ATENCIÓN: ESTE ES UN TOTAL SPOILER DE LA ORDEN DEL FÉNIX. SI LO HAS LEIDO, NO LEAS ESTE FIC.

SI NO HAS LEÍDO HARRY POTTER Y LA ORDEN DEL FÉNIX, NO LEAS LA SIGUIENTE HISTORIA.

Disclaimer: Harry Potter y todos sus personajes pertenecen a J.K.Rowling

Harry Potter y el Enigma de Elspeth

Capítulo 2

Té con Arabella

Harry despertó con el grito ensordecedor de Tía Petunia anunciando el almuerzo.

Dedujo que no se había dado cuenta de las lechuzas que había enviado más temprano. Si lo hubiese hecho, lo hubiera despertado de un sacudón.

Pero no. Harry había dormido tranquilamente durante tres horas.

Bajó las escaleras ruidosamente y se sentó junto a su primo, cuya porción de apio y queso era, una vez más, menor que la de Harry.

Y a pesar que frunció el ceño y pareció intentar quejarse, no dijo nada.

Harry sonrió e hizo como si saboreara cada mordisco del soso apio. Su primo iba poniéndose cada vez más colorado mientras Harry masticaba lentamente el último trozo de su almuerzo mirándolo fijamente.

Parecía como si finalmente el verano de confinamiento de Dudley fuera a hacer efecto. Le temblaban las rodillas, consecuentemente toda la mesa temblaba con él.

Harry podía sentir la furia de su primo.

Pero tía Petunia le dedicó a Dudley una mirada tan severa como aquellas que Harry recibía cada vez que preguntaba lo que sea acerca de cualquier cosa.

Ago raro estaba pasando. Algo sumamente extraño que Harry no podía comprender y que sólo podía tener que ver con la conversación que Harry había tenido con su tía un año antes, y con la carta vociferadora que ella recibiera luego que haber declarado que no quería que su sobrino se quede en su casa.

En aquel momento, Harry había sentido por primera vez en su vida, un verdadero vínculo con su tía. Fue la primera vez que sentía que su tía era la hermana de su madre. Y la primera vez que se había preguntado lo que realmente escondía tía Petunia detrás de todo el rencor que le guardaba a su madre.

Harry había estado preguntándose esto durante el último tiempo. Pero sabía que no encontraría una respuesta en su tía.

Fue sacado de sus pensamientos por su primo, que se puso de pie violentamente, tirando todo lo que estaba sobre la mesa.

Harry logró salvar su vaso y su plato antes que se estrellaran contra el piso. Luego, todavía algo asustado, siguió con la mirada a Dudley, que se sentó pesadamente en un sillón mirando hacia la ventana.

Por lo que Harry había podido ver, su primo no había salido a la calle desde su llegada de Hogwarts, pero sospechaba que su encierro habría sido algo más prolongado.

Todas las tardes, Harry veía a los amigotes de Dudley pasar por la acera de enfrente sin mirar a la casa.

No podía evitar preguntarse hacía cuanto tiempo que Dudley permanecía en casa y lo que había sucedido mientras él había fuera.

Sintió un dolor en la boca del estómago. Nunca se  había sentido interesado por lo que su familia estaría haciendo mientras él estaba en Hogwarts.

Quizá el ataque de los Dementores el año anterior lo había hecho notar que era muy fácil traspasar el mundo de la magia y adentrarse al mundo muggle. Que su presencia en casa de los Dursley quizá implicaba cierto peligro para sus familiares.

Harry salió de su trance cuando Tía Petunia le arrancó el vaso y el plato de las manos.

Lentamente se puso de pie y caminó mirando en dirección a la puerta de entrada. Sentía ganas de salir. Por primera vez en dos semanas, sentía deseos de salir de la casa.

Despacio, abrió la puerta de calle, que ahora permanecía con llave todo el día.

- - ¿Dudders? ¿Qué te he dicho de salir a la calle?- gimió Tía Petunia en un tono tan alto que casi rompe los cristales.

- - Soy  yo, Tía Petunia – Contestó Harry sin saber muy bien por qué.

No se escuchó otra respuesta.

