Chapter 12

Violet estaba un poco cansada pero no quería interrumpir la animada conversación entre Elizabeth y Georgiana. Ella presentía que la señorita Darcy no tenía usualmente la posibilidad de conocer jovencitas como Elizabeth. Ella conocía de referencia a los Darcy y sabía que eran una familia muy distinguida y adinerada. Por eso suponía que la mayoría de las personas que se acercaban a esa tímida niña, probablemente lo hacían por algún interés. Ella había notado como las hermanas Bingley la trataban con fingido aprecio y le decían una y otra vez halagos superfluos que no expresaban ningún sentimiento verdadero, real o profundo. Por eso comprendía que Georgiana Darcy estuviera tan feliz conversando con la encantadora Elizabeth.

Mientras tanto, el señor Bingley, Richard y William que retornaban de un paseo por las caballerizas. Tanto William como Richard quedaron impresionados con el mal estado del lugar. Parecía que durante años nadie había hecho ninguna reparación ni invertido dinero para mantener el edificio y a los animales y necesitaba urgente una remodelación o sencillamente se vendría abajo. Aunque ni William ni Richard dijeron nada, ambos se preguntaban cómo era posible que el señor Bingley hubiera alquilado una propiedad en ese estado.

"Siento mucho el estado del establo, pero era una de las cosas de las que Holt se debía haber hecho cargo," dijo el señor Bingley un poco avergonzado.

"Bingley, te sugiero que tomes cartas en este asunto lo antes posible," dijo William preocupado. "El establo es esencial para el cuidado de tus animales, en especial los caballos."

"Pienso lo mismo, Bingley. Yo no sé nada del manejo o mantención de una hacienda, pero creo que las cosas no andan muy bien por aquí. Cuando viajes a la ciudad te sugiero que hables con mi tío Darcy porque él te puede ayudar mucho a comprender mejor lo que debes hacer para mantener todo en orden," explicó el coronel.

"Pero es que me voy de luna de miel en tres días más y le prometí a mi ángel que pasaríamos todo el mes en la playa. William, ¿te podrías hacer cargo de esto por mí? Sé que te he pedido muchos favores, pero no puedo recurrir a nadie más por el momento. Mi procurador me dijo que la próxima semana llegaría el nuevo administrador, si has resuelto algo se lo comunicas y él podrá tomar control de todo."

"Veré lo que puedo hacer, Bingley, pero no te prometo nada porque después de tu boda creo que podré quedarme sólo unos dos o tres días más y deberé regresar a la ciudad porque tengo muchos asuntos pendientes allí." A William no le molestaba ayudar si podía, pero realmente no sabía cuantos días más pasaría allí.

¿Por qué no le pides a Hurst que se haga cargo de todo, Bingley?" preguntó Richard con mucha curiosidad.

"Después de mi boda, mis hermanas y mi cuñado regresarán a Londres y no sé cuándo regresarán aquí. A ellos no les gusta mucho este lugar…" trató de explicar el señor Bingley aún más avergonzado.

Cuando llegaron a las escaleras de la puerta de la entrada lateral, los hombres se encontraron con las damas que retornaban de su paseo por el jardín. El señor Bingley estaba muy contento porque eso le dio la oportunidad de cambiar de tema y hablar de cosas menos problemáticas.

"Qué placer encontrarlas aquí. Es casi la hora del almuerzo y eso nos permitirá acompañarlas hasta el comedor. Además, me imagino que mi ángel debe estar en casa," dijo el señor Bingley alegremente.

El coronel Fitzwilliam saludó con mucho cariño a Violet, y ella le presentó a su futura nuera. Además, Georgiana le contó a su primo que ella había invitado a Elizabeth a tomar el té cuando estuviera en Londres y que habían quedado en ir de compras juntas porque ella no conocía a nadie en la ciudad. Richard vio tan entusiasmada a su querida prima que supo que la señorita Elizabeth debía ser tan simpática y acogedora como la señora Dalton.

Como era de esperarse entre dos personas de personalidad abierta y buen humor, inmediatamente se produjo una divertida conversación entre el coronel y Elizabeth. Ellos conversaron animadamente por varios minutos.

