…–Hey, Rick –dijo Roy Fokker, mientras trataba de alcanzar a las corridas a su hermano adoptivo que estaba caminando varios pasos delante de él hacia los hangares del Prometheus en el SDF-1.
El recientemente nombrado Teniente Hunter se detuvo mirando hacia su oficial superior con mucha familiaridad pero también con el debido respeto que merecía el Jefe del Mando Aéreo de todos los pilotos del SDF-1.
–¿Pasa algo, Roy? ¿Se agregaron algunas asignaciones adicionales esta mañana? –se inquietó el joven muchacho.
–Si, Rick. Tienes una muy importante asignación la cual no podrás evitar. Fuiste uno de los pocos afortunados que está dentro de la lista de invitados a la fiesta de cumpleaños de nuestro Capitán. El personal del puente está organizando todo el evento.
Roy conocía bien a su hermanito, y sabía que este le era esquivo a las fiestas, sobre todo a las protocolares como correspondía a un festejo a bordo de una inmensa nave espacial, celebrando nada más y nada menos que el cumpleaños de su capitán.
–Tu novia, la Teniente Comandante Grant, ¿está detrás de esto?
–No, Rick –sonrió Fokker–. El Trío Terrible está organizando una gran sorpresa para el Capitán. Si te atreves a no presentarte a esa fiesta, tendrás a tres tenientes muy enojadas por tu desplante. Y créeme, no querrás estar en la lista negra de Kim Young, Sammy Porter, o de Vanessa Leeds. Ellas tres juntas son mucho más duras e implacables que la Comandante Hayes.
A la sola mención de la responsable del TacNet bajo el alias de Delta Uno, Rick Hunter no pudo evitar largar un soplido de irritación. Lisa Hayes había estado tras de él, puntualizando por radio abierta cada uno de sus pequeños errores. Ella era muy perfeccionista y no dejaba que nada se desvíe de lo establecido. Esa obsesión de la joven comandante era en gran medida para asegurar ante todo la seguridad de los pilotos durante los enfrentamientos contra el enemigo. Por su parte, Rick también era extremadamente perfeccionista, y odiaba cuando Lisa le refregaba en la cara cuando él se equivocaba. Con cada intervención de Lisa era como verse en el espejo y descubrir esas imperfecciones no deseadas, tanto en sus tácticas de vuelo como en su destreza para apuntar o esquivar a naves enemigas. Y cada observación de Lisa Hayes, eran como revolver un dedo en la llaga de su propia herida, amplificando su frustración por haberse equivocado.
Todo ese intercambio de lucha verbal por el TacNet con Hayes, terminaba siendo doblemente fastidioso para Hunter, lo cual lo dejaba de pésimo humor. Sus intercambios por el TacNet eran un duelo constante. Había días que incluso podía ser más desgastante tratar de tener razón a las objeciones de Lisa, que derribar al enemigo.
–La fiesta será el lugar perfecto para bajar un poco los decibeles de todo estos nervios acumulados que no te permiten pilotear tranquilo. Entre tu estricta operadora aérea, tu nueva responsabilidad como líder de escuadrón con dos novatos que dependen de ti, y tu "amigovia" que vive dejándote plantado, tienes demasiado stress, y eso es nocivo para cualquier piloto.
–Ella no es mi amigovia –contesta rápidamente Rick, refiriéndose a Minmei–. Somos solamente "amigos" –agregó Rick con desilusión.
–Ves a lo que me refiero. Una buena fiesta es justo lo que necesitas, hermano –dijo Fokker dándole una fuerte palmada de ánimo en la espalda del joven piloto–. Solo están incluyendo al festejo a los oficiales condecorados en las últimas batallas. Esta es tu invitación –dijo Roy mientras le entregaba un sobre con el sello del SDF-1 en su membrete–. Tu invitación aclara que fuiste elegido por tu desempeño durante la batalla que se desarrolló en el planeta Marte. Deberás asistir, y tendrás que quedarte hasta el final –le advirtió con tono firme.
Rick tomó el sobre con un leve disgusto en su cara, mirando a su hermano a los ojos con recelo.
–No se preocupe Comandante Fokker. No voy a faltar a mis obligaciones como teniente de la RDF.
Después de este intercambio serio y distante, el comandante le sonrió al teniente y colocó su brazo en los hombros de su pequeño hermano para guiarlo hasta el vestuario de los pilotos.
–Vamos Rick, relájate. Estoy seguro que llegarás a disfrutarlo. Solo trata de no emborracharte frente a todo el alto mando de la nave poniéndome en ridículo –dijo en forma burlona.
–Hey, yo casi no bebo alcohol. No tanto como tú, e incluso menos que Papá –le increpó.
–Justamente; tu resistencia al alcohol es tan baja que podrías llegar a colapsar con solo tomar medio trago de los que seguramente habrá en la fiesta.
