Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de J.K.Rowling... Ahora, realmente necesitan que haga esa aclaración?

Harry Potter y el enigma de Elspeth

   

   

Capítulo 17

   

     

  

El verdadero comienzo

El invierno parecía extenderse más frío y oscuro que nunca.

Les alegraba que el fuego en las chimeneas arda más acogedor de lo que lo había hecho jamás.

Los de quinto habían entrado en crisis, muchísimo tiempo antes de lo usual, y no hacían más que preguntar cosas acerca de los MHBs.

Ginny disimulaba sus nervios bastante bien, o realmente le interesaban muy poco sus exámenes.

Hermione le preguntaba una y otra vez si había pensado qué carrera seguir después de terminar en Hogwarts, a lo que la menor de los Weasley respondía con encantadora frescura alegando que era joven, que tenía toda la vida por delante y que no pensaba hacerse mala sangre por un mísero examen, lo que enloquecía a Hermione, que jamás había escuchado tantas contradicciones a lo que ella pensaba.

Muy contrariada, se sentó junto a Ron y Harry en la sala común, después de la cena.

- - Ron... No sé cuál es el problema con tu hermana... Parece como si realmente no le importara estudiar...

Él se encogió de hombros.

Harry hundió la nariz en el pergamino. Todavía no sentía deseos de que Ron y Hermione notaran que se le ponían rojas las orejas cuando hablaban de Ginny. Ni siquiera quería notarlo él mismo.

Pasó un rato sin que ninguno de los tres se dirigiera la palabra.

- - Uff... Menos de una semana para San Valentín- dijo Ron de la nada.

Hermione solamente arqueó las cejas y siguió con su libro sin hacerle caso.

Pero Harry casi larga una carcajada. Sólo él había comprendido el verdadero significado de la bomba que acababa de lanzar su amigo.

Ron había empezado a ponerse colorado, mientras se hundía lentamente en su butaca con la mirada perdida en el suelo. Harry decidió contener sus ganas de llorar de risa para distraer a Hermione, pero ella hizo un poco difícil que Harry cambie de tema.

- - ¿Piensas invitar a alguien a pasar San Valentín contigo, Harry?- Le preguntó Hermione desde detrás de su libro.

- - ¿A quién invitaría?- respondió él, indiferente.

- - No sé... El año pasado invitaste a Cho...

- - El año pasado Cho era mi... Era mi...- Harry tuvo que pensar muy bien qué decir a continuación, pero se le quedó la mente en blanco.- ¿Sabes cuatas patas de Mantis Religiosa lleva la poción del Insomne?

- - Tres- dijo Hermione sin prestarle atención- ¿Y piensas invitar a alguien este año?

- - No- respondió escuetamente, mirando de reojo a Ron.

- - ¿No lo has pensado o no lo sabes?

- - ¿Me estás interrogando?- preguntó, un poco molesto.

- - No... Sólo pregunto por pura curiosidad.

- - Bueno... No preguntes. Me pones incómodo.- le dijo de manera cortante.

- - Bueno... Si te vas a poner así...

Harry se había puesto muy nervioso sin saber por qué. No pensaba confesar que había estado pensando en invitar a Ginny a dar una vuelta por Hogsmeade una vez allí... Con alguna excusa, por supuesto...

En frente suyo, Ron se miraba las uñas muy ensimismado. Y Harry decidió hablar de otra cosa que estuviera lo más alejada posible de San Valentín... Las Arañas Multicolores de Essex de las que había leído durante todo el verano, pareció un buen tema de conversación, y ciertamente sacó a Ron de su ensimismamiento al punto que acabó por taparse las orejas con las manos y canturrear en voz muy alta para no escuchar de semejantes bichos.

Desde lo del Bosque Prohibido, Snape apenas se había dirigido a Harry, y cuando lo hacía, le recordaba notoriamente a Tía Petunia, ya que usaba los más absurdos monosílabos, que variaban entre ¡NO!, ¡MAL! y ¡Hmp!

Pero durante la primer clase de la semana, Snape parecía más decaído que de costumbre... O que nunca.

Tenía grandes y oscuras ojeras, y su cabello, que antes permanecía inmaculadamente grasoso, se veía ahora inusualmente limpio, aunque algo despeinado.

Ginny mencionó durante la cena que las ojeras eran un patrón recurrente entre los profesores en aquellos días.

Durante Defensa Contra las Artes Oscuras, la profesora Luminous apenas había hablado unos minutos acerca de los Trasgos, para luego dejarlos libres antes de tiempo, con la promesa de una clase espectacular el viernes.

En el almuerzo se corrió la voz entre los Alumnos de Artes Oscuras que no habría clases al día siguiente.

- - ¿Saben por qué?- les preguntó Harry a Cho y a Mozelle Brighman, que se habían acercado a su mesa en la biblioteca para comunicárselo.

