IMPORTANTE:
Gracias a mi falta de inspiración tuve que editar este capitulo, así que no se espanten cuando lean el siguiente cap y digan "ya se volvió loca... ya no sabe lo que dice" … y crean que se han equivocado de fic, o que ya me volví más loca de lo que estoy .
Nota: Es el mismo pero corregido y aumentado.
Por cierto ya saben que los personajes no son míos, son de Rowling, así que no me demanden porque no hay dinero para pagar.
Ja,ja,ja… Soy pobre y más ja,ja,ja…
Talvez piensen que ya me volví loca, pero es que no he podido dormir bien a causa del Libro 6…. Porque Rowling es tan mala…. Snif,snif,snif,snif.
Ahora si
¡Hola!
Así que antes de comenzar y de manera breve, quiero agradecer a todas aquellas personas que se han seguido esta historia y han tenido la paciencia suficiente.
¡Mil gracias!
Les estoy muy agradecida con ustedes, ya que ustedes han hecho que este fic continúe. Y como ya hice lo que tenía que hacer les dejo de quitar el tiempo y los dejo con el capitulo 5. Espero que les guste tanto como a mí.
Disculpen que no les agradezca a cada una, pero la verdad es que no tengo mucho tiempo, pero les prometo que lo haré.
Capitulo 5. Respuestas.
Esa noche no puede conciliar el sueño. Talvez había tenido una pesadilla. No, quizás era mi mente torcida la que distorsionaba el tiempo. Aunque probablemente mi sed de sentirme amada me había orillado a eso: Besar a James Potter.
No había sido tan malo.
De hecho besaba muy bien… desgraciado con lo que había practicado.
Pasé la mitad de la noche pensando en él.
¡Cielos!
Así que después de todo si me había impactado. No podía seguir negando que me atraía.
¡Por Dios!
Era James Potter al fin y al cabo. Una cosa era que dijera que no me gustaba, pero no estaba ciega.
Finalmente cerré los ojos con la imagen que mi tonta cabeza no pudo disipar: James y yo besándonos
Con un terrible dolor de cabeza y un alma compungida emprendí el camino al trabajo. Mientras conducía, algo nada habitual en mí, pensaba seriamente lo que había pasado entre nosotros.
"¿Nosotros?"- preguntó la molesta voz en mi cabeza -
"De acuerdo, James y yo"- le repetí para que lo entendiera mejor.
"Ah, claro ahora ya es James y yo ¿verdad?" -Insistió
"Cállate" -Le ordené bruscamente
"Lily ama a James"- Canturreó con sorna- "Lily ama a James"
"Cállate… shhhh… ya cállate"- le volví a decir.
"AH… Lily quiere que me calle… pero si yo soy Lily" dijo burlándose de mí la insolente vocecilla.
-Cierto- Dije en voz alta.
Si, definitivamente ya me estaba volviendo loca. Miren que callarme a mi misma.
"Lily ama a James"- siguió canturreando la voz en mi cabeza"- "Lily ama a James"
Shhh… ya basta… cállate- dije con falsa paciencia- cállate.
Lo último que necesitaba era estar a solas conmigo misma.
Definitivamente era lo último.
Con paso lento me dirigí al estudio de grabación. Me mire frente al espejo y susurré para mi misma. Estás preciosa Lillian Evans
Cierto. Era Lillian Evans. Y conste que cuando digo "era" es cierto.
Sin embargo la chica pelirroja que veía — bajo aquellas cinco capas de maquillaje, el cabello planchado y el lápiz labial rojo pasión— no era Lillian Evans. Era Lily, la chica que había transformado su vida en un infierno. Un infierno que tenía nombre: Madame Vernich.
Tal vez mi actitud salvaje y un poco desorientada me había llevado a ella. Pero el sentimiento pesimista y confundido que me amargaba en ese momento tan difícil de mi vida habían sido los culpables de mi ahora "vida exitosa".
Todo había sucedido en la estación de trenes. Justo a mediodía, cuando se supone calienta el sol y reconforta el alma. Pero la mía ya estaba fragmentada en mil pedazos y ni siquiera los calurosos rayos del sol eran capaces de sanarme.
