Ni la historia ni los personajes me pertenecen.

11

Unas horas más tarde, mientras Hina se deslizaba en el asiento del copiloto del Porsche gris oscuro de su hermano, cerró los ojos y sacudió su cabeza.

—Estas han sido las peores seis horas de mi vida.

Sasuke hizo una especie de gruñido, lo que podría haber significado una gran cantidad de cosas, pero con toda seguridad no se acercan al "Oh, Dios, no puedo creer hayas sobrevivido a eso" que buscaba.

—Disculpa —espetó— pero estaba justo en la cárcel…

—Tenemos problemas, Hina.

Ella se encogió de hombros.

—Pagamos la fianza, y Naruto T. va a asegurarse de que se mantenga fuera de la prensa…

—Hina —Su hermano la miró mientras se disparaban a través del tráfico— Tenemos un verdadero problema.

Tarde, oh, mucho más tarde, ella recordaría este momento en que su ojos se encontraron a través del interior del coche como el inicio de la ruina, la punta de la primera ficha de dominó que hizo que todas las demás cayeran tan rápido que no fue posible detener la secuencia.

—¿De qué estás hablando? —preguntó en voz baja— Me estás asustando.

—La familia está en deuda. Una deuda grave.

Puso los ojos en blanco y movió una mano por el aire.

—En serio, Sasuke, tengo problemas más graves…

—Y Shizune se suicidó en la casa. En algún momento de los últimos dos días.

Hina se llevó una mano a la boca. Y recordó llamar a la mujer y no obtener respuesta hace apenas unas horas.

—¿Murió?

—Sí. En su oficina.

Era imposible no tener un brote de piel de gallina al imaginar el timbre del teléfono junto al cadáver de su controladora financiera.

—Querido Dios...

Sasuke maldijo mientras miraba por el espejo retrovisor y cambiaba de carril con un movimiento del volante.

—La cuenta corriente de la casa se encuentra sobregirada, y nuestro padre se las ha ingeniado para pedir prestados cincuenta y tres millones de dólares de la Compañía Prospect Trust para sólo Dios sabe qué cosa. ¿Y lo peor? No sé cuán lejos va esto y no estoy seguro de cómo averiguarlo.

—¿Qué estás...? Lo siento, ¿no entiendo?

Su reiteración no la ayudó en absoluto.

Mientras su hermano se quedaba en silencio, miró por el parabrisas delantero, observando la curva por delante del camino hacia el contorno del río Ohio.

—Padre puede simplemente devolver el dinero —dijo sordamente— Él va a pagarlo y todo desaparecerá…

—Hina, si necesitas pedir prestado esa cantidad de dinero, es porque estás en un gran, gran problema. ¿Y si no lo has pagado? No se puede.

—Pero mamá tiene dinero. Ella tiene un montón de…

—Creo que no podemos dar nada por sentado.

—Así que, ¿dónde encontraste la fianza? ¿Para sacarme?

—Tengo algo de dinero y también mi fideicomiso, el cual separé de los fondos de la familia. Sin embargo, los dos no son lo suficiente para encargarme de Oriental, y olvídate de pagar ese tipo de préstamo o mantener la compañía a flote si llega a eso.

Ella miró su manicura arruinada, centrándose en la aniquilación de lo que había sido perfecto cuando se despertó en la mañana.

—Gracias. Por sacarme.

—No hay problema.

—Voy a pagarte.

Excepto que, ¿con qué? Su padre le cortó su dinero... pero peor, ¿y si no había dinero para darle su mesada de todos modos?

—Es que no es posible —dijo— Esto tiene que ser un malentendido. Alguna clase de... una falta de comunicación.

—No lo creo…

—Tienes que pensar positivamente, Sasuke…

—Encontré a una mujer muerta en su oficina hace cerca de dos horas, y eso fue antes de que me enterara de la deuda. Puedo asegurarte que la falta de optimismo no es el problema aquí.

—Tú crees... —Hina quedó sin aliento— ¿Crees que ella nos robó?

—¿Cincuenta y tres millones de dólares? ¿O incluso una parte de eso? No porque, ¿por qué cometer el suicidio si malversó fondos? Lo más inteligente sería huir y cambiar su identidad. No te matas en la casa de tu empleador si has tomado con éxito el efectivo.

