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Harry Potter y el Enigma de Elspeth
Capítulo 21
El Concilio de los Magos
Bwala no les acompañó a almorzar.
Cuando salieron de la habitación del Este, casi ninguno podía mantenerse en pie, y la profesora Luminous tuvo que repartir entre sus alumnos cantidades masivas de poción anti-vomito (Incluso a los de Ravenclaw, que salían de la habitación del Oeste a gatas, chocándose unos con otros).
Para fortuna de todos ellos, la poción era de efecto instantáneo (si es que lograban tragársela sin vomitar), así que, tras breves minutos de bienvenido alivio, se encaminaron hacia Las Tres Escobas, con total normalidad, completamente recuperados.
Ocuparon varias mesas que estaban reservadas especialmente para ellos, y con elegantes movimientos de su varita, Madame Rosmerta les sirvió un delicioso almuerzo acompañado de humeante cerveza de manteca.
El gentío que se movilizaba a través de Hogsmeade era casi tan intenso como el de los fines de semana, pero era la notoria la diferencia entre los turistas de sábado con los trabajadores de entre semana.
Magos y brujas surcaban las calles del pueblo sin mirar a los costados, concentrados en lo suyo, apenas notando a los conocidos y ocasionalmente deteniéndose para revisar sus portapergaminos.
Las Tres Escobas parecía un mar de capas con finas rayas y sombreros de hongo, pero ninguna de las personas que allí se encontraban volteó al verles entrar.
La profesora Luminous se sentó a la mesa de los de Gryffindor, mirando con avidez su plato.
Estaban todos en medio de la comida cuando una voz familiar se dirigió a ellos.
- Pero qué encantador... Los niños de Dumbledore... Practicando desaparición, supongo...
Rita Skeeter les miraba con ojos centellantes, bajo su intrincado y sólido peinado.
- ¿Cómo estás, Harry? Mi pequeña mina de oro...- le dijo, y a pesar de que sus palabras sonaron a insulto, le sonrió con auténtica amabilidad.
- Bien...- contestó él, con la boca llena.
- ... Y Hermione Granger... Mi piedra en el zapato...
- ¿A qué debemos el placer de su presencia, Rita?- Preguntó Hermione con tanto sarcasmo, que el propio Snape se hubiera henchido de orgullo.
- Trabajando, mi querida... Puedo trabajar ahora que no tengo compromisos... Ni ATADURAS...- le miró fijamente, pero luego, sus ojos se posaron en la profesora Luminous, quien hasta entonces había seguido comiendo con la cabeza muy inclinada sobre su plato- Vaya, vaya, vaya... ¡Esto sí que es suerte!- exclamó Rita con una extraña sonrisa en los labios- Realmente... ¡Cinco años llevo buscándote por mar y tierra, y el día menos pensado, en el lugar menos pensado, en el momento menos pensado, te encuentro...!
Parecía muy satisfecha de sí misma, y ya revolvía dentro de su cartera, probablemente en busca de papel y su preciada vuelapluma.
- Pensé que te vería en nuestra última cita, pero claro... Parece que tienes una estupenda capacidad para evadirte de la prensa...
- Tengo cosas bastante más importantes que hacer como para preocuparme por evitar a una periodista.- explicó la profesora Luminous en un tono de voz extraño.
- Claro... Por supuesto... No pienso que eso no sea cierto... Ah, querida, haz un poco de espacio para mí- Rita codeó fuertemente a Lavender Brown haciéndole caer de la silla con estruendo.
La mujer se acomodó en la repentinamente vacía silla sin la menor vergüenza por haber maltratado a una muchacha para obtenerla.
- ¿Y... Se puede saber en qué está trabajando, Rita?- preguntó la profesora filosamente.
- Ah, nos llegó el rumor de que había sucedido algo cerca de Londres, y vine a ver si oía algo por aquí...
- Has perdido todo tu sentido de orientación, Rita. Londres queda exactamente para el otro lado...
Rita carraspeó sonoramente, y sólo le sonrió despectivamente.
- Leonard estuvo intentando sacarle algo a nuestro querido Ministro, pero al parecer ha decidido cerrar la boca... ¡Rosmerta!... Una jarrita de hidromiel, querida.
- Puede que haya decidido guardar silencio- dijo reflexivamente la profesora- ... O puede que simplemente sea imbécil...
- No cabe duda de eso, mi querida. En todo caso, el Ministerio no dijo nada, y entonces decidí... ¿Cómo explicarlo?... Venir directamente a la fuente, por así decirlo... No sacaré nada de los de arriba...- sonrió la periodista, y apoyó su vuelapluma en el pergamino.
- Tampoco sacará nada de mí... Pero eso ya lo habrá previsto...
- Efectivamente...
Los alumnos, fascinados, observaban la conversación entre las dos mujeres, como si se tratase de un partido de tenis.
- Asellus... ¿Qué dices si concertamos una cita?- propuso Rita cambiando el tono- Una entrevista corta...
- Me temo que no tengo tiempo, pero prometo pensarlo- contestó ella, lacónicamente- ¿Terminaron de almorzar?
Todos asintieron. Hacía rato que habían acabado con la comida, pero no habían dicho nada: se habían quedado escuchando atentamente.
- Tendremos que dejarlo aquí, Rita- dijo la profesora instándoles a ponerse de pie, desoyendo las quejas de Rita Skeeter.- Estamos algo cortos de tiempo.
Los chicos se colocaron sus capas y bufandas, y salieron a la gélida tarde.
Ron y Harry intercambiaron una mirada de sospecha: definitivamente, Rita Skeeter tenía más información de la que quería admitir, y más de la que la Orden desearía que tuviera.
Regresaron a aquel edificio blanco frente a la plaza y soportaron la voz de Bwala durante tres horas más, hasta que ella, sonriendo, juntó sus arrugadas manos en un aplauso.
