Disclaimer: Esta historia está inspirada, en parte, en el universo de Harry Potter de J.K Rowling. Salvo algún que otro personaje de mi invención, todos los ambientes, personajes, argumentos, hechizos y todo lo reconocible pertenece a la autora, yo solo los tomo los mezclo y agrego cosas.

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" Es casi ley, los amores eternos, son los más breves"

Rincón de haikus - Mario Benedetti

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Capítulo 14: La rosa y el escorpión.

1 de septiembre de 2016 - Castillo de Hogwarts, Inglaterra.

Los alumnos de primer año. - Gritó la mujer con su brazo en alto. - sigan a sus prefectos, por favor. ¡Vayan todos a sus salas comunes, no se pierdan en el camino!

Parada desde el atrio del gran comedor podía ver como los nuevos alumnos del castillo seguían a sus prefectos y a los premios anuales de cada casa. Treinta pequeños magos de once años se movían apresurados tras sus compañeros de mayor edad. A pesar del susto y los nervios, podía verse el entusiasmo en sus rostros. Desde que trabajaba allí, cada año le era imposible no recordar su propio comienzo de clases. El primer banquete en el colegio siempre sería uno de sus más dulces recuerdos de la niñez.

Ha sido un excelente discurso de apertura, señorita Granger. Me gustó la parte de recordar el pasado para evitar que se repita en el futuro…

Hermione se giró hacia la figura incorpórea que solía aparecer de vez en cuando y le sonrió ampliamente. El espectro del profesor Severus Snape rara vez salía de las mazmorras y cuando lo hacía era solamente para darle algún consejo o burlarse de ella. El nuevo fantasma de Slytherin se había ganado el puesto desde que el Barón Sanguinario y la Dama Gris habían seguido su camino hacia el más allá. Luego de cientos de años, la Dama Gris había encontrado su descanso una vez que la diadema de Rowena Ravenclaw fue destruida y el Barón había hecho las paces con su propia conciencia cuando la Dama siguió su camino. Ninguno sabía exactamente a donde habían ido los dos fantasmas emblemáticos pero esperaban que estuvieran bien a donde fuera que hayan ido.

Muchas gracias profesor Snape. - Dijo mientras hechizaba un sombrero para que siguiera a un despistado alumno de quinto que lo había olvidado sobre la mesa.- Siempre es bueno oír su opinión…

La ectoplasmatica figura infló su pecho con pedantería y siguió observando las puertas dobles del Gran Salón. Como profesor había sido una especie de enemigo público pero como fantasma era bastante apreciado. Sobre todo porque solía incordiar al nuevo profesor de pociones con su presencia, dejando caer pistas sobre la elaboración de algunas pociones cerca de los alumnos.

¿Ha notado cómo la historia tiende a correr en círculos, directora?. - dijo el fantasma mientras veía a los más rezagados partir. – hasta mi forma incorpórea puede sentir como todo se repite una y otra vez. Usted más que nadie debe comprender lo que digo, ¿o no señorita Granger?.

La bruja asintió en silencio. Todos sabían que había sido una inefable por un tiempo pero de alguna forma ella estaba segura de que Snape no hablaba solo por el hecho de que tres apellidos muy conocidos habían vuelto a resonar entre las paredes del gran comedor de Hogwarts. Después de todo, no sería la primera vez que Severus intentaría averiguar en qué había consistido su trabajo en el departamento de misterios. Todo el mundo sentía curiosidad sobre aquella larga misión que había terminado con ella abandonando el departamento sin llegar a cumplir siquiera un año de trabajo.

Severus… sabes que no puedo revelarte nada sobre mi trabajo en el departamento del tiempo.

Snape bufó y se elevó unos cuantos centímetros más sobre el suelo. Ahora que era un fantasma se había vuelto más chismoso que en el pasado y se frustraba cuando no conseguía toda la información. Después de todo, él no tenía muchas cosas que hacer en su actual condición.