- - - Según lo que dijo la profesora, - explicó Cho- Tiene cosas que hacer fuera de Hogwarts.

- - La oí hablar con el pelirrojo, y le dijo algo del Callejón Diagon- dijo  Mozelle con una sonrisita.

- - ¿Hablaba con Ron?- preguntó Harry extrañado.

- - No... No con Ron- rió Mozelle como si la idea le resultara ridícula, y luego se puso algo colorada.- Con su hermano... Bill.

Harry les dio las gracias y se acercó a sus amigos para darles el comunicado al resto de la clase de Artes Oscuras.

- - Justin estará contento- dijo Neville.- Dice que todavía no puede respirar bien.

A Harry todo le daba mala espina. Ya había comenzado a pensar que se estaba volviendo paranoico.

El jueves pasó muy lento. Sólo los animó el saber que podrían ir a Hogsmeade el sábado, tras el partido de Quidditch de la mañana (Ravenclaw vs. Hufflepuff) para pasar el día de San Valentín.

Esa noche, Harry se quedó trabajando en su composición para transformaciones, acompañado de Ron y Ginny, quienes habían desistido de sus propios deberes y jugaban un partido de Gobstones.

Por un momento, Harry perdió la vista en los campos que se extendían fuera de la ventan, iluminados por la luna plateada.

Sus ojos se posaron luego en la cabaña de Hagrid.

Notó que alguien atravesaba el camino con largas zancadas, y tuvo que refregarse los ojos porque no había manera de que haya visto lo que creía haber visto.

Miró a Ron como para asegurarse que estaba allí, porque le había parecido verlo allí abajo y perderse cerca de la cabaña del guardabosques.

Creyendo haber alucinado por el cansancio, Harry se despidió de Ron y Ginny y se dirigió al cuarto común para un bien merecido descanso.

No fue sino hasta la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras que comprendió que no había alucinado.

No fue Ron quien había atravesado el campo la noche anterior, sino otro pelirrojo, que estaba ahora de pie frente a la clase, sonriente junto a la profesora Luminous. Era Charlie Weasley.

Sin reparar en la mirada azorada de Ginny y Ron, la profesora no perdió un solo minuto y les contó al resto quién era el muchacho y a qué se dedicaba.

Y si bien Charlie no poseía el encanto de su hermano Bill, supo ganarse la simpatía de la clase con entretenidas anécdotas de su lugar de trabajo.

La profesora codeó a Charlie sin disimulo como para indicarle que comience la clase inmediatamente y que deje de perder el tiempo en historias inútiles.

Charlie obedeció, y sin mayor preámbulo, procedió a explicar las capacidades mágicas comunes en todas las razas de dragones para después comenzar con un análisis exhaustivo de las características de cada especie.

Hermione anotaba como loca en un pergamino cuando Charlie empezó a enumerar los diferentes usos de la piel de dragón, de sus uñas, de sus escamas, su saliva, su fuego, y de cada uno de sus órganos internos.

- - Los huesos de dragón quizá sean algunos de los elementos más preciados para preparar pociones. Son el ingrediente principal de las pociones curativas más potentes que se hayan conocido jamás, y en una época, los dragones eran asesinados en masa sólo para hacerse de sus huesos... Los pocos huesos que quedan en existencia son custodiados por la Asociación Mágica Mundial de Defensa de los Dragones. Además, en las raras ocasiones en las que un dragón muere (pueden vivir más de 500 años), sus huesos  son repartidos equitativamente entre los diferentes países del mundo, para uso medicinal (en casos extremos) y para su investigación.

Charlie les mostraba fotografías espectaculares, en las que en ocasiones, él mismo aparecía sonriendo con la mitad del cabello chamuscado.

Harry se acomodó en su pupitre para ver más de cerca  un enorme huevo de cáscara azulina que Charlie sacó de un cofre sellado con varias cerraduras mágicas. Sonrió al pensar que seguramente Hagrid había intentado robárselo.

Se inclinó sobre la mesa suavemente y apoyó el mentón en la mano.

Y de pronto, lo inesperado.

Sintió un dolor muy agudo en la frente. Una punzada de dolor tan fuerte que no pudo evitar dar un alarido cuando, por reflejo, se llevó las manos a la cicatriz.

Escuchaba muy a lo lejos, las voces de sus amigos, llamándole, pero no podía más que gemir de dolor.

Supo que había caído al suelo, pero sentía que la cabeza se le partía al medio, y el dolor era tan terrible que sólo podía atinar a apretar la mandíbula.

No podía pensar. No podía hacer nada más que retorcerse, con ambas manos sobre la frente, intentando respirar por sobre los exasperados latidos de su corazón.

De repente, en sus párpados cerrados, vio algo... Una ventana, un jardín... Una casa...

Y no vio nada más. Por entre sus propios dedos logró distinguir de manera muy difusa, a la profesora Luminous.

