El brillo de las pequeñas gotas de rocío sobre la maleza de las áridas tierras que rodeaban mi hogar lentamente comenzaba a emerger conforme la fría mañana del último día de otoño se presentaba.

Mientras que las frías brisas circundaban alrededor, estas no penetraban la pequeña casa de la cual el humo de la chimenea empezaba a emerger. Dentro de esta, conforme echaba unos cuantos leños al fuego, el pequeño Riolu únicamente me miraba, estando este sentado y con sus manos por debajo de sus piernas a un lado de la mesa.

Mi rostro seguía serio; el dormir no me había ayudado en lo absoluto en olvidar el pasado y mucho menos la incertidumbre del futuro, al mismo tiempo que comenzaba a dirigirme a los estantes, arriba de la pequeña cocina, sacando de los mismos un par de tazones, avena y dos platos.

Leche y un pan blanco junto con la avena fue el desayuno, el Riolu me observaba extrañado y con duda, nunca habiendo visto tales cosas tras tantos años de recibir comida molida de extraña procedencia y oscuros colores.

—No te demores tanto en comer, tenemos que empezar temprano hoy —Dije con seriedad y calma, no existiendo mayor respuesta por parte del Riolu más allá de una extrañada e inocente mirada, un poco dudoso ante la actitud que había adoptado desde hacía ayer, más sus ojos no tardaron en posarse nuevamente en su comida. Tras un leve olfateo, ni siquiera sabía bien como empezar, metiendo su pequeña boca dentro del tazón y mordiendo de mala manera la avena seca, no tardando en aparecer en él leves muescas de incomodidad ante la resequedad del propio alimento, haciendo que yo únicamente lanzara un suspiro con una muy tenue sonrisa.

—No… tienes que echarle la leche primero —Dije a la par que el Riolu volvía a mirarme, solo para notarme verter un poco de leche a su tazón, al mismo tiempo que tomaba su cuchara y le revolvía para que se mezclara.

—Ahora sí —Volví a sentarme, mientras cortaba una rebanada de pan de igual manera, no pasando mucho antes de que el Riolu volviera a robarse mi atención, viendo como el mismo olfateaba la comida, intentando comerla directamente.

Hice caso omiso a ello, su comer era lento y precavido, no pasando mucho antes de que frunciera el ceño levemente, notándose la reacción por el propio sabor de la comida.

—"Sabe raro" —Dijo el pokémon, mientras que yo solo podía lanzar un tenue bufido un poco indignado.

—Es lo que hay, lo necesitarás si quieres entrenar conmigo —Dije, al mismo tiempo que empezaba a tomar mi cuchara y comenzar a comer de mi tazón con ella de igual manera.

El Riolu vio aquello último, estaba claro que tampoco es que hubiera tenido mejores comidas en su vida, más el mismo, al verme tomar la cuchara y usarla, únicamente prestó su atención a la suya, intentando tomarla torpemente, más tan pronto empezaba a percatarse de lo que su calma y tenue confianza comenzaban a provocar en sus próximas intenciones, este únicamente se fastidio de manera leve para luego soltar la cuchara y volver a comer ahora con más desinterés. Me percaté de aquello, más no le di mayor importancia.

—"¿Qué vamos a hacer?" —Tras pocos minutos de silencio, la voz del Riolu no tardó en volver a emerger, no pasando mucho antes de que yo empezara a hablar de igual manera.

—Necesito que me acompañes a la casa de un familiar—Dije con tono neutro, llamando la atención y extrañando al propio Riolu— Ella… es importante para mí, y eso que sentiste ayer aquí es muy probable que también esté allá, luego de eso empezaremos con tu entrenamiento —Dije ahora con seriedad, alterando levemente al Riolu en consecuencia.

—"¿Al pueblo humano?" —Preguntó con preocupación, haciendo que yo frunciera el ceño tenuemente ante memorias del pasado.

—No te pasará nada… aquí no es como en la capital, mientras estés conmigo no habrá de que preocuparse—Comenté.

—"Capital…" — El Riolu volvía a adoptar facciones más fastidiadas, a la par que decía aquella palabra con disgusto, más yo lo entendí como duda.

—La ciudad donde te encontré —Dije con tono normal, no tardando en hacer que el Riolu volviese a hablar.

—"Ya lo sé… lo escuchaba varias veces en la cabeza de los tuyos" —Dijo el pokémon, ahora con cierto desagrado a la par que me miraba. Únicamente acerté con quedarme estático por unos segundos, antes de empezar a limpiarme la boca con una servilleta, manteniendo una mejor compostura que la que parecía tener el pokémon.

—Ellos no son nada mío, Riolu — La cara del pokémon se congeló por unos segundos tan pronto lo mencioné a él, antes de que el mismo bajara su mirada aún con tenue molestia, a lo que yo simplemente me levanto—Mejor ir ahora, ella trabaja y no quiero quitarle tanto tiempo —Reconocí, antes de extrañar al pokémon luego de que alzara una servilleta limpia hacia este —Ten —Le dije conforme me fijaba en su boca sucia por la leche y la avena, más este simplemente volvió a levantarse y apartarse, causando mi respectiva y leve molestia —Bueno, como quieras —Reconocí un poco más malhumorado, antes de tomar mi chaqueta y mi vara, para luego comenzar a caminar hacia la salida, no pasando mucho antes de que el Riolu me siguiera a pesar de todo.

Tan pronto salíamos de la casa, el frío de la mañana no tardó en impactarnos a ambos, mientras que yo, cubierto con mi chaqueta y sin mayor problema, no dudé en mirar de reojo al Riolu tras escuchar el pertinente y pésimamente ocultado quejido, tanto cuando el viento sopló hacia este, como cuando sus patas se posaron en la fría tierra. El pequeño pokémon ni siquiera se dignó a mirarme, este solo volvía a erguirse.

—No está tan lejos, prometo que no nos demoraremos, cuando terminemos con ella volveremos aquí a comenzar con tu entrenamiento, solo recuerda quedarte a mi lado, ¿Sí? —Dije con tono neutral, antes de que el Riolu solo asintiera de manera leve, aún sufriendo los tenues temblores a causa del frío.

Tan pronto comencé a caminar, las pisadas del Riolu no se dieron a esperar de igual manera; conforme la primera calle emergía y con ello el pokémon también caminaba por primera vez en un pueblo humano sin estar sujeto a ninguna restricción o atadura, el Riolu únicamente se mantenía con mirada perpleja a su alrededor.

La vista era diferente, el terreno no despertaba en él inseguridad o peligro a como en la zona donde se encontraba en la capital, más aquello no tardaría en ser opacado luego de que finalmente las primeras personas comenzaran a aparecer.

Los ojos del pokémon finalmente se abrían con mayor intensidad, conforme este sentía la atención que generaba, las personas se mantenían al margen por mi propia presencia y la sorpresa en sí, más para el Riolu todo era diferente. Estaba consternado, aún tras tantos años este nunca había tenido la oportunidad de una enseñanza con tal de entenderlo; en antaño su meta por proteger lo había confinado a una realidad hacia los humanos los cuales relacionaba junto con las emociones que su joven cerebro debía afrontar a tal corta edad.

Mientras más caminábamos, incluso yo era capaz de percibir las miradas chismosas, no todas eran mal intencionadas, claro, conocía a varias personas cuya opinión sobre los pokémon era completamente amable o neutral hacia estos, más en el pueblo estaba claro que no todas las personas tenían el mismo pensamiento.

El pokémon ni siquiera sabía qué le ocurría, acostumbrado al "caos negativo" de la capital, convencido de la respuesta que debía tener ante determinadas emociones que su cuerpo recibía, en aquel lugar la situación era diferente; si ya de por sí debía afrontar las emociones nacidas de sí mismo, la gran cantidad de diferentes reacciones hacia este, tanto las positivas como las negativas, incluso las emociones que sentía de mí, lo abrumaban completamente, sin poder encontrar una respuesta lógica a las mismas. El acelerado respirar fue la primera respuesta, no tardé en percatarme de esto último, al mismo tiempo que incluso el pokémon comenzaba a sujetar mi pantalón con una de sus manos, no nos deteníamos en nuestro caminar, más la propia perturbación que sentía en el Riolu era suficiente como para alarmarme a mí de igual manera.

—¿Estás bie-? —La última emoción que terminó por impactar en el Riolu proveniente de mí fue la gota que derramó el vaso tan pronto comencé a decir aquella pregunta, a lo que el propio pokémon terminó por apartarse abruptamente, para luego correr hacia la entrada de un callejón que se encontraba poco más delante de donde estábamos, alejándose de las personas a su alrededor.