"Me imagino, señorita Bennet, que usted debe conocer muy bien todos estos parajes," comentó Richard.

"Sí, coronel, he vivido toda mi vida aquí y me encanta caminar por lo que he recorrido todos estos lugares montones de veces. La hacienda de mi padre colinda con Netherfield," explicó Elizabeth.

"Yo crecí en el norte, aunque a mi madre nunca le ha gustado la vida en el campo por lo que pasaba grandes temporadas del año en Londres. Pero debo reconocer que me gusta mucho la vida rodeada de naturaleza. Me imagino que ahora que usted va a vivir en la ciudad va a extrañar todo esto."

"Supongo que un poco, pero en la ciudad hay parques muy bonitos y otras entretenciones que me mantendrán ocupada," replicó Elizabeth. Mientras ella hablaba con el coronel, Elizabeth notó que William estaba muy callado y sólo los observaba de una manera muy curiosa.

En cuanto entraron en la casa, el señor Bingley fue en busca de Jane y después todos se dirigieron al comedor. El señor Bingley estaba seguro de que sus hermanas buscarían alguna excusa para no compartir con los invitados de él, pero de igual forma se sentaron a la mesa.

El señor Wickham también se unió al grupo, pero al igual que William se mantuvo callado, aunque por otras razones. Él estaba prestando atención a la conversación con la esperanza de enterarse cuáles eran los planes de todos los presentes y ver si podría tener la oportunidad de acercarse a Georgiana porque su situación económica era cada vez más preocupante.

Desgraciadamente, Caroline arruinó el almuerzo de todos con sus comentarios malintencionados y grandilocuentes. "Eliza, escuché que piensas que vivir en la ciudad puede ser muy divertido, pero te advierto que no para todos lo es. El teatro, la ópera, los bailes y demás actividades están mayoritariamente reservadas para personas de clases sociales muy distintas a la que tú vas a pertenecer cuando te cases con el señor Dalton."

"Señorita Bingley, yo soy una persona que se adapta a todo. Yo no necesito ir a un palco privado para disfrutar del teatro y de la ópera. Y no creo que para caminar por los parques o entrar a los museos a uno le pregunten a qué clase social pertenece," respondió Elizabeth con naturalidad.

A Georgiana y a Richard les encantó la respuesta de Elizabeth porque sin ser grosera de cierta forma puso a Caroline en su lugar. "Señorita Bennet, como Dalton es mi socio cuando esté en Londres tendremos la oportunidad de vernos y le prometo que los invitaré al palco de mis padres o al de mi tío George. De esa forma podrá disfrutar y tener una vista privilegiada al escenario," dijo Richard y le guiño a Georgiana.

"Es que el señor Darcy es tan generoso que no tiene problemas de relacionarse con todo tipo de personas, Eliza. Pero no todos en la alta sociedad son tan tolerantes como él o como lo somos nosotros por lo que te recomiendo que tengas mucho cuidado y no asumas que todos querrán compartir con personas como tú.

"Perdón, señorita Bingley, pero me podría explicar a qué se refiere cuando le dijo a mi prometida personas como tú," preguntó William enfurecido.

Caroline no esperaba una pregunta tan directa porque ella no estaba acostumbrada a que nadie la enfrentara, pero no tuvo problemas en responder de manera desafiante y altanera. "Me refiero al simple hecho de que Eliza será la esposa de un comerciante."

"Usted es la hija de un comerciante y desde que la conozco no ha hecho más que decir que pertenece a los primeros círculos y que se codea con lo más selecto de la sociedad londinense," replicó William con firmeza.

En aquel momento nadie se atrevía a decir nada porque todos estaban casi paralizados escuchando la discusión. Violet estaba orgullosa de su hijo por defender a su prometida de los ataques injustos de esa horrible mujer. Elizabeth sentía que no podía amar más a su querido William porque ella nunca había tenido a nadie que la defendiera de esa forma, por el contrario, era ella la que debía siempre defender a su madre y hermanas. Wickham estaba feliz de ver un pleito entre esas dos personas que le desagradaban tanto, mientras Richard y Georgiana pensaban que Caroline se había buscado que la pusieran en su lugar por venenosa. Mientras Louisa, Charles y el señor Hurst no se atrevían a decir nada por miedo a que Caroline se descontrolara aún más.