- ¡Lo han hecho fantásticamente bien!- exclamó- ¡Bravo, mis retoños! Los alumnos de Hogwarts nunca dejan de impresionarme.
Se despidió de cada uno de ellos con dos besos, uno en cada mejilla, y los acompañó hasta la puerta, donde aguardaban sus compañeros de Ravenclaw, ya que la profesora Vector había decidido viajar a través de la chimenea.
Emprendieron así el camino de regreso al colegio.
- ¿Creen que lo sabe?- susurró Hermione.
- ¿Quién...? ¿Qué...?- preguntó Ron.
- Rita... ¿Creen que sabe del ataque...?- aclaró ella.
- Aah... Si lo sabe... ¿Es bueno o malo?...
- Supongo que... – opinó Harry- la ... Orden... deberá decidir si hacerlo público o no...
- Ya veremos- acotó su amiga- Seguramente Rita averiguó algo... Además no olvidemos la reunión que tuvieron ella y Lovegood con el padre de Mal... Ya-saben-quien... Ah, bien. Solo nos queda esperar a ver que pasa...
- Como siempre... ¿No?- replicó Ron en tono lúgubre.
Apresuraron un poco el paso, porque con la conversación, se habían quedado atrás.
- Ay, no... ¡Harry!- dijo Hermione en un susurro mientras señalaba al cielo.
Harry elevó la vista y el corazón le dio un brinco.
Hedwig bajaba en picada, directo hacia él.
Se posó sobre su hombro y dio un ululato de alarma que Harry deseó nunca hubiera emitido, porque hizo que todos sus compañeros volteen hacia ellos.
Con dedos temblorosos, Harry desató el sobre que su lechuza traía en la pata.
Los tres dejaron de caminar mientras Harry desdoblaba el papel.
Dentro del sobre blanco no había más que el recorte de un diario Muggle, arrancado sin demasiado cuidado. En el sobre se leía el nombre de Harry en letras escritas con prisa. Harry había visto esas letras manuscritas en listas del supermercado: era de tía Petunia.
- ¿ "Naturaleza versus Inglaterra"?... No es más que un recorte del Daily Mirror...
- ¿Me lo prestas?- preguntó Hermione.
Se lo entregó, y durante unos momentos, ella se perdió en el artículo, sus ojos saltando de línea en línea.
- ¿Se puede saber qué haces?- le preguntó Ron.
- Escuchen: "... Zonas rurales al sur de Inglaterra fueron arrasadas por lo que se cree, se trataría de una nube de langostas, cuyo comportamiento podría haber sido afectado por algún cambio en su ecosistema original, impulsando su migración..." Blah, blah, blah... "...Algunas personas declaran haber visto una nube negra moviéndose sobre las ciudades de Folkestone, Dover, Canterbury y Sheerness, pero nuestro meteorólogo opina que estos testigos oculares podrían haber confundido el cielo cubierto que presentaba esa región hace aproximadamente dos días, con el fenómeno ecológico ya descripto..."
- Raro...- murmuró Ron.
- "... El gobierno justificó el haber guardado en silencio la noticia para evitar que cunda el pánico, pero no pudo evitar dar alerta a la zona de Southend-on-Sea, donde se calcula que la masa de insectos se dirige. Aún así, se ha perdido el rastro de la plaga, y se cree que se adentró en las corrientes más frías del Mar del Norte, lo que seguramente provocará la muerte de ella..."
- ¿Qué puede significar eso?- decía Harry mientras Hermione leía las líneas apresuradamente.
- No entiendo... Oigan... Nos hemos quedado muy atrás... Oigan...
- ¡Shhh, Ron! Escuchen.
- ¡Shhh, tu misma...!
- "...El gobierno aún no puede contestar los reclamos de los trabajadores rurales debido a la creciente urgencia de la situación que se vive en los sectores más urbanizados del Sur Este del país, donde miles de ciudadanos se han autoevacuado. Los científicos e investigadores han determinado que los enfriamientos, pérdidas de conocimiento, náuseas y mareos estarían provocados por el agua, y se ha denominado a este fenómeno "IRAAP", Inexplicable Reacción Alérgica al Agua Potable..."
"...Afortunadamente, el gobierno ha sabido traer tranquilidad a nuestra inquieta comunidad, que parece estar sufriendo un castigo impartido directamente por la naturaleza. Tenemos la seguridad- dijo el secretario... " Blah, blah... No comprendo...
- ¿Por qué Tía Petunia me envía esto...?
- ¿Langostas en febrero?- musitó Ron desconcertado.
- Langostas en febrero... En Inglaterra... Esto es muy raro... No creo que exista tal cosa como una alergia al agua potable...- comentó Hermione devolviendo el papel a Harry.
- ¿Cómo es posible que no sepan nada acerca de qué está ocasionando los malestares?- murmuró Ron por lo bajo.
- Cierto- afirmó Hermione- Harry, esto definitivamente es raro...
Cuando volteó hacia Harry, él ya había salido corriendo para alcanzar al grupo.
- Profesora Luminous...- susurró Harry entre jadeos, una vez que hubo llegado hasta ella, apenas deteniéndose a cerciorarse de que nadie le oiría.- Recibí una carta de mi tía.
Sabía que ella comprendería al instante.
Con un movimiento de su mano, la profesora le indicó al profesor Flitwick que tomara su lugar, y se rezagó junto a Harry sin que nadie lo notase.
- Me envió esto- dijo él, entregándole el recorte tan rápido que casi rompe el papel.
Ella lo leyó rápidamente y luego le miró con un gesto que él no pudo interpretar.
- Sígueme- le dijo ella.
- Eh...- susurró Ron, que acababa de llegar hasta ellos seguido por Hermione.- ¿Podemos ir con ustedes?