- ¿qué tienes cariño?- me pregunto una mujer madura, de aspecto sombrío. Sus ropas finas y elegantes decían que era una mujer de negocios. Su cabello cuidadosamente peinado y arreglado indicaban que no era una oficinista. El misterioso brillo en sus ojos decía que no debía confiar en ella, pero cuando las lágrimas empiezan a salir lo único que necesitas es el abrazo de un seno maternal. Un aire que difícilmente se arraigaría en la extraña mujer.
Aún así me abrazó sin decirme nada. Sus brazos eran fríos y toscos. Pero eso no me importó.
Sin saber como, llegué hasta su casa, una mansión situada en los suburbios de Londres.
- Eres muy hermosa cariño- me dijo tras haberme entregado una toalla limpia para que secara mi húmedo rostro.
- ¿lo cree?- le pregunté agachando la cara, mientras secaba las lágrimas que seguían brotando
- por supuesto cariño- Había dicho esbozando una falsa sonrisa maternal.
¡Maldita!
Le conté mi historia. La muerte de mis padres y el rechazo de mi hermana.
Al ver su expresión de lástima noté como las lágrimas emergían una vez más y no puede evitar llorar nuevamente.
- ya no llores querida, no querrás que los chicos te vean así ¿verdad?- me preguntó colocando su mano derecha sobre mi hombro.
- y- yo…- intenté decir pero el nudo en mi garganta me impidió continuar.
- Ya… ya- dijo secándome las lágrimas mientras me abrazaba delicadamente
Y así había comenzado la tortura… el infierno
- Lily cariño, llegas tarde- dijo señalando su reloj Madame Vernich
- Lo siento- me excusé. Honestamente no me importaba llegar tarde. ¿Qué podría pasar¿Qué me corrieran? Eso no era nada grave, después de todo era lo que yo tanto deseaba.
- no importa, ya estás aquí y eso es lo que cuenta- dijo con una sonrisa forzada- Le decía a Angelo que debería de tomarte más en cuenta... Ninguna de esas chicas- señalo a las demás- es tan hermosa como tú- ¿qué rayos sucedía? Nunca me halagaba tanto y si lo hacía era porque seguramente pensaba obligarme a algo - tu eres tan hermosa y encantadora. Una chica inteligente y…
No quise seguirla escuchando por lo que mi cerebro se fue al último y más reciente acontecimiento importante en mi vida: James Potter
¡Demonios!
Después de nuestro breve romance— y cuando digo breve, es porque fue breve— no supe que hacer. Por un lado estaba el hecho de que me gustaba James – aún me gusta- pero por el otro estaba el hecho de que James era mi amigo. Mi mejor amigo.
- Yo...- dije separándome de él mientras trataba de recuperar el aliento.
- ah… yo…- habló él
- café… necesitamos café- articulé al notar lo próximo que estaba a mí.
Me levante y arreglándome el vestido me dirigí a la cocina y encendí la estufa. Mi estómago decía: "café no, por favor, café no."
Lo que yo realmente necesitaba era un chapuzón en agua fría, de lo contrario mi cerebro sufriría un colapso. Las palpitaciones de mi corazón parecían un tambor en guerra. Bum, bum, bum...
James, por su parte se sentía inquieto y confundido. Había permitido que sus sentimientos reprimidos salieran a flote.
Esos sentimientos reprimidos llamados amor y pasión.
James amaba a Lily… pero ¿Lily sentía lo mismo?
Tal vez.
Ella se sentía atraída físicamente. Y quién no lo estaría.
Es frecuente que la mayoría de los seres humanos cometan la terrible equivocación de confundir el amor con la atracción física. Pero cuando una relación se basa en el contacto físico con certeza fracasará antes de cumplir tres meses.
- ¿quieres café?- le pregunté mirándolo a los ojos.
- no, gracias- me contestó volteando la mirada.
Nos acomodamos en la sala. Uno frente al otro. Permanecimos sentados bebiendo café unos veinte minutos. James me miraba y como un niño tímido esquivaba mi mirada. Ese juego comenzaba a agradarme.
- Debemos hablar- rompió el silencio él.- no creo que nuestro juego de miradas nos lleve a nada-Dijo con seriedad.
Mi estómago pensaba lo mismo. No estaba dispuesto a soportar una taza más de café.
- Lo sé- dije renuentemente. Porque tenía que ser así. ¿Acaso no podíamos hacer de cuenta que no había pasado nada y volver a ser los mismos de antes?
- lo que paso entre nosotros fue…- argumentó él.
- algo maravilloso- lo interrumpí tomando sus manos entre las mías, una acción que no sólo lo sorprendió a él.
