Resumen: Después de haber conocido a su sobrina recién nacida, Agustín y Julieta le pidieron algo importante, algo que pesó mucho cuando Bruno tuvo que tomar la mejor decisión para proteger a Mirabel después de que no obtuvo su don.
Notas:
1) Los personajes no me pertenecen. Los personajes de Encanto son propiedad de quien tenga los derechos (¿Disney?)
2) Este fic fue realizado sin fines de lucro, solo por diversión.
LA PROMESA
CAPÍTULO 21
Esa noche
Camilo vio a su tío Bruno charlando con Mirabel, como siempre. Si había algo que Camilo envidiaba y había envidiado desde pequeño era la cercanía de Mirabel con su tío favorito. Lo entendía, él también habría protegido a Mirabel de pequeño si hubiera podido, pero siempre resintió su claro favoritismo hacia ella.
Sabía bien que a su tío le gustaba actuar, y a él también le gustaba mucho. Había esperado que ahora que no había magia y que podía pasar tiempo con él divirtiéndose, pero Mirabel seguía siendo su preocupación principal.
"Quizá cuando Mirabel sea mayor… se case y alguien más se preocupe por ella", pensó Camilo decepcionado.
Esa noche se reunió con Antonio para ir a dormir pero se encontró que su hermano estaba con Bruno.
-Hey- dijo Camilo- ¿tía Marcela fue a algún lado?-
-Marcela se va a quedar con las chicas esta noche- dijo Bruno con una sonrisa nerviosa, típica de él- Antonio y yo tenemos algo que charlar, él sabe cómo cuidar mejor a mis ratas-
-Ah claro- dijo el muchacho sin muchas ganas.
-Y también hay algo que quería hablar contigo, si no te molesta- añadió su tío.
Camilo alzó las cejas al escuchar eso, pero asintió siguiendo a su tío con curiosidad. ¿Qué habría sido tan importante que tío Bruno hubiera dejado a su esposa?
Una vez que llegaron a la casa, los tres subieron a la habitación que compartían juntos y se dispusieron a descansar. Bruno dejó que Antonio se quedara con las ratas todo ese tiempo, y su hermano parecía estar feliz con ellas. Camilo sonrió al ver aquello, no había sonreído desde después de que casita cayó.
-¿Qué querías hablar conmigo, tío?-
-Ah, es algo que he notado desde que eras pequeño, y nunca he encontrado el momento preciso para hablar de ello contigo- dijo Bruno con una sonrisa- tengo pensado comenzar a escribir obras de teatro cuando casita esté lista, pero necesito un actor principal…-
-¡Yo!¡Yo quiero!- exclamó Camilo emocionado al escuchar lo que su tío estaba diciendo que ni siquiera lo dejó terminar. Bruno amplió su sonrisa al ver la emoción de su sobrino.
-Justo pensé en ti, siempre has sido el mejor en actuación- dijo él. Pero lejos de apreciar el cumplido, Camilo bajó los ojos y Bruno pensó por un momento que había dicho algo malo- ¿qué sucede?-
-No, nada…- dijo el muchacho tomándose un brazo, un gesto que Bruno reconoció de cuando él no estaba seguro de sí mismo- es solo que… yo no puedo… sin mi don no soy… yo no…-
Bruno le puso las manos en los hombros.
-Camilo, tú no eres tu don- dijo su tío seriamente antes de agregar- yo recuerdo a un niño que le gustaba jugar a ser pirata, con su aburrido tío y con los trapos viejos que su prima pudo convertir en un vestuario, y no tenía ningún don entonces-
Una sonrisa volvió a los labios del muchacho al recordar sus juegos de cuando él y Mirabel eran niños.
-Eso era diferente-
-Eso era lo que se suponía que tenías que ser- dijo Bruno- tu don era especial para una persona como tú, aunque durante todo este tiempo lo has usado para otra cosa. Pero lo tenías en primer lugar porque eres perfecto para ese don, no al revés. Ahora, ¿vas a querer hacer esto o no?-
-Por supuesto- dijo el muchacho.