Sabía que era ella sólo porque le llamaba a gritos, porque en sus ojos, no era más que una mancha.

Y finalmente, el dolor desapareció, con todo lo que había a su alrededor. Todo se tornó oscuro, y luego, cayó inconsciente.

Despertó en la enfermería.

Cerca de él, Madame Pomfrey acomodaba una infinidad de botellitas dentro de un gabinete.

Estiró el brazo por sobre la mesa de luz y encontró sus anteojos.

Una vez bien despejado, levantó un poco la cabeza.

De pie, dándole la espalda, con la mirada perdida en la ventana, estaba la profesora Luminous.

- - ¡Oh, ya despertaste!- dijo madame Pomfrey al percatarse de él, abalanzándose sobre su cama para tomarle la temperatura.

Sin poder pensar en nada, Harry dejó que le mire la garganta y las pupilas.

- - Parece que estás bien... Voy a traerte algo para que comas.

Y salió haciendo resonar sus tacones por toda la enfermería.

Harry se incorporó levemente y echó un vistazo alrededor.

La profesora Luminous le sonrió amablemente y se acercó al pie de la cama.

- - ¿Te sientes bien?- le dijo con voz muy calma.

Él asintió con la cabeza.

- - Profesora...- dijo Harry, sintiendo que el corazón le latía más rápido.

- - Será mejor que descanses.

- - ¿Cuánto tiempo he estado dormido?...

- - Inconsciente, yo diría... Son  las tres de la mañana...

Abrió mucho los ojos, pero no supo qué decir.

Tenía ganas de vomitar, le temblaban las manos. Apenas podía pensar en lo que significaba que su cicatriz le haya dolido tanto.

Hundió la cabeza entre las manos. Sintió la tibia mano de la profesora por sobre las frazadas, tomándole por el tobillo.

- - Poppy te traerá algo para que comas y te dará algo para que duermas. Será mejor que descanses. El partido será a las nueve, y apuesto que no quieres perdértelo.

- - Déjemelo a mí- dijo madame Pomfrey  entrando por la puerta con paso acelerado, llevando una bandeja entre las manos.

- - Bien, Poppy- dijo la profesora sonriendo- Nos vemos en unas horas, Harry.

- - Pero...- Harry quiso decir algo- Profesora...

- - Hablaremos más tarde, si te parece- le dijo. Y salió de la enfermería.

Sin decir palabra, Harry comió todas las galletitas que Madame Pomfrey le había dejado en la mesita de luz, bebió un largo sorbo de té y no se negó a tomarse la cucharada de poción que la mujer le ofrecía con el rostro rígido.

Cuando las luces se extinguieron en la sala, Harry se acomodó entre las frazadas.

No quería pensar en nada... Pero tampoco parecía capaz de hacerlo.

Con la yema de los dedos palpó la cicatriz en su frente, sintiendo como se le erizaban los pelos de la nuca. Tuvo un escalofrío que lo recorrió desde la punta de las uñas de los pies, hasta la coronilla.

La poción comenzó a hacer efecto justo al tiempo que se ajustaba las sábanas alrededor del cuerpo, y apenas logró poner la mente en blanco antes de quedarse dormido.

Abrió los ojos al escuchar pasos cerca suyo, y vio los rostros de Ron y Hermione inclinados sobre él.

- - Ya puede irse, Potter- dijo Madame Pomfrey colocando un biombo alrededor de la cama para cubrirlo mientras se deslizaba dentro de su túnica.

En silencio, y acompañado por sus amigos, entró en la sala común.

Allí, la mayor parte de los habitantes de la Torre se preparaban para bajar a desayunar temprano, para luego ocupar un buen lugar en las gradas en el campo de Quidditch.

Al atravesar el hueco del retrato, todos los rostros de voltearon hacia Harry.

Habiendo previsto esto, no dijo nada, y se dirigió al cuarto, seguido por Ron y Hermione.

Cuando entró a la habitación circular, Dean y Seamus lo saludaron con aire de genuina preocupación y le preguntaron si estaba bien.

Tras respuestas tan monosilábicas como las de Snape, Harry se dejó caer su cama, saludando a Seamus y Dean, que ya bajaban a desayunar.

Neville se encontraba boca abajo en el piso, con medio cuerpo bajo la cama, intentando que Trevor se dirija hacia sus manos por propia voluntad.

Con su mascota ya entre sus manos, les sonrió al ponerse de pie.

- - ¿Estás bien? ¿Pasaste bien la noche?

- - Sí- respondió Harry automáticamente- Madame Pomfrey me dio una pócima para dormir.

- - Harry...- dijo Hermione con voz temblorosa- ¿Tienes idea de lo que causó eso...?

Harry negó con la cabeza.

- - No... Pero... Nunca me duele porque sí...

Ninguno de sus amigos reaccionó como hubiese esperado: se quedaron en silencio, mirando hacia la nada.

Y fue Hermione la que finalmente habló.