Respiró hondo y salió a la calle.

Era sorprendente. Harry estaba seguro que Privet Drive no había cambiado en nada durante los últimos quince años.

Pero ese verano, cuando todo para Harry había cambiado, Privet Drive lo sorprendió.

Cuando todo en el mundo mágico se estaba cayendo a pedazos, el mundo muggle pertenecía intacto.

Toda su vida se había sentido excluido del mundo de los muggle, y por primera vez en su vida, Harry no supo si sentir lástima o envidia.

Debía ser horrible, pensó, no estar enterado de algo tan importante como el regreso de Voldemort. Pero por otro lado, pensó que le gustaría no preocuparse por lo que ocurría fuera de las prolijas verjas y los verdes jardines de Privet Drive.

La angustia formaba parte de la rutina diaria de Harry desde el último verano. Levantarse, angustiarse, lavarse los dientes, angustiarse, ducharse, angustiarse, desayunar, angustiarse durante el resto del día...

Se sentó en el cordón de la acera. Miró  un poco a su alrededor para ver si había alguien espiándole, y se tendió de espaldas.

El piso estaba caliente por el continuo sol que golpeaba las baldosas, pero no le importó.

Se sentía cómodo, como si estuviese soñando algo muy bueno.

Entonces comenzó a pensar en Sirius.

En cómo le había conocido, en cuán feliz se había sentido cuando supo que su padrino quería llevárselo a vivir con él.

Con desgano, Harry miró hacia la esquina, hacia la calle Wisteria, donde un año antes había sido atacado por los Dementores. Cuando todo comenzó.

- - Sirius la estaba pasando como nunca...- dijo en voz alta.

No lo había creído hasta ese preciso momento, cuando de espaldas en el piso y con el sol dándole de lleno en el rostro, una sonrisa se dibujó en las comisuras de su boca.

Había aprobado todos sus exámenes de MHB, siete con excelencia.

Harry podía pensar en ser un Auror. A Sirius eso lo hubiera hecho muy feliz.

- - Fue mi culpa... – dijo con los ojos cerrados.

Sintió que algo le rozaba la pierna. Harry levantó la cabeza y vio a uno de los enormes gatos de la Sra. Figg ronroneando a sus pies.

- - Hola – le dijo mientras se incorporaba.

Se puso de pie y alzó al gato.

Cruzó la calle y caminó las dos cuadras que lo separaban del número 23 de la calle Privet.

Tocó el timbre y a los pocos minutos, la Sra. Figg salió a la calle. Llevaba puestas unas manoplas y un delantal con tantos volados que su rostro quedaba casi completamente cubierto de tela.

- - Entra rápido, muchacho. Creo que las galletas están a punto de incendiarse...

Harry entró en la casa, que era exactamente igual a la de los Dursley, a excepción de los muebles, que eran quizá demasiado coloridos, y el fuerte olor a repollo que parecía emanar directamente de cada uno de ellos.

No era la primera vez que entraba en casa de la Sra. Figg, pero esta vez analizó hasta el último detalle, repentinamente consciente de que ella pertenecía también a su propio mundo.

Aún no comprendía muy bien que era lo que los squib hacían, siendo hijos de magos pero sin poder hacer magia. No era la primera vez que Harry se preguntaba dónde y de qué vivían los squib.

Además de su vecina, conocía otro squib, el Señor Filch, el celador de Hogwarts, un hombre amargado que aborrecía absolutamente a todos los magos.

Durante todo el tiempo que había conocido a la Sra. Figg, Harry jamás había sospechado que ella pidiera ser más que una vieja loca, y mucho menos había sospechado que ella formaba parte de un grupo que lo vigilaba en secreto.

- - Siéntate, muchacho. Ya estaré contigo- canturreó la Sra. Figg caminado hacia la cocina.

Harry se sentó en un sillón enorme tapizado de cuadrillé, que, como todo en la casa, olía a repollo.

Sobre una mesa de café había varias revistas del tipo que Tía Petunia compraba para luego criticar, que contaban la vida y obra de las estrellas del cine y la televisión.