Lo sé. Hablaba del joven Scorpius Malfoy, del siempre desgarbado vástago de Ronald Weasley y de la pequeña Lily Potter. Solo faltaria un excepcionalmente insufrible sabelotodo hijo de muggles…

A la directora de Hogwarts no se le escapó el hecho de que las últimas palabras de Snape no habían sido dichas con rabia, como cabría de esperarse, sino que usó un agradable tono neutral, casi amistoso. Con los años y su estado fantasmal, él se había vuelto más accesible y un confidente decente para la sucesora de Minerva Mcgonagall y Albus Dumbledore.

Quizá el próximo año podamos completar el afamado trío de oro Gryffindor y su omnipresente antagonista de apellido Malfoy.

Lo dudo. Rose ha estado insistiendo todo el verano para que la envíe a Beauxbatons. Mi hija no desea ser opacada por su madre… Teme ser comparada conmigo y no llenar las expectativas de los profesores.

¿Ha visto?, como predije, su hija será una insufrible sabelotodo de apellido Granger.

En ese momento Snape se esfumó sonriendo sardónicamente. Hacía años que las palabras de Severus no herían a la bruja y de hecho, había comenzado a pensar que él incluso apreciaba a Rose. Sobre todo porque había sido él quien mas había velado el sueño de su hija cuando esta era apenas una bebé y ella debía dar clases de Defensa contra las artes oscuras.

Una vez que el comedor estaba vacío, Hermione decidió ir a su despacho, luego de tomar un par de dulces sobrantes para su hija. Cuando estuvo en la soledad de la oficina, saludo a los retratos de Mcgonagall y de Dumbledore, quienes se despertaron al oírla entrar. Alimentó a Fawkes, el fenix de Albus, y se dispuso a desaparecer hacia su casa en Hogsmeade. Ser la directora del colegio tenía ciertos beneficios, por ejemplo el poder desaparecer dentro de los terrenos del castillo.

Al entrar a su casa, apenas tuvo tiempo de colocar su capa en el perchero y encender una luz porque un enorme perro Mastin saltó sobre ella y lamió su cara. Debido a la ceremonia de inicio de clases, Hermione se había marchado en la mañana y el pobre animal había extrañado demasiado a su dueña.

Fang, abajo. Abajo Fang…

Fang II era hijo del, ahora fallecido, perro de Hagrid, el guardabosques del colegio. El enorme animal que tiene más semejanza a un caballo que a un perro, había sido una pequeña bola de pelos cuando Rose lloró y suplicó por horas para que lo llevasen a casa y Hermione no había tenido corazón para negarle una mascota a su bebé. Además, su niña pronto iría al colegio y tener una mascota para acompañarla en los días de soledad sería una buena idea.

¡Fang Cerberus Granger! deja a mamá en paz de una buena vez.

Rose Marie Granger, era una niña de diez años con cabello oscuro, completamente ensortijado, dientes delanteros casi demasiado largos y enormes ojos color avellana. Su mirada era una copia exacta de la de su madre y, salvo por su inclinación hacía los deportes, no tenía demasiado en común con su padre biológico. A pesar del evidente parecido con ella, Hermione sabía que Rose tenía una personalidad mucho más chispeante de la que ella tuvo alguna vez.

La voz de mando de Rose hizo que Fang II se alejara de Hermione inmediatamente y corriera hacía el jardín. El enorme perro respetaba las órdenes de la niña y su tono enojado era la ley. Después de todo, Hermione había insistido en que fuera ella quien se encargara oficialmente del perro y el sentido de la responsabilidad de las Granger era algo muy fuerte.

Te extrañé mucho mami…

Yo también bebé. Mucho. ¿Has crecido en mi ausencia?

La pequeña abrazó a su madre con fuerza indicando que sus palabras eran ciertas, la había extrañado. Usualmente Hermione dejaría Rose en casa, al cuidado de una niñera, o con los elfos domésticos en su despacho de Hogwarts. Pero esta vez la niña había suplicado a su madre que la dejara sola en casa y ella había aceptado esto a regañadientes. Rose estaba creciendo y dejarla sola no era algo realmente tan malo. Tarde o temprano debería hacerlo. Tenía que aprender que su hija crecerá y que tarde o temprano abandonaría sus brazos.

