Luego de un patrullaje de incógnito piloteando el Skull Uno, la Comandante Hayes regresó a su camarote completamente demolida. No entendía como hacían los pilotos para estar tantas horas sentados en sus VT, con sus sentidos completamente en alerta, y luego ir tan campantes a tomarse unos tragos al bar que se encontraba frente al Prometheus.
Lo único que quería realmente era un té caliente, relajar su cuerpo en un reparador baño de inmersión y después ir directamente a la cama. Pero eso no era posible porque tenía que prepararse para la fiesta de cumpleaños sorpresa del Capitán. Si se atrevía a no asistir, Lisa estaba segura que tendría al Trío Terrible golpeándole la puerta para obligarla de los pelos a presentarse al festejo.
Debía ducharse en un santiamén, vestirse, maquillarse y lograr un peinado medianamente decente en poco menos de media hora. Sus amigas del puente se habían retirado temprano porque tenían turno en la peluquería para hacerse un peinado, también manicura de pies y manos y concluir la tarde con un relajante masaje corporal en el Spa. Ella en cambio usó ese precioso tiempo de descanso tan necesario previo a una fiesta, para pilotear un VT en el espacio y probarse a sí misma que la Comandante Hayes estaba a la altura del desafío que implícitamente le había reprochado Hunter.
Mirándose al espejo, el reflejo le devolvió una imagen patética de sí misma. Tenía los pelos parados, las ojeras pronunciadas y la piel pegoteada producto de la excesiva transpiración que provoca el ajustado traje de piloto en un ambiente contenido como lo es la cabina de un VT. Lisa se sentía la Cenicienta previo al baile, luego que las malvadas hermanastras le destruyeran el vestido. Lo peor de todo, es que paradójicamente ella estaba hecha un desparpajo provocado por ella misma. Decidió dejar de lamentarse y meterse en la ducha para arreglar su apariencia lo más rápido posible.
Diariamente usaba un peinado con grandes rizos al final de su larga cabellera que le daban un movimiento a su bello y sedoso cabello color miel, pero lograr esos rulos demandaban demasiado tiempo. Por eso, Lisa optó por dejar el cabello completamente liso y suelto. Sin los rulos su pelo era tan largo que llegaba casi hasta la cintura. Con ese peinado, sus reflejos dorados le otorgaban un look más despreocupado, libre y juvenil.
Luego sacó de su placard el vestido que había comprado especialmente para este evento junto a Claudia hace más de un mes. Era un típico modelo estilo Jackie, entallado, largo justo hasta las rodillas, de color azul francia, con cuello redondo y manga tres cuartos. Era el vestido perfecto para cumplir protocolarmente su rol de Segunda Oficial. Lisa tenía tan buen cuerpo, que a pesar de lo acartonado y políticamente correcto que podía ser ese vestido, aun así le daba un aura intrigante a la joven oficial.
Lisa se sentía bajo escrutinio permanente por los "informantes" de su padre. Siendo ella la única hija del Comandante Supremo de la RDF, la bella comandante estaba convencida que Donald Hayes recibía información sobre su vida, sus movimientos y su comportamiento de diversos oficiales de alto rango, desde los inicios de su carrera. En el SDF-1 habían quedado atrapados a raíz de la fallida maniobra de transposición que ejecutó el SDF-1 durante el primer ataque alienígena, muchos militares de los altos mandos que asistieron a la ceremonia de despegue inaugural en la Isla Macross. Por lo tanto, de manera fortuita, pasaron a formar parte sin quererlo de la tripulación del SDF-1. Ese era el caso del molesto Coronel Maistroff como de muchos otros.
Lisa Hayes siendo una simple comandante, fue ratificada por Henry Global como su Segunda Oficial, a pesar de tener a esos altos jefes dentro de la nave. El curtido capitán no confiaba en nadie más para ser su mano derecha en el puente de mando del SDF-1. Por lo tanto, la Comandante Hayes, estaba doblemente observada, por ocupar un puesto que muchos anhelaban quitarle, y por ser la hija del Almirante Hayes.
Esa era la razón por la que Lisa, a pesar de las quejas de Claudia sobre el vestido azul, se decidió a comprar el mismo para la fiesta. Ella coincidía con su amiga que en comparación con los vestidos que tanto Claudia como el Trío habían elegido para la fiesta, Lisa parecía por su sobriedad, una mujer más vieja y amargada a pesar de lo sofisticado que le quedaba ese vestido puesto.