Sobre la chimenea, que estaba en el mismo lugar que la estufa eléctrica de los Dursley, había varios portarretratos: Una pareja sonriente el día de su boda, que Harry sospechó, serían los padres de la Sra. Figg, y una multitud de pequeñas fotografías de los 16 gatos que le pertenecían.

El gato que Harry sostenía en su regazo ronroneaba feliz y se desperezaba incrustando las uñas en la tela de sus pantalones.

Uno a uno, el resto de los gatos de la dueña de casa se reunieron a su alrededor y se echaron a dormir a sus pies.

Sintió una emoción muy extraña.

La Sra. Figg vivía en esa casa desde que Harry tenía memoria. Casi todos los veranos se quedaba en su casa cada vez que los Dursley salían de vacaciones, y hasta el verano pasado, no había casi nada que deteste más que aquella casa. Bueno, sí, la casa de los Dursley, claro está.

Pero esta vez Harry sintió algo especial. Esta mujer algo extraña, que vivía sus días entre gatos y sillones con olor a repollo, lo cuidaba desde pequeño.

Probablemente lo sabía todo acerca de él. Sabía que su presencia en Privet Drive no era casualidad.

Harry entrecerró los ojos, mientras apretaba más de la cuenta al gato que tenía sobre las rodillas, que comenzaba a maullar cada vez más alto para que lo suelte.

Si la Sra. Figg lo vigilaba desde pequeño, ¿cómo es que nadie se había preocupado por la manera en que los Dursley lo trataban? ¿Cómo es que Dumbledore no les había dicho nada a los Dursley? ¿Cómo es que nadie se había dado cuenta que los Dursley no le habían dicho nada acerca de su pasado? ¿Cómo es que un elfo doméstico se había metido en su cuarto si la Sra. Figg lo estaba vigilando?

Harry soltó al gato de golpe, haciendo que éste huyera lo más rápido posible.

Evidentemente, la Sra. Figg no era un buen espía.

En eso, ella entró en la sala llevando un montón de galletas en un plato que depositó cuidadosamente sobre la mesa de café.

Todos los gatos a los pies de Harry se ubicaron inmediatamente en el sillón que su dueña se disponía a ocupar.

Harry echó un vistazo a las galletas que parecían de chocolate. Eran bastante deformes. Intentaban pasar por estrellas, pero algunas cobraban forma de pulpo chamuscado. Y no eran de chocolate, comprobó tras el primer mordisco. Eran de limón.

El té de la Sra. Figg era casi tan engañoso como sus galletas. Parecía café.

- - Come, come, muchacho, y cuéntame todo.

Harry intentó morder por segunda vez su galleta, pero en el intento casi pierde un diente.

Sin que su vecina se diera cuenta, se metió la galleta en el bolsillo. Quizá podría usarse como pisapapeles.

- - Te han entregado ya tus resultados de los exámenes de MHB?

Harry asintió mientras intentaba tragar un sorbo de té que no parecía querer llegar a su estómago.

- - ¿Y bien?

- - He obtenido 9 matrículas.

La Sra. Figg pegó un salto que hizo que todos sus gatos erizaran los pelos.

- - Eso es fantástico, Harry. Felicitaciones. Sabía que serías un gran mago. ¡Lo sabía!

Harry se sintió algo incómodo. Un verano atrás detestaba a la señora Figg y ahora no sabía muy bien que decir. Era obvio que ella se interesaba en todo lo que ocurría a su alrededor.

Entonces se quedó callado.

- - Ay, muchacho! – Suspiró la Sra. Figg – No puedo ni imaginar todo por lo que has pasado desde la última vez que te vi.

A Harry se le anudó el estómago.

- - Te ves tan delgado. Come más, que no te dé pena.

Esta vez, el estómago del muchacho hizo un ruido extraño. Se obligó a tomar una de las galletas y masticarla.

Recordó de repente la cocina experimental de Hagrid y su estómago emitió otro ruidito, como si se quejase.

Mientras tanto, la Sra. Figg intentaba que uno de sus gatos comiera una galleta. El gato arañaba y maullaba en señal de auxilio.

- - ¿Qué pasa contigo, Merlín? Son tus favoritas...

