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Harry Potter y el Enigma de Elspeth

Capítulo7

El aula de los Dragones Dormidos

La clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, la primera del martes, era algo que la mayoría de los estudiantes esperaban ansiosos.

Harry permaneció atento a los comentarios de sus compañeros durante el desayuno.

Todos comían a los apurones y hablaban con la boca llena, por lo que a Harry se le hacía muy difícil entender exactamente lo que decían.

- Bill y Charlie la conocen, aunque no dijeron dónde ni cómo ni cuándo la conocieron- dijo Ron con un trozo de tocino colgándole de la comisura de la boca. Hacía ya un rato que hablaba con Dean, contándole con detalles el trayecto desde el callejón Diagon hasta el Expreso junto con la profesora Luminous.

- A ver si entendí bien... - dijo Dean cerrando los ojos.- Nadie sabe de dónde viene, qué ha hecho, qué hace, hace cuanto que hace lo que sea que haga o de qué vive... ¿Y me dicen que es famosa?

- Bueno... Si... - dijo Ron soltando su tenedor.

Y para decir la verdad, Harry, al igual que Dean, no entendía muy bien cómo la profesora Luminous era tan famosa.

- Es una cazadora- acotó repentinamente Hermione desde atrás de un libro de Runas- Una cazadora de Criaturas y Monstruos oscuros. Eso es lo que hace. A veces asiste al Ministerio en asuntos oficiales del Departamento de Secretos, pero generalmente trabaja por su cuenta. Hace un año, más o menos, se publicó un artículo sobre ella en El Profeta. Ahí decía que ella logró desbaratar las maldiciones de las ruinas incas. Esa fue la primera y última vez que se publicó algo acerca de ella o de su trabajo.

Después de decir eso, Hermione volvió a silenciarse detrás de su libro. Nadie se atrevió a decirle nada ni a refutar su información.

Tras el desayuno, se dirigieron a la mazmorra donde tendrían clase.

Al llegar, todos tomaron asiento y aguardaron en silencio.

Cuando ya habían pasado unos buenos quince minutos y la mayoría zapateaba impaciente o golpeteaba los pupitres, la profesora Luminous llegó corriendo, cargando montones de papeles bajo ambos brazos y una tostada con manteca en la boca.

- BER' HON- masculló aún con la tostada entre los dientes mientras se abría paso entre los alumnos.

Se ubicó en el frente y depositó todo lo que traía consigo sobre el escritorio.

De un solo mordisco se tragó la tostada y con las manos acomodó los papeles.

- Les pido perdón, no me di cuenta de la hora

Harry escuchó un bufido proveniente del pupitre que ocupaba Hermione.

- ¡Es la segunda vez que hace lo mismo!- le susurró ella muy enfadada.

Para el final de la hora, todos se sentían algo decepcionados. La clase había consistido en una larga pero, como apuntó Hermione ya menos enojada, necesaria revisión de algunos de los temas aprendidos en años anteriores.

Mientras todos hacían una breve composición acerca del tema que más habían disfrutado durante sus pasados cinco años en Hogwarts, Harry vio como la profesora volteaba las paginas de un cuaderno y murmuraba por lo bajo, sacudiendo la cabeza. Después tomó un cuadernito de tapas color lila y al recorrerlo con la vista pareció no poder contener la risa.

La clase de Adivinación por la tarde, había sido todo un espectáculo, y si bien Ron y Harry la consideraban una materia tediosa e inútil, cuando escucharon la campana de salida les dolía la cara de tanto reírse.

Para acoger al inusual Firenze, el aula de Adivinación, que antes se situaba en lo alto de la Torre Norte, había sido trasladada a la planta baja y transformada en una réplica del Bosque Prohibido.

La profesora Trelawney había tenido que acceder, más por cortesía que por propia elección, a compartir la titularidad de la materia con el centauro descarriado.

