Ni la historia ni los personajes me pertenecen.

12

Mientras Sasuke corría por las escaleras, en todo lo que podía pensar era en lo mucho que deseaba una copa en la mano. Las buenas noticas, probablemente las únicas que tendría, fueron que cuando llegó a la sala; Naruto T. estaba sirviéndose alguna Reserva Familiar, el sonido del bourbon golpeando el hielo punzaba la propia ansiedad de sus dedos, como un adicto hecho y derecho.

—¿Te importaría compartir la riqueza? —murmuró mientras deslizaba las puertas de madera con paneles en su lugar a ambos lado de la habitación.

Había mucho que no quería que nadie más escuchara.

—Sería un placer —Le entregó una saludable cantidad en un pequeño vaso de cristal— Largo día, ¿eh?

—No tienes ni idea.

Sasuke chocó su vaso con el del otro hombre.

—¿Qué puedo hacer por ti?

Naruto T. bebió su bourbon y regresó al bar.

—Me enteré de tu directora. Mis condolencias.

—Gracias.

—¿Tú la encontraste?

—Así es.

—Estar allí, hacer eso —El abogado se dio la vuelta y sacudió la cabeza— Cosas difíciles.

No sabes ni la mitad de eso.

—Escucha, no quiero presionarte, pero…

—¿Vas en serio con el divorcio?

—Absolutamente.

—¿Tienes un acuerdo prenupcial?

Cuando Sasuke negó con su cabeza, Naruto maldijo.

—¿Alguna posibilidad de que te haya engañado?

Sasuke se frotó la sien y trató de sacar lo que acababa de suceder con Sakura… y lo que vio en la portátil. Quería decirle a Naruto T. que se reuniera con él mañana, pero los problemas con Shion esperarían a la vuelta de la esquina, sin importar que su familia fuera, o no, a derrumbarse en llamas financieramente. De hecho, probablemente era mejor seguir adelante en lugar de sentarse a reflexionar las cosas con su padre. ¿Mientras más rápido la sacara de la casa? Menos información interna podría vender a los tabloides. No es que no pudiera verla volviéndose una cabeza parlante al mínimo común denominador si las cosas resultaban mal para los Uchihas.

—Lo siento —dijo entre tragos— ¿Cuál fue la pregunta?

—¿Te ha engañado?

—No que yo sepa. Sólo ha estado en esta casa por dos años, viviendo de mi familia y consiguiendo manicuras.

—Eso es muy malo.

Sasuke arqueó una ceja.

—No sabía que tenías una visión tan ictericia del matrimonio.

—Si te hubiera engañado, eso podría usarse para reducir la pensión alimenticia. Kentucky es un estado sin culpa para el divorcio, pero las fechorías como las aventuras o el abuso pueden usarse para mediar en la manutención del cónyuge.

—No he estado con nadie más.

Bueno, excepto por Sakura hace un rato, en el piso de arriba; y en mi cabeza cerca de unas cien mil veces antes de eso.

—Eso no importa a menos que busques el apoyo de Shion.

—Ni de chiste. Todo lo que deseo de esa mujer es una separación limpia.

—¿Sabe sobre esto?

—Le he comentado.

—Pero ¿lo sabe?

—¿Me trajiste papeles para firmar ahora? —Cuando el abogado asintió, Sasuke se encogió de hombros— Bueno, entonces, estará consciente de lo en serio que voy tan pronto como lo reciba.

—Una vez que tenga tu firma iré directamente al centro y presentaré esta petición. El tribunal tendrá que concluir que el matrimonio está irremediablemente roto, pero creo, dado que los dos han estado viviendo separados por cerca de dos años, que eso no será un problema. Te advierto, no hay forma de que ella renuncie a pedirte solvencia. Y hay una posibilidad de que te cueste, especialmente porque su nivel de vida ha sido muy alto en esta casa. Supongo que ¿algunos de tus fideicomisos se han derribado?

—Estoy en el primer nivel. El segundo se activa cuando tenga cuarenta.

—¿De cuánto es tu ingreso anual?

—¿Eso incluye las ganancias en el póker?

—¿Sabe ella sobre esas? ¿Presentas esos fondos en los impuestos sobre la renta?

—No y no.

—Entonces dejemos eso fuera de la mesa. Así que, ¿cuál es tu número?