- ¿en verdad lo crees?- me preguntó bastante sorprendido.
- sí¿tú no?- le pregunté ingenua. Al parecer mis acciones y mis pensamientos no estaban de acuerdo. ¡Rayos!
- claro… pero yo pensé que tu…- expresó James estupefacto pensando que talvez todo era un sueño. Un maravilloso sueño del que no deseaba despertar.
- no seas tontito… James, tu me gustas- le dije acercándome peligrosamente más a él.
- Lily… - susurró débilmente mientras nos fundimos en un cálido beso.
- cariño- me dijo la horrenda mujer sacándome de mis pensamientos.
- ¿sí?- dije malhumorada. ¿Por qué tenía que interrumpirme justo cuando recordaba algo hermoso.?
- le decía a Angelo- continúo- que debería de hacer algo con tu cabello, está tan… rojo ¿segura que no lo tiñes?
- por supuesto que no- le grité ofendida- es natural
- entiendo cariño- dijo no muy convencida.
¿Qué rayos iba a entender? Ella no entendía nada.
James caminaba por el parque central. Sus cabellos negro azabache y sus ojos marrones lo hacían lucir bastante atractivo. Su amigo, Sirius Black, un joven apuesto y de cabello largo caminaba junto a él.
- ¿estás seguro de lo que dices?- le preguntó el joven Black
- completamente seguro- le contestó el chico Potter
- así que Lily hizo todo eso-
- no lo digas así, con esas palabras parece que pasó algo más-
- pues de eso no estoy completamente seguro, despertó en tu cama después de todo ¿no?- le recordó el merodeador
- sí, pero no paso nada-
- a ver, hay algo que no comprendo, paso la noche contigo pero no hubo nada de nada- preguntó Sirius esperando la atenta respuesta de su amigo.
- exacto- dijo James.
- y que te dijo ella. ¿Cómo reaccionó?- lo cuestionó Sirius
- mmm… no mucho, sólo dijo que le gustaba- James bajo la cabeza algo decepcionado.
- pues ahí está, qué más quieres- exclamó Sirius contento por su amigo.
James se detuvo frente a un arbusto y en forma distraída comenzó a arrancar las ásperas hojas del seto.
- qué no entiendes, sólo dijo que le gustaba. Gustar, no querer. ¿Entiendes?- dijo de espaldas a su acompañante, quien al igual que él, se había detenido y lo escuchaba incrédulo.
- pero por algo hay que empezar ¿no lo crees? Deberías de estar feliz, el muro que había entre ustedes ya desapareció- expresó con ánimo.
- ¿muro?- preguntó el jugador, confundido - ¿qué muro?
- cómo que cual muro… pues ese muro…- dijo rascándose la cabeza el joven Black quien no sabía como abordar el tema, una cuestión que se le hacía bastante familiar, pero que a la vez le traía malos recuerdos.
- Sirius, no te estoy entendiendo nada-argumentó Cornamenta volviéndose hacia él.
- pues ese muro…- comenzó Sirius- el enorme y gigantesco muro llamado… amistad- puntualizó.
- es cierto- confirmó James un poco sorprendido esbozando una sonrisa para sus adentros.
Era verdad, Sirius era su mejor amigo, un chico con el que podía contar incondicionalmente. Y aunque con frecuencia le gustaba aparentar que era un chico frío y rudo, James sabía perfectamente que si había alguien capaz de comprenderlo en este mundo era él, Sirius Black.
Caminaron unos pasos más y de pronto James recordó el motivo de la visita de Sirius. Una visita que no era meramente social.
- y tú¿cómo estás?- le preguntó James a su amigo cambiando el tema de conversación.
- bien- dijo secamente Black. Quien por un momento había abandonado su aire melancólico para ayudar a su amigo, pero ahora había vuelto a recuperarlo.
- Sirius ¿qué es lo que te sucede?- cuestionó James- Últimamente has estado tan… triste
- nada- mintió Sirius- no tengo nada- volvió a mentir mirando al cielo para esquivar la mirada insistente de James.
- Sirius¿olvidas que te conozco tanto como tu a mí?- insistió James deteniendo su marcha.
El chico Black se limitó a esbozar una melancólica sonrisa. Y dijo:
- por supuesto que no lo he olvidado… es sólo que a veces me gusta creer que no lo haces.