- Sí, claro. Pero hay que apresurarse.
Los cuatro aceleraron el paso.
- ¡Eh! ¿Dónde van?- les dijo Seamus cuando pasaron junto al grupo.
- ¡Nos cayó mal la comida! Tenemos que ir al baño...- respondió Ron, y Hermione le miró enfadada.- ¡Qué...!- agregó, levemente sonrojado.- Había que dar una excusa, ¿no?
Seguirle el paso a la profesora Luminous no era tarea fácil, por lo que les llevaba mucha ventaja para cuando atravesaron las rejas de la entrada al castillo.
- ¡Nos veremos en la cena!- les gritó ella a la distancia, y si era posible, aceleró aún más el paso, desapareciendo después por un recodo en el sendero.
- ¡¿Qué?!- gimió Ron con el poco aliento que le quedaba- ¿Y para qué... Nos... dijo... que ... viniéramos...?
Harry, que intentaba respirar, no dijo nada. Hermione les alcanzó poco después, tomándose el costado.
- ¿Qué...?- dijo ella, inclinándose hacia delante para facilitarse la entrada de aire.- ... Qué... Hacen...? ¿La... profesora...?
- Dijo que nos veríamos en la cena- aclaró Ron- ¿Para qué corrimos todo este trecho? ¿Por qué nos deja aquí parados?
Sabiendo que Hermione lo diría de todos modos, Harry se quedó callado.
- Supongo- dijo la chica- que era más importante que Harry llegue sano y salvo al castillo.
- ¿Y qué pasa con el resto? ¿Por qué no apurar a los otros?- terció Ron juntando las cejas- Y de todos modos... ¿Qué puede significar ese recorte? No entiendo el por qué de la prisa, Dumbledore ha de saberlo ya... Lo que sea que el recorte signifique...
- Claro...- murmuró Hermione como si acabara de darse cuenta de algo- Salvo que él no se encuentre aquí... Que Dumbledore no tenga modo de saberlo...
- ¿Cómo va a ser? Él lo sabe todo...
- No si está en una reunión, o en algún sitio aislado... No sabemos si estuvo en Hogwarts durante el almuerzo...
- ¡Hhhmmm!- exclamó Ron, señalando que estaba de acuerdo.
Después de haber corrido a tanta velocidad para nada, ninguno de los tres pareció tener prisa alguna para regresar al castillo, y comenzaron a caminar tranquilamente por el sendero bordeado de árboles desnudos y arbustos espinosos, que en primavera comenzarían a llenarse de hojas verdes y flores.
Parecía casi como si fuera domingo: había un extraño silencio en el ambiente.
Las piedritas del sendero emitían un sonido leve bajo sus zapatos, que resaltaba aún más la ausencia de sonidos a su alrededor.
No era una sensación extraña, esta que caía sobre los hombros de los tres amigos, no era la primera vez que sentían haberse dicho todo ya, aún cuando hubieran permanecido en silencio.
Desde el año anterior, algo entre ellos había cambiado para siempre. Aún cuando la confianza mutua y la amistad inquebrantable prevalecía, tenían la impresión de que hablaban mucho menos el uno con el otro. Lo que no notaban, era que muchas cosas no necesitaban ser dichas, porque ya estaban implícitas, porque se conocían tanto que las explicaciones eran ya algo innecesario, algo que sobraba.
Harry y Ron sabían muy bien que entre ellos había algo, elástico pero frágil como un globo. Algo casi tan grande como un elefante. Ron sabía que había algo que Harry se guardaba para sí, pero no tenía la menor intención de presionarle para que confiese.
Y Harry se lo agradecía, después de todo, su amistad era mucho más fuerte y grande que un elefante dentro de un globo.
Perdidos cada uno en sus cosas, apenas oyeron el sonido de los pasos de una persona tras ellos.
La profesora McGonagall los rebasó a buen ritmo, saludándoles al pasar.
- Buenos días, Potter, Weasley, Granger...
- Pero...- balbuceó Ron- Ya nos vimos hoy, profesora... Y además ya es de tarde...
Pero McGonagall ya estaba muy adelantada, y no le oyó.
- Esto ha de ser grave- musitó Hermione misteriosamente.
Sin embargo, cuando entraron al edificio, no había nada inusual: los alumnos atravesaban los pasillos, cargados de libros, parloteando entre ellos, riendo, discutiendo, saludándoles al pasar.
Esa noche, durante la cena, los tres se alarmaron aún más cuando vieron que la profesora Luminous, Hagrid, McGonagall y Snape estaban ausentes.
- Prefectos y Delegados, por favor, acérquense- clamó el profesor Flitwick subido a su silla.
Intercambiando miradas nerviosas, Harry vio como sus amigos se alejaban, sintiéndose una vez más como alguien a quien dejaban de lado.
Respondieron al llamado y pasaron a aquella sala junto al comedor. La puerta se cerró tras ellos de un solo golpe.
Tragándose el nudo de angustia que se le había formado bajo la lengua, Harry se puso de pie muy lentamente.
Arrastró sus zapatos hasta la sala común, y se lanzó sobre una butaca, disfrutando del fuego y la sala vacía.
El ambiente fue llenándose de voces a medida que los estudiantes regresaban del Gran Salón y ocupaban todas las mesas y sillas a su alrededor. Aún no había rastro de Ron y Hermione.
Se dedicó Harry entonces a su pergamino para Historia de la Magia acerca del Tratado Internacional de Paz en Irlanda, deseando encontrar una nueva excusa para volver a dejarlo de lado.
Apenas notó que el tiempo pasaba, no porque el trabajo se le hiciera ameno, sino porque con cada palabra que escribía, se perdía en sus pensamientos acerca del fin de semana.
