Capítulo 4
Escapadas y Decepciones
Antes de que se hubiera detenido por completo el tren, la mayor parte de los alumnos de los primeros cursos ya estaba esperando amontonados en los estrechos e incómodos pasillos. Los tres chicos decidieron que era mejor esperar a que todos hubieran despejado un poco el lugar antes de intentar cualquier movimiento. Sayo fue la primera en levantarse de su asiento, impaciente como estaba por llegar al castillo, no podía quedarse quieta mucho tiempo. Kayla y Alex estaban sentados uno enfrente del otro, observando los movimientos en círculo de la japonesa y cruzando alguna que otra mirada. No pasaron muchos minutos hasta que Sayo ya no pudo esperar más y se abalanzó sobre la puerta para abrirla. En el otro lado, un chico de pelo pelirrojo y bastante largo se quedó mirando hacia el interior y no tardó en esbozar una pequeña sonrisa.
-¿Qué hacéis todavía ahí sentados? – dijo apoyándose en la puerta.
-¡Ron! – gritó Sayo abalanzándose sobre él y asomándose al pasillo en busca de sus dos compañeros – ¡Hola Harry, Hermione! – los chicos hicieron un gesto con sus manos.
-Creo que ya deberíamos irnos – Alex se levantó y agarró la mano de Kayla para que se levantara.
-Vaya Ron – dijo Sayo tocándole el pelo – cada día que pasa te pareces mas a tu hermano Bill con esa melena.
-Si, bueno, jeje – dijo tocándose la cabeza – A mi madre no le gusta.
-Pero si te queda muy bien – se reafirmó Sayo. Detrás de ella, Kayla y Alex ya estaban esperando para salir.
-Esto… Gracias… supongo – era obvio que el pelirrojo no sabía muy bien como reaccionar.
-Deja de ligar con él, Sayo. ¿No estabas desesperada por irte? – dijo Alex poniendo su cabeza en el hombro de la chica lo que hizo enrojecer sus mejillas. Disimuladamente, Kayla pisó el pie de su compañero para que no siguiera metiendo la pata.
-Nosotros nos vamos – intervino Hermione – No queremos llegar tarde a los carruajes. Ya nos veremos en la cena – al oir eso, Alex miró a Kayla recordando su conversación anterior.
Los chicos desaparecieron por el pasillo entre risas, bromeando con Ron sobre la conversación que acababan de presenciar. En cuanto Sayo hubo acabado de bajar el baúl, los tres salieron y se encaminaron, junto al resto de sus compañeros, a los carros. Los chicos se empujaban y corrían para entrar en uno con sus amigos. Unos metros más alejado sobresalía Hagrid, que hacía el recuento de los alumnos de primero para, como cada año, llevar a cabo el ritual de las barcas en esta noche estrellada y preciosa. A Kayla le habría gustado repetir esa experiencia una vez más, pero sabía que los sentimientos que la embragaron ese día mientras los acontecimientos se sucedían nunca podrían volver por más que repitiera los pasos tal y como los realizó. No tardó mucho en darse cuenta de que seguía cogida de la mano de Alex pero, haciéndose la despistada, nunca llegó a soltársela. Alex tampoco había hecho nada para soltarla y no sabía que sentir en esa situación. De pronto, el chico comenzó a notar como alguien tiraba de su otro brazo. Se giró y vio que su amigo Bobby le miraba agarrándolo con fuerza. Entonces las manos de los dos chicos se separaron.
-Vete con Bobby – dijo ella sonriendo al otro chico que le devolvió la sonrisa.
-Pero ¿qué hay de… lo que hablamos? – preguntó intentando no levantar mucho la voz para que sus amigo no se enteraran de nada.
-No veremos en la puerta antes de entrar ¿de acuerdo? – dijo ella siendo arrastrada por Sayo.
-Y ¿con quien irás? Sayo irá… ya sabes… Misha…
-Me las apañaré. – Con esa frase Alex vio como Kayla desaparecía entre el resto de los alumnos. Ya no podía verla cuando se dio la vuelta hacia sus amigos.
-Te dijimos que nos esperaras y casi te vas con ella de nuevo – dijo Will cuando se acercaron al carruaje que estaban guardando para ellos – Lo entendemos, de veras, pero no queremos que nos abandones.
-¿Lo entendemos? serás mentiroso ¡te mueres de celos! – Bobby se puso a reír a grandes carcajadas.
-Da igual chicos. Iremos juntos – esbozó una de sus mejores sonrisas y dio un suave puñetazo en el hombro a Bobby.
-¡Bien! – gritó Bobby con entusiasmo – Cómo en los viejos tiempos. ¡Ah! A propósito, ¿qué era eso de lo que hablabais Kayla y tú? – preguntó. La curiosidad del chico se podía ver en sus ojos.
