Disclamer: CCS no me pertenece. En ningún momento del fic me ha pertenecido... ¿Se imaginan si fuera mío? Oo... jajajajajajajaja...

Capítulo 17: Luna Roja.

Había sido un día de locos.

La noche por fin les traía un merecido descanso y la esperanza de un futuro próspero, como antes soñaban.

Luego del almuerzo, mientras Syaoran y Sakura se preparaban para salir a dar un paseo por los jardines, Yue había aparecido acompañado de Kerberos, Spinel y Ruby Moon. La Maestra de Cartas notó que era el momento de decirle a su Guardián lo que había ocurrido.

Decir que Li no había corrido por su vida de esa manera jamás, es poco. Pero el Juez es previsor... no por nada habían ido los otros dos Guardianes con él. Así, en poco tiempo, Syaoran se vio a salvo de las garras del Guardián del Sello, y Sakura no temió el quedar viuda antes de ser madre.

Después de eso, comida, risas, bromas, correrías y muchas otras cosas.

Las palabras "Eriol" y "depresión" no fueron nombradas en ningún momento. Lo Guardianes de la reencarnación estaban al tanto de todo lo ocurrido en la Mansión Li gracias a Yue, mientras este obtenía información sobre la Mansión Hiragizawa gracias a sus homólogos. Así, podían evitar "encuentros casuales" o "roces desafortunados".

Todos sus esfuerzos estaban en alejar a los Hiragizawa de los Li... al menos hasta que pudieran verse sin caer abrazados y besándose como unos locos.

Y mientras todas las miradas estaban puestas en Sakura y Syaoran... todo lo demás fue dejado de lado... Absolutamente todo.

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--¿Y bien?

--Está instalado.

--¿Posibilidad de errores?

--Ninguna. El sistema está controlado por control remoto, hay gente permanentemente vigilando el objetivo.

--Bien. Estén preparados para mi llamado.

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Ruby Moon, o mejor dicho, Nakuru, apareció en la cocina como un enorme remolino de felicidad.

--¡Venta nocturna de artículos para bebé! –gritó alzando a Sakura del brazo. -¡Vamos, vamos¡queda cerca!

Eran las seis y treinta de la tarde, y la venta comenzaba a las ocho en punto en el Centro Comercial Hoshi.

--¡Supi y Kero vendrán con nosotras! –anunció la Guardiana con sus mejillas sonrojadas mientras ambos felinos ponían cara de espanto y se refugiaban tras Yue.

--¿Y eso porqué! –preguntaron a coro, temiendo la respuesta.

--¡Porque tendrán que ayudarnos con los paquetes!

Syaoran sonrió con compasión y Sakura lanzó una carcajada. Yue iluminó su pálido rostro con una sonrisa abierta y sincera. Todo parecía haber cambiado de un momento a otro. Los malos ratos y el llanto se habían ido lejos, con las desgracias, y solo la calma parecía haber hecho carpa cerca de ellos.

--Invitaré a Tomoyo –comentó Sakura cuando las risas y las quejas habían cesado. Spinel y Nakuru colocaron caras serias y se miraron por un momento, como intentando decidir algo. Yue y Kerberos notaron su cambio, pero no dijeron nada.

--Me parece buena idea –dijo la forma falsa de la Luna Escarlata. –Mientras más mujeres, mejor lo pasaremos.

--Mientras más mujeres, más paquetes cargaremos –reclamó el Guardián del Sello. -¿Porqué Yue no nos acompaña?

El Juez puso cara de espanto. No tenía motivo alguno para intentar negarse a acompañar a su Ama de compras...

--No puede –dijo Nakuru –Es un hombre, se vería raro... -la mujer dibujó una mueca en su rostro, molestando al ángel –Además, el Señor Dedos de Mantequilla rompería todo...

--¿Dedos de mantequilla! –reclam

--¿Ya olvidaste la vez que "se te escapó una flecha" y que casi me matas?

--...¿Quién dice que se me escapó? –comentó como distraído.