No le quité mi vista de encima, incluso las mismas personas a mi alrededor parecieron congelarse por un momento, pensando situaciones peligrosas que pudieran nacer del pokémon, algo completamente injustificado y prejuicioso, más solo faltó que me girara hacia ellos y los viera con seriedad, para hacer que los mismos continuaran con su camino; mi carga mental junto con la propia impotencia que había tenido que afrontar los últimos días dejaban ver un rostro suficientemente cargado de rechazo que no tardarían en impactar a los demás de todas maneras.

Tan pronto comencé a caminar hacia el callejón por el cual el Riolu se había escondido, entre unos contenedores de basura y unas cuantas bolsas a su alrededor, la tenue calma del pueblo junto con el sonido de las personas que comenzaban su día no tardaría en hacerse presente ante el pertinente silencio en aquel angosto lugar.

Esto era algo nuevo para él, las emociones propias no son fáciles de controlar en sí, y ser capaz de percibir las de otros de tal personal manera no quedaría impune, mucho menos ante las condiciones por las que tuvo que crecer y a las propias cargas personales que debía afrontar de igual manera.

Y así, no tardé en caminar unos cuantos metros hasta encontrarlo; no fue tan difícil verlo sentado a un costado de uno de los contenedores, abrazado a sus piernas; el pequeño pokémon permanecía con su mirada oculta entre sus rodillas.

Me mantuve en silencio por unos momentos, solo darme cuenta de que veía a cada persona de manera desesperada me había dado indicios de una vaga razón que ya había estado pensado desde hacía un tiempo.

Mi cansancio mental se dejaba ver finalmente de igual manera, no podía sentir molestia por el Riolu, sea cual fuera la razón, más tampoco era fácil intentar empatizar con él sabiendo todo lo que había ocurrido con Taichi. Sentía como si simplemente quisiera rendirme de intentar estar conectado a todo e intentar asumir mi propia angustia.

No pasaron tantos segundos, apenas medio minuto en lo que mis pensamientos terminaban por ceder. Mi rostro desganado no tardaría en reemplazar al serio, hasta que finalmente terminara por caminar hacia el Riolu, dejar mi vara a un lado y me sentara a unos pocos centímetros de su lado.

Pasaron otros cuantos segundos de silencio, el pequeño pokémon no pareció reaccionar a mi llegada, este mantenía ocultándose tras sus piernas, sin alzar la mirada.

Mis ojos se mantenían divagando hacia los ladrillos de la pared que tenía por delante, no tardando en suspirar con cansancio.

—Se me olvida que los dos estamos pasando un mal rato —Dije con tono normal y un tanto desanimado, volviendo a pasar unos pocos segundos de silencio, antes de que el Riolu abriera su boca con titubeo y temblor, habiéndome percatado de aquello, intentando decir algo con toda una ira acumulada por los años de dolor… más no tardaría en cerrar sus labios aún con el tembloroso actuar, sin emitir sonido alguno.

—"Tú no sabes… lo que es "pasar un mal rato". No sabes nada de mí" —Dijo el Riolu por telepatía nuevamente, mientras que yo únicamente podía tener una breve imagen de mis pesadillas y recuerdos en mi cabeza, más finalmente no tardaría exhalar levemente aún con actitud de no recaer en la molestia, a la vez que concluía lo que en principio había ocurrido tras la primera vez que escuché la voz del pokémon en mi mente.

—Tú puedes sentirlas… ¿No? — Pregunté, haciendo que el Riolu lentamente empezara a alzar su vista con dirección en mí, ya suponiendo en el increíble hecho que no se esperaba en lo absoluto recibir aquel día, ni siquiera de su origen —Las emociones —Aclaré lo que el Riolu suponía que diría, haciendo que este me mirara atónito.

—"¿Cómo lo sabes? solo te he intercambiado palabras, los humanos no deberían ser capaces de la empatía" —Dijo con asombro e incluso una pizca de miedo ante lo inédito que ninguno de sus amigos "en su imposibilidad", podían preguntarle, y mucho menos lo esperaba recibir por primera vez de un humano, mientras que yo simplemente me llevaba ambas manos a la cabeza y me apoyaba con más relajo en la pared y bufaba con molestia ante la clara ironía de sus palabras hacia algunas personas que conocía, mas no podía culparlo.

—Algunos si podemos… pero supongo que no como ustedes —Empezaba a hablar, más el Riolu no lo entendía del todo —Y mucho menos hacia todos… a veces —Empezaba a desanimarme un poco —Solo lo tienes con los que crees que se lo merecen— Decía, al mismo tiempo que en mi mente tenía recuerdos vagos de mis padres, los de Hina, Yuta, Sora… hasta que finalmente una breve imagen de los pokémon que había intentado rescatar y el Riolu en el centro, mirándome en calma, se mostró por un breve momento, antes de que yo simplemente frunciera el ceño y cerrase mi mente para no luchar nuevamente con la impotencia, antes de que intentara cambiar la dirección de mis propios pensamientos.

El Riolu únicamente permanecía anonadado, una nueva emoción empezaba a brotar de él, carecía del conocimiento de su nombre o existencia, una tenue llama de esperanza emergía al pensar que yo era capaz de además controlar "aquello" que solo su habilidad permitía.

Otro aquel… que pudiera controlar el sentir todas las emociones de su alrededor como propias, y yo pudiera lograr quitarle la carga que desde el día de su nacimiento tuvo que afrontar.

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—Y desde que te vi hablando por telepatía como si nada… supuse que eras diferente —Mis palabras no tardaron en impactar finalmente de lleno en el rostro del Riolu, haciendo que lo que este creía que había sido la razón por la cual yo había concluido que el pokémon era capaz de sentir las emociones a su alrededor, se destruyese y desmoronase por completo.

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Memorias del pasado, recuerdos de las veces que este leía las mentes de otros, "Este es diferente", "Debemos conservarlo, vale mucho", "Necesitamos este pokémon", todas aquellas imbuidas en emociones que poco reflejaban un cariño real por el Riolu y su valor como ser, sino como una corrupta sombra negra que veía florecer en las auras de los que pronunciaban dichas palabras, la codicia las ensuciaba, y aunque el Riolu no supiera de ello, lo carcomía de la misma manera, suponiendo lo que finalmente terminaría apoderándose de mi aura; bajando su mirada hacia el suelo nuevamente.

—Solo los Lucario pueden hacer eso —Decía con un poco más de desánimo ante mis pensamientos, mientras que el Riolu, recordando también aquel nombre, solo podía suponer aún más el inevitable destino.

—Y ellos también pueden percibir las emociones —La última descripción que caracterizaba a la codicia de aquellos que lo deseaban había sido dicha, la soledad y desesperanza en el Riolu llegaban a su punto máximo.

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—Vaya infierno de infancia debes pasar, yo no podría cargar con eso y menos con la gente a la que debiste sentir antes —Mis palabras dichas con un tono tan serio y real, dejaban así finalmente en completa estupefacción al pequeño Riolu, mientras que ninguna "sombra" se veía florecer de mi aura; mezclado igual con la indignación de que lo tratara como "infante", junto además con la propia confusión de que no entendía al condenado humano en comparación a todos los demás que había conocido en su vida.

—Supuse que al sentir a todas las personas del pueblo tu cabeza se debió volver una locura —Dije con la misma actitud, haciendo que el Riolu intentara obviar alguna de las cosas que tenía en mente para luego mirar hacia otra dirección con un nuevo desánimo, más no igual que el anterior, este estaba mezclado con una muy tenue vergüenza…

—"No es eso" —El Riolu finalmente volvía a hablar, esta vez dispuesto con al menos dejar brotar de él aunque fuese una pequeña información personal, a final de cuentas yo había sido el primero en "algo" a pesar de todo, aunque no fuera en lo que él quisiera necesariamente, más no era algo menor —"Me acostumbre a soportar las emociones de las personas que estaban en los lugares a los que me llevaban" —Las palabras del Riolu me tomaban por sorpresa, era la primera vez que me hablaba de algo de su pasado, más el propio Riolu tampoco se dignaría a revelar mucho de este —"Pero aquí… hay muchas más que son diferentes y me cuesta mantenerme concentrado, es todo, solo dame un minuto" —Dijo finalmente el pokémon con tono malhumorado, mientras que yo solo podía fruncir el ceño con una tenue sonrisa.

A la mayoría de los pueblos alejados a la capital no les incumbía o interesaba el tráfico de pokémon, a excepción de algunos casos y ciudades costeras, nuestra región había sido una de las últimas en terminar con la esclavitud de los pokémon de manera más extendida, y aún entonces seguían habiendo sospechas de supuestas corporaciones privadas que funcionaban ocultas de la ley, que continuaban moviendo los hilos de los pequeños mercados negros que aún quedaban y se negaban a desaparecer para el consumo ilegal.

