Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
13
Sakura salió a toda prisa del invernadero con la fragante bufanda de Shion, todo el perfume sobre la tela vaporosa espeso en su nariz, haciéndola querer estornudar. Era gracioso, podía estar rodeada de un millar de flores reales, pero cosa elegante y falsamente conservadora era suficiente para enviarla al borde de tomar una medicina para alergias.
A lo lejos, escuchó el inconfundible acento de Virginia de Shion y se dirigió en dirección al comedor para…
—¿Qué es esto? —demandó Shion.
Sakura se detuvo en seco y se apoyó en torno a la pesada moldura del arco. En la cabecera de la mesa larga y brillante, Shion se encontraba de pie junto a un ayudante del sheriff uniformado, que aparentemente le acababa de dar un grueso sobre.
—Ha sido notificada, señora —El ayudante asintió— Que tenga un buen día…
—¿A qué se refiere con notificada? ¿Qué significa…? No, no se irá hasta que abra esto. —Rasgó el sobre— Puede quedarse justo ahí mientras yo…
Los papeles salieron de un paquete que había sido doblado tres veces, y a medida que la mujer los desplegaba, el corazón de Sakura palpitaba furioso.
—¿Divorcio? —dijo Shion— ¿Divorcio?
Sakura se puso fuera de la vista y se pegó contra el muro. Cerrando los ojos, odió lo aliviada que se sentía, de verdad que sí. Pero no era como si pudiera fingir que no ser una tonta por segunda ocasión no era algo bueno.
—¡Esta es una petición de divorcio! —La voz de Shion se volvió más aguda— ¡¿Por qué está haciendo esto?!
—Señora, mi trabajo es entregar los papeles. Ahora que usted los ha aceptado…
—¡No los acepto! —Hubo un sonido de aleteo, como si en realidad se los hubiera lanzado al hombre— Lléveselos de vuelta…
—Señora —gritó el ayudante— le aconsejaré que recoja esos papeles del suelo… o no lo haga. Pero más de eso y la arrastraré a la corte atada al capó de mi patrulla sólo por ponerse agresiva con un oficial de la paz. ¿Estamos claros, señora?
Señal de lágrimas. Entre sollozos y lo que tenían que ser jadeos, Shion retrocedió a la carrera.
—Mi marido me ama. No lo hizo en serio. Él está…
—Señora, eso no es asunto mío ni me concierne. Buen día.
Fuertes pisadas se escucharon y se alejaron.
—Maldita sea, Sasuke —siseó la mujer con una dicción perfecta.
Al parecer la actuación ocurrió sólo cuando tenía una audiencia.
Sin previo aviso, el sonido de esos tacones por el piso se dirigió en dirección a Sakura. Mierda, no había tiempo para irse de… Shion dobló la esquina y saltó cuando vio a Sakura. A pesar de que la mujer había sacado lágrimas para ese ayudante, sus ojos se encontraban claros y libres de lágrimas, su maquillaje nada deshecho en lo más mínimo.
Rabia. Instantánea.
—¿Qué estás haciendo? —gritó Shion, con el cuerpo tembloroso— ¡Espiando!
Sakura le tendió la bufanda.
—Estaba trayéndole esto…
Shion se la arrebató.
—Largo de aquí. ¡Fuera! ¡Fuera!
Y no tienes que pedirlo dos veces, pensó Sakura mientras giraba y aceleraba por los grandes espacios abiertos. Cuando entró por la carpa y se movía alrededor de mesas y sillas, sacó su teléfono y le envió a Sasuke un mensaje alegre con un: "Nada serio, voy a casa después de un largo día".
Dios sabía que ese hombre tendría mucho en sus manos tan pronto como Shion lo encontrara. ¿Las buenas noticias, al menos para Sakura? Ninguna fiesta de aniversario por planificar. Y Sasuke había sido fiel a su palabra.
Fue difícil detener que una pequeña sonrisa surgiera en su rostro. Y cuando se negó a irse, la dejó quedarse donde estaba.
