Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 5
Bella
— No importa, mamá —reñí tras la bocina— si estabas consciente que la casa estaba habitada no entiendo porqué hacerme venir cuando sabías que necesitaba tener un poco de tranquilidad. Se supone que venía en busca de paz.
Ella resopló.
— Nosotros tenemos un cariño especial por Edward —volvió a repetir. Lo había dicho más de quince veces, las conté—. Además, conociéndote si tanto te hubiera molestado ya estarías de vuelta en casa o alguna playa del caribe, nena —soltó una risita que retumbó en mi oído—. Así que muy molesta por estar con él no estás.
Boquee sin aire y sin excusas para responder.
Renée me conocía muy bien.
— Cuéntame —añadió—, ¿han hablado?
Puse los ojos en blanco.
Ahora sabía que Edward Cullen solo ocupaba la casa para dormir y para mantenerla limpia, al menos el patio porque en el interior no movía una mano, y menos lo haría sabiendo que estaba yo en casa.
En una semana me había memorizado su rutina. Se despertaba a las 5 am para hacer cardio, lo sabía por ruidos de agotamiento que se oían detrás de la puerta. Después se duchaba y se iba en su vieja camioneta Chevrolet que zumbaba como si estuviera a punto de ahogarse el motor.
Cada noche que regresaba iba directo sobre las luces navideñas que encendía con una alegre sonrisa en sus labios, como si el solo hecho de iluminar el patio le causara felicidad. Al adentrarse, calentaba un plato de comida en el microondas y después de otra ducha nocturna, no oía más, era todo su día.
— ¿Hoy no te dio por huir?
Volteé alarmada llevando una mano a mi pecho. Él estaba detrás de mí y mordía una manzana roja con total salvajismo.
— Te hablo luego —murmuré a mi madre finalizando la llamada y dejando el celular sobre la encimera.
Por supuesto que traté de comportarme como si no me provocara nada aunque tuviera frente a mí su torso desnudo con todos esos tatuajes a la vista. Mis piernas temblaron y la necesidad de pasar la lengua por cada tatuaje fue abrumadora.
Controlate.
Exhalé.
— Perdón, ¿qué dices?
Él rio burlón antes de volver a soltar tremendo mordisco a la manzana.
— Sales corriendo apenas me ves, me espías por la ventana, te comes mis suministros y después actúas como si me odiaras. ¿Acaso tienes un desequilibrio mental?
— Oye, oye —levanté las manos— no te conozco, ¿cómo quieres qué me comporte?
Algo pasó por su mente porque inmediatamente dejó de sonreír y la vena de su frente se remarcó en completo enfado. Me dio la espalda caminando hacia el sofá. Y Ahí estaban mis ojos de nuevo, pero ahora en su culo, apreciando lo bien que le quedaban esos pantalones de mezclilla a la cadera y lo salvaje que le hacían lucir esas botas.
Se desparramó sobre el sofá dejando sus piernas colgando sobre el reposabrazos.
— ¿Cuándo fue la última vez que estuviste en el pueblo?
Pestañeé. ¿Qué sabía él?
Con más confianza me acerqué, sentándome en el sofá continúo.
— No recuerdo —me sinceré—. ¿Tú eres de aquí?
Sus penetrantes ojos verdes se posaron en mí.
— Sí —exhaló—. Iré a otro pueblo —cambió de tema— ¿quieres ir? Ahí hay cajeros automáticos.
— ¿Cómo sabes…? —Guardé silencio y apreté los labios. En este pueblo los chismes estaban a la orden del día.
— Te espero en la camioneta. —Se incorporó e hizo un par de estiramientos de brazos y mis ojos se deleitaron con gusto.
Me miró engreído mientras se ponía por la cabeza una camiseta y subía el cierre de su cazadora.
Salí detrás de él. La caballerosidad no era su fuerte, pues se subió a la camioneta mirándome a través de la ventana, hizo un gesto con la mano para que me uniera a la cabina.
Comprendí. Él no me abriría la puerta.
— Tengo muchas dudas —articulé cuando la vieja carcacha arrancó con ese ruido infernal rodando por la angosta calle.
— También yo —murmuró con sus manos en el volante—. ¿Siempre tienes que combinar cada prenda que usas?
Enarqué las cejas y él río.
— Si, parece que no puedes estar un día sin preocuparte por la ropa que usarás —añadió— aunque para nada es queja, te ves hermosa así te puedas vestir una bolsa de basura.
Sonreí sintiéndome alagada.
Era lindo recibir un cumplido de un hombre que probablemente no podía dar ni los buenos días.
— Gracias. Estoy acostumbrada a vestir bien y preocuparme por mi apariencia. Quizá tenga que ver con el ambiente laboral a donde pertenezco, me toca lidiar con personas importantes.
Me miró de reojo. No dijo nada solo se mantuvo concentrado en la resbaladiza carretera mientras una llovizna ligera caía como si fuera cortina sobre la ciudad.
Después de que pasaran unos veinte minutos en completo silencio, el ambiente en la cabina se empezó a sentir incómodo.
— ¿En qué trabajas? —pregunté curiosa y también para romper la tensión.