"Mi familia ya no se dedica al comercio, señor Dalton, por lo tanto, no puede compararnos con usted y su familia que siguen activamente en el mundo de los negocios. A eso me refería cuando aconsejé a Eliza. En todo caso, lo hice con la mejor de las intenciones," explicó Caroline con desprecio. Ella estaba furiosa y sentía ganas de tirarle el plato por la cabeza a William. Ella sentía que lo odiaba de una forma casi irracional porque tenía miedo de reconocer que en el fondo lo admiraba porque no sólo era el hombre más irresistiblemente guapo que conocía sino además inteligente y honorable que era capaz de enfrentarse a ella por la mujer que amaba.

"Le agradezco sus buenas intenciones, señorita Bingley. Pero sí para darle un consejo a mi esposa necesita hacerle creer que de alguna forma es inferior a otros, creo que es mejor que desista de hacerlo en el futuro. Mi futura esposa y yo no estamos interesados en compartir ni un segundo de nuestro tiempo con personas arrogantes y vacías," concluyó William y siguió comiendo.

"¿Vieron lo hermoso que está quedando el salón de recepciones? Estoy seguro de que el desayuno de boda será inolvidable, ¿cierto mi querida Jane?" dijo el señor Bingley para quebrar el tenso momento.

"Claro que sí, querido Charles," replicó Jane aún un poco nerviosa. Jane estaba perturbada y herida. Desde que ella y Charles se comprometieron, Caroline había hecho todo tipo de comentarios desagradables y ofensivos y su prometido jamás la había defendido con la fuerza y vehemencia que el señor Dalton lo había hecho con Elizabeth. Por eso, ella sintió rabia hacia su hermana y futuro cuñado porque tal como le había dicho Caroline sufrían de un malicioso complejo de superioridad y querían hacérselo sentir a todos y a cada momento.

Después de eso, la mayoría de los asistentes se concentró en comer y en hacer uno que otro comentario de nada que pudiera generar polémica. Charles estaba extremadamente molesto con Caroline porque una vez más había generado discordia innecesaria. Cada día más, su hermana colmaba su paciencia y el señor Bingley no sabía por cuánto tiempo más estaba dispuesto a tolerarla. Al parecer, tía Henrietta tenía razón en todo lo que siempre le había dicho.

P&P

Después del almuerzo, Elizabeth invitó a William a caminar porque se dio cuenta que necesitaba salir de la casa porque algo le sucedía. Por su parte, el Coronel y Georgiana se quedaron haciéndole compañía a Violet para evitar que las víboras la atacaran. Además, Richard quería coordinar una futura visita de Georgiana a casa de los Dalton porque su prima necesitaba amigos cercanos en los que él pudiera confiar. A él no le había pasado por alto como Wickham la rondaba como un halcón en busca de su presa y sabía que las largas temporadas que él y sus padres pasaban fuera de Londres, la dejaban expuesta a ese canalla.

Elizabeth le dijo a William que deseaba caminar por el sendero que llevaba la parte norte de Netherfield donde colindaba con Longbourn. Después de caminar por casi una milla sin decir nada, Elizabeth finalmente decidió cuestionar a su prometido.

"William, ¿qué te pasa? No me digas que estás así por la señorita Bingley porque mucho antes de que ella comenzara con sus comentarios ridículos, tú ya estabas extraño. ¿Pasa algo con tus negocios?"

William se sintió un poco avergonzado con su actitud y decidió ser honesto y disculparse. "Lo siento por mi actitud y por la forma en que reaccioné a los insultos de esa harpía. Sé que ella lo hizo para provocarte y que debería haberla ignorado, pero no puede evitarlo porque…"

"¿Qué pasa, William?" preguntó Elizabeth preocupada.

"No sé, supongo que me sentí inseguro al verte hablar de forma tan amigable con Fitzwilliam… él es el hijo de un Conde, y yo no soy más que un huérfano… Elizabeth, yo…"

"William, ¿estás celoso del coronel Fitzwilliam?"