- - Voy a buscar unas tostadas para que desayunemos aquí. El partido comienza en media hora.

- - Hogsmeade esta tarde, ¿eh?- dijo Ron como para sacar conversación- Va a ser algo molesto... Lleno de parejas... ¡puaj!

Mientas caminaban hacia el estadio, Harry parecía no oír otros sonidos que los de sus propios pies rozando el césped.

Estaba en un extraño estado. Como si se hubiese vuelto sordo a los sonidos de la gente.

Las puntas de sus zapatos se humedecían con cada paso que daba sobre el pasto lleno de rocío.

Ya ni siquiera se esforzaba en intentar pensar en algo. No podía siquiera pensar en su cicatriz.

En ese momento, le parecía ser una abstracción de sí mismo. Manos, pies, brazos, piernas... Completamente desmembrado. Desarmado. Como un muñeco, sin alma.

No se sentía nervioso ni atemorizado.

Ni Ron, ni Hermione hablaban. Y esta vez, su silencio no le molestaba.

Se ubicaron en las gradas junto al resto de los de Gryffindor, y entonces Harry se sintió curiosamente protegido, entre la adrenalina de los presentes.

Y por primera vez desde que había despertado aquella mañana, se atrevió a mirar a su alrededor, y se dejó empapar por la algarabía del partido.

Poco antes del mediodía, Cho Chang atrapó la Snitch, haciendo que el partido finalice 470 a 300. Finalmente la copa de Quidditch dependería del partido entre Gryffindor y Slytherin.

Harry no quería regresar al castillo para el almuerzo, donde la mayoría de los estudiantes  estaría ya al tanto de lo sucedido el día anterior en Defensa Contra las Artes Oscuras. Si hubiera tenido que elegir, hubiera preferido que la cicatriz le duela en Artes Oscuras, donde todo lo que ocurría en el aula quedaba, por contrato vinculante, entre los presentes y no podía salir de ahí.

Hermione se ofreció una vez más para buscar algo de comida, y almorzaron junto al lago, esperando el momento de partir hacia Hogsmeade.

Fue mientras comían, sentados sobre el césped, que la cabeza de Harry comenzó a trabajar a más de mil revoluciones por hora.

¿Por qué había sentido un dolor tan agudo sin mayor preámbulo? Por primera vez, no sabía a qué se debía.

¿Había estado Voldemort enojado? ¿Feliz? ¿Por qué no había tenido visiones en ese momento?

Harry pensó esto último muy bien. Sí había tenido una breve visión. Y tenía la impresión de haber visto aquel jardín y aquellas ventanas antes.

Dentro suyo, creía saber que aquella casa había sido SU casa, la casa en la que vivía con sus padres.

Casi se convenció a sí mismo de ello.

Pero la situación había sido tan inusual que Harry no encontraba razones.

En un momento estaba escuchando a Charlie, y al siguiente... Nada.

- - ¿Harry?- preguntó Hermione. Y notó que aún tenía en la mano el mismo trozo de pan con manteca que había tomado apenas se sentaron.

Ron y Hermione lo miraban atentamente. Pero en sus ojos no había ninguna expresión interrogante no aquella que Harry odiaba tanto, aquella que le decía que le estaban ocultando algo. Lo miraban con genuino interés, con esa mirada que solo un verdadero amigo puede dedicarle a otro.

- - Sólo estoy seguro de una cosa- sentenció Harry sin más- Creo que ha ocurrido algo.

- - ¿Qué crees que sea?- preguntó Ron.

Harry negó con la cabeza.

- - Eso es lo más raro de todo... No tengo idea. No sé si mi cicatriz respondió a un sentimiento suyo... O a algo más... No sé qué signifique.

Al notar que algunos alumnos se apresuraban a entrar al castillo, se pusieron de pie y se sacudieron las túnicas. Poco después, Ginny y Neville aparecieron en la puerta y les hicieron señas para que regresen.

La salida a Hogsmeade estaba a punto de comenzar.

Abrigados hasta las orejas, y bajo un cielo repentinamente amenazante, todos los estudiantes llegaron a la calle principal, en la que resaltaban los miles de corazones y Cupidos que adornaban las vitrinas de los locales.

Como estaba a punto de llover, decidieron meterse en Las Tres Escobas, para conseguir lugar antes de que una multitud de gente invada el lugar en busca de refugio.

Al llegar a la puerta, se cruzaron con Luna Lovegood, que tras saludarlos vagamente, siguió caminando en línea recta sin aparente dirección.

- - Neville... ¿no tenías que comprar más ingredientes para pociones?- le recordó Ginny.

Y Neville, con un gesto de desesperación, salió corriendo calle abajo, perdiéndose entre la gente.

Se sentaron en una mesa y fueron atendidos por una sonriente Madame Rosmerta que, enfundada en ropas color rosa de pies a cabeza, les dedicó una mirada cómplice.

