Los personajes pertenecen a la obra OITNB, no son de mi invención. Sólo realizó algunos cambios en sus personalidades e historias.

Prohibido hacer copias o modificaciones parecidas.

Capítulo 1:

−¿Qué quieres que vayamos a dónde? –pronuncia de una forma alterada una chica rubia que se encontraba sentada en uno de los sofás del cuarto de estar de su mejor amiga.

Piper Chapman; una chica nacida en Connecticut de apenas 26 años que tras acabar su carrera en Smith se había mudado a la gran ciudad de Nueva York para incorporarse en uno de los bufetes de abogados más importantes de Brooklyn. Había acabado su carrera con excelentes calificaciones y siempre había seguido una vida recta, establecida dentro de los parámetros que estipulaba la sociedad.

−Venga, Pipes. Nos lo pasaremos bien y es una forma de experimentar algo nuevo. Yo estoy buscando formas de avanzar en mi matrimonio y estoy segura de que también os puede venir bien a Larry y a ti. Además, podemos ir a probar y si no nos gusta… −se muerde el labio inferior ocultando una sonrisa pícara−… Siempre podemos irnos y cambiar de lugar –levanta de nuevo la cerveza que tenía apoyada sobre el posavasos que cubría el cristal de la mesa para realizar un trago exhaustivo−. Uf… ¡No sabes las ganas que tengo de probar ciertas cosas!

Una sonrisa tímida se dibuja en el rostro de la rubia pensando en lo que podría suponer ir a un centro así. Llevaba tres años con su novio, con el cual había compartido todos sus gustos en la cama. Su vida sexual junto a Larry nunca había sido un problema o al menos estaba segura de que estaba totalmente satisfecha pero era cierto que su amiga le estaba proponiendo algo que le causaba pudor y miedo, pero una pequeña parte de su interior le gritaba al menos ir a conocer ese mundo.

−Polly… Nunca me ha atraído esa parte del sexo… Ya sabes… ¿Dolor para sentir placer? Hay que estar muy mal de la cabeza para disfrutar con eso. Conmigo no cuentes para ir a ese lugar tan de moda. Además… ¿Quién te dice que es seguro? Tiene pinta de ser un antro de perversión donde se trafica con drogas de abuso y prostitución –la rubia acaricia su sien y suspira cruzando una de sus piernas por encima de la otra para mostrar una señal de rechazo y convicción−. No, rotundamente no.

−Pipes… Sólo una oportunidad. Venga… Me ha costado mucho conseguir una invitación para este sábado por la noche. ¿Tú sabes lo exclusivo que es? Sólo se accede con invitación personal para que no vaya cualquier depravado de Nueva York. La dueña es muy estricta con su clientela y hay mucho control e higiene. Es normal que no quieran llamar demasiada la atención de forma negativa –la castaña se inclina hacia adelante colocando sus codos en los muslos para agarrar uno de los mechones rubios de su mejor amiga y pasarlo por detras su oreja−. Habla con Larry al menos… Si él quiere, podéis probar y ¿quién sabe? os puede ayudar mucho en vuestra vida sexual. Por como hablas de ello… Cariño, es un poco aburrida.

−Que te jodan, Polly –mueve el rostro la rubia mostrando un claro enojo con su amiga. Su vida sexual no era aburrida, simplemente era normal, cotidiana. ¿Y qué consideraba la rubia por "normal"? Adecuada a sus necesidades. El moreno sabía cómo satisfacerla de una forma rápida y no necesitaba gemir de forma escandalosa o realizar medio Kamasutra para quedar a gusto y relajada−. Sabes que no soy una mojigata, ni una actriz porno. Disfruto con mi novio y no necesito nada más.

−Está bien… –un suspiro profundo sale de los labios de la castaña en señal de agotamiento y termina de beberse su bebida para levantarse y caminar hacia la cocina.

Polly Harper, una chica de una estatura media y de unos 27 años que conocía a Piper desde el jardín de infancia. Ambas habían pasado toda su adolescencia juntas hasta que la rubia se tuvo que mudar a Northamptom para acudir a la universidad pero la distancia nunca había causado mella en esa amistad.

Piper había destacado más que ella en lo profesional, era una chica recta y trabajadora, sobresaliente en su trabajo, pero le angustiaba la idea de que se estuviera acomodando en una relación aburrida y estancada en el siglo pasado. Larry era un buen hombre, lo conocía desde que empezó su relación con Pete, ya que eran buenos amigos y le pareció buena idea presentárselo a su mejor amiga para ver si congeniaban y ahora estaban a punto de casarse.

Regresa al comedor con dos cervezas más en su mano y se sienta junto a su mejor amiga para colocar una de las bebidas en la mano de ésta y pasa su labio inferior por encima del superior para causar algún tipo de pena en la rubia.