El teléfono de Sasuke dejó escapar un ding electrónico cuando Shion caminó por el salón, gritando su nombre mientras se dirigía a la gran escalera. No hizo nada para alertarla de su paradero, sólo la dejó ir arriba a causar cualquier escena que iba a montar frente a la puerta cerrada de su habitación vacía.
Era gracioso, apenas unas horas antes, que el hecho de que ella estuviera en pie de guerra habría sido un problema con el que tendría que haber lidiado. ¿Ahora? Estaba muy, pero muy por debajo en su lista de prioridades.
—Tengo que ir a ver a Neji —dijo Sasuke sin molestarse en comprobar quién le había enviado un mensaje de texto.
Hina sacudió la cabeza.
—Yo no lo haría. No está bien, y las noticias que compartirás sólo pueden empeorar las cosas.
Tenía razón. Neji ya odiaba a su padre. ¿La idea de que el hombre había robado los fondos?
Hina se puso de pie y se acercó al bar por otra bebida.
—¿Mañana todavía seguirá en pie?
—¿El almuerzo? —Se encogió de hombros— No sé cómo detenerlo.
Además, la mayoría ya ha sido pagado. La comida, el licor, los alquileres.
Se avergonzaba de la otra razón para mantener el evento en marcha. La idea de que el mundo pudiera saber tan siquiera una pista de los problemas que su familia potencialmente se enfrentaba era inaceptable para él.
El sonido de alguien que bajaba las escaleras alfombradas en un desgarro absoluto hizo que su hermana alzara una ceja.
—Parece que estás a punto de tener un momento matrimonial.
—Sólo si me encuentra…
Shion apareció en la entrada del salón, su rostro normalmente pálido y plácido se hallaba rojizo como una capa de alquitrán en una barbacoa.
—¿Cómo te atreves? —exigió su esposa.
—Supongo que estás empacando tus maletas, querida —dijo Hina con una sonrisa de la mañana de navidad— ¿Debería llamar al mayordomo?
Creo que te podemos conceder esa última cortesía. Considéralo tu regalo de despedida.
—No me iré de esta casa —Shion ignoró a Hina— ¿Me entiendes, Sasuke?
Rodeó el hielo en su vaso con el dedo índice.
—Hina, ¿nos darías un poco de privacidad?
Con un atento asentimiento, su hermana se dirigió al arco de la puerta, y mientras pasaba junto a Shion, se detuvo y volvió su mirada a él.
—Asegúrate que el mayordomo revise sus maletas por joyería.
—Eres una perra —siseó Shion.
—Sí, lo soy —Hina se encogió de hombros como si la mujer apenas y valiera la pena el aliento para hablar— Y también tengo derecho al nombre y el legado Uchiha. Tú no. Hasta luego.
Cuando Hina le lanzó un gesto de despedida con la mano, Sasuke se acercó y trasladó su cuerpo entre las dos para que pudieran evitar un momento como el de la pelea de Alexis y Krystle en el estanque de lirios24. Entonces, se acercó y cerró los paneles, a pesar de que no quería estar a solas con su esposa.
—No me iré —Shion se dio la vuelta para mirarlo— Y esto no está sucediendo.
Mientras tiraba la petición de divorcio al suelo a sus pies, todo lo que podía pensar era que no tenía tiempo para esto.
—Escucha, Shion, podemos hacer esto de la manera fácil o difícil, es tu elección. Pero entiende que si eliges la última, no iré sólo tras de ti, sino también de tu familia. ¿Cómo crees que se sentirían tus padres bautistas si recibieran una copia de tus registros médicos en su puerta? No creo que ellos estén a favor del aborto, ¿o sí?
—¡No puedes hacer eso!
