AMANDO LA VIDA

Disclaimer: Estos personajes no son de mi propiedad. Ni de la propiedadde J.K. Rowling, ni de la Warner... Estos personajes son tuyos,lector, porque eres tu quien da vida y valor a nuestros mundos maravillosos en tu cabeza. Nunca dejes de hacer volar tu imaginacion...


2. CONDENADO

La ausencia de luna permitía vislumbrar con mayor claridad el cielo nocturno. Marte brillaba con mas fuerza que nunca, y un punto débilmente iluminado con una luz azulada situaba a Plutón a su lado.

Ignorantes de los sucesos eventuales que se desarrollaban a tanta distancia de ellos, los planetas continuaban incesantes con su hermoso baile, mientras que unos ojos marrones observaban sus movimientos desde el punto más recóndito de Londres.

Hermione miro impaciente el reloj de su muñeca. Las once menos cinco. Todavía faltaba una hora para que el ritual diese comienzo. Con una mezcla de temor y decisión, la chica volvió a repasar sus libros y coloco por enésima vez el círculo en torno al cual deberían reunirse en unos minutos.

Ni siquiera estaba segura de que todo aquello fuese a funcionar, su entereza a la hora de tomar cartas en el asunto era sólo de cara a la galería. En el fondo, estaba más asustada que nadie, quizás porque era la que mejor sabia lo que estaba a punto de pasar.

A lo mejor no lograban traer a Sirius de vuelta, a lo mejor el profesor Lupin estaba en lo cierto al decir que él estaba muerto, a lo mejor solo estaba engañándose a si misma y a los demás, a lo mejor iba a jugarse la vida por nada...

El viento fresco que anunciaba el final del verano le erizo la piel. Sin hacer caso al temblor de sus manos, cerró la ventana tras un último vistazo a las estrellas. Estaba deseosa por empezar. Ocurriera lo que ocurriese, le quedaría la sensación de haber intentado hacer algo.

Unos tímidos golpes resonaron por toda la habitación. Hermione se irguió, tomó aire profundamente un par de veces y se encaró con la puerta de entrada. Su tono resuelto indicó fortaleza:

-Adelante.


Eran casi las once y media cuando unos fuertes golpes resonaron en el vestíbulo del número 12 de Grimmauld Place. Con un bostezo, Remus Lupin se levanto de la silla, dirigiéndose hacia la entrada. Se llevó una sorpresa cuando, al abrir la puerta, se encontró con Severus Snape, que envuelto en su capa de viaje, le miraba con aire disciplente.

-Adelante, Severus. – invitó Lupin con un gesto – Ya no esperaba a nadie más.

-¿No están los Weasley? – preguntó Snape mientras se obligaba a entrar en la casa.

-Tienen guardias. No creo que regresen hasta la madrugada. ¿Son noticias importantes? – inquirió el licántropo con tono preocupado.

-No son noticias, son... sospechas. – contestó Snape con aire misterioso – Por eso he venido aquí, quería comentarlo con alguien de la Orden antes de informar a Dumbledore.

-Claro, ningún problema. Ven a la cocina, podremos hablar con más tranquilidad...

Lupin se encamino por el oscuro pasillo, sin notar que mientras lo seguía, su compañero miraba las paredes y el techo con aire angustiado. Quería salir de allí cuanto antes, para que ese estúpido sentimiento de culpabilidad dejase de atormentarle.

"Céntrate, Snape. Y deja de darle vueltas a ese ridículo asunto. Ya no puedes hacer nada. Él esta muerto y eso no lo puede cambiar nadie..."

Cuatro jovencitos opinaban lo contrario, y se disponían a demostrarlo en el piso de arriba.


-Es la hora. Falta muy poco, así que haced lo que os diga. Y guardad silencio, es importante que no se distorsionen las ondas que emanan en esta habitación. – el tono severo que adoptó Hermione hizo mirarse a los tres amigos, recordando a la perfección las clases de McGonnagall.

Con un gesto de la mano, fue indicando a cada uno donde debía sentarse. Después, encendió las velas, que formaban un circulo en torno a un montón de objetos personales, entre los que destacaba una foto de Sirius en la que este tomaba por los hombros a los novios el día de la boda de los Potter.