Más sabía que en Hotaru también había varias personas de buen corazón… y supuse que la relación entre estas y las de malas intenciones desconcertaba a todo lo que el Riolu creía conocer.

—"Nunca he podido dejar de sentirlas…" —El Riolu volvía a hablar, quitando la pequeña sonrisa de mi cara para luego adoptar una actitud más consternada, el Riolu estaba dispuesto a decir eso por lo menos, me quedé en silencio por unos momentos, antes de que simplemente lanzara un suspiro luego de entender un poco mejor el contexto.

—Debe de existir alguna manera para que puedas bloquearlas —Empezaba a intentar pensar en alguna manera para ello.

—"¿Crees que no lo he intentado?" —Preguntaba con tenue molestia el Riolu, frustrado por no poder hacerlo de por sí.

—Lo hiciste con mis pensamientos… ¿No es así?, dudo que haya sido el primero —Dije con una tenue carcajada, haciendo que esta se desvaneciera con los segundos que pasaban conforme notaba como el Riolu permanecía en silencio, mientras que una tenue vergüenza se reflejaba en su rostro —Espera… ¿Sí fui el primero? —Pregunté con tono inocente.

—"¡Ya quisieras! ¡No es eso!" —Exclamó encabronado el pequeño Riolu mediante telepatía; toda su vida no había tenido el capricho por leer las mentes humanas, más yo había sido el primero que generó en el un real sentimiento por hacer prevalecer su privacidad y, de igual manera, a su vergüenza se le agregaba el hecho de que yo hubiera afirmado el que él no seguía leyendo mis pensamientos sin ser capaz de "comprobarlo" al carecer de habilidades como las suyas, concluyendo (de una manera un tanto errónea) el que yo confiaba en su palabra.

—Bueno… sea lo que fuera que lo haya provocado, si lograste hacerlo, quizás exista alguna relación similar para que puedas dejar de sentir las emociones de todos —Le comenté, mientras que el Riolu volvía a mantenerse en silencio y ahora más pensativo.

El pokémon sabía que en aquel momento en el que yo le había advertido que no volviera a leer mi mente, las emociones de ira o de molestia que desprendía eran completamente diferentes a las que había experimentado en el pasado, no eran hacia este como un ser inferior o al que despreciar, a pesar de todo, el Riolu, incluso en aquella amenaza, desde que fue dicha, hasta que fue retirada tras las propias palabras del pokémon una vez que yo mismo le exigiera decir que lo prometiera, reflejaban una única emoción, algo que aquel pokémon solo había podido tener con sus amistades en sus años de esclavitud, más nunca con un humano.

Respeto.

Conforme el Riolu continuaba pensando, este solo podía empezar a cruzarse de piernas, a la par que, en son de decidirse a superarse y controlar sus habilidades, este únicamente cerraba sus ojos, al mismo tiempo que empezaba a concentrarse.

—"Y algo me dice que ya vas en buen camino para superarlo" —Pensaba satisfecho, dándome cuenta de la propia concentración del Riolu.

¿Debía respetar a los humanos que alguna vez despreció? ¿Incluso a los que cuyas emociones el más repudiaba?, era imposible, más el Riolu no dejaría de intentar comprender "qué" se encontraba atrás del respeto que había sentido por mí. Sin embargo, conforme los segundos pasaban, el pokémon cada vez sentía más las "llamas" de aura a su alrededor, todas ellas con colores como emociones diferentes; conforme el miedo lentamente empezaba a apoderarse de él, el pequeño temblor en su cuerpo emergía, mientras que yo lo comenzaba a percibir de igual manera.

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Antes de que mi mano en su cabeza lo congelara por completo.

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—Tú no mereces cargar con todo… ser egoísta o desinteresado y quererse a sí mismo son cosas diferentes, no eres egoísta por querer estar en paz, incluso si eso implica que dejes de percibir a los demás y conserves solo lo que realmente quieres sentir—Mis palabras llegaban al Riolu. Quizás yo no comprendía del todo las razones por las que el pokémon aún no era capaz de bloquear las emociones, sin embargo, intuía que la debilidad en su mente solo podía contrarrestarse partiendo con un real amor propio, tanto así que mi consejo si terminó por ayudarlo a comprender la situación de mejor manera.

No era el respeto mutuo lo que bloqueaba las emociones, lo que había ocurrido en el pasado conmigo no fue a causa del respeto, a pesar de que lo hubo.

Fue el respeto que tuve hacia este, lo que hizo sentir al Riolu como alguien de valor, alguien al que se le podía confiar; aquello le dio seguridad en sí mismo, tras una vida de esclavitud, sin madre o padre y con la presión de solo tener a sus compañeros en aquel infierno, le habían quitado una parte de él que, irónicamente, solo con aquella amenaza pudo despertar.

Un respeto hacia sí mismo, un querer propio, el darse cuenta de que él valía como tal.

En su pasado, solo podía preguntarse el por qué le sucedían tales desgracias, lamentándose de su cruel destino, más conforme aquella duda finalmente se convertía en decisión, el Riolu progresivamente iba sintiendo como las "llamas" de aura más lejanas comenzaban a desaparecer, asustándose abruptamente ante la primera vez que experimentaba algo como aquello, como si una de las tantas agujas que habían sido colocadas en su espalda se hubiera retirado y dejando la pequeña herida abierta.

Aquello era un dolor diferente, no sangraba con cada aura que desaparecía, más la sensación de una vida acostumbrado a aquel caos mental siendo reemplazado por el silencio lo abrumaba.

—"No merecen que los pueda sentir, yo valgo" —El Riolu pensaba en sus adentros, a la par que, conforme cada llama daba su último brillo, una pequeña lágrima comenzaba a emerger de sus ojos, despertando en él memorias de un pasado marcado por, lo que él creía, aquella maldición. La malicia de sus captores y posibles e interesados compradores fue su primer recuerdo —"No pienso seguir soportándolo todo solo…"— Otra lágrima cedía, conforme el recuerdo de una noche de insomnio rodeado por sus amigos todos dormidos excepto él, lo perturbaba, con una mirada que solo reflejaba cansancio y pena —"Pero…" —Las llamas empezaban a desacelerar su desaparición, tensando aún más sus facciones por el miedo —"No quiero dejar de sentirlos a ustedes" —Su pasado volvía a pesarle, la razón por la que en realidad su subconsciente se negaba a dejar de percibir.

Más su recuerdo de este arrodillándose en frente de mí, pidiéndome ayudarlo volvía a emerger, junto después con la conversación que acababan de tener.

—"Pero merezco superar esto también" —Fue la última determinación necesaria, para finalmente silenciar a todas las auras que se encontraban a su alrededor… por primera vez en su vida.

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Fue un vacío, como si el mismo estuviera frente a un abismo nunca presenciado, solo, con sus emociones, aquello que se había limitado a no experimentar, finalmente impactaba de lleno en su corazón.

Sus piernas temblaban, no tardarían en ceder y abrirse, empezaba a ponerse hiperactivo, intentando levantarse de fallida manera, antes de que su cuerpo, con boca abierta, ojos aún estupefactos e incrédulos y respiración levemente agitada, terminara por chocar con la pared nuevamente tras caer.

—Tomaré eso como un avance —Dije con calma, mientras que el pequeño pokémon únicamente podía volver a ver a su alrededor, experimentando lo que era, irónicamente, no experimentar nada; para aquel entonces yo aún no comprendía del todo lo que significaba aquello para el Riolu, más no implicaba que no me sintiera un poco más alegre de su progreso.

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—Muy bien, no podemos relajarnos por tanto tiempo, tenemos que seguir —Comencé a hablar, al mismo tiempo que me ponía de pie con un poco más de ánimo —Más te vale no caerle mal a Hi- —Mi voz se detuvo, luego de que algo que ni siquiera yo esperaba había ocurrido de un instante a otro.

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En el momento en el que el pequeño cuerpo del pokémon chocando y abrazando con una persistente fuerza mi pierna fuera lo siguiente en ocurrir.

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Mi mirada se mantuvo puesta en el vacío, mi mano no tardaría en caer, con leve duda, a un lado del hombro del pokémon, más nunca lo miré, solo podía escuchar sus tenues lloriqueos.

Pasaron varios segundos, no hubo palabras, más conforme fue el mismo Riolu el que empezaba a separarse de mí de manera brusca al no querer seguir mostrando "afecto", únicamente se limpió sus ojos, antes de darme la espalda y no querer mostrar su rostro por la propia vergüenza mezclada con su clásico orgullo.

—"Bueno… debemos irnos" —Dijo el Riolu, con intenciones de cambiar el tema de conversación.

