RinMakoto. El amor entre ambos es puro, gracias a eso pudieron al menos dejar incapacitado al hijo de Ares, ahora queda ver en que seguimos.

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Sin más, comencemos…

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Coliseo de Roma.

- Las cosas no marchan tan bien mi señor Ares – decía una de las Consejeras, Dino, al dios de la guerra el cual simplemente golpeó el trono en el que estaba.

- ¡Mierda, esto es inaudito! Soy el dios de la guerra y no puedo perder contra Athena de nuevo.

- Mi señor Ares, puedo ir yo de nuevo – exclamó Pefredo al lado del dios el cual solo bufó.

- Ambas ya fueron derrotadas por los Caballeros de Athena, ¿Cómo esperan que vuelva a confiar en ustedes para ir a derrotar a esos miserables Caballeros?

- Yo iré en su lugar padre – exclamó uno de los gemelos guerreros del dios.

- Phobos – efectivamente, se trataba de la presentación del miedo el cual venía a arrodillarse frente al dios de la guerra, no obstante, había alguien más junto con Phobos – veo que no vienes solo.

- Mi señor Ares, soy Keres, la muerte en batalla – decía una mujer la cual poseía dos alas negras y llevaba una armadura como las de sus compañeros hombres, pero esta poseía un escote revelando un poco sus pechos, pero esta lucía muy fuerte – estoy para aquí para batallar contra quien sea en su nombre.

- Hm, por el momento espero que no me decepcionen, ¡vayan y tráiganme la cabeza de Athena y llévense a los guerreros que sean necesarios!

- Muy bien – tanto uno de los gemelos del miedo como la diosa Keres se fueron juntos a tratar de hacer un estrago con los Caballeros.

- Mi señor Ares, ¿está seguro de esto?

- Cállate Dino, sé lo que hago, así que espero que esos dos no me fallen porque pagarán duro si se atreven a venir por perder – susurró el dios el cual gritó de molestia haciendo temblar todo el sitio, las dos Consejeras se miraron entre sí.

- Demonios, el señor Ares parece que no quiere darme más confianza, lo siento por desobedecer sus órdenes, pero iré por mi cuenta – Dino pensó eso, cosa que de suerte nadie se enteró, pero la Consejera parecía estar decidida en eso.

Mientras tanto en el Santuario, era de noche y no sabían de la inminente batalla que estaba por realizarse, en estos momentos, el mandamás del Patriarca estaba en unos asuntos privados con su pareja.

- ¿Te gustó Kana?

- Sí, me ha gustado mucho – susurró la peli negra, los dos habían terminado de tener relaciones, no habían ocurrido batallas en los últimos días desde que Hibiki y Tomoe volvieron luego de su pelea contra Anteros.

- Por el momento estamos llevando algo de ventaja en la guerra, pero espero que esto termine pronto, no quiero que más de los Caballeros sigan cayendo en batalla.

- Hemos perdido muchos de nuestros compañeros por esa batalla – la peli negra se levantó un poco sentándose en la entrepierna del mexicano el cual se sonrojó por el contacto – no importa lo que digan Joan, has seguido bien el camino que dejó tu padre por lo que quiero que recuerdes eso.

- Lo sé Kana, fue duro perder a papá, pero espero poder hacer un mejor trabajo, hemos perdido a 6 Dorados.

- Pero tenemos a los otros 6, no te preocupes – Tsukumo lo empezó a besar mientras que la temperatura empezaba a subir, cosa que provocó que reanudaran su momento íntimo el cual harían por un largo momento, no obstante, Joan estaba pensando en otra cosa.

- Siento algo extraño en el ambiente, lo siento, la muerte se puede oler y creo que es mejor que esta vez yo vaya a encargarme de esto – pensaba el chico cambiando de posición a su amante quien gemía con fuerza.

Y Joan no se equivocaba, los dos guerreros de Ares estaban llegando cerca del Santuario.

Lejos de ahí estaban estos mirando el Santuario desde lejos y solo sonrieron porque parecía que las cosas saldrían como esperaban.

- Me gustaría ver cómo es que los Caballeros de Athena luchan ante nosotros y perecen.

- Espera un momento Keres, no es el momento de atacarlos, recuerda que tenemos que ser precavidos, ya estos acabaron con mi hermano Deimos, no cometeré su mismo error.

- Ya veo, entonces ¿Qué sugieres Phobos?

- Ten paciencia Keres, ya les mostraremos que el miedo es algo que los humanos siempre tendrán sin importar que tan valientes sean – susurró uno de los dioses gemelos del terror y miedo sonriendo por lo bajo mientras que preparaba una lanza la cual le envolvió con su cosmos y la apuntó hacia la entrada del Santuario y esta fue impactando directo, tal vez a simple vista el efecto no fue el deseado, pero parecía que Phobos sabía lo que hacía.