Mientras Rose era una bebé, McGonagall había accedido a que ambas vivieran en el castillo pero cuando su hija creció, Hermione decidió que era mejor que ambas tuvieran su propio espacio. Ahora que ella era la directora, tener un sitio alejado del colegio era primordial para poder descansar de sus obligaciones y pasar tiempo de calidad con su niña.

¿Cómo fue la ceremonia?. ¿El sombrero cantó?, ¿en qué casa está Lily?

Ella asintió y le contó cómo había sido la ceremonia. Le habló del banquete, de los nuevos estudiantes y de las bonitas palabras que el sombrero había cantado antes de poner a cada niño o niña en su nueva casa.

Severus ha dicho que tú deberías estar allí el año próximo. ¿Aún insistes en ir a Beauxbatons?

Rose dudó y luego negó. Había estado meditando sobre eso durante toda la tarde, mientras estaba sola. Salvando las distancias, y los amigos que pudiera conseguir, cada día en el colegio francés sería igual a ese. Ella jamás había estado separada de su madre por tanto tiempo y no estaba segura de querer hacerlo por tantos años. Verla solo en el verano no sería suficiente.

No lo sé. ¿Y si no soy tan buena bruja como tú?, Yo no soy tan inteligente como tú. ¿y si no hay suficiente magia en mi?. Se reirán de mí. Pero tampoco sé si quiero irme tan lejos y estar sola allí. Al menos aquí los elfos son mis amigos.

Hermione se arrodilló para estar a la altura de Rose y le sonrió.

Hay mucha magia corriendo en tus venas, bebé. No porque seas mi hija, sino por lo que tú misma eres. Nadie se reirá de ti, cariño. Tu eres Rose Marie, no debes compararte conmigo. Harás grandes cosas por ti misma y estoy segura de que serán aún mejores de las que yo podría haber hecho alguna vez.

Rose se arrojó a los brazos de su madre y Hermione la envolvió en un fuerte abrazo. Su hija era su fuente de valor y su fuerza. Tenerla en el castillo era su deseo pero estaba dispuesta a aceptar lo que ella decidiera finalmente.

Mientras abrazaba a su hija, una lechuza comenzó a picar la ventana y ambas rieron al ver que traía una nota de Harry Potter, el padrino de Rose. El padre abnegado había estado demasiado ansioso por saber en qué casa había quedado su primogénita y no había logrado esperar a que a la mañana siguiente Lily le escribiera una nota.

Rápidamente Hermione tomó un pergamino y un tintero para responderle a su amigo. Sin su ayuda ella no sabía que hubiera hecho durante todos esos años. Era por eso que había nombrado a Rose como su ahijada. Sabía que pasara lo que pasara, su hija sería bien cuidada si ella no estaba allí para hacerlo.

Querido Harry.

Te alegrará saber que el sombrero reconoció a Lily de inmediato y no tuvo demasiadas dudas acerca de donde debería quedar. ¡FELICITACIONES, ES UNA GRYFFINDOR!

Besos y abrazos.

p/d: dile a Ron que Hugo también lo es.

Hermione y Rose Marie.

La lechuza levantó el vuelo en la noche. Seguramente el ave arribaria al Valle de Godric en horas de la mañana, unas cuantas horas antes de cualquier nota que Lily pudiera enviar desde el castillo.

¿Cenaste lo que dejé para ti?

Rose asintió y tomó su mano para guiarla hasta la cocina y mostrarle que incluso había lavado los platos de la cena y había hecho los deberes de la escuela muggle a la que asistía. Orgullosa de que su niña fuera así de responsable, Hermione sacó los dulces de los bolsillos de su túnica y se los entregó. Luego de que se diera un baño, ambas verían una película muggle y los comerían antes de irse a dormir.

Horas después de comer los dulces y aburrirse con una insulsa película de princesas, Hermione seguía sin poder dormir y decidió ponerse una bata e ir a la cocina a tomar un té calmante. Al día siguiente debía ir al castillo a organizar el horario de los de primer año y realmente necesitaba conciliar el sueño.