Solo pude guardar silencio, el dolor en mi consciencia aumentaba conforme recordaba el trato con Taichi, las emociones que empezaban a brotar de igual manera en mí me consternaban y torturaban.

Mientras tanto, conforme el Riolu se alejaba lentamente de mí, antes de que igual comenzara a seguirle el paso, el pequeño pokémon únicamente disfrutaba de su nueva libertad, a la par que aquel silencio, a pesar de ser agradable, no tardaría en crear un leve fruncir en su ceño, mientras empezaba a extrañar cierto "ruido" a pesar de todo.

No pasando mucho antes de que, al mismo tiempo que se esbozaba una muy pequeña sonrisa en el rostro del Riolu, la llama proveniente del humano a sus espaldas volvía a ser percibida por permiso de este; más no pasando mucho… antes de que el mismo se exaltara tras sentir el silencioso malestar proveniente de mí, esta vez percatándose de mucho mejor manera que en antaño, donde todo lo que percibía era caos.

No preguntaría, no se atrevería a tanto, ni siquiera sabía si aquellas emociones se debían a él o no, para ello tendría que ver sus pensamientos, y aquello iría en contra de la ayuda que yo le había dado, a la par que apenas y sabía el nombre de las emociones que de por sí experimentaba, más sabía que era algo indeseable, como un desagrado hacia sí mismo, como reconocer que no puedes hacer nada.

Una emoción muy similar a la que este y sus amigos poseían entre otras tantas durante su esclavitud.

La Impotencia.

—Muy bien, y recuerda —Mi cuerpo se colocaba al lado del Riolu, a la par que mi serio y normal rostro volvía a formarse —Mantén la compostura si escuchas algo irritante en el lugar al que vamos, si rompes algo seré el primero al que patearán y luego seguirás tú —Reconocí con un poco de desanimo y fastidio al pensar qué pasaría si el Riolu armaba una escena como en mi casa, pero en la tienda de Hina.

El Riolu solo se mantenía consternado, si bien me escuchaba, no dejaba de percatarse en aquella emoción en mi aura, la cual se "desvanecía" y desaparecía de su percepción, algo que nunca había visto en otro humano, quizás era su inexperiencia en el control de sus habilidades, más no dejo pasar aquel suceso, obviándolo a pesar de todo, no teniendo la confianza como para preguntarlo de todas maneras.

Mientras retomábamos camino por pueblo, el Riolu finalmente podía apreciar con mucha más calma a su alrededor. Los edificios antiguos de unos tres pisos máximo, un poco más grandes de los que alguna vez había visto tan de cerca le llamaban la atención, las últimas hojas carmesí que aún permanecían en los árboles que emergían de vez en cuando plantados en las veredas y contrastaban con el azul intenso del cielo parcialmente nublado de aquel día; la calle conformada por varias piedras acomodadas y aplanadas, completamente diferentes a los lugares de tierra y tráfico ilegal que al Riolu solían sacar durante su esclavitud.

Los sonidos ahora eran mucho más fáciles de escuchar con su mente en calma, el pokémon estaba absorto, ni siquiera percatándose del momento en el que llegamos a la tienda de Hina.

Un extraño nerviosismo emergía en el Riolu, era la segunda vez que entraba a un "hogar humano"; habiendo tenido una desagradable vida acostumbrado a entrar y salir de cajas metalicas donde dormía y comía, aquello era un impacto de igual manera para él.

—¿Hina? —La llamé con calma tan pronto noté que nadie estaba en la tienda, apenas y había abierto, más no pasaría mucho antes de recibir respuesta.

—Aquí estoy, aquí estoy —Su voz atareada no tardó en escucharse, no habiéndome percatado de su presencia tan pronto entré, agachada atrás de uno de los estantes mientras ordenaba algunas de las medicinas —¿Cómo te vas sintie-? —Tan pronto Hina volvía a ponerse de pie y me miraba, sus palabras no tardaron en cortarse tan pronto sus ojos se desviaron a la nueva visita que tenía en su tienda.

—Oh~, ¿Qué tenemos aquí? —Dijo la mujer mientras apoyaba su codo en la repisa y su mentón sobre su mano, observando con mirada curiosa y risueña al Riolu, no pasando mucho antes de que incomodara al propio pokémon, el cual aún permanecía desconfiado, aunque sin querer demostrar demasiado el que intentaba ocultarse tras de mí, mirando hacia otra dirección, Hina únicamente le lanzó una sonrisa un tanto vanidosa.

—Veo que está mucho mejor… ¿Le cambiaste las vendas? —Preguntó con amabilidad la mujer, mientras que mi normal negativa fue la primera respuesta a emerger, llamándole levemente la atención al Riolu tras referirse hacia este con aquella amable actitud.

Más solo para exaltarlo luego de que la mujer tomara mi vara sin darme cuenta y me diera un doloroso más, aún así, "inofensivo" golpe con ella en mi cabeza.

—¡¿Qué parte de "cuidarse" no entiendes?! —Exclamó encabronada la mujer —Mejor ni te pregunto si cambiaste las tuyas también —Mientras me sobaba la cabeza, Hina únicamente sostenía la vara con impaciente postura.

—¿¡Siquiera puedes esperarte a que te explique todo?! —Exclamé encabronado y con lágrimas de igual manera por el pertinente trato.

El Riolu estaba consternado, de por sí no dejaba de notar mi aura en todo momento, mis emociones nunca adoptaban resentimiento hacia aquella mujer, más sino todo lo contrario, la respuesta al trato que recibía lo confundían, nunca había visto emociones de apego y cariño entre humanos tan similares a las que este tenía con sus amigos.

Hina se mantuvo estática por unos segundos, nuevamente volvía a ver al Riolu, el cual también volvía a desviar su mirada tan pronto esta chocó con la de la mujer. Se quedó pensando la situación, hasta que volvió a alzarme mi vara para que yo la volviera a sujetar.

—Mejor entren… aún es temprano, les veré esas vendas, vengan conmigo antes de que me saquen de quicio —Volvió a hablar la anciana a la par que giraba el cartel de la entrada de su tienda para mostrar que seguía cerrada, antes de que el Riolu notara como yo ni siquiera respondía, simplemente le correspondía la orden siguiéndola, a lo que el pokémon me acompañó por mera inercia ante la primera orden que le había dado yo desde un principio.

Tan pronto el pokémon caminó entre las estanterías y entrara junto conmigo y Hina, este continuaba observando con inevitable curiosidad hacia su alrededor; parecía percatarse de todos los detalles, desde el abrupto cambio de ambiente una vez que de aquel corto pasillo que conectaba la pequeña tienda de Hina con su casa, hasta cuando este llegara a la entrada de la misma; notaba como Hina y yo nos cambiábamos de zapatos, y nos colocábamos unos más cómodos que teníamos al lado de la misma entrada, unas chanclas en el caso de la mujer y unas pantuflas en el mío.

—¿Puedes sacudirte un poco la tierra de los pies por favor? —Hina ahora se dirigía al Riolu, tomándolo de improviso y exaltándolo de igual manera, buscándome a mí con la mirada como forma de saber qué hacer o no, más su reacción nuevamente volvió a consternarlo luego de que el mismo viera que yo ni siquiera estaba prestando atención, a la par que era de los primeros en entrar a la casa. El Riolu solo pudo acercarse con un casi imperceptible titubeo.

—Ten puedes usar esto —Hina le pasaba un cepillo de suave textura y blanco color, haciendo que el Riolu simplemente alzara ambas manos y tomara con extrañeza el propio objeto, mirándolo por un momento y manteniéndose estático ante la situación como tal.

Hina únicamente lanzó una tenue sonrisa, antes de que la misma simplemente se alejara y me siguiera el paso de igual manera, dejando al Riolu completamente solo.

El pequeño pokémon únicamente volvió a girarse con curiosidad y con restos de leve vergüenza hacia el cepillo, más ni siquiera él comprendía del todo su razón o motivo por el que complacía por primera vez a un humano, en su mente prefería verlo como un capricho, más no se podía negar el que lo hacía de todas maneras.

A la par que el pokémon se terminaba de limpiar los pies, absorto en sus pensamientos, este no tardaría finalmente en seguirnos el paso.

El hogar de aquella mujer y la energía que emitía distaba bastante de mi casa, sin lugar a duda tenía mejor gusto que el mío; si bien no existía nada ostentoso, el orden y los colores de los viejos sillones y estantes combinaban mucho mejor, dando aquella sensación hogareña clásica que Hina desprendía de por sí, al mismo tiempo que la tibieza de la sala dada por la chimenea encendida con pocas leñas en ella solo concretaban lo anterior mencionado.