- ¿Y eso por qué?

- Solo mira y observa Keres, solo mira y observa – con eso, la lanza fue encontrada por un soldado el cual la tocó y este cayó al suelo.

- ¡Oye, ¿Qué te pasa?!

- ¿Q-Quien eres tú? ¡No sé quién eres! ¡Aléjate de mí!

- ¿Qué te pasa? – cuando el compañero del soldado intentó tocar a su amigo, este enloqueció y se fue a atacar a su compañero el cual no reaccionó a tiempo y comenzó algo totalmente horrible de ver.

El soldado "infectado" comenzó a morder el rostro de su compañero de armas y no solo eso, arrancó pedazos de su cara mientras que este gritaba de dolor tratándose de liberarse, pero este no hizo nada más que seguir en su tarea de comer hasta que finamente pasó lo inevitable, lo mató a mordidas.

- ¿Ves que te dije que causaría algo?

- ¿Qué es eso Phobos?

- Es mi Lancia di Fobie o Lanza de Fobias, cuando alguien la toca, provoca que tenga un ataque de terror en quien la toque, por lo que enloquece y ataca a quien se le acerque, ¿ves lo que le pasó a ese tipo?

- Eso es genial, ya con eso provocara un ataque de pánico en todos en el Santuario, por el momento no atacaré de golpe por más que quiera hacerlo.

- Yo ya tengo planes de hacer sufrir a los Caballeros de Athena, pero si tú dices que te esperarás, lo haré – Keres y Phobos esperaban con ansias el ver el efecto esperado en el Santuario, el cuerpo del soldado muerto se quedó a un lado en donde gracias a la noche no podría ser visto, por lo que el guerrero que había tocado la lanza estaba caminando hacia algunos compañeros, aunque este llevaba el arma en su mano.

- Oye amigo, ¿Qué pasó? ¿Por qué traes la boca llena de sangre?

- No se me acerquen… ¡se los advierto, no me toquen! – el tipo lanzó el arma hacia donde estaban los tipos.

- ¿Qué mierda te pasa? Deja de… - varios tocaron la lanza por lo que tuvieron el efecto que quería Phobos y estos también comenzaron con las alucinaciones que los hacían perder la compostura.

- Algo no está bien – Hibiki desde su casa zodiacal estaba saliendo mirando para todos lados, Tomoe se levantó bostezando.

- ¿Hibiki-san? ¿Qué pasa?

- Tomoe-san, siento algo extraño en el ambiente, te lo digo porque siento algo de cosmos maligno.

- ¿En serio? – la peli negra se concentró un poco y supo que era cierto, un cosmos, aunque pequeño, tenía algo de maldad – ¿algún enemigo?

- Puede ser, aunque sería bueno reportarlo a Joan por si las dudas.

- Buena idea – el chico peli humo usó su cosmos para comunicarse con su amigo mexicano, justamente con él, este seguía manteniendo relaciones con la ahora Caballero de Tauro, en eso, recibió el llamado del Caballero de Aries.

- Joan, soy yo Hibiki, hay algo que necesito comunicarte – dijo.

- ¿Hibiki? ¿Pasa algo?

- Hay unos cosmos extraños en el Santuario, aunque son pequeños no me gusta nada eso.

- Entiendo eso, yo también lo estoy sintiendo – el chico aumentó el ritmo de su movimiento indicando que estaba por terminar – Hibiki, ve a revisar, llegaré yo después.

- Muy bien, me encargaré de esto, te avisaré en caso de que sea algo malo.

- Cuento contigo – ambos se dejaron de hablar, justo cuando el mexicano terminaba dentro de su amante quien se derrumbó en la cama, ambos se quedaron mirando al techo luego del acto amoroso.

- ¿Iremos a ver ese incidente?

- Sí, luego de eso vamos a averiguar que pasó – unos minutos después los dos estaban listos para ver qué pasaba, Joan llevaba sus túnicas como Patriarca mientras que su novia iba con la armadura de Tauro puesta.

No obstante, las cosas estaban por cambiar en ese momento.

- ¡Aléjense de ellos! – exclamó uno de los soldados rasos los cuales peleaban entre ellos, unos simplemente comportándose como zombis atacando a los suyos los cuales caían siendo comidos, un espectáculo horrible de ver.

- ¿Qué demonios pasó aquí?

- ¡Joan! – Hibiki llegó con su pareja a donde estaba el Patriarca – algo extraño pasa con los soldados rasos, se están comportando de forma rara.

- Atacan a los suyos sin motivo aparente.

- Es como si estuvieran hiptonizados.

