Harry Potter y sus personajes son propiedad de J.K.Rowling y de Warner Bros. No mío... NADA ES MIO!!!!!

Snif...

Harry Potter y El Enigma de Elspeth

Capitulo 4

La extraña en la puerta

Harry desayunaba solo en la cocina, mirando de reojo a Tío Vernon, que estaba sentado en la salita leyendo el diario con el cuello muy rojo, la cara muy arrugada y los ojos tan empequeñecidos que Harry no sabía cómo su tío podía llegar a ver algo.

Era obvio que tío Vernon estaba de muy mal humor por tener que llevar a su sobrino a Londres. Su ira reprimida era bastante notable cada vez que volteaba las páginas del periódico, arrugando el papel bajo sus dedos apretados. Tan apretados que en ocasiones las hojas se rompían bajo sus manos masivas.

Harry terminó su taza de café con leche de un trago y subió las escaleras para verificar que todas sus cosas estuvieran listas. Al llegar al pasillo del primer piso, escuchó que tocaban a la puerta.

Sospechando que tío Vernon no estaría de humor para hacer nada, Harry decidió bajar las escaleras y abrir la puerta él mismo.

Se detuvo en el descanso al ver que tía Petunia se dirigía a la entrada.

Estaba dando media vuelta cuando escuchó a quien había golpeado.

- - Buenos días. He venido a recoger a Harry Potter. Es aquí donde vive, ¿verdad?

Esta vez, Harry se lanzó escaleras abajo, esperando encontrar a la Sra. Weasley, recordando que el profesor Lupin le había dicho que le pediría a ella que lo lleve al expreso.

Pero cuando llegó hasta la atónita tía Petunia, no fue a la Sra. Weasley a quien encontró.

En el umbral había una extraña.

Era una mujer bastante joven que vestía un traje negro con grandes botones, muy formal. Llevaba puestos unos guantes de cuero negros, como esos que usan los motociclistas en las películas, que no cubren todo el dedo; y anteojos de sol que llevaba sobre la cabeza.

Harry pensó por un momento que había oído mal. Esta mujer seguramente era un ejecutivo de la empresa de taladros donde trabajaba tío Vernon.

La miró de pies a cabeza un par de veces.

- - Ah... - dijo ella con una sonrisa- Allí estás, Harry.

Harry tragó saliva. Había oído bien.

- - Me han enviado a recogerte, llevarte a comprar tus cosas y luego a tomar el tren.

Tía Petunia ni siquiera pestañeaba.

- - Sra. Dursley, mucho gusto. Soy la profesora Asellus Luminous – Dijo extendiéndole la mano, y luego retirándola al ver que tía Petunia no se movía.- Me preguntaba si podría pasar. Necesito hablar unos minutos con Harry.

Como por inercia, tía Petunia se hizo a un lado atropellando a Harry y aplastándolo contra la mesita de las llaves.

Sin decir nada, la mujer entró en la casa.

Harry palpaba desesperadamente su varita. Había comenzado a sudar como si se encontrara directamente frente a una fogata. ¿Quién era esta mujer? Odió a tía Petunia por haberla dejado entrar. Se odiaba a sí mismo por no haber hecho nada para evitarlo.

La mujer se detuvo en el centro de la sala, mirando a su alrededor, fascinada.

Harry entró casi en puntas de pie, listo para lanzarle un hechizo de desarme. Las yemas de sus dedos tamborillaban en su varita. Estaba listo para atacar. Tenía que aprovechar la oportunidad. Ella estaba de espaldas a él. "Ahora..." dijo Harry mentalmente.

Pero ella se dio vuelta tan rápido que Harry ni siquiera se percató que se había movido.

Se quedaron mirándose durante un rato, no podía asegurar por cuanto tiempo.

- - Oh – dijo ella- Casi lo olvido.- Se apresuró a sacar algo del bolsillo de su saco- Es de Dumbledore.

Le entregó un sobre amarillento con letras verdes, casi igual a las cartas que recibía de Hogwarts cada año.

Harry reconoció la intrincada escritura del director.

Antes de leerla, Harry le echó una mirada dudosa a la mujer.

- - Léela tranquilo – le dijo ella sonriendo- Supongo que encontrarás las razones por las cuales estoy aquí.

Y dando media vuelta, se dedicó a mirar cada uno de los portarretratos de la salita.

Harry comenzó a leer la carta dirigiéndole de vez en cuando una mirada sospechosa a la mujer.

Querido Harry,

Si estás leyendo esta carta es porque la Profesora Asellus Luminous ha logrado alcanzarte antes de que partas a tomar el tren.