Harry sintió como una carcajada se le atoraba en la garganta. O quizá sólo sea el trozo de galleta que acababa de tragar.

La chimenea de la Sra. Figg se encendió de repente, y algo salió por el hueco cubriéndolo todo de hollín.

- - ¡Cof, cof! ¡Remus! ¡Agradecería que avises antes de llegar a mi casa así! – gimió ella mientras se sacudía el delantal.

Después de limpiar sus anteojos, Harry vio al Profesor Lupin completamente sucio, de pie frente a la chimenea.

- - Hola Harry – le dijo sonriendo- Arabella, un placer, como siempre.

¡BOOM!

Otra cosa salió de la chimenea, volteando al Profesor Lupin y haciendo que la habitación entera se cubra una vez más de humo negro.

- - ¡¿Qué no podían aparecerse?!- Gritó la Sra. Figg a la nada.

- - ¿Qué no puedes limpiar la chimenea de vez en cuando?

La segunda persona salida de la chimenea estaba desparramada en el suelo, también cubierta completamente de hollín.

- - ¿Podrías quitarte de encima, Tonks?

- - Ay, sí. Lo siento Remus. ¿Dónde está Harry? ¡No se ve nada!

- - ¡Miren el desastre que han hecho! Me tomará días limpiar esto... Y a mis gatos...

- - No te preocupes, Arabella. Nosotros nos encargamos.

El profesor Lupin sacó su varita y con un movimiento circular, la habitación estaba otra vez limpia.

- - Bueno... – Dijo Tonks mientras se acomodaba el cabello, que esta vez era azul.

- - Harry – Le saludó Lupin dándole un par de palmaditas en el hombro, haciendo que algo de hollín salga de la tela de su camisa.

- - Que desastre... y nosotros que no quisimos aparecernos para no asustarlos.- Dijo Tonks sentándose en el sillón, espantando a tres o cuatro gatos en el proceso – ¡Ah!, Harry, al fin te veo. ¿Todavía tienes tu trasero en su lugar? ¿O lo perdiste en el camino?

- - Supongo que ahora querrán té – Dijo la Sra. Figg sacudiéndose el pelo.

Gruñó todo el camino a la cocina seguida por todos los gatos, que cada vez que movían las colas desparramaban hollín a su paso.

Tonks soltó una carcajada mientras se sentaba en uno de los sillones, tirando todos los adornos de la medita de café, que el profesor Lupin iba reparando a medida que se hacían trizas en el suelo.

Harry los miraba nervioso sin saber muy bien qué decir.

- - ¿Que no es peligroso viajar a través de la red Flú?- dijo al fin.

- - Ahora que el ministerio ha aceptado el regreso del Innombrable, la red está vigilada – dijo Lupin mientras acomodaba un cisne de porcelana que acababa de reparar sobre la mesita.

- - Además, siempre es mejor disimular que uno va de visita. Así no se despiertan sospechas – Agregó Tonks.

Harry parpadeó un par de veces.

La Sra. Figg llegó cargada de tazas de té y galletas que Lupin se apresuró a recoger.

Tonks mordisqueó una de las galletas haciendo una mueca.

- - ¡Arabella! – gimió Tonks – ¡Esto tiene pelos de gato!

- - ¡Ay, me equivoqué! Les he servido las galletas de mis queridos... ¡No coman!

Lupin soltó la galleta que acababa de tomar con la velocidad de un relámpago.

Todos se quedaron en silencio mientras la dueña de casa cambiaba las galletas y Tonks tomaba toda su taza de té de un solo sorbo.

Al cabo de un rato fue Lupin quien habló.

- - Bien, Harry. ¿Cómo has estado? El profesor Tofty me ha dicho que te ha ido muy bien en tus exámenes...

Harry asintió con la cabeza.

- - Felicitaciones.

Lupin se acomodó en su asiento.

- - En fin – dijo con un suspiro – Hemos venido aquí por una razón. Dumbledore nos ha pedido que te informemos que pasarás todo el verano con los Dursley.

Harry no pudo evitar fruncir el ceño.

- - Sé que no estás loco por a idea, pero...

- - Ya sé – Interrumpió Harry – Debe tener sus razones, aunque nadie me las explique.