- Sirius- dijo sorprendido James de la franqueza del chico.
- sabes, la próxima semana será el aniversario de la muerte de Sam.- dijo alejándose varios pasos de su compañero. Metió sus manos en sus bolsillos y con pose desgarbada siguió caminando.
James contempló el semblante taciturno de su amigo y fue entonces cuando comprendió todo.
Ahora entendía el porque del repentino regreso de Sirius y el porque de su tristeza aparentemente injustificada.
Sam había muerto hacía poco más de dos años. Ella había sido el gran amor de Sirius.
- Wow… si me lo hubieran contado no lo hubiera creído-dijo James sorprendido al encontrar a su mejor amigo, Sirius Black, sentado junto al lago con una chica bastante hermosa: Samariana McGonagall.
La joven mujer detestaba su nombre por lo que se hacía llamar Sam… sólo Sam.
- Basta Cornamenta… me estás avergonzando- le dijo Sirius bajando la voz.
- Así que era cierto- bromeó Lunático quien acababa de llegar - Hey todos…- dijo llamando la atención de sus compañeros cercanos al lago- Quiero informarle a todas las chicas que mi amigo aquí presente- señalo a Sirius- está dado, pedido y todo.
Sirius enrojeció hasta las orejas y lo único que atinó a hacer fue corretearlos por los terrenos de Hogwarts.
- así que lamento informales que las audiciones para…- Pero no pudo terminar la frase ya que tuvo que huir lo más rápido posible para que Sirius no lo golpeara. .
Eso había sucedido hace mucho tiempo, en sus años de adolescentes. Pero él único recuerdo intacto era el hecho de que Sirius se había enamorado. Por primera vez en su vida sabía lo que era amar y ser correspondido.
Sin embargo el destino le había mostrado al chico el lado oscuro del amor: la pérdida.
Cuando Sirius creía que por fin había encontrado a la mujer con la que estaba seguro pasaría el resto de su vida, la desgracia se cruzó en su camino
Sam y Sirius habían planeado su boda para la primavera siguiente. Cuando todos los girasoles florecían y el aire cálido invadía la tierra.
- la próxima primavera- anunció la chica de ojos azules y piel cristalina, cuyo rostro era enmarcado por una espesa cabellera azabache.
- sí, y queremos que Arthur y tu sean nuestros padrinos- les comentó Sirius- ¿qué les parece Molly?
- Sirius… no sé que decir- contestó Molly sorprendida
- yo sí- dijo Arthur sosteniendo en brazos al pequeño Bill- Será un honor.
Sus planes iban de acuerdo a lo previsto. Ninguno de ellos contaba con lo que sucesos de la madrugada del día siguiente. El día fúnebre en el que Sam murió
La causa: un incendio en la mansión Stanford.
- ¿qué pasó?- le preguntó Sirius a Remus Lupin llevándolo hasta el sillón más cercano
Su aspecto era decadente y mostraba un rostro cubierto de mohín que junto con una espesa capa de humo lo hacían irreconocible.
- ¿vas a una fiesta de disfraces?- bromeó Sirius para quitarle tensión al ambiente, pero la seriedad del rostro de Remus lo hizo adoptar la misma expresión
- ¿Qué sucede?- preguntó Sirius al percatarse de que su amigo no era el único que poseía esa expresión. Todos lo miraban con una terrible expresión de ¿lástima? sin decir palabra alguna.
- Sirius… debes saber algo- comenzó Remus intranquilo reteniendo lágrimas en sus ojos- v-vengo d-de… no puedo- dijo con una voz apenas audible. Las lágrimas emergían de sus ojos claros.
Remus no se atrevía a decirle que su prometida había muerto, no podía decirle eso. Sabía perfectamente que eso lo haría pedazos.
- ¿qué.. Qué es lo que pasa?- preguntó nervioso al mirar a uno de sus mejores amigos frente a él . Remus seguía parado en el umbral de la puerta con la ropa chamuscada y el rostro ennegrecido.
- me estás asustando- apuntó Sirius desde su lugar frente a la ventana.- Le pasó algo a Sam- nadie respondió- entonces a James- insistió sin obtener respuesta.
- Será mejor que tomes asiento- le sugirió Khon Weller, un amigo cercano a Sam, quien había llegado junto con Remus.
Después de algunos minutos Sirius accedió a las peticiones de sus compañeros y amigos. ¿Qué sucedía?