Rick sonrió por la elocuencia de su hermano. Ambos recordaban con cariño el pequeño desliz que tuvo un muy joven Rick Hunter hace tiempo durante un festejo navideño cuando en el momento del brindis con toda la familia reunida, el champagne le jugó una mala pasada.
»En la invitación aclara que no hay que asistir con uniforme militar. La vestimenta para la fiesta es de civil, pero manteniendo la elegancia. De esa forma el Trío se aseguró que no habría identificación de rangos dentro de la fiesta, y además permite a las chicas llevar vestidos de noche en lugar de los reglamentarios uniformes de gala. Todos los invitados son igual de importantes. Asique muchacho, te recomiendo que vayas a hacer compras a la ciudad cuanto antes para poder vestirte decentemente. Nos vemos esta noche.
Claramente en la fiesta del Capitán estaría plagada de coroneles, mayores, comandantes y alguno que otro general. Oficiales mucho más importantes que un simple Teniente recién ascendido como lo era Rick Hunter. «No tener que usar uniforme es una idea bastante buena», pensó el joven piloto. Además ya le había regalado a Minmei como regalo de cumpleaños la medalla conmemorativa que le había entregado por su valor durante la batalla. Sería un tanto extraño y difícil de explicar estar en la fiesta rodeado de todos los soldados condecorados y ser el único sin presumir de su medalla prendida a su uniforme de gala.
En reiteradas oportunidades, Rick había asistido a muchas fiestas en el pasado las cuales fueron organizadas por los patrocinadores de los campeonatos aéreos donde Rick se adjudicaba casi siempre como ganador del primer premio de dichas competencias. Hunter ya sabía qué esperar de esas fiestas promocionales. Un poco de saludos protocolares para mantener las apariencias de cordialidad a cambio de abundante comida gourmet y buena música. Hunter reconocía que las fiestas post-competencia le ayudaban a bajar la adrenalina acumulada durante el torneo. Seguramente la fiesta del capitán Global tambien podria servir para intentar una tregua a todo esta preocupación que se acrecentaba de manera acumulativa dentro de Rick luego de regresara al SDF-1 batalla tras batalla, dejando un tendal de pilotos muertos en cada enfrentamiento contra los alienígenas.
Luego de repartir las invitaciones a los pilotos dentro de la nómina para asistir a la fiesta, el Comandante Fokker regresó a su oficina. De repente entra la persona que había estado esperando.
–¿Estás segura que quieres hacer esto, Lisa? Nadie te está obligando.
–¡Si! –dijo sin dudarlo–. Quiero hacerlo…, debo hacerlo.
–Parece que te pego duro el inocente comentario del bocafloja de mi querido hermanito –dijo de manera burlona Roy Fokker. El rubio y alto comandante quería a Lisa Hayes casi como a una hermana, y no perdía oportunidad para jugarle una pequeña broma molestándola en una de las cosas que más le importaban a la Comandante Hayes, su orgullo.
Roy hacía mención a uno de los últimos grandes altercados entre Hayes y Hunter, cuando este último pidió regresar al SDF-1 durante una batalla porque la nave de su subordinado, Ben Dixon, estaba perdiendo combustible a raíz de un disparo enemigo. Lisa había ninguneado su pedido alegando que los índices que tiraba el sistema del avión en su consola no eran tan graves como para regresar. Esto hizo explotar a Rick Hunter por la radio descargando toda su ansiedad y angustia vivida durante la batalla hacia Delta Uno. Lisa no dio el brazo a torcer frente a la verborragia del insubordinado piloto y comenzó a defender su postura. Pero en medio del altercado verbal, Fokker intervino dándole la razón al líder del escuadrón Bermellón y dejando totalmente en offside a Hayes, desautorizándola frente a todos los pilotos por radio abierta.
–Quiero volar el Skull Uno en el espacio. Solo lo hice a través de simuladores mientras estaba en la Academia Robotech, y es imperativo que haga mi experiencia volando un VT aquí y ahora. En la Tierra pude volar en la atmósfera en innumerables ocasiones. Para dirigir a los pilotos desde "la seguridad del puente" –dijo Lisa parafraseando a Rick Hunter–, debo experimentar lo que se siente pilotear en el espacio. Ningún simulador por más bueno que sea puede reemplazar a la realidad.
El certero comentario de Hunter hacia Lisa había calado hondo en la joven comandante. Ella se había equivocado. Rick tenía razón en los argumentos que usó para refutarla, y si algo sabía Lisa era que para ser la mejor Segunda Oficial que el SDF-1 necesitaba, debía tener la humildad de aprender de sus errores. Pero de todos modos ella seguía siendo lo suficientemente orgullosa como para quedar en ridículo frente a todos dando el brazo a torcer, por eso le pidió en secreto a Fokker tomar su lugar en el siguiente patrullaje del escuadrón Skull aprovechando el contraturno del personal del puente. No estarían tras las consolas ni Claudia, ni el Trio en ese momento ya que las oficiales se habrían retirado más temprano para prepararse para la fiesta de cumpleaños de Global. Lisa solo tendría que pilotear el VT, dejando que el piloto del Skull Dos efectúe todas las comunicaciones con el puente.