Harry comprendió enseguida el porqué. Alrededor de ellos no había más que parejas.

Afortunadamente, Las Tres Escobas no era un lugar tan empalagoso como la Casa de Té de Madame Pudipié, por lo que no había corazones colgados sobre sus cabezas que harían más incómoda su situación.

Sin embargo, no pudo evitar ponerse colorado al pensar que daban la apariencia de ser dos parejas, Ron y Hermione, y Ginny y él.

Ron miraba a su alrededor con una expresión de pánico, y había comenzado a sudar copiosamente.

Ginny intentó contener una risita, que quedó muy disimulada cuando Madame Rosmerta les llevó las cervezas de manteca, servidas en jarras de plata con corazones labrados como decoración.

- - ¿Sabían ustedes que Charlie estaba en Hogwarts?- preguntó Hermione, muy ajena a lo que ocurría a su alrededor, levantando la mirada de su "Guía rápida para la traducción de Runas".

Ginny asintió con la cabeza.

- - Sabíamos que llegaría pronto a Inglaterra, pero no nos dijo que vendría inmediatamente para aquí.

- - Yo no sabía nada- dijo Ron en tono lúgubre.- A mí nadie me dice nada...

Un mago joven intentaba impresionar a su novia haciendo volar corazones alados y flechitas por todo el lugar, y uno particularmente grande le dio a Ron justo en la nariz.

No se quejó, ni dijo nada. Tan solo se quedó mirando boquiabierto cómo el corazón desaparecía en una voluta de humo rosa. Muy despacio, cerró la boca y miró a Hermione de reojo.

Harry se concentró en su jarra para no reírse, y bebió hasta ver el fondo.

Entonces recibió un pisotón.

Volteó inmediatamente hacia Ginny. Ella le guiñó un ojo sin mucho disimulo, y luego cabeceó en dirección a Ron.

Harry no entendió nada, por lo que Ginny volvió a repetir el gesto, frunciendo la boca.

Ron miraba a la mesa como si ésta fuera un acertijo, y Hermione chupaba su pluma mientras anotaba cosas al margen de su librito.

Y Harry comprendió la indirecta.

Se puso de pié, como si en su asiento alguien hubiera puesto un erizo, y declaró como un autómata que quería comprar un par de rollos de pergamino y unas plumas. Ginny dijo, en voz más alta de lo usual, que iría a Zoko's.

Hermione y Ron amagaron con ponerse de pie, pero Harry les dijo que se queden allí para que nadie ocupe su mesa, ya que no tardarían en regresar.

Salieron de Las Tres Escobas conteniendo la risa, dejando atrás a Hermione, metida dentro de su libro, y a Ron, cuya piel había adquirido una tonalidad bordó.

Afuera de la taberna, se había levantado un viento gélido, que arrastraba consigo guantes y pañuelos.

- - ¿Y ahora?- le dijo a Ginny mientras se ajustaba la bufanda.

- - No sé... Podemos ir a dar una vuelta- contestó ella sonriendo.- Espero que Ron no sea demasiado tímido, porque no quiero congelarme sin una buena razón.

Comenzaron a caminar entre la gente, y Harry pronto se percató de la situación.

Era San Valentín, Día de los Enamorados, caminaba acompañado por Ginny por la calle principal de Hogsmeade.

Evitando ponerse más colorado aún, comenzaron a hablar de Quidditch.

Sin darse cuenta, llegaron a los límites del pueblo, pasando por La Casa de los Gritos.

Estaban en la ladera de la rocosa montaña que una vez había albergado a Sirius.

Harry se preguntó su en aquella cueva no habría quedado algún objeto perteneciente a su padrino, y aceleró el paso cuesta arriba.

- - ¿Hacia dónde vamos?- preguntó Ginny mientras escalaba por una saliente.

- - Quiero ver un lugar- dijo Harry. Le explicaría todo más tarde, cuando lleguen.

Se detuvo a esperar por ella en una especie de pequeña terraza.

- - No falta mucho- dijo, mirando hacia arriba- Sólo quiero ver el lugar en que...

No terminó la frase, porque Ginny lo tomó por un pie y tiró de él hasta dejarlo cuerpo a tierra.

Volteó hacia ella y vio que se encontraba en la misma posición que él. Ginny se llevó un dedo a los labios y señaló hacia una saliente no muy alejada.

Allí estaban Charlie y la profesora Luminous, hablando, con las caras muy serias y enrojecidas por el frío. Señalaban hacia arriba con una mano y asentían por turnos.

Harry vio que Ginny se metía una mano en el bolsillo de la capa y sacaba de ellos unas bolitas color carne.

Sólo cuando le entregó una a Harry, él recordó lo que eran.

Harry le dio un golpe de varita a su Oreja Extensible de Los Sortilegios Weasley, y ésta comenzó a estirarse.