Ella será la nueva profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, y conforme a las nuevas normas de seguridad estudiantil decretadas por el Ministerio, le he dado ordenes expresas que te recoja en casa de tus tíos, te lleve al Callejón Diagon y luego a King's Cross, donde tomará el expreso junto con el resto de los estudiantes.

La familia Weasley ha sido notificada de este cambio de planes y según tengo entendido, todos ellos se encontrarán contigo en el Callejón, más precisamente cerca de Gringotts.

Estoy seguro que encontrarás muy simpática a la profesora Luminous y que ambos se llevarán muy bien.

Mucha suerte, y personalmente te recomiendo que una vez en el Callejón, pruebes el delicioso sabor a caramelo de los helados de mi querido amigo Florean Fortescue.

Saludos de

Albus Dumbledore.

Harry notó que la posdata estaba escrita con letra diferente.

P.D.: Querido, dicen que podría llover en Hogsmeade, así que será mejor que te lleves algo de abrigo a mano. Nos veremos más tarde. (Molly Weasley)

Harry se rascó la cabeza. Era en realidad una carta bastante confusa.

La profesora Luminous silbaba por lo bajo mientras miraba las fotografías de los primeros pisotones y el primer berrinche de Dudley.

Por momentos su cara se retorcía de manera antinatural. Harry frunció el ceño y se aclaró la garganta.

- - Mucho gusto, profesora- Le dijo estirando la mano.

- - El gusto es todo mío- dijo ella sonriendo con sus dientes muy blancos y sacudiendo la mano de Harry con la suya enguantada.

La profesora miró hacia el costado extrañada.

Fue entonces cuando Harry notó que tía Petunia los observaba sin expresión en el rostro y con el plumero aún en la mano.

- - Sra. Dursley. Tiene usted la más bella casa- Le dijo la profesora sacando a Petunia de su ensimismamiento.

No respondió al cumplido, sino que se dedicó a mirar a su alrededor histéricamente, como esperando la tragedia o buscando el menor indicio de destrucción. Sus anteriores experiencias relacionadas con el "grupo" de su sobrino habían terminado en desastre.

Pero la profesora Luminous no parecía estar incómoda, de pie en la salita de los Dursley, ni esta parecía una reunión que fuera a terminar en desastre.

Mientras ella le preguntaba a tía Petunia cómo lograba que sus cortinas se vieran tan planchadas, Harry logró ver por la ventana, que la profesora había llegado en un auto muy grande y bonito, color gris oscuro.

Ella seguía bombardeando a tía Petunia con preguntas domésticas y Harry aprovechó para dedicarle una mirada examinadora.

No se veía como una bruja. Su cabello era un poco raro. Variaba desde el negro azabache al dorado, pasando por el rojo y en ocasiones, el blanco; pero al menos no era azul, como el de Tonks la última vez que la había visto. Tampoco se fascinaba con los enchufes o las lámparas, como el Sr. Weasley. No parecía pertenecer al mundo mágico. Pero si uno le miraba en detalle, tampoco parecía del todo muggle.

Harry concluyó que debía pertenecer a una familia mixta.

Las expresiones del rostro anguloso de Tía Petunia variaban entre el pánico absoluto a la total confusión. A veces asentía con la cabeza contestando algunas de las preguntas de la profesora, a veces sacudiendo la cabeza levemente, como si le asustara no conocer la respuesta.

En eso, tío Vernon entró despreocupadamente en la sala, tomó el diario y volvió a sentarse en el mismo sillón que había ocupado más temprano.

Harry, tía Petunia y la profesora Luminous se le quedaron mirando, hasta que, con un lento movimiento de su cabeza, Vernon notó que había algo inusual en la sala y algo extraño en sus ocupantes.

- - Tío Vernon. Esta es la profesora Luminous. Me dará clases en el colegio este año – dijo Harry con un brillo malicioso en los ojos y esperando la reacción de su tío.

Vernon se puso de pie con una agilidad inusual para un hombre de su edad y tamaño.

- - Mucho gusto, Sr. Dursley- le dijo la profesora amablemente- He venido a buscar a Harry y llevármelo al colegio para evitarle a usted cualquier inconveniente.

El tío Vernon parpadeó, movió la boca sin emitir sonido alguno, sacudió la cabeza, parpadeó un poco más y luego logró soltar un sonido gutural extraño, que Harry sospechó, intentaba ser una palabra.

- - ¿Gusta sentarse?- Harry le indicó a la profesora una silla algo alejada de su tío, que aún de pie, iba palideciendo poco a poco.

- - Disculpe, Sr. Dursley, señora... Me preguntaba si podría hablar con Harry a solas...