--¡Yue!

Syaoran observaba todo en silencio. Era como ver una película. La tarde que caía, el delicioso aroma a té, el calorcillo que el sol brindaba... la felicidad y las risas. Todo eso, volvía a ser parte de su mundo. Sonrió sin saber que más hacer. Sus sentidos estaban embotados de amor y paz. Su corazón estaba relajado y calmado. Su mente estaba limpia. Todo había sido un mal sueño, parte del pasado. Y aprendería a vivir con ese recuerdo.

Ahora había una vida nueva por la cual luchar. Syaoran se levantaba ayudado por una mano de bebé que aún no nacía. Un hijo. Una esperanza en el futuro. Una prolongación de sí mismo. Una manera de volver a ser feliz. Y entonces esa simple palabra apareció en su mente...

Hieng...

Su corazón se lo gritaba. Hieng. Li Hieng. Ese sería su hijo. Y en caso de ser una niña hermosa... pues Mao. ¡Quizás incluso fueran gemelos!

Su semblante se puso serio y cruzó los brazos sobre el pecho. Gemelos... no era mala idea. A los niños les hacía bien tener la parte moderadora de las niñas y a las niñas las fortalecía el temple de los niños. Serían una excelente pareja. Mao y Hieng. Ya podía verlos corretear por la casa... jalando la cola de Kerberos o colgándose del cabello de Yue. Lo harían correr por toda la casa, jugando con hechizos y pergaminos. Tendría que esconder las armas mágicas, y los libros cuando aprendieran a leer. Intentaría que practicaran varios deportes, y que fueran buenos estudiantes. Los educaría en base al respeto y la superación. El amor a los demás y la búsqueda de la fuerza. Serían referente de juventud hechicera, y antes que se diera cuenta, ya harían sus propios hechizos y podrían manejar distintos tipos de magia. Hieng usaría la espada de doble filo y Mao la katana japonesa. Ambos practicarían el arco y flecha, Yue sería su maestro. Los llevaría por el mundo y sabrían varios idiomas: japonés, chino, inglés, francés... también un poco de español, decían que era la lengua del futuro...

--¡Syaoran!

--¿Eh?

Todos lo miraban con curiosidad.

--Yo... -comenzó tartamudeando –pensaba en nombres... -el calor en sus mejillas no se hizo esperar. –No..nombre para los... digo, la... quiero decir... el bebé...

Sakura lo rodeó con sus brazos de manera maternal. Li había perdido completamente esa seguridad en sí mismo que lo hacía un líder poderoso y altivo. Pero eso lo hacía tan endemoniadamente tierno...

--¿Y en qué nombres pensaste amor?

--...Hieng, si es niño... Mao si es niña...

--Me encantan. --Son buenos nombres –dijo Kerberos –Me agradan. ¿Y a ustedes?

--Lindos nombres –dijo Spinel –

--Coincido –asintió Yue.

--¿No se llamará Nakuru? –preguntó ella con aire inocente. Todos voltearon a verla, y sus mejillas se encendieron –Jajaja, era una broma... Lindos nombres.

Nuevamente rieron. Al parecer ese era el día de la risa. Esta vez, Syaoran rió con ellos.

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La casa estaba en silencio.

Tomoyo estaba con sus negocios, y los Guardianes estaban en la Mansión Li.

La Mansión Li... que ganas de estar ahí también...

Las horas pasaban lentamente. Todo parecía detenido. Ese parecía el día del silencio.

Las medicinas lo tenían un poco lento. El médico le había advertido que las primeras dos semanas se tratamiento (que habían comenzado esa mañana) serían días cansados y somnolientos, debido a la fuerza de los remedios empleados. Pero el efecto era pasajero, y pasado el tiempo, todo volvería a la normalidad.

...Normalidad. ¿Qué era la normalidad?. ¿Era acaso ese sueño en donde era el marido perfecto, presidente de Japón, padre y político ejemplar¿o era ese en donde era amante, bisexual, mentiroso y embustero, aunque nadie lo supiera?. ¿Su normalidad era amar a Tomoyo o a Syaoran...?