"No… bueno, tal vez… No lo sé. Elizabeth yo te amo tanto que a veces siento que no te merezco y me da miedo perderte…"

"Mi amor, no digas eso. Yo te amo y siempre te voy a amar…" Elizabeth no pudo terminar de hablar porque William la tomó en sus brazos y la besó. Ellos estuvieron abrazados y besándose por varios minutos. Ellos nunca se habían besado de aquella forma tan apasionada y William supo que no debía continuar porque no podía exponer a Elizabeth de esa forma.

"Lo siento, Elizabeth, pero no podemos seguir besándonos así. Pero por favor, mi amor. Prométeme que nos casaremos pronto para que podamos estar siempre juntos."

"Sí, yo tampoco quiero separarme de ti. ¿Qué te parece que nos casemos a finales de este mes? Ya tenemos la autorización de mi padre," dijo Elizabeth con una bella sonrisa llena de felicidad.

"Y yo puedo comprar una licencia mañana mismo," agregó William igual de contento.

Él le ofreció su brazo a Elizabeth y comenzaron a caminar de vuelta a Netherfield. Pero Elizabeth le pidió que se desviaran un poco del camino central porque quería mostrarle un lugar que había sido muy especial durante su infancia.

"Ahora hace frío y se ve todo muy sombrío, pero te prometo que en los meses de verano este río es muy hermoso y en este lugar es donde John Lucas nos enseñó a pescar a mi y a su hermana mayor," dijo Elizabeth.

William se puso muy nervioso, pero no quería que Elizabeth lo notara por lo que fingió lo mejor que pudo que estaba prestando atención a sus palabras. La verdad era que no comprendía nada de lo que ella decía porque sólo escuchaba el sonido del río.

"En esta piedra nos sentábamos a esperar…"

Mientras Elizabeth explicaba trepó a la piedra grande que estaba al lado del río y perdió un poco el equilibrio, pero no alcanzó a recuperarse porque William la tomó en sus brazos y repetía un montón de palabras que no hacían mucho sentido mientras la abrazaba y le besaba la frente y las mejillas con desesperación.

"Nunca más te acerques a ese río, es peligroso… No, no puedo hacer nada, está oscuro, tengo frío… señora Wic… el río tiene mucha agua… Elizabeth, mi Elizabeth por favor no te acerques a este ni a ningún otro río, nunca… ¿me entendiste? NUNCA."

"William, ¿qué te pasa?" preguntó Elizabeth afligida por ver a su prometido fuera de control.

Ella lo tomó por el brazo y lo llevó hasta el camino mientras le decía palabras afectuosas. William finalmente logró calmarse y le explicó a Elizabeth que cuando era niño una vez casi se había ahogado en un río y por eso le tenía miedo al agua en general.

Pero Elizabeth sospechó que la historia era más compleja de lo que él quería decirle en ese momento. Ella notó que él estaba un poco avergonzado y no quiso cuestionarlo más para que se tranquilizara.

Finalmente, cuando llegaron a Netherfield, ella y Violet regresaron a Longbourn y Jane se quedó con el señor Bingley arreglando los últimos detalles de la boda. William estaba exhausto por lo que se fue a su habitación y durmió por casi dos horas. Sus sueños estuvieron plagados de pesadillas sobre aquella noche que pasó en un río aferrado a la rama de un árbol. Pero cuando despertó, quedó absolutamente confundido… "¿Señora Wickham? ¿Por qué estoy soñando con el apellido de ese desvergonzado?"

P&P

Al día siguiente era la boda y William podría anunciar la fecha de su matrimonio y comenzar los preparativos. Afortunadamente Violet era una mujer práctica y organizada y le había asegurado a su hijo que en cuatro semanas más podría casarse sin problemas. William se había dado cuenta que su madre se había ganado por completo a la señora Bennet y que era su mejor aliada para que la boda se produjera lo antes posible. Cuando el señor Bennet intentó sugerir que él no deseaba que su hija se apresurara tanto, Violet hizo algunos comentarios que dejaron muy nerviosa a la señora Bennet. Ella le contó a su nueva amiga que su hijo estaría muy ocupado en los próximos meses y que, si no se casaban ahora, tal vez tendrían que esperar varios meses más. La señora Bennet siempre pensó que, debido a su personalidad e inteligencia, sería muy difícil que un hombre quisiera casarse con ella, y que, si pasaban muchos meses, el señor Dalton podría arrepentirse. De esta forma, ella no le dejó un segundo de paz a su marido y él tuvo que ceder.

