Harry Potter y todos sus personajes son propiedad de JK Rowling y Warner BROS.
Harry Potter y el Enigma de Elspeth
Capítulo 23
A través del Bosque Encantado
Se había quedado quieto durante incontables minutos, siguiendo con la vista el perfil escarpado de las montañas, perdiéndose entre la neblina matinal, intentando ver más allá, mucho más allá, de lo que sus ojos miopes podían.
Aún ausente, observó la mesa sobre la cual aparecía el desayuno de los asistentes al Concilio.
¿Qué le dirían si se escapaba...¿Si corría a más no poder, hasta que el mismo mar le detenga¿Le perseguirían¿Le encerrarían en Azkaban por escapar del Concilio? Si el Sr. Malfoy había logrado escapar de la prisión mágica, seguramente él también podría hacerlo.
Algo le regresó a la realidad.
Ron y Hermione conversaban con Ginny y Neville, cerca de la mesa, y eso fue como hundirse de repente en el mundo real, donde él no era más que un alumno de Hogwarts.
Sacudió los hombros, como para librarse de aquellos extraños pensamientos que le embargaron por un momento.
Se acercó al resto de las personas allí reunidas, sintiendo como si cada zapato le pesara una tonelada.
Iba recobrando la conciencia a medida que oía las voces a su alrededor.
Carcajadas, risitas, comentarios acerca de política y de Quidditch.
Harry estiró el brazo para alcanzar una taza de té y un bollito de miel, cuando se percató de lo que estaba oyendo: magos y brujas, conversando amistosamente, discutiendo en términos civilizados los resultados del último partido entre los Halcones de los Trossacs y los Bedposts de Tyrone, de la aparición súbita de varitas de goma en el ministerio, de las galletas-canario en la última reunión de la CoPaMaPreAcMu. Y todo eso, sin rencores.
Todos ellos, magos que hacía menos de media hora habían estado golpeándose a puño limpio o lanzándose zapatazos los unos a los otros.
¿Cómo era posible, pensaba Harry, que semejantes y encarnizados enfrentamientos hayan sido olvidados ante la perspectiva de un buen desayuno? Era casi maravilloso: Paz y armonía fuera del Círculo sagrado del Concilio... ¡Cuán maravillosas eran esas personas¡Cuán...!
Y entonces Harry recordó un pequeño, insignificante, casi ínfimo, detalle: aquellas personas eran magos y brujas. Y en la comunidad mágica, las cosas se enfrentaban de una manera diferente...
Era tan así, que Ciato Stevens no podía comer un solo pastelito sin sufrir al mismo tiempo alguna horrible transformación. Y con cada sorbo de café que bebía de su taza, el efecto de aquellas mutaciones parecía hacerse cada vez peor.
Allí fue que Harry logró ver la gran difusión de los Sortilegios Weasley.
Los bollitos dulces hacían que un gran geranio creciera de cada forúnculo capilar de la cabeza poblada de espeso cabello rubio de Stevens. Con cada trago de café, iban creciéndole pequeños grifos de agua en las zonas cercanas a la coronilla, y en ocasiones, se transformaba en un canario gigante.
Los magos a su alrededor parecían poner demasiado empeño en no notar nada.
De repente... Me duele mucho la cabeza- comentaba Stevens una y otra vez a una bruja junto a él, mientras fallaba en notar que le habían crecido varias margaritas y un gran repollo al costado de la cabeza.
¿Necesitas un analgésico?- le contestaba la bruja, ofreciéndole un brebaje que, en todo caso, haría que la cosa se ponga más fea todavía.
Harry ya no sabía como hundir la nariz en su taza para evitar reírse.
Repentinamente, vio algo, un rostro familiar asomado por sobre un tazón de líquido parduzco.
No hizo falta que ponga su cerebro a funcionar para recordar de dónde le conocía, porque aquel rostro aguileño (acompañado de un cuerpo delgado, musculoso y desgarbado) se acercó hacia él dedicándole una amplia sonrisa.
Algo sorprendido, Harry respondió al saludo de Viktor Krum, y vio como aquel muchacho recorría la distancia que los separaba en cinco o seis ágiles zancadas.
Krum le estrechó en un rígido abrazo, como si recientemente hubiera aprendido que esa era la manera en que debía saludar a viejos conocidos.
Esperraba encontrrrarrrte aquí- dijo, soltándole bruscamente- Querrrría prrrrrreguntarrrle a Herrrrrrrrrmione si vendrían, perrrro no se nos estaba perrrrmitido divulgarrrrrrr inforrrrrrrrrrmación... Es un gussto verrrrrte enterrrrrro...
Harry sonrió ampliamente, sintiéndose minúsculo ante Viktor, quien parecía haber crecido varios centímetros en los últimos años.
Su rostro, ciertamente, se había tornado más taciturno aún, y la sonrisa que llevaba no le quedaba bien en absoluto, aunque sí lo hacía verse más humano.
Apuesto a que fuiste tú quien entrrrrró al Ministerrrrrrio- le dijo por lo bajo, con una sonrisa en la voz.
¿Es tan obvio?- se abochornó Harry.
No...- dijo él. Y a Harry le dio la impresión de que Krum se sentía levemente orgulloso de conocerle, lo que, al mismo tiempo, también hacía que él se sienta orgulloso.- Perrrrro- continuó- Parrrreces tenerrrrr una capacidad especial parrrrra meterrrrrrte en prrrrrrrroblemas. Parrrrece como si siemprrrrre estuvierrrrras en el lugarrrrr equivocado, al momento equivocado.
Harry, por el contrario, tenía la corazonada de estar siempre en el lugar y momento correctos, pero no se lo dijo.