Fue así que se encontró solo una vez más, a excepción de Crookshanks, que ronroneaba frente a la chimenea.
La puerta se abrió de repente, dejando entrar a Ron y Hermione, que charlaba suavemente, con los rostros levemente sonrojados.
- ¿Dónde han estado?- inquirió Harry, pero pronto se arrepintió de haber preguntado, porque se esperanzó al pensar que Ron a lo mejor había decidido revelar sus sentimientos a Hermione.
- Nos han hecho patrullar los pasillos- explicó ron cansinamente.
- Algo ha sucedido, no cabe duda... Algo serio- afirmó Hermione, acariciando a su gato.- Pero no nos han dicho nada... Ah, malditas antorchas... Se me ha chamuscado el cabello.
- A mí también...- agregó Ron, y Harry suspiró desilusionado al darse cuenta que sus rostros sonrojados se debían a las antorchas- Me voy a dormir. Mañana tenemos Artes Oscuras.
Los otros dos pensaron que era una buena idea, y lo imitaron.
Al llegar al descanso de la escalera que separaba los cuartos de varones y mujeres, se encontraron con Ginny, sentada junto a la ventana, su cara arrugada por la concentración.
- ¿Qué demon...?- comenzó a decir Ron, pero su hermana le hizo una seña para que guardase silencio.
Harry notó que Ginny tenía un dedo sobre la oreja, y aún cuando afuera hacía frío, se inclinaba hacia una ventana abierta. Se dio cuenta al punto de que la menor de los Weasley había logrado hallar sus Orejas Extensibles Levitadoras invisibles.
Sin sacarse el dedo de la oreja, le entregó a Harry una bolita de color carne y la tocó con la varita.
Rápidamente, Harry se aseguró el sortilegio a la oreja y vio como desaparecía mientras Ginny le dirigía con la varita.
Hermione pegó una oreja a la de Harry y Ron se acercó a su hermana como a regañadientes.
Las voces les llegaron casi imperceptibles.
- Son Lovegood y Rita Skeeter- susurró Harry.
- Ah... Qué lástima... Parece que se alejan...-dijo Ginny con un dejo de desilusión.- Pero hace un rato se los oía claramente. Hablaban de McGonagall y Flitwick.
- ¿Qué decían?- preguntó Hermione separando su oreja de la de Harry.
- Hablaban de algo que sucedió hace un par de días... No sé muy bien de que, pero tenía algo que ver con dementores...
Hermione ahogó un grito.
- ¡Eso es!
- ¿Eso es qué?- pregunto Ginny.
- Harry... El recorte que te envió tu tía... No era una nube de langostas o contaminación del agua lo que está afectando al Sur Este... ¡Son dementores! Enfriamientos, fiebres, desmayos, náuseas... ¿Cómo no lo vi? ¡Son dementores!
- No entiendo nada- exclamó Ginny mientras se regresaba las orejas extensibles a los bolsillos.
Lo más rápido que pudo, Hermione le explicó todo, y luego se quedó callada, como si estuviera pensando en algo realmente serio.
- Pero... ¿Cómo pudo tu tía enterarse de eso antes que nadie?
- Ustedes y yo sabemos exactamente lo mismo acerca de mi tía- remarcó él con una sonrisa amarga.
- ¿Qué no sería bueno investigar a fondo? ¡Suena divertido!- dijo Ginny dando un mustio aplauso.
- ¡No!-
Ron explotó de la nada, cada una de sus pecas uniéndose al resto para aportarle un gesto autoritario.
- ¡Basta Ginny! Y dame esas Orejas Extensibles. No quiero que te expongas así... ¡Si mamá llegara a enterarse...!
- Ay, Ron... Deja de decir estupideces- se rió ella.
- Basta- repitió él, y esta vez todos se pusieron serios- Si esas cosas llegaran a caer en manos extrañas, muchos secretos que este castillo serían revelados... deberíamos dejar de oír esas conversaciones- bajó el tono repentinamente.- Y preocúpate por mamá... Percy no nos habla y el resto está en la Orden... ¿Qué no te enteraste de lo que ella ve cuando se cruza con un boggart?... ¡Esto es mucho más grande que nosotros...! Mucho más grande de lo que podríamos enfrentar jamás... Y si tenemos que saber algo, nos lo dirán eventualmente.
- Tengo que estar en desacuerdo- interrumpió Hermione con desparpajo- ¿Qué no te has dado cuenta que todo lo que sabemos, lo hemos averiguado por nuestros propios medios? Y que lo que no hemos averiguado por nuestros propios medios, hemos sabido sonsacarlo...
- Vamos Ron... Todos piensan que aún somos unos niños- se quejó Ginny, ya sin reírse.
- Pero... Pero... Ya lo sé... Pero... ¿No creen que Dumbledore sabe lo que hace?- Terció Ron algo perturbado.
- No siempre- murmuró Harry sin darse cuenta. Y como había permanecido ajeno a la discusión, captó inmediatamente la atención de todos sus amigos.
- ¿Qué quieres decir con eso?- comenzó a decir Hermione, pero Ginny le interrumpió.
- Que Dumbledore a veces se equivoca- dijo, y se quedó mirando a Harry unos instantes antes de proseguir.- Bueno, no llegaremos a ningún lado así... Vamos a dormir.
- Tú iniciaste esto- se molestó Hermone.
- Tienes toda la razón- admitió Ginny- Toma Ron. Lo siento. En parte, también tú estás en lo cierto.
Esto tomó a su hermano por sorpresa, tanto, que trastabilló y bajó tres escalones sin quererlo.
Mentalmente, Harry agradeció a Ginny por su rápida respuesta, con la que había conseguido darle más tiempo.
Tiempo que Harry no entendía muy bien por qué, pero que necesitaba desesperadamente.