Tan pronto entramos, mientras Hina se disponía a buscar su botiquín, varios pasos apresurados no tardaron en escucharse por sobre nosotros, luego bajando por las escaleras, pasando poco antes de que un niño de apenas siete años, resaltando el mismo color de cabello plomizo claro heredado de su padre y Hina, con un pijama el cual tenía varios Growlithe dibujados en él, apareciera.

—¡Hola, Ryo! —La emoción del propio infante ante mi ya sabida y acostumbrada llegada fue lo primero, sin embargo, tan pronto el pequeño enfocó su mirada hacia todos los que habían llegado a su hogar, su pertinente silencio y rostro completamente asombrado fueron la primera respuesta, más su intenso correr emocionado hacia el pokémon fue lo siguiente.

Aún era un niño, nunca había visto lo que siempre había deseado conocer y por lo que incluso, a su corta edad, daba señal de su propia impertinencia poco corregida junto con su respectiva falta de modales y criterio propio demostrado con creces el haber escapado de casa y enfermado por culpa de ello.

El Riolu no tardó en abrumarse y preocuparse tan pronto Sora empezó a correr hacia este, ni siquiera daba a entender su deseo de querer abrazarlo, su rostro de por sí no mostraba nada de ello, solo desesperación por querer alcanzarlo. El pequeño pokémon no sabía qué hacer, aún más al no haber respuesta de mi parte.

Antes de que mi vara impactando de lleno en el rostro del niño fuera lo que finalmente lo detuviera.

No fue un golpe como tal, solo la interpuse entre el pokémon y Sora, más el propio impulso y desesperación del niño en su correr fue lo que hizo que su rostro chocara de tan abrupta manera con mi arma, la cual ni siquiera se movió ante el impacto, el daño se lo había causado él mismo.

Sora solo pudo caer al suelo entre el respectivo y dolorido quejido, llamando la atención de Hina la cual aún se encontraba en el baño mientras sacaba las vendas y medicinas de su botiquín, más tan pronto esta se asomó, solamente pudo lanzar una carcajada al suponer lo que había ocurrido, volviendo a enfocar su mirada en lo importante tras ello.

—No es de buena educación abalanzarse así hacia otros, primero saluda —Empezaba mi sermón —Además… —Mi actitud no tardó en volverse en una más molesta, antes de que me agachara y mi mano comenzara a tirar de la mejilla del propio niño —¡¿Cómo se te ocurre salir a escondidas de noche?! —Mi encabronada voz no se tardó en hacer oír, causando las propias quejas del pequeño, el cual aún no había sido víctima de mi propia reprimenda tras todos aquellos días sin verlo.

—¡No se vale! ¡La abuelita ya me castigó! —Replicaba el niño de ahora enrojecida mejilla tras mi pellizco.

Tan pronto lo dejé, el rostro adolorido de Sora no evitaba que el mismo siguiera intentando mantener su asombro ante lo que tenía delante, mezclado con el pertinente fastidio hacia mi persona por ser el típico primo "abusador". El Riolu únicamente se mantenía alerta, no era común para este el ver niños tan de cerca, si bien no presentía gran amenaza, no evitaba que sintiera la propia incomodidad ante el poco respeto al espacio personal al deducir que este se le hubiera abalanzado si yo no lo detenía.

—Hola, soy Sora, ¿Cómo te llamas? —El niño volvía a comenzar ahora de la manera educada que debía ser, exaltando nuevamente al pequeño pokémon, el cual volvía a quedarse congelado tras ver como aquel pequeño humano le alzaba la mano con una emocionada sonrisa. El Riolu solo pudo mantenerse en silencio, estaba consternado, al mismo tiempo que su mirada iba y venía entre el niño, su mano y yo.

Solo pude lanzar una tenue carcajada, no era necesario verle la cara por demasiado tiempo como para notar su nerviosismo.

—Rio- —Me detuve, al mismo tiempo que el pequeño pokémon se exaltaba e inmediatamente empezaba a denotar sus personales molestas expresiones en su rostro, antes de que me girara hacia él con inocencia —Sí te llamas Riolu, ¿No?, la verdad no te he preguntado si te gusta que te llamen así — Ahora éramos dos los que exaltaban e incomodaban a más no poder al pokémon, el cual ya había sufrido demasiados "ataques" hacia su paciencia y rencor, antes de que nuevos pasos empezaran a escucharse

—Ya fue suficiente —La voz de Hina volvió a escucharse, al mismo tiempo que esta traía su botiquín en mano —Dejen a la pobre cosita en paz y váyanse a la cocina los dos —La mujer se dirigía tanto a mí como a Sora, exaltándome, como también al propio Riolu.

—¡¿Pero por qué?! —Los berrinches de Sora no tardaron en emerger.

—¿Y por qué yo también? —Me extrañé de igual manera.

—"¿C-Cosita?" —Una parte del Riolu se indignaba a la par que se sonrojaba y avergonzaba por cómo le habían llamado.

—Tú vigila que Sora no se escape de la cocina, no es fácil limpiar una herida si los dos lo estresan a más no poder —Decretaba la mujer.

—¡Yo nunca estreso a nadie!/No lo estreso —Replicamos Sora y yo respectivamente al mismo tiempo, antes de que ambos, al igual que el propio Riolu, nos congeláramos ante la mera presencia que la mujer hacía despertar en la misma.

—¡Ya váyanse! —La última orden, dada con una presencia tal, que ni siquiera hubo que esperar a que Hina la terminase para vernos tanto a Sora como a mí sentados en la mesa dentro de la propia cocina, habiendo cerrado la puerta de esta de igual manera.

Hina solo suspiró levemente, mientras sujetaba de mejor manera su botiquín, no tardaría en girarse nuevamente hacia el Riolu, el cual también volvería a dirigirle la mirada, ahora con tenue nerviosismo, antes de que la propia mujer únicamente lanzara una leve y amable risilla.

—Ven… acompáñame al fuego, hace frío —Dijo la mujer, al mismo tiempo que la misma simplemente se apartaba del pokémon y se sentaba con leves quejas por su pertinente edad; el Riolu se mantuvo estático por un par de segundos, más la propia actitud que mostraba la mujer extrañamente fue más que suficiente para hacer que el pokémon se le acercase sin mayor problema.

Pasaron solo unos cuantos minutos, pero para el pokémon parecían horas; mientras Hina abría su botiquín y preparaba los nuevos vendajes, el pequeño Riolu únicamente se mantenía con la mirada cabizbaja, apartándola de vez en cuanto de izquierda a derecha por la propia timidez que se negaría a reconocer.

—Muy bien —Hina, con una pequeña tijera en mano, finalmente daba las primeras palabras con tranquila actitud —Levanta un poco tus brazos, por favor —El Riolu ni siquiera entendía de por sí el por qué aceptaba sin rechistar lo que la mujer le pedía, a la par que alzaba sus pequeños brazos para que la propia mujer pudiera cortarle sus viejas vendas, más no era algo simple ni mucho menos rápido, ya que cuidaba de no hacerle daño, pero solamente haciendo que la propia incomodidad al tenerla tan cerca se hiciera notar cada vez más, mientras que el sonido de la leña quemándose a su lado daba cierta calma a pesar de todo.

Tan pronto Hina acercó las tijeras y estas tocaron la piel por debajo de su pelaje, el pequeño pokémon no evitó el retroceder levemente ante el frío contacto.

—Tranquilo… —Hina, sin intenciones de asustar al Riolu, supo apartar las tijeras, más cuando el Riolu volvía a mantener la calma, la mujer empezaba así a cortar las vendas, pasando así nuevamente varios segundos de incómodo silencio para el pequeño pokémon.

—Eres alguien muy valiente… no debe ser fácil para ti todo esto —Hina, con tono calmado, era la que finalmente volvía a intentar romper el hielo, mientras que el pokémon únicamente giraba su rostro hacia otra dirección, ahora más cabizbajo, sin querer tener contacto visual con la mujer, la cual, al notar esto, solo podía lamentarse más por aquel que tenía delante de sí, mientras continuaba cortando otra de las vendas que rodeaban al Riolu.

—Ryo me contó cómo te encontró —Las palabras de la mujer hacían levantar levemente las orejas del pokémon, denotando su atención al escuchar mi nombre —Y… honestamente no te puedo culpar por no querer confiar en nosotros —Reconocía la sabia mujer con palabras más desanimadas, al mismo tiempo que cortaba la última venda, y dejaba la pequeña tijera devuelta en el botiquín.