—No lo sé. Nada grotesco, sólo un millón o algo así. Es como una quinta parte de los ingresos generados fuera del corpus.

—Ella irá tras eso.

—Pero no tras del corpus ¿cierto? Creo que hay una cláusula que así lo dice.

—Si se trata de la Irrevocable de la Familia Uchiha de 1968, la cual creo que es, mi padre redactó los términos, así que puedes apostar tu mejor botella a que tu futura ex-esposa no invadirá nada. Por supuesto, necesitaré ver una copia de los documentos.

—Prospect Trust lo tiene todo.

Naruto T. pasó a través de varios: llena esto, contrarresta esto, revela lo que sea; pero Sasuke se desconectó. En su cabeza, se encontraba arriba, en su habitación con la puerta cerrada y Sakura completamente desnuda en su cama. Él estaba encima de ella con sus manos y boca, cerrando la distancia de los años y regresando a donde habían estado antes de que Shion apareciera en ropa materna de diseñador. Cualquier cosa que estuviera enfrentando con su padre y la deuda… sería mucho más fácil si tuviera a Sakura con él, y no únicamente en una forma sexual.

Los amigos se ayudaban entre sí ¿cierto?

—¿Suena bien?

Sasuke volvió a concentrarse en su abogado.

—Sí. ¿Cuánto tiempo?

—Como dije, presentaré todo hoy con otro "amistoso" juez que me debe un favor o dos. Y Kakashi Hatake ha accedido a entregarle a ella la convocatoria inmediatamente. Luego viene lo de discutir el arreglo matrimonial, y mi conjetura es que ella conseguirá un abogado muy bueno de su lado por el que tú pagarás. Han estado viviendo juntos por más de sesenta días, pero necesitará irse de la casa lo más pronto posible si te vas a quedar aquí. No quiero tropezar con ese alambre y retrasar estos dos meses, gracias a un argumento de cohabitación del otro lado. Mi suposición es que impugnará todo, debido a que querrá tanto dinero como le sea posible. Mi objetivo, sin embargo, es sacarla de tu vida con la ropa puesta y ese anillo de un cuarto de millón de dólares que le diste, y eso es todo.

—Suena bien para mí —Especialmente porque no sabía si había algún otro lugar en donde caerse muerto además de sus propias cuentas— ¿En dónde firmo?

Naruto T. hizo trabajo breve con varios pedazos de papel, presentándolos para que los firmara, con tinta azul, sobre la esquina de la barra. Todo hubo acabado antes de que Sasuke pudiera terminar su bourbon.

—¿Quieres que te dé un acuerdo de retención? —preguntó mientras le daba el Montblanc a su abogado.

Naruto T. terminó su propia bebida; luego colocó más hielo y más Reserva de la Familia en su vaso.

—Es gratis.

Sasuke retrocedió.

—Vamos hombre, no puedo dejarte hacer eso. Déjame…

—No. Francamente, ella no me agrada, y no pertenece a esta casa. Estoy considerando este caso de divorcio como un servicio de limpieza. Un barrido de escoba para sacar la basura.

—No sabía que te desagradaba tanto.

Naruto T. colocó sus manos en sus caderas y se quedó mirando al Oriental.

—Aquí seré completamente honesto.

Sasuke sabía hacia dónde se dirigían las cosas por la manera en la que el abogado apretaba la mandíbula.

—Continúa.

—Cerca de unos seis meses después de que te fueras de aquí, Shion me llamó. Me pidió que viniera, cuando dije que no, se presentó en mi casa. Buscaba a un "amigo", como ella misma lo dijo, luego bajó su mano por mis pantalones y se ofreció a arrodillarse. Le dije que no se encontraba en su sano juicio. Aunque me sintiera atraído por ella, lo que jamás ha pasado, tú familia y la mía han estado unidas por generaciones. Nunca, en ningún momento, estaría con una esposa suya, divorciada o separada, mucho menos estando juntos. Además, Hinata es un buen estado para entrar a la universidad; pero no me casaría con una chica de allí, y eso era lo que de verdad le interesaba.

Hombre, algunas veces odiaba tener razón sobre esa perra, en verdad lo detestaba.

—No estoy sorprendido, pero me alegro que me lo hayas dicho —Sasuke le tendió su mano— Te devolveré el favor. Algún día.

—Estoy seguro de que lo harás. Ahora, si me disculpas, voy a llevar esto corriendo a la corte.

