Fan Fiction: El Principio y el Final
Capítulo quince: Lo que se hace cuando hay guerra.
Por Lunis Lupin
No soy Joanne Rowling, personajes e indicia relacionada pertenecen a J. K. Rowling y Warner BROS. Las Windbag, Mark y Rose le pertenecen a la imaginación que habita en mi cabeza.
HHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH
La población estudiantil del colegio Hogwarts de magia y hechicería ya se había reducido a la mitad para el mes de Junio, los padres ya no querían confiar ni en Dumbledore y preferían quedarse cerca de sus hijos. Con una mirada al director sobre el diario lleno de pésimas noticias de aquella mañana, Harry obtuvo el permiso que había estado esperando desde septiembre. Dejaría a los pocos que quedaban dentro del colegio preparados para al menos intentar mantenerse a salvo en caso de eventualidades de tipo Mortífago.
Todo se resumía a cinco simples pasos que harían mucho más que los inútiles panfletos de seguridad en casa del Ministerio. Hechizar, esquivar, maldecir, atar y romper. Hechizar: lanzar un hechizo simple imposibilitador, entonces pasaban al siguiente paso. Esquivar: al recibir un hechizo ligero, el atacante de seguro contraatacaría, y tenían alguna posibilidad de esquivarlo agachándose o saltando, lo más probable era que los subestimaran por ser niños (en especial porque los hijos de mortífagos habían salido del colegio y no estaban al tanto de estas estrategias). Maldecir: en este momento la sorpresa sería la clave, una maldición bien pronunciada y bien hecha sería suficiente. Una vez aturdido el atacante tocaba atar: se conjuran unas cuerdas que atarán firmemente al atacante, al menos por un rato, si por alguna razón el atacante logra soltarse, para eso esta el paso final. Romper la varita del oponente en dos. Esto era lo que todos debían recordar.
Una vez grabados en las mentes de los alumnos estos cinco pasos… quedaba la re-organización de los equipos. Los de élite serían de tres, los demás irían en grupos de cuatro y con distintas funciones. Cabe recordar que los de "élite" eran los seis que fueron al departamento de misterios a rescatar a Sirius Black en junio del 96. Sin embargo esta vez ellos se mantendrían al margen, supervisando todo.
La organización de cada grupo era de la siguiente manera. En formación de diamante, el que iba al frente se encargaba de poner un escudo protector lo más grande que pudiera para con sus compañeros y del ataque frontal. El que iba a su izquierda sería el encargado de ayudar con el ataque al primero y vigilar el flanco izquierdo, mientras que el derecho tuviera una función similar, aunque era más que todo, resistencia y el que se encargaba de atar a los atacantes. Finalmente, el que iba detrás se encargaba de ayudar con el escudo protector, ayudar a los caídos y romper las varitas. Si alguno caía de manera significativa, se le dejaba con un escudo (invención de Harry y Dumbledore) hasta que pudieran regresar por él o ella. Si todo salía bien, quedarían los cuatro vivos al final.
Armados con varitas de broma de Fred y George (Las cuales pintaban sobre las túnicas el nombre del encantamiento con el que los habían "atacado") los niños iban corriendo, de un lado al otro, desarmando, atando y rompiendo. Los profesores estaban escondidos en lugares específicos para el elemento sorpresa. Harry y su equipo iban de un lado a otro tomando notas.
Armados con varitas de verdad, niños y adultos en el callejón Diagon intentaban sobrevivir a un ataque masivo de mortífagos mientras esperaban la llegada de los aurores, ya que los miembros de la orden del fénix no se daban abasto. Además estaban las legiones de hombres lobo, gigantes y dementotes, como efecto sorpresa.
Harry, ahora vestido con túnica de auror de la orden del fénix, veía aquí y allá intentos de seguir instrucciones de los alumnos que habían estado en aquel simulacro en Junio. Eran chicos del colegio los que estaban tratando de ayudar a contener la situación, mientras sus padres intentaban escapar a como diera lugar. ¿Cuándo se había convertido en una guerra de chicos contra mortífagos? Harry no lo sabía, quizás nunca lo llegó a entender por completo, lo que sabía era que en la segunda guerra fueron los magos y brujas menores de edad los que más sacaron el pecho a defenderse, en vez de correr y esconderse. Esa batalla en especial sería recordada como la batalla en la cual los magos calificados quisieron huir mientras que los menores de edad, a los que no se les quería enviar ya al colegio, sacaron la cara.