-Bueno, tenemos que tener un teatro- dijo Bruno- y necesitaremos vestuarios y…-
-¡Mirabel!- dijo Camilo- Mirabel puede hacerlos. Y conseguir el sitio para poner el teatro-
-Claro, Mirabel puede ayudar con eso- dijo su tío- pero lo mejor sería que tú te encargaras de organizar esto. Ella puede saber de vestuarios, pero tú eres el experto en lo demás-
Aquellas palabras parecieron animar aún más a Camilo, quien parecía inquieto e impaciente para comenzar a organizar todo. Antonio apenas les había prestado atención, tan entretenido que estaba jugando con las ratas. Después de un largo rato de hacer planes junto con Bruno, por fin éste pudo convencer a su sobrino de que se fuera a dormir.
-Más vale que estés descansado mañana, Camilo- dijo Bruno- buenas noches-
x-x-x
Dos semanas después
Mirabel había notado el camino en la actitud de su familia. Camilo parecía cada vez más emocionado por terminar la construcción de casita. Isabela y Dolores habían vuelto a ser unidas, a diferencia de la rivalidad que previamente existía entre ellas por causa de Mariano. Luisa parecía una niña pequeña de la emoción. Antonio no había soltado las ratas de Bruno desde ese día que se las prestó. Y tía Pepa parecía que podía brillar ella misma.
Estaban a punto de inaugurar su casa nueva, de entrar por primera vez al edificio terminado, cuando escuchó una voz detrás de ella.
-Por fin terminaron. Debes estar emocionada, Mirabel- dijo Pablo con una sonrisa y apretando sus brazos como si quisiera tocarla, pero mantuvo controladas sus manos. Detrás de él, Javier también le sonrió.
-Felicidades, preciosa- dijo Javier, ganándose un zape te parte de su amigo- ¿qué? Tú la llamas así también, ¿no?-
-No, y no hables de más- dijo Pablo entrecerrando los ojos apenado.
A Mirabel le causó gracia, y no pudo evitar ruborizarse ante la idea de que Pablo la llamara así.
-Hemos terminado la reconstrucción de nuestro hogar gracias a la ayuda del pueblo- dijo la abuela- y de nuestra familia. Después de lo sucedido, creo que sería mejor que Mirabel sea la que tenga el honor de poner el pomo y abrir la puerta…-
La muchacha, quien había estado riendo divertida de la discusión entre Javier y Pablo, se quedó helada al escuchar a la abuela decir su nombre. Y ni siquiera alcanzó a responder, porque los Treviño (Sergio y su padre) se acercaron.
-¿Por qué debería ser ella?- exclamó Sergio- después de todo fue esa ociosa sin don quien destruyó la magia, seguramente por envidia-
-Sí, finalmente hizo que la magia se rompiera y que entraran estos intrusos al Encanto- dijo el señor Treviño.
La gente del pueblo comenzó a murmurar entre sí, seguramente discutiendo lo que el hombre acababa de decir. Algunos, como Mariano, comenzaron a decir en voz alta que Mirabel jamás haría daño al Encanto a propósito y que la apoyaban, otros que no conocían bien la historia dudaban entre las palabras de los Treviño.
Mirabel tembló, y sus ojos se volvieron a la abuela y su familia, quienes parecían estar indignados de lo que habían dicho. Javier parecía estar deteniendo a Pablo, quien parecía dispuesto a golpear a Sergio, y Rafael la miraba incómodamente.
-Si la señora Alma dijo que sería Mirabel, no sé porqué te quejas de que mi hija sea la primera- dijo Agustín furioso- sobre todo cuando ya te dijimos que no eres bienvenido aquí-
-¡Todo el pueblo participó en esto! Al menos tenemos derecho en decir quien tiene ese honor- insistió Sergio- sobre todo después de que esa muchacha destruyó la magia y dejó entrar a extranjeros agresivos como esos dos-
Rafael no dijo nada, pero Pablo se soltó de Javier y se abrió paso entre la multitud.
-Lindas palabras viniendo de un monstruo como tú- dijo Pablo mirando furioso a Sergio, quien le sonrió maliciosamente.
-No te metas en los asuntos del pueblo, extranjero- dijo Sergio.
