Los personajes de este fan fiction pertenecen respectivamente a la autora de los libros de Harry Potter, J.K. Rowling y a la autora de este fan fiction así como a otros compañeros suyos pertenecientes al RPG Priori Incantatem
Capítulo 5
Descubrimientos
Cuando los primeros rayos de sol se colaron por la ventana de su habitación, Alex ya llevaba un buen rato deambulando de un lado para otro. No había pegado ojo en toda la noche y más de una vez había tenido que contenerse para no salir corriendo hacia la habitación de Kayla para disculparse. "Si al menos me hubiera dejado contarle anoche lo que pas" pensó tirándose sobre la cama "Y ese sigue durmiendo como una marmota". Sin pensarlo, se acercó a la cama de su amigo y le zarandeó con fuerza hasta que se despertó asustado.
-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? – gritaba mientras su cabeza se movía de adelante a atrás – Conex tío, deja de menearme de una maldita vez.
-No te mereces estar durmiendo tan placidamente – afirmó tajante soltándole - ¿Qué hora es?
-Son las seis menos diez. Dudo que tu novia esté a estas horas en el Gran Comedor. – dijo estirando sus brazos sobre su cabeza – No te estreses, te saldrán arrugas.
-Cómo se nota que no la conoces. Si no fueras mi amigo no se lo que te haría, lo digo en serio.
-Si que estás pillado tío… ¿Qué haces aún aquí? – preguntó Bobby mientras le hacía un gesto para que se marchara.
-Tienes razón. Deséame suerte.
A grandes zancadas, Alex bajó los escalones que separaban la torre en la que dormían los chicos de la sala común cubierta por completo de adornos color rojo y oro. Sólo otros dos chicos habían madrugado para ser de los primeros en desayunar, pero no era en eso en lo que Alex pensaba. Aunque hubiera querido el nudo que durante toda la noche se le había formado en la boca del estomago no le habría dejado ni oler la comida de lejos. Cuando paso al lado de un grupo de chicas estas le miraron extrañadas. Obviamente, no era normal correr por los pasillos a esas horas pero no podía perder un segundo más. Las palabras le ardían en la boca y luchaban por salir. Con la respiración agitada, Alex se quedó en la puerta del comedor mirando a lo largo de la mesa de su casa a la poca gente que ya estaba allí. Y allí estaba ella. Apartada, como siempre, de todos jugueteaba con la cuchara y los cereales. El chico se fue acercando a ella con paso firme y decidido. "No puedo perder la oportunidad" se dijo a si mismo mientras en sus oídos solo se percibía el sonido de su propio corazón. Kayla no levantó la vista de su tazón aunque parecía saber que el estaba a su lado por lo que no le quedó más remedio que sentarse junto a ella y sin mirarla comenzó a hablar.
-Kay, no tienes ni idea de cuanto… - pero ella no le dejó terminar la frase.
-¿Lo sientes? – su mirada que reflejaba claramente su dolor se le clavó directa en el corazón y por un momento sintió que le faltaba la respiración – Si, lo se… siempre lo sientes.
-Por favor, perdóname. Yo quería ir contigo. Yo… - su voz se ahogó y agachó la cabeza. "Por supuesto que quería estar con ella, siempre…" pensó amargamente.
-¿Alex? – Kayla miró al chico que no levantaba la cabeza y parecía realmente abatido.
-Kayla, de veras que lo siento. No podré vivir si se que me odias. – al pronunciar estas palabras, se dio cuenta de que había llegado demasiado lejos, no podía seguir demostrando de esa manera lo que sentía pero tampoco se podía permitir perderla. Kayla, por su parte, no pudo evitar que cualquier sentimiento de rencor que le pudiera quedar desapareciera.
-Vale – dijo simplemente
-¿Qué?
-Eso, que vale. Te perdono. – y sintió que sería imposible articular cualquier otra palabra.
-¿En serio? ¿Me perdonas? ¡Oh Kay! Es… es genial – Alex se abalanzó sobre la chica para abrazarla.
-Venga, quita, quita. Que no es para tanto. – se deshizo de él y se concentró en sus cereales de nuevo que ya estaba reblandecidos en la leche. – Oh! Así no me gustan.
-Lo se – el chico se inclinó hacia delante para alcanzar una manzana y su colgante quedó pendiendo de su cuello – Que lejos está. – Kayla acercó su mano a las alianzas para examinarlas y algo en ellas le hizo reaccionar.
-¿Me las dejarías un par de días? Sólo quiero mirar una cosilla, no creo que sea lo que pienso pero quien sabe. – la verdad es que no quería decirle nada en concreto con la esperanza de que se las dejara sin tener que dar muchas explicaciones al respecto.
-Nunca he estado sin ellas… - dijo mirándola sin saber bien que hacer. Ella le miró comprensiva pero con la esperanza de que cambiara de opinión.
-Por favor…
-De acuerdo. Pero sólo dos días y porque me has perdonado hoy. – sabía que no podía negarse a su petición y le entregó las alianzas casi con dolor – No las pierdas ¿eh?
-¿Qué hacéis? – una voz desde atrás les interrumpió - ¿Ya volvéis a ser amigos? Me alegro – Joel se sentó en medio de los dos chicos ante la mirada sorprendida de Kayla y las risas de Alex.