Un momento... ¿amar a Syaoran?

--¿Qué piensas Eriol¡lo dijiste el otro día!... si, ese día que casi rompiste la puerta y amenazaste a tus guardianes con encerrarlos si no te dejaban solo... lo gritaste con todas tus fuerzas... ¡No Amo a Syaoran!... eso dijiste... Dime que aún piensas eso Eriol, por favor dime que no cambiarás de idea...

Tranquilo Eriol... No cambiaré de idea. Solo estamos confundidos. Todo ha pasado demasiado rápido. Nos sentimos culpables. Nos sentimos increíblemente culpables. Sin embargo debemos pensar con racionalidad. Sabemos que Tomoyo está embarazada... debemos esperar que nazca el niño, no podemos causarle mal a ese pequeño. Y ahora sabemos también que Sakura está embarazada... es un buen momento para que nos olvidemos de Li y que él se olvide de nosotros, de ti y de mí, del Eriol que formamos tú y yo.

--Es mi mejor amigo... No soporto la cruel idea de ser el causante de su dolor...

Debemos aguantar esto para solucionar el problema. Nosotros no lo amamos. No podemos mentirle

--Lo sé... A veces, sin embargo, pienso que amarlo no es mala idea... que no es "malo". De repente lo miro y siento como si fuera él la única persona que necesito en el mundo... Como si fuera un error todo lo demás...

Su yo interno calló. Su parte "Clow" calló. Aquél que sabía el porqué de todo... calló.

Solo debemos esperar. Ya verás que no tardará el día en que vuelvas a sentarte junto a él, solo para ver el cielo azul estacionario sobre tus ojos y los suyos.

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Las muchachas acababan de salir. Eran las siete y cuarenta. Se juntarían a las nueve en punto en el frontis del Centro comercial Hoshi, y salían antes para poder "vitrinear" algunas cosas por separado.

Supi y Kero iban en las carteras, con ríos de lágrimas en sus ojitos de punto negro. Nakuru estaba rebosante de felicidad, y Sakura lucía una paz nunca vista. Syaoran y Yue las despidieron con la mano y expresiones tranquilas. El Austin gris avanzó en silencio, como solo los deportivos de lujo pueden hacerlo, alejándose por el camino que medía exactamente un kilómetro, mil metros rodeados de cerezos eternamente florecidos y bellos.

El silencio bajó, pero nadie le hizo caso. Ya no era opresivo ni culpable. Era simplemente silencio.

Yue alzó la vista, y vio como el Sol comenzaba a ocultarse en el horizonte. Los dorados y escarlatas se fundían con el celeste y azulado del cielo diurno, creando tonalidades nuevas y desconocidas. El Juez agradeció la vista y le pareció extrañamente hermosa.

--¿Qué tanto miras Yue?

--El cielo. Nunca me doy el tiempo necesario para mirar un atardecer como este.

--¿Y qué tanto hace el ocupado Juez?

--... -el ángel se sonrojo y volteó, dándole la espalda a Li –Touya siempre me tiene ocupado...

Syaoran rió con ganas, hasta doblarse del dolor de estómago. Yue gruñó algo con un puchero, gesto que comenzaba a hacerse común en él.

--No es gracioso Li...

--Admítelo Yue, si lo es.

Luego de un suspiro, sonrió. No importaba que se riera de él, siempre era bueno reír.

--De acuerdo, lo admito, es gracioso.

Una conversación trivial nació de sus labios y entraron en la casa.

Ya no había de qué preocuparse.

7.30pm

Aún tenía suficiente tiempo. Había quedado con Sakura a las 9 en punto y con el tráfico actual, pues no tardaría mucho en su pequeño "trámite" antes de ir con su amada Flor y después volver con su pobre marido.

Últimamente había comenzado a sentir pena por Eriol. Su pobre Inglés estaba tan deprimido y cansado. El tratamiento, al parecer, no iba a ayudar en nada.