-Y tú no te metas en algo en lo que no participaste- dijo Pablo poniendo sus manos en los hombros de Mirabel- yo diría que los que ayudaron en la construcción voten si quieren que Mirabel sea quien ponga el pomo o no-
-Lo que dice Pablo es cierto- dijo Mariano alzando la voz- los que sí participamos nos dimos cuenta de quién fue la persona que más participó en la construcción. Y esa persona fue Mirabel-
Hubo un murmullo de asentimiento entre todos que hizo que la joven se sintiera un poco más segura.
-Bien, está decidido- dijo Alma poniendo el pomo en la mano de Mirabel- vamos, hija. Ese tu turno-
-Pfff. Bien, pongan a la inútil a completar esta tarea. Por supuesto que encontrará una manera de arruinar esto también…-
Mirabel tembló al escuchar eso asumiendo que todos dudaban de ella, pero Pablo puso una mano en su hombro y le sonrió.
-No lo escuches, él solo quiere herirte con sus palabras- le dijo el muchacho en un susurro y puso algo sobre su mano libre- pero solo tú puedes permitir que sus palabras hagan daño-
Al escuchar esas palabras, Mirabel amplio su sonrisa y asintió con una linda sensación en su pecho. Antonio tomó su mano en señal de apoyo, y el resto de su familia caminó detrás de ella de la misma manera con idénticas sonrisas orgullosas. Incluso estuvo segura de que Camilo le gritó en apoyo, incluyendo una palabra obscena contra Sergio que hizo que Pepa tiraba de su oreja.
-Ay ay, mamá, no es para tanto, no dije ninguna mentira- se quejó Camilo.
La joven puso una mano en el pomo de la puerta, y de ésta comenzó a surgir la magia. No la misma magia que antes, ésta era diferente. En vez de tener brillos dorados, ésta emitía chispas de colores específicos, los colores que Mirabel usaba en su vestimenta: azul, rosa brillante, blanco y verde, como si la magia no quisiera que quedara ninguna duda de quién la había traído de regreso.
La magia cubrió toda la casa, y ésta comenzó a moverse tan pronto como la imagen de la familia apareció en la puerta con Mirabel al frente. Un murmullo de sorpresa recorrió a todos detrás de ella, pero los ojos de la muchacha solo estaban fijos en la ventana sobre la puerta, moviéndose para saludarla como incontables veces lo había hecho desde que había nacido.
-Hola, casita…- solo alcanzó a decir con voz quebrada antes de que la casa la arrastrara al interior junto con toda su familia y el resto del pueblo, excepto a las personas que habían dudado de ella.
x-x-x
Esa noche
Después de la fiesta por haber recuperado la magia y sus dones, Bruno sonrió aliviado de que gracias a lo sucedido, al hecho de que Mirabel demostró ser la persona que más amaba a la familia en ese pueblo la magia había regresado, su ahijada se había vuelto a la persona que todos querían acercarse. Sonrió al verla un poco abrumada por la atención, pero feliz de ser tomada en cuenta para algo por primera vez en su vida.
Vio que Rafael nuevamente intentó acercarse a ella, pero Mirabel ni siquiera se dio cuenta entre tantas personas que querían estar con ella. Una parte de él estaba un poco preocupado, pues quería conservar a su sobrina para él mismo, pero ahora tendría que compartirla con todo el pueblo pero podía soportarlo si eso la hacía feliz.
Cuando la fiesta por haber recuperado la magia se acababa y la gente comenzaba a irse a casa, Bruno alcanzó a ver a Pablo dirigir una mirada de anhelo hacia su sobrina antes de salir cabizbajo de casita. Aquello llamó su atención y se dispuso a seguirlo, pero Mirabel lo siguió y alcanzó primero.
-¿Qué sucede, Pablo?- dijo Mirabel alcanzándolo. Bruno vio que el resto del muchacho se iluminó sinceramente al verla.
-N…nada, Mirabel. Está todo bien- dijo Pablo sonriendo y tomando una de las manos de la muchacha. Era lo que más se había atrevido el muchacho, y solo duró un momento antes de soltarla- estoy feliz por lo que pasó. Ahora todo el mundo va a poder ver la persona especial que eres-
Aún estaba diciendo eso cuando pasó sus dedos por la frente de la muchacha para despejarla con una sonrisa triste. Mirabel se ruborizó levemente, pero parecía estar inquieta.
-Pablo, suena a que te estás despidiendo- dijo Mirabel confundida.