Una vez que tuvo el humeante líquido en una taza que la declaraba la mejor madre del mundo, se sentó sola en una de las desparejas sillas que acompañaba a la mesa de la cocina y el enorme perro se tiró a su lado. Había tenido meses para prepararse para ese día pero cuando tuvo que leer su nombre en voz alta, descubrió que no lo había logrado. Claramente el pequeño Scorpius no tenía la culpa del pasado en común que ella tenía con su padre, los niños no debían pagar por los pecados de sus padres. Eso era lo que se había estado diciendo desde que supo que el niño iría al colegio.

Hermione tenía que endurecer sus sentimientos y procurar no tratar al niño de manera diferente que a sus otros compañeros. El heredero Malfoy - Greengrass no parecía tan arrogante como había sido su padre en su momento pero, al ser la viva imagen de él, había removido demasiados recuerdos en la mente de la directora. Desde finales del año pasado, cuando los expedientes de los nuevos estudiantes aparecieron sobre su escritorio, ella había estado trabajando en su reacción e ignorando a propósito el legajo del hijo de Draco. Temía derrumbarse al saber que había sido de él durante los años que pasaron separados

Aunque parecía estar bien la mayoría del tiempo, aún tenía momentos como ese en los que la nostalgia la embargaba. Era extraño que solo ocho meses de su vida hubieran hecho tantos cambios en su ser y hubieran dejado marcado a fuego su corazón de aquella manera. La herida parecía cerrada pero de vez en cuando volvía a sangrar con fuerza renovada.

Desde la noche en la que salieron de las ventanas, Hermione no lo había vuelto a ver. Saber que él también la amaba y que no estaba dispuesto a hacer nada por eso había dejado su corazón destrozado. El golpe de gracia lo recibió un par de días después, cuando supo mediante El Profeta que Daphne Greengrass había tenido un hijo en su ausencia. La boda había sido preparada mientras estaban en la misión y la familia sólo había estado aguardando a que el novio apareciera para cerrar el trato, de una vez y para siempre.

La prometida de Draco estaba embarazada en el momento en que ellos se embarcaron en la misión del Alphwyn y si bien él hizo varios intentos de contactarla, finalmente decidió dejar de insistir cuando ella le envió un recorte del diario mágico con la imagen de la madre y el niño en él como única respuesta. Por esa época, las páginas de sociedad estaban plagadas de imágenes de Draco, la fastuosa boda que Narcissa Malfoy le organizó y su nueva familia. Que insistiera en verla solo la lastimaría más.

Hermione había enviado su renuncia indeclinable al departamento de inefables en cuanto el sol se había asomado en el horizonte, luego de la noche en la que regresaron. No le importó cuanto insistieron sus jefes en que ella debía quedarse o cuantos cambios de oficina y compañero le ofrecieron. Cruzarse otra vez con Draco hubiera hecho que se derrumbara y más cuando se enteró de que él ya era padre. Siempre supo que lo de ellos estaba destinado al fracaso pero saberlo y poder aceptarlo eran cosas totalmente diferentes.

Los primeros seis meses luego de que salieran de las ventanas Hermione vivió algunos de los momentos más amargos de su vida. Tal como le había pedido antes de marcharse, Ron había seguido adelante en su ausencia y al volver le pidió que abandonara el departamento que compartían. él había conocido a una hermosa muchacha hecha a su medida y vivir con su ex prometida no haría nada bueno por su nueva relación. Él nunca tuvo la intención de herirla ni ella esperaba que le abriese los brazos al regresar pero quedarse sin un sitio donde vivir y sin empleo fue un duro golpe.

Con el corazón roto, sin hogar y sin trabajo, Hermione tomó la drástica decisión de marcharse de Londres. Poner la mayor distancia entre ella y Draco quizá fuese lo mejor. Australia fue su destino. Al menos allí estaría cerca de sus padres aunque no la recordaran. Una vez allí, cancelar la suscripción al Profeta y evitar el contacto con cualquier medio que le dijera algo de la feliz vida de los Malfoy fue su primera acción y conseguir un empleo la segunda. Necesitaba olvidarse, desintoxicarse de sus recuerdos.