Hermione y Ron miraban a ambos lados y buscaban a los que más necesitaran ayuda para escapar, lo curioso fue que la mayoría de chicos que habían logrado convencer a sus padres de ir esa tarde al callejón a comprar útiles escolares para el nuevo año en Hogwarts se estaban defendiendo con uñas y dientes. Junto con los miembros más jóvenes de la orden del fénix seguían tratando de evitar que Bellatrix Lestrange y su legión de mortífagos cayeran, que Fenrir Greyback y sus hombres lobos trataban de pasar una barrera que el mismo Remus Lupin había conseguido levantar. Grawp, Hagrid y Madame Maxime se encargaban de contener a los –gracias a Merlín- pocos gigantes que habían traído mientras Harry dirigía a los que se enfrenaban a los dementores.
Para cuando habían pasado dos horas en batalla y solo quedaran pocos alumnos de Hogwarts en pie (Hermione y Ron se habían encargado de sacar del sitio a cuantos más pudieran) algunos adultos habían cogido las varitas y ambos bandos habían quedado reducidos más o menos a la mitad, aparecieron los aurores del ministerio. En dos horas más ya estaban contando vivos, trasladando heridos y recogiendo muertos.
En Junio, dentro del castillo, la mitad de los niños habían caído al suelo, haciéndose los muertos en las formas más graciosas con un letrero en la túnica que decía "¡Zopenco¡Te dejaste matar!". En Agosto, la mitad de los niños que estuvieron allí fueron trasladados a San Mungo. La mitad de ellos murieron y muchos otros quedaron muy mal heridos.
- Esto está muy mal –musitó Harry para sí mismo cuando hubo llegado a la casa que compartía con Ron y Hermione en Londres- Son sólo niños…
- Harry, no es tu culpa, -dijo Hermione- ellos decidieron ayudar, y ya ves que bien lo hicieron mientras sus padres se los querían llevar… Deberías sentirte orgulloso de lo que les has enseñado porque ayudó a mantener a la mitad vivos…
- ¡Y LA OTRA MITAD ESTÁ EN SAN MUNGO, SI ES QUE NO ESTÁN MUERTOS! -Protestó Harry, golpeando con un puño la mesa con tal fuerza que esta se rompió y algunos pedazos de madera volaron, siendo esquivadas por Ron y Hermione, que lo miraban con mitad pena y mitad tristeza- lo siento –musitó, algo avergonzado mientras hermione reparaba la mesa de un movimiento de varita y Ron se acercaba a su amigo- Es que no es justo… no debería ser así…
- Harry, ellos no eligieron vivir en esta guerra, así como no eligieron quedarse de brazos cruzados, -le dijo Ron, seriamente y mirándolo a la cara- decidieron hacer lo que pudieran, así como tú y como Hermione y como yo y todos los que estamos metidos en esto.
-Aún así…
- Harry, te has enfrentado concientemente a Voldemort desde que tenías once. –Replicó Hermione- no digo que esté bien eso de que mueran… ¡YO TAMBIÉN LOS HE VISTO CAER AL SUELO, HARRY! –Dijo Hermione, con algunas lágrimas brotándole de los ojos- Pero no es tu culpa, no es por tu causa…
- No es justo…
- Ni para ti ni para nadie… Harry, hiciste bien en enseñarles… ya ves, ahora todos quieren hacer su parte, no como los inútiles que se escondían esperando a que los atrapen…
- Sólo quiero que esto se acabe, que se acabe ya, que no se lleve a más gente…
LJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJLJ
Para pena de todos los de séptimo, lo quisieran admitir o no, la clausura del año escolar era el día después del siguiente. Aquello significaba que tenían un día para hacer todo lo que habían dejado pendiente en el castillo, incluyendo salida a Hogsmeade. Por supuesto, nuestros queridísimos merodeadores no se quedaron atrás. Según la lista que habían armado en aquella semana, la cual había sido de locura total (Y ANONIMA en caso Lily se disguste con James y muy a pesar de Sirius) y Snape había pasado la mayoría de su semana en la enfermería. Pero ahora, tenían el último día para terminar "asuntos personales pendientes".
