CAPITULO 3

El concilio estaba ya por comenzar. Todos estaban reunidos, representantes de todas las razas estaban allí.

Gandalf estaba por empezar cuando los galopes de un caballo interrumpieron.

Un encapuchado bajó rápidamente, se tambaleaba parecía herido. Gandalf y Elrond corrieron y grande fue la sorpresa, especialmente para un particular elfo del Bosque negro, al descubrir que no era un hombre (o mujer) si no una hermosa elfa.

- Los nazgul! El portador y... –

De pronto dirigió su mirada a Frodo y Aragorn que se acercó rápidamente a ella .

- Están bien! Gracias a Eru –

De pronto cayó inconciente en los brazos de Aragorn.

- Terca! – dijo él en un susurro y con preocupación en el rostro.

- Estará bien, debe ser cansancio por el viaje – dijo Elrond acercándose
a ella – Llevenla a una habitación –

Después de unas horas Aragorn y Elrond regresaron y el Concilio fue reanudado. Llegaron justo a la parte donde el destino del anillo debía se decidido, y entonces una pequeña pelea empezada por Boromir hijo del Senescal de Gondor, y una sugerencia de dominar el anillo.

- No puedes dominarlo! ¡Ninguno de nosotros puede! El Anillo Único solo
responde ante Sauron. No tiene otro señor.


- ¿Y qué puede saber un Montaraz, de este asunto? – respondió Boromir.

- No es un simple Montaraz. Es Aragorn, hijo de Arathorn. ¡Le debes
lealtad! –dijo Legolas, príncipe del Bosque Negro.

- ¿Aragorn? ¿El heredero de Isildur? – respondió despectivamente.

- Y heredero al trono de Gondor. – continuó el elfo.

- Havo dad, Legolas. ** Siéntate, Legolas** - dijo Aragorn.

- Gondor no tiene Rey. Gondor no necesita Rey.- dijo Boromir mirando a
Aragorn.

- Aragorn está en lo cierto. No podemos usarlo – Gandalf interrumpió.

- Solo os queda una opción. El Anillo debe ser destruido – dijo Elrond

- ¿Y a qué estamos esperando? – dijo un enano, levantándose y tirando su
hacha con todas sus fuerzas hacia el anillo, logrando romper el hacha en
mil pedazos

- El Anillo no puede ser destruido Gimli, hijo de Glóin, mediante las
artes de las que disponemos aquí. Fue forjado en los fuegos del Monte del
Destino. Solo allí puede ser fundido. Debe ser devuelto al corazón de
Mordor y arrojado a la grieta ardiente de la que procede. Uno de
vosotros, deberá hacerlo – dijo Elrond.

- No se entra así como así en Mordor. Son más que orcos los que guardan
sus negras puertas. Habita en su seno un mal que nunca duerme. Y el Gran
Ojo, permanece alerta. Es un páramo desolado, pasto del fuego, cenizas y
polvo. El aire que se respira es vapor venenoso. Ni con diez mil hombres
podría hacerse. Es un disparate. - intevino otra vez Boromir.

- ¿No has escuchado nada de lo que Elrond ha dicho? ¡El Anillo debe ser
destruido! – gritó exasperado Legolas.



- ¡Y supongo que eres tú quien se ofrece hacerlo! – le reprochó Gimli.

- ¿Y si fracasamos qué? ¿Qué pasará si Sauron recupera lo que es suyo? –
dijo Boromir.

- ¡Antes muerto que ver el Anillo en las manos de un Elfo! ¡Nadie confía
en un Elfo! – dijo Gimli, poniéndose de pie delate de Legolas.

- ¿Es que no lo entendéis? Mientras discuten entre si el poder de Sauron
está creciendo. ¡Nadie se librará de él! ¡Todos seréis derrotados! – dijo
Boromir empezando una ardua discusión entre ellos.

Naira había estado escuchando toda la conversación (y tenía la impresión
que no era la única) hasta que decidió que era ya momento de intervenir.

- Ash nazg durbatuluk, Ash nazg gimbatul, Ash nazg thrakatuluk, Agh
burzum-ishi krimpatul **Un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo
para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos, y atarlos en las
Tinieblas** - dijo mientras se aproximaba a ellos y mirando fijamente a
Frodo.

- Palabras oscuras que no deberán ser repetidas – dijo Elrond

- Por eso la destrucción del anillo es imperante –

- Naira, hija de Calimehtar – dijo Gandalf respondiendo las silenciosas
preguntas de los presentes, expresadas en sus rostros.

- ¿Calimehtar? –dijo Legolas asombrado – ¿el gran general Calimehtar? –

Ella sonrió al elfo.

De repente Frodo dio un sobresalto como saliendo del trance en que se encontraba.

- ¡Yo lo llevaré! ¡Yo lo llevaré! ¡Yo llevaré el anillo a Mordor!
Aunque... no sé como voy a hacerlo – dijo finalmente como terminando con
una discusión interna.

- Yo te ayudaré a llevar esta carga, Frodo Bolsón. Mientras seas tu quien
la lleve.- dijo Gandalf.

- Si con mi vida o mi muerte puedo protegerte, lo haré. Cuenta con mi
espada – dijo Aragorn poniendose de pie, inclinandose al hobbit.

- Y cuenta con mi arco – dijo Legolas.

- ¡Y con mi hacha! – se aproximó Gimli.

- Tu cargas con nuestros destinos, pequeño. Si es esta la voluntad del
Concilio, entonces Gondor la ha de ver cumplida – dijo Boromir,
acercandose a ellos.

- Demás está decir Frodo que cuentas conmigo – la dulce voz de la elfa
sonó - cuentas con mi espada y arco desde el día que aceptaste la misión.

- ¡El Señor Frodo no se va a ningún lado sin mí! – un pequeño hobbit
llamado Sam se acercó corriendo y Naira lo reconoció como uno de los tres
que estaban espiando afuera.

- Desde luego es difícil separaros, aun cuando él ha sido convocado a un
concilio secreto y tu no... – inquirió divertidamente Elrond.

De pronto los otros dos saltaron de los arbustos y solicitaron puestos en la misión, a lo que Elrond al final aceptó.

Diez compañeros. Sea así. ¡Seréis la Comunidad del Anillo! – exclamó Elrond.