Pero, además, su madre había logrado de alguna forma controlar el comportamiento irreflexivo y vulgar de las dos hermanas menores de Elizabeth. Pero ella sabía que en el momento que ella se fuera de Longbourn, probablemente todo volvería a ser como antes por eso tenía planes para el futuro también.

William había notado la forma en como su padre sacaba provecho de Elizabeth y le delegaba el trabajo que le correspondía a él, pero también como su madre la opacaba insinuando que su hermana Jane era superior a ella en todo. Él no deseaba que siguiera viviendo allí porque deseaba protegerla de todos, incluyendo de su familia si era necesario.

Además, él había logrado tranquilizar a Elizabeth después del episodio en el río. Por nada del mundo, él quería que ella se enterara de sus pesadillas o del miedo profundo que le causaba estar cerca de un río. Ella ya lo había aceptado pese a saber que era un huérfano adoptado, lo que menos quería él, es que ella sintiera pena o lástima de él o que pensara que tenía algún problema o enfermedad mental. Él se había prometido no volver a perder el control de esa manera y estaba seguro de que Elizabeth le creyó que ese día habían pasado muchas cosas tensionantes y por eso estaba muy nervioso.

Aquella velada antes de la boda, el señor Bingley, William, el señor Hurst y el coronel Fitzwilliam después de cenar se fueron a jugar billar para acompañar a Bingley en sus últimos momentos de soltero. El señor Wickham se excusó insinuando que deseaba descansar, aunque Richard asumió que era para evitarlo. En todo caso, nadie lo extrañó porque de todo el grupo, solo el señor Bingley le tenía aprecio.

Pero la verdadera razón por la que Wickham no fue a jugar billar fue porque en la cena escuchó que Louisa y Caroline estarían ocupadas y que Georgiana iría a practicar el piano antes de ir a dormir. Él sabía que los hombres estarían felices jugando y bebiendo brandy por lo que nadie notaría que él iba a estar cortejando a Georgiana.

"Dalton, ¿qué te pasa? De todas las veces que hemos jugado antes, esta es la primera vez que te voy ganando. No es que me esté quejando, por mi parte puedes seguir perdiendo todo lo que desees," dijo Richard riendo.

"La otra noche que jugamos nos ganó a mí y a Hurst en menos de media hora pero nosotros pensamos que fue sólo una buena racha," agregó el señor Bingley.

"El problema es esta chaqueta, para jugar billar necesito llevar una más cómoda. Si me dan cinco minutos iré a cambiarme y verán como me recupero," explicó William. Pese a las protestas de sus contrincantes, William fue a su cuarto a cambiarse de chaqueta.

Georgiana estaba muy concentrada en la difícil pieza musical que estaba tocando. La señora Annesley le había regalado nuevas partituras, pero le había dicho que ella ya no podía enseñarle más y que le pediría al señor Darcy que contratara a un maestro.

"Mi querida Georgiana, qué bella melodía estás tocando. Sin duda alguna cada día mejoras más tus habilidades. Déjame ayudarte con la partitura y de paso tengo el placer no sólo de escucharte sino también de estar cercas de ti."

"Señor Wickham, no es necesario… estoy sólo practicando y luego me retiraré a mi cuarto," replicó Georgiana muy nerviosa.

George Wickham se sentó al lado de ella y le dijo con fingido pesar. "Querida, ¿por qué me dices señor Wickham? Para ti yo sólo quiero ser George. Sabes, hace mucho tiempo que no puedo parar de pensar en ti, y por las noches sueño contigo y…"

"Señor Wickham, por favor no me hable así…"

"¿Por qué no? ¿Acaso quieres que te mienta o que oculte mis verdaderos sentimientos hacia ti?"

