar por el oleaje de su inminente orgasmo le dejó sin aliento.

Literalmente.

No podía dejar de mirar.

Ella se estaba sumergiendo en el orgasmo, y él estrujó sus muslos para recordarle que estaba ahí con ella.

Le estaba resultando increíblemente difícil mantener a raya su propio climax, pero aquello era lo más sexy que había visto en su vida. Quería esperar a que el tsunami explotara, pero tal vez tendría pasar la vida esperando.

Y no podía.

Eres humano, colega.

Con un rapido movimiento cambió sus posiciones, colocándose sobre ella y embisitendo como un semental tras el pistoletazo de salida.

― Oh si, Draco. Si… ― se agarró a sus hombros y le rodeó la cintura con sus piernas.

― Hermione, Hermione, Hermione…

― Fóllame más duro. No me voy a romper.

Jo-der.

― ¿Así? ― la embistió con fuerza, atrapándola contra el colchón. El placer era delirante, casi insoportable ― ¿Esto es lo que quieres?

― Oh, Dios, ¡sí!

Draco se apoyó en el cabecero de la cama y comenzó a penetrarla más duro, más rápido, más profundo. Un gruñido salvaje se escapó entre sus labios. Había estado al limite durante tanto tiempo, y ella le acababa de dar permiso para dejarse llevar.

― No pares, no pares…

La pared temblaba cada vez que la cama se movía, sus tetas rebotaban de forma magnifica, y él gritó algo ininteligible, una maldición o una súplica, porque aquello era el puto cielo y el infierno a la vez, y se sentía tan vivo que podría morir.

Desapareció en el ritmo staccato que era follar a Granger y se encontró de nuevo. El orgasmo que le sacudió de repente le dejó en mil pedazos.

Fue algo consciente de como ella decía su nombre agarrándose a su cuerpo al tiempo que explotó dentro de ella.

― ¡Joder! Hermione-

Se vació en su interior, congelado en el tiempo, y se dejó caer sobre ella. Se aferraron el uno al otro. Ambos estaban empapados en sudor, luchando por recuperar el aliento, agotados y llenos de energía al mismo tiempo.

Su mano encontró la de ella, entrelazando sus dedos, volviendo poco a poco al mundo y al otro.

Hermione le miró, recuperando el aliento, con sus empapados rizos pegados a su frente.

― Eso ha sido… ― comenzó a decir entre jadeos.

― Nosotros, amor ― terminó él por ella, apoyando su frente contra la de ella y cerrando los ojos.

Él.

Ella.

Ellos.

Sea cual sea su duración.