–Cuando termines, deja mi casco en esta misma bolsa detrás del mostrador en la recepción de entrada del Prometheus. Yo mañana a primera hora lo retiro desde allí.
El casco de Roy estaba conectado al sistema de navegación del Skull Uno y Lisa no podría pilotearlo con otro casco sin reformatear todo el sistema de antemano. No era la primera vez que ellos intercambiaban asiento en el legendario VT. Ya en la Tierra, cuando el proyecto Valkiria estaba en sus últimas etapas de prueba, Lisa había piloteado el Skull Uno con el casco de Fokker.
–Ya le pedí a Bobby que en cuanto las naves estén en la pista de despegue, sea él quien establezca contacto con el TacNet informando que tengo disfonia y poniéndose a disposición para liderar el intercambio de comunicación entre el escuadrón y el puente.
–Este favor me va a salir muy caro –se lamentó Lisa medio en broma y medio en serio.
–Bueno Hayes, ya sabes cual es la mejor manera de recompensarnos a Bobby y a mí. No te salvarás de ensayar con Los Calavera durante un mes hasta que Vito se recupere y pueda reintegrarse a la banda. Contamos con tu ayuda para practicar las canciones que vamos a tocar durante el pequeño concierto que daremos en el bar Stockholm.
Roy había formado una banda con algunos de sus más cercanos colaboradores dentro del escuadrón Skull. Se juntaban día por medio para tocar. La música los ayudaba a distenderse y olvidar todo el horror de los duros patrullajes que mantenían diariamente.
Cuando años atrás Roy se enteró de la formación musical de Lisa, intentó tentarla para que formara parte de la banda, pero ella se negó ya que el rock pesado no era uno de los géneros musicales favoritos de Lisa Hayes. De todos modos, cada tanto ella le hacía el favor a su amigo de reemplazar algún miembro de la banda durante los ensayos. Había veces que los turnos de todos los integrantes no coincidían para practicar, u otras tantas veces alguno había sido herido en combate y mientras se recuperaba manteniendo reposo en el Hospital Militar, era Lisa quien reemplazaba al músico en cuestión durante algún ensayo.
Ella contaba con la habilidad de tocar varios instrumentos por su formación en el conservatorio de música por lo tanto podía ocupar cualquier puesto dentro de la banda. Roy tocaba la guitarra, Bobby, el piloto del Skull Dos tocaba el bajo, Frank que ocupaba el puesto de Skull Cinco tocaba la batería y Vito, único integrante de la banda que no formaba parte del escuadrón Skull ya que pertenecía al escuadrón Ghost, tocaba el teclado. Lisa ya había reemplazado con anterioridad en los ensayos a Vito, pero también a Bobby, e incluso al propio Roy. El único instrumento que la secreta miembro honorífica del grupo Los Calavera no había tocado todavía era la batería, porque afortunadamente de los cuatro miembros de la banda, Frank nunca había tenido ninguna herida en combate aún.
–No quiero que comentes ni una sola palabra a Claudia sobre esto, ¿de acuerdo?
Ya bastante le pesaba a Lisa lidiar con el intercambio verbal entre ella y Rick, como para encima escuchar a su amiga Claudia Grant comentando su parecer sobre la decisión de Lisa de darle entidad a los comentarios incisivos de Hunter. Claudia bromeaba con ella, haciendo alusión a lo afectada que podía estar la Comandante Hayes, la superchica del SDF-1, con las agudas observaciones del piloto más bocafloja de toda la nave.
Claudia se daba cuenta del efecto que Hunter provocaba en Lisa y viceversa. No era solamente un inocente intercambio de opiniones. Entre ellos ocurría algo mucho más profundo e intangible. Lisa estaba acostumbrada a lidiar con pilotos arrogantes. De hecho Roy Fokker era uno de los más arrogantes de la flota, pero Rick Hunter tenía la habilidad de tocar un nervio en sus tripas que producía una turbulencia indescriptible en la incólume Comandante Hayes.
–Recuerda devolverme el VT con el tanque lleno –bromeó Roy haciendo alusión a lo que siempre le decía Mitchell Hunter, su padre adoptivo, cuando Fokker siendo un adolescente le pedía prestado el auto para poder usarlo en alguna cita con una chica–. Me voy para que puedas ponerte el traje de piloto tranquila en mi oficina. Si sales con el casco puesto no creo que nadie te reconozca. Nos vemos en la fiesta esta noche, Hayes. Buena cacería, piloto –dijo Roy con picardía mientras cerraba la puerta.