Cuando despertó por la mañana, Harry tenía la impresión de haberse quedado dormido apenas unos minutos antes.
La clase de Artes Oscuras le resultó casi tediosa, ya que la teoría de Sigilo y Rastreo era bastante pesada. Apenas podía creer la cantidad de maneras que había de detectar la magia y lo difícil que era el solo hecho de intentar reducir los rastros de su uso al mínimo.
De cualquier manera, el día acabó por pasársele volando, y cuando pasada la medianoche decidió irse a dormir, ya no sentía las piernas debido al cansancio.
- ¡Harry!
Alguien le llamaba con insistencia.
- ¿Harry...?
Ahora le sacudían por los hombros.
- Harry, despierta...
La voz que le llamaba le era vagamente familiar, y el olor a lavanda (que tenía la impresión de sentir entrando por su nariz en cantidades inconmensurables) se le había curiosamente real...
- Caramba... Si no estuviera respirando, creería que está muerto...- dijo la voz en un susurro, maldiciendo luego.
Para entonces Harry sabía muy bien que aquello no era un sueño.
- ¡Eh, Harry!
No quería abrir los ojos, pero la dulce voz de la profesora Luminous le llamaba con tanta urgencia, le instaba a levantarse de un salto.
Finalmente abrió los ojos para ver la silueta de la profesora inclinada sobre él.
- ¿Estás despierto?
Asintió con la cabeza, aún cuando no estaba seguro de no estar dormido.
- Levántate, vístete, asegúrate de abrigarte bien, toma tu varita, y baja a la sala común... Y en silencio- susurró ella, y aparentemente salió del cuarto.
Estiró la mano para hallar sus anteojos.
Logró ver a Ron vistiéndose, aún con los ojos cerrados, y a Neville, sentado al borde de su cama, con una expresión de somnoliento desconcierto en el rostro, como si no supiera muy bien por qué estaba allí.
Fuera del castillo, aún estaba oscuro: era muy tarde en la noche o muy temprano en la mañana.
Bajaron las escaleras a tientas y se detuvieron en la sala.
Apenas unos instantes más tarde, aparecieron Ginny y Hermione, con los cabellos revueltos, y más dormidas que despiertas, acompañadas por la profesora Luminous.
- Síganme- les instó en un susurro, y apenas les esperó después de salir por el retrato.
Recorrieron los pasillos a oscuras, escuchando sólo el eco de sus pasos resonando en la piedra.
La profesora se separó de ellos en algún punto, diciéndoles que le esperen allí.
- ¿Qué creen que esté pasando?- preguntó Hermione con voz ronca.
- Tiene algo que ver con el grupo de Artes Oscuras...- respondió Ginny tras un descomunal bostezo- Por allí está la Sala Común de Ravenclaw.
Al cabo de varios minutos, la profesora volvió a unírseles, escoltada por sus compañeros de Artes Oscuras de Ravenclaw.
Todos se miraron a través de párpados hinchados, y siguieron a la profesora hasta el Hall de entrada.
Ahí les aguardaban la profesora McGonagall, el profesor Flitwick, y el resto de sus compañeros de Hufflepuff.
- Justo a tiempo, Asellus- dijo el profesor de Encantamientos, con una voz demasiado aguda para los oídos aún sensibles de los recién despiertos.
- ¿Listos?- preguntó la profesora McGonagall, y sus colegas asintieron.
Entonces, ella pareció concentrarse al máximo, cerrando los ojos, apretando la mandíbula, tensando el rostro.
Realizó una complicada floritura en el aire con su varita, mientras su voz murmuraba algo inaudible.
Frente a ella, se materializó un enorme círculo dorado, que parecía extrañamente sólido, alrededor del cual se agruparon todos, repentinamente despiertos.
- Tómense de las manos con sus compañeros de casa- indicó la profesora, y dudaron un momento antes de obedecer.
- Yo iré primero- dijo el profesor Flitwick de modo despreocupado.- Los de Ravenclaw, síganme por favor.
El diminuto profesor avanzó con seguridad hacia el círculo luminoso, y al tocar la luz con un pie, el resto de los estudiantes pudo ver como su cuerpo se desdoblaba de manera horrorizante, desapareciendo poco después, en un proceso que parecía ser tan doloroso como complicado.
- Avancen tomados de la mano. No se separen- dijo la profesora Luminous- no alejen la vista del centro del círculo. No teman, esto no es más que un túnel. Si al llegar, se encuentran solos, no se desesperen. Si sucede algo así, ya verán como yo acudiré en su ayuda inmediatamente. Vamos. Ravenclaw irá en primer lugar.
El grupo avanzó temeroso, encabezado graciosamente por Luna Lovegood, en cuyos ojos se reflejaba toda la inmensidad de aquel círculo de luz.
Poco a poco, cada uno de los alumnos fue como tragado por el extraño hechizo.
- Hufflepuff- llamó la profesora, y los jóvenes obedecieron.
Cuando le llegó el turno a los de Gryffindor, Ginny inspiró profundamente y se puso a la cabeza.
Tomando firmemente las manos de Ron y Hermione, Harry se encontró caminando por un oscuro túnel que no parecía tener principio ni fin.
Parpadeó, sólo porque ya tenía los ojos enrojecidos, pero al abrirlos una vez más, estaba de pie, a cielo abierto.
Salidas de la nada, las profesoras Luminous y McGonagall se les unieron, y el grupo volvió a estar completo.
Apenas entonces, todos se atrevieron a mirar a su alrededor.
Las estrellas salpicaban el cielo azul de la noche, limpio de nubes. Cortinas de espesa niebla recorrían el páramo en el que se habían aparecido.
Hacía muchísimo frío, pero todos estaban abrigados.