—Pero, ¿y si fue asesinada?

Sasuke abrió la boca como si fuera a decirle de "ninguna manera". Pero entonces la cerró de nuevo como si estuviera tratando de determinar si era posible.

—Bueno, ella estaba enamorada de él.

Hina sintió que su boca se abrió.

—¿Shizune? ¿Con nuestro padre?

—Oh, vamos, Hina. Todo el mundo lo sabe.

—¿Shizune? Su idea de dejar el cabello suelto era atar ese moño de ella bajo en la cabeza.

—Reprimida o no, estaba con él.

—En la casa de nuestra madre.

—No seas ingenua.

Cierto, era la primera vez que había sido acusada de eso. Y de repente, ese recuerdo de hace tantos años, en la víspera de Año Nuevo, regresó... cuando vio a su padre salir de la oficina de esa mujer. Pero eso había sido hace décadas, de otra época... O tal vez no.

Sasuke pisó el freno, ya que se acercaron a una luz roja al lado de la estación de gasolina que visitó esa mañana.

—Piensa en donde vivía —dijo— Su casa colonial de cuatro dormitorios en Rolling Meadows es más de lo que podía permitirse con el salario de una contable. ¿Quién crees que pagó por eso?

—Ella no tiene hijos.

—Que sepamos.

Hina cerró los ojos mientras su hermano pisaba el acelerador de nuevo.

—Creo que voy a vomitar.

—¿Quieres que detenga el auto?

—Quiero que dejes de decirme estas cosas.

Hubo un largo silencio... y en el vacío tenso, ella siguió su camino de nuevo a esa visión de su padre saliendo de esa oficina y atando su bata.

Eventualmente, su hermano sacudió la cabeza.

—La ignorancia no cambiará nada. Tenemos que averiguar qué está pasando. Necesito descubrir la verdad de alguna manera.

—Cómo... ¿cómo te enteraste de todo esto?

—¿Importa?

Al doblar la curva final en River Road antes de Oriental, ella miró hacia la derecha, hasta la cima de la colina. La mansión de su familia se asentaba en el mismo lugar de siempre, su increíble tamaño y elegancia dominando el horizonte, la famosa extensión blanca haciéndola pensar en todas las botellas de bourbon que llevaban un grabado de ésta en sus etiquetas. Hasta ese momento, había asumido que la posición de su familia se encontraba establecida en piedra.

Ahora, temía que podría ser arena.


—De acuerdo, así que está todo listo aquí —Sakura caminaba por las filas de mesas redondas bajo la gran carpa— Las sillas se ven bien.

Ja —dijo Kurenai mientras hacía un ligero ajuste a un mantel.

El par continuó inspeccionando el posicionamiento de todos los setecientos asientos, haciendo una doble comprobación de los candelabros de cristal que colgaban desde tres puntos de la tienda, haciendo más ajustes a las longitudes de cortinas de blanco y rosa pálido.

Cuando terminaron, salieron de debajo de la tienda y siguieron las longitudes de los cables de extensión de color verde oscuro que serpenteaban alrededor del exterior y suministraban electricidad a los ocho ventiladores de ciclones que garantizaban la circulación. Habían unas buenas cinco horas de tiempo de trabajo por delante antes de que oscureciera y, por una vez, Sakura pensó que en realidad se quedaron sin prioridades en la lista de verificación. Los ramos se hallaban hechos. Los huertos estaban en perfectas condiciones. Las macetas en las entradas y salidas de la carpa se encontraban llenas a más no poder con combinaciones de material vegetal y flores complementarias. Incluso las estaciones de preparación de alimentos en las tiendas aledañas habían sido arregladas bajo las instrucciones de la señora Chiyo. Hasta donde Sakura sabía, la comida estaba lista. El licor entregado. El personal de servicio y camareros adicionales habían sido coordinados a través de Reginald, y él no era de los que dejaban cabos sueltos. La seguridad para asegurarse de que la prensa se mantuviera lejos estaba a cargo de los oficiales de la policía metropolitana y lista para ir.

Realmente deseaba que hubiera algo en que ocupar su tiempo. La energía nerviosa la había hecho aún más productiva que de costumbre, y ahora se había quedado con nada más que el conocimiento de que existía una investigación criminal ocurriendo a unos cuarenta y siete metros de distancia de ella.

Dios, Shizune.