—No seas estúpida, Shion. Hay todo tipo de personas a las que puedo llamar, personas que tienen deudas con la familia que se mueren por saldar. —Volvió a la barra y se sirvió más de la reserva familiar en su vaso— O qué tal esto: ¿Qué pasaría si esos registros médicos cayeran en las manos de la prensa, o tal vez un sitio en línea? La gente entendería por qué me estoy divorciando de ti… y pasarías un infierno para encontrar otro marido. A diferencia del norte, nosotros, los hombres sureños tenemos estándares para nuestras esposas, y esos no incluyen el aborto.
Hubo un largo silencio. Y luego, la sonrisa que vino hacia él fue inexplicable, tan confiada y tranquila, que se preguntó si se había vuelto una chiflada en los últimos dos años.
—Tienes más que mantener en secreto que yo —dijo en voz baja.
—Ah, sí —Tomó un gran sorbo desde el borde de su vaso— ¿Cómo sabes eso? Todo lo que hice fue lo correcto por una mujer a la que supuestamente dejé embarazada. Quién sabe si era mío, de todos modos.
Señaló el papeleo.
—Harás que eso desaparezca. Me permitirás quedarme aquí por todo el tiempo que quiera. Y vas a acompañarme a las festividades de la carrera mañana.
—¿En qué universo paralelo?
Puso la mano en su vientre.
—Estoy embarazada.
Sasuke soltó una carcajada.
—Intentaste eso una vez, cariño. Y todos sabemos cómo terminó.
—Tu hermana se encontraba equivocada.
—¿Sobre ti, robando joyas? Tal vez. Ya veremos.
—No, sobre el hecho de que no tengo todo el derecho de estar aquí. Y lo mismo pasa con mi hijo. De hecho, mi hijo tiene el mismo derecho al legado Uchiha como tú y Hina.
Sasuke abrió la boca para decir algo, y luego lentamente la cerró.
—¿De qué estás hablando?
—Me temo que tu padre no es mejor marido que tú.
Un tintineo se alzó desde su vaso, y bajó la mirada, notando desde una gran distancia que le temblaba la mano y hacía que el hielo se agitara.
—Eso es verdad —dijo Shion en una voz lenta y tranquila— y creo que todos estamos conscientes de la delicada condición de tu madre. ¿Cómo se sentiría si supiera que su marido no sólo le había sido infiel, sino que un niño iba a nacer? ¿Crees que tomaría más de esas píldoras de las que ya es tan dependiente? Probablemente. Sí, estoy segura de que ella lo haría.
—Perra —susurró.
En su mente, se vio a sí mismo cerrando las manos alrededor de la garganta de la mujer y apretando, apretando con tanta fuerza que comenzaría a luchar mientras su rostro se volviera morado y su boca se quedara boquiabierta.
—Por otro lado —murmuró Shion— ¿no disfrutaría tu madre saber que será abuela por segunda vez? ¿No sería eso motivo de celebración?
—Nadie podría creer que es mío —se escuchó decir.
—Oh, pero lo creerán. Se parecerá a ti, y he estado yendo a Manhattan regularmente para trabajar en nuestra relación. Todos aquí lo saben.
—Mientes. Nunca te he visto.
—Nueva York es un lugar muy grande. Y me he asegurado que todos en esta familia estén al corriente de que te he visto y disfrutado de tu compañía. También he hablado de ello con las chicas en el club, sus esposos en las fiestas, mi familia… todos han sido un gran apoyo para ti y para mí.
Mientras permanecía en silencio, ella sonrió dulcemente.
—Así que puedes ver cómo esos papeles del divorcio no serán necesarios. Y cómo no dirás nada de lo que pasó entre nosotros con nuestro primer bebé. Si lo haces, destaparé todo sobre tu familia y te avergonzaré delante de esta comunidad, tu ciudad, tu estado. Entonces, veremos cuánto tiempo te lleva ponerte tu traje funerario. Tu madre se encuentra ajena a todo, pero no completamente aislada, y su enfermera le lee el periódico cada mañana justo al lado de su cama.
Con una expresión satisfecha, Shion se dio la vuelta y abrió los paneles, abriéndose camino hacia el vestíbulo de mármol, una vez más la mujer de ocio con la sonrisa de Mona Lisa. Todo el cuerpo de Sasuke se sacudió, los músculos gritaban por acción, por venganza, por sangre, pero la ira ya no iba dirigida a su esposa. Estaba totalmente dirigida a su padre.