Una inocente sonrisa adornaba su rostro. Su propio embarazo y el de su mejor amiga la ponía tan feliz que nada podía derrumbarla.

Su lujoso (y recién comprado) Mustang la llevaba elegantemente por las calles de la ciudad con un cercano destino... La Mansión Li.

Los portones la recibieron con la cordialidad de siempre. El hombre que cuidaba la puerta sonrió con amabilidad al tiempo que accionaba las hojas eléctricas.

Los cerezos eran hermosos a esa hora. La luz del sol que moría les daba cierto tono rojizo intenso, con lo que parecían pequeñas gotas de sangre colgando de los árboles.

Era una lástima que fuera la última vez que viera la hermosa Mansión Li en esas condiciones.

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--Ve tú Yue por favor.

--Claro.

Syaoran estaba sacando unos waffles de la sartén en la cocina, por lo que el Juez avanzó hacia la entrada.

--¿Nunca has pensado en tener servidumbre?

--No¿para qué, la casa no es tan grande...

Yue rió y desapareció por el pasillo. Máxima fue su sorpresa y confusión al ver quien estaba al otro lado de la puerta.

--Tomoyo...

--¿Yue? –preguntó contrariada -¿qué haces aquí?

--Es la misma pregunta que te hago –dijo sin apartarse ni darle paso a la mujer –Sakura ya salió, te verá a las 9 en el Centro Comercial.

--Ya lo sé. –respondió un tanto molesta. Yue se veía sano y fuerte, lo que significaba que la Maestra de Cartas lo había perdonado –Vengo a hablar con Syaoran.

--Él no puede hablar contigo.

--¿Y porqué eso¿Por qué el Gran Juez lo dice, oh cierto¿aún mantienes tu rango de "Juez"? –preguntó malintencionadamente.

--No solo mantengo mi rango de Juez, sino también de Guardián de la Luna y de amigo... ¿sigues manteniendo t ese rango Tomoyo?

La cachetada fue sonora y escandalosa. La cara del Ángel se vio volteada por la fuerza del golpe, aunque sus ojos celestinos no se separaron de la figura furiosa que tenía en frente.

--¿Aún eres la mejor amiga de Sakura, Tomoyo?

Daidouji sabía que no. Sabía que Sakura había comenzado a alejarse de ella, al notar que sus intenciones no solo habían sido de mostrarle la relación de Eriol y Syaoran, sino también la conformación de su propia relación.

--¿Todo bien Yue?

La suave voz de Li sonó tras la espalda del Juez, llamando la atención de ambos.

--...Tomoyo...

--Vuelve adentro Li –pidió el Guardián con su voz seria –No vale la pena. Hace frío y no puedes enfermar...

Yue volteó para cerrar la puerta, pero Tomoyo aprovechó para entrar y alcanzar a Syaoran.

--¿Cuánto tiempo más te burlarás de Sakura! –le gritó dándole un bofetón aún más fuerte que el dado al Ángel. -¡Supongo que ya estás feliz por haberla amarrado a ti con un hijo!

La mano de Tomoyo se levantó nuevamente hacia la cara sorprendida de Li, pero Yue fue más rápido, tomando por el brazo a la mujer y lanzándola sin decoro fuera de la casa.

--No quiero volver a verte cerca –amenazó –Recuerda que solo tienes unos meses de protección...

La puerta se cerró con fuerza en sus narices.

--¡Malditos los dos! –gritó con fuerza -¡Malditos por arruinar su vida¡los odio!

En el interior, un furioso Juez llevaba a Li casi a rastras por el largo pasillo.

--No la escuches Li... no lo hagas... Ella miente. ¡Ella miente!

A la entrada de la sala, Syaoran se desplomó con un fuerte sollozo. El Juez lo abrazó llevándolo hasta el sillón, en donde lo refugió en su pecho, susurrando palabras tranquilizadoras. A los pocos minutos, solo un temblor insistente permaneció, mientras la furia del Hijo de la Luna crecía a cada momento.