−Sólo esta vez y si no te gusta nada de nada, no te pediré nunca más venir. No quiero ir sola con Pete… Queda mejor ir como en grupo y al menos paso el mal trago de la vergüenza con alguien, ya que él está encantado.

La rubia suspira apretando sus ojos para acabar afirmando de una forma lenta y poco convencida. Iría para probar y complacer a su mejor amiga, sin contar con la parte de su interior que le gritaba de forma muda que cambiase su matutina vida.

-ooooooooo-

−¿Polly te ha sugerido ir este sábado a ese club tan raro que hay en el centro de la ciudad? Me esperaba de ti cualquier cosa menos eso, cariño –una risa burlona se escapó de los labios del chico que estaba compartiendo cama con la rubia. Conocía a su novia o al menos creía hacerlo y nunca se hubiera imaginado escuchar algo así saliendo de sus labios. Piper siempre se había mostrado muy formal ante él y nunca le pedía nada inusual cuando mantenían relaciones íntimas. No le desagradaba la idea pero no estaba convencido de ver a su futura esposa en un local así−. Podemos hacer caso a Polly e ir a conocer ese antro de mala muerte o podemos comprar unas pizzas y pasar la tarde en casa viendo películas pastelosas para luego acabar follando como conejos hasta el amanecer. ¿Qué me dices, mi rubia sexy? –se gira sobre su eje para pasar una de las manos por el vientre de ella quedando tumbado sobre su cuerpo. Esconde el rostro en el cuello de la rubia y deja varios besos a lo largo de su piel hasta alcanzar el lóbulo derecho−. Me apetece jugar mucho con tus tetitas, mi amor. Vayamos a probar y si no nos gusta, volvemos a casa –introduce el trozo de carne entre sus dientes para causar una ligera presión y luego tirar de ella−. Nunca lo hemos probado y no nos vendría mal algo nuevo –continúa dejando pequeños besos por la mandíbula de la rubia para alcanzar los labios de ésta posando los suyos, realizando una pequeña fuerza y así introducir su lengua dentro de la boca de su novia.

No se quejaba de su vida sexual, ni mucho menos, ya que sentía que poseía una diosa nórdica en sus brazos pero era cierto que sentía que quería más, que necesitaba más de la rubia y gracias a Polly, quizás podría descubrir un lado nuevo en Piper, quizás uno más sumiso y sexual.

−La.. Larry… −un gemido agudo se escapa de la garganta de la rubia al recuperar de nuevo el control de su respiración−. Está bien… Probaremos. Pero una sola oportunidad, si no me gusta volveremos a casa –cierra los ojos notando como su novio continuaba dejando besos ahora por el otro lado de su cuello y va bajando hasta acomodarse en su clavícula−. No me llama demasiado la atención y me asusta que me guste… ¿Qué pueden pensar de mí sí me ven entrando en ese lugar tan… extravagante?

−Piper, mi tierna y dulce prometida. ¿Qué más te da que te vean entrando o saliendo de un lugar? Eres profesional en tu trabajo, eso es lo que importa –desliza una de sus manos por la cintura de ella para introducirla por debajo del short que llevaba puesto y apretar una de sus nalgas−. No te van a despedir del bufete por esta tontería. Al igual que no me van a despedir a mí del periódico si me ven contigo.

La rubia cierra los ojos y se muerde el labio inferior intentando relajarse y no pensar en lo que iba a hacer el sábado. No estaba segura de querer o de atreverse a siquiera entrar al local pero no se reprimiría, no dejaría que el miedo al "que dirán" la reprimiese más de lo que su día a día conseguía. Suspira y emite un gemido suave al sentir la mano de su prometido introducirse dentro de la tela que cubría su cintura. Agarra con fuerza la sábana que cubría la cama y lleva la otra mano al cuero cabelludo de él, notando como iba descendiendo de forma lenta pero sin pausa por su vientre hasta quedarse a la altura del hueso de su clavícula.

−Iremos, Larry… Esta vez no me negaré a lo desconocido… Prometo que nos divertiremos –suspira y arquea su espalda cogiendo oxígeno debido a la intromisión de uno de los aventureros dedos de su novio a lo largo de su sexo¬−. Pero haremos las cosas bien… Quiero aprender y si no me gusta, no volveremos a hablar del tema nunca más –cierra los ojos apretando los dientes para omitir un gemido piadoso. Su novio había empezado a acariciar su clítoris de una forma lenta con el dedo corazón y su respiración empezaba a jugarle una mala pasada.

−Lo prometo, mi vida… Haré que quieras volver cada sábado –sonríe de una forma satisfactoria pensando en lo que estaba a punto de comenzar y lo que podría ser esa nueva faceta con su preciosa y avergonzada prometida.