-No, para nada- sonrió él- no me iré de aquí hasta que tú me eches. Pero se hace tarde y quizá debería buscar un sitio para descansar…-
-Puedes quedarte conmigo- se ofreció Mirabel de pronto, antes de ruborizarse y tartamudear- no, no conmigo, quise decir en casita-
Aquello pareció causarle gracia a Pablo, quien rió levemente y sacudió la cabeza.
-No podría imponerme así, mi… Mirabel- dijo el muchacho.
-No es imponerte. Tú nos ayudaste a reconstruir la casa, es lo menos que podemos hacer- dijo la muchacha antes de agregar- pero está bien si no quieres… yo solo decía que puedes para que no tengas que regresar a tu casa y…-
Mirabel se dio cuenta de que estaba divagando y se calló. Bruno nunca la había visto así de nerviosa.
-Si no le molesta a tu familia…-
-Por supuesto que no- dijo Mirabel tomando la mano del muchacho y haciéndolo regresar a casita- vamos, si no tienes cuidado papá te va a contar un de sus chistes malos…-
Pablo la siguió con una leve sonrisa en los labios, como si realmente quisiera quedarse pero no quisiera parecer demasiado impaciente. Quizá debería hacer algo con esos dos adolescentes. Pablo le daba buena espina pero eso no significaba nada, porque Rafael también le había causado esa impresión y había resultado haber conspirado para hacerle una broma que casi la mató.
Se encargaría de vigilarlo más de cerca.
x-x-x
Al día siguiente
Camilo se sentía como en su cumpleaños. Su don había regresado, tío Bruno le había pasado el libreto de la obra que planeaba presentar en la plaza principal del pueblo, y podía molestar a Mirabel hasta el cansancio por el hecho de que Pablo se hubiera quedado en casita en las nuevas habitaciones de huéspedes.
Incluso Félix tuvo que te detenerlo en una ocasión porque no creía que Mirabel se pudiera poner más roja de lo que la estaba sin explotar.
-Ya, mijo, deja a Mirabel respirar por cinco minutos…-
En sus esfuerzos por mortificar a su prima fue ayudado por Javier, quien mortificaba a su vez a Pablo, así que tuvo una mañana muy divertida. Fuera de bromas, podía ver lo enamorado que estaba el muchacho, y era obvio que Mirabel le correspondía pero aún estaba a la defensiva después de lo sucedido con Rafael. No sabía cómo podía animar a su prima para que confiara en el muchacho.
Una risita lo distrajo: Mirabel reía sinceramente de algo que Pablo había dicho, lo que hizo que Camilo sonriera. Era hermoso verla reír de nuevo, y no era el único de la familia que pensaba eso, todos estaban mirando maravillados y sonrientes la interacción. De hecho, había pensado que Antonio se pondría celoso porque Pablo acaparaba la atención de Mirabel, pero incluso había pedido a sus coatíes que robaran el reloj de Javier para darles un tiempo a solas.
-Awww, esos dos son el uno para el otro, estoy segura- dijo Isabela.
-Pff… dijiste lo mismo con Rafael- dijo Dolores con una risita, haciendo que Camilo riera y su prima inflara las mejillas.
-Bah, esta vez lo digo en serio- dijo Isabela cruzándose de brazos- con Rafael siempre estaba nerviosa, pero con Pablo es diferente-
-Eso sí, además de…- comenzó a decir Dolores, pero se detuvo de pronto, borrando su sonrisa y llevando una mano a su oído para escuchar mejor.
-¿Qué pasa?- dijo Camilo, reconociendo la expresión de su hermana.
-Hay un par de hombres en la entrada del Encanto- dijo Dolores con una expresión alarmada- no tienen buenas intenciones-
-Yo me encargo- dijo Isabela acomodándose el cabello y levantándose antes de volverse a Luisa- ¿vamos, Luisita?-
-Mmhm- dijo Luisa levantándose también. Aquello llamó la atención de Mirabel, quien se acercó a ellos.
-¿Qué sucede?-
-Un par de intrusos con malas intenciones están dando vueltas alrededor de la entrada del Encanto- dijo Camilo encogiendo los hombros- tus hermanas ya se fueron a hacerse cargo de ello-
Mirabel asintió sin estar tan segura, pero no dijo nada, y sus nuevas interacciones con todos se volvieron menos alegres. Pablo notó de inmediato su cambio de actitud a pesar de sus sonrisas, algo que le dio buena espina a Camilo.