El abogado renunció a lo que le ofrecía, se inclinó muy ligeramente y luego se fue con el vaso todavía en su mano.

—Pueden arrestarte por llevar un envase abierto —gritó Sasuke— Sólo para tu información.

—No si no pueden atraparme —gritó en respuesta Naruto T.

—Loco —murmuró Sasuke mientras terminaba su propia bebida.

Cuando fue a servirse otro trago, sus ojos se dirigieron a la pintura de óleo sobre la repisa de la chimenea. Era de Izuna Uchiha, el primer miembro de la familia que hizo dinero suficiente para distinguirse de sus compañeros al posar para un importante artista americano. ¿Estaba él, en este mismo momento, revolcándose en su tumba? O eso vendría después… porque donde acababan de hundirse se pondría incluso peor.


Hina bajó en una oleada de pánico por la gran escalera de Oriental.

Tan pronto como vio el Jaguar marrón de época estacionarse en la casa, tuvo que cambiarse la ropa que había usado en la cárcel, por Dios Santo, y se puso un vestido de seda que le quedaba un poco arriba de las rodillas a la perfección. También se tomó un momento para peinar su cabello. Se roció más perfume. Deslizó sus pies en un par de bailarinas que hacían que sus tobillos lucieran más delgados que nunca.

A juzgar por las puertas cerradas del salón, sabía que su hermano hablaba con Naruto T. acerca de La Situación. O… Situaciones. Los dejó en paz.

En lugar de tocar, salió por la puerta principal y esperó cerca del anticuado convertible. La temperatura todavía era de veintiséis grados centígrados a pesar de que empezaba a atardecer, y había una calidez en el aire, o tal vez sólo eran sus nervios. Para tener un poco de sombra, se quedó bajo una de las grandes magnolias que crecían cerca de la casa. Mirando al auto, recordó los tiempos en los que había estado dentro de él con Naruto T., el viento nocturno en su cabello, su mano entre sus piernas mientras los conducía por los sinuosos caminos hasta su granja.

El convertible había sido comprado por el señor Minato T. el día del nacimiento del hombre que se convertiría en el único varón vivo de su descendencia. Y había sido dado al joven Naruto T. en su cumpleaños número dieciocho, con instrucciones estrictas de que no se matara en la maldita cosa. Y lo gracioso era, que la instrucción encontró un hogar: sólo cuando se encontraba detrás del volante de un auto, Naruto T. era cuidadoso. Hina sospechó por mucho tiempo que esto era debido a que sabía que si algo le sucedía, su árbol familiar habría terminado. Era el único miembro de su generación que había sobrevivido. Un montón de tragedia. Por lo cual, hasta este momento, le había tenido un poco de apreciación.

Mientras esperaba, su corazón latía rápidamente, pero no con dificultad; el aleteo en su pecho haciendo que se mareara. O tal vez era por el calor, Naruto T. abrió la puerta principal y salió de Oriental, un vaso de cristal con bourbon en su mano. Su apuesta figura encajaba a la perfección en ese traje, su rostro asombroso, y su maletín con monograma. Traía puestos un par de lentes de sol con montura de oro, y su grueso y oscuro rubio estaba peinado hacia atrás, fuera de su frente alta, ese mechón en la parte de enfrente haciéndolo parecer a la moda cuando, de hecho, eso jamás había sido necesario.

Se detuvo cuando la vio. Luego arrastrando las palabras dijo:

—¿Viniste a agradecerme por salvarte?

—Necesito hablar contigo.

—¿Oh? ¿Estás tratando de negociar un anticipo usando algo más que dinero? —Bebió el licor y colocó la copa en el primer escalón, como sólo alguien que había vivido con ayuda toda su vida podría hacerlo— Soy susceptible a todas las sugerencias.

Midió cada paso que dio hacia ella y su auto. Conocía tan bien ese cuerpo suyo, ese cuerpo duro y musculoso que desmentía al agricultor que era en su alma, por debajo de todos sus atavíos lujosos de abogado.

Himawari sería alta como él. Y era inteligente como él lo era. Desafortunadamente, la chica también era tan estúpida como su madre, aunque tal vez crecería fuera de eso.

—¿Y bien? —dijo mientras colocaba su maletín en el asiento del copiloto— ¿Tengo que elegir la forma en la que pagarás tu cuenta?