Trabajando medio tiempo como camarera en un bar de playa muggle de Sidney, Hermione había conocido a quien luego fuera el padre de Rose. Marcus Gilles era un surfista muggle bastante simpático que había pasado semanas cortejando a la joven bruja y solo después de mucho insistir había conseguido una cita con ella. Él sabía que Hermione no estaba emocionalmente disponible pero no era de los que simplemente se conformaba con un no. Conquistar a la dificil mujer fue su mayor meta durante meses y luego de conseguirlo se aburrió rápidamente.

Aun sabiendo que no era prudente involucrarse con otro hombre mientras sufría por el último, Hermione decidió arriesgarse y salir con Marcus. Quizá estando con él fuese más fácil olvidarse de lo que había sucedido en aquella misión. Lamentablemente la relación no prosperó. Una vez que Marcus consiguió salir con ella, perdió gran parte del interés que había mostrado antes y huyó despavorido una vez que supo que estaba embarazada. Además, él era el muggle más común que hubiese conocido nunca y ella una bruja, lo de ellos simplemente estaba destinado a fracasar desde antes de haber iniciado. Salir con él había sido una completa equivocación pero al menos no volvería a estar sola.

Embarazada, nuevamente sola y sin empleo otra vez, ya que el fue despedida en cuanto anunció su estado, Hermione volvió a Londres. Afortunadamente Harry y ella habían permanecido en contacto todo el tiempo y él era el único otro ser que tenía cierto conocimiento de la naturaleza de la relación que ella había desarrollado con Draco y fue el primero en exigirle que regresara para poder ayudarla cuando supo que esperaba un bebé y estaba desempleada. Una vez que estuvo en su país, fue Minerva Mcgonagall quien se apareció ante ella como su mecenas y salvadora. El puesto de defensa contra las artes oscuras estaba vacante nuevamente y si ella estaba dispuesta, los elfos y fantasmas cuidarían a su bebé mientras estuviera dando clases.

Por siete años Hermione ocupó el cargo de Profesora de defensa contra las artes oscuras, rompiendo así con lo que se creía que era una maldición sobre el cargo. Ella adoraba su trabajo y lo hubiera hecho por muchos años más pero las cosas no estaban escritas de ese modo. Tres años atrás, Minerva había contraído viruela de Dragón y luego de su muerte Hermione fue elegida como la sucesora en el puesto de directora. Haber sido la jefa de Gryffindor por los últimos años, una heroína de guerra y la mejor amiga de Harry Potter fue lo que la catapultó a ese importante puesto dentro del colegio.

Su vida transcurrió de forma más o menos normal por los últimos diez años. No era completamente feliz pero tampoco se dejaba arrastrar por las penas. Trabajar, criar a su hija y educar a las nuevas generaciones de magos y brujas había sido toda la distracción que necesitaba para olvidarse de Malfoy durante el día. Solo durante las noches ella se daba el lujo de sufrir por aquel amor imposible.

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22 de noviembre de 2016 - Despacho de la directora, Castillo de Hogwarts.

Caminaba de un punto al otro en el despacho de la directora. Estaba nervioso por lo sucedido con Scorpius pero mucho más por volver a verla después de tanto tiempo. ¿Qué le diría?, ¿Cómo reaccionaría ella al verlo?, ¿Volvería a gritarle o sería profesional?, ¿Se vería igual de bonita que la última vez que estuvieron en la misma habitación?. Él definitivamente había envejecido. Era obvio que su cabello ya no era completamente rubio y que algunas de las hebras doradas habían comenzado a volverse grises. Tampoco tenía el abdomen marcado de antaño y cada mañana descubría que había un nuevo dolor llegando a su cuerpo para unirse al resto. Muchas de las comidas le causaban acidez y beber una copa de Whiskey de fuego implicaba tres días de resaca.

Tampoco era tan viejo, ¿No?. Él aún no se había vuelto calvo y su rostro llevaba bastante bien las marcas del tiempo, o al menos eso se decía cada mañana al verse al espejo. Ser un padre viudo, haber abandonado su trabajo de ensueño para hacerse cargo de las empresas familiares y de sus dos hijos pequeños, además de haberla perdido a ella, habían dejado rastros en su cuerpo y corazón. Cada vez que intentaba hacer ejercicio alguno de sus hijos requería su plena atención y así había ido perdiendo la figura de hombre y ganando la de padre.