La profesora no terminó, porque en ese momento Dudley entró en la sala con paso temerario, dirigiéndose en línea recta a Harry, como un rinoceronte a punto de embestir un tronquito. Tenía la boca muy abierta y los puños preparados para asestarle la golpiza de su vida. Seguramente habría pasado por la cocina y habría visto el plato vacío de tostadas y la taza de café con leche vacía sobre la mesa. Su tolerancia parecía haber llegado a ese delicado límite entre la paciencia y la ira.

- - Hola- le dijo la profesora Luminous con simpatía, apoyándole una mano en un hombro. –Tú debes ser Dudley. Encantada de conocerte. Seré profesora de Harry este año...

Dudley se detuvo en seco. Sus brazos cayeron flojos a cada lado de su rechoncho cuerpo.

Harry creyó que si lo soplaba en ese momento, caería como una hoja en otoño.

Tío Vernon caminaron de costado como cangrejos, sin dejar de darles la espalda ni a Harry ni a su profesora, alcanzaron a Dudley y lo arrastraron consigo hasta la cocina.

Una vez más, el rostro de la profesora se retorció de manera extraña. Por un momento le pareció que estaba conteniendo una carcajada.

Despacio, la profesora caminó hacia la silla que Harry le había indicado antes y se dejó caer sobre ella.

Harry la siguió con la cabeza sin moverse de su sitio.

- - Comprendo, Harry, que estés sorprendido por mi presencia aquí. No es algo que suceda muy a menudo. Comprendo también que has pasado por mucho y es normal que no me tengas confianza, ya que acabas de conocerme. En la carta, Albus seguramente habló de las nuevas normas de seguridad... – Se incorporó un poco y se sacó una pelusa de la rodilla- Este año los alumnos de Hogwarts serán escoltados hasta la estación King's Cross, en especial aquellos hijos de muggles. En estos momentos, varios alumnos se están reuniendo en diferentes puntos del país. Creo haber escuchado que usarían trasladores... – Dijo rascándose la oreja.

- - ¿Y por qué yo no me he reunido con ellos?- preguntó Harry acercándose a la profesora un poco más.

- - Bueno... Harry... Creo que eso lo sabes... En fin... Molly vendría por ti, pero luego me enteré que vivías muy cerca de mi casa y me ofrecí a venir a buscarte. Todos estuvieron de acuerdo. De todas maneras, ni ella ni Arthur podrán acompañarlos hasta King's Cross y me pidieron de favor que los escolte a ti y a sus chicos. En fin... – Resopló- La verdad es que esto de Voldemort ha complicado bastante las cosas. Ojalá y Dumbledore me hubiese encontrado en el momento en que supo que había regresado. Me hubiese gustado ayudar.

Harry parpadeó un par de veces sin entender muy bien lo último que había dicho la profesora, pero sorprendido que aún en estos tiempos en que era conocimiento público el regreso de Voldemort, ella se atreviera a decir su nombre. La vio suspirar una vez más, muy ensimismada.

- - Así que... – dijo de repente palmeándose las rodillas- ¿Ya tienes todo listo? Será mejor que nos apresuremos o no tendrás tiempo de comprar tus cosas.

Harry se puso de pie muy despacio, sin quitarle los ojos de encima.

- - Te espero afuera. – Dijo ella también poniéndose de pie- ¡Vamos, Harry!

Se dirigió a la escalera muy rápido. Quería dejarla sola el menor tiempo posible.

Camino a su cuarto se repetía una y otra vez que Mundungus estaba afuera y que no le pasaría nada.

En su cuarto, agarró la lista de materiales para ese año de un manotazo y la metió en su bolsillo. Luego agarró la jaula vacía de Hedwig, arrastró el baúl con la otra mano y como puso, se echó su Saeta de Fuego al hombro.

Bajó las escaleras trastabillando y empujado por el baúl que arrastraba tras de sí.

En el descanso tuvo que frenar para no ser arrastrado, con baúl y todo, escaleras abajo y vio que sus tíos estaban de pie frente a la puerta abierta, haciendo lo último que Harry hubiese esperado ver. Estaban charlando con la profesora Luminous.

Lo más extraño de todo era que tío Vernon se veía curiosamente satisfecho.

- - ... Sí Sr. Dursley. Las cosas han cambiado. Implementaremos la tortura china si es necesario, pero sacaremos un buen muchacho de él... – Decía la profesora alegremente mientras a Harry se le ponían de punta todos y cada uno de los pelos de la nuca. – Ah, Harry, déjame ayudarte.