Lisa estaba pronta para salir cuando recuerda que en la mesita de luz, al costado de su cama, tenía una pulsera que había pertenecido a su madre y sería el accesorio perfecto para combinar con su atuendo. Se acerca a la mesita de noche donde tenía su joyero y al abrirlo sintió un shock, como si un balde de agua fría despabilaban todo su cuerpo. Entre varias pulseras y un collar de perlas, se encontraba su anillo de compromiso. Algunas noches, cuando extrañaba a Karl Riber y la melancolía la invadía, Lisa se colocaba el anillo para sentir a su novio más cerca a su corazón.
Pero hace tan solo 10 días, Lisa Hayes había pasado por una traumática experiencia entre la vida y la muerte. El solo pensar que ahora mismo ella podría estar sepultada bajo los escombros de la destruida Base Sara en Marte, un escalofrío le recorrió el cuerpo entero. Si no hubiera sido por el testarudo Teniente Hunter, ella estaría muerta en este momento. En un segundo de debilidad absoluta, Lisa se había dejado llevar por una agobiante angustia al percatarse que a pesar de todas sus esperanzas, su padre no le había mentido cuando le informó que Karl Riber había muerto en Marte. Necesito constatarlo con sus propios ojos, y cuando la verdad que ella tanto quería negar la tuvo frente a sus narices, Lisa entró en un trance que casi le cuesta la vida.
Se vuelve a mirar en el espejo, y el reflejo le devuelve la imagen de una oficial del ejército demasiado formal. Esta noche era una fiesta especial. Era un momento especial para disfrutar entre amigos, porque a pesar de todos los malos pronósticos, aún seguían vivos. Era una fiesta para celebrar la vida. Y Lisa Hayes tenía que dar gracias que aún seguía con vida. De repente Lisa quería ir a la fiesta no como la seria y respetada Comandante Hayes, sino simplemente como Lisa. Una mujer que había postergado demasiado su felicidad, preservandose para un hombre que estaba muerto hace ya mucho tiempo.
Aun mirándose frente al espejo ella recuerda las palabras de Jack Archer, uno de los muchos pretendientes que tuvo durante estos años de celibato. "Ese idiota no te merece. Estoy seguro que finalmente va a dejarte, y cuando lo haga, yo estaré esperando por esa oportunidad que ahora me estás negando, que te estas negando. Solo acepto un no de tu parte, con la condición de ser el primero en tu lista cuando el estúpido de Riber libere tu corazón". Archer tenía razón. Ella se había estado negando disfrutar de la vida, disfrutar de ser una joven mujer.
Sin pensarlo dos veces, Lisa decidió quitarse el vestido azul. Fue directo a su guardarropas y se detuvo frente a esos tres maravillosos vestidos que tenía muy prolijamente guardados en fundas de plástico. Eran la única prueba que Lisa conservaba de la época en que ella decidió rebelarse contra su padre. A pesar del maldito contrato que había firmado con el almirante, y de los potenciales informantes que habría en esta fiesta, la comunicación entre la nave y la Tierra estaban completamente nulas. Era imposible que Donald Hayes se quejara con ella por usar uno de estos vestidos en el cumpleaños de Henry Global.
De esos tres vestidos, el de color amarillo era espectacular y tambien su favorito. Mezclado con canutillos dorados que estaban bordados en casi toda la tela, le daba un tono sensual y muy sexy pero a la vez sofisticado y elegante. El vestido tenía un escote demasiado pronunciado, y un tajo en la pierna para el infarto. Seguramente sería el centro de todas las miradas. Pero si Lisa usaba ese vestido, ella estaría compitiendo con el vestido de Claudia que también tenía brillos dorados y no quería opacar a su amiga. La Teniente Comandante Grant quería lucir espectacular frente a su novio Roy Fokker. Tenía la intención de provocar en el eximio piloto el coraje de finalmente pedirle matrimonio a su bella novia.
Entonces Lisa miro el siguiente vestido que estaba colgado, el de color rojo. Era entallado al cuerpo en forma de tubo, con un strapless que levantaba sus senos de una forma altamente provocativa y era extremadamente corto dejando sus largas y esculpidas piernas al descubierto. Si Lisa quería presumir de su cuerpo, este era el vestido perfecto. Pero era demasiado parecido al vestido que Kim Young usaría. La integrante más desinhibida del Trío Terrible había comprado para la fiesta un vestido strapless rojo. La diferencia con el vestido de Lisa era que el vestido de la Teniente Young era un poco más largo con un importante tajo, y era de seda brillante, mientras que el de Lisa era aterciopelado. La ilusión de Kim era impactar a algún piloto con su look de mujer fatal, y Lisa prefirió no quitarle ese protagonismo a su amiga.