A partir de la llegada de Joel el desayuno se desarrollo con la normalidad que les caracterizaba. Aunque a los tres chicos habían aprobado todos los TIMOS el año pasado, algunos de los resultados no habían sido suficientes para seguir estudiando la asignatura para los EXTASIS. Sólo Joel había obtenido un Excelente en ocho de las nueve asignaturas de las que se examinaron y una S en Historia lo que no le importaba ni lo mas mínimo puesto que no quería seguir estudiándola. A Kayla y Alex las cosas les habían ido diferentes. Ambos chicos habían sacado siete TIMOS, pero algunas asignaturas no eran las mismas. Por su parte, Kayla dejaría Adivinación e Historia, mientras que Alex ya no asistiría a Herbología y Runas, puesto que decidió no coger Adivinación el tercer año y estudiar Runas Antiguas junto a Joel y Bobby. Los tres chicos, sin embargo, asistirían a Pociones este año también, para desgracia de Snape que preferiría que los Gryffindor se mantuvieran alejados de su mazmorra para siempre. Joel desplegó su horario sobre la mesa y señaló la primera asignatura de los lunes, dos horas de Defensa contra las Artes Oscuras. Por lo que habían oído en las habitaciones, este año la clase volvería a impartirla Remus Lupin y estaban muy emocionados por volver a ver a su antiguo profesor, un de los que mas les habían enseñado a pesar de sus faltas una vez al mes debido a su condición de hombre lobo. Mientras se dirigían a la clase, se oían comentarios de los otros alumnos sobre el regreso del profesor. Las opiniones eran muy diversas pero sobre todas ellas destacaba una; que el hecho de que se hubiera reconocido por el Ministerio de Magia el regreso de Lord Voldemort y que la credibilidad de Dumbledore en el mundo mágico aumentara considerablemente, habían propiciado este inesperado regreso.
Lo primero que notaron los tres chicos fue que el grupo se había reducido bastante en comparación con otros años por lo que supusieron que las clases de la profesora Umbridge no habían dado los frutos que ella esperaba. A un lado, Kayla pudo ver a Misha un poco alejada del resto de los Slytherin que había en el aula. No se sorprendió, en cambio, que en el grupito de Slytherins entre los que se encontraba Draco Malfoy no estuvieran sus queridos guardaespaldas Crabbe y Goyle. Kayla ocupó un pupitre al lado de Joel mientras que Alex fue a sentarse con su amigo Bobby unas filas más atrás. Las dos horas de clase se hicieron muy cortas y cuando salieron de la clase la mayoría estaba visiblemente contenta por la clase excepto algunos Slytherin que sólo protestaban por cosas sin sentido.
El resto de las clases del día pasaron igual de rápidas, por suerte no tendrían Pociones hasta el día siguiente, y Kayla pudo ir a la biblioteca donde encaminó sus pasos a una de las estanterías en as que se encontraban los libros que hablaban de Magia en otros países. En concreto, se interesó por los que trataban sobre magia egipcia. Cuando hubo apilado unos cuantos sobre la mesa más cercana, se sentó y abrió el primero de ellos. Tras una primera ojeada, marcó las partes que le interesaban y siguió con el siguiente libro. Hacía ya bastantes años, había oído hablar a su madre con un hombre desconocido para ella sobre un libro de magia egipcia sumamente importante y el dibujo de las alianzas de Alex le parecía tan sumamente familiar. "Las alianzas…" pensó la chica sacándolas de su bolsillo "Desde el día en el que las vi por primera vez sentí que tenían algo especial" Del otro bolsillo de su túnica sacó una pequeña cajita, la colocó junto a las alianzas sobre la mesa y siguió con el tercer libro. De pronto, Kayla se quedó muy rígida mirando el libro que tenía entre sus manos que comenzaron a temblarle. Lo soltó sobre la mesa produciendo un gran ruido y sin hacer caso de las advertencias de Madame Pince acercó las alianzas de Alex y la cajita y las puso sobre el libro abierto. En sus hojas se podía apreciar un dibujo bastante antiguo. Abrió la caja con cuidado y de ella sacó una tercera alianza que colocó junto a las otras muy cerca del dibujo. Lo que estaban viendo sus ojos no podía ser cierto. Una voz a su espalda hizo que diera un pequeño salto en la silla y cerrara el libro de golpe, provocando nuevas protestas de Madame Pince.
-Pero que tenemos aquí. –dijo con aires de superioridad- ¿Ya te agobian los estudios leoncita sangre sucia?
-Supongo que tu también por lo que veo. – Kayla apretaba las alianzas en su mano y sin que se notara las dejó en uno de los bolsillos de su túnica.
-No, a mi no me hace falta estudiar tanto como a ti para entender las cosas. Es lo bueno que tiene el ser de una familia como la mía. – Misha no podía reprimir su enfado – ¿Preparada para tu primera clase con Snape? Estoy segura de que va a ser muy divertida, aunque no se si para ti.
-Tienes una idea de diversión algo deforme – la chica recogía los libros tirados sobre la mesa – No esperaba más de ti.
- Divertido por ver a los leoncitos pasándolo mal y siendo castigados por Snape... Te puedo asegurar que es muy bueno.
- No sabes cuanto me alegro por ti - dijo cerrando los libros y apilándolos.
- ¿Ves? Ya estas compartiendo esta alegría por la clase de pociones- no pudo ocultar el sarcasmo.
- No podré dormir esta noche de la emoción, créeme - cogió la pila de libros y se dirigió a colocarlos esperando que Misha no le siguiera.
- Pues practica tus pociones para dormir… - la chica es alejó a sabiendas de que ese último comentario no había sido una de sus mejores frases y desapareció por la puerta de la biblioteca. Detrás de una de las estanterías cercanas, un chico rubio de cara alagartada y ojos fríos como el hielo había presenciado toda la escena.
N/A: Bueno, otra vez estoy aquí aunque nadie lea el fic para que una de mis amigas pueda leerlo lo publico aquí. No tengo nada mas que decir.