"Usted es como un familiar para mí, por favor no me hables de esa forma porque me haces sentir muy incómoda…"

"Pero no somos familia, yo soy un hombre y tu una mujer…" decía Wickham mientras le besaba la mano a Georgiana.

Cuando William iba de regreso a la sala de billar, escuchó una hermosa melodía al piano. Fitzwilliam le había contado de lo bien que su prima tocaba el piano y William quiso ir a felicitarla. Pero en cuanto entró al cuarto vio como Wickham la estaba importunando e inmediatamente lo interrumpió.

"Señorita Darcy, permítame felicitarla por lo bien que toca usted el piano. Tu primo no exageró para nada tus talentos."

"Gracias, señor Dalton," replicó Georgiana un poco más aliviada. Aunque aún estaba muy nerviosa porque George Wickham le tenía tomada su mano.

Wickham estaba furioso porque pensaba que todo iba de maravillas con Georgiana hasta que ese imbécil entró a interrumpir. Él pensaba que la hija de su padrino estaba profundamente enamorada de él y que sólo por modestia lo rechazaba.

"Así es, Dalton. Mi querida Georgiana es toda una virtuosa, pero sabe muy bien que la única manera de ser mejor es practicando mucho. Y por supuesto, para mí es un placer acompañarla." Wickham quería que Dalton se fuera y dejara de meterse donde no lo llamaban.

Pero William vio el rostro afligido de Georgiana y supo que debía hacer algo inmediatamente. Pero, además, más tarde hablaría con el coronel sobre lo que había visto. "Señorita Darcy, mañana tendremos un día muy intenso y debemos levantarnos temprano. Le sugiero que deje la práctica de piano para otra ocasión y que se vaya a descansar."

"Tiene razón, señor Dalton," dijo Georgiana y se puso de pie. "Buenas noches, señor Wickham." Ella sintió un gran alivio de poder zafarse de la indeseada compañía de aquel hombre que cada día le parecía más desagradable. Pero antes de salir de la sala de música, le sonrió a William y le susurró, "buenas noches, señor Dalton, y gracias por todo."

Ellos se miraron por unos pocos segundos y William le sonrió cálidamente a la señorita Darcy. Había algo en esa niña que le provocaba una ternura muy profunda. "Qué tenga dulces sueños, señorita Darcy."

En cuanto William estuvo seguro de que Georgiana estaba lejos y no podía escuchar dijo sin titubear. "Eres un cerdo, Wickham. ¿Cómo puedes aprovecharte de la confianza de la señorita Darcy para acosarla de esa manera? ¿Qué no te das cuenta de que es casi una niña?"

"Si la encantadora Elizabeth Bennet hubiese tenido una dote de treinta mil libras como lo tiene Georgiana, que no te quepa ninguna duda que en estos momentos sería mi esposa y podría gozar de todos sus encantos cada vez que se me diera la gana y no tendría que casarse con un imbécil como tú que jamás podrá hacerla feliz."

"No vuelvas a hablar de mi prometida o te voy a romper la cara, Wickham," dijo William amenazante.

George Wickham sabía que era mejor dejar todo allí, pero ese hombre lo sacaba de quicio. Había algo en él que le parecía insufrible y deseaba hacerle sentir que no le tenía ni respeto ni miedo. "Estoy seguro de que cuando le hagas el amor va a pensar en mí, pero como yo soy generoso cuando tú te vayas de viajes de negocios nos acostaremos en tu cama y haremos todo lo que…"

Wickham no pudo terminar de hablar porque William lo tomó por el cuello y le golpeó la cara con tanta fuerza que Wickham cayó al suelo. Afortunadamente, los otros hombres llegaron y lograron impedir que volviera a golpearlo.

Richard se llevó a William a la biblioteca, y el señor Hurst le dijo a Wickham que se encerrara en su cuarto y no se atreviera a volver a salir mientras el señor Bingley fue a pedirle a uno de los sirvientes que llevaran agua fría y una toalla limpia a la habitación de Wickham.

"¿Por qué tengo que encerrarme en mi cuarto si fue ese salvaje el que me golpeó?" preguntó Wickham indignado.

"No te hagas el inocente conmigo, Wickham, porque te conozco perfectamente. No te atrevas a salir porque no voy a permitir que le arruines la boda a Bingley," dijo el señor Hurst y se aseguró que Wickham se fuera a su habitación por el resto de la velada.