El viento rugía salvajemente, y chocaba con atronador sonido contra la ladera rocosa de una montaña. La resaca del golpe hacía que las túnicas de los de Hogwarts flameen y que sus narices se congelen.
La profesora McGonagall se subió el cuello de la capa.
- El profesor Flitwick y yo nos adelantaremos. Tómate todo el tiempo que necesites, Asellus- dijo, y ambos desaparecieron haciendo ¡plín!
- ¡Bueno!- dijo la profesora Luminous, aplaudiendo y volteando hacia los alumnos para dedicarles una amplia sonrisa.- Busquemos un lugar resguardado para hablar.
Moviéndose todos juntos para protegerse del viento, se refugiaron en una especie de cueva, y encendieron una fogata azulada.
- Aquí estamos... ¿Frío? Ah, ese es el sonido de sus dientes... Claro... Bueno... Lamento no haberles dicho de qué se trata todo esto, pero estabamos algo apresurados. La autorización para que pudieran venir llegó algo tarde.
Algunos de ustedes ya habrán sospechado qué es lo que se está cociendo. Estamos aquí porque tendrán el privilegio de presenciar un Concilio de Magos, algo único que no sucede desde hace varios cientos de años: los más poderosos magos y brujas de la Luz se reunirán aquí mismo y discutirán los términos de una posible alianza para combatir el poder del lado oscuro.
Ustedes no serán los únicos ajenos al Concilio que estén presentes en la reunión: Otros grupos de Artes Oscuras también estarán a su lado. El Concilio no se opone a que ustedes sean testigos de este hecho, que sin lugar a dudas pasará a la historia.
El que estén dentro del grupo de Artes Oscuras implica que lo que aquí se discuta no pueda divulgarse.
No deberán interferir en la reunión bajo ningún punto de vista y bajo ninguna circunstancia, siendo estas las dos condiciones principales que ha puesto el Concilio para aceptar su presencia.
Ya es hora de que nos acerquemos, pero una vez que esto haya concluido, tendremos una larga charla... ¿De acuerdo?
Se pusieron en movimiento, subiendo la escarpada ladera, y, jadeando, llegaron a lo que era muy evidentemente la cima de una montaña que parecía dominarlo todo.
Allí, la profesora Luminous se puso en cuclillas y tomó un puñado de tierra, para luego depositarlo dentro de una pequeña bolsa de terciopelo negro.
En algún punto del trayecto, el árido terreno se volvió fértil bajo sus pies, y hierba fresca cubría la tierra, desprendiendo un fuerte y embriagador aroma a césped mojado.
Harry se sentía muy extraño. El olor de la hierba se le colaba en lo más hondo de su ser, llenando sus pulmones. Era como si pudiera quedarse allí por siempre.
Una extraña construcción se erguía en la cima de un montículo que coronaba la montaña, del cual surgían varias rocas de tamaño imponente, que formaban un gigantesco círculo, rodeado a su vez de lo que parecían ser los restos de una enorme muralla, constituidos ahora por grandes bloques de piedra diseminados por aquí y por allá.
Allí, sobre el montículo, se hallaban varias personas, charlando en susurros, inclinando las cabezas al cruzarse entre ellas.
- Vamos a acercarnos- les dijo la profesora- Por lo visto, hemos llegado temprano... Podrán ocupar un buen lugar.
Cuando apenas habían tomado asiendo sobre unos pocos bloques cercanos al montículo central, un sinfín de personas apareció por la ladera que habían escalado poco antes, y se acercaron a los bloques de piedra en silencio o recuperando el aliento.
Junto a los estudiantes de Hogwarts se ubicó un grupo de chicas y chicos orientales, vestidos con gruesas capas de seda color azul eléctrico, adornado con pieles.
Hermione no entraba en sí de la emoción a medida que el resto de los testigos del Concilio llegaba.
- ¡Mira!- susurraba con excitación, girando la cabeza de un lado a otro desesperadamente- Ellos deben ser del colegio Zhejiang Sying... Y allí los de Newschanstein... Y allí los de Eldorado... Y allí los de Iliria... ¡No me lo puedo creer! ¡No me lo creo! ¡¿Me pregunto dónde estamos?! ¡Podríamos estar en cualquier pare del Globo...! ¡Te imaginas! ¡¡EN cualquier parte!!¡¡Imagínate!! ¿¿TE IMAGINAS?? ¡QUE COSA TAN...!
Ron le lanzó un hechizo silenciador.
- ¡Sonorus!- susurró Ginny, sentada detrás de Harry- Ron, no seas idiota. Y ya basta, será mejor que nos callemos... Quién sabe como puede reaccionar esta gente si nos ve haciendo magia- agregó, guardándose la varita en el bolsillo.
Harry notó que Ginny tenía razón: La mayoría de los magos que se reunían frente a ellos tenían el rostro rígido y gesto ceñudo.
El número de adultos sobre el montículo pareció multiplicarse con cada segundo, y el lugar pareció transformarse en un océano de capas y túnicas de colores, y las improvisadas gradas se tornaron casi un estadio de Quidditch preparado para ver una final del mundial.
Se oyó una especie de campanada de sonido ralo y seco, y se hizo un silencio sepulcral, que pareció dejar tras de sí, solo el sonido del viento.
Como si se tratase de una procesión, todos los magos se reunieron sobre el montículo, formando otro enorme círculo.
Cuando acabaron de ponerse en posición, en lo que parecía un proceso planeado de antemano, surgieron de la tierra, sin ruido, unos cilindros de mármol, que aparentemente siempre habrían hecho las veces de asientos.
Como de mutuo acuerdo tácito, todas las cabezas de los magos y brujas voltearon hacia un mismo punto.