—Oye, no estás nada mal, te has recuperado mucho más rápido de lo que esperaba —Cambiaba de tema la mujer, al mismo tiempo que palmaba con cuidado sobre la zona en la que el disparo había rozado el cuerpo del pokémon, viendo como de la misma piel incluso ya comenzaba a brotar algo de su azulado pelaje —Así como vas creo que solo necesitaras llevar las vendas un par de días más —Reconoció la mujer, al mismo tiempo que sacaba un pequeño ungüento del botiquín, desviando su mirada por un par de segundos, más tan pronto volvió a girarse hacia el pokémon, esta únicamente pudo volver a quedarse en silencio.

El sonido del fuego a un costado volvía a gobernar, los ojos del pequeño Riolu comenzaban a emitir el brillo característico de aquellos que se atrevían a contener sus emociones, a la par que el propio pokémon no evitaba el limpiarse la nariz por lo mismo; el rostro de Hina se mantenía sereno, comprensivo y empático, más sabía que no era el momento ni el lugar para intentar llegar a él o a su confianza, prefería dejarle aquella tarea a otro.

Ya de por sí habían pasado muchas cosas durante aquel día para el Riolu, el desconectarse del resto solo causó que se enfocara más en su propio sentir, mezclado con el cálido ambiente que se sentía en aquel hogar, incluso sin tener que percibir las emociones a su alrededor, la mera presencia de la mujer junto con la energía que de por sí que emitía su hogar era suficiente como para hacer aflorar aún más las emociones en su interior.

La impotencia por el pasado, la incertidumbre por el futuro, la amabilidad y cuidado que nunca había recibido de tal manera, ni siquiera este, que siempre había asumido demostrar la mayor desconexión de sus emociones con su entorno, parecía una ironía tras ser completamente incapaz de hacerlo cuando finalmente había logrado dejar de percibir su alrededor.

La mujer únicamente se mantuvo al margen de todo, tras aplicar el medicamento sobre la herida del pokémon, no tardó en volver a colocarle las nuevas vendas.

—Listo, este debería ser tu último cambio, diría que no te movieras mucho, pero algo me dice que si sigues estando con Ryo hasta ahora es porque debes ser igual de obstinado que él —Hina simplemente lanzó una calmada y tenue risa —Solo intenta no sobre esforzarte si empiezas a sentir dolor en tu herida, de nada consigues con intentar fortalecerte si no descansas apropiadamente —Dijo la sabia mujer, mientras que el Riolu finalmente alzaba su vista hacia esta, la cual, sin nerviosismo ni extrañeza, únicamente miró al pokémon con su usual calma.

No sabía por qué quería hacerlo, el silencio permanecía mientras que Hina se extrañaba, al mismo tiempo que incluso la mujer presentía que el pokémon quería decirle algo, sin embargo, el Riolu no tardaría en bajar la mirada, haciendo que la mujer se desanimara en consecuencia. No tardaría en volver a recoger su pequeño botiquín, antes de empezar a dar señales de levantarse.

—"Creo…" — Las palabras en la mente de Hina finalmente la detienen.

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Al mismo tiempo que aquella escena transcurría en la sala, un fuerte estornudo dado por mi parte era lo siguiente en ocurrir, a la par que presentía que alguien estaba hablando de mí en otro lugar.

—Ugh… ¿Cuánto se demorarán? —Sora seguía quejándose, sentado delante de la mesa que se encontraba en el centro de la cocina, mientras que yo, sentado en el otro extremo, únicamente apoyaba mi mejilla sobre mi mano, con mi mirada puesta en el vacío, a la par que en mi mente estaba completamente fuera de aquel lugar; no logrando evitar imbuirme nuevamente dentro de las emociones ante las decisiones que debía tomar a futuro, ni siquiera sabiendo si estaría listo para ellas.

—¡Ryo! —Tras llamarme varias veces y no contestar, el grito de Sora fue lo que finalmente me sacaría de mi letargo —¿Estás bien? —Preguntó el niño con duda en su rostro, más yo intentaba espabilarme.

—Si… disculpa, ya te dije que no se deberían tardar demasiado —Contesté, más las mejillas infladas de Sora no tardaron en emerger con molestia, al darse cuenta de que ni siquiera lo había escuchado.

—Eso no fue lo que dije—Refunfuñó con tono malhumorado —Te pregunté si el pokemoncito podía quedarse a vivir conmigo y la abuelita —Mi extrañado rostro fue la mera primera respuesta ante la pregunta, mientras que para Sora era algo tan simple e, incluso, justificable el pensar en una respuesta afirmativa a su duda.

—No, Sora, por ahora se quedará conmigo —Respondí, mientras que el desánimo del niño no tardaría en verse reflejado en su rostro —Disculpa… pero las cosas son más complicadas de lo que parecen, un día te lo explicaré todo, ¿Sí? —Dije con tono calmado, intentando no inmiscuir a Sora más con el propio contexto que vivía tanto el Riolu como yo; el niño solo pudo bajar levemente su cabeza con desánimo, no pudiendo objetar a mis palabras.

Mucho no pasó, antes de que nuestro propio silencio se quebrara luego de que la puerta que daba a la sala comenzara a abrirse.

—Muy bien —Decía Hina, al mismo tiempo que el Riolu caminaba a su lado con neutral expresión y vendas nuevas —Uno menos, ahora sigues tú —me señaló, a lo que tanto Sora como yo nos levantábamos.

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—Solo Ryo, ustedes me esperan aquí —Los ojos del pequeño niño se iluminaron casi que al mismo tiempo que el Riolu se impactaba y asustaba con similar intensidad, más yo solo podía extrañarme por lo mismo.

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—N-No creo que —Yo empezaba a objetar, más Hina, sin siquiera parecer que me estuviera escuchando, alza un poco más fuerte su voz, deteniendo con ello la mía casi a propósito.

—Creo que entenderá que quiero hablar contigo en privado —Dijo la mujer, al mismo tiempo que se agachaba y comenzaba a sacarse una de las chanclas que se había colocado al entrar a la casa, mientras que el Riolu se percataba como Sora se exaltaba levemente ante ello —Toma— Hina le alzó la chancla al pokémon —Si hace lo que sea para fastidiarte, tienes mi permiso de usar esto como gustes en su contra —Hina le entregaba su arma más poderosa a aquel mortal, más este únicamente parecía sostenerlo con cierta cautela y extraña amabilidad, mientras que Hina únicamente comenzaba a retirarse tras lanzar una tenue carcajada, para luego literalmente insistir en sacarme de ahí.

Tan pronto nos apartamos y cerramos la puerta de la cocina, únicamente comenzamos ambos a caminar hacia la chimenea.

—Supongo que me dirás por qué todo eso —Empezaba a hablarle extrañado y con una leve carcajada.

—Simplemente siéntate —Mientras Hina hacía lo mismo que esta pedía entre pequeñas risas, yo estaba a punto de hacer lo mismo, más ambos nos exaltamos luego de que la puerta de la cocina volviera a abrirse.

Ambos nos giramos hacia esta, quedando completamente en silencio luego de que de la misma saliera Sora, el cual, sin siquiera percatarse de nosotros, corriera con normalidad pero igual prisa hacia el segundo piso, no tardando ni siquiera lo suficiente como para extrañarnos, antes de que el mismo volviera a bajar con una pelota un poco más grande que un balón de futbol, antes de volver a entrar a la cocina y cerrar la puerta tras de sí; Hina solo pudo lanzar otra corta risa.

—Esa es su pelota favorita —Dijo la mujer.

—¿Crees que estarán bien? —Pregunté al mismo tiempo que me sentaba…

Antes de que ambos volviéramos a escuchar como el sonido de un chanclazo junto con el quejido pertinente de Sora fuera lo siguiente en escucharse.

—Les hará bien conocerse —Dijo aún con calma la mujer, mientras que yo solo podía preocuparme de que Sora no fuera a hacer algo indebido.

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—¿De verdad solo lo trajiste por eso? —Conforme los minutos pasaron y le explicaba a Hina un poco más de la situación, esta solo podía mantener la propia malhumorada actitud mientras que yo, con los brazos extendidos a la par que esta me quitaba las vendas, seguía preocupado —El primer día en el que vi que uno de los imbéciles que trabaja para Taichi me quería colocar un micrófono en la tienda lo saqué a patadas —Hina comentaba, a la par que yo solo escuchaba en silencio —El sinvergüenza encontró la manera de lavarse las manos y quitarse la culpa, poco le ayudó para que el pueblo lo viera mejor a él, pero te aseguro que en esta casa no hay nada que yo no sepa —Reconoció la sabia mujer.

Mientras me explicaba, aún permanecían mis dudas, sin embargo, conforme ni siquiera veía al Riolu inmutarse cuando nos adentrábamos en la casa en un principio, no tenía razones para no creer en las palabras de Hina, trayendo mi desánimo por haber sido el único que no se había percatado de los movimientos de Taichi.