-Nada, nada. Kayla me había dicho que no quería ir a la cena. – comentó el restándole importancia.
-¡Joder Conex! ¿El primer día y ya te lo quieres montar con tu novia? Lo tuyo es enfermizo – aunque pretendía ser un reproche, no pudo dejar de reír, de todos modos nadie le hacía caso.
-¡Claro! Y tú vas a convencerla para que no cometa semejante estupidez ¿no? – Will miró a Alex que permaneció en silencio, sin saber que podía contestar para que su amigo no formara un escándalo - ¿Vas a faltar a la cena? Ni se te ocurra.
- Vamos chicos ¿a quien le importa una cena? Es siempre lo mismo – y se rió.
- Pero es la tradición, nosotros no te decimos nada, haz lo que quieras – murmuró Marcus mientras le hacía un gesto muy feo con la mano a un par de compañeros de Slytherin que pasan a su lado burlándose.
- Eso, eso – Bobby se adelantó hasta la mesa – tú móntatelo bien.
- ¡Está bien! mira que sois pesados – y se fue detrás de Bobby, tenía que encontrar a Kayla para comentarle el cambio de planes. Su mirada se perdió entre los alumnos que aún estaban esperando. Tenía que llegar ya a Hogwarts para decirle lo que había pasado a Kayla, no podía dejarla plantada. La siguiente carroza era la suya. Ya dentro, la conversación se animó y sus amigos consiguieron hacerle olvidar por completo cualquier otra cosa. Ya en el portón principal de Hogwarts, el grupo se dirigió entre risas al comedor donde se separaron para cada uno ir a sus respectivas mesas. Bobby y Alex se sentaron juntos en la mesa de Gryffindor.
En el hall, Kayla miraba hacia todos lados en busca de Alex. Por un momento le pareció verle pero entonces, entre los alumnos apareció Joel que se acercó a ella sonriente y se colocó a su lado a mirar entre la gente. La chica no se había percatado de su presencia hasta que, en un momento, giró la cabeza y se topó de lleno con los ojos castaños de su amigo.
-¡Hola! – dijo únicamente cuando vio que por fin se había dado cuenta de que estaba allí y ladeo un poco la cabeza sonriendo. - ¿qué tal?
-¡Oh! ¡Joel! – la chica sonrió de alegría – Yo estoy más o menos, mejor ahora. Esperando a Alex. ¿Y tú?
-¿A Alex? – preguntó extrañado – Pues le acabo de ver entrando al comedor con sus amigos…
-¿En serio? – los ojos de la chica reflejaron la decepción que su corazón sentía en se momento y Joel sabía leerlos.
-Bueno, pero seguro que yo te sirvo igual – dijo animoso para quitarle hierro al asunto – Venga, vamos a sentarnos juntos, ¿era eso lo que ibais a hacer? – Joel cogió del brazo a Kayla y tiró un poco pero ella permaneció clavada en el sitio - ¿Qué pasa?
-La verdad es… bueno, no pensábamos ir a la cena. Pero ya no tiene sentido. Iré y me sentaré en mi esquina. – dijo ella haciendo un leve intento de dirigirse al comedor.
-¿Lo dices en serio? – preguntó Joel asombrado – Yo no quería ir… podemos quedarnos aquí.
-Pero, la gente se dará cuenta Joel. Me refiero… de que tú no estás. Ya sabes… eres muy famoso… - su voz sonaba entre preocupada y pícara.
-Esto… ya – Joel miró a la chica de reojo – Se me ha ocurrido una idea para que no nos descubran. ¿Recuerdas mi pluma mágica? – preguntó sacando un precioso estuche de uno de sus bolsillos – Nunca me separo de ella y de un trozo de pergamino.
-¿Y que piensas hacer con ella? ¿Agitarla y salir volando? – Joel volvió a dirigir una mirada de disgusto a la chica.
-No recuerdas que mi pluma crea ilusiones. Mira hacia la puerta. – el chico levantó la cabeza del papel y señaló hacia el preciso lugar por el que aparecieron dos copias exactas de ellos que se adentraron en el salón. – Si alguien nos habla, tu doble le mirara con cara de asco y no creo que vuelva. Ahora vamos a buscar un sitio donde escondernos.
Al ver entrar a Kayla por la puerta del Gran Comedor, Alex recordó de súbito lo que debería haber hecho. Como con un resorte, se levantó para correr a hablar con ella pero en ese momento de cerraron las puertas del Comedor, señal inequívoca de que los de primero estaban por llegar y Bobby le agarró del brazo para que se sentara. Intentó zafarse pero Bobby apretó más aún y tiró de él hacia abajo. En una de las esquinas de la mesa, la más oscura, estaban Kayla y Joel. Ella tenía la mirada clavada en el suelo y no parecía dispuesta a mirar a ningún lado. A cada segundo que pasaba, el chico se sentía peor por haberse olvidado de la persona más importante en su vida, después de sus padres. Inconscientemente, Alex llevó su mano a las alianzas que colgaban de su cuello. Le dolía tanto. Sus pensamientos se vieron súbitamente interrumpidos por la entrada de los chicos de primero que miraban entusiasmados el techo que los cubría completamente lleno de estrellas y algunos lanzaban grititos de sorpresa. Para el chico, la ceremonia fue una agonía interminable que pareció durar el doble que otros años. No veía el momento de que todo acabara para ir corriendo a hablar con Kayla.