Su teléfono sonó contra su cadera, la vibración haciéndola saltar. Cuando tomó el celular, exhaló.

—Gracias a Dios. ¿Hola? ¿Sasuke? ¿Estás bien? Sí —Frunció el ceño mientras Kurenai la miraba— En realidad, la dejé en mi coche, pero puedo ir a buscarla ahora. Sí. Claro, por supuesto. ¿Dónde estás? Correcto. Iré a conseguirla y te la llevaré directamente.

Cuando colgó la llamada, Kurenai dijo:

—¿Qué está pasando?

—No lo sé. Dice que necesita una computadora.

—Tiene que haber una docena de ellas en la casa.

—Después de lo que pasó esta mañana, ¿crees que voy a discutir con el chico?

—Muy bien —Aunque la expresión de la mujer gritaba desaprobación— Iré a comprobar el frente de los huertos y las macetas, y confirmar que los aparcadores van a llegar a tiempo.

—¿Ocho de la mañana?

—Ocho de la mañana. Y luego, no sé, estoy pensando en volver a casa. Me está dando una migraña, y mañana será un largo día.

—¡Eso es terrible! Digo que te vayas ahora y vuelvas lista para rugir.

Antes de que Sakura se diera la vuelta, su vieja amiga le dio una mirada severa a través de las gafas pesadas.

—¿Te encuentras bien?

—Ah, sí. Absolutamente.

—Hay un montón de Sasuke por aquí. Es por eso que pregunto.

Sakura miró a la casa.

—Se está divorciando.

—¿En serio?

—Eso es lo que dice.

Kurenai cruzó los brazos sobre su pecho y su acento alemán se volvió más evidente.

—Casi dos años demasiado tarde para eso…

—Él no es del todo malo, sabes.

—¿Disculpa? ¿Es esto…? Nein, no puedes estar hablando en serio.

—No sabía que Shion estaba embarazada, ¿de acuerdo?

Kurenai alzó las manos.

—Ah, bueno, entonces eso hace toda la diferencia, ¿ja? Así que voluntariamente se casó con ella mientras estaba contigo. Perfecto.

—Por favor, no —Sakura se frotó los ojos doloridos— Él…

—Llegó a ti, ¿no es así? Te llamó, vino a ti, algo.

—Y si lo hizo, ¿qué? Ese es mi asunto.

—Pasé un año entero llamándote, sacándote de esa granja, asegurándome de que fueras a trabajar. Estuve allí para ti, preocupándome por ti, limpiando el desastre que hizo. Así que no me digas que no puedo tener una reacción cuando susurra en tu oído…

Sakura alzó la mano frente a la cara de la mujer.

—Es todo. Hemos terminado aquí. Te veré en la mañana.

Saliendo, maldijo en voz baja todo el camino hasta su coche y después de que consiguió su portátil, lanzó la bomba M todo el camino de regreso a la casa. Evitando deliberadamente la cocina y el conservatorio, porque no quería encontrarse con Kurenai mientras la mujer empacaba, entró a la biblioteca y. sin pensarlo, se dirigió hacia el pasillo que llevaba a las escaleras del personal y la cocina. No llegó muy lejos. Justo cuando dobló la esquina, fue detenida por dos oficiales de policía, y fue entonces cuando vio el cuerpo en una camilla rodante.

Los restos de Shizune Freeland habían sido colocados en una bolsa blanca con una cremallera de un metro y medio que afortunadamente habían cerrado.

—Señorita —dijo uno de los oficiales— voy a tener que pedirle que se haga a un lado.

—Sí, sí, lo siento.

Esquivando sus ojos y tragándose las náuseas, se dio la vuelta. Trató de no pensar en lo que había sucedido.

Falló.

Le dio su nombre a la policía, al igual que el resto del personal, y proporcionó una breve declaración de dónde había estado toda la mañana, así como en los últimos días. Cuando se le preguntó acerca de la contadora, no tuvo mucho que ofrecer. No había conocido mejor a Shizune que el resto, la mujer era reservada, procesaba las facturas y eso era todo. Sakura ni siquiera se hallaba segura de si existía algún familiar al que notificar.