Mientras tanto en la biblioteca Richard le servía un brandy a William para calmarlo. Él no le contó todo lo que ese canalla le había dicho, sólo le dijo que había ofendido a su prometida.

"William, ese desgraciado lo hizo para provocarte y no te culpo por golpearlo porque yo he sentido ganas de hacerlo en más de una ocasión. Cuando éramos niños, en más de una ocasión me peleé con él porque siempre ha sido un abusador y un envidioso. Aún recuerdo cómo le gustaba hacerle bromas de mal gusto a mi primo Fitzwilliam porque él era más pequeño y tímido que él y sabía que mi primo no le diría nada a tío George."

"No sabía que la señorita Darcy tenía un hermano," dijo William un poco más tranquilo.

"Mi primo… él falleció cuando tenía cinco años," explicó Richard apenado.

"Lo siento, no sabía," replicó William.

"No te preocupes, eso fue hace mucho tiempo."

Una vez que William se bebió todo el brandy le contó a Richard lo que había presenciado entre Wickham y Georgiana. "Tengo el presentimiento que ese hombre no tiene buenas intenciones con la señorita Darcy."

"Lo voy a descuartizar," dijo Richard casi fuera de control.

"Si necesitas ayuda, avísame. Pero creo que antes de encargarte de ese desgraciado debes hablar con tu prima primero, y después con tu tío. Por el momento debes mantenerlo lo más lejos posible de Georgiana."

"Creo que tienes razón. Además, no quiero arruinarle la boda a Bingley. Lo bueno es que mañana regresamos a Londres y no tendré que verla más la cara a ese maldito."

Una vez que William y Richard se calmaron, se retiraron a descansar. Richard fue a conversar con Georgiana y ella le confirmó todo lo que él ya sospechaba. El coronel quedó tan preocupado que decidió dormir en el sillón de la sala de estar de su prima porque pensaba que Wickham era capaz de cualquier cosa con tal de conseguir lo que tanto deseaba, por ahora, la dote de Georgiana y más tarde, Pemberley.

P&P

Caroline se levantó temprano para asegurarse de que todo estuviera como ella lo había dispuesto. William también se había levantado temprano y estaba esperando al coronel y a Georgiana porque viajaría con ellos hasta la iglesia. Él se había puesto un traje muy elegante que había usado una sola vez el año pasado cuando asistió a la boda del hijo de un socio de su padre.

Cuando Caroline entró al salón pensaba que su hermano estaba allí y quedó muy impresionada cuando vio a William Dalton muy concentrado mirando por la ventana. El se veía más apuesto que nunca y parecía muy concentrado en sus pensamientos. Como él no se dio cuenta que ella estaba allí, Caroline aprovechó de mirarlo sin que él lo notara. Ella notó cada uno de los detalles de su rostro y los atributos de su porte. Ella se preguntaba qué hubiera pasado si él en vez de ser un comerciante fuera un rico terrateniente. Probablemente ella se hubiera enamorado perdidamente de él y jamás hubiera permitido que Eliza Bennet se interpusiera entre ellos.

William estaba pensando en todo lo que debía hacer en los próximos días para poder casarse a fin de mes cuando sintió que alguien lo miraba. Al voltearse, se encontró con los ojos de la señorita Bingley fijo en él y quedó bastante sorprendido, pero quedó aún más sorprendido con su pregunta.

"Señor Dalton, ¿Cree este usted que este vestido es muy audaz para una boda en un lugar como este?" preguntó Caroline mientras se daba una vuelta para que William pudiera observarla mejor.

"Lo siento señorita Bingley, pero no sé nada de moda. Creo que debería preguntarle a su hermana. Ahora si me disculpa, creo que me olvidé de algo." William hizo una reverencia y se retiró de allí. Si no estuviera seguro de que esa mujer lo detestaba, él hubiera estado seguro de que ella estaba coqueteando con él.

"Por supuesto, señor," dijo Caroline furiosa con ella misma por intentar llamar la atención de ese hombre tan insignificante.