Ambos se miraron sonriendo, y Viktor le dio una palmada en el hombro que hizo que Harry se hundiera varios centímetros en la tierra húmeda.
¿ Y tú?- le preguntó- ¿Vienes a escoltar alumnos?
¿No me viste en el Cirrrrrculo? – le preguntó con franca sorpresa.
¿Estabas allí?
A Harry le costaba comprender que alguien tan solo unos años mayor que él pudiera formar parte de tan importante ritual.
Krum sonrió, orgulloso.
Vine a rrrrrreemplazar a Korkiarovsky, uno de los miembrrrrrros del Consejo de Drumstrang. Cayó enfermo con Misteliadokitis...
Harry asintió, haciendo como que había comprendido cada palabra.
Korkiarovsky quería poder serle de utilidad a Dumbledorrrrrrre. Oye¿tuvierrrrrrron algún herrrrrrrido durrrrrante la pelea en el Círrrrrrculo?- le preguntó riendo, pero no esperó su respuesta- Ha sido una pena- prosiguió, mientras se rascaba la nuca- Dumbledorrrrrre ha llamado al Concilio porrrrrrrr una rrrrrrrrazón... Una muy buena rrrrrrrazón, perrrrrro algunos magos solo vienen porrrrrr el té y la torrrrrrta grrrrratis... Y...- inclinó levemente la cabeza, como si meditara muy bien lo que diría a continuación.-...Otrrrrrros sólo han venido parrrrrra verrrrrle a ella...
Por debajo de sus espesas cejas, sus ojos, negros como canicas, se posaron más allá del amasijo de gente que rodeaba a Stevens. Se quedó mirando fijamente al lugar donde la profesora Luminous se encontraba, sonriente, de pie entre un grupo de personas.
Leer el rostro de Krum era casi tan difícil como encontrarle utilidad a un escreguto explosivo.
¿A verle a ella?- preguntó Harry en tono incrédulo. No le parecía que fuera tan complicado el hecho de verla... Él se cruzaba con ella todos los días, aún cuando no quería.- ¿Pero... por qué?
Los rrrrrrrumores corrrrren rrrrrrápido- dijo, algo enredado por el idioma.- Ya sabes- agregó, como si hablase de algo que hubiera sido publicado en El Profeta.
Pues, no. No lo sé- dijo Harry, algo indignado. Pero el hombre ya no le oía.
El rostro de Krum cambió de expresión súbitamente al ver a Hermione acercándose a toda velocidad hacia ellos.
En pocos segundos, el rostro de muchacho quedó cubierto por una mata de cabello castaño, luego de que Hermione diera un salto casi olímpico para estrecharle en un abrazo que Krum no se atrevió a responder.
Ron llegó tras Hermione, pero se detuvo en seco, los ojos clavados en la escena, el más puro odio reflejado en sus pupilas.
¡No me lo puedo creer¡No me lo puedo creer!- repetía Hermione alegremente ("Inténtalo" gruñía Ron por lo bajo, pero era lisa y llanamente ignorado)- ¡A esto te referías!- gritaba ahora la muchacha, al borde de las lágrimas de emoción- ¡Jamás, ni en mis sueños más locos pensé que podías estar hablando de esto...!
Mientras Krum y Hermione charlaban, como si fueran las únicas personas en el mundo, Ron intentaba meterse en la conversación cada vez que podía, siempre en vano.
A Harry esto le hacía tanta gracia, que tuvo que alejarse del trío, e intentar comer, sólo para concentrarse en otra cosa.
Mientras masticaba un trozo de pastel de ciruela, recordó como Krum se había quedado mirando hacia aquel lugar en donde la profesora parloteaba con Daniel Guevara y varios magos más.
Volteó ensimismado. Antes que ponerse a pensar en la profesora, decidió asistir a Ron en su incansable tarea de interrumpir.
Como por acto reflejo, sus ojos volvieron a clavarse en la profesora. Y fue entonces que algo muy curioso sucedió.
Ella volteó súbitamente hacia un punto en la ladera, y luego se inclinó hacia Guevara para decirle algo al oído. Poco después se separó del grupo, y se apresuró a alcanzar a Dumbledore, al otro lado de la mesa.
¿Qué pasa?- preguntó Hermione, mirando de reojo a Harry.
Un leve, pero notorio destello dorado iluminó el cielo.
Krum gruñó, juntando las cejas.
Disculpen- dijo, y comenzaba a alejarse cuando Hermione le retuvo por la manga.
¿Qué fue eso?
El final del rrrrrreceso- dijo Krum, con tono extrañado- Perrrrrro aún nos quedaba al menos media horrrrra más...
Se separó de ellos sin decir más, su túnica oscura perdiéndose entre el mar de colores de los miembros del Concilio.
A partir de ese momento, la situación cambió drásticamente.
El área de descanso se llenó de un resonar de voces exaltadas, de profesores llamando a sus alumnos, de magos corriendo mientras cargaban pasteles completos, usurpados de la mesa...
¡Hogwarts!- se oyó la voz de McGonagall, y los dispersos alumnos se reunieron junto a ella en poco tiempo.- ¡Apresúrense, apresúrense!
La profesora Luminous apareció junto al grupo.
Todo listo, Minerva- le dijo, desapareciendo después.
¿Estamos todos? Lovegood, Flinch-Flecthley, por las barbas de Merlín, podrían hacernos el favor de apresurarse? Bueno... Y no crea que no he visto ese gesto, Flich-Fletcheley... Utilice ese dedo para otra cosa... Bien... Agrúpense según sus casas. Vamos a regresar...
¡Ahora?- exclamó Hermione- ¡Pero el Concilio no ha terminado!
Gracias por hacérnoslo saber, Granger. Y a pesar de sus quejas, regresaremos a Hogwarts de cualquier manera.