Usar la escalera principal era una violación de la etiqueta de Oriental, pero teniendo en cuenta que había una furgoneta del forense estacionada en el frente y una escena del crimen por ese pasillo del personal, confiaba en dejar ir los negocios como de costumbre. Arriba en el segundo piso, se dirigió al corredor cercado, pasando por las pinturas al óleo y las ocasionales artesanías que brillaban con la edad y superioridad. Mientras se acercaba a la puerta de Sasuke, no pudo recordar la última vez que ella y Kurenai habían peleado por algo. Dios, quería llamar a la mujer y… pero, ¿qué podía decir?

Deja el portátil y vete, se dijo. Eso es todo.

Sakura llamó a la puerta.

—¿Sasuke?

—Adelante.

Haciendo su camino dentro del dormitorio, lo encontró de pie en la ventana, con un pie plantado en el alfeizar, el antebrazo alrededor de su rodilla alzada. No se volvió y la reconoció. No dijo nada más.

—¿Sasuke? —Miró a su alrededor. No había nadie con él— Escucha, dejaré…

—Necesito tu ayuda.

Tomando una respiración profunda, dijo:

—Está bien.

Pero se quedó en silencio mientras miraba hacia el jardín. Y Dios la ayudara, era imposible no deslizar sus ojos sobre él. Se dijo que buscaba signos de tensión, que no medía sus hombros musculosos. El pelo corto en la base de su cuello. Los bíceps que tenía contraídos y forzaban las mangas cortas de la camisa tipo polo.

Se cambió de ropa desde que lo vio por última vez. También se duchó, podía oler el champú, la loción de afeitar.

—Lamento lo de Shizune —susurró— Qué impresión.

—Mmm.

—¿Quién la encontró?

—Yo.

Sakura cerró los ojos y abrazó el portátil a su pecho.

—Oh, Dios.

De repente, puso la mano en el bolsillo delantero de su pantalón y sacó algo.

—¿Te quedarás conmigo mientras abro esto?

—¿Qué es?

—Algo que dejó —Le mostró una unidad USB negra— La encontré en su escritorio.

—¿Es una... nota de suicidio?

—No lo creo.

Se sentó en la cama e hizo un gesto con la cabeza hacia la computadora portátil.

—¿Te importa si...?

—Oh, sí —Se unió a él, abriendo la computadora Lenovo y presionando el botón de encendido— Tengo Microsoft Office así que... sí. Los documentos de Word no son problema.

—No creo que eso sea lo que es.

Inició sesión y le pasó el equipo.

—Aquí.

Colocó la unidad y esperó. Cuando en la pantalla aparecieron una variedad de opciones, presionó "abrir archivos.". Sólo había uno en la unidad, y se llamaba "Madara Otsutsuki".

Sakura se frotó la ceja con el pulgar.

—¿Estás seguro de que quieres que vea esto?

—Estoy seguro de que no puedo mirarlo sin ti aquí.

Sakura se encontró acercándose y apoyando la mano en su hombro.

—No voy a dejarte.

Por alguna razón, pensó en la ropa interior color melocotón que encontró detrás de la cama de su padre. Difícilmente algo que Shizune usaría; un tono más claro de gris era lo más cercano a lo que la supervisora había llegado a usar arriba en su guardarropa. Por otra parte, ¿quién sabría lo que la mujer tenía debajo de todas esas faldas y chaquetas conservadoras?

Sasuke hizo clic en el archivo y Sakura fue consciente de su corazón palpitando como si hubiera corrido un kilómetro y medio. Y tenía razón. No era una especie de carta de amor o una nota de suicidio. Era una hoja de cálculo llena de columnas de números, fechas y descripciones cortas de las que Sakura estaba demasiado lejos de la pantalla para leer.

—¿Qué es todo eso? —preguntó.

—Cincuenta y tres millones de dólares —murmuró, desplazándose hacia abajo— Apuesto a que son cincuenta y tres millones de dólares.

—¿Qué quieres decir? Espera... ¿estás diciendo que ella robó eso?

—No, pero creo que ayudó a mi padre a hacerlo.

—¿Qué?

La miró.

—Creo que mi padre finalmente tiene sangre en sus manos. O al menos... sangre que podemos ver.

Volviendo a concentrarse en la computadora en su regazo, Sasuke se desplazó por la hoja de cálculo de Excel, siguiendo las entradas, tratando de sumar un total bruto. Pero no necesitaba molestarse. Shizune le proporcionó la suma al final, en un cuadrado en negrita colocado en el extremo derecho de todas las columnas. De hecho, no eran cincuenta y tres millones de dólares.