Por lo tanto, ahora también compartía el aula en la planta baja.

Bajo un par de pinos se abría una tienda de campaña en la cual se encontraban las mesitas y sillones pertenecientes a la profesora.

Al parecer ninguno de los dos profesores se habían puesto de acuerdo acerca del temario. Ni siquiera parecían haber acordado cómo dar clases juntos.

Así que mientras Firenze hacía oídos sordos a las quejas de la profesora Trelawney, se remitía a repetir una y otra vez que el brillo que emitía Saturno era más azul de lo normal.

Parvati Patil y Lavender Brown parecían muy confundidas. Eran las más grandes admiradoras de la profesora de Adivinación, pero no estaban muy seguras de que ella no hubiera perdido la chaveta, porque mientras Firenze comentaba incoherencias acerca de la anormal dispersión de las estrellas, ella no hacía más que mirar una copa de agua y murmurar en tono desesperado que no podía ver nada y que su ojo estaba perdido en alguna parte del castillo.

A todo esto, Ron y Harry se preguntaban qué era lo que podía llegar a verse en un vaso de cristal lleno de agua clara, que no sean sus propias huellas dactilares impresas en la superficie. También se preguntaban si el ojo de la profesora los vigilaría en las noches y se metería en el baño de los chicos cuando salgan del entrenamiento de Quidditch.

Pasada la cena, Ron y Harry se sentaron junto a Hermione en la sala común, mirando como ella se desvivía por buscar algo en un diccionario de Runas.

Del otro lado de la sala, Dennis y Colin Creevey narraban a los de primero el fantástico escape de los mellizos Weasley, agregando datos coloridos en los que ellos mismos se incluían participando de la maravillosa huida.

El peso del día siguiente se posaba perezosamente sobre Ron, Harry y Hermione. El miércoles sería el primero de sus días de más de veinticuatro horas.

En el dormitorio de los chicos, Ron y Harry despertaron algo más temprano que de costumbre. Sacudieron a Neville lo más silenciosamente posible y bajaron a la sala común, donde los esperaban Ginny y Hermione, más dormidas que despiertas.

El gran salón estaba casi vacío cuando bajaron a desayunar.

Luego subieron hasta le cuarto piso y tuvieron que separarse para buscar el pasillo de las armaduras azules, algo bastante difícil, ya que en realidad las armaduras eran grises, como señaló Ginny con voz molesta una vez que las hubo encontrado.

Frente a la puerta al fondo del pasillo había un pequeño grupo de estudiantes que los saludaron. No requería mucha inteligencia determinar que aquellos serían sus compañeros.

Cho saludó a Harry tímidamente y él le devolvió el saludo sin prestarle demasiada atención.

Ernie Mc Millan y Justin Flinch-Fletchley se les acercaron, y estaban a punto de decir algo cuando la profesora Luminous asomó la cabeza por la puerta dedicándoles una sonrisa amable.

- Bien, bien- dijo mirándolos y contándolos mentalmente- ya estamos todos. Si me hacen el favor de pasar...

Abrió la puerta y los quince entraron en una sala muy pequeña, que, salvo por una segunda puerta, estaba vacía.

Harry pensó que el aula era demasiado pequeña para ellos. Apenas si entraban allí de pie estando muy apretujados unos contra otros.

LA profesora cerró la puerta y miró su reloj.

- Ahora le damos dos vueltitas a esto... - canturreó la profesora manipulando un giratiempo bastante más grande que aquel que Harry y Hermione habían utilizado en tercer año.

A diferencia de aquella vez, Harry no sintió absolutamente nada al retroceder en el tiempo.

- Ya está- dijo la profesora muy contenta.- Ahora, por favor, pasen por la segunda puerta.

Todo se miraron desesperados. Harry apenas podía mover la cabeza porque tenía el hombro de Ron incrustado en la mejilla, y a Neville pisándole ambos pies, quien a su vez estaba aplastado de cara a la pared.