De pronto vieron a la Dolores dar un respingo y cubrirse los oídos, y momentos después todos pudieron escuchar el eco de un fuerte ruido.
-¿Qué fue eso?- dijo Mirabel.
-Un disparo- dijo Pablo frunciendo el entrecejo y caminar hacia la salida de casita tomando las riendas de Paco y dispuesto a subirse, pero Mirabel lo detuvo tomando las riendas.
-Voy contigo-
-Claro que no, puede ser peligroso-
-Mis hermanas están allá, no me voy a quedar aquí- dijo Mirabel haciendo una mueca. Camilo vio a Pablo dudar pero finalmente subió al caballo y le ofreció la mano a la muchacha para ayudarla a subir, antes de alejarse con dirección a la salida del Encanto.
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Salida del Encanto
Al mismo tiempo
Pablo no estaba nada feliz con el hecho de tener a Mirabel tan cerca de lo que sea que haya disparado en la entrada del Encanto, pero no podía decirle que no a esos lindos ojos. No sabía que tenía esa muchacha pero iba a terminar con él.
Ambos llegaron a la entrada del Encanto tan pronto como Paco pudo llevarlos, y se detuvo a unos pasos de la abertura de las montañas. No había ningún extraño, solamente Luisa e Isabela, pero la primera estaba sosteniendo una de sus piernas de una manera extraña.
Tan pronto como el caballo se detuvo, Mirabel saltó del mismo y corrió hacia sus hermanas, mirando alarmada a ambas mujeres, quienes parecían estar asustadas. La falda y la blusa de Luisa estaba manchada de sangre.
-Luisita, ¿qué pasó?- dijo Mirabel deteniéndose junto a ella.
-No fue nada, es solo un rasguño…- comenzó a decir su hermana, pero Isabela la interrumpió.
-Esos hijos de…- dijo la mayor- le dispararon a Luisa. ¿Puedes creerlo? Lo bueno es que les di un buen susto-
-¿Qué sucedió exactamente?- preguntó Pablo.
-Esos dos estaban dirigiéndose al pueblo, pensando en secuestrar a alguna muchacha para venderla o quien sabe para qué…- dijo Isabela, lo que hizo que Pablo se tensara. Nuevamente esos hombres, lo que había pasado con su hermana regresaba a su mente- cuando nos vieron quisieron llevarme, pero no se esperaban que usara mis poderes. Se asustaron y me llamaron bruja, y cuando quisieron atacarme Luisa los tomó y los lanzó lejos, pero le dispararon antes de irse-
Mirabel frunció el entrecejo y tomó la mano de Pablo, sacándolo de sus pensamientos y preocupándolo. ¿Ella sabía algo sobre su pasado? Sacudió la cabeza, recordando que ese no era el momento.
-Mirabel, tenemos que llevar a tu hermana con tu madre- dijo Pablo señalando al caballo- ¿creen que pueda subir?-
Isabela creó algunas ramas que subieron a Luisa al caballo, y el muchacho tomó las riendas para comenzar a dirigirse hacia casita, seguido de Mirabel. Isabela se quedó atrás, creando una enredadera en el hueco para que no se notara que había una abertura.
-Esos dos regresarán- dijo Mirabel mientras que caminaban de regreso.
-Quizá no, tus hermanas les dieron un buen susto- dijo Pablo- pero aún tendrán que tomar algunas precauciones con…-
-Fue mi culpa- dijo Mirabel en un susurro, más para sí misma que para Pablo o Luisa, pero el muchacho la escuchó. Extendió su mano hacia ella y la tomó, dándole un apretón.
-Nada de esto es tu culpa, Mirabel- dijo Pablo- en el mundo hay gente mala también, tú no eres responsable de nada de lo que otras personas hagan, ¿entiendes?-
La joven volvió sus ojos hacia él con algunas lágrimas en ellos. Miró de reojo a Luisa, que solo hacía muecas de dolor con un rostro pálido, y aquello le preocupó sobremanera, así que apresuró el paso sin soltar la mano de Mirabel. Quería abrazarla, repetirle mil veces que ella no tenía la culpa de nada, pero su hermana necesitaba llegar a ser curada por Julieta.