Nop, eran sesenta y ocho millones cuatrocientos ochenta y nueve mil, doscientos cuarenta y dos dólares con sesenta y cinco centavos.

$68.489.242,65.

Las explicaciones sobre los retiros iban desde Cartier y Tiffany hasta Transporte Aéreo Uchiha, LLC, la cual era la corporación que administraba todos los aviones y pilotos de la empresa, y la Nómina de Recursos Humanos de Uchiha, la que muy probablemente se hacía cargo de los sueldos del personal de la casa. Pero había una entrada repetida que no reconocía: Corporación MWO.

Corporación Madara Wyatt Otsutsuki. Tenía que ser… Pero ¿qué era? La mayor parte de los fondos se aplicaba en ella.

—Creo que mi padre… —Miró a Sakura— No lo sé, la empresa de inversión dice que él invirtió para sí mismo, o por la familia, supongo, generando una cuantiosa deuda. Sin embargo ¿para qué? Incluso con todos estos gastos, debería haber un montón de dinero en efectivo entrando a través de las distribuidoras de la Compañía de Bourbon Uchiha hacia los accionistas, de los cuales, somos el grupo más grande.

—La compañía de alquiler… —murmuró Sakura.

—¿Qué?

—La compañía de alquiler no recibió el pago, su sección de cuentas por pagar llamó a Shizune la semana pasada y ella nunca les devolvió la llamada.

—¿Me pregunto a quién más le debemos?

—¿Cómo puedo ayudar?

Se la quedó mirando, su cerebro revolviéndose, girando.

—Dejándome entrar en estos archivos es un buen inicio.

—¿Qué más?

Dios, sus ojos eran verdes, pensó. Y sus labios, esos labios naturalmente rojos se encontraban tan perfectamente formados.

Ella le hablaba, pero no podía escucharla. Era como si un silenciador lo hubiera rodeado, haciéndolo inconsciente de los sonidos alrededor. Y luego la computadora en su regazo y todos sus secretos revelados, también desaparecieron, así que tampoco registraba el resplandor de la pantalla ni el patrón de las columnas ni los números y las letras.

—Sakura —dijo, interrumpiéndola.

—¿Sí?

—Te necesito —Se escuchó decir a sí mismo en voz ronca.

—Por supuesto, qué puedo…

Se inclinó y colocó sus labios sobre los suyos, rozándolos rápidamente… Ella jadeó y se alejó. Sasuke esperó a que se levantara. Le dijera que se fuera al infierno. Tal vez como en los romances de los ochenta le diera una bofetada con la mano abierta.

En vez de eso, levantó sus dedos y se tocó la boca. Luego cerró sus ojos.

—Desearía que no hubieras hecho eso.

Mierda.

—Lo siento —Pasó una mano por su cabello— No estoy en mi sano juicio.

Ella asintió.

—Sí.

Perfecto, pensó. Su vida se encontraba en llamas en demasiados frentes para contarlos, así que por qué no habría de caer otra carga de llamas en algún otro lugar. Ya sabes, solo para ayudar a que el infierno continúe.

—Lo siento —dijo él— Solo debí haber…

Ella se le lanzó en un cambio repentino, que lo hizo casi apartarse. Lo que evitó que lo hiciera fue el deseo… el anhelo vicioso que siempre había tenido por ella, que se encontraba contenido desde el momento en que se separaron.

Sakura habló contra su boca.

—Tampoco estoy en mi sano juicio.

Con una maldición, envolvió los brazos a su alrededor y la atrajo hacia su regazo, la computadora se deslizó hacia la alfombra gruesa, lo que estaba bien. Se quería olvidar del dinero, de su padre, de Shizune… incluso si solo era por un momento.

—Lo siento —dijo mientras la recostaba en el colchón con un giro— Te necesito. Solo… Necesito estar dentro de ti…

Toc, toc, toc.

Ambos se congelaron, sus ojos se encontraron.

—Qué —gritó.

Mientras que una voz femenina decía algo sobre toallas, en todo lo que Sasuke pensaba era en el hecho de que la puerta no se encontraba cerrada con llave.

—No, gracias.