Cornudo.
Creía que esa era la palabra pasada de moda que se utilizaba para describir este tipo de cosas. Le habían puesto los cuernos con su propio y maldito padre.
Cuándo demonios se acabará este día, pensó él.
Sakura se dijo que no iba a revisar su teléfono. No cuando tomó la cosa de su bolso y la transfirió a su bolsillo trasero tan pronto como pasó por la puerta principal de su casa de campo. No mientras, unos quince minutos después, se aseguró de que el timbre estuviera encendido. Y ni siquiera cuando, diez minutos después de eso, desbloqueó la pantalla y se aseguró de que no se había perdido ningún mensaje o llamada.
Nada.
Sasuke no le habló para asegurarse de que llegó a casa. No respondió su mensaje. Pero vamos, ¿como si no tuviera un asunto delicado en sus manos? Cielos. Y aun así se sentía ansiosa mientras se paseaba. Su cocina se hallaba inmaculada, lo que era una pena porque podría haber usado algo para limpiar. Lo mismo ocurría con su habitación en el segundo piso, diablos, incluso su cama estaba hecha, y había lavado la ropa sucia la noche pasada. Lo único que encontró fuera de lugar fue la toalla que usó esa mañana para secarse después de bañarse. La colgó flojamente sobre la cortina de la ducha, y ya que todavía se hallaba dentro de la regla del día de dos para entrar en el cesto, todo lo que podía hacer era doblar la cosa a lo largo y enhebrarla en la vara que había en la pared.
Gracias a un día mayormente soleado, su casa estaba cálida hasta en el segundo piso y ella fue y abrió todas las ventanas. Una brisa que olía a la pradera alrededor de la propiedad sopló y se llevó la mala ventilación. ¿Podría hacer el mismo truco con su cabeza? Imágenes del día la bombardearon: Sasuke y ella riéndose cuando acababa de entrar a trabajar; ellos mirando su portátil; ambos…
Con todo revuelto en la cabeza, Sakura volvió a la cocina y abrió la puerta del refrigerador. No había mucho ahí. Ciertamente nada que tuviera interés en comer.
Mientras sentía la urgencia de volver a mirar su teléfono, se dijo que parara. Shion podía ser un problema en un buen día. Abofetearlo con los papeles del divorcio con la escena siendo presenciada por alguien del servicio… El sonido de unos pasos en el pórtico delantero llevó su mente al presente. Frunciendo el ceño, cerró el refrigerador y caminó hacia la sala. No se molestó en mirar quién era. Habían dos opciones: su vecino de la izquierda, que vivía a ocho kilómetros más abajo en la carretera y tenía vacas que frecuentemente rompían su cerca y vagaban en los campos de Sakura; o su vecino de la derecha, quien se encontraba apenas a un kilómetro y medio, y cuyos perros frecuentemente vagaban por ahí para echarle un vistazo a las vacas fuera del corral.
Comenzó a saludar mientras abría la puerta.
—Hola, hay…
No eran sus vecinos con disculpas por bovinos o caninos. Sasuke se encontraba de pie en su pórtico, y su cabello se veía peor que en la mañana, con las oscuras ondas levantadas de su cabeza como si hubiera estado tratando de sacárselo.
Estaba demasiado cansado para sonreír.
—Pensé en ver de primera mano si llegaste bien a casa.
—Oh, Dios, ven aquí.
Se encontraron en el medio, cuerpo a cuerpo, y ella lo abrazó con fuerza. Olía a aire fresco, y sobre sus hombros, vio que su Porsche tenía la capota abajo.
—¿Estás bien? —dijo ella.
—Mejor ahora. Por cierto, estoy un poco borracho.
—¿Y manejaste hasta aquí? Eso es estúpido y peligroso.
—Lo sé. Es por eso que lo estoy confesando.