- Con un demonio, me van a decir que está pasando o tendré que…- no terminó la frase al darse cuenta de que su mejor amigo había llegado.
- James¿qué haces aquí?- preguntó Sirius al ver entrar a James con la misma expresión que los demás. El merodeador recién llegado hizo un esfuerzo por contener el llanto que lo invadía. Aspiró fuertemente y en un acto de valentía le dijo a Sirius lo que estaba pasando.
- S-Sam… ella… está muerta- soltó el joven haciendo un esfuerzo enorme por contener el llanto con un nudo en la garganta - lo lamento, en verdad que lo siento mucho- dijo sabiendo que sus palabras no servirían de nada.
La cabeza de Sirius daba vueltas y por un momento pensó que se trataba de una jugarreta. Si seguro. Ellos le estaban mintiendo. Si, se querían vengar porque no había accedido a hacer su despedida de soltero en las Tres escobas.
- No, no mi Sam, ella no puede estar muerta…es una broma ¿no es cierto?- preguntó con la esperanza de que fuera una pesadilla, que aquello no fuera más que un mal sueño, del cual esperaba despertar pronto- ella no puede estar muerta.- lloró con voz desgarradora.
- está muerta, Sam está muerta- dijo Lupin con voz lastimera al mismo tiempo que las lágrimas surcaban su oscurecido rostro…- Sirius, lo siento.-
- Sirius…-dijo James, quien trataba de de hacerle comprender a la situación a su mejor amigo. Intentó acercarse pero la reacción de Sirius se lo impidió.
- NO ME TOQUES- le sentenció al chico apartándose de él. Sirius se levantó del sillón donde se encontraba sentado y comenzó a recorrer la habitación en un acto de desesperación
- Es verdad, yo estuve ahí… lo siento mucho- dijo Weller con profundo dolor al ver al prometido de su fallecida amiga en aquella deprimente situación.
- NO ES CIERTO- Dijo Sirius abalanzándose sobre al inocente chico sujetándolo fuertemente de sus ropas sucias - NO ES VERDAD... NO PUEDE SER VERDAD.
- La mansión de los Stanford se incendió, tra-tamos de controlar el fuego, p-pero ya era demasiado tarde- añadió Remus a media voz con la garganta casi cerrada.
- YA BASTA- gritó con fuerza Black- NO ES CIERTO, SAM NO ESTÁ MUERTA. Ella no puede estar muerta… no mi Sam.- dijo tratandose de convencer a sí mismo que era así. Pero en el fondo sabía que no mentían. Nadie era capaz de mentir de aquella forma. No sus amigos
Sam estaba muerta. Pero no quería aceptarlo.
- no, ella no está muerta, tu estás confundido, ella NO ESTA MUERTA- gritaba mientras poco a poco se iba arrodillando en el rincón donde se había refugiado. EN sus brazos sostenía fuertemente la fotografía de la joven mujer a quien tanto amaba. EN ella se observaba a una hermosa chica que le sonreía calidamente- Sam… no… Sam no, ELLA NO ESTÁ MUERTA.
James y los demás observaban la escena. Ninguno de ellos pudo evitar sentir lástima por Sirius. Sabían que él la amaba, incluso más que a sí mismo. Ellos lo sabían.
Sirius también lo sabía.
La imagen de Sirius reflejaba el terrible sufrimiento que sentía , el intenso dolor que lo quemaba por dentro. Pero nadie imaginaba el corazón desgarrado que habitaba en el cuerpo del chico. Un cuerpo que a partir de entonces comenzó a deambular por las calles, solo y triste, caminando sin dirección ni rumbo.
Los siguientes meses fueron los más terribles para el primogénito de la familia Black. La aceptación fue el primer paso hacia el futuro, un futuro incierto que hasta ese entonces había sido claro y preciso, pero que en ese momento parecía tan distante como la luna
Con la muerte de Sam se murió la alegría de Sirius, sus sueños y sus ganas de vivir.
Dos meses después del entierro se marcho a Francia, donde permaneció el tiempo suficiente para olvidar, después de todo eso era lo que más quería, olvidar.
Deseaba tanto marcharse a un lugar donde el recuerdo de Sam no lo atormentara día y noche.
Durante los días posteriores a la muerte de su amada, fueron los peores que el podía recordar. Por momentos quiso alcanzar al amor de su vida, echar a andar sus pasos y seguirla en el pérfido y silencioso camino llamado muerte.