Harry pensaba para sus adentros que la muy cínica lo empujaría por las escaleras para demostrar que decía la verdad. Pero no. Tomó el baúl y lo llevó hasta el auto.

Luego de meter todo en la cajuela, la profesora sacudió la mano de tío Vernon y éste a su vez le dedicó una mirada maliciosa.

Harry escudriñó el cielo una vez más, esperando ver a Hedwig.

- - No te preocupes. Ella sabrá donde encontrarnos- le dijo guiñándole el ojo.

Harry subió al auto, que era realmente grande a pesar de no estar encantado.

En el asiento trasero, vio el equipaje de la profesora. Un baúl muy similar al suyo, una jaulita extraña y un estuche alargado, como si fuera de un trombón.

Se acomodó en el asiento del acompañante, se ajustó el cinturón con una mano y con la otra se aseguró que su verita estuviese pronta en su bolsillo.

Nuevamente sintió la angustia subiéndole por los pies como pulgas.

La sensación de incomodidad lo persiguió durante la primer etapa del trayecto, mientras zumbaban a través de Little Whining.

La palabra "tortura" hacía eco en su cabeza.

- - No te preocupes. He dicho eso a tus tíos para que se te haga más fácil el próximo verano- le dijo como si le estuviese leyendo el pensamiento- No han tenido muy buenas experiencias con la magua, según me han comentado. Escapaste en un Anglia volador, inflaste a la hermana de tu tío, Arthur destrozó la pared, dementores los atacaron a ti y a tu primo... Caramba, ¡hasta yo tendría pánico!

Harry apenas podía tragar. Ella lo sabía todo de él. Pero ella no era más que una extraña.

Decidió concentrarse en el camino mientras palpaba su varita sin cesar.

Varios minutos pasaron en silencio. Harry no tenía la menor intención de hablar.

Sin embargo, ella intentó romper el hielo.

- - Y, ¿cómo los trata Severus en clase?

La pregunta no sólo sorprendió a Harry. Le dio escalofríos pensar en Snape.

- - Aaahh... Eeeeeehhh... Bueno...

- -No te preocupes- le dijo sonriendo- Sé que no es muy querido entre los alumnos.

- - Bueno... Es verdad.- masculló Harry- Suele tratar mal a los de Gryffindor y tiene preferencia por los de Slytherin...

La profesora arqueó las cejas.

- - Ah, si... La eterna rivalidad... Era igual cuando yo estaba en Hogwarts. Severus también fue profesor mío, pero a mí me trataba muy bien.

Harry deseó abrir la puerta del auto y lanzarse al asfalto para huir de ella. Había estudiado en Hogwarts, y si Snape la trataba bien, seguramente significaba que había pertenecido a Slytherin.

Ella no pareció notar las miradas desesperadas que Harry de echaba al cerrojo de la puerta.

- - Pero- continuó- Sabe muchísimo. Es un gran mago... No hay quien haga pociones con la exactitud que él las prepara... Es una lástima que no tenga paciencia con los estudiantes. Y que sea un obsesivo... A veces puede ser un poco... Ortodoxo.

El malestar de Harry parecía hacerse peor. Comenzó a tener visiones de él mismo tirado al borde del camino con los ojos abiertos y la varita inútilmente aún en su bolsillo.

- - Por favor, que este viaje termine pronto, quiero que lleguemos pronto... – decía mentalmente Harry mientras veía las casas al borde de la carretera.

No pasó mucho antes que las casas se vuelvan más y más numerosas y que el verde del campo sea reemplazado por el gris de las calles asfaltadas. Estaban entrando en los suburbios.

Llegaron al centro en un santiamén. La profesora Luminous conducía su auto con la ferocidad de un corredor de carreras, gritando a veces por la ventanilla a conductores distraídos y murmurando por lo bajo cuando alguno de los coches detenidos en los semáforos no se movía rápido.

Mientras Harry observaba fascinado cuán muggle podría llegar a comportarse un mago, llegaron al Caldero Chorreante.

Harry suspiró aliviado, pero casi se ahoga cuando el auto pasó zumbando frente a la posada.

Dio vuelta en la esquina y entró en la cochera de un edificio muy antiguo y a medio demoler.

- - Statio- dijo la profesora muy bajo y la puerta de madera de la cochera se abrió de par en par, cerrándose tras ellos.

Para sorpresa de Harry, el auto comenzó a elevarse repentinamente.

Subieron un piso, dos, tres, cuatro... Harry dejó de contar después de pasar el piso quince, pero estaba seguro que el edificio donde habían entrado no tenía más de tres plantas.

El auto se detuvo no demasiado suavemente ante un cartel donde podía leerse en letras brillantes "Sector Jacinto de Escocia".