— Como te darás cuenta no trabajo detrás de una computadora.
— Eso es evidente —gruñí—. Estoy hablando en serio.
— Eres un poco enojona.
— Olvídalo.
— No soy ningún ejecutivo ni trabajo en grandes empresas.
Me molestó el sarcasmo que usó. Y cómo no tenía porqué importarme su vida decidí no preguntar. Me crucé de brazos y miré hacia el paisaje grisáceo que más parecía un borrón el resto del camino.
Llegamos a Port Angeles después de una hora, apenas estacionó y salté fuera de la cabina caminando al cajero automático que estaba en la entrada del banco.
No volteé en ningún momento hacia Edward.
Apenas obtuve efectivo y una tienda de antigüedades llamó mi atención, caminé hacia ahí. El olor a viejo al entrar me recibió y fue bueno, quizá mi sentido del olfato ya se había acostumbrado a ese aroma.
Disfruté caminar por los pasillos y regocijarme con las baratijas, de hecho tomé alguna que otra cosilla: un atrapasueños, un par de libros y un jarrón.
Seguí disfrutando de cada objeto quizá por horas.
— Piensas quedarte aquí todo el día —gruñó Edward al llegar—. He estado esperándote pacientemente en la camioneta y tengo hambre.
— Así eres de gruñón siempre, ¿no?
— Cuando me aburro sí.
— Está bien, solo pago y nos vamos.
Lo escuché resoplar cuando le di la espalda y fui a realizar mi pago correspondiente.
Al salir de la vieja tienda me abracé; el viento y la lluvia volvían el clima más congelante.
Apenas dimos unos pasos caminando cuando escuché una voz nasal.
— ¡Al fin conozco a tu esposa!
Volteé. Una mujer regordeta me sonrió amable y algo me hizo pensar que sus palabras estaban dirigidas hacia nosotros.
— Camina, no te detengas —susurró Edward poniendo una mano en mi cintura y guiándome para que caminara más deprisa.
— Es bonita —continuó la señora—, delicada y gestuda tal como la describiste.
Edward bufó un mierda. Lo escuché claramente.
— ¿De quién habla? —quise saber.
— Es la loca del pueblo, camina rápido porque es peligrosa.
— ¡Soy la tía Sue! —dijo la mujer más fuerte mientras nosotros seguíamos caminando, ella parecía dispuesta a alcanzarnos.
Me detuve y volteé. Ella agitó su mano hacia mí y su sonrisa seguía estando en sus labios.
— Disculpe —articulé—. ¿Se dirige a nosotros?
— Claro. Conozco a Edward cómo a cada habitante del pueblo de Forks y sus alrededores. Por cierto, felicitaciones por su boda. Sé que no fui requerida porque preferiste algo íntimo y sin los molestos vecinos, como sueles llamarnos.
Miré a Edward. Directamente a sus ojos verdes.
— No le vas a creer a una loca ¿o si?
— Les has dicho que nos casamos —articulé con los dientes apretados— ¿por qué?
— Sí, lo acepto, pero todo tiene una razón. Puedo explicarte luego —sus dedos se clavaron en mi cintura—. Ahora vámonos que tengo frío.
De ninguna manera. Yo necesitaba saber qué había dicho de mí, sobre todo descubrir por qué había mentido.
Le sonreí a la mujer.
— Mucho gusto, señora. Soy Bella.
Estaba por acercarme cuando fui levantada como costal de papas y puesta en el hombro de Edward.
Protesté. Pedí que me bajara inmediatamente.
— Ay, ¡qué bonitos! —Exclamó la señora— luego iré a visitarlos, no ahora, claro.
Era mejor que no fuera porque estaba a punto de cometer un asesinato y no quería testigos.
Edward "canalla" Cullen me las pagaría.
Hola, ¿qué les pareció el capítulo? ¿Por qué creen que Edward inventó tal cosa? Ustedes me dicen si quieren leer más que yo estoy más que dispuesta a seguir.
*Para quienes leen Just Married les aviso que hay una demora debido a que las betas están de vacaciones.
Para imágenes alusivas de cada capítulo pueden unirse a mi grupo: link en el perfil.
Infinitas gracias por sus reviews, un gran abrazoa cada una: Eli, NarMaVeg, Car Cullen Stewart Pattinson, Pepita GY, terewee, Emma, Flor McCarty-Cullen, Ale Stewart, Torrespera172, Lizdayanna, ALBANIDIA, Daniela Masen, Rosemarie28, OnlyRobPatti, Valeria Sinai Cullen, Gabby352, marisolpattinson, Dulce Carolina, Antonella Masen, Isis Janet, Diannita Robles, Ary Cullen 85, Adriana Molina, sandy56, miop, Estefania Rivera, Cary, Noriitha, Cassandra Cantu, Lizzye Masen, Gigi, somas, ORP, Wenday14, Lili Cullen-Swan, aliceforever85, Kasslpz, Kaja0507, maries24, Lily Pattinson Stewart, rociolujan, mrs puff, saraipineda44, cocoa blizzard y comentarios Guest.
Gracias totales por leer 🎅