A continuación, Hermione se sentó junto a ellos, presidiendo la reunión, e indicó a los demás que se tomasen de las manos. Durante unos minutos, todo permaneció sumido en un silencio que presionaba los corazones de los cuatro amigos, que latían a un ritmo frenético.

Sin previo aviso, las llamas de las velas aumentaron su tamaño de forma alarmante, agitándose como si un viento huracanado tratase de apagarlas. Tan repentinamente como comenzó, todo volvió a calmarse, mientras Ron miraba con angustia a sus compañeros.

La voz de Hermione, fría y seca, como apagada, comenzó a recitar en una lengua desconocida.

"Red roma aznei, mocot neivle od nacu.

Ada leheh conal nenej, urcsar de ipsaly.

Sod unsed sel, obray, sorg ensoc, rah ced.

¡Sarep sas arrei, trop raj, aivone, ubseon!"

Una luz azulada les ilumino a todos, que se tomaron con más fuerza de las manos, concentrándose, como Hermione les había indicado, en el recuerdo de Sirius.

-¡Thorbeg, señor de Garenk, maestro Gimoth de los mundos ocultos, acude hasta aquí, escucha mi petición!

La luz azul se volvió roja como el fuego. Los chicos miraron asombrados a su alrededor, donde las llamas de las velas levantaban más de un metro del suelo. El techo de la habitación parecía haber desaparecido, mostrando una imagen del cosmos que se movía a tal velocidad que les obligo a cerrar los ojos, invadidos por una sensación de mareo ante su visión.

Hermione se soltó de Ron y Ginny y atrajo hacia sí la vasija de Garenk. Tomó una daga de aspecto afilado con la mano derecha, y antes de que ninguno reaccionase, se produjo un largo y profundo corte en la palma de la mano izquierda.

Soltando la daga, aproximo su mano a la vasija y cerró el puño con fuerza, de donde comenzó a gotear sangre. En el instante en que la primera gota callo en el recipiente, un ruido sordo acompañó a un cambio de la luz, que se volvió de un púrpura intenso. Mientras, la ventana al cosmos cambio para mostrar la imagen de unas inmensas llamaradas que hacían de ese paraje lo más parecido al infierno que nunca ninguno de los cuatro habían podido imaginar.

Hermione alzó la vasija por encima de su cabeza.

-¡Ofrezo mi sangre a aquel que habita los confines de los mundos! ¡Prueba mi resistencia, concede mi suplica! ¡Derriba los muros, abre las puertas y tráele de vuelta! ¡¡Thorbeg, yo te convoco, toma mi vida y haz realidad mi deseo!!

Los gritos de Hermione se perdieron en el sonido de un viento huracanado que hizo oscilar a los cuatro amigos.

Un gemido ahogado hizo que Ron, Harry y Ginny mirasen en dirección a Hermione. Terriblemente pálida, los ojos de la chica se tiñeron de negro a la vez que ella soltaba un grito estremecedor. Sin soltar la vasija, la joven bruja comenzó a convulsionarse, como si alguien invisible la estuviese sacudiendo violentamente.

Con precipitación, Ron y Ginny intentaron levantarse y aproximarse a ella para ayudarla, pero Harry los detuvo a ambos, manteniéndolos aún sujetos por las manos.

-¡No! ¡No os acerquéis! – Harry también estaba muy asustado, pero intentaba mantener la calma - ¡La están poniendo a prueba, ella sabía que esto era necesario!

-¡Me da igual la prueba! – gritó Ron - ¡Sea lo que sea eso, la está matando! ¡No podemos dejarla!

-¡Sí! ¡Si que podemos! ¡Ella sabia a lo que se arriesgaba! ¡No la fastidies, Ron! – Harry estaba enfurecido, parecía que sus ojos ardían. Esto bastó para que Ginny y Ron dejasen de intentar liberarse, aunque este último miraba a Hermione con preocupación y a Harry con ira.

-Si le pasa algo, será por tu culpa, recuérdalo... – la voz de Ron fue tan fría que Harry se quedó congelado. Los dos amigos se miraron intensamente, pero la exclamación de Ginny les sacó de su mundo para volver a mirar a Hermione.