Al ver las lágrimas de la muchacha y la herida de Luisa, Pablo recordó de nuevo lo sucedido con Esperanza y su padre. Apretó los ojos y sacudió la cabeza. No, no debía pensar en eso. La hermana de Mirabel seguía viva, y la iban a curar en cuestión de minutos.
No pasó mucho tiempo cuando llegaron a casita. Gracias a Dolores, Julieta ya estaba en la puerta preparada con una canasta de arepas, metiéndole una a la boca a cada una de sus hijas, incluso si Mirabel e Isabela no estaban heridas. Luisa quedó como nueva de inmediato y bajó del caballo de un salto.
-Gracias, mamá- dijo Luisa sonriendo- estoy segura de que esos malditos no volverán a molestar-
Isabela asintió con una sonrisa aliviada, pero Mirabel no sonrió. Y nada de lo que Pablo le dijo la animó, segura de que era su culpa por haber destruido la magia la primera vez. Vio a Bruno acercarse a ella y darle un abrazo, susurrándole seguramente que no había sido su culpa.
x-x-x
Esa noche
Mirabel no podía dormir, no paraba de darse vueltas en la cama. Había sido su culpa, ella había causado esa abertura en las montañas tal y como Bruno lo había predicho, y nada de lo que dijera su tío la animaría. La herida de Luisa, el hecho de que los bandidos pudieran entrar al Encanto para amenazarlos, todo era su culpa.
Había visto la expresión de su abuela al escuchar las noticias, el mismo tipo de personas que asesinó al abuelo Pedro hacía todos esos años. La expresión de Pablo, seguramente recordando lo que esas personas habían hecho a su hermana y a su padre.
La muchacha se sentó sobre la cama y se llevó las manos a la cara, frustrada. Tenía que hacer algo, tenía que encontrar una manera de bloquear el acceso de las montañas.
Pero había algo que la detenía: la abertura era la única manera de entrar al Encanto, y si la bloqueaba Pablo jamás podría regresar. La idea de ello, de no volver a ver al muchacho, le parecía intolerable, pero tenía que poner el bien del pueblo y de su familia primero. Si como la abuela le había dicho, iba a ser la cabeza de la familia y la guardiana del milagro, tenía que hacerlo.
La puerta de su habitación se abrió, y vio a Bruno entrar con una sonrisa preocupada.
-Hey- dijo Bruno caminando hacia la cama y sentándose en la orilla de la misma- supuse que no podías dormir-
-No- dijo Mirabel cabizbaja.
-Mariposita, tienes que dejar de pensar así- dijo su tío en voz baja- nada de esto volverá a pasar. El pueblo vigilará la entrada para evitar que vuelvan a entrar personas malas-
Mirabel abrazó sus piernas contra su pecho y apretó los ojos. No estaba segura de que esta fuera una buena idea. ¿Qué pasaría si los enemigos les disparaban? Alguien moriría por su culpa.
-Vamos a estar bien- dijo Bruno- recuerda que la magia te eligió por alguna razón. Tu abuelo no dejará que nada malo suceda, ¿recuerdas?-
La muchacha se volvió hacia él abriendo los ojos, y cayó en cuenta de algo: la magia la había elegido. Quizá podía ir a la abertura y pedir a la magia cerrar las montañas. ¿Y Pablo? Pablo no tenía que enterarse, él estaba en el Encanto en estos momentos y se quedaría dentro. Y si quisiera irse, quizá ella podría abrir la montaña para ello.
"Eso es, tengo que cerrar la montaña", pensó Mirabel con una sonrisa.
Al verla sonreír, Bruno creyó que la había animado, así que se puso de pie y se despidió de ella para irse a dormir. Aprovechando que la habían dejado sola, Mirabel aprovecho y se levantó para vestirse, poniéndose una capa ya que la noche estaba fría.
-Casita. Necesito salir un momento, pero no quiero ir me por este lado. ¿Me ayudas?- dijo ella en un susurro. Casita movió las ventanas diciéndole que era tarde, pero ella insistió- por favor, no quiero que los demás me vean. Te prometo que tendré cuidado-
Casita creó una escalera para el exterior y Mirabel bajó con cuidado hacia ese sitio.