Daphne había muerto dos años atrás mientras daba a luz y él no había tenido más remedio que dejar el departamento de misterios abandonando así la investigación sobre la piedra del tiempo y el misterio de lo que sucedió con Harvey realmente. Un enorme batallón de niñeras podría hacerse cargo de Scorpius, ahora que era un poco mayor, pero su bebé recién nacido necesitaba algo más que el frío toque de una institutriz. Leo había perdido a su madre nada más nacer, Draco no podía darse el lujo de morir en una misión, o perderse en las ventanas del Alphwyn, y dejarlo también sin padre.

Esa mañana el jefe de Slytherin había enviado una nota urgente. Scorpius se había trenzado a golpes con Hugo Weasley y ambos acabaron en la enfermería del colegio. No era la primera vez que recibía una nota de ese estilo desde que su hijo ingresó al colegio pero esta era la primera vez que él exigía ser recibido por la directora que casualmente era la mujer que había rondado por sus sueños los últimos once años.

Mientras esperaba que la directora Granger se hiciera presente, Draco comenzó a observar los retratos que ella tenía en su escritorio. Al contrario de lo que hubiese esperado, la mayoría de los retratos eran mágicos y mostraban desde una Hermione joven y muy embarazada a una niña de unos diez años sobre una escoba y junto a un enorme y feo perro gris. ¿En qué momento ella tuvo una hija? ¿Quién era el padre? ¿A caso…?

La niña sonreía a la cámara mientras se mantenía a unos pocos centímetros del suelo, fuertemente sostenida a una escoba. Se parecía a Hermione. Solo que sabía que la bruja odiaba volar y la niña ciertamente parecía estar disfrutándolo. En otro portaretratos, la jovencita abrazaba a una niña de cabello oscuro, sin dudas una Potter, y enviaba besos hacia quien fuera que estuviera tomando la fotografía. Será preciosa cuando crezca, pensó.

En ese momento la puerta del despacho de la directora se abrió y Draco no tuvo tiempo suficiente de dejar el retrato en su lugar y en el apuro hizo que el resto cayera. Avergonzado y ruborizado hasta donde la frente se unía al cabello, Malfoy ordenó como pudo y se giró para enfrentar a la persona que había aclarado su garganta para hacerle saber que estaba allí.

Señor Malfoy, siéntese por favor. Disculpe la demora, hubo una explosion en la clase de pociones de cuarto año y fue necesario que me ausentara para solucionar el problema.

Hermione intentó sonar desapasionada y estoica pero por dentro temblaba como una hoja. Él estaba allí, ambos estaban allí y no tenía idea de cómo enfrentar esa situación. Había hecho que el jefe de la casa enviara la nota por simple protocolo. Jamás creyó que él pediría una entrevista y menos sabiendo que ella era la directora.

Allí estaban los dos cara a cara, once años después, y aún sentían lo mismo que el último día que se vieron. Aún recordaban los besos y cuando se amaron a lo largo de la historia. Draco había cambiado poco en esos años. Se veía igual de guapo pero había un aura solemne a su alrededor y bajo la túnica se adivinaba que ya no hacía tanto ejercicio como cuando eran jóvenes.

Draco sentía un absurdo nudo en su garganta. Ella estaba igual o más hermosa que la última vez que la vió y, a pesar de la ropa de directora, podía adivinar que la maternidad había redondeado aún más sus curvas. Hermione lo miraba como si algo desagradable hubiese ingresado a la habitación y el hedor fuera casi insoportable. Ella aún lo odiaba, así que él tenia que quitarse inmediatamente aquella cara de idiota adolescente enamorado.