A pesar de sus anteojos de sol, podía sentir sus ojos sobre ella. La deseaba, siempre la deseó, y a veces, la odiaba por eso: no era un hombre que apreciaba las limitaciones, incluso de su propia creación. Ella era igual.

Naruto T. sacudió la cabeza.

—No me digas que el gato te ha comido la lengua. Sería una lástima perder ese pedazo tan particular de tu anatomía.

—Naruto.

Al instante en que escuchó el tono en su voz, frunció el ceño y se quitó sus gafas de sol.

—¿Qué pasa?

—Yo…

—¿Alguien te maltrató en esa cárcel? Porque voy a ir allí personalmente y…

—Cásate conmigo.

Se congeló, todo se detuvo, su expresión, su respiración, tal vez incluso su corazón. Luego dejó salir una carcajada.

—Claro, claro, claro. Por supuesto que tú…

—Hablo en serio.

La puerta del auto se abrió en silencio, un testimonio del meticuloso cuidado que le daba al vehículo.

—El día en que sientes cabeza con cualquier hombre será la víspera de la Segunda Venida.

—Naruto, te amo.

Le lanzó una mirada sardónica.

—Oh, por favor…

—Te necesito.

—La cárcel en verdad te molestó ¿no? —Se sentó en el asiento del conductor y miró por encima del capó del auto por un momento— Mira, Hina, no te sientas mal por haber estado allí ¿de acuerdo? Me las arreglé para limpiar todo en el Cuartel General, así que ni siquiera llegó al registro. Nadie lo sabrá.

—No es por eso. Sólo… casémonos. Por favor.

Mirándola, frunció profundamente el ceño, sus cejas se juntaron por completo.

—En verdad parece que hablas en serio.

—Lo estoy —No era nada tonta. Después le contaría de Himawari, cuando fuera más difícil para él salir corriendo, cuando hubiera papeles de por medio para mantenerlos juntos hasta que él superara lo que ella había hecho— Tú y yo estábamos destinados a estar juntos. Lo sabes. Lo sé. Hemos estado en esta relación durante toda una vida, tal vez más. Sales con camareras, peluqueras y masajistas porque ellas no son yo. Llevas a cada una de las mujeres hasta mi estándar, y todas caen. Estás obsesionado conmigo al igual que yo contigo. Detengamos la mentira y hagámoslo bien.

Él movió sus ojos de regreso al capó y pasó sus hermosas manos por ese volante de madera.

—Déjame preguntarte algo.

—Lo que sea.

—¿A cuántos hombres les has dicho eso? —La miró de nuevo— ¿Eh? ¿A cuántos, Hina? ¿Cuántas veces has usado esas líneas?

—Es la verdad —dijo con voz rota.

—¿Probaste el tono suplicante también con ellos, Hina? ¿Les hiciste esos ojos?

—No seas cruel.

Después de un largo silencio, él negó con su cabeza.

—¿Recuerdas la fiesta de mi cumpleaños número treinta? ¿La única que tuve fuera de mi granja?

—Eso no tiene nada que ver con…

—Fue una buena sorpresa. No tenía idea de que todos estaban esperándome. Entré a mi casa, y ¡sorpresa! Todas esas personas aplaudiendo, y yo buscándote…

Ella levantó sus manos.

—¡Naruto eso fue hace cinco años! Fue…

—En realidad, ha sido toda la historia de nuestra relación, Hina. Te busqué, atravesé la multitud, buscándote…

—¡Eso no importó! Ellos no importaban…

—A ti, porque como dijiste, soy un estúpido, y tú eras la única persona que en verdad quería allí. Y te encontré, todo bien. Follando a ese jugador de polo argentino, quien era un invitado de Neji, en mi cama.

—Naruto…

—¡En mi cama! —espetó, golpeando su puño en el salpicadero— ¡Mi jodida cama, Hina!

—De acuerdo ¿y qué hiciste? —Se lanzó hacia adelante y lo señaló con un dedo— ¿Entonces qué hiciste? Tomaste a mi compañera de cuarto de la universidad y a su hermana y tuviste sexo con ellas en la piscina…

Maldijo en voz baja.