Sakura se salió de debajo de él, y él se movió para que así ella pudiera ponerse de pie. Mientras tanto, la criada en el pasillo seguía hablando.

—Estoy bien. Gracias —dijo bruscamente.

Sus ojos siguieron las manos de Sakura al tiempo que ella se bajaba de nuevo su camisa y sus dedos rozaban su cabello.

—Sakura —susurró.

Ella solo negó con la cabeza mientras se paseaba alrededor, luciendo como si estuviera considerando la posibilidad de un salto por la ventana como una estrategia para escapar.

Más charla de la criada, y simplemente enloqueció. Poniéndose de pie de un salto, se acercó y abrió la puerta de un tirón, bloqueando la entrada a su habitación. La rubia de veinticinco años al otro lado era la misma que se encontraba en el pasillo cuando Shion y él habían estado discutiendo.

—Oh, hola —Le sonrió— ¿Cómo estás?

—No necesito nada. Gracias —dijo bruscamente.

Cuando se dio la vuelta para alejarse, ella extendió su mano y tomó su brazo.

—Soy Tiphanii… que se escribe con una "ph" y una doble "i" al final.

—Encantado en conocerte. Si me disculpas…

—Solo iba a entrar y revisar tu baño.

Esa sonrisa la delataba. Eso y el pequeño cambio en su posición, donde su pelvis se inclinaba hacia él y una de sus piernas se encontraba extendida como si estuviera usando tacones de aguja en lugar de zuecos de goma. Sasuke puso los ojos en blanco, no pudo evitarlo. La mujer que en verdad deseaba acababa de salir de debajo de él, y este pedazo de caramelo ¿pensaba que tenía algo que ofrecer?

Hacer ese taphii.

—Gracias, pero no. No estoy interesado.

Cerró la puerta en sus narices porque no tenía la energía para ser educado, y no quería decir algo de lo que se fuera a arrepentir. Girando, se encontró a Sakura al otro lado de la habitación cerca de la ventana. A propósito se encontraba de pie a un lado, como si no quisiera ser vista desde abajo, y sus brazos se hallaban cruzados sobre su pecho.

—Sonaste tan sincero —dijo con brusquedad.

—Cuando estoy contigo, soy…

—Con esa criada hace un momento.

—¿Por qué no lo sería?

—¿Sabes lo que en verdad odio?

—Puedo imaginarlo —murmuró él.

—Cómo ella acaba de hacerte una proposición… y aun así, en todo lo puedo pensar es en quitarte la ropa. Como si fueras algún tipo de juguete por el que estoy peleando con ella.

Su erección se sacudió en sus pantalones.

—No hay pelea, soy tuyo. Si tú deseas, aquí y ahora. O después. Una semana, un mes, años a partir de ahora.

Cállate, dijo su excitación. Solo cállate amigo, con esas cosas del tiempo.

—No me volveré a enamorar de ti, Sasuke. Simplemente no lo haré.

—Dijiste eso por teléfono.

Sakura asintió y se desconectó de la vista del jardín. Mientras la luz empezaba a desvanecerse del cielo, cruzó la habitación, claramente dirigiéndose hacia la puerta.

Demonios… La puerta, no.

De hecho, no fue hacia la puerta. Se detuvo ante él y dejó que sus dedos se desplazaran hasta tomar su rostro, trayendo su boca de regreso a la suya.

—Sakura —gruñó, lamiendo su boca.

Con rapidez, el beso se salió de control, y él no perdería la oportunidad con ella. Haciéndola girar, la empujó contra la pared, la pintura al óleo al lado de ellos rebotó tan fuerte, que se cayó de su gancho y se hizo añicos en el piso. A él no le importó. Sus manos se dispararon bajo su ropa, encontrando piel, subiendo velozmente para sentir sus pechos. Jamás pensó que tendría esto de nuevo, y aunque le hubiera gustado hacerlo lento y con dulzura, no podía. Se encontraba demasiado desesperado. Fue rudo con la cintura de sus pantalones cortos, arrancando el botón, la cremallera, bajándolos por sus piernas. Y luego deslizó sus manos entre sus muslos, empujando sus bragas de algodón a un lado de la…

Sakura dijo su nombre con una voz ronca que casi lo hizo venirse ahí mismo. Y cuando sus dedos se clavaron en sus hombros, él la acarició con más fuerza.