-Gracias, casita- dijo la joven- no dejes que nadie de mi familia me siga-
Comenzó a correr hacia la abertura en las montañas iluminada solo por la luz de la luna, sin darse cuenta de que había dejado encerrada a su familia.
x-x-x
Abertura en la montaña
Poco después
Mirabel llegó al sitio abierto en las montañas que se había formado meses antes, cuando ella trataba de rescatar la vela del milagro, trepando el techo de casita. La joven miró la abertura que le había traído tanto miedo y al mismo tiempo tanto consuelo. Había visto el río donde su abuelo había muerto tratando de salvar a su familia y a la gente, y había conocido a Pablo. Su corazón dio un vuelco haciéndola sonreír.
Sacudió la cabeza. Necesitaba hacer algo para proteger el Encanto, incluso si Pablo se iba y no regresaba.
"Tengo que hacerlo, tengo que proteger a mi familia…", pensó ella tocando la roca de la montaña "necesito cerrar este camino…"
Pero no pasó nada, la montaña se negó a moverse. Al parecer la magia no quiso hacer nada al respecto, y la abertura seguía abierta. Frustrada, la muchacha cruzó la abertura y se acercó al río donde Pedro había muerto.
-Abuelo Pedro, necesito tu ayuda para proteger a nuestra familia- dijo ella en voz baja, esperando que no hubiera nadie a su alrededor- necesito cerrar la montaña para que no entre nadie…-
La única respuesta que ella recibió fue una mano en el hombro que le heló la sangre.
-¿Tanto quieres deshacerte de mí?-
-AAAAAAAAAAAAAAHHHHH- gritó Mirabel dando un salto, pero al volverse vio que se trataba de Pablo, así que se tranquilizó- ¡me asustaste!-
Pero el muchacho parecía molesto.
-¿Y qué hay de ti?- dijo Pablo frunciendo el entrecejo y tomando su mano- desapareciste sin ninguna palabra o nota a la mitad de la noche, tu familia quedó inexplicablemente en cerrada en la casa y tu tío tuvo una visión horrible. No deberíamos quedarnos aquí-
Pero ella no estaba estaba conforme y trató de evitar que Pablo la devolviera al interior del Encanto.
-Yo le pedí a casita que no los dejara salir, no quería que se preocuparan por mí y… ¿dijiste una visión?- dijo ella abriendo los ojos mientras que Pablo la llevaba de regreso a la abertura de la montaña. ¿Bruno había tenido una visión?
-Sí, tuvo una visión de…- comenzó a decir el muchacho, pero se interrumpió al sentir un tirón, la mano de Mirabel arrancada de su mano. Y ella sintió un horrible vuelco cuando un par de gruesos brazos la separaron de Pablo.
Tratando de soltarse, Mirabel se dio cuenta de que había tres hombres rodeándolos. Uno rodeó su torso con sus brazos levantándola del suelo, otro golpeó el abdomen de Pablo para apartarlo y el tercero se acercó a ella con una antorcha en la mano para verla mejor.
-Mmm… no está mal- declaró el tercero tomando el mentón de la muchacha para examinarla mejor- nos darán una buena cantidad por ella…-
La muchacha estaba asustada. Ella no era Luisa o Isabela, no podía hacer nada para defenderse o soltarse. Vio a Pablo tirado en el suelo y pensó desesperadamente en lo sucedido con la hermana del muchacho.
-¡No, déjame…!- dijo con desesperación; apenas podía respirar con el hombre apretando su tórax de esa manera.
-Quédate quieta, mocosa- dijo el hombre que la estaba sosteniendo, apretándola con más fuerza y riendo- conozco a alguien que pagará bien por una niña como tú… e incluso pagará extra por tu magia-
Mirabel palideció al escuchar eso. ¿Cómo sabía que ella tenía magia? Quizá había sido porque Luisa e Isabela habían peleado con ellos antes y creían que ella también era mágica. No importaba eso, no podía dejar que se la llevaran.
En su desesperación no se dio cuenta de que Pablo levantó la mirada y buscó a tientas una roca en el suelo antes de levantarse de un salto y golpear con ella a los hombres que estaban distraídos con Mirabel.