Un muchacho de uniforme no mucho mayor que Harry se les acercó sonriendo.

- - Hola Connel, ¿Cómo estás?

- - Buenos días, Srta. Luminous. ¿Cómo está? El sector 437 está libre. ¿Se quedará usted mucho?

- - Serán solo un par de horas, luego voy a necesitar que pases a buscar el auto en King's Cross.

- - ¿Ya se va usted tan pronto?

- - ¡He tomado un trabajo en Hogwarts!- le dijo casi como si charlase con una vieja amiga- Tomaré el expreso hoy mismo.

- - ¡Felicitaciones, Srta. Luminous!

- - Gracias, Connel... Pero ya te he dicho que me llames Asellus... En fin, 437. Gracias...

El auto se movía entre los vehículos estacionados con extrema facilidad.

Harry estaba boquiabierto. El lugar era enorme, y sólo estaba mirando uno de los niveles.

Había cientos de autos estacionados uno al lado del otro, tan juntos que Harry se preguntaba como habrían salido sus ocupantes. Había autos de todos los modelos y edades. Algunos brillaban de limpios, otros casi no podía asegurarse su verdadero color por estar cubiertos de insignias y stickers.

Las lunetas, como era de esperarse, estaban cubiertas de calcomanías que anunciaban de dónde provenían sus dueños o de animalitos de felpa que a veces saludaban alegremente a los que pasaban junto al auto.

La profesora viró bruscamente el volante y prácticamente encajó el auto entre otros dos.

Harry cerró los ojos con fuerza, como esperando que el espejo lateral salga volando. Pero no pasó nada, y el auto se detuvo mientras la profesora silbaba alegremente una canción de las que le oyen en los campos de fútbol.

- - ¿Conocías el estacionamiento mágico, Harry? – le preguntó mientras se acomodaba los anteojos en la cabeza mirándose en el espejo retrovisor.

Harry negó con la cabeza.

- - ¿A quién pertenecen todos estos autos?

- - A magos, generalmente. Los autos del ministerio están por aquí, otros son de magos hijos de muggles o de familias mixtas. Algunos son de magos que trabajan en las calles muggle.

La profesora y Harry bajaron sin problemas, como si fuesen los únicos estacionados en el lugar.

Ella se estiró levemente.

- - Debe haber mucha gente en el Callejón Diagon- dijo mientras saludaba a un oso panda de felpa que colgaba del vidrio vecino con una ventosa.

Caminaron hasta donde estaba Connel y la profesora le entregó unas llaves.

Bajaron hasta el nivel del suelo en un elevador metálico que crujía como si fuese a caerse.

La calle que pasaba por la entrada al estacionamiento estaba desierta. Cruzaron a la acera de enfrente y la profesora se dirigió a una puerta de metal azulado, donde movió el picaporte un par de veces a modo de código.

En vez de abrirse, la puerta los atravesó, dejando a la vista un muro exactamente igual al que había detrás del Caldero Chorreante.

La profesora tocó uno de los ladrillos y el muro comenzó a abrirse.

Pasaron por el huevo y se encontraron en el Callejón Diagon, justo detrás de Gringotts.

- - ¿Tienes que retirar dinero?

Harry asintió.

- - ¡Bien!¡Yo también! – Dio un saltito.- ¡El paseo en el carrito será un poquito más largo!

Cuando entraron en el edificio blanco, un rostro familiar le sonreía.

- - ¡Harry!- Le dijo Bill Weasley dándole una fuerte palmada en el hombro.

- - Hola, Bill. ¿Cómo estás?

- - Ah, bien- dijo rascándose la nuca- Ya ves que he pedido el traslado... Mamá se encontrará más tranquila si estoy en Inglaterra y...

Bill miró de reojo a la profesora Luminous.

- - ¡Asellus!¡Caramba, no te había reconocido! ¿Por qué estás vestida así?

- - He ido a buscar a Harry a casa de sus tíos y quería dar una buena impresión. ¿Cómo has estado?

- - Bien, bien. Vamos, los acompañaré a sus bóvedas- Dijo Bill haciendo un ademán a un duende particularmente diminuto que los guió a un carrito.

La profesora y Bill charlaban animosamente acerca de Charlie en Rumania, explicando a Harry los detalles más complejos acerca de la crianza de dragones.

Cuando llegaron a su bóveda, Harry llenó su monedero con Galleons, Sickles y multitud de Knuts.

El carrito se detuvo por segunda vez,  la profesora se bajó del carrito de un salto y abrió la bóveda.