Ginny, que era la más próxima a la puerta, se dio media vuelta, tumbando a Ernie en el proceso, pero quien no pudo caerse debido a que estaba tan apretado por el resto de sus compañeros, que, aunque sus pies no tocaran el suelo, seguía en posición vertical.

Con el codo, Ginny logró mover el picaporte y empujó con la frente. En cuanto la puerta se abrió, todos cayeron sobre la menor de los Weasley.

- Vamos a tener que organizarnos mejor la próxima clase- dijo la profesora, ayudándoles a levantarse y tironeando de un brazo que asomaba por debajo de la pila de estudiantes, y que debía pertenecer a Ginny.

La segunda sala parecía ser bastante más grande que la primera, aunque estaba completamente a oscuras.

La profesora cerró la puerta tras de sí y con un ademán hizo que la sala se iluminara cálidamente con antorchas y faroles.

Se alzó un murmullo. Estaban en un aula gigantesca de paredes desnudas de cuadros, con claraboyas en vez de ventanas, por las cuales se colaba el tímido brillo de las estrellas en el cielo aún oscuro. Toda la decoración de la sala constaba de un enorme mural en el techo, que representaba a unos seis dragones azulinos de tamaño natural, que dormitaban acurrucados en una pradera y que de vez en cuando echaban una que otra llamaradita por el hocico.

- Siéntense cerca del frente por favor- dijo la profesora y todos obedecieron.- Siempre tendremos clase en éste aula, así que les convendría no olvidar el camino.

Con un golpe de la varita hizo aparecer una pila de papeles sobre el escritorio. Después se aclaró la garganta.

- Damos comienzo a esta clase. Aquí se hará y deshará lo que yo diga. Cualquier distracción podría ser fatal, tanto para ustedes mismos como para sus compañeros.

Todos tragaron muy nerviosos.

- No se preocupen. No soy demasiado estricta. Claro que tendremos algo de diversión, pero también realizaremos maleficios y encantos que ni yo podría contrarrestar.

La profesora recorría la clase con la mirada.

- Como ya les expliqué a todos... por separado... recibirán una introducción al entrenamiento de un Auror. Todo lo que aprendan aquí debe ser usado aquí y solo aquí. Esta clase y lo que aquí aprendan es secreto. Nadie fuera de esta aula, nadie que no pertenezca a esta clase podrá saber lo que acontece aquí. Les está terminantemente prohibido divulgar o discutir los contenidos de esta clase fuera de éste aula y tiempo. Si necesitan practicar, me lo comunicarán a mí o a cualquiera de los profesores que impartirán clases conmigo. Anotarán los nombres de estos profesores en sus cuadernos, los cuales protegeremos con un hechizo de contraseña, en caso que los apuntes caigan en manos extrañas.

Con otro golpe de la varita hizo aparecer un vaso de agua. Bebió un sorbo y se aclaró la garganta.

- Les repito, porque es muy importante, divulgar lo que aprendan en esta clase está total y completamente prohibido. Si alguno de ustedes rompe este convenio se le aplicará un hechizo desmemorizante tan potente que ya no podrán distinguir el pie izquierdo del derecho... Chicos... Era una broma... ¿Alguien puede levantar a Neville del suelo, por favor?... Ah, gracias Justin... Bueno... ¿Estás bien Neville?... Perfecto, perfecto... En fin, el profesor Dumbledore y yo hemos confeccionado las listas y pensamos que no tendrán problemas si quieren consultarse entre ustedes, asegurándose que nadie más los oiga, por supuesto...

Se sentó sobre el escritorio.

- Estas clases se impartirán una vez por semana. Eso que ven allí- dijo señalando el reloj de arena que había dejado sobre el escritorio.- es un giratiempo, un aparato muy peligroso que nos permite regresar en el tiempo. Por cierto, si llego a encontrar a cualquiera de ustedes utilizándolo indebidamente, será expulsado.