Pe... Pe... Pero...- Hermione era una repentina ola de tartamudeos, y el resto no parecía entender nada.
Harry se quedó inmóvil y atento, como si esperase que las piedras bajo las suelas de sus zapatos fueran a darle alguna pista de lo que estaba sucediendo.
El profesor Flitwick llegó tan rápido como sus piernas se lo permitían.
Ya estamos listos, Minerva.- dijo, su voz agudísima.
Gracias, Filius- asintió McGonagall- Nos dividiremos- prosiguió, dirigiéndose a los alumnos.- por casas. Cada uno de ustedes deberá de estar pendiente del resto de sus compañeros. Si alguno se queda atrás, deberán avisar al profesor a cargo. Ahora, los de Hufflepuff, síganme. Los de Ravenclaw irán con el profesor Flitwick, y los de Gryffindor seguirán a la profesora Luminous.
Harry supo al punto que algo no estaba bien, que algo había sucedido. ¿Había pasado algo en Hogwarts, pues, cuando la profesora se hacía responsable de los Gryffindor, era seguro que estaban en serios problemas.
Así fue, que tras el arribo de la profesora Luminous, los de Hogwarts se dispersaron.
Aquello parecía un enorme éxodo.
La mesa había desaparecido, y donde quiera que mirara, había alumnos caminando en todas las direcciones.
La profesora encabezaba la pequeña comitiva, volteando en ocasiones, como para asegurarse que estuvieran todos allí.
Eran seguidos de cerca por el grupo de Zhejiang, y algo más alejados, por uno de Drumstrang, liderado por Krum.
Viktor se veía curiosamente autoritario, allí, al frente de media docena de chicos medio metro más pequeños que él.
Harry chocó con la espalda de Ron.
AY... Cuidado... Nos hemos detenido- le dijo él, arqueando las cejas.
A la izquierda, rápido- ordenó la profesora Luminous de manera inexpresiva.
Ninguno tuvo tiempo de pensar, y, en el apuro, Ginny derrapó violentamente.
Sigan... A la izquierda- repitió la profesora mientras ayudaba a la menor de los Weasley a ponerse en pie.
Una vez que logró hacerlo, gestualizó hacia Krum y al lider de Zhejiang.
¡Ahí, bajo esa saliente!- exclamó.
Hermione, en la delantera, identificó el sitio y sin pensarlo dos veces, se agazapó para lograr pasar por debajo de una especie de alero en la piedra, que se elevaba poco más de un metro por sobre el suelo.
Cuando Harry atravesó aquel hueco (no sin golpearse la cabeza) llegó a un lugar bastante espacioso como para tres personas, definitivamente no lo suficiente como para las dieciocho almas que allí se escabulleron.
Oh... Esto es una madriguera de gnomos... – musitó Ron- Y hay algunas más grandes que esta en el jardín de mi casa.
Harry hizo lo posible por quedarse junto al huevo de entrada, pues quería saber todo lo que acontecía fuera de aquel reducto en el que se encontraban.
Allí se apretujaban Krum y un grupo de seis muchachos, el líder de Zhejiang junto a sus cuatro alumnos, y los de Gryffindor.
De sobra estaría decir que parecían sardinas enlatadas.
La profesora Luminous fue la última en arrastrarse por el hueco.
Harry le extendió la mano para ayudarle a ponerse en pie.
Ah, gracias... Uy, uy, uy... Está algo apretado¿verdad?
Es un buen lugarrrrr para hacerrrrr amigos...- contestó Krum, que se había abierto paso a los codazos por entre sus propios alumnos.
¿Yuan?- dijo en voz alta la profesora, y por el resonar de su voz, Harry temió que la caverna se viniera abajo...
Aquí...- se oyó débilmente la voz del mago Chino que lideraba a los de Zhejiang. – Aquí... No... Más abajo... Justo junto a tus zapatos... Si... Hola...
La profesora ahogó una carcajada.
¿Algún problema, Yuan?
No... Es solo que no siento las piernas...- dijo con acento forzado, casi sin aire, pero medio en broma.
Ah... Pues yo estoy maravillosamente bien- dijo ella, sacudiendo la cabellera, y propinándole a Harry un codazo en el medio de la cara- Es más.. Podría ponerme a bailar el Brigadoon...
Amagó con dar unos pasos, pero Yuan le propinó un golpe en las rodillas.
Bueno, bueno... No puedo bailar el Brigadoon...- dijo. Y se puso seria de repente- Chicos... Ahora, silencio absoluto.
Al cabo de un rato, y con mucho esfuerzo, la profesora se puso de rodillas y sacó medio cuerpo por el hueco, para incorporarse poco después.
Tenemos veinte minutos- les dijo a Krum y a Yuan.
Ambos asintieron y se dirigieron a sus alumnos, cada uno en su respectivo idioma.
Chicos- se dirigió a ellos la profesora Luminous- Seguirán a Viktor y Yuan. Nos encontraremos en Landwynrhaider-upon-sea. No se separen del grupo y hagan todo lo que ellos les digan¿entendido?
¿Qué es lo que sucede?- preguntó Hermione, algo asustada.
Esperemos que nada grave- dijo la profesora, quitándole importancia al asunto- Sólo nos han dado la señal de evacuar a los alumnos... Es posible que haya habido alguna señal de magia oscura... Perno no creo que sea nada serio...
Los de Zhejiang fueron saliendo en fila india. Tras ellos, los de Drumstrang, seguidos por Krum. Y por último, fue el turno de los de Hogwarts.
Harry, aún esperando para salir, sintió algo raro en la piel. Fue como si un sexto sentido le pusiera al tanto del peligro.
La profesora posó una mano enguantada sobre el hombro del muchacho.