—Hazme daño —gruñó mientras ella se clavaba en él— Hazme sangrar…

Quería al dolor junto al placer, todo lo que pasaba con su padre y su familia lo volvía más crudo y más oscuro por dentro; hasta el punto en dónde se preguntaba vagamente si tal vez esto fue lo que condujo a su hermano Kiba. Había escuchado de estas cosas que Kiba hizo, o rumores sobre ello. Tal vez este era el por qué. Sentía que tenía que sacar la oscuridad de su interior o lo consumiría.

Levantó a Sakura del piso, disfrutando de la forma en la que ella se aferraba a él con sus brazos poderosos. Un tirón de la cremallera de sus pantalones y su excitación estaba lista para salir. Partió su ropa interior en dos, y luego… El rugido que él dejó escapar en su cuello fue como el de un animal, pero no le prestó atención al sonido. El agarre resbaladizo de su sexo fue una sensación que sintió en todo su cuerpo, y de inmediato alcanzó un orgasmo. Hacía tanto… tanto tiempo que soñaba con ella, que lamentaba lo que sucedió, y había esperado demasiado para hacer las cosas de forma diferente. Y ahora, se encontraba aquí en donde había rezado para estar. Con cada bombeo que se liberaba en el interior de ella, devolvía el tiempo, haciendo las cosas correctas, reparando las equivocaciones. Había querido estar con ella para brevemente salirse del presente, pero resultó que la experiencia fue más que eso. Mucho más. Pero eso siempre había sido verdad acerca de Sakura. Había tenido sexo muchas veces en su vida. Sin embargo, ninguna de esas había importado alguna vez… hasta que estuvo con ella.


Sakura no quiso llevar las cosas tan lejos.

Cuando Sasuke alcanzó un orgasmo en su interior, ella se dejó llevar con él, su liberación haciéndose eco de la de él. Rápido, tan rápido, todo fue tan rápido y furioso, el acto hecho y terminado en unos minutos, con los dos estrechamente conectados al tiempo que la ola inicial pasaba.

¿Acababan de hacer esto? Se preguntó. Bueno… sí, pensó mientras él se movía en su interior. Y luego lo notó… oh, Dios, él olía igual. Y su cabello todavía era increíblemente suave. Y su cuerpo era tan poderoso como lo recordaba.

Las lágrimas atravesaron sus ojos, y escondió su rostro en el hombro de él. No quería que supiera acerca de sus emociones, tenían un momento difícil admitiendo el lío confuso que era.

Solo sexo, se dijo a sí misma. Esto había sido solamente un anhelo físico por ambas partes. Y Dios sabía, la lujuria nunca fue un problema para ellos; desde el instante que lo vio ayer, la conexión que tenían había quemado a fuego lento bajo la superficie de su piel. También debajo de la de él.

De acuerdo. Bien. No había sido capaz de decir no en esta instancia simple y discreta; incluso a pesar de que debió haberlo hecho. Si era o no era un error dependería de cómo manejaría las cosas desde aquí. Recomponiéndose, se echó hacia atrás en su abrazo, muy consciente de que todavía se encontraban unidos en donde más importaba.

La expresión en su rostro hizo que contuviera el aliento. Al igual que la forma en que extendió su mano y acarició su mejilla. Él parecía tan vulnerable. Pero antes de que pudiera hacer algún comentario calmado y razonable, él empezó a moverse profundamente en su interior una vez más. Lentamente, oh, tan lentamente, arriba y afuera, arriba y afuera. En respuesta, cerró sus ojos y se quedó inerte, sus brazos sosteniéndola, la dura pared contra su espalda respaldándola. Parte de ella estaba completamente presente, cada movimiento registrándose con la intensidad de la caída de un rayo, toda la tensión oprimiéndose en su pecho y el chisporroteo en su sangre asumiendo el control de todo. Su otra mitad se había dado a la fuga.

Oh, Dios, la sensación de su mano en su cabello, su boca besándola tan profundo, sus caderas curvándose arriba y retrocediendo. Era la bienvenida a casa en todos los sentidos que su cuerpo había deseado por tanto tiempo.

Y también eran malas noticias.

—Sakura —dijo en una voz que se quebró— Sakura, te extrañé. Tanto que duele.