—¿Qué se suponía que hiciera? ¿Dejar que me pasaras por encima? Soy un hombre, ¡no uno de tus jodidos y patéticos amigos! No voy a…

—¡Estuve con el jugador de polo porque la semana anterior te desviaste de tu camino para dormir con Catherine! Habíamos sido amigas desde que tenía dos, Naruto. Tuve que sentarme a escucharla divagar sobre cómo le habías dado el orgasmo de su vida en la parte trasera de este mismo auto. ¡Después de haber estado conmigo la noche anterior! Así que no hablemos de cómo tú has sido el único que…

—Detente —De repente, pasó una mano por su cabello— Detenlo, detén todo... ya no haremos esto, Hina. Estamos peleando por la misma dinámica que tuvimos cuando éramos adolescentes…

—Peleamos porque nos importa y somos demasiado orgullosos para admitirlo —Cuando él guardó silencio de nuevo, ella tuvo la esperanza efervescente de que estuviera reconsiderando las cosas— Naruto, eres el único hombre al que he amado. Y yo soy lo mismo para ti. Así es cómo es. Si necesitamos detener algo, son las peleas y las heridas. Ambos somos demasiado orgullosos y obstinados para nuestro propio bien.

Hubo un largo silencio.

—Hina, ¿por qué ahora?

—Es sólo… es tiempo.

—¿Todo porque fuiste requisada al desnudo a las diez de esta mañana?

—Deberías.

Naruto T. negó con su cabeza.

—No sé si hablas en serio o no, pero ese no es mi problema. Permíteme ser bastante claro…

—Naruto —Se rompió— Te amo.

Y lo decía en serio. Lo sentía hasta el alma: la aterradora convicción de que las cosas irían muy mal para su familia había echado raíces, y estas se esparcieron, trayendo consigo un tipo de claridad que jamás había tenido antes. O tal vez era más… un coraje que había estado ausente. A pesar de todos sus años juntos, jamás le había dicho cómo se sentía realmente. Había sido todo sobre la postura y constante competencia. Bueno, y el nacimiento de su hija, no es como si él no lo supiera todavía.

—Te amo —susurró.

—No —Dejó caer su cabeza y apretó ese volante como si estuviera buscando algún tipo de fortaleza en su interior— No… no puedes hacer esto, Hina. No conmigo. No trates de pretender tanto. No es saludable para ti… y no creo que lo sobreviviré ¿de acuerdo? Necesito funcionar, mi familia me necesita. No dejaré que jodas con mi cabeza tanto…

—Naruto…

—¡No! —gritó.

Entonces la miró, y sus claros ojos eran fríos y estaban entrecerrados, como si viera a un enemigo.

—Primero que todo, no te creo ¿de acuerdo? Creo que estás mintiendo para manipularme. Y ¿en segundo lugar? Jamás permitiré que una esposa mía me falte al respeto de la forma en la que tú lo harás con tu esposo. Eres constitucionalmente incapaz de ser monógama, y para ir más al grano, estás demasiado aburrida como para valorar una relación sostenible. Tú y yo podemos tener un rollo de vez en cuando, pero nunca honraré a una puta como tú con mi apellido. ¿Menosprecias a las meseras? Está bien. Pero preferiría mucho más que alguien como ellas llevaran mi anillo en su dedo que una mocosa malcriada y desleal como tú.

Encendió el motor, el dulce olor de aceite y gasolina quemando brevemente la caliente brisa.

—Te veré la próxima vez que tenga una picazón que no pueda rascarme. Hasta entonces, diviértete con el resto de la población.

Hina tuvo que colocar las dos manos sobre su boca mientras él retrocedía y se marchaba, el anticuado auto desapareciendo por el largo camino en la colina.

Tras su tormenta, las lágrimas cayeron de sus ojos, disolviendo su rímel, y por una vez no le importó. Se había arriesgado con él.

Y falló.

Era su peor pesadilla volviéndose realidad.


—Oh, ¿Lisa?

Tan pronto como Sakura escuchó el acento sureño filtrarse a través del invernadero, se congeló, lo cual era inconveniente porque se encontraba deshaciendo las mesas de los ramos, y tenía una equilibrada sobre un lado.

—¿Lisa?

Mirando por encima, encontró a la esposa de Sasuke de pie en el marco de la puerta como si estuviera posando para una cámara, con una mano en la cadera, apartándose el cabello con la otra. Llevaba pantalones Mary Tyler Moore de seda rosa de la era de Laura Petrie y una blusa suelta de corte bajo del color del atardecer. Los zapatos eran puntiagudos y tenían un tacón bajo, ¿y por si fuera poco? Una dramática bufanda vaporosa en un amarillo y verde ácido que se hallaba envuelta alrededor de sus hombros y atada sobre sus pechos perfectos.