"No pierdas tu tiempo con él, querida Caro. Es el tipo de hombres que sólo ama a una mujer," dijo Wickham en tono burlón.

"Cómo te atreves a llamarme por mi nombre, insolente…" dijo Caroline furiosa.

"Está bien, señorita Bingley. Sólo quiero decirte que ese hombre y Eliza Bennet se van a meter en la vida de tu hermano y no podrás nunca más tener acceso libre a su billetera," dijo Wickham.

"¿Fue el señor Dalton quien te dejó ese ojo así, Wickie?" preguntó Caroline burlonamente.

"Hoy no tengo ganas de discutir con nadie, sólo quiero decirte que si algún día necesitas ayuda para poner al infeliz de Dalton en su lugar no dudes en pedírmela."

Wickham miró a Caroline con una sonrisa y ella prefirió no seguir perdiendo su tiempo con él y fue a ver si Louisa y el señor Hurst estaban listos.

Una hora más tarde estaban todos en la iglesia esperando la llegada de Jane. Cuando finalmente ella llegó, todos quedaron muy impresionados con lo bonita que lucía pese a que su vestido no era consistente con el estilo que Jane siempre había tenido. Finalmente, el párroco declaró marido y mujer al señor Bingley y Jane y ambos estaban dichosos y emocionados.

A Elizabeth no le gustaba estar distanciada de su querida hermana y por eso, después de comer y antes de que Jane y el señor Bingley comenzaran su viaje de luna de miel a Ramsgate, ella se acercó a su hermana y le dijo con una voz llena de emoción.

"Mi querida Jane, no sabes lo dichosa que me hace verte casada con el hombre que amas. Estoy segura de que van a ser muy felices juntos," Elizabeth abrazó a su hermana y le acarició la mejilla tiernamente.

"Gracias, Lizzy. Espero que cuando tú te cases puedas ser igual de feliz que yo," dijo Jane con una sonrisa que no reflejaba verdadera alegría. "Si me disculpas, quiero despedirme de Caroline y Louisa. Adiós y gracias por todo." Jane se fue a donde estaban sus cuñadas y las abrazó a ambas con mucha emoción. Lo hizo especialmente porque sabía que Elizabeth la estaba mirando.

William observó toda la escena y comprendió perfectamente lo que la nueva señora Bingley estaba haciendo. Él nunca había confiado en la gente que sonreía más de la cuenta y desde que conoció a la hermana de Elizabeth le pareció que no era tan leal ni bienintencionada como todos creían. Obviamente, él jamás le hablaría mal a Elizabeth de su hermana, pero estaría alerta porque él no iba a permitir que ella jugara con los sentimientos de la mujer que amaba.

"¿Estás bien, querida?" le preguntó William a Elizabeth.

"Sí, es sólo que siento que con la boda de Jane se ha puesto fin a una etapa de mi vida. No sé si me entiendes," trató de explicar Elizabeth.

"Claro que te entiendo, pero tengo fe en que esta nueva etapa de tu vida, que me va a incluir a mí, va a ser tan feliz y plena como la que queda atrás," dijo William y le besó la mano a Elizabeth. Luego con su pañuelo le secó las lágrimas a la que muy pronto sería su esposa.

Antes de que el desayuno de boda concluyera, y antes de que los amigos más cercanos se fueran, el señor Bennet pidió la atención de todos los invitados y con voz solemne dijo. "Queridos amigos y familia, a fines de este mes tendremos otra boda en Longbourn. Mi querida Lizzy se casará con su prometido el señor William Dalton."

William sacó una pequeña caja del bolsillo de su chaquete y le puso un hermoso anillo de oro y brillante a Elizabeth. Todos los asistentes los saludaron con mucho afecto a la pareja mientras ellos no podían parar de sonreír de tanta felicidad.

P&P

Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo. Les pido disculpas por lo largo del capítulo, pero es que tenían que pasar muchas cosas para establecer los acontecimientos y alianzas que se van a producir en la segunda etapa de la historia. Prometo que los siguientes capítulos serán mucho más breves.

En el siguiente capítulo, tendremos una segunda boda y la acción se trasladará a Londres.

¡Nos vemos pronto!

Saludos,

Yo