Tienes que estar tranquilo, Harry. Es necesario que permanezcas alerta durante el trayecto a Landwynrhaider-upon-sea- le susurró cálidamente, la ternura saliéndosele por los ojos pardos. Luego se dirigió al resto- En cuanto lleguen al bosque, no se queden atrás por nada del mundo. Deben mantenerse juntos... Y por sobretodo, no oigan lo que el bosque les diga y no se aparten del sendero. Si hacen lo que se les indica, no habrá mayor problema... Ahora, salgan tras de mí...
Atravesó el hueco ágilmente y fue seguida por la siempre valiente Ginny y el no tan lleno de coraje Neville.
Una vez hubieron salido todos de la conejera, la profesora les habló de manera apresurada.
Sigan a Viktor- les dijo- Nos veremos pronto, cuídense.
Krum les esperaba varios metros más adelante, en la entrada a un sendero que parecía escabullirse por una grieta entre dos montañas.
Síganme- les instó.
¿Vamos a dejarle sola?- dijo Harry, preocupado.
Estarrrrrrrá bien- gruño Krum, y casi pareció resistirse a la idea de hacerlo.
Hermione tomó a Harry por un brazo, animándole a que se moviera.
Son poder evitarlo, se vio forzado a seguir al grupo, perdiendo de vista a la profesora, adentrándose en el sendero.
Apenas podían recorrer el camino erguidos, ya que en la piedra asomaban filosas salientes a la altura de sus cabezas que les obligaban a agacharse de vez en cuando.
El silencio era casi opresivo. Sólo el sonido de sus pasos chocaba contra las paredes de piedra, rebotando aquí y allá.
No podía asegurar cuanto tiempo habían caminado, cuando Harry vio el cielo abierto frente a ellos.
Habían atravesado la zona montañosa de la isla, y, ante ellos, se extendía la pendiente verde que bajaba hacia el mar.
Descendieron rápidamente, siguiendo la fila de túnicas rojas y azules, hasta llegar a una explanada que terminaba abruptamente en un pequeño acantilado, donde estaban ancladas dos barcazas.
Yuan y Viktor cruzaron un par de palabras y luego les indicaron que aborden aquellas extrañas embarcaciones, que no parecían más que viejos barcos, corroídos por el paso del tiempo, sin tripulación a la vista.
Cuando Harry puso un pie sobre la pasarela que unía la tierra firme con la cubierta ajada, temió que se hundieran como un yunque en las verduscas aguas del mar.
Hermione parecía más asustada que él, y tuvo que tomarle por las manos para atravesar el improvisado puente.
A bordo del mismo barco que los de Drumstrang, Ron ayudó a Viktor a levantar el ancla.
Con un amplio movimiento de su varita, Krum hizo que doce remos se pusieran en movimientos, y la barca se hizo a la mar con rapidez.
Separado por unos cuantos metros, el barco de los de Zhejiang navegaba a la par de ellos.
No había pasado mucho tiempo cuando, entre la bruma, vieron la costa opuesta.
Los enormes árboles cerca de la playa, apenas eran visibles por entre la espesa neblina.
Hermione estaba a punto de decir algo, pero se lo guardó para sí.
A Harry la cosa no le hacía demasiada gracia.
Recordaba las indicaciones de la profesora acerca de aquel bosque, y no pudo más que concluir que aquel bosque estaba encantado.
Cuando tocaron la cosa de Gales, los remos dejaron de moverse, y la nave se detuvo serenamente sobre la arena pardusca.
Krum bajó del bote de un salto, e hizo aparecer una escalera de cuerdas para el resto.
Con todos los alumnos en tierra firme, Yuan se dirigió a ellos.
Nos dividiremos en dos grupos para atravesar el bosque- dijo en voz baja.
Si alguno se pierde, deberrrrrá lanzarrrrr chispas rrrrrrojas con la varrrrrita e intentarrrrr no hacerrrr rrrrruido.
Si se encuentras solos de repente, no se muevan, y lancen las chispas al aire. Cada compañero deberá asegurarse de notar si otro de ustedes está ausente.
Hogwarrrts, vengan conmigo- indicó Krum- Y en silencio, siemprrrrre en silencio, a menos que sea extrrrrremadamente necesarrrrrio.
Había varios senderos que se perdían por entre la arboleda.
Yuan y Krum parecían saber exactamente cuales tomar, porque no dudaron ni un momento cuando debieron decidir cuán tomar.
Los de Drumstrang y los de Hogwarts avanzaron despacio por entre los troncos y arbustos.
Harry se sentía agradecido por el rojo sangre en las túnicas de los de Drumstang. Aquello hacía que se los distinga perfectamente por entre la espesura.
Caminaron incansablemente, rodeando enormes árboles, doblando a la izquierda y a la derecha, siguiendo un sendero que parecía desaparecer y aparecer nuevamente pocos metros después.
Parecía más un laberinto que un camino.
Harry caminaba detrás de un muchacho de Drumstrang. Podía ver a Ron y Hermione, caminando junto a Krum, y a Ginny a la par otros dos muchachos.
El chico rubio y alto que caminaba junto Harry tropezó con una enorme raíz de un igualmente enorme árbol, y cayó sonoramente al suelo. Harry se apresuró a ayudarle.
Spasiba- dijo el muchacho, con una sonrisa.
Harry miró hacia el grupo, para asegurarse de que no se hubieran alejado demasiado, y luego volteó para instar al muchacho a caminar.
Pero algo muy raro ocurrió.
Porque cuando quiso proseguir, ya no se veía ni el sendero, ni el grupo... Y lo más raro de todo, el muchacho también había desaparecido.
La angustia se apoderó de Harry más rápido que un haz de luz.
Se le quedó la cabeza en blanco.