La clase rió con ganas.

- Eso no era una broma.

Palidecieron de repente.

- Lo siento, pero cuando digo que es un aparato muy peligroso porque, como todos me imagino que saben, jugar con el tiempo puede ser fatal...

Ahora voy a enumerar a los profesores que me asistirán en las clases y a quienes podrán consultar acerca de los temas que aprenderemos, en caso que no me encuentren a mí. También me asistirán otras personas ajenas al staff, pero que logré convencer para que vengan a ayudarme. Ahora tomen nota... Profesor Flitwick, Profesora McGonagall, Profesor Dumbledore, Profesor Snape... Chicos, no gruñan... Y quienes participarán de vez en cuando son el profesor Remus Lupin, a quien ya conocen, la profesora Olympe Maxine, también la conocen, y Arthur, Charles y William Weasley.

Ron y Ginny se quedaron boquiabiertos.

La profesora esperó a que todos terminaran de escribir.

- Bueno. Hablemos un poco de las clases. Debido a que el año pasado la... Señora... Umbridge tomó las riendas de la materia y del colegio, se han atrasado horrores. Con el resto de los profesores logramos reacomodar el programa, pero hay algunos de ustedes que quedarán bastante mal parados al final de su educación básica. Ahora, la mayoría de ustedes declaró ante el jefe de sus casas que habían pensado en ser Aurors, y si Aurors es lo que quieren ser, no tendríamos tiempo de enseñarles todo lo que necesitan.

Además, como ya les expliqué, es posible que esta batalla con Voldemort, deje bastante diezmados los escuadrones de Aurors. Aquí aprenderemos de todo un poco, desde las maldiciones y hechizos, hasta los instrumentos detectores de oscurantismo. Ya van a ver que va a ser muy emocionante, vamos a realizar excursiones y hablar con verdaderos Aurors.

Suspiró profundamente.

- Pero también tengo que decirles que esto será cosa seria... Traeremos a la memoria recuerdos que quizá quieran borrar. Pero déjenme darles un consejo. Solo con la memoria somos más fuertes para crecer. Si no recordamos de dónde venimos, no sabremos hacia donde vamos.

Harry sentía como si Dumbledore mismo les estuviera hablando. Eran palabras que Harry hubiera esperado escuchar de boca del director.

Muchos hicieron un gesto lúgubre.

- Y ahora, primero lo primero. Debemos llamar a nuestros enemigos por su nombre. So representan la cara opuesta a la nuestra, sino nuestros más profundos temores. El temor al nombre sólo incrementa el temor en sí mismo. - Harry no sabía muy bien si abrir o cerrar los ojos, ya que creía saber lo que se venía.- Ahora quiero que cada uno de ustedes diga "VOLDEMORT"

Apuntó con un dedo a Ginny, que casi se queda bizca de los nervios. Luego, dándose por vencida, la profesora apuntó a Neville, quien no hizo más que palidecer y desmayarse.

La profesora lo miró por un momento y le apuntó con la varita.

- ¡Ennervate!

Después de ayudarlo a regresar a su asiento, se quedó mirando el suelo y rascándose la cabeza.

- Ajá... Puede que esto nos tome un buen rato... A ver... Todos juntos... VOLDEMORT

Solo la voz de Harry se escuchó claramente, secundada por las voces de Hermione y Luna.

Neville volvió a desmayarse (¡Ennervate!), Ron palidecía más y más con el correr de los segundos.

- Ron... A ver, Ron...

Ron parecía a punto de desfallecer mientras miraba la punta de la varita de la profesora, que le apuntaba justo entre los ojos.

- Ron, repite lo que yo digo: "VOL..."

- V...V... VVVVV...VVVvvvooll... - todo el pupitre temblaba con él.

- "...DE..."

- "...de..."- susurraba como una hormiga.