Harry alcanzó a ver una montaña inmensa de Galleons que ocupaba casi la mitad de la bóveda, al punto de cubrir varios baúles, dos o tres escobas y un enorme montón de libros.

Salió llevando un bolso en una de sus manos.

- - Tus ingresos han aumentado considerablemente el último tiempo- le dijo Bill con sorna.

- - Este verano ha sido un lío- dijo mientras el duende ponía en marcha el carrito- Ese inútil de Fudge no dijo nada, sólo me enviaba recados con órdenes. No fue sino hasta hace un par de semanas que Fawkes me encontró y me dejó una carta urgente de Dumbledore pidiéndome que regrese. Ya me parecía que las criaturas no podían estar comportándose así sin razón. Sí... He tenido mucho trabajo, lamentablemente. Imagino que ustedes han tenido lo suyo...

Bill asintió frunciendo el ceño. Harry recordó el incidente el año anterior en que el Sr. Weasley había salido herido.

- - Todos creímos que Fudge cambiaría de actitud, pero...

- - Se sentía amenazado por Dumbledore- dijo Harry como pensando en voz alta.

La profesora arqueó las cejas y miró a Bill, que asintió certificando que Harry tenía razón.

- - ¡Que imbécil!- bufó.

Se quedaron en silencio tras el traqueteo ensordecedor de los rieles.

- - Según he oído, el trabajo no te ha impedido conseguirte una novia, Bill... Ya era hora- dijo la profesora tras aclararse la garganta.

Bill sonrió nervioso.

- - Me han dicho que es una chica muy linda...

Bill fulminó a Harry con la mirada.

- - ¡Que no he sido yo!- le dijo Harry rápidamente.

La profesora rió con ganas.

- - Cálmate, Bill. Ha sido tu madre. Me escribió hace una semana. Me dijo que sinceramente no sabía como una chica tan linda podía fijarse en ti... Con ese pelo y ese colmillote que te cuelga del cuello... Francamente, Bill... Los colmillos están fuera de moda. No sé como haces...

- - Es que soy irresistible. – Dijo Bill guiñándole el ojo, a lo que la profesora suspiró en broma.

El carrito se detuvo en la salida de los túneles.

El sol fuera de Gringotts les golpeó la cara.

- - Se nos hace tarde, Harry. Ve a comprar tus cosas y...

Harry se sentía un poco avergonzado. Había estado aterrado por su profesora, y ahora que veía que Bill y ella hablaban tan amigablemente, se sentía tonto.

- - ¡Asellus, Harry!- El Sr. Weasley los saludó desde la puerta de Flourish y Blotts.

- - ¡Arthur!- Le dijo la profesora dándole un abrazo.

- - Asellus, que gusto. Pensábamos que no habías conseguido dónde estacionar- le dijo mientras saludaba a Harry- porque... Has venido en auto, ¿verdad?¿Puedo verlo luego? Verás... Hay un encant... adoradornitoparacolgardelespejoporaqui Molly mira quien llegó...- terminó rápidamente el Sr. Weasley que miraba asustado a su mujer que por su parte lo fulminaba con la mirada.

- - Harry, cariño. Que bueno que ya estés aquí. Lamento tanto no haber podido llevarte a casa este verano- le dijo mientras lo estrechaba en un abrazo.- Y NO CREAS QUE NO TE HE OIDO, ARTHUR- lo amenazó con el dedo- Asellus querida, que alivio que estés con nosotros, ¿has llegado bien? Me alegro. Bill, ve a la librería y diles a los chicos que Harry ya llegó.

- - Yo iré. Tengo que comprar mis cosas- dijo Harry mientras caminaba hacia el negocio.

Ron, Hermione y Ginny esperaban al final de una larguísima fila para pagar por sus libros.

Harry se les acercó rápidamente saludando con la mano a Ginny, que era la única que lo había visto entrar.

Hermione se dio vuelta y por poco le salta encima tomándolo por el cuello de la camisa.

- - ¿HAS VENIDO CON ELLA?¿Cómo es?¿De qué han hablado?¿Qué te ha dicho?¿Te ha enseñado algo?...

- - ¡Déjalo respirar! ¡LOCA!- Le gritó Ron intentando separarla de Harry.

- -¿Es cierto que es tan simpática como dicen?- preguntó Ginny mientras tironeaba del brazo de Hermione que aún sostenía a Harry por el cuello.

- - ¿Ustedes la conocían?

Ron volteó los ojos y resopló.

- - ¿Conocerla? Claro... Es una de las expertas en Artes Oscuras más famosas del mundo. Aunque realmente nunca se sabe dónde está o qué está haciendo. Trabaja en secreto- Le explicó Ron acomodándose la ropa.

