CAPITULO I
Naira sintió la calidez del sol en su rostro y se levantó dirigiendose al balcón. Afuera los jardines exhalaban el suave perfume de sus flores y se movían al compás de un suave viento. Había tanta paz.
Permaneció allí contemplando hasta que el sonido de galopes la sacaron de sus pensamientos, su padre y su hermano habían regresado de la cacería.
Corrió encontrándose con su madre en el camino y evitando ágilmente a los elfos que iban a ver a los recién llegados.
- Ada! – gritó y abrazó a su padre que bajaba del caballo.
- Hija mía! Veo que regresaste a nosotros sana! Mis oraciones a Eru han sido escuchadas! –
- Padre no fue una misión tan peligrosa! –
Mintió. Tenía que aceptar que esta vez Gandalf les había mandado a ella y a Aragorn una misión más difícil. Ese Gollum fue más difícil de atrapar de lo que ellos creían.
- Alassië nar i hendu i cenantet, aiwë - dichosos los ojos que te ven, pájaro pequeño
- También te extrañé, garma lobo -
Naira abrazó a su hermano.
Los tres se reunieron con su madre y se encaminaron dentro del palacio. Era la casa central de todo el pequeño pueblo y era hermosa y simple. Llena de flores y decorada armonizando con los bosques, con caballos y animales corriendo alrededor. Era la única casa (o lo más parecido a eso) ya que los demás elfos vivían en los árboles alrededor, en casas construidas por ellos.
El pequeño pueblo fue creado hace mucho tiempo por el padre de Naira, Calimehtar. Este gran elfo era uno de los legendarios generales de los ejércitos élficos que pelearon junto a Elrond y Elendil en la guerra de Sauron. Al terminar la guerra se asentaron cerca de Rivendel y sólo allí sabían de su existencia.
Naira salió a los jardines y enseguida un hermoso caballo blanco apareció relinchando. Era Telemnar o Llama de Plata, un regalo hecho a su padre hace ya muchas primaveras, un descendiente de los antiguos Mearas.
Ella lo acarició y le canturreaba dulces canciones.
- ¿Lo extrañaste a él más que a nosotros?-
Era Artamir.
- No comiences, hermano –
- Sé que no regresas a quedarte – él tomó un aire serio – sé que volverás a irte.
- Aragorn debe haber encontrado ya al …. –
- Cormalicondo? - portador del anillo?
- Necesitará ayuda Artamir! – dijo ella viendo el rostro lleno de rabia de su hermano – la tarea aún es secreta, hasta el Concilio nadie los ayudará! –
- Y supongo que eres tú la indicada! Ya hiciste mucho, Naira, DEMASIADO! –
Ella sabía que su hermano se preocupaba por ella.
- Alguien debe hacerlo –
Artamir también sabía que la guerra se acercaba, pero al contrario de ella, el creía que el lugar para estar era aquí mismo, con su familia y su pueblo.
- El poder oscuro y los asquerosos nazgul no son un juego Naira! ¿y todo para qué? ¿para salvar a esos humanos? ¿a esos humanos que causaron esto por no tener el suficiente control sobre su codicia?
- Aragorn es diferente Artamir y tú lo sabes – ella comenzó a molestarse- tú creciste con él ¿no? –
Artamir la miró desafiante.
- ¡Esto no es sobre Estel! ¿Has pensado en nuestros padres? ¿En el dolor que tendrán? –
- Ada sabía que esto pasaría, por eso nos entrenó, él comprenderá. Y mi madre… -
- Maldito el día que pisaste Rivendel! Maldito el día que Mithrandir pisó esta tierra! –
Artamir volteó y se dirigió a los jardines traseros. Naira sentía las lágrimas recorrer sus mejillas.