Mientras, en el exterior, Tomoyo volvió roja de ira a su Mustang, enfilando velozmente hacia la calle.

Basta de humillaciones. Basta de burlas.

Nadie ponía las manos sobre Tomoyo Daidouji sin pagar las consecuencias.

Los portones seguían abiertos. Esta vez, no había portero.

Sus manos temblaron antes de tomar el celular... Pero finalmente marcó. La llamada estaba hecha.

--Está hecho...

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Touya tecleaba lentamente.

Estaba solo en casa, y sabía que lo más seguro era que pasara la noche en las mismas condiciones. Sin embargo, no estaba molesto. Yue le había contado lo que había pasado (o, al menos, lo suficiente como para entender la gravedad de la situación). Inexplicablemente, él, Touya Kinomoto, lo entendió con serenidad.

Sonrió con pena. ¿Quién diría que apoyaba al Mocoso?.

Su gran secreto ya no lo era. Su gran secreto estaba en boca de todos.

--Nada es eterno... -se dijo a sí mismo, pensando que algún día diría esa misma frase a Syaoran –Pero puede durar mucho tiempo... A veces demasiado...

Con pereza estiró los brazos, dejándose caer sobre la mesa. Entonces, contra el reflejo de la naciente noche y la agonizante luz de sol... vio una pluma blanca que flotaba sin viento alguno. Touya la observó mientras se acercaba a la mesa en donde se encontraba, y como, al tiempo de tocar su mano, se desvanecía.

--Yue...

La cortina voló bruscamente por el fuerte viento que apareció de pronto, cargado de calor y furia... de ira y muerte.

--..¿Yue?... ¡Yue!

Sin saber porqué, con su corazón oprimido y acelerado, salió de la casa rumbo a la Mansión Li.

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Se hallaban en un rincón medianamente apartado, para que Kero y Supi pudieran estar fuera algún tiempo.

Hablaban de cosas sin importancia, como el color del cuarto del bebé, los nombres, su sexo y lo que sería en el futuro.

--¡Ojala que sea una niña adorable como Sakura-chan! –exclamó Nakuru.

--O podría ser un chico como Syaoran –completó el Guardián del Sol negro.

--¿Otro mocoso! –Kero casi se atragantó para luego agitar sus manitos -¡Nooo¡otra Sakura¡otra Sakura!

Reían y esperaban la hora de reunión, cuando de pronto todo tembló. Un rugido espantoso llenó sus oídos mientras un viento furioso y caliente arrasó con los ventanales del Centro Comercial.

Todo pasó tan rápido que no alcanzó ninguna carta a ser activada, ni algún Guardián ser transformado.

Cuando el temblor pasó, Sakura posó sus ojos horrorizada en lo que parecía un sol ardiente. Los enormes ventanales solo mostraban la gigantesca pira de fuego que nacía algunas calles más allá...

--Syaoran... -sin querer, una lágrima se escapó de su ojo escarlata. Sin saberlo, Kero estaba tan estático como ella.

--Yue... ¡Yue!

Sin importarles la hora ni quien pudiera verlos, los tres Guardianes adoptaron sus formas originales y volaron. Sabían que había en esa dirección. Casi sabían, aunque negaban, qué era aquella enorme fogata cargada de muerte...

La Mansión...

Y mientras todos corrían contra la desesperación y el tiempo, la nube de polvo se deshizo en el cielo, mostrando la noche triste, coronada por una luna roja, una madre desconsolada que lloraba lágrimas de sangre... Sangre inocente de sus preciosos hijos...

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. Owari.

Notas del 31 de agosto del año 2005.
Gente varia, muchas gracias por leer este fic, pero quiero aclarar una cosa. "Owari", esa palabrita que está ahí, al final, significa "fin", lo que tristemente significa que este cap es el último de La Saga de los Secretos. Quizás haya un epílogo. No lo sé.

Rio.