Ella dio un paso atrás para dejarlo entrar.
—Estaba a punto de comer.
—¿Tienes suficiente para dos?
—Especialmente si vas a ponerte sobrio —Sacudió la cabeza— No más de beber y manejar. ¿Crees que tienes problemas en este momento? Trata en agregar el manejo bajo la influencia de alcohol a tu lista.
—Tienes razón —Miró alrededor, y luego fue hacia el piano y apoyó las manos en el liso protector de las teclas— Dios, nada ha cambiado.
Ella se aclaró la garganta.
—Bueno, he estado ocupada en el trabajo…
—Eso es algo bueno. Algo genial.
La nostalgia en su rostro mientras seguía viendo sus herramientas antiguas, su edredón colgando y su sencillo sofá era mejor que alguna palabra que pudiera haber dicho.
—¿Comida? —incitó ella.
—Sí. Por favor.
En la cocina, él fue directo y se sentó a su pequeña mesa. Y de repente, fue como si nunca se hubiera ido.
Ten cuidado con eso, se dijo a sí misma.
—Entonces, ¿cómo te gustaría…? —Se estiró a través del contenido de sus alacenas y el refrigerador— …bueno, ¿te gustaría un poco de la lasaña que congelé hace como seis meses, con una guarnición de papas fritas de una bolsa que abrí anoche, coronada con un viejo helado Graeter's Peppermint Stick?
Los ojos de Sasuke se enfocaron en ella y se oscurecieron.
Deeeee acueeeeeeeerdo.
Claramente, planeaba tener algo más de postre, y mientras, su cuerpo se calentaba de adentro hacia afuera, eso estaba más que bien con ella. Rayos, en verdad no escuchaba a su sentido común. Deshacerse de su esposa era solo la punta del iceberg para ellos, y tenía que mantener eso en mente.
—Creo que eso suena como la mejor comida del mundo.
Sakura cruzó los brazos y se recostó contra el refrigerador.
—¿Puedo ser honesta?
—Siempre.
—Sé que Shion recibió los papeles del divorcio. Fue algo con lo que lidié. No pretendía ver al diputado hacer el acto.
—Te dije que estaba terminando las cosas.
Ella se frotó la frente.
—Como dos minutos antes de eso, ella vino a mí para planear una cena de aniversario para ustedes.
Hubo una silenciosa maldición.
—Lo lamento. Pero te lo digo en este momento, no hay futuro en las cartas para ella y yo.
Sakura lo miró fijamente por largo rato, y en respuesta, él no se movió, no pestañeó, no dijo otra palabra. Simplemente se sentó ahí… y dejó que sus acciones hablaran por él.
Maldita sea, pensó. En serio, en serio no quería enamorarse de él otra vez.
Mientras la noche se asentaba sobre los establos, Neji se encontró cayendo en su rutina normal de la tarde. ¿Vaso con hielo? Listo. ¿Alcohol? Listo; esta noche ginebra. ¿Silla? Listo… Excepto que cuando se sentó y enfrentó todas esas cosas necesarias, tamborileó los dedos en el apoyabrazos en lugar de usarlos para romper el sello de la botella.
—Vamos —se dijo— Sigue con el programa.
A la una… no. Por alguna razón, la puerta de la cabaña hablaba más con él que la ginebra cuando se trataba de las cosas que necesitaba abrir.
El día había sido largo, con un viaje a las llanuras de Steeplehill para revisar esos dos caballos y hacer la llamada, a su veterinario y a su entrenador, de que Pequeño Saltador tuvo que ser tratado por ese problema en el tendón. Luego regresó, y consiguió evaluar a cinco de sus yeguas de cría y sus embarazos, revisar el libro y las cuentas con Lee. Por lo menos había habido buenas noticias en ese frente. Por segundo mes consecutivo, la operación no solo fue autosustentable, sino que también dejó un beneficio. Si seguía así, iba a ponerle fin a esas transferencias del fidecomiso de su madre, esas que habían estado proveyendo una entrada regular de dinero en su negocio desde los ochentas.