Él sabía que debía ir al grano. Hablar sobre su hijo e irse de una maldita vez. Quizá pensar en buscar una plaza en Durmstrang para Scorpius no fuera una mala idea. No estaba seguro de poder soportar verla por los próximos años y tener que actuar como si nada hubiese sucedido entre ambos. Sabía que debía zanjar el problema de su hijo y marcharse. La niñera estaba cuidando a Leo pero él intentaba estar con su hijo la mayor cantidad de tiempo posible y aquella maldita reunión se lo estaba impidiendo. Sabía lo que tenía que hacer pero su lengua no cooperaba y un presentimiento hacía que su corazón latiera rápidamente.

¿Ella es…?

Dijo sin poder contenerse, señalando el retrato donde Rose montaba una escoba.

Mi hija, si.

me refiero a si es…

Hermione negó. Ella aun no lo perdonaba por no haberla elegido por sobre su apellido pero jamás hubiese sido capaz de negarle a su hija. Marcus era otra historia. Él la había abandonado sabiendo que estaba embarazada y no merecía volver a verla ni saber de sus progresos. Rose sabía exactamente en qué condiciones había sido concebida y parecía no tener problemas con aquello. Hasta ahora nunca le reclamó conocer a su padre.

No. No es tuya. Solo tiene diez años.

Draco asintió entre aliviado y desilusionado. Por un instante había tejido fantasías acerca de compartir una hija con Hermione y saber que no era suya lo había golpeado un poco. Él incluso se había visto pensando en que forma recuperaría el tiempo perdido o su madre. O la forma en la que deberia luchar para espantar a cualquier idiota que quisiera romperle el corazon.

Así que… ¿Estás casada?

Tragó grueso, ¿con que derecho aparecía luego de diez años y comenzaba a hacerle aquellas preguntas?, ella ahora era la directora del colegio de su hijo. Ese tipo de informalidades estaban demás y solo abrían viejas heridas.

No.

Una extraña sensacion de alivio se extendió en su pecho y decidió seguir preguntando aunque todos los signos de alerta, de que se detuviera, estaban allí.

¿Has vuelto a pensar en mí?, ¿En nosotros?

No. - dijo de forma rotunda. – ¿Podemos ir al punto de esta reunión, Señor Malfoy?

Ambos tragaron grueso. Ella dibujó una línea hipotética y él no debía intentar volver a cruzarla.

Lo siento. Si, adelante.

Hermione extrajo de un cajón las notas que la profesora Sinistra le había hecho llegar, comentando lo acontecido con Scorpius y se las leyó en voz alta. Para ser sincera, ella no se había involucrado demasiado en el asunto y resistió tanto como pudo el revisar la historia del niño. Cuanto menos supiera de él, menos chances habría de que le recordase a su padre, o eso intentaba pretender.

¿Sabe por qué Scorpius puede haber reaccionado de forma tan violenta contra uno de sus compañeros?

Suspiró, él sabía lo que había sucedido porque su hijo le mandó una lechuza apenas terminó su castigo. Por supuesto que no estaba de acuerdo con lo que hizo pero tampoco sabía cómo hacer para evitar que se repitiese a largo plazo. Ser padre a tiempo completo era algo que muchas veces simplemente se iba de sus manos.

Él dijo que sus compañeros han dicho cosas sobre su madre. Scorpius es algo sensible sobre ese tema. No lo justifico pero tampoco lo condeno. Fue provocado y simplemente respondió.

Supongo que todos los niños son sensibles acerca de sus madres. ¿Puedo saber qué opina ella de este asunto? Quizá si habla con Scorpius pueda tranquilizarlo acerca de las opiniones de otros niños. Por supuesto que buscaré la forma de evitar que este episodio vuelva a suceder pero conversar con los niños es una buena forma de prevenir. Planeo decirle lo mismo a los padres del otro estudiante involucrado.

No se perdió la forma en la que Draco desvió la mirada, pestañeó rápidamente y compuso una máscara que ocultaba su dolor.

No sabría decirle qué opina Daphne de ello. Mi esposa murió hace dos años, señora directora, dando a luz a nuestro segundo hijo…

Se llevó automáticamente una mano a la boca y ahogó un grito de espanto. Acababa de echar sal en una herida reciente y todo por no haber leído el expediente del alumno. Finalmente su animosidad hacia el padre la había vuelto negligente hacia el hijo.