Peter, la pequeña rata, consiguió por fin terminar de roer un agujero en una tubería que daba a los baños de las chicas del tercer piso, que era a donde iban las más guapas y populares del colegio. Y ahí se quedó todo el día. Si no había conseguido salir con alguna de ellas mientras estaba en el colegio, al menos se daría el gusto de verlas más de cerca…
Remus, por su parte, sacó todas sus cosas del baúl, del ropero y de los escritorios, hizo una lista alfabética de las cosas que le faltaban, las que había prestado y las que debía devolver y luego se dedicó a acomodar su baúl y chequear la lista una y otra vez para revisar que no le faltara nada. Ahora… ¿de veras te creíste que Remus sólo hizo eso? No, hay mucho más Remus que eso, pues el muchacho también ocasionó una diarrea masiva en la mesa de Slytherin a la hora del desayuno, y otra aún más fuerte, para los que se habían salvado, en el almuerzo, así, a la hora del banquete, muy pocos querrían probar bocado. Todo gracias a Snape quien le corrigió una vez en Pociones "Si echas la luparia ahora, Lupin, ocasionarás o un ataque vomitivo o una diarrea que te dejaría en el baño por tres días…" si, Remus era inteligente, y aprendía de sus errores.
Sirius, Sirius, Sirius, todos amamos a Sirius (¿o debería decir todas?)¿qué hizo nuestro merodeador favorito en su último día de escuela? Nadie lo sabe, pero puedo decir que un perro grande, negro y lanudo pero bien peinado anduvo paseándose de dormitorio de chicas en dormitorio de chicas, dejándose acariciar por las que venían a decir "¡Qué mono está el perrito este!" y luego se fue hacia el lago a donde varias lo siguieron. ¡Si aquella era una vida de perros…! Y para postre, Snape salió de la enfermería a la hora del almuerzo, hacia los terrenos del castillo, entonces aquel perro lo empezó a morder como si tuviera tres cabezas, aunque Snape no sabía rico... Fue un día de mucho provecho para nuestro canino amigo, lástima que nadie vio a Sirius… lo hubiera disfrutado…
Sin embargo, el que anduvo más ocupado fue James. James tampoco apareció mucho, todos pensaron que andaba por ahí haciendo travesuras con su novia, hasta que Lily empezó a preguntar si lo habían visto. De hecho, James también había pedido a sus amigos a la hora del desayuno que lo ayudaran con algo muy importante que tenía que hacer antes de salir del colegio.
¿No tendrá que ver con Evans, no? –Protestó Sirius- Si es así, no tengo tiempo…
A Sirius le había llegado a desagradar Lily a tal punto que cada vez que esta aparecía buscando a James, Sirius se daba la vuelta y se iba, o simplemente la ignoraba. La muchacha había logrado acaparar la atención de su amigo a tal punto que a James ya casi ni le interesaba ir a hacerle algo a Snape, ahora era Snivelly quien empezaba.
Sirius, hermano, necesito tu ayuda, esto es importante para mí… -dijo James- es tan importante que quiero que tú también seas parte de esto… -y James les contó su plan.
¿Eres tú, James? –Preguntó Remus, comenzando a revisarlo por todos lados- ¿quién eres, y qué has hecho con Cornamenta?
Hermano, te volviste loco… -dijo Canuto, meneando la cabeza- o esa bruja te hizo un filtro amoroso atrapa James…
¿Te golpeaste la cabeza? –Preguntaba Peter- ¿Te caíste de la escoba?
No, esto es algo que tengo que hacer, si no lo hago ahora… no sé, quizás no pueda más adelante… no sé qué es, pero hay algo que me dice que debo hacerlo hoy…
¡AL ATAQUE! –fueron las palabras del alegre director, cuando hubo terminado su discurso. Todos los comensales empezaron a devorar sus suculentos platillos, excepto los Slytherin, que a pesar de tener mucha hambre, no probaron bocado, lo cual era una lástima pues la comida no contenía nada. Remus se reía para sí mismo, Peter no entendía por qué estaban en huelga de hambre las serpientes, Sirius se reía al entender lo que había hecho su licántropo amigo y James repasaba mentalmente las mil y un formas de decirle a Lily que quería encontrarse con ella a las diez por fuera del retrato de la señora gorda.
Lily conversaba con sus amigas sobre lo que harían a partir del día siguiente, cuando llegaran a sus casas.