En definitiva, todo el asunto creaba una impresión de Fresca, Encantadora y Tentadora; y hacía que alguien que estaba Cansada, Ansiosa y Estresada se sintiera deficiente no sólo a nivel de cabello y guardarropa, sino hasta nivel molecular.

—¿Sí? —dijo Sakura mientras volvía a golpear una de las patas de las mesas para contraerla.

—¿Podrías dejar de hacer eso? Hace mucho ruido.

—Será un placer —dijo Sakura entre dientes.

Por alguna razón, a medida que la mujer jugaba con sus ricitos de oro, el destello del gran diamante en su mano izquierda era como si alguien lanzara la bomba M varias veces.

Shion sonrió.

—Necesito tu ayuda para una fiesta.

¿Podremos sólo llegar al día de mañana primero?

—Será un placer.

—Es una fiesta para dos —Shion sonrió mientras aflojaba esa bufanda y se adentraba más a la habitación— Oh, hace calor aquí. ¿Puedes hacer algo al respecto?

—A las plantas les va mejor en el calor.

—Ah —Extendió la bufanda y la puso junto a algunos de los ramos de flores que serían colocados en las salas públicas de la casa— Bueno.

—¿Decía?

Esa sonrisa regresó.

—Se acerca mi aniversario y el de Sasuke, y me gustaría hacer algo especial.

Tragó saliva y se preguntó si esto era una especie de juego enfermo. ¿La mujer había escuchado algo a través de la puerta de la planta superior? ¿Las paredes?

—¿Pensé que se casaron en julio?

—Qué amable de tu parte recordarlo. Eres tan atenta —Shion inclinó la cabeza a un lado y la miró fijamente como si estuvieran teniendo un momento— Nos casamos en julio, pero tengo una noticia especial para compartirle, y pensé que podríamos celebrar un poco antes.

—¿En qué estaba pensando?

Sakura no la siguió muy bien a medida que salían todo tipo de ideas. Lo único que sobresalió fue "romántico" y "privado." Como si Shion estuviera deseando darle un baile erótico a su marido.

—¿Lisa? ¿Estás tomando nota de esto?

Bueno, no, porque no tengo lápiz y papel en mano, ¿verdad? Y posdata, creo que voy a vomitar.

—Estoy feliz de hacer lo que desee.

—Eres tan servicial —La mujer asintió hacia el jardín y la carpa afuera— Sé que todo será hermoso mañana.

—Gracias.

—Y podemos hablar más tarde. Pero, de nuevo, estoy pensando en una cena romántica en una suite en el centro, en el hotel Cambridge. Puedes proporcionar las flores y decoraciones especiales, quiero cubrir todo en tela de modo que sea como que estamos en un lugar exótico, sólo nosotros dos.

—De acuerdo.

¿Le mintió Sasuke? Y si lo hizo… bueno, ella podría hacer que Kurenai se encargara de todo en el almuerzo de la carrera mientras se quedaba en su granja con un bote de tres litros de helado de chocolate. Excepto que ella y su compañera no se hablaban.

Fantástico.

—Eres la mejor —Shion revisó su reloj de diamantes— Ya es hora de que te vayas a casa, ¿no es así? Es un gran día mañana, necesitarás tu sueño de belleza. Hasta luego.

Cuando Sakura se encontró sola de nuevo, se sentó en una de las cubetas volteadas y puso las manos sobre sus muslos, frotando arriba y abajo.

Respira, se dijo. Sólo respira.

Kurenai tenía razón, pensó. Ella no estaba al nivel de estas personas, y no porque no era más que una humilde jardinera. Ellos jugaban un juego que sólo podía perder.

Tiempo de salir, decidió. El sueño de belleza no sucedería, pero al menos podría tratar de dejar su cabeza bien puesta antes de que la bomba estallara mañana.