-Quítenle las manos de encima- siseó el muchacho antes de soltar la roca, tomar la mano de Mirabel para alejarse corriendo con ella de ahí. Los dos corrieron con dirección a la entrada del Encanto, pero uno de los hombres bloqueaba el camino, arma en mano, así que tuvieron que desviarse.
Sin saber cómo escapar, Pablo la hizo esconderse entre los arbustos, igual que cuando se habían conocido, mientras que los hombres los buscaban entre ellos. Tenían la ventaja de que los hombres solo tenían una antorcha.
-Vamos, lindura, no te escondas…- canturreó uno de los hombres mientras buscaban en los arbustos- perdonaremos a tu amiguito si te entregas voluntariamente…-
Mirabel se abrazó y apretó los ojos temerosa, pero Pablo puso su plan en marcha. Se quitó su chamarra y la extendió en el suelo, además de quitarle la capa a la muchacha, dejándola extendida también. Después de ello, puso varias ramas y piedras sobre las prendas en el suelo y las enrolló en las prendas.
-¿Qué haces?- dijo Mirabel sin dejar de abrazarse. Pablo dejó las prendas en el suelo y se acercó a ella gateando en el suelo.
-No tengas miedo, mi bonita- dijo el muchacho en un susurro, poniendo su mano en la mejilla de Mirabel- cuando salga, corre de regreso al Encanto-
-¿Qué… qué vas a hacer?- preguntó en un susurro.
-Los voy a alejar de aquí, para darte una oportunidad de escapar- dijo Pablo señalando las prendas- confía en mí…-
-No, no hagas eso- dijo Mirabel con lágrimas en los ojos sabiendo que eso significaba que los bandidos lo atraparían- tenemos que encontrar otra manera…-
-No tenemos tiempo para pensar en otra cosa- dijo Pablo sonriendo antes de mirarla a los ojos- te prometo que regresaré contigo, pero primero necesito que corras a casita y no mires atrás. ¿Me lo prometes?-
-Pero…-
-Por favor. No puedo perderte a ti también- insistió el muchacho, y Mirabel no tuvo otra opción más que asentir. Pablo sonrió y quitó un mechón de cabello de su frente con su caricia, antes de respirar hondo y acercarse a ella, besando sus labios en un movimiento rápido pero cargado de cariño- te amo, mi bonita-
Dicho eso, y cuando Mirabel apenas estaba tratando de entender lo que acababa de pasar, Pablo tomó el bulto de hojas y ramas, y comenzó a correr hacia el río, haciendo bastante ruido y llamando con ello la atención de sus atacantes.
-¡Ahí van!-
-¡No dejen que se escapen!- dijo otro de los hombres- no lastimen a la mocosa, tiene que estar ilesa para que nos paguen…-
Tragando saliva, Mirabel tardó unos segundos en tomar el valor para levantarse tan pronto como los hombres se fueron y salió corriendo hacia casita con su corazón latiendo desesperadamente y lágrimas en los ojos. Pablo la había besado. Pablo seguramente se había sacrificado por ella. Y si algo malo le pasaba, seguramente era su culpa por haber salido del Encanto a la mitad de la noche.
Cuando llegó a casita, su familia dejó escapar una exclamación de alivio al verla llegar.
-¡Mi vida, gracias a Dios estás bien!- dijo Julieta abrazando a su hija, pero Mirabel se soltó de ella, buscando con la vista a su padrino, y abrazándolo tan pronto como lo vio. Comenzó a sollozar en voz alta.
-¿Qué sucede, mariposita?- dijo Bruno en un susurro- ¿estás herida?-
-No- dijo ella entre sollozos- Pablo… Pablo se sacrificó por mí…-
Bruno no hizo más preguntas y solo asintió con dirección a sus cuñados y sobrinas mayores. Félix y Agustín se miraron entre sí antes de tomar un par de caballos, seguidos de Luisa e Isabela con la idea de rescatar al muchacho, pero Mirabel no dejó de sollozar abrazando a su tío.
x-x-x
CONTINUARÁ…
¡Hola a todos! Pablo se sacrificó para darle una oportunidad a Mirabel de escapar, veamos que pasa con él y con el resto de la familia. Muchas gracias por seguir leyendo y por sus reviews. Abrazos.
Abby L.