- "...MORT"

- M...M... MMMMM... MMMMMMMMMMMMMMM... M...mort"- ¡Plaf! Cayó al suelo con los ojos abiertos.

- Déjenlo que descanse un rato- dijo la profesora rascándose la cabeza. Luego apuntó a Ginny.

Al cabo de cuarenta minutos, sólo Harry, Hermione y Luna seguían en pie. El resto alfombraba el piso, algunos en shock, otros temblando, y la mayoría lisa y llanamente desmayados.

La profesora suspiró pesadamente.

- ¿Creen que me excedí al gritar "Voldemort, Voldemort, Voldemort"?

No acababa de decir lo último cuando Ernie McMillan, que intentaba ponerse de pie, volvió a desmayare.

La profesora siguió con la vista el trayecto de Ernie hasta el suelo. Luego echó un vistazo a sus tres alumnos conscientes y se encogió de hombros resignada.

- ¿Té?- les preguntó con un dejo de desesperación en la voz y haciendo aparecer su juego de tazas. Los tres se acercaron al frente y aceptaron el ofrecimiento.

Tomaron la infusión en silencio, y al cabo de un rato, la profesora se puso de pie y levantó su varita.

- ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡Ennervate! ¡ENNERVATE!

El último le dio a Ron, que acababa de reincorporarse y quien se puso de pie de un salto con los ojos muy abiertos y una expresión tensa en la cara.

- Bienvenidos una vez más. Perdonen. Se me fue la mano.

Todos iban incorporándose y frotándose las zonas machucadas en la caída.

La profesora hizo un ademán y otras doce tacitas aparecieron y volaron ceremoniosamente hacia los recientemente despiertos alumnos.

- Cambiando de tema. Repasemos un poco lo que han aprendido acerca de los maleficios prohibidos. Díganme, ¿cuáles son?... ¿Sí, Hermione?

- ¿Qué no tendría que dar eso por sentado?- susurró Ron no demasiado bajo.

- Imperio, Cruciatus y Aveda Kedavra- contestó Hermione dando una mirada amenazadora a Ron.

- Correcto. Como la mayoría de ustedes ya saben, el uso de estos maleficios contra otros magos fuera del ámbito de estudio está penado por la ley mágica. Son maleficios difíciles de realizar y por sobretodo son maleficios muy difíciles de repeler, o incluso, imposibles. Bien, ese tema lo saben, ¿verdad? De todos modos hablaremos de esto con más detenimiento más adelante en el programa, así que los alumnos más jóvenes no tienen por qué preocuparse.

La profesora recorrió una pila de papeles murmurando en voz baja, y los alumnos comenzaron a cuchichear entre ellos esperando a que ella prosiga con la clase.

-¡DEMENTORES!- gritó ella de repente haciendo que Ernie McMillan volviera a desmayarse (¡Ennervate!).

- Perdón... ¿Qué han aprendido acerca de los Dementores?¿Qué aprendieron de ellos durante su presencia en Hogwarts?

- Tienen la piel viscosa- dijo Mozelle Brightman- vi su mano una vez.

- Ven a través de las capas invisibles.- dijo Ron.

- Sí, correcto. En caso que no lo sepan, los dementores no tienen ojos. Bajo la capucha de sus túnicas esconden su boca, su arma más mortífera, con la cual absorben en alma de aquellos a quienes besan. Al no tener ojos, sienten a la gente, es por eso que uno no puede ocultarse de un dementor. Ahora, ¿qué hechizo puede repeler a estas criaturas?

- Un patrono.- contestó Neville.

- Exacto. Tengo entendido que muchos de ustedes ya pueden realizar un patrono. ¿Me dejarían verlo?

Los que sabían cómo se pusieron de pie y realizaron el encanto. Aquellos que no sabían los observaban fascinados.