Yo le escribiré a Jack –dijo Beth, emocionada, pues cumplirían tres años de novios en una semana- tengo que avisarle que ya regresé, la última vez me dijo que quería que fuera a casa de sus padres…
OH, entonces va en serio, -dijo Rose- no como los idiotas con los que salgo, sólo quieren un rato de diversión conmigo, y luego me dejan de buscar…
Será porque tú se las das fácil… o porque tú te encargas de que no te encuentren… -bromeó Lily- no, ya verás que encontrarás a tu tipo ideal… y que no sea un Slytherin… -añadió Lily de pasada, como una indirecta.
OH, bueno, habló la señorita Lily "odio a James Potter y aún así me lo encuentro de vez en cuando y qué más da, si está buenísimo y besa tan bien que una se queda con ganas, ya luego lo vuelvo a mandar a volar, todo para entrar un día al gran comedor de la manito con él y es una lástima que ya no esté Dora Margulise en el colegio para restregarle en la cara que gané" Evans –dijo Rose en un tono algo resentido- Lo que yo haré será firmar con Dumbledore¿recibieron ustedes su invitación?...
James dio un respingo al ver la segunda porción de lechón ahumado aparecer en el plato de Sirius. Supo que era hora de pedirle a su novia una última cita dentro del colegio.
… Que hoy ni lo he visto, y es el último día en Hogwarts… -se quejaba la pelirroja. Un avioncito de pergamino aterrizó en medio de su ensalada y ella miró alrededor. James estaba escuchando algo que Remus le estaba diciendo unas cuantas sillas más allá.
Mi Princesa:
Te espero en el retrato de la señora Gorda, por fuera de la sala común a media noche. Hay algo que debo decirte, es muy importante que lo haga antes de irnos.
Te Amo
James Potter.
Lily levantó la mirada y vio que James la había estado viendo. Ella asintió extrañada en señal de aceptación y James volvió a la charla de Remus.
Hoy ha estado muy extraño, con las justas si me saludó en el desayuno… -siguió ella- no sé…
Lily… ¿sugieres que quizás Lord Potter se aburrió de vuestra merced? –sugirió Beth en un tono educado del que su madre estaría orgullosa.
Beth, tú si que eres de ayuda –refunfuñó Rose mientras Lily ponía cara de niña a la que se le acaban de caer las tres bolas de su cono de helado- Con todo el tiempo que se ha demorado en conquistarla calculo que la dejará pasados tres meses, aún más rápido si meten la pata…
A Lily se le cayó el tenedor con pavo asado al suelo y los ojos se le hicieron agüita.
A media noche…
Lily, que no había podido comer nada más después del alentador comentario de Rose, no porque hubiera metido la pata ni mucho menos, pero se le había pasado por la cabeza que quizás James, después de todo lo que le había pasado mientras había intentado conquistarla, se hubiera aburrido, o quizás se hubiera dado cuenta de que Lily no valía la pena el esfuerzo. Miró otra vez el pergamino… "Mi princesa" él sólo le decía así en ocasiones especiales, o cuando quería darle una sorpresa, lo cual era una vez por semana como mínimo. Lily tomó valor y salió de la sala común. Afortunadamente, la señora gorda estaba dormitando o la haría pasar inmediatamente. De pronto, Lily sintió que era observada. Miró de reojo a ambos lados y cuando volvió la mirada al centro casi se muere del susto.
Peter Pettigrew estaba justo frente a ella salido de sabe quién donde.
Hola Lily, -le dijo- si eres tan amable de acompañarme… -le ofreció el brazo.
Peter… eh… lo siento pero tengo que encontrarme con… -susurró ella, pues si alguien los encontraba… aunque fuera la última noche en Hogwarts, haría su deber como premio anual hasta lo que más pudiera, aunque andar vagando a media noche por el castillo se saliera de las reglas.
Lo sé, lo sé –dijo Peter, imitando el susurro- sé eso y un poco más… acompáñame, que James te está esperando un poco más allá… -seguía ofreciéndole el brazo. Lily no sabía si eso estaba bien. ¿Y si James llegaba y no la encontraba? El muchacho sonrió mostrando los dientes.
Él sabía que no te irías tan fácil –sacó un pedacito de pergamino del bolsillo de la túnica- Toma.
Lily desdobló el pergamino y la caligrafía de James le sonreía desde él:
Princesa:
Sigue a Peter, él te traerá a mí…
James.
Lily entonces miró al muchacho y aceptó el brazo ofrecido.