- - Wingardium Leviosa- susurró Ginny, haciendo que su Oreja Extensible escale por la ladera.

Él la imitó.

Se colocó el extremo en su propia oreja y las voces de Charlie y la profesora llegaron hasta él fuertes y claras.

- - ... Y tampoco en la de más arriba. Nada- decía Charlie.

- - Bien. Tampoco estaba segura de que hallaríamos algo, pero es bueno asegurarse.

- - Bill no tardará en bajar... Siempre alardea con que escalar es su especialidad... Es hora de probar que es cierto...

- - Si- dijo ella con una sonrisa en la voz- Me contó que tenía que escalar muchos pasadizos secretos en las pirámides... A veces me lo cuenta agregando datos de color, como que una vez lo perseguía una momia, o un escorpión gigante...

- - ¡Limpio!- oyeron la voz de Bill desde algún sitio aún más arriba.

- - Vamos... Tenemos que avisar a los demás. ¡Apúrate, Bill! ¡Tendríamos que haber partido hace media hora!

Bajaron la colina por una parte más empinada y desaparecieron al llegar al camino.

Harry dio un pequeño tirón, y su Oreja Extensible volvió a hacerse una bolita.

- - He perdido las Invisibles Levitadoras.- dijo Ginny guardándoselas en el bolsillo- Si las hubiera tenido, podríamos haber oído lo que decían mientras bajaban... Sigo creyendo que es el mejor invento de Fred y George... Aunque dudo que sean legales... ¿Crees que hayan estado buscando a los Mortífagos evadidos?

- - No sé... Pero debe tener alguna relación con...

- - ¿Con que te haya dolido la cicatriz?

Asintió y se puso de pie, extendiendo una mano para ayudar a Ginny a incorporarse.

- - Vamos- le dijo- regresemos al pueblo... Será mejor no estar aquí...

- - Pero dijiste que querías ver algo...

- - Si... Pero ya no creo que quede nada allí. Vamos... Tengo la impresión que podría ser peligroso quedarnos...

Comenzó a lloviznar, y el viento arreciaba de tal forma que parecía que el agua, en vez de caer de arriba hacia abajo, lo hacía de izquierda a derecha.

Tuvieron que bajar muy despacio y con mucho cuidado, porque la llovizna no los dejaba ver nada, y las rocas eran muy resbaladizas.

Ginny parecía patinar cuesta abajo cuando Harry atinó a agarrarla por la capucha.

Se detuvieron en una saliente para recuperar el aliento.

Harry se quitó los antejos para aplicarles un encanto repelente de agua y siguió contándole a Ginny la verdad acerca de la caverna que quería visitar.

Ella parecía interesada, pero no sorprendida.

Continuaron el descenso, patinando por aquí y por allá, aferrándose a pequeños hierbajos que crecían entre las rocas, que desafortunadamente, acabaron por ser ortigas.

Ayudando a Ginny a bajar la última roca, Harry casi resbala en el fango.

De repente, sintió algo muy pesado sobre sus hombros, y a continuación, sintió el sabor del lodo entrándole en la boca.

Pensó que había resbalado, porque se encontraba tirado en el medio del lodazal en que se había transformado el camino.

- - ¿Otra vez?

Escuchó la voz de Charlie Weasley, y sintió su peso sobre la espalda. Se había aparecido sobre él.

Le ayudó a ponerse de pie.

- - ¿Qué hacen aquí?

- - Paseando- le contestó Ginny con descarado disimulo- Pero ya regresábamos. ¿Tú qué haces aquí?

- - Lo mismo- Contestó Charlie no con menos descaro que su hermana.- No deberían alejarse tanto de Hogsmeade. Vamos... Los acompaño.

En el camino, Charlie les contó que había llegado al país el miércoles, y que había sido acompañado por la profesora Luminous hasta Hogwarts.

- - Mamá les envía a todos varios regalos. A ti también te ha tocado algo, Harry.

Llegaron al pueblo en un santiamén. Harry tenía barro hasta en las orejas.

Charlie los dejó en Las Tres Escobas, diciéndoles que se verían más tarde. Neville se encontró con ellos en la puerta, llevando como podía varios paquetes empapados por la lluvia.

Tal y como habían previsto, había gente esperando para obtener una mesa.

Divisaron a Ron y Hermione, aún en el mismo lugar junto a la ventana.

Ella bostezaba, y Ron seguía mirando los nudos que aparecían en las vetas de la madera.

- - Ay... Esto va a tomar años...- murmuró Ginny volteando los ojos.

- - ¿Por qué tardaron tanto?- preguntó Hermione cuando regresaron a la mesa.

- - ¿Dónde están los rollos de pergamino que necesitabas?- la siguió Ron, dándoles una mirada asesina.

- - Ah, recordé que no los necesitaba- respondió Harry despreocupadamente.

- - ¿Y dónde estaban?- inquirió Hermione arrugando la cara.