Siguieron caminado por el parque hasta que un extraño sujeto llamó la atención de los chicos.
- ¿James Potter?- preguntó mirando al aludido- Necesitamos hablar… en privado – dijo mirando a Sirius con desdén.
El chico Black se marchó para no ser inoportuno, algo muy propio en él. Se fue contra la voluntad de su amigo, quien le insistió que no tenía porque marcharse.
- No tenemos nada de que hablar- respondió James con frialdad mientras Sirius se alejaba. El muchacho frente a él le desagradaba en sobremanera.
- Yo creo que sí- insistió mostrándole una fotografía mágica donde se podía apreciar a dos personas sonriendo ampliamente. Ambos tenían las manos entrelazadas. Una de ellas era el desagradable chico y la otra era…
Lily caminaba lentamente hacía el apartamento de James. Su mente era un torbellino de pensamientos. Por un lado le gustaba James, pero sabía que dar ese paso tan importante, cruzar la línea entre la amistad y el amor podría ser el acabose de todo. Porque talvez tendría a un novio, pero y ¿si todo terminaba mal? Que tal si lo perdía todo. Ella sabía que era su miedo a la soledad el que la obligaba a confesarle a James lo que sentía por él.
"El que no arriesga no gana" dijo una vocecilla en su cabeza.
Lily amaba a James. Y James a ella.
No había motivo alguno para que no estuvieran juntos.
Pero la idea de perderlo todo era la culpable de que no se atreviera a decirle al chico que llevaba años enamorada de él.
Sin embargo esta era la oportunidad que había estado esperando desde hace mucho tiempo... años. Por lo que no estaba dispuesta a dejarla pasar.
Continuó su camino con pasos seguros. Al estar frente al edificio todo su valor y su seguridad se vieron truncados por el temor que anteriormente se había disipado. Se miro en la reluciente puerta de cristal, se retocó la falda y la blusa que llevaba ceñida al cuerpo y cuando estaba a punto de entrar sus piernas flaquearon un poco.
- Hola pelirroja- la saludó Sirius en la entrada del edificio- ¿vas a ver a James?
Lily no respondió en seguida. El sólo hecho de enfrentar al hombre que amaba la hizo palidecer.
- sí, aunque pensándolo bien no es un buen momento- dijo arrepintiéndose dando la vuelta repentinamente
- pelirroja… espera- Sirius la detuvo del brazo- creo que deberían de hablar.- ya sabes… no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy… quizá mañana… me entiendes ¿no?- le guiñó un ojo en tono de complicidad.
La pelirroja se relajó haciendo que Sirius la soltara.
Sirius tenía razón.
- así que al mal paso darle prisa- dijo Sirius despidiéndose de ella.
Lily se quedó parada frente a la entrada unos segundos más, cuando de pronto todo estuvo claro.
Sirius había caminado algunos pasos cuando de pronto Lily se tornó hacia él.
- Sirius- dijo elevando la voz, para que el merodeador pudiera oírlo- toma esto.
Le arrojó un manojo de llaves.
- ¿y esto?- preguntó Sirius reconociendo las llaves del apartamento de Lily.
- no querrás ser inoportuno ¿cierto?- le dijo Lily sonriendo abiertamente.
- sabes pelirroja, a veces logras sorprenderme- comentó Sirius- en serio que lo logras.
Como se habrán dado cuenta edité este capitulo (las personas que ya lo habían leído), pero es que si no lo hacía no me iba a quedar el siguiente. Ni modo, así es la vida. Agregué algunas cosas pero la verdad espero que les haya gustado. Ya sabe cualquier duda, comentario, sugerencia, queja o lo que sea no duden en hacérmela llegar. Claro siempre y cuando no m pregunten el final (por que ni yo misma lo sé) aunque es un poco obvio, pero no tanto, ja, ja, ja, pues las cosas pueden cambiar.
No olviden dejarme sus opiniones, ya que son la principal fuente de inspiración para mí.
¡Nos leemos!
VeRae
Adelanto:
- no se suponía que creerías en mí, que eras mi incondicional y mira como me pagas. Y todavía te preguntabas porque no te había correspondido. ¿Lo ves? – Reprimió unas lágrimas y continuó- Y si quieres que me vaya me iré, pero te advierto que será para siempre. Ahora dime ¿quieres que me vaya?
Prometo no volver a tardar eternidades...