Bien, allá vamos. –Dijo el muchachito- ¿Sabes? Nunca había visto a James tan nervioso, de hecho, no recuerdo haberlo visto nervioso. Molesto, enfadado, gritando de ira pero jamás nervioso. Él es el valiente del grupo…
Lily no sabía si asustarse o tranquilizarse. A decir verdad, ella sólo lo había visto asustado una vez en su vida, cuando ella volteó al darse cuenta de que le faltaba más de la mitad del largo del cabello.
Entonces se dio cuenta deque Peter la llevaba por un pasadizo que ella no conocía. Realmente se asustó un poco, pero no quería que Peter se diera cuenta. Peter siempre le había parecido un poco raro, como… no podía explicarlo, pero a pesar de que a simple vista parecía que su motivo de vida era seguir a sus amigos, a ella siempre le pareció que había algo más debajo.
Llegamos, señorita, ahora espera aquí y James llegará en cualquier momento. –y antes que pudiera decir nada, Peter ya no estaba allí. "nadie se puede desaparecer en Hogwarts" pensó rápidamente la muchacha. Aunque quizá hubiera entrado por algún tapiz o pasillo.
Lily miró a su alrededor en medio de la oscuridad. Y eso fue todo lo que pudo ver, oscuridad, no tenía ni idea de dónde estaba. De algún lado corría frío y Lily comenzó a asustarse. Sabía que James no dejaría que le pase nada, pero James no estaba con ella ahora. De repente una manó la tomó por el hombro. Ella no hizo más que gritar hasta que otra mano le tapó la boca y entonces ella intentó llegar con su mano a la varita.
Lily –dijo una voz apresurada al notar las intenciones de la chica- shhh, soy Remus, no grites.
El muchacho la soltó y ella se dio la vuelta, pero seguía sin ver nada.
¿Remus? –Preguntó la pelirroja- ¿Y James?
Tranquila, pequeña saltamontes, -se oyó un ruido de pergamino desdoblándose y el roce de la capa de Remus al buscarlo- supongo que esperarás que te de uno de estos… -le puso en la mano el trozo de pergamino- Lumos –susurró, para que pudiera leer. La pelirroja leyó.
Princesa:
No te desesperes, ya estás cerca, sigue a Remus.
Te estoy esperando.
James.
P.D.: te adoro.
¿Rana de Chocolate? –Le ofreció Remus que empezó a guiarla, Lily la aceptó- James te adora, o no nos habría convencido de hacer esto… para empezar ni siquiera lo haría.
¿Qué es lo que va a hacer? –preguntó intrigada, con los verdes ojitos adaptándose gradualmente a la oscuridad- mucho misterio, mucha cosa¿no podía simplemente decírmelo? –comentó nerviosa, siempre había tenido más confianza con Remus que con los demás amigos de James, eso y que además consideraba a Peter un poco raro, Sirius parecía odiarla desde que ella y James salían juntos.
Pues… eso se lo puedes preguntar a él… -dijo remus en un tono cómplice- no te preocupes, Lily, relájate y pásala bien. –El muchacho le dio un beso en la mejilla- y ya nos veremos mañana en el desayuno…
Y así como vino, se fue. Salvo que esta vez, unos amplios ventanales dejaban entrar la luz de luna en cuarto creciente le permitió ver que estaba en el vestíbulo. Y allí en la puerta principal a medio abrir estaba él, Sirius Black. Lily supuso que tendría que ir con él, aunque no estaba segura de que el muchacho quisiera que se le acercara. Usualmente, Sirius la ignoraba cuando estaban con James. Y cuando se encontraban casualmente, sólo se limitaba a lanzarle una mirada de lo más asesina. Lily no sabía que podía haber hecho ella para merecer semejante trato, pero también sabía que no era buena idea decírselo a James, porque habría dos reacciones que temía.
1.- que James se enfadara con Sirius y dejaran de ser amigos. Lily sabía que eran como hermanos y le dolería a ella misma si beth o Rose se pelearan con ella por un hombre.
2.- que James no le crea y prefiera a su amigo (cosa que ella misma haría) y la dejara a ella por difamadora.
Así que como no quería ni lo uno ni lo otro, simplemente no hacía caso. Quizás Sirius notó aquella batalla interna porque dijo.
No te preocupes, no voy a mirarte feo. –le dijo con voz seria. La muchacha se acercó.
Supongo que a estas alturas no necesitarás esto… -le mostró un pergamino, Lily se limitó a negar con la cabeza- genial, el dijo que ahora no lo necesitarías. –Y luego añadió en un tono afectado- Y me hubieras decepcionado si lo hubieras necesitado… -le ofreció un brazo y señaló la puerta.