Casi se golpea a sí mismo por su estupidez, pues, cuando los pensamientos regresaron a su cerebro, se dio cuenta que no reconocía a aquel muchacho, ni siquiera recordaba haberle visto dentro de la caverna.
Y eso solo podía significar una cosa: había caído en una trampa.
Apretando los puños, levantó la varita y echó un manojo de chispas rojas al aire. Y luego, se sentó a esperar.
No llegó nadie a ayudarle.
Comenzaba impacientarse cuando vio, no muy lejos, una espesa cabellera por entre los árboles.
Sacudió un brazo, seguro de que estaba viendo a Hermione.
Sin pensarlo, y creyendo que no le encontrarían jamás si no hacía algo más, avanzó dos pasos antes de arrepentirse, demasiado tarde.
Aquel lugar cambiaba cada vez que uno volteaba la mirada.
Y así fue que también aquella visión de Hermione había desaparecido.
El bosque le ponía los pelos de punta. No pensaba quedarse allí, y no podía quedarse sentado a esperar lo que fuera que viniese luego.
Así que caminó hacia delante, adivinando el sendero que, suponía, también caminaba el resto de sus compañeros, y a la vez seguro de que estaba cometiendo un error, pero que lo enmendaría de un momento a otro.
Cuando todo lo que había oído era silencio, el suave sonido de una risita hizo que sus sentidos se pusieran alerta.
Decidido a no voltear, intentó buscar a quién producía aquella armoniosa risa. Miraba en línea recta, ya que, en la oscuridad, las cosas se ven más claramente con el blanco del ojo.
Algo se movía junto a él.
Un manchón de luz, más adelante, le dio esperanza.
Pero no era la salida del bosque, sino una laguna directamente iluminada por el sol, tan tranquila que parecía un espejo colocado entre la tierra húmeda.
Y allí se quedó, sin saber qué hacer o qué dirección tomar.
Estaba cansado y tenía frío.
Se sentó al borde de la laguna y se abrazó a sus rodillas, intentando que el calor del sol le reconforte.
Luego, una vez más, lanzó unas chispas al aire, ya sin esperar una respuesta inmediata. Cerró los ojos sin quererlo, y los abrió de repente, temiendo que el paisaje cambie frente a él.
Pero no. La laguna seguía frente a él.
Se atrevió entonces a dar una mirada a su alrededor, ya desesperando.
Oyó un chapoteo, e inmediatamente, alzó la varita.
Lo que vio hizo que se ponga de pie tan rápido como le fue posible.
Allí había una mujer de cabellos largos y negros, sonriente, nadando placidamente en el agua helada.
Una sirena, pensó Harry.
Pero no era una sirena, pues aquellas criaturas eran feas y de piel verdosa, y esta era una mujer muy bella, de piel muy blanca, que se sonreía suavemente a pocos metros suyo.
El hecho que Harry se haya quedado inmóvil pareció animar a la mujer a acercarse a la orilla.
Y entones Harry vio que aquella no era una mujer sumergida en el agua helada. Era una mujer desnuda sumergida en el agua helada, lo cual, en aquel momento, le pareció una diferencia fundamental.
Avergonzado, bajó la mirada, y no volvió a clavar ojos en ella hasta que oyó una nueva risita que se alejaba de él.
La mujer parecía alejarse de manera tentadora, sonriendo seductoramente, con una mano el alto.
Harry entornó los ojos para ver mejor, porque, si no se equivocaba, aquella mujer llevaba en su mano el Espejo Doble que Sirius le había regalado.
¡HEY!- le gritó- ¡Eso es mío!
Con la cabeza vacía de cualquier pensamiento que no sea aquella mujer, Harry se metió en el agua con toda la intención de seguirla.
Cuando su mente comenzó a funcionar una vez más, las ideas comenzaron a agolpársele, como si llegaran todos apurados y a la misma vez. Primero sintió el agua helada, penetrándole la ropa, como si le clavasen miles de agujas en la piel; luego se le vino a la cabeza un pensamiento más alarmante aún, pues recordó que el Espejo Doble aún se encontraba en el fondo de su baúl, en su cuarto de Hogwarts.
Estaba cometiendo tantas estupideces que apenas podía creerlo. Estaba metido hasta los codos en un lago helado, intentando recobrar algo que ni siquiera había llevado consigo.
Dio media vuelta, intentando regresar a la orilla, pero algo le aferró por los pies.
Pensando que sería un Grindylow, lanzó un hechizo aturdidor hacia abajo. Segundos después se dijo a sí mismo que había sido una mala idea, pues lo que fuera le tuviera aferrado por los pies, pareció molestarse por el ataque y proponerse a matarle sin demora.
De un solo tirón, le arrastró al fondo del lago.
Harry sentía las rocas rasgándole las ropas y la piel, y no parecía ser capaz de hacer algo para evitarlo.
La situación era más que apremiante. Se sumergía en el agua helada a una velocidad espeluznante, arrastrado hacia la oscuridad por alguna extraña criatura, el aire escapándosele a raudales por la boca.
Aún así, no sentía pánico.
De hecho, no sentía nada de nada. Ni siquiera intentaba luchar contra la fuerza implacable que lo sumía en las tinieblas.
Simplemente veía pasar los manchones de negro y verde a su alrededor, olvidando por completo lo que hacía allí.
Sin quererlo, o por una casualidad cósmica, sus ojos se desviaron a lo que parecía ser "arriba", y vio que la superficie estaba casi al alcance de la mano.
La conciencia regresó a él en un ínfimo instante, y apretó la mandíbula mientras intentaba dar brazadas para alcanzar aquel espejo que se elevaba por sobre su cabeza.