El centro de las miradas era un mago alto y delgado, vestido con una túnica negra con ribetes color plata, y un sombrero de punta, negro y simple, como los que usaban los estudiantes de Hogwarts. El mago no era otro de Albus Dumbledore.
Comenzó a hablar con voz vacía de emoción, pero un tono difícil de ignorar. Harry tuvo la impresión de que aquello se le grabaría en el cerebro de manera permanente.
- Desde tiempos inmemoriales, el Mundo Mágico se ha dividido en dos partes fundamentales, dos caras de la misma moneda, dos fuerzas que no podrían existir la una sin la otra: Las Artes Mágicas de la Luz y las Artes Mágicas de la Oscuridad.
Siempre que el frágil equilibrio de las Artes mágicas se rompe, está en las manos de un grupo de magos elegidos por fuerzas superiores a ellos, el retornar la balanza de la vida mágica a su estadio original, en el cual ambas partes puedan coexistir en armonía.
Durante los últimos trescientos setenta y cuatro años, la sutil línea que marca los límites entre el bien y el mal ha sido rebasada en más ocasiones que las que quisiera recordar.
Ha llegado el momento de tomar la situación en nuestras manos. Esta vez nos encontramos en un punto difícil de dejar pasar, aún por el gran Concilio. Dos ventajas nos han sido otorgadas: Una es la desgracia de haber estado en el mimo lugar y momento antes, lo que nos proporciona el conocimiento para afrontar este dilema.
La segunda ventaja es aquello que escapó a nosotros más de veinte años atrás: el divino don del tiempo, y eso es algo por lo que tenemos que estar agradecidos al supremo orden cósmico, siendo una oportunidad que no podemos permitir vuelva a pasarse de nosotros.
Los magos del Reino Unido hemos congregado a este Concilio para solicitar la colaboración del resto de la Comunidad mágica de la Luz, para llevar a cabo la titánica tarea que ha sido depositada en nuestras manos.
Así es que, agradezco, en mi nombre y del resto de mis pares, su presencia en esta tierra. Y no puedo más que suplicarles que escuchen nuestro pedido. Gracias, amigos.
Un silencio aún más opresivo que el anterior, se apoderó del Concilio, y cuando la profesora Luminous habló, su voz se pareció a la de un espectro salido de la caverna más profunda.
- Al finalizar los Doce Golpes en el Escudo de Galahad, daremos por iniciado el Milésimo Tercer Concilio de los Magos de la Luz, en la tierra sagrada de Avalonia, solicitado por Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.
El profesor Flitwick era quien arrancaba los ralos tañidos de aquel viejo y ajado escudo.
Al finalizar los doce tañidos, la voz de Dumbledore se elevó en el aire en un cántico ininteligible para la mayoría de los estudiantes, pero que los magos del Concilio seguían con voces apagadas. Tras ello, un nuevo silencio.
Un mago negro, vestido con túnicas muy llamativas, hizo una profunda reverencia, y caminó con seguridad hacia el centro del círculo, cargando lo que parecía ser una pequeña bolsa.
Se detuvo allí, con los ojos de todos clavados en él, e hizo otra reverencia.
Con un movimiento que poco parecía tener de espontáneo, se inclinó levemente y vació el contenido de la bolsa allí mismo, a sus pies. Al suelo cayó un puñado de tierra de color oscuro.
Tras aquel extraño ritual, regresó a su sitio.
Estaba Harry preguntándose de qué se trataba todo aquello, cuando otro mago imitó al primero, y tras él, lo mismo hizo una bruja y un mago más.
Así fue que uno a uno, realizando exactamente el mimo movimiento, unos cien magos caminaron al centro del círculo y depositaron allí un poco de tierra.
Algunos lo hacían en silencio, pero otros, en un timorato inglés, decían algo en voz muy baja.
Unos pocos, sin embargo, parecían las palabras con orgullo y para que todos les oigan. Algunos clamaban con extrañas frases, que provenían de la tierra de tal o cual mago famoso, que Harry recordaba haber leído en alguna parte; otros atribuían a su tierra los orígenes de cierto tipo de Magia y Hechicería.
Harry lo observaba todo, fascinado. Le llamaron la atención varios de aquellos magos y brujas, algunos por su imponente presencia, y muchos por sus extravagantes vestimentas. Se le quedó mirando, por ejemplo, a una bellísima bruja que vestía ropas que sin lugar a dudas abrigarían muy poco a la mujer en tan frío clima, ya que no era más que un lienzo blanco y liviano. Aún así, ella no se había inmutado cuando fue su turno de caminar al centro del circulo (cosa que daba la impresión de ser muy intimidante) y había dicho en voz clara y cantarina, que provenía de las tierras de Circe.
Interpretó que no era casualidad que los magos de tierras vecinas fueran de los últimos en caminar hacia el montículo central.
Y fue Madame Maxine la primera de aquellos, con su elegancia característica, quien depositó allí, en silencio, el contenido de su bolsa de terciopelo (del tamaño de un saco de patatas).
Un mago de tez oscura y cabellos ondulados dijo ser de las tierras verdes de Myrddin y los gigantes.
Después de él, les llegó una voz familiar.
- De las tierras altas de Gwion, el sabio- dijo la profesora McGonagall depositando su puñadito de tierra, y Harry casi se sintió orgulloso de ser su alumno.
Luego fue Dumbledore quien pasó al centro, hablando de manera tranquila, como con pereza.
- De la tierra de la Magia del Tiempo, donde se celebran los rituales de los Magos Blancos, y donde la tierra se une con el cielo, allí donde termina.
Los estudiantes se equivocaron al pensar que era el último, porque fue el turno de la profesora Luminous, allí de pie, entre tanto mago raro, resaltando aún entre una multitud.
- Y de esta tierra, morada de Morgana Le Fey, donde descansan Myrddin y Artus, de la unión eterna entre mago y muggle y criaturas, de la tierra de los seres mágicos en hermandad.