- - Se ha hecho famosísima en poquísimo tiempo- comenzó Hermione con entusiasmo- Aún no ha escrito ningún libro, pero su labor ya es legendaria, a pesar que la leyenda no es demasiado explícita. Lo único que se sabe es que salió a la caza de algunos Mortífagos que habían huido a las montañas de Sudamérica y los atrapó cuando todos ya la habían dado por muerta y habían dado por sentado que los mortífagos seguían  ocultándose allí.

- - En fin, Harry- le dijo Ginny lanzándoles a Ron y Hermione una mirada desesperada- Bill nos ha dicho que es muy inteligente, que algunos la comparan con Dumbledore en su juventud, sin la barba, claro. Y además dijo que juega muy bien al Quidditch y que si no se hubiera ido de Inglaterra, probablemente estaría en la selección femenina...

Harry se quedó quieto, algo aturdido y sintiéndose francamente muy tonto.

- - Pues... – dijo después de un rato- Es bastante simpática. Mis tíos han quedado encantados. Aunque... No sé... No parece ser todo eso que dicen...

- - Apresúrate, Harry, así pagaremos todos juntos- le instó Ginny.

Comenzó a recorrer los estantes acompañado por Hermione y Ron, mientras Ginny se quedó resoplando por lo bajo, cuidando el lugar en la fila, cargada de libros hasta las orejas.

- - Y bien, Harry... ¿Cómo estás?- le dijo Hermione tentativamente.

Harry no dijo nada por unos momentos y luego asintió con la cabeza.

Ron le dedicó una mirada dubitativa mientras le alcanzaba El Libro Reglamentario de Hechizos, nivel 6.

Harry no quería hablar del tema. No en ese omento al menos. Se sentía feliz de ver a sus amigos. No quería pensar en otra cosa.

Ron y Hermione seguían esperando que diga algo, mientras le alcanzaban más y más libros.

Harry estaba tan cargado que ya no veía por donde iba, sólo veía los títulos de los libros que tenía justo frente a los anteojos (Las hierbas tropicales y otras plantas milagrosas, Historia de la Magia Mundial IV, Contradicciones en Tratados de Magia Internacional, tomo 1)

- - ¿Por qué yo llevo tantos libros y ustedes no?- Les gritó desde atrás de la pila.

- - Fred y George nos hicieron el favor de comprar algunos la semana pasada. Se han hecho muy amigos del Sr. Flourish.- Le dijo Ron quitándole dos o tres libros de la cara.

- - Aunque Blotts los mira con mala cara- Agregó Ginny desde atrás de su propia pila de libros.

Fred y George entraron al negocio rápidamente.

Ambos llevaban el cabello más largo y ropa muy moderna.

Ambos saludaron a Harry despeinándolo aún más, si eso era posible, porque sus manos estaban ocupadas en los libros.

Los mellizos parecían no poder contener la risa.

- - ¿Cómo va el negocio?- Les preguntó Harry mientras avanzaban un paso en la fila.

- - Ah... ¿En este momento?... No sabemos...

- - ¿No saben?

- - Hemos dejado a Lee cuidando el lugar, pero le hemos cambiado unos caramelos que traía en el bolsillo por otros experimentales en los que hemos estado trabajado durante un tiempo.

- - Creemos que en este momento, o bien puede estar flotando por ahí o bien no puede dejar de cantar ópera muggle...

- - ¡Son unos irresponsables!- Chilló Hermione.

- - Ah... El negocio va bien- le dijo George mientras ignoraba llanamente a Hermione dándole palmaditas sobre la cabeza. – A la gente le gusta ver que confiamos en nuestros productos tanto como para probarlos nosotros mismos.

- - Ese es el punto- bufó Hermione- No lo hacen. Usan al pobre Lee para eso.

- - Y por ello se le paga- le dijo Fred sumándose a las palmaditas que George daba en la cabeza de Hermione- Nosotros nos encargamos de la logística, asuntos legales, producción y distribución. ¿No les parece justo?

Una mujer gritó fuera de la librería y un rumor comenzó a hacerse oír.

A Harry se le detuvo el corazón y Ron se pusieron pálidas hasta las pecas. Hermione aguzó el oído.

Harry la imitó.

- - FIIIIIIIIIIGAAAAROOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Fred y George se miraron.

Afuera, la gente señalaba hacia arriba con gesto de sorpresa. Algunos comenzaron a reír.

- - ¡Querido Fred!¿Crees que el querido Lee se haya comido no uno, sino los DOS caramelos al mismo tiempo?