Cuando sus esfuerzos parecieron inútiles, miró hacia abajo, y pudo distinguir claramente la cabellera negra de la mujer de antes, y sus largos y lánguidos brazos abrazándole los zapatos.
Un segundo par de manos salió de la negrura, y se aferró a sus rodillas.
Casi ya no tenía aire, le zumbaban los oídos, comenzaba a sentirse mareado.
La idea de "aferrarse a la vida con uñas y dientes" había tomado un significado particularmente literal para él, y sentía como las paredes del lago le lastimaban las yemas de los dedos, y como las últimas burbujas de su aire almacenado huían de su boca sin el menor reparo.
Finalmente, aflojó los puños, como quien abandona una pelea.
Pero, de pronto, como iluminado por aquella fuerza salvadora que parecía ser el sol, que atravesaba el agua con sus rayos espesos y llenos de esperanzas, una mano penetró el espejo de la superficie, que le había parecido irrompible, y se extendió hacia él fervorosamente.
Aquella mano recibió a la de Harry con el calor abrasador que solo otro ser humano puede poseer.
La humanidad de su salvador fue puesta en duda cuando la mano tiró de su brazo con una fuerza bestial, haciéndole creer que en cualquier momento, el brazo se saldría de su sitio, pues lo que fuera que le arrastraba, parecía no querer soltarle, y no encontraba a un gran adversario en la fuerza que intentaba salvar a su presa.
La mano le soltó de repente, y fue ahí, en lo que uno tarda en parpadear, que Harry perdió toda esperanza. Y allí cesó su lucha.
Tantas veces había hecho lo imposible por permanecer con vida, y ahora solo podía dejarse arrastrar por las criaturas, y, simplemente morir allí, en aquel lugar tan horrible, con tantas preguntas en su haber, que jamás serían respondidas.
Fue así que cuando ya no pudo contenerse más, inspiró profundamente, esperando que sus pulmones se llenen de aquel agua, verde y helada.
Con una tos convulsa, escupió unas hojas que había tragado sin darse cuenta. Y si tosió, no fue porque se estuviese ahogando, sino ante la sorpresa de notar que sus pulmones se llenaron de aire.
Aún mareado, abrió los ojos.
Cuando el velo negro que se había posado sobre sus pupilas desapareció, pudo verlo todo claramente: un casco-burbuja alrededor de su cabeza, y una espesa cabellera multicolor que le rodeaba por completo.
La profesora Luminous le tenía aferrado por la cintura con un brazo, y con el otro, lanzaba maldiciones a quienes tenían cautivo a su alumno.
Aquello no pareció hacer felices a las criaturas, por lo que otros seis pares de manos se aferraron a las piernas de Harry con el afán de terminar la tarea que una de ellas había comenzado.
Sintiendo que su cuerpo estaba hecho de gelatina, Harry no pudo más que intentar patalear y aferrarse al cuello de la profesora, quien a su vez luchaba contra las criaturas, como si su propia vida dependiera de ello.
Con una patada asombrosamente poderosa, la profesora logró deshacerse de varias de las criaturas, haciendo que aquellos bichos cambiaran de parecer.
Soltaron a Harry y fueron por la violenta intrusa.
A Harry tampoco le quedaba mucho aire dentro del casco-burbuja. No podía hacer nada para ayudarle.
De reojo, vio el rostro de la profesora.
No llevaba casco, y de vez en cuando, salían un par de pequeñas burbujas de su nariz.
Para sorpresa del muchacho, cuando las criaturas comenzaron a atacarla, la profesora se sonrió de lado.
En apenas un segundo, dejó salir todo el aire que le quedaba, y un rayo dorado poderosísimo brotó de su varita, haciendo que las criaturas retrocedan dando desgarradores alaridos, al tiempo que se cubrían el rostro.
Harry sintió que era impulsado hacia arriba de repente, y poco después, sintió el aire del bosque golpeándole la cara.
Con un solo movimiento, la profesora sacó a Harry del agua, y se arrastró tras él, para luego quedar tendida a su lado, ambos exhaustos, sobre la tierra húmeda y fría.
Los dos respiraban con dificultad, pero Harry sentía que la vida regresaba a él con cada jadeo.
Ah...- dijo ella, y luego, apoyándose sobre un brazo, miró a Harry- ¡IDIOTA!
Esto tomó por sorpresa a Harry, tanto que tuvo que preguntar a qué se refería.
¡ERES IDIOTA¡INTENTAS HACER QUE TE MATEN¿QUÉ TE DIJE DEL BOSQUE¿QUÉ TE DIJE QUE HICIERAS SI TE PERDIAS¡ESTÚPIDO!
A Harry le castañeaban los dientes por el frío, y tan solo atinó a mirarla: le sangraba el labio inferior, y junto a su pierna izquierda, había un pequeño charco de sangre.
Sin saber como era posible que recupere sus fuerzas tan fácilmente, le vio ponerse de pie.
Levántate. Debemos llegar al pueblo lo antes posible... Antes debemos entrar en calor. ARRIBA...
Su voz sonaba iracunda, pero en sus ojos había cierta expresión de alivio que Harry no logró descifrar fácilmente.
Cuando logro ponerse en pie, las piernas le flaquearon. La profesora se apresuró a aferrarle por la cintura para ayudarle a caminar.
La profesora le guió, con pasos seguros, como conociendo el camino, hacia un claro, y le ayudó a sentarse sobre un tronco enmohecido.
Harry se dedicó a secarse las ropas con el hechizo liberador de aire, mientras ella encendía una fogata. De entre sus ropas, extrajo un dedal que aumentó de tamaño por arte de magia, y allí preparó una infusión rojiza y burbujeante.
Le dio a beber de la poción, y al instante, Harry pudo sentir como la sangre fluía por sus venas.