- - Harry – dijo Lupin tras aclararse la garganta – Si bien ahora el ministerio también está pendiente del Innombrable, la Orden sigue en acción. Más adelante se realizará un Concilio y ya veremos que pasa... Para serte sincero, desde el enfrentamiento en el Ministerio, hemos perdido el rastro del Innombrable. Dumbledore quiere... Mejor dicho, queremos que te quedes con tus tíos porque...

- - Pueden vigilarme mejor. – dijo Harry en tono sombrío.

Lupin y Tonks intercambiaron miradas.

- - Sabemos que no te agrada...

- - Si lo que quieren es tenerme todo el tiempo vigilado, mándenme con los Weasley. Ahí podrán controlarme todo el día...

- - A decir verdad, Molly se encuentra trabajando para la Orden y  Arthur tiene mucho trabajo en el Ministerio... – dijo Tonks.

- - Eso significa que estarías solo con los chicos y...

Lupin miró a Tonks, como si su discurso hubiese estado escrito en su cara.

- - Y eso sería peligroso para los Weasley.

Harry miró el suelo. Desde el año anterior sabía que su presencia podía ser peligrosa para aquellos a su alrededor.

Había comenzado a sentirse como una epidemia. Como si todo lo que tocase se marchitara, y algo de lo que sí estaba seguro era que no quería que les sucediese nada a sus amigos.

- - Esta bien. Me quedaré.

Lupin sonrió.

- - Bien dicho, Harry. Le pediré a Molly y a Arthur que vengan por ti para llevarte al expreso de Hogwarts.

Harry apretó los puños. Otras vacaciones de verano en casa de los Dursley, sin saber lo que sucedía en el mundo exterior.

- - Me quedaré con una condición: que me mantengan informado de lo que sucede en el mundo mágico.

Lupin se le quedó mirando atónito.

- - Pu... Puedes comprar El Profeta... Enviarte cartas dándote información podría ser peligroso.

- - El Profeta nunca dice nada importante. Me quedaré SOLO si recibo noticias de ustedes. Quiero estar informado esta vez.

- - Harry... – Intentó decir Tonks.

- - Ustedes no saben... – dijo Harry entre dientes- No tienen idea de lo horrible que es permanecer en esa casa todo el tiempo, sin saber lo que sucede en tu mundo... No tienen idea...

- - Remus te mantendrá informado, y puedes venir a tomar el té cuando quieras, si es que tus tíos no se dan cuenta que vienes por propia voluntad – dijo la Sra. Figg asomando la cabeza por el pasillo.

- - Eso ya no es problema. No me hablan.

Tonks le echó una mirada tan cargada de lástima que a Harry le dieron náuseas por sentirse tan patético.

- - Es mejor así. Lo prefiero así.

Lupin se aclaró la garganta una vez más.

- - Está bien, Harry. Tendrás noticias nuestras. Pero recuerda que no te dejamos en casa de tus tíos por gusto, lo hacemos por ti. Comunicarme muy seguido con Arabella puede ser peligroso.

- - Información o huiré en medio de la noche – dijo Harry elevando demasiado la voz.

- - Caramba... ¿Has estado pasando tiempo con Mundungus? – le preguntó Tonks.

- - No

- - ¿Seguro?... El chantaje es tan propio de él... – agregó Tonks en tono risueño.

- - Hagamos un trato, Harry. Tu compra El Profeta. Y si pasa algo realmente importante mientras estés aquí, me comunicaré con Arabella y ella se comunicará contigo.

Harry se detuvo a pensarlo. Quería tranquilizarse. No quería que la Sra. Figg o el profesor Lupin corran peligro, pero ya no quería quedar excluido.

- - Sí. Está bien.

Todos suspiraron aliviados.

- - ¿Estás seguro que no has estado con Mundo?

- - ¡Nynphadora! ¡Déjalo!

- - ¿Pe... Pero por queeé? ¿Por qué me llamas así? – Sollozó en broma.

Harry observaba la las dos mujeres sin prestarles demasiada atención. Sentía la mirada de Lupin sobre él.

Mientras tanto, Tonks decidió meter las narices en la cocina de la Sra. Figg y preparar algo para comer que no sepa a orines de gato.