Sirius... yo eh… -empezó a decir la muchacha, pues no quería que hubieran tensiones entre ellos, más que nada por James- quisiera saber…
¿Por qué me he portado así contigo? –Completó el muchacho- lamento haberlo hecho, ha sido muy inmaduro de mi parte –dijo en un suspiro- en realidad no es culpa tuya. James lleva enamorado de ti creo que desde que te vio, cuando llevabas aquellas trenzas –hizo señas con las manos simulando trenzas mientras caminaban por los terrenos del colegio- en fin, el asunto es que en estos últimos años, James ha madurado mucho, y más rápido de lo que podría haber madurado yo… y… pues James es como el hermano que me hubiera gustado tener en vez del idiota con el que comparto sangre. Y en cierta forma, desde que está contigo… ya no es el mismo. No lo tomes a mal, es solo que ahora tú eres su mayor preocupación… lo que estoy tratando de decir es que… hagamos las paces… -le ofreció una mano a una Lily muy confundida que la aceptó. Sirius sonrió- eso nos hace casi cuñados¿eh? De repente le puedes presentar alguna chica interesante a tu queridísimo cuñado…
Rieron. Era extraño, después de todo, era el mejor amigo de James y mejor llevar las cosas en paz. De pronto Lily reconoció el sitio a donde la llevaba. Era donde James se le había declarado la primera vez, y donde ella había aceptado salir con él. Un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Qué querría pedirle James ahora?
Escucha, James todavía tardará –Sirius consultó su reloj- un par de minutos. Conociéndolo como lo conozco, debe estar enredándose en la túnica. –El muchacho lanzó una breve carcajada y Lily sólo una risita de asentimiento.- No te asustes…
No estoy asustada –contestó ella tajante- es sólo que…
Mira, si de veras quieres a James, sabrás responderle. –Le dijo el muchacho- y espero que lo hagas… James está loco por ti, nunca lo olvides…
Eso lo sé… pero… -Lily no sabía por qué estaba ansiosa- olvídalo.
Je, je, yo siempre le digo que algún día su amor por ti lo matará –Lily volteó a mirarlo con los ojos como platos- ¡hey! Es sólo una especie de broma… bien, será mejor que me vaya. No te quedará sola mucho rato… y… -le guiñó un ojo- pásala bien.
Lily estaba cuadriculada. ¿De qué se trataba todo aquello? Ninguna idea parecía venir a su mente. La noche cerrada le mostraba la cantidad navegable de estrellas de aquella clara y fresca noche de fines de Junio y el olor de la hierba y la tierra era como cuando acaba de llover. Suavemente y sin que ella lo notara, una mano la tomó por la cintura y al instante ella supo quién era. Sonrió.
Mi princesa –le susurró la voz de James al oído- cómo estás.
Hasta que al finte apareces… -le dijo ella, con voz seria, aunque sonreía sin evitarlo- ¿por qué tanto misterio?
Bueno, tengo algo para ti, pero sólo lo tendrás si dices que sí… -dijo James. A su voz le sucedía algo raro, pues comenzó con el tono habitual que usaba sólo para ella, pero luego se fue agudizando gradualmente. James se veía nervioso, muy nervioso. Lily s olvidó de la curiosidad que le producía todo el misterio y le puso una mano en la frente.
¿James, está bien? –le preguntó dulcemente- te veo muy nervioso –le dio un beso, como para darle ánimos.
James ya comenzaba a arrepentirse, a pensar que era una locura, que tendría todo el tiempo del mundo para hacerlo, sólo necesitó el beso de Lily para seguir adelante. Dio una palmada y el árbol se encendió de luces de colores, eran hadas y le daban un ambiente muy romántico a aquel árbol. Lily abrió los ojos al máximo de la sorpresa. Al menos eso había salido bien, pensó James.