Mientras todo se desarrollaba con normalidad en el Gran Comedor, Kayla y Joel paseaban tranquilos por los campos de Hogwarts, mirando las estrellas y sin articular palabra. Cuando se hubieron alejado bastante del castillo, aunque sin llegar al Bosque prohibido, Joel hizo un gesto para que se sentaran. Kayla se tendió en el césped y se quedó embobada mirando el cielo, observando cada una de las constelaciones, cada una de las estrellas y planetas. De pronto, Joel rompió el silencio con un suave carraspeo.
-Bueno, ¿vas a contarme qué ha pasado o tendré que sacártelo con sacacorchos? – preguntó él sin mirar a la chica. Al oír esto, se giró hacia Joel visiblemente sorprendida por la pregunta de su amigo - ¿Qué ha pasado esta vez con Alex?
-Nada, solo que ha vuelto a lo mismo un año más… - casi no le salían las palabras entre la vergüenza y el dolor que le causaba hablar de ese tema.
-Pero Kay, sólo te ha pedido que salgas con él. Vale que hayan sido más de veinte veces y que sea todo un record, pero tú no le has dado una oportunidad. ¿No es eso lo que querías? – las palabras de Joel le llegaron directamente al corazón, lo que la hizo estremecerse.
-No lo hace en serio Joel. Y me duele tanto… - la voz de Kayla se entrecortaba a medida que intentaba decir lo que sentía – Se ríe de mis sentimientos cada vez que hace eso.
-¡Kayla! Alex no conoce tus sentimientos, él solo hace las cosas como puede. No seas tan dura con él ni contigo misma. Tu sola te estás haciendo mucho daño sin motivo alguno. – su voz sonaba seria y serena, cada palabra estaba medida.
-Pero me hace mucho daño… - insistió ella
-Pero él no tiene ni idea de eso. Estoy seguro que si supiera esto no haría las cosas así – Kayla tenía una facultad especial para hacer perder los nervios a Joel – Por Merlín, ¡qué niña! Con tanta histeria no se como no te has tirado de una de las torres del castillo. Ya tendréis tiempo para hablar. – Joel se había sentado cuando dijo esto y miraba atento a las puertas principales – Creo que deberíamos ir yéndonos. Ya debe estar acabando.
-De acuerdo, vamos – la chica se puso en pie de un salto y caminó detrás de Joel durante todo el camino hasta el castillo. Cuando advirtieron que los primeros alumnos abandonaban el comedor junto a los Prefectos de sus casas, Joel sacó su pluma e hizo que sus dobles se dirigieran a donde ellos estaban para luego hacerlos desparecer y así ponerse en su lugar sin que nadie se percatara de lo que había pasado en realidad. Cuando se unieron a su grupo de nuevo, vieron como Alex saltaba entre los alumnos para acercarse a ellos. Al verle, Kayla sintió como si algo enorme la aplastara y aminoró el paso perdiéndose entre el resto de los alumnos. Joel, que conocía perfectamente el estado de su amiga en ese momento, no intentó seguirla e hizo unas señas a Alex para que tampoco lo hiciera. Aunque al principio el chico no parecía muy dispuesto a hacerle el más mínimo caso, poco a poco se dio cuenta de que ese no era el mejor momento y se encaminó al encuentro de Joel que también se movía hacia él.
-¿Estaba muy enfadada? – preguntó con voz temerosa – Estuvo toda la cena con la cabeza gacha.
-¿Enfadada? No. Yo diría más bien… decepcionada. – puntualizó Joel – Pero tranquilo, los que viste en la cena no éramos nosotros, jeje – Alex no salía de su asombro al oír las palabras de su amigo – Si hombre, la pobre no estaba muy bien y use mi… ya sabes… la pluma.
-Así que al final os librasteis de la cena – dijo él mirando al vacío.
-¡Te equivocas! Ella se libró de la cena. Yo me arrepiento. Tengo mucha hambre ahora. Llevo sin comer desde… desde el viaje del tren. – dijo mientras se agarraba la barriga con ambas manos. Alex no pudo evitar sonreír pero por dentro sentía que el dolor se adueñaba de él. Había vuelto a decepcionarla.
N/A: Otro capítulo más XD Gracias a mis amigos por tomarse la molestia de entrar y leerlo, jeje.