- ¡Deténganse! – gritó el mexicano, aunque ninguno de ellos hacía caso – demonios, realmente están como fuera de control.

- ¡Patriarca, muera! – uno de los soldados iba hacia Joan llevando la lanza, aunque Hibiki estaba por detenerlo, Joan evitó que se moviera.

- No te preocupes amigo, yo me encargo de esto, además, no es como que algo como eso me afecte – susurró, en eso, el soldado le dio de lleno con la lanza, aunque la punta de esta se dobló y destruyó haciendo que ya no tuviera efecto en nada.

- Duerme – el poder psíquico de Hibiki puso a dormir al soldado raso, Joan tomó el palo de esta, pero sintió un poder extraño en este, por lo que sin más destruyó el artefacto.

- Esta lanza estaba infectada.

- ¿Infectada?

- Era un cosmos extraño, era como si un miedo quisiera invadir el cuerpo de la persona que toma el arma.

- ¿Por qué no te afectó a ti? – preguntó Tsukumo.

- Al ser un usuario de las técnicas que tienen que ver con la muerte, eso realmente no me afecta ya que muchos seres humanos temen a la muerte, pero en mi caso he estado relacionado con ella desde que tengo memoria.

- No entiendo una cosa, ¿Qué hace un arma como esa en el Santuario? Afectó a varios soldados rasos.

- Tampoco lo sé, debe ser un intento del ejército de Ares de querer ingresar de golpe aquí – Joan se quedó callado un momento – pero siento que están aquí cerca de nosotros.

- ¿En serio?

- Sí… y están cerca – el castaño volteó hacia las 12 casas – ¡a todos los Caballeros del Santuario, Saintias y demás guerreros! ¡Háganse presentes en la primera casa del Zodiaco! ¡Rápido!

No pasó mucho para cuando los Caballeros que quedaban en el recinto estaban presentes ahí con el Patriarca mandándolos, Athena llegó un momento después.

- Patriarca, ¿me puede decir el incidente por el cual ha mandado a llamar a toda nuestra tropa? – preguntó la hermana de Ramón.

- Sencillo Athena, déjeme decirle que siento que la guerra contra Ares ha llegado a un punto en el que las cosas se están poniendo duras, por lo que es necesario que en estos momentos nos pongamos las pilas ya que los guerreros de Ares están viniendo con todo – decía Joan – solo nos quedan unos pocos de Plata, unos de Bronce y 6 Dorados, aparte de unas cuantas Saintias, por lo que tendremos que dar todo lo que tenemos para ganar.

- Entiendo eso, pero el cosmos de Ares no lo siento.

- Athena, quiero que regrese a su templo, resguárdese hasta que el peligro pase ya que quiero que esté a salvo para cuando nos toque batallar contra la verdadera amenaza.

- Es mi deber como diosa de la guerra guiar a mi ejército a la victoria, así que no iré a aislarme – exclamó la diosa – así que espero que juntos hagamos esto.

- Athena – Joan asintió – muy bien, lo haré entonces, ¡Caballeros!

- ¡Sí!

- Estense atentos ya que siento que la verdadera batalla está por empezar, iremos contra todo aquel que dañé la paz de la Tierra, ¡si el mismo dios Ares quiere dañarnos, haremos lo mismo! – exclamó el chico a lo que los Caballeros vibraron con fuerza, el castaño volteó hacia la salida del Santuario – ¡sal de ahí dios del miedo! ¡puedo sentir tu oscuro cosmos allá!

- ¡Muy listo Patriarca! Pero sé que no importa cuánto se esfuercen, nosotros ganaremos esto – exclamó Phobos desde lejos, en eso, todos miraron como el horizonte brillaba como si se tratase sangre iluminándose, esto era parte del ejército que trajo Phobos, aunque la diosa sabía que no estaba solo él.

- Hay alguien más – susurró.

- La siento, aunque lo intente esconder, se siente como si nada – exclamó el chico, este siguió avanzando hasta que salió del Santuario, de lejos podía ver a los Berserkers que parecían estar listos para comenzar la masacre.

- ¡Mátenlos a todos! – los guerreros de Ares salieron hacia el Santuario, Joan solo chasqueó los dientes, pero miró a sus guerreros.

- ¡Por Athena!

- ¡POR ATHENA! – los de Bronce y Plata fueron al frente mientras que los Dorados iban detrás de ellos, aunque las Saintias se quedaron con la diosa Athena para defenderla.

Aunque eran pocos Caballeros los que quedaban, eso no impidió que fueran a darse con todo contra los Berserkers que venían con ventaja numérica, aun así, al chocarse ambos ejércitos, hubo un pequeño terremoto en el sitio, era algo que nadie en los pueblos cercanos esperó.