Yo… lo siento. No lo sabía.

Un inexplicable sentimiento de ira nació en su pecho. Comprendía que ella lo odiara pero no podía permitirle que descuidara a su hijo por su causa.

Pensé que sí. Está en su expediente, señora directora. - Dijo en tono agrio. - Pensé que, de todas las personas del mundo, tú serías la única que no condenaría a un niño inocente al ostracismo por los pecados de su padre. Pero me equivoqué y es por eso que mi hijo ha estado sufriendo en tu colegio. ¿Lo culpas a él por mi comportamiento de hace diez años?

Quiso gritarle, ofenderse y hechizarlo pero se contuvo. Al fin y al cabo estaba bastante acertado en su deducción. Se había llenado los labios con palabras vacías de no culpar a Scorpius por lo que Draco le hizo pero, al abandonarlo a su suerte en el colegio, había hecho prácticamente lo que prometió no hacer.

Cuando ella negó haber hecho tal cosa, Draco decidió cambiar el tema y fingir que frente a él solo había una mujer más. Una directora común y corriente del colegio de su hijo con la cual conversaba. Decidió fingir que no llevaba once años arrepintiéndose de no haber luchado por lo que sentía por ella y fingir que no seguía sintiendo lo mismo tanto tiempo después. Fingir que no viviría el resto de sus días añorando el amor que Hermione supo darle.

Una hora después, cuando el momento de partir se hizo inevitable, Draco estrechó la mano de la directora sabiendo que probablemente no volvería a hacerlo. Haría lo imposible para evitar tener que volver a reunirse con ella y si debía hacerlo, intentaría enviar a Narcissa o a un emisario en su lugar. Estaba seguro de que verse era tan doloroso para ella como para él.

Ambos tienen vidas paralelas, se dijo Hermione. Ambos habían seguido caminos separados y al sol de hoy un mundo estaba entre ellos. Por lo que sabía, Draco tenía un niño pequeño en casa y a Scorpius en el colegio, ella tenía a Rose. Por lo que se dijeron, o mejor dicho lo que no dijeron, lo suyo había quedado una década en el pasado y no había forma de que pudieran volver a coincidir. Él la había perdido por su avaricia y ella por haber flaqueado y no luchado por el amor de ambos. Los dos tenían niños que criar y el breve romance que habían vivido era simplemente parte de una realidad alterna que no había logrado alcanzarlos de este lado del Alphwyn.

Cuando soltaron sus manos, ambos tenían los ojos inundados de lágrimas que se negaban a dejar caer. No podían darse el lujo de hacerle ver al otro la forma en la que se estaba desgarrando su alma al dejarse partir nuevamente. Al menos esta vez no hubo gritos, pensó Draco. Al menos esta vez no dijo que odia amarme, pensó Hermione. Porque esta vez sabemos que la separación es para siempre, pensaron al mismo tiempo. Porque ambos sabemos que lo que tuvimos fue inefable…

-FIN?.-

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Dato 1: Inefable no solo es el empleo que ambos tenían, también es un adjetivo y significa: "Que no puede ser dicho, explicado o descrito con palabras." Ese es el verdadero significado del nombre de este fic.

Dato 2: El amor después del amor de Fito Paez es una de las canciones que inspiró este capítulo junto con Scars de Papa Roach.

Dato 3: Este capítulo tiene mas de tres versiones. Seguramente estarán odiándome por haber presentado esta, donde hay un final triste. La respuesta es, a veces los amores eternos son los más breves, como dijo Benedetti. Uno puede amar con locura a alguien pero no siempre es posible estar junto a esa persona.

Dato 4: Habrá epílogo. No soy una perra desalmada, aunque no será exactamente un final de cuentos.

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N.a: Fin del capítulo 14. Espero que les haya gustado y que aún estén allí. Estoy trabajando en el epílogo de esta historia y en un pequeño proyecto que está tomando forma pero que aun no me convence porque quiero explorar personajes mucho más oscuros que los que acostumbro. Ahora sí, sin más. ¡HASTA LA PRÓXIMA!