- Eso ha estado muy bien. La próxima me ayudarán a enseñarle a los demás cómo realizarlos. Ah, y no sé como algunos de sus patronos podrían protegerlos. Veo por allí un cisne, una nutria y otros bichejos que me interesaría ver cómo atacarían a un dementor. Veré si puedo convencer a un Boggart para que practiquemos.

- ¿Profesora?

- ¿Sí, Ginny?

- Ya es la hora de la salida.

- Perfecto, Ginny, gracias. Y no olviden, silencio absoluto. Vamos, vamos. Todavía pueden desayunar algo más.

Recorrieron el pasillo de las armaduras en grupos. Hermione bufaba por lo bajo porque la profesora había olvidado acordar qué encantamiento usarían para proteger los apuntes.

Al llegar al pasillo principal, se cruzaron con varios alumnos de Ravenclaw y tuvieron que disimular para que a ninguno les resulte extraño encontrárselos a todos juntos a esa hora en aquella parte del castillo.

La semana prosiguió tan lenta como era posible.

Durante Cuidado de Criaturas mágicas, Hagrid se le acercó a Harry y le susurró que los tres estaban invitados a almorzar con él el sábado.

Para el viernes, ni Ron, ni Harry ni Hermione tenían ánimos para hablar.

LA sala común estaba en silencio. La ausencia de Fred y George causaba un vacío imposible de llenar.

El sol aún entraba a borbotones por la ventana, pero ninguno de los tres se lamentaba por tener que quedarse dentro de la torre. Se sentían como si hubiesen corrido una maratón muy larga.

Estaban tan cansados que apenas podían mantener los ojos abiertos.

Poco después, cuando Ron ya comenzaba a roncar en su sillón, decidieron dar por terminada su semana.

Al acostarse en su cama, Harry sintió un alivio indescriptible.

En ese momento se hubiese atrevido a decir que esa era la mejor sensación del mundo.

N/A: Bueno. En un principio no estaba muy convencida acerca de este capítulo, y tuve que modificar y recortar mucho el original, por lo que me quedó más corto que los demás, y aún así no me convence.

Bueno, estoy de vacaciones y escribiendo a buen ritmo, el problema es que yo escribo en lápiz y papel generalmente, y me tardo mucho en pasar las cosas al ordenador. Uf, si viesen mis notas, mi amiga Barby puede dar fe que mis notas son un lío, pero es que soy una obsesiva de los pequeños detalles. En fin, esta historia está casi completamente armada, pero aún se encuentra en forma de pequeñas notitas... Un lío en serio.

Ahora, para todos ustedes, mis queridos lectores, alguna que otra respuestilla.

Sisma: Como siempre, tus comentarios me hacen recordar aquellas cosas que olvido de puro despistada y realmente no tengo palabras de agradecimiento para todas las cosas que me dices.

Lady Origin: Me ha gustado mucho tu comentario y me he puesto roja como un tomate cuando me agregaste a tu lista de autores favoritos... Alimentan mis delirios de grandeza!!

Black Spirit: Lo siento, no he tenido tiempo de ponerme al día con tu fic, ya tendré que sentarme a leer un día de estos... Me he quedado en el pobre de Forrester! Como siempre, te agradezco tus comentarios y el ánimo que me das... Ah... y por cierto... Vas en la pista correcta con lo que me has preguntado acerca de la Profesora Luminous (Ah... que lectores perspicaces atrae mi fic... )

Barby: Como siempre, corazón. Te quiero mucho y espero que te haya gustado este capítulo, que no lo habías leído antes. Te extraño mucho y espero que la estés pasando bien!!!

Ahora, me gustaría saber sus comentarios acerca de la profesora Lumionous, ya que es mi propia creación (si vieran los dibujos que he hecho de ella... Buaaaaa... Ya quisiera ser yo como ella).

Bueno... No tengo más que decir, más que los eternos agradecimientos por darme un poco de su tiempo al leer mi historia.

Muchos saludos a todos y espero leer sus comentarios.

MisaKats