Por eso finalmente Lisa se decidió por el tercero de los vestidos de alta costura que tenía guardados. Estaba compuesto por varias capas de tul negro con detalles de ribetes dorados y terminacion en sus bordes con un sugerente encaje tambien de color negro. Era ceñido en la cintura y de falda suelta, pero debajo de la pollera de tul tenía un elastizado y corto vestido de tubo al cuerpo, jugando con las transparencias típicas de la tela mostrando de forma provocativa pero sutil sus largas piernas. El pronunciado escote del vestido era cruzado en V y se sostenía detrás de la nuca, dejando la totalidad de los hombros y su espalda completamente al descubierto. Era un tipico vestido negro sugestivo y elegante. Sexy pero delicado.
Cuando Lisa termina de cambiarse para ponerse el nuevo vestido que había elegido de forma intempestiva, vuelve a mirarse en el espejo. La imagen que veía era la de una Cenicienta recién vestida por la varita mágica de su hada madrina. Estaba lista para pasar una noche inolvidable. Sentirse viva nuevamente. Tenía ganas de divertirse e incluso coquetear con cualquiera oficial que se le acercara, aun si fuera el Coronel Maistroff.
Luego de la destrucción en Marte, algo en ella se rompió, pero de ese dolor surgió una nueva Lisa Hayes. Quizás la transformación que ella deseaba no podría lograrse del todo hoy, pero era un pequeño cambio, un nuevo renacer.
Rick Hunter habia comprado un traje nuevo completamente negro. Era al cuerpo y acentuaban todos esos nuevos músculos que desarrolló a raíz del entrenamiento militar que recibió cuando se alistó como piloto de la RDF. Se probó el traje en la tienda y salió de allí ya vestido hacia la fiesta. Las mujeres que caminaban por las calles de la reconstruida ciudad dentro del SDF-1, se volteaban a verlo. Lo que Hunter había elegido para usar en esta fiesta le otorgaba un aire muy masculino. Incluso parecía mucho más maduro, más varonil.
El joven piloto le había pedido a Minmei que lo acompañara a la tienda para que ella le diera su opion. Pero para variar, luego de dos horas de espera, ella se dignó a llamarlo para avisarle que seguía retrasada y por lo tanto le cancelaba el programa de ir juntos a comprar su traje nuevo. Ella estaba demasiado ocupada porque estaba entrenando para deslumbrar al jurado en el futuro concurso de Miss Macross que se estaría llevando a cabo en muy pocos días.
A raíz de esperar en vano a Minmei, Rick se retrasó en la compra de su nuevo atuendo, y estaba llegando tarde a la fiesta. Ni bien entró, agarró de la bandeja mas cercana un vaso de champagne, y se tomó la copa completa de un solo trago. Estaba molesto consigo mismo por seguir confiando en la palabra de Minmei, ilusionado esperandola como un idiota por horas. Estaba cansado de siempre terminar disculpándola a pesar de su indiferencia y frialdad. Si aún estuvieran en la Tierra, definitivamente se olvidaría de Minmei y tratará de reconquitar a Jessica Fischer, su primera novia. Pero aún estaban en el espacio, y seguramente por muchos meses más. Por eso, a pesar de su enojo, no podía quitar de su mente los recurrentes recuerdos de los primeros quince días que vivió atrapado con la inocente y sensual Minmei en las catacumbas inexploradas del SDF-1.
Pero hoy Rick estaba frustrado, por eso estaba dispuesto a bailar toda la noche con alguna teniente que lo hiciera reír. Necesitaba divertirse. Quizás si estaba lo suficientemente jocoso a causa de los tragos, hasta podría llegar a besar a alguna bella compañera de trabajo. Al entrar a la fiesta, las luces estaban más tenues y había algunos reflectores apuntando a grandes bolas espejadas y giratorias, que otorgaban un clima mágico al ambiente. Al fondo, recostada sobre una baranda mirando hacia la pista de baile que estaba en un desnivel, había una deslumbrante mujer que llamó su atención.
Tenia un vestido negro y el cabello suelto pero recostado hacia uno de los lados, dejando entrever su espalda completamente descubierta. Rick no sabía si el champagne ya lo había afectado un poco, pero enseguida comenzó a fantasear con poder acariciar esa espalda, e incluso quería besar ese cuello para despertar el deseo en esa sexy mujer.
Tomando valor luego de vaciar una segunda copa de champagne, comienza a acercarse a la misteriosa y sexy mujer del vestido negro con dos copas llenas, con la excusa de ofrecerle un trago y comenzar a conversar con ella.