Los brazos se la chica se retorcían como si debajo de su piel algo intentase salir a la superficie. Hermione volvió a gritar, y de su boca y sus ojos comenzaron a salir insectos enormes que fueron rodeándolos a los cuatro bajo su mirada aterrorizada.

El chillido de Hermione cesó y sus ojos se volvieron rojos cuando, alzando aún más la vasija, dijo en un susurro:

-Adar epuso disah abeur pal. Ecen etrep soue ugol sonev leuv ed. ¡Oleart, Thorbeg, oleart! ¡YALG!

Con un movimiento brusco, lanzó la vasija de Garnek sobre el suelo. En ese momento, una luz blanca y cegadora los cegó a todos mientras una voz fuerte y profunda clamó:

-¡¡ADI DEC NOC ARES ETAM LAES!!

Un fuerte golpe resonó en toda la habitación, a la vez que todos caían derrumbados por una fuerza invisible.


Un fuerte golpe resonó por toda la casa, sobresaltando a los dos hombres que hablaban en susurros, sentados a la mesa de la cocina.

-¿Qué ha sido eso? – preguntó Snape mirando a su alrededor con inquietud.

-Habrá sido una ventana al cerrarse de golpe. – dijo Lupin sin mucho interés – Debe hacer mucho aire fuera, luego subiré a echar un vistazo.

-Vale... – aceptó Snape, aunque no se le veía muy seguro – Bueno, entonces ¿tú que crees? ¿Debería investigar un poco más?

-Sin duda los mortífagos no tienen escrúpulos, no me extrañaría que hiciesen algo así – el tono de Remus era dubitativo – Deberías investigar un poco más, sí, pero también deberías informar a Dumbledore...

-¡Pero es que me parece ridículo! – exclamó Severus cortando la explicación de su compañero – Si ese es su mejor plan, deben de estar perdiendo facultades.

- Yo no me confiaría. Lo mejor es informar a Dumbledore para que él pueda tomar posiciones. Lo último que necesitamos ahora es un ataque en Hogwarts. – insistió el otro.

- ¿Y que va a hacer? ¿Cerrar el colegio? – repuso Snape escéptico – Lo que nos faltaba, que cundiese la histeria...

- Ya se le ocurrirá algo – comentó Lupin con optimismo – Quizás podría poner más vigilancia en el colegio, o meter allí a más gente de la Orden. Y si es necesario, podría recurrir a...

El licántropo calló de golpe, mirando la puerta en dirección al oscuro pasillo. A la vez, los dos magos empuñaron sus varitas y se dirigieron silenciosamente hacia la salida, pero antes de que pudiesen reaccionar, Ron y Ginny aparecieron en el umbral de la puerta, con el terror pintado en la cara. Ambos cargaban con una Hermione inconsciente y malherida.

-Pero... ¿Qué...? – Snape se quedó perplejo ante el espectáculo, aunque reacciono con rapidez y corrió a ayudar a los chicos antes de que cayeran al suelo.

-¡Ron! ¡Ginny! ¿Qué le ha pasado a Hermione? ¡Dios mío, pero si está...! – Remus corrió también hacia los chicos, examinando a Hermione con horror.

-¡¿Qué demonios ha pasado?! ¿Por qué esta ella así? ¿Qué habéis hecho? – la dureza en la voz de Snape no podía ocultar su preocupación.

Con la ayuda de Lupin, Ron y Ginny sentaron a su amiga en una silla, antes de caer con agotamiento en las sillas contiguas.

-Señor Weasley, le estoy pidiendo una explicación – Snape le miraba enfadado, aunque en esos momentos, lo último que le preocupaba era la rabia de su profesor.

-Luego. – dijo con un hilo de voz, demasiado cansado hasta para hablar. Señaló a Hermione con una mano – Ahora, ayudadla. Ya.


Harry vio como sus tres amigos salían escaleras abajo. Con un suspiro, cerró la puerta tras ellos y se giró para contemplarle.

Allí, en mitad de la habitación, con un aspecto desmejorado y una túnica raída, estaba su padrino.