No se atrevía a hablar. Era perfectamente consciente de su propia estupidez.
Vi tu última señal cuando atravesaba el sendero Sureste... Tienes suerte. Si hubiese llegado un minuto más tarde, las ondinas te hubiesen llevado consigo.
Harry sabía muy bien que hubiera muerto, y una vez más se veía en deuda con ella.
Poco después, volvieron a ponerse en marcha.
Caminando tras la profesora, Harry no pudo evitar notar que, rodeada de aquella naturaleza salvaje, ella volvía a parecer joven.
Sus piernas se movían seguras, como si el terreno le fuera tan familiar como su propio cuerpo, sin detenerse un instante, tocando con sus manos cada corteza de árbol que rebasaban, como si cada cosa viva le llamara de vuelta al hogar.
La fascinación de Harry por esa mujer, se le hacía allí más presente que nunca.
Las largas piernas enfundadas en medias rayadas, parecían bailar a través del sendero. La herida lacerante bajo la rodilla había parado de sangrar.
La profesora se detuvo en seco, la mirada fija al frente.
¿Profesora?- preguntó tentativamente.
Como si lo le hubiese oído, ella siguió la marcha.
Esta reacción le puso nervioso. A partir de entonces, sintió que a cada paso, algo les observaba.
Caminaron durante casi dos horas en completo silencio. Ella no parecía desorientarse, como si siguiera el hilo de un ovillo fuera del laberinto que era aquel bosque.
Al cabo de un rato, llegaron a un sendero claramente trazado, que conducía directamente a un puente de piedra, bajo el cual corría un arroyo de agua clara.
La profesora aminoró la marcha, y al fin, Harry tuvo la oportunidad de alcanzarle.
Caminaba lentamente, la mirada clavada en una curva que el río dibujaba un poco más allá del puente. No estaba muy lejos de ellos, y se podía ver claramente que el río se abría hacia los lados, haciéndose menos profundo.
Harry no entendía muy bien qué era lo que la profesora miraba, pues allí no había más que agua y rocas.
Entornó los ojos para ver mejor, y el corazón casi se le sale por la boca.
Una de las rocas se había movido.
Dieron un par de lentos pasos, siguiendo el sendero, acercándose al puente.
¿Profesora...?- susurró Harry- ¿Qué...?
Es una Lavandera- respondió ella en voz baja.- Una criatura.
Harry tomó la varita, y se preparó para defenderse, pero la profesora le indicó que se relajara.
Son inofensivas- explicó.
A medida que avanzaban, Harry iba descubriendo la anatomía de la Lavandera.
Era una mujer que se encontraba muy encorvada, de rodillas en la piedra, dándoles la espalda, el agua mojándole la falda. Se dedicaba a frotar una y otra vez sobre una piedra plana, un trapo mugroso que tenía entre las manos.
No parecía haberse percatado de la presencia de los intrusos, y proseguía con su tarea como si nada.
Cuando tuvieron la oportunidad de pasar muy cerca de la criatura, Harry vio que el trapo mugroso era, o había sido, una túnica; pero ahora no era más que una tela sucia, cubierta de manchas parduscas.
¿Qué es lo que lava?- preguntó Harry, entornando los ojos.
Es la ropa de los soldados que han muerto en las batallas que ha visto el mundo.
El ris-ras de la tela contra la piedra era casi hipnótico, pero Harry no tardó en descubrir que las manchas en las túnicas no eran manchas comunes. Eran manchas de sangre.
Debemos apresurarnos- dijo la profesora, pero siguió moviéndose muy lentamente.
En ese momento, la Lavandera pareció notar la presencia de los extraños, y Harry vio el velo blanco que le cubría la cabeza, moverse lentamente.
Lo que vio a continuación fue tan horripilante que le causó un malestar en todo el cuerpo.
La Lavandera volteó hacia ellos, sin dejar de fregar, y les mostró que donde debieron estar sus ojos, cejas, nariz y boca, no había nada más que piel lisa.
Era una mujer sin rostro. Una cara sin facciones.
Era una de las cosas más horrorosas que Harry había visto jamás.
Si la Lavandera hubiese tenido ojos, Harry podría haber jurado que estarían posados sobre la profesora.
Ella se inclinó levemente, y luego tomó la mano de Harry.
Vamos, llegaremos demasiado tarde. Una vez que atravesemos el puente estaremos mucho más cerca.
El repugnante rostro uniforme de la Lavandera persiguió a Harry durante un largo trecho.
No se atrevía a preguntar nada, y la profesora, que siempre parecía invitar a sus preguntas, permanecía en silencio.
Finalmente, cuando ya había pasado gran parte de la tarde, divisaron una línea de árboles tupidos, y tras ellos, un amplio valle.
Hacia los últimos metros de espesura, divisaron el fin del bosque. Un río le mutilaba de manera abrupta.
Al llegar a la rivera, se detuvieron para recobrar el aliento.
De la nada, una barca de sólidos maderos apareció flotando frente a ellos, y la profesora no se detuvo a pensarlo dos veces antes de saltar al agua y hacerse del único y largo remo.
Harry le siguió inmediatamente.
De pie en un extremo de la embarcación, la profesora les guiaba a través de la corriente gentil del río.
Por primera vez, Harry se sentó a contemplar aquel bosque sombrío que acababan de atravesar.
Apenas podía creer lo inocente que se veía. El bosque Prohibido era la morada de criaturas increíblemente peligrosas, pero a Harry se le antojó menos engañoso que ese.
Así fue que vieron los árboles pasar, uno tras otro, mientras navegaban río abajo.
No muy lejos, como si fuera un brazo del bosque, sobre una delgada lengua de tierra, se posaban amenazantes unos cuantos árboles de gran tamaño.