- - Acabamos por acompañar a Neville- dijo Ginny. Y Harry vio de reojo como Ginny le propinaba a Neville un pellizco salvaje en la pierna.

Regresaron con Madame Hooch, caminando bajo la fina y dañina llovizna.

Ron no dijo una sola palabra, y Harry comenzó a preguntarse si no estaría enojado. Poco antes de llegar al castillo, Ron tropezó con una gran piedra, cayó al suelo ruidosamente, y aún así se mantuvo callado. Entonces Harry comprendió que lo suyo no era enojo, sino que aún seguía nervioso por haber pasado tanto tiempo a solas con Hermione.

Cuando llegaron al Hall de Entrada, todos tiritaban de frío. Arrastrando los pies, iniciaron una lenta peregrinación hacia la Torre de Gryffindor en busca el calor de las chimeneas, ropa seca, y por sobretodo, medias y zapatos que no contengan agua dentro.

En el rellano de la escalera del quinto piso, se encontraron con Dumbledore.

- - ¿Han pasado todos una buena tarde?- les preguntaba alegremente a medida que pasaban a su lado- Ah, sí, Señor Thomas, estoy de acuerdo, la lluvia moja mucho... Ah... Harry, me preguntaba si podría hablar un minuto contigo.

Harry sabía lo que Dumbledore quería hablar con él.

Se despidió de sus amigos con un rápido movimiento de la mano y siguió al director en dirección a su despacho.

Al llegar a la sala circular, Dumbledore le invitó a ocupar una silla frente a su escritorio.

El director no tomó asiento, y se mantuvo de pie frente a la ventana, sin decir palabra durante al menos diez minutos.

Harry comenzó a sentirse incómodo.

- - ¿Profesor?- preguntó Harry casi en un susurro.

- - ¿Cómo estás, Harry?- preguntó él como si nada.

- - Bien... Creo...

- - Excelente, Harry. Supongo que sabes por qué te he pedido que vengas.

- - Sí...- dijo Harry, inexpresivo.- Es por lo de mi cicatriz.

Dumbledore asintió, sin voltear hacia él.

- - Pero- prosiguió Harry- No sé que signifique.

- - ¿Te ha molestado en algún momento?

Harry se detuvo a pensar.

- - Bueno... No realmente... No desde el año pasado, desde lo del Ministerio.- explicó dubitativo- No realmente... Quiero decir... he sentido la cicatriz... Pero no me ha molestado...

El director asintió pensativo.

- - Sí. Lo suponía.

A Harry, las preguntas se le quedaban atoradas en la garganta, pero presentía que las explicaciones le llegarían en cualquier momento.

Y así fue.

Con la mirada clavada en la venta, Harry vio como las espesas y blancas cejas de Dumbledore se arqueaban repentinamente por sobre sus anteojos con forma de medialunas.

- - Ah- dijo, satisfecho- Justo cuando lo esperaba.

Harry escuchó un sonido acercándose, y distinguió al punto el canto de un fénix.

Fawkes entró por la ventana con un suave ulular y se posó sobre su gancho. Dumbledore se acercó hacia el ave y lo examinó con la vista.

- - Supongo entonces que traerá el mensaje personalmente.

Sin entender nada, Harry no se atrevió a preguntar.

Apenas unos segundos después de la llegada de Fawkes, Dumbledore hizo que la puerta del despacho se abra, y casi inmediatamente, la profesora Luminous apareció en el pasillo que desembocaba en la escalera caracol.

Llevaba sus ropas menos formales, y vestía el rostro joven que Harry no podía dejar de notar. Pero su expresión era diferente. En lugar de sus ojos tristes y la sonrisa que parecía casi grabada en sus comisuras, vestía una expresión fría y seria.

Atravesó la puerta del despacho con firmeza e hizo una breve reverencia.

- - ¿Qué noticias, Asellus?

- - Los rumores son ciertos- dijo con voz grave, y miró a Harry rápidamente.

- - Como ves, he traído a Harry para explicarle. No he ignorado tu consejo- le dijo con voz gentil.

- - Una familia muggle fue atacada, y uno de los nuestros.

- - ¿Y cómo se encuentran?

Harry apenas podía dar crédito a lo que estaba oyendo. ¿Se había producido un ataque? ¿Y él se estaba enterando de ello al mismo tiempo que Dumbledore? Abrió mucho los ojos, pero se quedó callado.

- - La familia fue atendida por un equipo de emergencias muggle, que no supo muy bien qué hacer. El caso llegó rápidamente al Primer Ministro, y él está esperando la decisión del Sr. Fudge para proceder. Mundungus y Dedalus han ido hasta el hospital en que se encuentran para interrogarlos y luego modificarles la memoria, pero no actuarán hasta que usted y Fudge den la orden, Albus. Se ha armado un buen lío con la policía, porque la casa estaba alterada con magia, pero Kingsley, Elphias y yo hemos podido controlarlo. Tuvimos que mantener a Alastor al margen, porque ponía nerviosos a los policías, y él mismo estaba como loco... Más de lo usual... Ejem...