Levantándose, estaba a punto de irse cuando vio esa bufanda. Lo último que quería hacer era entregarle de nuevo la pieza de seda a Shion como si ella fuera un labrador devolviéndole una pelota de tenis a su dueño. Pero se encontraba justo al lado de todos esos ramos, y conociendo su suerte, algo gotearía o caería sobre eso y tendría que ahorrar hasta tres meses de sueldo para comprar una nueva. El guardarropa de Shion era más caro que todos los vecindarios en Charlemont.

Recogiendo la cosa esa, pensó que la mujer no podría haber ido muy lejos con esos estúpidos zapatos de tacón de gatito. No sería difícil localizarla.


Hina seguía de pie debajo del árbol de magnolias en donde Naruto T. la dejó cuando un auto apareció en la sinuosa calzada delantera. No fue sino hasta que la camioneta se detuvo frente a ella que se dio cuenta de que era del departamento del sheriff del condado de Washington. Por Dios, ahora por qué cosa su padre trataba de arrestarla.

Cortesía de la horrible excursión al centro de esta mañana, su primer instinto fue correr, pero llevaba tacones altos, y si realmente quería alejarse del oficial, tendría que salir huyendo a través de un lecho de flores.

Romperse la pierna no la ayudaría en la cárcel.

El sustituto Kakashi Hatake salió con un fajo de papeles en la mano.

—Señora —dijo, asintiendo hacia ella— ¿cómo está?

No sacó esposas. No parecía interesado en ella más que cortésmente.

—¿Está aquí por mí? —espetó.

—No —Sus ojos se estrecharon— ¿Está usted bien?

No, para nada, sustituto.

—Sí, gracias.

—Si me disculpa, señora.

—Así que, ¿no ha venido por mí?

—No, señora. —Se acercó a la puerta principal y comenzó a tocar el timbre— No he venido a eso.

¿Tal vez tenía que ver con Shizune?

—Por aquí —dijo, yendo hacia él— entre. ¿Está buscando a mi hermano?

—No, ¿se encuentra Shion Otsutsuki en casa?

—Probablemente. —Abrió la gran puerta, y el sustituto se quitó el sombrero de nuevo al entrar— Permítame… Ah, señor Shimura. ¿Podría por favor llevar a este caballero con mi cuñada?

—Será un placer —dijo el mayordomo con una reverencia— Por aquí, señor. Creo que se encuentra en el invernadero.

—Señora —le murmuró el sustituto, antes de alejarse a grandes zancadas tras del hombre inglés.

—Bueno, esto debería ser interesante —dijo una voz seca desde el salón.

Se giró bruscamente.

—¿Sasuke?

Su hermano se encontraba de pie delante de la pintura de Izuna Uchiha, y alzó su copa.

—Viva mi divorcio.

—En serio —Hina entró y se ocupó en el bar porque no quería que Sasuke se concentrara en sus ojos enrojecidos y cara hinchada— Bueno, al menos ya no tendré que quitarle la joyería de mamá de su cuello. Hasta nunca, y me sorprende que no quieras disfrutar del espectáculo.

—Tengo problemas mayores.

Hina llevó su bourbon con soda al sofá y se quitó sus tacones de aguja. Metiendo las piernas debajo del asiento, miró a su hermano.

—Te ves terrible —dijo.

Tan mal como se sentía, de hecho.

Se sentó frente a ella.

—Esto será duro, Hina. El dinero. Creo que esto es muy grave.

—Tal vez podamos vender acciones. Quiero decir, puedes hacer eso, ¿verdad? No tengo ni idea de cómo funciona todo esto.

Y por primera vez en su vida, deseó saberlo.

—Es complicado por la situación del fideicomiso.

—Bueno… estaremos bien —Cuando su hermano no dijo nada, frunció el ceño— ¿Verdad? ¿Sasuke?

—No lo sé, Hina. De verdad no lo sé.

—Siempre hemos tenido dinero.

—Sí, eso ha sido verdad.

—Lo haces sonar en tiempo pasado.

—No te engañes, Hina.

Inclinando la cabeza hacia atrás, se quedó mirando el techo alto, imaginando a su madre yaciendo en esa cama suya. ¿Ese también sería su propio futuro?, se preguntó. ¿Algún día se retiraría y correría las cortinas para que pudiera vivir en una bruma de drogas? Ciertamente, sonaba atractivo en ese momento... Dios, ¿Naruto T. realmente la había rechazado?

—Hina, ¿has estado llorando?

—No —dijo apaciblemente— Sólo alergias, querido hermano. Sólo alergias de primavera…