Hina se mantuvo en silencio tras ello, me extrañaba, ni siquiera la vi preocuparse por el hecho de que mostrara al Riolu por la calle, ni las obvias implicancias que eso podría traer hacia mí sabiendo lo que me había ocurrido en la capital y alguien de allá se enterase que el pokémon y yo seguíamos con vida, obvio, sin saber la conversación que ya había tenido con Taichi.

—Está bien si no me quieres contar, Ryo —Las palabras de Hina me volvían a exaltar luego de aquel breve silencio, ni siquiera sabía cómo responder a aquello.

—¿D-De qué ha-? —Apenas un nervioso balbuceo emergió, más Hina me volvió a callar.

—Tu padre era un apresurado que siempre hacía las cosas sin pensar, y tu madre nunca fue buena ocultando cosas, a ti te puedo leer sin siquiera mirarte la cara, sé que hay algo que aún no me quieres decir — Hina ahora actuaba con una mezcla de preocupación y mal humor, más yo tampoco me atrevía a hablar siquiera, no quería contarle lo que ocurría tras todo lo que había pasado cuando fui a hablar con el alcalde.

Mientras Hina empezaba a echarme ungüentos en mi aún levemente amoratado torso y estómago, la mujer únicamente podía adoptar facciones cada vez más desanimadas y tristes.

—Esos dos… nunca había conocido a una pareja que me hiciera tanto el día —Hina lanzaba una tenue carcajada, recordando los buenos amigos que mis padres habían sido con ella en el pasado —Y me llegase a preocupar tanto —La sombra en sus recuerdos con la forma herida, casi moribunda de mi padre siendo cargado por mi madre y otras dos extrañas criaturas en la entrada de su tienda marcaban en el rostro de la anciana mujer un leve desánimo por sucesos que solo quedaban en sus recuerdos.

—Pero… ¿Sabes? —Mientras Hina daba las últimas vueltas con las vendas nuevas alrededor de mi torso —Aún por cuanto tu padre fuera un apresurado que no pensara las cosas y tu madre tampoco se salvara por mucho de lo mismo, siempre encontraban la forma de justificar que hacían lo que solo una persona de bien debía hacer —Hina empezaba a sonreír, mientras que mi rostro se tornaba un poco más serio y desanimado en consecuencia, extrañando un poco a la mujer, mientras que mi silencio continuaba desanimándola a pesar de todo, pensando que aquellos buenos recuerdos para ella lograría sacarme una sonrisa.

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—¿Y vale la pena si al final los que más te quieren tienen que cargar con tu muerte por ello? —Mi voz por primera vez pareció imponer por sobre Hina, la cual no sabía cómo responder en primera instancia, notándose un leve nerviosismo por el delicado tema que comenzaría.

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Mientras tanto, de regreso en la cocina y minutos antes, tanto niño como pokémon se encontraban sentados en el suelo en lados opuestos de la cocina, mientras que el Riolu estaba a un lado de la puerta con la pelota de Sora a un lado; debido a que este se la había tirado para jugar, pero tan pronto el Riolu no entendió la indirecta y esta solo terminase a su lado, Sora no se atrevería a acercarse de nuevo luego del chanclazo que ya le habían dado por lo mismo, sentado en el otro extremo de la cocina, aún mirando con curiosidad al pokémon.

El Riolu se mantenía levemente cabizbajo, sin querer admitir que tenía cierta curiosidad por saber lo que hablaría Hina conmigo luego de lo que el propio pokémon le había contado a la mujer, más no pudiendo escuchar a pesar de todo, solo se conformaba con seguir viendo las emociones en mi aura, no notando mayores cambios a la neutralidad de siempre.

—¿Tienes hambre? —Sora, aún con curiosidad e inocencia, únicamente volvió a preguntar una vez que su pelota fuera rechazada para jugar por parte del pokémon, a la par que mantenía su distancia respetuosa aprendiendo de su última reprimenda, más ni siquiera fue necesario que el Riolu alcanzara a negarse, antes de que el niño, con uso de una silla y algunas habilidades básicas de parkour, lograra llegar al estante más lejano de su alcance, y consiguiera sacar de él con emoción y torpeza un frasco con galletas.

—Ten, puedes sacar una, eso sí, no le digas a mi abuelita —Volvía a decir el niño con una traviesa sonrisa en su rostro, a la par que acercaba el frasco abierto hacia el Riolu.

El pokémon, con sus tenues reservas de paciencia ya agotadas y pensando que si se lo aceptaba el niño dejaría de molestarlo, únicamente terminó por alegrarse levemente luego de que, al sacar la dichosa galleta, el niño se alejara y parara de prestarle atención mientras ordenaba y regresaba el frasco de vuelta a su lugar, no sin antes sacar una galleta para este de igual manera.

El Riolu solo podía mirar la galleta con desinterés, no queriendo demostrar curiosidad, pocas veces había visto y olfateado algo similar durante su vida, más el agradable presentimiento nacido de sus instintos al olfatearlo fueron suficientes como para darle una pequeña lamida.

Los ojos del pokémon no tardaron en exaltarse, aquel dulce sabor nunca había recorrido por sus papilas gustativas, ante tal desconocida euforia que el azúcar traía consigo, no dudó en morder un pedazo.

No se atrevería a armar un escándalo o algo parecido, más Sora solamente podía lanzar unas cuantas risillas al notar claramente las felices emociones proviniendo del Riolu, no tardando en comerse su galleta también.

—¿Verdad que sí son ricas? —Hablaba con la boca llena y feliz, Sora, mientras que el Riolu solo podía alcanzar a sonrojarse levemente al darse cuenta de que mostraba más emociones de las necesarias, solamente para indignarse y hacerse el desinteresado de una manera poco creíble.

—"Está bien, solo no me molestes" —Dijo el gruñón pokémon, antes de empujar con su mano la pelota nuevamente hacia Sora, trayendo consigo únicamente mayor felicidad por parte del niño; solamente para extrañar nuevamente al Riolu luego de que este volviera a lanzarle de vuelta su balón sin dudarlo, desconcertándolo al no saber qué quería.

Mientras la pelota regresaba ahora cerca de la planta del pie del Riolu, este solo podía volver a mirar con duda a Sora, sin entender qué era lo que quería, mientras que el niño se mantenía emocionado y quieto, como si esperara algo del pokémon.

El Riolu, aún con duda, únicamente volvió a pegarle a la pelota.

No le molestaba si con ello lograba mantener ocupado al niño y así no lo molestara, era un acto casi involuntario, a la par que, mientras aún comía su galleta ahora con más calma, seguía al pendiente de las emociones de mi aura.

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El juego seguía, los minutos pasaban y nuevas galletas eran sacadas.

—[Es muy malo manejando esta cosa] —Pensaba el Riolu, a la par que casi parecía mantener sus ojos cerrados, mientras atrapaba y apuntaba con bastante facilidad la pelota, al mismo tiempo que Sora fallaba en atrapar cada tiro de Takeru, mientras que su patada era débil y torpe.

—Pokemoncito ¿No te gustaría quedarte a vivir aquí? mi abuelita hace galletas muy seguido —Sora no tardaría en intentar coaccionar una última vez, mientras que la reacción del pokemoncito no tardaría en emerger.

—[¡¿C-Cómo me acaba de llamar este moc?!] —El Riolu estaba a punto de lanzar la chancla de Hina con la mayor fuerza posible hacia la cara de Sora, sin embargo, su rostro solo pudo alcanzar a congelarse…

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Luego de que mis emociones terminaran por erizar su pelaje

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Fue un cambio demasiado brusco, ni siquiera se esperaba algo así de un humano como tal, la transición en las emociones que estaba acostumbrado a percibir era completamente diferente y mucho más lenta.

Odio, impotencia, dolor, tristeza, con el tiempo supo cómo identificarlas y nombrarlas, más el hecho de reconocerlas al instante en mí no era lo que hacía emerger un escalofrío recorriendo su espalda baja.

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Con los años y solo bajo su propia experimentación con su percepción, el Riolu no tardó en comprender que algunas auras "experimentaban" o "reaccionaban" a algunas emociones de la misma manera que la suya, una "sintonía" por así decirse; no era algo común, y el que ocurriese con una emoción en específico no implicaba que las demás emociones las experimentaran ambos con dicha sintonía de igual manera, sin embargo, el pokémon, víctima de sus propias habilidades, era capaz de percibir cuando algo como ello ocurría entre dos auras diferentes a la suya…

Más… cuando era su aura la que estaba en sintonía con otro, era cuando su habilidad se transformaba en su mayor temor.