Tenía pulso, lo había comprobado, pero estaba inconsciente. Y no sabía si despertarle; no sabía como reaccionaría... Pero su alegría por ver a Sirius era mayor que todos sus temores.

Tembloroso, se arrodilló junto a Sirius e, incorporándolo un poco, le sacudió débilmente. Al cabo de unos segundos, Sirius abrió los ojos. Harry se estremeció. Aquella mirada era la más triste y las más asustada que había visto en toda su vida.

-¿Sirius? ¿Sirius, estás bien? – preguntó Harry con suavidad, incorporando un poco más a su padrino.

El aludido abrió la boca, pero apenas pudo murmurar algo que Harry no llegó a oír.

-¿Puedes levantarte? Venga, yo te ayudo – haciendo acopio de todas sus fuerzas, tomó a Sirius por los brazos y, lentamente, lo levanto del suelo y le hizo sentarse en la única silla que había, junto a la ventana.

Sirius miraba desorientado la habitación, como si no terminara de recordar que era aquello o donde estaba. Al posar su mirada de nuevo en Harry, que le observaba con preocupación, la luz del entendimiento iluminó tenuemente sus ojos.

-Harry... ¿Eres tu... Harry? – susurró, obligando a su ahijado a inclinarse para poder oírle.

-Si, Sirius, soy yo, Harry... – antes de que el muchacho pudiese reaccionar, el hombre le abrazó con fuerza como un niño aterrorizado.

-Harry... ¿Dónde estamos? ¿Qué es esto? ¿Es esto... el infierno? – Sirius continuaba apretando con fuerza a Harry contra él.

-Tranquilo... Sirius, tranquilízate, por favor... – Harry abrazó también a su padrino con fuerza, sintiendo como unas lágrimas repentinas recorrían sus mejillas.

Ninguno de los dos dijo nada durante un rato, y continuaron en la misma posición. A cualquiera que hubiese estado observando la escena le hubiese enternecido la fuerza con la que el chico, casi un niño, protegía al adulto con sus brazos.

Lentamente, Harry se apartó, obligando a Sirius a sentarse y situándose enfrente de él.

-Sirius, ¿sabes donde estás? – susurró Harry. Sirius negó con la cabeza, estremeciendo como si tuviese frío – Estamos en la casa de tus padres, en la mansión Black, Sirius. Te hemos traído de vuelta a casa.

-Esto es el infierno... – repitió Sirius.

-No, Sirius, donde fuese que estuvieses... Eso ya se terminó, estas en casa. Has vuelto.

Sirius seguía confuso, sin ni siquiera atreverse a mirar a Harry. Su ahijado le tomó por los hombros, intentado reconfortarle.

-Vamos, Sirius, vamos a buscarte algo de ropa. Te daremos una poción o algo así... – con la ayuda de Harry, Sirius se incorporó con algo más de fuerza aunque seguía muy confundido – Animo, Sirius. Venga, te sentirás mejor...

Con cuidado de no hacer movimientos bruscos para no alterar a Sirius, Harry abrió la puerta de la habitación y salió, seguido de su padrino, que caminaba lentamente y arrastrando los pies en dirección a las escaleras.

-El infierno... – volvió a murmurar, aunque Harry no alcanzó a escucharle.

Harry continuó observándole, mientras que la preocupación y la alegría se fundían en su corazón. Con un suspiro, cerró suavemente la puerta y se apresuró a seguirle, tomándole del brazo. Su padrino se agarró a él fuertemente, y juntos comenzaron a bajar las escaleras.

CONTINUARÁ...


Bueno, qué os parecio??? Me costó muchisimo hacer todo lo del ritual, jejejeje, se ve que no tengo la misma imaginación que la Rowling... En fin, lo intenté, que no es poco, a ver si a vosotros os gusta. Lo que es la base de la historia ya está practicamente, poruqe la situación ya esta practicamente presentada. Espero que en los proximos capitulos se anime un poquito más la cosa, porque casi os estoy viendo dormidos delante de la pantalla...

Venga, muchos besitos, y decidme que os ha parecia, please.

Ela