Quería ser totalmente independiente de su familia. De hecho, una de las primeras cosas que hizo cuando salió del hospital de rehabilitación fue rechazar sus distribuciones fiduciarias. No quería tener nada que ver con fondos siquiera remotamente asociados con la Compañía de Bourbon Uchiha, y toda la posición social de sus fidecomisos directamente relacionados con la CBB. De hecho, no había descubierto las transferencias de su madre al Red & Black hasta casi seis meses después, y en ese momento, los establos apenas comenzaban a despertar a la vida. ¿Si las detenía a ese punto? La operación se habría ido a pique. Había pasado largo tiempo desde que alguien con cualquier tipo de visión para los negocios estuvo en la empresa de los caballos, y ahora cualquiera que fuera su debilidad, su truco para hacer dinero permanecía ileso.
Un mes más. Entonces sería libre.
Dios, se sentía más cansado de lo usual. También más adolorido. ¿O tal vez ambos se encontraban estrechamente entrelazados? Y aun así no podía recoger la botella.
En su lugar, se levantó con ayuda del bastón y se dirigió hasta las cortinas, que habían estado cerradas desde el día que se mudó. En ese momento afuera estaba negro como el carbón, solo las enormes luces de sodio en lo alto de los graneros lanzaban un haz de luz contra la oscuridad.
Maldiciendo en voz baja, fue a la puerta principal y la abrió. Se detuvo por un momento. Cojeó hacia la oscuridad. Neji cruzó el césped con andar irregular y se dijo que iba a darle un vistazo a esa yegua que tenía problemas.
Sí, eso era lo que haría.
No iba a echarle un vistazo a Hanabi Hyuga. Nop. No estaba, por ejemplo, preocupado por no haberla visto abandonar el granero en todo el día y que eso significaba que tal vez no tuviera comida en su apartamento. Tampoco estaba, se dijo, asegurándose de que tuviera agua caliente porque, después de las doce horas que pasó acarreando carretillas, sacos de grano que eran del tamaño de su camión, y balas de heno que picaban, probablemente iba a estar adolorida y necesitando una buena ducha.
Se encontraba absolutamente, positivamente…
—Maldita sea.
Sin siquiera ser consciente de ello, fue a la puerta lateral del granero B… esa que se abría a la oficina, también al conjunto de escaleras que lo llevarían a su lugar. Bueno, considerando que ya se hallaba ahí… podría también ver cómo le iba. Por la lealtad a su padre, por supuesto.
Él no pasó una mano por su cabello antes de girar el pomo… Está bien, tal vez solo un poco, pero solo porque necesitaba un corte de pelo y la cosa caía sobre sus ojos.
Las luces activadas por movimiento se encendieron cuando entró al área de la oficina, y todos esos escalones de la antigua zona del pajar se cernieron sobre su cabeza como una montaña que iba a tener que luchar para subir. Y qué sabes tú, su pesimismo se encontraba bien fundado: tuvo que tomar un descanso a medio camino. Y otro tan pronto como alcanzó la cima. Y ahí fue cuando escuchó la risa. La de un hombre. La de una mujer. Viniendo del apartamento de Lee.
Frunciendo el ceño, Neji miró hacia la puerta de Hanabi.
Acercándose, colocó su oreja contra los paneles. Nada… ¿Cuando hizo lo mismo en la puerta de Lee? Pudo escucharlos a ambos, el fuerte arrastre de palabras sureñas yendo de ida y vuelta como el violín y el banjo de una banda de Bluegrass.
Neji cerró los ojos por un momento y se hundió contra la puerta cerrada. Luego se enderezó y bajó con su bastón las escaleras, salió al césped, y regresó a su cabaña. Esta vez no tuvo problemas en abrir su botella. O derramarla en su vaso.
Fue durante su segundo vaso que se dio cuenta de que era viernes.
Viernes en la noche.
¿No era eso ser afortunado? Él también tenía una cita.