- - ¡Me muero de hambre! – gemía mientras la Sra. Figg intentaba sacarla de la cocina de un brazo, fallando miserablemente.

Desapareciendo su distracción, a Harry no le quedó otra opción que devolverle la mirada al profesor Lupin.

- - Ahora, Harry, en serio. ¿Cómo has estado?

- - Estoy bien – Contestó rápidamente.

- - Que te sientas mal es natural.

Harry quería cambiar de tema desesperadamente. Sentía ganas de golpear al profesor Lupin con los puños.

- - Ya lo sé – logró decir Harry, respirando muy hondo.

Lupin se rascó la nuca y miró a la ventana. Parecía algo nervioso.

- - Las cosas no están fáciles...

- - ¿A que se refiere con eso?

- - Las cosas han cambiado. El hecho que el Concilio se reúna es una señal de que Fudge está asustado.

- - ¿Qué es el Concilio? – Dijo Harry como digiriendo todo lo que se había dicho durante la tarde.

Lupin se le quedó mirando un momento.

- - Es una reunión oficial de magos de la Luz. Cuando algo muy malo sucede en el mundo de la magia, se llama a un concilio. Los magos más poderosos de todo el mundo se reúnen y discuten acerca de posibles soluciones.

- - Pero yo creí que la Orden se encargaría de...

- - Sí, por supuesto. La Orden se ha reunido una vez más para enfrentar a Voldemort. Pero un Concilio es algo muy importante, Harry. Verás, la cooperación internacional entre magos es algo muy importante para evitar que Voldemort reclute nuevos Mortífagos y para evitar que su ejercito se haga más grande. La Orden se unirá al Concilio, una vez reunido.

- - ¿Como si fuera un ejército?

- - Algo así... Durante el Reinado de las Tinieblas, el Concilio fue emboscado y muchos de los Magos de la Luz murieron. Ahora ya sabemos quién era el que filtraba información...

- - ¿Cómo es que estos magos no se unieron a la Orden esta vez?

- - Porque la mayoría de los actuales magos de la Luz se encontraba en lugares secretos de los cuales sólo tenía conocimiento el Ministerio – Dijo Tonks asomándose por el pasillo llevando una bandeja con sandwiches.

- - ¿Haciendo que?- Preguntó Harry, un poco por interés y otro poco para evitar que se oiga el ruido que hacía su estómago por el hambre.

- - La mayoría, investigaciones. Muchos de ellos tienen participación activa en la O.M.M.M.

- - ¿La que?

- - La Organización Mundial de Misterios Mágicos, que forma parte de la O.I.M. La Organización Internacional de la Magia.

Harry no entendió nada muy bien, pero asintió.

- - ¿Qué no has estudiado Historia Contemporánea de la Magia?- Le preguntó Lupin

- - Remus... Su profesor de Historia es el Señor Binns...

- - Oh...

Harry pensó en el Señor Binns, el fantasma que les enseñaba historia, y que probablemente había muerto antes de comenzar la era contemporánea.

La Sra. Figg volvió a aparecerse, seguida de sus gatos como si fuesen parte de su cuerpo.

- - Nynphadora, querida. El agua para TU té está hirviendo.

Tonks giró los ojos con desagrado y corrió hasta la cocina.

La Sra. Figg probó uno de los sandwiches que Tonks había preparado e hizo una mueca de disgusto.

El Profesor Lupin, con una rapidez y disimulo magistral, comió 5 sandwiches uno tras otro, sin que su anfitriona lo note, pero se hubiera atragantado si Tonks no hubiera llegado con el té justo a tiempo. Claro está, Lupin casi se quema al tomárselo todo de un trago.

- - Las cosas cambiarán un poco en Hogwarts este año – dijo Lupin con una voz rasposa – Estamos trabajando en las nuevas reglas.

Harry asintió con la cabeza, pero su mente estaba procesando toda la información que se le había dado con el correr de la tarde.

- - ¿Que quieren decir con que le perdieron el rastro a Voldemort? – exclamó de repente interrumpiendo a Lupin en medio de su enumeración de las nuevas reglas.