- - ¿Y el nuestro?

- - Recibió heridas menores, un par de cortes feos en el rostro y los brazos, varios hechizos paralizantes, un cruciatus leve, y acabó por quedar inconsciente al tropezar con... un perro y caer sobre una mesita de café... El perro se encuentra bien, y Jaden fue enviado a San Mungo. Molly ha salido hacia allá para saber como se encuentra.

- - Entonces está confirmado que fue Jaden. ¿Había alguien más con él?

- - No. Jaden Leudigann estaba solo.

- - ¡¿Leudigann?!- no pudo evitar exclamar Harry.

La profesora volteó hacia él rápidamente.

- - ¿Le conoces?- preguntó Dumbledore.

Harry asintió con la cabeza.

- - Me ayudó este verano... Es una historia larga...

El director volteó hacia la profesora.

- - Hazme el favor de reunirte con Bill y Charlie en tu despacho, Asellus. Contáctate con Remus y dile que dé la orden de interrogar a los muggles, y que su memoria sea modificada. Luego esperen a que yo les indique el siguiente paso.

La profesora Luminous asintió, y Harry pudo ver que le dedicaba una mirada interrogante a Dumbledore mientras salía de la oficina.

- - Bueno, Harry. Ahora ya sabes.

- - ¿Quiere decir que la cicatriz me dolió porque una familia muggle fue atacada?

El director asintió levemente y, al fin, tomó asiento frente al escritorio.

- - El que no hayas podido saber lo que estaba ocurriendo es bueno, Harry. Significa que has podido limitar tu conexión con Voldemort. Supongo que el que te duela la cicatriz es inevitable.- Hizo una pausa para beber un sorbo de té de una taza salida de la nada.- Una familia muggle fue atacada, y un mago de la Orden que fue a defenderlos. A plena luz del día... Había mucha neblina, pero aún así era de día... Afortunadamente no ha habido pérdidas, así que sería conveniente que tomemos esto como una advertencia. Un recordatorio de que él está aquí... Y bastante vivo, por supuesto... Pero, Harry. ¿Sabes lo que significa este ataque, verdad?

Y a Harry le temblaron hasta las orejas cuando lo pensó.

- - Que... Que ha comenzado.

Dumbledore asintió.

- - Sí, Harry. Que REALMENTE ha comenzado.

Se quedaron en silencio durante un bien rato, y luego Harry decidió hablar.

- - Pero si ha atacado a una familia muggle, y no ha habido heridos de gravedad, ¿por qué el dolor en la cicatriz? ¿Ha sido cerca de aquí?

- - Bueno...- dijo Dumbledore juntando las yemas de los dedos- Al parecer Voldemort estaba muy enojado... Y como has logrado evitar su intrusión en tu mente, no lo notaste.

- - ¿Por qué estaba enojado?

Dumbledore le miró larga y significativamente.

- - Porque no ha encontrado lo que buscaba.

En ese momento, a Harry le pasaron tantas cosas por la cabeza, que no pudo decir nada.

- - Aunque no estamos muy seguros de qué era lo que buscaba exactamente, tenemos un par de pistas, y ya hemos actuado.

Volvió a ponerse de pie y se dirigió a Fawkes para acariciar su plumaje rojo y dorado.

- - Hay algo que debes saber, Harry- dijo con tono calmo.

Harry se le quedó mirando, interrogante.

Fawkes dio un picotazo en el aire y Dumbledore sonrió brevemente, para después adoptar una expresión adusta.

- - Harry... El ataque se produjo en Little Whinging.

N/A: Bueno... Una vez más, mil disculpas por la tardanza.

Esta vez ha sido un capítulo bastante largo

Espero que lo disfruten mucho

Y a todos los que se molestaron por haber recibido mis ilustraciones les pido disculpas, y a todos los que me agradecieron (y me dijeron cosas lindas ;D) GRACIAS GRACIAS GRACIAS

Y a todos aquellos que no recibieron las ilustraciones, no se las envié porque no tengo sus correos. Si desean saber qué estoy hablando, déjenme sus direcciones en un review o escríbanme a

Les dejo muchos saludos a todos

Les pido disculpas por la tardanza y les agradezco la paciencia

El próximo cap llegará probablemente en algún momento a fines de la semana que viene, una vez termine de dar exámenes.

Ah, y, Santiago... Me quejo mucho... Sí... soy una quejona... qué le voy a hacer... Me encanta quejarme... Y también soy bastante densa :D PERO YO ME QUIERO!!!! Jajaaja. Un besote

Barby... Lamento comunicarte que tu hermano y tu prima, y tu mamá, probablemente tengan razón... Estamos enfermas... PERO FUIMOS DE NUEVO!!!!

MisaKats