B-b-b-b-bien –dijo- no sé si a ti te ha llegado algo así, pero… -sacó de su bolsillo un pedazo de pergamino doblado en cuatro- Dumbledore nos invitó a Remus, Sirius y a mi a participar en un proyecto que…
Sí –interrumpió la muchacha- a Beth, Rose y a mí también nos ha invitado a su proyecto. ¿Recuerdas cuando lo escuchamos, hace tiempo en Hogsmeade? Creo que es el mismo del que hablaban… -dijo Lily, tratando de seguir el tema de la conversación, pensando que si ese era el tema principal de aquella extrañamente linda cita, pues…
Si, bueno, pero ese no es el punto –dijo James, algo entristecido- el punto es que… bueno… -suspiró- Yo he decidido aceptar la invitación. –Lily asintió en señal de que ella también lo había hecho y James en parte se alegró, pues eso significaría verse de todas maneras de vez en cuando, pero por otro lado- Bueno, sabes que el asunto de enfrentarse a un prospecto de mago tenebroso es algo peligroso, se arriesga uno la vida. Tú sabes que yo quiero entrar a la academia de Aurores… -Lily se limitaba a asentir- bueno, ese también es un trabajo peligroso. Pero ese no es el punto… -suspiró de nuevo- siendo que vamos a tener que arriesgar las vidas en nuestro trabajo, yo… yo te quería pedir algo… no es un favor… sólo di que sí o que no, yo lo entenderé… no es para ahora… pero quería asegurarme mientras estamos aquí… yo…
Lily, que trataba de entender los balbuceos de James, de pronto sintió un escalofrío recorrer su cuerpo entero cuando James se puso de rodillas, tomándole de las manos y sacó una pequeña cajita, la abrió y dentro había un precioso anillo.
¿Quieres casarte conmigo, Lily Mary Evans? –preguntó James, casi rogándole que diga que sí, rojo como la sangre que se le acumulaba en la cara.
A Lily le tomó un par de segundos asimilar la idea, a James esos segundos le parecieron eternos.
Casarse con James. La idea en aquel momento no pareció tan mala. Pero estaba el factor de que tenían 18 años. Eran muy jóvenes todavía. A eso se contraponía lo de su trabajo con Dumbledore, que suponía peligro de muerte, lo cual hacía lógico el momento de la pregunta. Sin embargo, estaba el hecho de que llevaban menos de un año de novios, era muy poco tiempo. Por otro lado, ellos dos se habían querido desde hacía mucho más. Si James había aguantado las negaciones de Lily, y ella había seguido queriéndole a pesar de esforzarse por lo contrario, quizás tendrían futuro… de pronto, James bajó la cabeza, al ver que la muchacha demoraba en contestar. Se puso de pie, aún mirando al piso y retrocedió dos pasos.
Está bien… -dijo, la voz le temblaba y se negaba a levantar la mirada- lo-lo-lo-lo entiendo… -se dio media vuelta para mirar al árbol.
Una vocecilla le susurró a Lily al oído "No pienses, actúa" esa frase se convertiría en su filosofía de vida. La muchacha se acercó a su novio y le dio la vuelta, sus ojos castaños estaban llenos de lágrimas. Lily le levantó las gafas y besó sus ojos, luego sus labios. Entonces los ojos verdes también se llenaron de lágrimas. James la tomó por la cintura, acercándola más a él, mientras ella se aferraba a su espalda. Se separaron y James la miró a los ojos, como preguntando por una respuesta.
No hay nadie más en este mundo con quién me casaría. –dijo la muchacha- Si, quiero casarme contigo.
James también tardo dos segundos en asimilar la respuesta. Se había preparado mentalmente para una negativa, pensando qué haría, qué diría, pero no se había parado a pensar que haría si ella decía que sí. La alzó en peso y le dio vueltas y de pronto comenzó a reír, reía mucho y Lily chillaba por las vueltas. Cuando James paró, perdió el equilibrio y ambos cayeron al suelo, riendo felices. Se besaron. James recogió la cajita con el anillo y se lo mostró a Lily, quien ahora lo pudo apreciar mejor. Quizá fuera la histeria del momento, o tal vez fuera verdad, pero Lily no había visto anillo más bello en el mundo. Un aro dorado sostenía una esmeralda, rodeada de pequeños rubíes rojos. James le tomó la mano suavemente y se lo colocó en el dedo. Lily no lo podía creer. Amaba a James con toda la fuerza de su corazón y ahora sabía que compartiría el resto de su vida con él. James no cabía en sí de felicidad, le había dicho que sí, que no se casaría con otro, que era con él con quien compartiría su vida, era demasiado, era más que demasiado. Si hubiera sabido como, se casaba en ese mismo instante. Pero simplemente se quedaron allí medio recostados en el árbol, mirándose a los ojos, no necesitaban palabras, simplemente estaban juntos… nada ni nadie podría separarlos, ni siquiera la muerte.