Los gatos de la Sra. Figg erizaron sus pelos y maullaron molestos. Tonks se quedó un minuto con la boca abierta tratando de cuadrar lo que Harry preguntaba con la actual conversación.

- - Ustedes... Ustedes dijeron que le habían perdido el rastro – dijo Harry poniéndose colorado – Después de lo del ministerio...

- - Ah, si... Pues... Después de aquello, él y sus Mortífagos que no fueron atrapados simplemente... pues... desaparecieron.

- - ¿Pero... Pero... y él...?

- - ¿Quien?

- -  Snape... ¿qué no es él quien...?

- - Severus no sabe nada tampoco. Voldemort ni siquiera ha intentado rescatar a los Mortífagos atrapados. Ha desaparecido... Sólo eso.

Harry comenzó a sentir la angustia trepando por su estómago y acomodarse en su garganta, formando un nudo.

- - Creemos que sigue en Inglaterra, atraparon a uno de sus seguidores en Sudamérica intentando regresar aquí...

- - Remus – Dijo Tonks bebiendo el último sorbo de su taza de té – Deberíamos irnos ya.

El profesor Lupin se puso de pie.

- - Bien, Harry. Entonces nos comunicaremos si es que algo sucede. Tú quédate por aquí.

Harry se puso de pié asintiendo con la cabeza.

- - Cualquier cosa, cualquier razón... Escríbeme. Pero...

- - Sí, sí. No agregar ninguna información comprometedora en caso que la carta sea interceptada.

Lupin se dirigió a la chimenea e hizo una floritura. Luego se asomó por el hueco.

- - Listo. Ya está limpia. Vamos Tonks.

- - Adiós Harry – Le dijo ella dándole un pequeño abrazo – Nos veremos pronto.

- - ¡Profesor! – Dijo Harry de repente – ¿Dónde está reunida la Orden?

Lupin sonrió.

- - En el lugar más seguro del mundo, Harry

Y diciendo esto, Lupin y Tonks desaparecieron tras una llamarada verdosa.

Harry sonrió para sí. La Orden estaba reunida en Hogwarts.

Harry salió de la casa de la Sra. Figg muy entrada la tarde.

Junto a la verja del número 4 de la calle Privet había un extraño bote de basura decorado con extraños cartelitos que clamaban "Chocolate para todos!" y "El jugo de Calabaza mejora la piel". Harry sonrió.

- - Hola, Mundo – Dijo en voz baja, sin mirar al bote directamente.

- - Buenas tardes, Harry. Siento que hayas tenido que comer esas asquerosas galletas.

- - Y yo creía que nadie cocinaba peor que Hagrid...

Y diciendo esto, entró en el jardín delantero.

Cualquier persona que hubiese pasado por ahí en ese momento hubiese creído que era extraño que un muchacho diga una broma a un bote de basura. Pero hubiese encontrado más extraño aún el crujido que emitió el objeto. Cualquier persona que hubiese pasado por ahí en ese momento hubiese creído ver al bote de basura riendo.

Notas de la autora

Bueno. Eso es todo por el capitulo 2

No tengo demasiadas aclaraciones que hacer

Ah... una cosa...

Carapato: gracias por tu consejo, pero no voy a retirarme ni dejar de escribir. Y si la historia te parece una mierda, simplemente no la leas. Gracias por darme tu sincera opinión. Puedes creerme que si alguna vez me encontrara sin trabajo, no me dedicaría profesionalmente a escribir. Afortunadamente esto lo hago por diversión.

Sisma-Anonymus: Me alegra que te haya gustado, pero debo decir que los primeros, digamos al menos, tres capitulos, son de relleno. En realidad estoy retomando una historia que ya había escrito a principios de año y que quise adaptarla como posterior a La Orden del Fénix.

La acción empieza más tarde. :)

Temo que quizá estos capitulos resulten algo aburridos, pero necesitaba profundizar más en los sentimientos de Harry al comienzo de la historia. Que era precisamente lo que le faltaba a la anterior versión de mi fic (me dedicaba sólo a informar acerca de los hechos y nada más... )

Bueno...

Nos vemos en el Cap 3