En el centro del círculo se había formado un enorme montículo de la nueva tierra depositada por los magos. Harry comprendió que aquel ritual habría sido el origen de aquella colina sobre la cual se estaba realizando el Concilio, una colina sobre una montaña, que habría sido una meseta plana cuando se realizó el primer Concilio, que guardaba pocas diferencias con aquel que acababa de presenciar. Supuso que luego de mil dos Concilios sobre aquella montaña, la tierra de los magos había acabado por formar aquella protuberancia en el terreno.
La profesora Luminous habló una vez más.
- Hemos sellado el pacto que vincula nuestras almas, alianza que no ha de ser rota jamás.
Aquellos que se han alejado del camino del Concilio, se han encontrado con un sendero arduo y sinuoso, pero en muchas ocasiones, también ha sido así el destino que muchos de aquellos que formaron parte del Concilio.
Que la alianza aquí formada no se resquebraje, que encontremos la manera de mantenernos unidos, que al finalizar este Concilio estemos más cerca de la resolución de este predicamento, y que pasen varios cientos de años para que volvamos a encontrarnos… Que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, y nuestros descendientes, vivan una vida en paz, y que el mundo mágico encuentre la armonía. El Concilio ha comenzado.
Cuando sus últimas palabras se esfumaron en el silencio, todos parecieron aflojarse.
Un leve murmullo se oyó, como un respiro luego de aquel forzado silencio absoluto, mientras se realizaba aquel rito.
Harry y el resto se acomodaron en sus asientos.
Aprovechó a mirar un poco a su alrededor.
Junto a ellos también se encontraba un grupo de muchachas, que llevaban túnicas color verde y dorado, y que usaban un sari para abrigarse. Los muchachos junto a ellas eran menos afortunados, parecían llevar apenas una túnica de lino.
Una muchacha de aquel grupo le sonrió, con labios amoratados por el frío. Llevaba un enorme lunar verde pintado entre las cejas y un aro le colgaba de la nariz, uniéndose a un segundo pendiente en su oreja por una cadena de oro que tintineaba.
Harry respondió al saludo muy contento, aliviado al comprender de repente que allí había muchos alumnos en la misma situación que ellos: que entendían poco o nada de lo que estaba sucediendo.
Aún así, se mantuvieron en silencio.
Ser testigos de un hecho de semejante naturaleza no era algo para tomarse a la ligera.
Harry sentía como si se estuviera escribiendo la historia, y ellos eran los que sostenían el pergamino.
NOTASSSSSSS: Bueno… Una vez más, perdón por la tardanza, pero tengo una buena excusa: mi ordenador acabó por sucumbir a las presiones de cuatro años de experimentación ininterrumpida. Por otro lado, la investigación para realizar este capítulo también me llevó su tiempo… Hay mucha pero mucha simbología en este capítulo y en el siguiente (QUE YA ESTA ESCRITO, AUNQUE NO LO CREAN!)
En el capítulo 22 haré todas las aclaraciones pertinentes, y si es que les interesa saber un poco de la mitología usada en estos capítulos, háganmelo saber, que no tengo problema en hacer un apartado en el siguiente cap y ponerlos al tanto.
Les dejo muchos pero muchos saludos
Y ahora… CHARARARAAAAN
DORIAN CROW: Estuve mirando una foto del de Magneto (esa banda pasó por mi país sin pena ni gloria, así que no lo recordaba…) y la verdad es que sí se parecen un poco… Pero en la versión coloreada ya cambia bastante… PEEERRROOO… tuve un par de problemas con la "Escaneación" y acabé por no enviarte la versión final… Bueno… Cuando logre hacer que mi scanner se reintegre a la fuerza laboral de mi ordenador, ya verás como te inundo de ilustraciones (una manera de decir, por supuesto… ). En cuanto a lo de Harry enamorado de ella… Y que ella le lleve algunos años… Pues sí, le lleva algunos años, y Harry claramente tiene como cosquillas… pero eso es todo lo que puedo decirte. En cuanto a Firenze… Ya verás como se lleva con ella. Y lo de la viejita… Qué viejita? Hay dos viejitas en el capítulo… ;) Muchos saludossssss
NIMMY: GRACIAS POR LOS ANIMOSSSS!!!!! y siempre pienso en los lectores silenciosos (así soy yo muchas veces… ) Gracias gracias graciassss
Elizabeth Black: Gracias por las cosas lindas que me dices. Krum aparecerá en el siguiente capítulo o en el 23, aún no lo decido… Y en cuanto a Sirius, no tengo planes para hacerlo regresar… (NO ME GOLPEEN!!!!) Mi amiga Barby estará un poquitín indignada también, pero aún no sé que hacer con Sirius…Hmp! En fin, graaacias.
Lladruc: Gracias por tu comentario, y te cuento que inicialmente, en un outline del fic, tenía nada más que 45 monstruosos capítulos, pero a veces cambio de opinión y acabo por unirlos… Lo único que puedo asegurarte es que aún queda buena parte de la historia por desarrollar.
Nelly Esp: Ahhh… Gracias por decirme que se acerca al cuarto libro… JE… Me pongo colorada… Y lo que me preguntas de Ginny, no le pasa demasiado, es sólo que todavía no la conocemos muy bien, pero quería marcar las diferencias entre ella y Cho (sí, lo dije…), Ginny jamás le haría una escena de celos a Harry por sus amigos… Eso es todo, aunque aún no puedo decir que acabarán juntos, porque no estoy segura del todo. Y GRACIASSS
Sacralo: me alegro que te haya gustado el capítulo. GRACIAS POR LOS ANIMOS
Bueno mis amigos, eso es todo por el momento!! Nos vemos en el cap 22
MisaKats