En sus tiempos de esclavitud, el pequeño pokémon vivió consciente del dolor de sus compañeros, aquel dolor que tuvo que aceptar en su vida, lo carcomían, más con ninguna de dichas emociones sintió aquella "sintonía", a como era con otro tipo de emociones, sin embargo, no pasó mucho antes de que un aura le hiciera experimentar una sintonía con alguna de aquellas emociones negativas, más nunca fue con dolor u odio, al igual que sus compañeros.

Luego de conocer a la Buneary cuya aura, al sentir miedo, se correspondió por completo con el suyo.

Fue angustiante, en su ignorancia, tanto este como la Buneary se mostraron empatía, como si el aura trascendiera mucho más allá de algo que solo podía ser percibido por el Riolu, y la compatibilidad que el pokémon lograba detectar antes de tiempo fuera una señal de saber a quién quería a su lado.

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Mas, y por ello mismo, el miedo que había sentido en ella desde un principio terminó por convertirse en uno de sus peores recuerdos y traumas.

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No volvería a permitirlo, estaba acostumbrado a solo encontrar ciertas sintonías con las auras de sus compañeros, sin embargo, no tardaría en darse cuenta de que con aquella Buneary su sintonía era completa, y el simple hecho de sentir lo que ocurría cuando un sentimiento como el miedo emergía en alguien con quien tenías sintonía a ese nivel, fue perturbador para aquel joven pokémon.

Cuando una emoción como el miedo emergió en un aura del que poseía completa sintonía, era imposible de evadir. Incluso si en nuestra fortaleza somos capaces de controlar la intensidad de nuestras emociones con tal de pensar que nos podría lastimar, experimentarlo de esa manera era como sentir que te era imposible controlarlo; ya no estaba en tu poder, una sensación de vulnerabilidad tan alta, que el Riolu aún recordaba como luchó por siquiera permanecer de pie aquel día, y si bien el miedo trajo una desesperación considerable en su cuerpo, este sabía que la intensidad no había llegado a su pico, pero en un contexto donde ni siquiera conocía su fin, dolo podía causarle aún más preocupación al sobre pensar lo que ocurriría si dicha Buneary experimentaba algo peor, y eso, por supuesto, nunca lo permitiría.

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Más nunca esperaba que yo fuera el primero, y de un solo tiro y sin titubeo, no solo capaz de entablar aquella sintonía con su aura, no habiéndose dado cuenta al pensar que (al igual que sus compañeros más cercanos) teníamos sintonía solo en algunas emociones neutrales y/o positivas, como la determinación y valores, más nunca creyó que aquel día sentiría por primera vez… la real impotencia en mi interior.

No estaba a un nivel siquiera comparable al que había sentido en aquel callejón, en ese momento el Riolu también tuvo por vez primera algo con que comparar y medir, dándose cuenta de todo lo que me había reprimido, para que apenas le causara curiosidad la impotencia que sintió en mí en su momento, ni siquiera causando perturbación en él dada nuestra sintonía.

Era diferente al miedo, más la vulnerabilidad regresaba como un viejo conocido del cual ya le conocía su rostro a la perfección, el pokémon no podía hacer más que aceptar su situación, debía afrontarlo, o, más bien, no era el hecho de afrontarlo lo que esta vez le causaba sorpresa…

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Sino el hecho de que no deseara el dejar de sentirlo como tal.

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En sus tiempos de esclavitud, aquel Riolu no pudo evitar que la Buneary sintiera miedo o impotencia, aunque su apego mutuo otorgara cierta calidez en esa fría oscuridad, no existió un solo día en el que el Riolu no desease alejar esas emociones de sí y de su amiga

No era dolor, más tampoco era algo placentero ni mucho menos; como una dura aceptación, al mismo tiempo que afrontabas el dolor, odio, la impotencia y la injusticia, como si fueras más consciente de que estas seguían en tu interior, no como algo que te generara ira u dolor, como si de un círculo vicioso se tratase, sino que volvías a recordar lo agotado que estabas por continuar cargando con ellas y cuánto querrías que nunca hubieran emergido en ti de por sí.

El pequeño Riolu únicamente dejó de responder al juego con Sora, al mismo tiempo que ni siquiera este último se atrevía a preguntar por vergüenza, una vez que las emociones en Takeru de desgano y cansancio fueran clarísimas para el niño que lo notaba en su rostro.

Antes de que finalmente las facciones del pokémon volvieran a unas mucho más calmadas y serenas.

—[Supongo que… sí estamos pasando un mal rato ¿Huh?]—Mientras pensaba, su actitud distaba bastante de alguien vulnerable, a pesar de estarlo en la parte emocional, se encontraba en una extraña calma, incluso volviendo a dar un mordisco a su galleta, a la par que volvía a patear la pelota de Sora.

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El tiempo así pasó, a lo más unos treinta minutos antes de que tanto el Riolu como yo finalmente saliéramos de la tienda, bajo la perspectiva del pokémon, ambas llamas de aura tanto la de Hina como la de Sora ahora se veían para este de igual manera, estos despidiéndose aún en la entrada de la tienda, viéndonos mientras nos marchábamos, Hina se mantenía seria y un tanto desanimada, viéndome dándole la espalda, sin haber dicho nada más que lo necesario, mientras que el Riolu no tardaría en ser el primero y único en girarse levemente hacia ellos luego de alejarse unos cuantos pasos.

El pequeño pokémon volvió a mirar a la anciana mujer, la cual solo alcanzó a hacerle una seña con su cabeza, como si estuviera asintiéndole o animándole a algo que solo ambos conocían, sacando a flote una tenue sonrisa en el rostro de la mujer, antes de que el Riolu volviera a mirar hacia adelante.

No existieron palabras, yo me mantenía absorto en mis memorias, ya no era capaz de ocultarlo tras lo que hablé con Hina, mientras que el pokémon seguía atento a mis emociones. Conforme estas eran más fuerte en ciertos momentos, el cuerpo del Riolu los recibía con incomodidad y preocupación, llegando incluso al punto de empezar a desacelerar su paso, conforme cada ráfaga que mis emociones emitían ponía su cuerpo a temblar levemente.

No tardó en quedarse estático, conforme caminaba unos cuantos pasos sin darme cuenta de esto, no pasó mucho antes de que lo hiciera, girándome hacia este con la misma expresión facial que reflejaba el propio caos en mi cabeza.

—"Q-Quiero saberlo" —Las palabras del pokémon se escuchaban en mi cabeza, al mismo tiempo que lo observaba cabizbajo, con una mezcla de vergüenza y enojo.

—¿Disculpa? —No comprendía al pokémon, ya suficiente tenía con lo que había vuelto a recordar tras las palabras que había conversado con Hina, y no era capaz de intuir a lo que se refería el Riolu.

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—"Quiero saber… que es lo que te hace sufrir de esa manera" —El cuerpo del Riolu volvía a temblar, sus puños se tensaban a la par qué, al tener sintonía, mis emociones finalmente repercutían en él de una manera que yo no me esperaba y ni siquiera era consiente de que lo hacía como tal.

Luego de que el pokémon, tras alzar su rostro finalmente, dejara ver la pena y rabia en sus facciones, mientras que este dejaba ver por primera vez una lágrima recorriendo sus mejillas.

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Muy bien chicos, hasta aquí el capi anual xd, si si, chiste repetido hasta el cansancio jsjs, la verdad es que sí me he sentido mucho más flojo para escribir ultimamente, creo también que debo empezar a desistir de intentar hacer dos libros por separado xd, siento que mi cerebro funciona mejor si me enfoco solo en uno, SIN EMBARGO, quiero terminar el mini arco de Takeshi con un capi más para la continuación de la historia actual en eterna voluntad 2, por lo que después de hacer ese capi, creo que me dedicaré full a terminar el remake del primer libro por lo menos, antes de seguir con EV

Lord Fire 123 Primero que todo, gracias por seguir aquí xd, ha sido un invierno largo que aún y quizás tenga señales de continuar, lo cual no espero :c, pero de todas maneras, se agradece que mi lector estrella de fanfiction siempre esté preocupado por dejarme un lindo comentario antes de que yo publique un capi nuevo TwT, y respondiendo a tu review, más allá de lo ya ocurrido, sip, quise darle a Ryo un mayor trasfondo, incluso para los lectores antiguos, que ven que la historia toma rumbos diferentes a los que podrían creer jeje, sobre todo para ver un mejor desarrollo de este personaje, que honestamente nunca sentí que fuera su fuerte en el pasado xd, ahora si comparamos al Ryo actual, con el Ryo de EV, si que podría verse un amplio desarrollo por delante jaja, como sea, again, muchas gracias por tu comentario TwT

Eso sería todo y, sin más que decir... ¡Nos vemos en el siguiente capitulo! :D