- ¡Maten a esa perra de cabello azul! Se mira muy sexy para violar – exclamó uno de los tipos mirando a Shinonome quien solo frunció el ceño.

- Son un tipo de gente totalmente despreciable – susurró ella mientras que con sus alas en la armadura los mandó a volar, estos se sorprendieron por eso.

- Demonios, ¿este es el poder de un Caballero Dorado? Pero si es solo esa chica vistiendo esa armadura.

- Soy un Caballero Dorado, soy Ryo de Sagitario y si creen que podrán profanar este cuerpo están más que equivocados.

- Y no crean que dejaré me toquen tampoco – exclamó Kurashiki la cual estaba al lado de la peli azul, ella también había sido pretendida por los Berserkers, aunque estos se lanzaron en contra de las dos chicas, pero lo que no sabían es que el poder de estas dos era más grande que el de ellos.

- ¡Vamos a matarlas a todos ustedes!

- ¡Trueno Atómico!

- ¡Polvo de Diamantes! – los ataques de Shinonome y Kurashiki dieron de golpe con los tipos los cuales salieron volando y cayendo muertos, uno electrocutado y el otro congelado.

- Estos tipos son débiles – exclamó Claudia al lado de Asuka y Pei Pei quienes batallaban con varios Berserkers – no son como los guerreros no muertos contra los que luchamos en el Ragnarok de Asgard.

- Sí, son mucho más débiles, así que derrotémoslos de una vez – Asuka habló.

- Nǐ zhǐhuī míngrìxiāng, wǒ huì wánchéng tāmen (Tú mandas Asuka, acabaré con ellos) – las tres Mahou Shoujos usaron sus cosmos para derrotar a estos tipos quienes eran exterminados como si nada.

- Un rostro sereno y frio, que linda es esa mujer, ¡hagámosla nuestra! – exclamó uno de los Berserkers el cual lucía muy intimidante, este miraba con ojos lujuriosos a Tsukumo, pero esta no se inmutaba.

- Supongo que tendré que matarlos de una vez – la peli negra elevó su cosmos, detrás de ella apareció la imagen de un toro dorado y esta solo lanzó su ataque – ¡Gran Cuerno!

- ¿Qué dijo? – el ataque de la chica fue como la embestida de un toro, hasta el más fuerte de estos quería detener el ataque, aunque no pudo ni meter las manos para evitar ser destruidos por el poder dorado de Tsukumo. La mencionada miró más allá en donde estaba el Patriarca con Phobos.

- Joan… por favor, gana mi amor – susurró la chica mirando a su pareja quien estaba batallando contra el dios del miedo el cual lucía muy molesto porque por más que lo golpeara, el mexicano parecía aguantar todo eso sin problema.

- ¿Acaso es todo hijo de Ares? Que aburrido.

- Maldito, ustedes mataron a mi hermano Deimos y no solo eso, la lanza infectada con mi cosmos no te afectó en nada.

- El miedo que les metiste a mis soldados fue el de la muerte, todos los humanos queremos vivir y la muerte es algo que no conocemos, por lo tanto, le tememos a eso, pero he muerto una vez y volví a la vida, por lo que ese miedo, no me afecta Phobos, buen intento.

- Un humano desafiando a los dioses, es algo que no se tendría que ver jamás, ¡pero han sido tan osados de desafiarnos!

- ¿Y qué harás? No me has dado ni un solo golpe, es una pena para ti – en eso, la acompañante de Phobos fue directo hacia un objetivo que tenía claro, y erala defensora de la segunda casa del Zodiaco – ¡Kana!

- Más vale que no te distraigas porque si no la batalla estará jodida para ti.

- Maldito – susurró el castaño, aunque tenía la mirada oculta en su cabello, este solo sonrió por lo bajo – pues creo que no te saldrá como quieres.

- ¿Por qué lo dices? ¿Quieres que Tauro muera?

- No morirá, porque sé que ella es fuerte y sabrá cómo enfrentarse a tu amiga esa.

- Humano estúpido – Phobos se lanzó a darle un golpe a Joan el cual también respondió al mismo, aunque no sabían porque el cosmos del castaño era algo más grande que el suyo, eso no evitó que el duelo luciera épico.

- Ahora veamos de que está hecha aquella que es muy cercana con el Patriarca – susurró la mujer quien miró a Tsukumo con odio, pero con una sonrisa que generaba confianza – ya quiero darte una muerte muy violenta y que sufras mucho.

- No perderé ante nadie, todo por la paz del mundo y por nuestra diosa Athena – susurró la peli negra quien elevó su cosmos dorado preparándose para una poderosa batalla.

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Continuará…