- - Oh, George Querido, creo que a veces es lo bastante idiota como para hacer eso...

- - ¿Crees que podríamos colgarle un anuncio de la tienda? Sería estupenda publicidad...

- - Tú encárgate de alcanzarlo. Yo voy a buscar un cartel.

Ambos los saludaron con la mano y salieron corriendo.

- - Nos veremos en Hogsmeade- Alcanzó a decir Fred separándose de George, que sacaba la varita e intentaba apuntar hacia arriba, pero no lograba ponerse derecho por la risa.

Hermione se dio media vuelta con un gruñido, porque ya era su turno de pagar.

Harry aprovechó a preguntar a Ron y a Ginny acerca de Percy.

- -Las cosas siguen igual. Sigue aquí en Londres, sólo. Y no se ha disculpado ni con papá ni con mamá. Bill y los mellizos fueron a hablar con él pero... - Ron se quedó callado.

- - ¿Pero?

- - Pero no quiso hablarles, y llamó a Fred y a George fracasados, y les dijo que nunca llegarían a nada, que ese era el resultado de la educación deficiente que había recibido de papá y mamá... - dijo Ginny apesadumbrada.

- - Bill no dijo nada, pero los mellizos se pusieron como locos. No nos dijeron exactamente qué había pasado, pero Bill nos ha dicho que Percy tardaría mucho tiempo en salir de su casa sin una bolsa de papel sobre la cabeza.

- - Bill Cree que cuando llegue Charlie podríamos ir a hablarle todos juntos y que a lo mejor entonces recapacite... Aunque yo no lo creo- Dijo Ginny mirándose los zapatos.

No mucho después salieron de la librería y se encontraron con Bill y la profesora Luminous, que sostenía la soga que retenía a Lee, que por cierto, seguía cantando ópera a todo pulmón a veinte metros del suelo.

La profesora miró su reloj y Bill tuvo que tomar la soga rápidamente con ambas manos para que Lee no salga volando sin control.

- - Se nos hace tarde. ¿Molly?

- - Ah, si, querida.- La Sra. Weasley se acercó al grupo.- Chicos, ella es la profesora Luminous – les indicó a Ron y Ginny – Ella los llevará a tomar el Expreso. Arthur y yo tenemos cosas que hacer. Sentimos no poder acompañarlos, pero prometemos ir a visitarlos más adelante.

Harry y la profesora Luminous ayudaron a cargar los baúles de los demás hasta el estacionamiento mágico.

El Sr. Weasley los acompaño cargando los paquetes y estuvo largo rato examinando el auto de la profesora mientras ella acomodaba los baúles sosteniéndolos con sogas atadas al techo.

- - Asellus, si quieres yo podría hacer que todo esto... entre en el baúl- susurró la última parte.

- - Gracias Arthur, pero es mejor que no me meta en problemas.

- - Si, comprendo.- dijo el Sr. Weasley con un suspiro de decepción.

Se acomodaron en el auto lo mejor que pudieron entre las jaulas de Pigwidgeon, Hedwig y Crookshanks.

- - ¿Listos? ¿Estamos todos?

El Sr. Weasley los saludó con la mano mientras llegaban hasta donde estaba Connel, que se les acercó.

- - En King's Cross, ¿Verdad? ¿Hasta su casa en Little Whining, verdad? Bien. El día de su regreso, tendremos su auto de vuelta en King's Cross. Si necesita algo, envíenos una lechuza sin problemas.

- - Gracias, Connel. Mucha suerte. Nos vemos.

- - Adiós, Asellus. Suerte en Hogwarts, chicos. Cuídense.

Harry miró su reloj. Aún les quedaba bastante tiempo. Se recostó en el asiento mirando los edificios pasar por la ventanilla y oyendo tranquilamente la conversación entre su nueva profesora de Defensa contra las Artes Oscuras y sus amigos.

Notas de la Autora:

Bueno. Eso es todo por el capítulo 4.

Gracias a todos los que han enviado sus comentarios, aprecio mucho que se hayan tomado el tiempo de leer mi fic.

Y, tengo que decir esto, gracias Sisma-anon por su comentario, me ha parecido un magnífico ejemplo de crítica constructiva. Y la verdad es que no puedo contarles si habrá romances o no, porque sinceramente... No lo he pensado. Tengo las bases de la historia bastante trazadas, pero como esto es una reescritura, cambian todo el tiempo, así que no tengan miedo de enviarme sus sugerencias, que serán escuchadas y además pueden serme de gran ayuda.

GRACIASSSSSSSS

Nos vemos en el capitulo siguiente... que por cierto aún no tiene título... jeje. Perdooonnn