¡Albus! Son alumnos todavía¡son las tres de la mañana y están fuera del castillo! –chilló la jefa de casa, en su pijama a cuadros escoceses a mitad del pasillo del segundo piso.
Bueno, quizás debamos dejarles, han sido buenos premios anuales, se merecen hacer lo que quieran en su última noche en el castillo –respondió el director, con la voz algo soñadora- No veía algo así desde hacía mucho tiempo.
¡Ya, claro! Muy románticos y todo, pero qué hay de las reglas del colegio sobre los alumnos que están fuera de sus dormitorios… -protestó la profesora McGonagall.
Minerva, Minerva, estos dos se merecen que los dejemos tranquilos, además James me prometió que se comportaría… -añadió el director en un susurro, lo cual no amaino el grito que puso la sub.-directora.
¿SABÍA DE ESTO! –Exclamó indignada- ¿Y LO CONSINTIÓ!
Bueno, no se supone que deba decirlo, pero confío en tu discreción… -dijo el director- si ya llevan allí más de dos horas, quiere decir que… -la profesora lanzó una mirada asesina al director- que la señorita Evans aceptó la propuesta del joven Potter –aquello no le ganó una mejor mirada de Minerva- quien pronto se convertirá en la señora de James Potter…
Le tomó exactamente dos segundos y cuarto a la profesora entender a lo que se refería realmente el director. Fue entonces cuando realmente se preocupó.
¡PERO SI SON UNOS NIÑOS! –Exclamó- ¿Cómo van a casarse?
Son magos mayores de edad, Minerva, pueden hacer lo que quieran, -contestó el director limpiándose las gafas y observando por la ventana hacia el árbol que brillaba a la luz de las hadas y la luna- además ambos han aceptado mi invitación a la orden del fénix, ambos serán muy buenos elementos, y el hecho de que se vayan a casar quiere decir que se dan cuenta del peligro que existe y por lo tanto, aprovecharán el tiempo al máximo…
La profesora no estaba de acuerdo, sin embargo, Dumbledore estaba seguro de que se estaba convenciendo de que quizás sería lo mejor.
Si todo sale bien, evitaremos cualquier tipo de guerra a tiempo –dijo el profesor, utilizando un tono muy serio ahora- y ellos tendrán todo el tiempo del mundo para casarse, tener hijos y ser felices para siempre, y si no, nadie les quitará lo bailado¿no lo cree?
La profesora asintió, apretó los labios, dio las buenas noches y se fue hacia su habitación. Después de lo que había visto luchar a Potter por lo que quería todos esos años, le alegraba que lo hubiera conseguido, pero seguía pensando que era una locura.
A las cinco de la mañana, Lily despertó, o más bien, fue despertada por el canto de unos pajaritos que estaban en las ramas de aquel árbol. James estaba a su costado, plácidamente dormido, sonriendo, a ella le gustó la idea de despertar cada mañana con esa sonrisa al costado. Lo movió un poco, con pena de despertarlo.
James –dijo, plantándole un beso en la mejilla- cariño, vamos al castillo antes que todos despierten…
Un ratito más ma… -contestó la voz somnolienta de James- estoy soñando bonito…
James… -la muchacha lo beso- mi amor, despierta que tenemos que entrar al castillo antes que McGonagall se entere que hemos pasado la noche fuera.
James al fin abrió los ojos con cara de niño inocente. Miró a Lily y pensó que se veía hermosa, con la poca luz del día que empezaba a salir, el cabello revuelto y la túnica algo torcida.
Está bien, pero sólo por que tú lo pides… -contestó James, levantándose de un salto y ayudando a Lily a hacerlo. Fueron corriendo hacia una de las entradas secretas que James conocía, y que los dejaría cerca de un pasadizo que los llevaría hacia la sala común.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Si se preguntaban por qué rayos Lunis no actualizaba… era por culpa de este capítulo, específicamente, por la parte de arriba… ¿patética, no? Que horror… pero al fin pude salir de ese traumante bloqueo y estoy lista para el final del final… la frase clave para lo que viene es la siguiente… "¿Cuándo se había convertido en una guerra de chicos contra mortífagos? (…) en la segunda guerra fueron los magos y brujas menores de edad los que más sacaron el pecho a defenderse, en vez de correr y esconderse." Bien, los dejo con el siguiente capítulo… Requerimiento hasta el 31 de Agosto: llegar a los 100 reviews!