No pienses en eso, se dijo a sí misma. No escuches…

Su nombre salió de ella una vez más, el golpe de placer hacía que su sexo se contrajera alrededor de su erección mientras él se sacudía en su interior, follándola contra la pared, hasta que su cabeza se golpeó.

Cuando se quedaron callados excepto por la respiración, ella colapsó contra él.

—Esta no puede ser la última vez —gruñó, como si supiera lo que ella pensaba— Simplemente no puede serlo.

—Cómo supiste…

—No te culpo —Se echó hacia atrás y sus ojos muy entrecerrados quemaban— No quiero que esto sea…

—Sasuke…

El golpe en la puerta la hizo saltar. Y a él maldecir.

—¡Váyanse al infierno! —vociferó.

Y considerando que no era un hombre al que le gustara maldecir, ella tuvo que sonreír un poco.

—¡Qué! —espetó.

—Señor Otsutsuki —La voz del mayordomo lo interrumpió— El señor Uzumaki está aquí para usted.

Sasuke frunció el ceño.

—Dile que estoy ocupado…

—Dice que es urgente.

Sakura negó con la cabeza y se salió de sus brazos por segunda vez. Cuando sus pies golpearon el suelo en silencio, ella tuvo un recordatorio visceral de que no usaron preservativo. Y síp, todo se volvió muy, pero muy real mientras se ponía sus pantalones cortos y se apresuraba a entrar en el baño. Se encargó de todo lo mejor que pudo mientras Sasuke hablaba con el inglés a través de la puerta, y cuando volvió a salir, él se había puesto sus pantalones y se paseaba preocupado.

Levantó su mano de que pudiera decir algo.

—Ve a verlo.

—Sakura…

—¿Si aunque sólo sea cierto una cuarta parte de lo que te preocupa? Vas a necesitarlo.

—¿A dónde vas a ir?

—No lo sé. Creo que básicamente hemos terminado hasta mañana a primera hora.

En mucho más de un sentido.

—¿Puedes quedarte? —espetó.

Sus cejas se levantaron.

—Quedarme como… no querrás decir aquí a pasar la noche. Eso es una locura.

En una casa en dónde el personal técnicamente no podía usar la mitad de las puertas, ella despertando en la cama del hijo más joven y mientras todavía trabajaba en Oriental era imposible.

Ah, sí, pensó. Los buenos y viejos días de salir con él, cuando se extenuó a sí misma tratando de mantener todo en secreto.

—En cualquier lado —dijo— En una de las casas de campo. No me importa.

—Sasuke. Escucha, esto no es… no vamos a regresar a la forma en la que era antes, ¿recuerdas? No sé por qué hice lo que acabo de hacer, pero eso no quiere decir…

Se acercó a ella, atrayéndola para darle un beso, su lengua penetrando su boca. Dios la ayude, después de un momento, le devolvió el beso. Incluso cuando su cabeza le decía que no, su cuerpo tenía sus propias ideas.

—Sí importa —dijo contra sus labios— Esto importa para mí incluso más que mi familia. ¿Sakura me escuchas? Siempre me has importado, y siempre me importarás más que nada.

Con eso, se alejó y se dirigió hacia la puerta, haciendo una pausa para nivelar una intensa mirada por encima de su hombro; del tipo que era una de compromiso, si alguna vez hubiera visto uno.

Sentándose a los pies de la cama, miró la puerta contra la que tuvieron sexo. La pintura al óleo en el piso se encontraba completamente arruinada, el lienzo rayado y roto, pero ella no se acercaría y trataría de evaluar los daños. Solo se quedó ahí e intentó convencerse de que esto no era una señal de Dios. Pasó un tiempo antes de que dejara la habitación, y tuvo cuidado junto a la puerta, a la escucha de voces o sonidos de pasos antes de abrir la puerta un poco y echar un vistazo. Cuando no hubo nada excepto el silencio, todo lo que hizo fue saltar en el medio del corredor y empezó a caminar rápido.

La habitación de Shion se encontraba cruzando el pasillo y un poco hacia abajo, y cuando pasó por allí, pudo oler el perfume costoso de la mujer.

Un muy buen recordatorio, no es que lo necesitara, de por qué debió haberse ido después de esa primera interrupción. En lugar de llevarlo hacia el siguiente nivel ante una carrera muerta.

Solo ella tenía la culpa.