Cuando estuvieron a punto de rebasar aquel extraño terreno, Harry tuvo que refregarse los ojos, porque creía estar sufriendo alucinaciones.
Allí había una mujer, de pie junto a un almendro.
Era casi tan alta como Hagrid, pero parecía ser tan liviana como una pluma.
Sus cabellos dorados parecían flotar perezosamente a su alrededor.
Su piel era blanca como la porcelana, y sus ojos enmarcados en largas pestañas, seguían a la embarcación como con indiferencia.
¡Profesora!- logró exclamar Harry.
La profesora miró a la mujer de modo inexpresivo.
Ya le he visto. Nos ha estado siguiendo todo el tiempo- dijo de modo inarticulado.
Pero... Pero...- balbuceó él.
Estábamos invadiendo su morada. Sólo quiere asegurarse de que hemos salido del bosque. No nos hará daño.
Pero... ¿Quién es?- preguntó, aunque en su cabeza pensaba "¿QUÉ es?"
Es la dueña de este bote, y la guardiana del bosque... Y... Ha estado protegiéndote a ti, Harry.
No dijo más, dejándole con miles de preguntas atravesadas en su cabeza.
Durante el resto del trayecto, hasta que volvieron a tocar tierra firme, la profesora no volvió a hablar.
Y Harry, abrumado por los acontecimientos del día, no se atrevió a preguntar.
Apenas podía esperar a regresar a Hogwarts y leer el libro que Hermione le había regalado para su cumpleaños, pues sentía que una vez más, se encontraba en medio de un misterio para el cuál solo él tenía la llave.
Notas de la Autora:
UFFFFFFFF! Me ha tomado tanto tiempo subir este capítulo que siento que tengo que dar alguna explicación por mi aparente abandono.
En realidad no tengo más que excusas. He estado algo atareada, exámenes, vacaciones, clases, mudanzas, y falta de tiempo... Además he tenido una especie de "retorno" a uno de mis primeros amores: el manga (sobretodo por series como Berserk, GTO, Maison Ikokku, Ayashi no Ceres, Never Give Up, I's, y otros tantos, que me han mantenido bastante despierta durante un tiempo)
También he estado dedicando algo de tiempo a otros proyectos personales, como el boceto de mi historieta inconclusa, y una segunda historieta que llegó por un golpe de inspiración. A su vez, he estado escribiendo la segunda parte de mi otro fic, Bulma Briefs's Diary, que tengo planeado desde hace tiempo, y para el cual tuve que encontrar el momento para comenzar (antes de que la musa – o el muso- se escape)
Muchas gracias por los maravillosos comentarios sobre el capítulo anterior, pues me ha costado mucho escribirlo, y me hace muy feliz que les haya gustado.
A todos los que mandaron reviews, gracias. Ya en un capítulo próximo vendrán los agradecimientos específicos, pues aquí son las 2,38 de la mañana y tengo unas ganas terribles de irme a la camita.
Sobre este capítulo, debo aclarar que Krum habla con demasiadas "RRRR" porque el Word insistía (con su testarudez acostumbrada) en corregírmelas. Debo preguntar si les ha gustado su inclusión, pues es un personaje que me gusta mucho y que espero aparezca en próximos libros.
¿Han visto las portadas de las ediciones extranjeras de Half Blood Prince? QUE NO LES PARECE QUE SON FANTÁSTICAS? Me han gustado mucho.
Ah, acerca de las locaciones de este capítulo, me he inventado bastante geografía, pues, la isla de Bardsey no figura en muchos mapas, y mucho menos he encontrado uno con los accidentes geográficos de esta islita. Así que pues, ya ven, para mí, es una isla montañosa, y no se diga más.
La Lavandera no es un personaje que me he inventado yo, es una criatura del Folklore nórdico, y bastante sórdida por cierto. Creo que puedo decirles que ver una Lavandera es una señal de que alguien va a morir o de una batalla cercana donde ocurrirán muchas muertes.
Lladruc: no sé cuando has leído el capítulo anterior, pero si lo habías hecho hace poco, pues has tenido suerte y no has tenido que esperar los cuatro meses que me he tardado en actualizar... Ah... caramba... LO SIENTO!
Guadalupe: AAAH. Me pongo colorada... Una genia? Yo? Ah, gracias :D
Vane Lupin: Carapato ha quedado olvidado... allá por los primeros capítulos... Me encantó lo de "para gustos están los colores" jajajaja, nunca lo había oído.
Celina: SIENTO LA TARDANZA... Bua... Me gustaría que los días duraran más horas, en serio (además, envejecería más lentamente, no? Jua! Es pedir demasiado...) Gracias por el comentario
Dorian-Crow: AAAAAH Tanto tiempo! Prometo enviarte todos los reviews atrasados a tu fic. Me alegro que te haya gustado mi versión de Daniel... ;D
Barby-Black: Eso de quedarse leyendo hasta la madrugada es algo que me resulta familiar... Me halaga que te hayas desvelado por mi fic :D
Nimmy: Harry es tan... que? Dumbledore siempre intentará arreglar las cosas, aunque las haya desarreglado él mismo, no? Jajajaja. Pues sí. A veces es un poco odioso... Hay que aprender a quererlo a veces. Y hay que saber cuando odiarlo...
Elizabeth Black: Perdón! No he actualizado tan pronto como tenía planeado.
Bueno. Más agradecimientos en otros capítulos
Consultas? Preguntas? Pedidos? REVIEW!
GRACIASSSSSS
En el próximo capítulo conoceremos el pueblo de Landwynrhaider-Upon-Sea, a un viejo cascarrabias, y regresaremos a Hogwarts para encontrarnos con uno que otro problema!
MisaKats.
