AMANDO LA VIDA

Disclaimer: Estos personajes no son de mi propiedad. Ni de la propiedad de J.K. Rowling, ni de la Warner... Estos personajes son tuyos, lector, porque eres tu quien da vida y valor a nuestros mundos maravillosos en tu cabeza. Nunca dejes de hacer volar tu imaginación...

Dedico este capitulo... Que narices! Dedico el fic entero a mis queridos y unicos lectores: Ana Maria, Alex y Nury. Son tres, sé contar; son pocos, lo sé. Pero me da igual, porque valen millones y por ellos sigo el fic. Sois maravillosos! Montones de besitos a los tres.

6. DE NUEVO NORMAL

· No consigo entender como Dumbledore ha permitido esto – repitió Hermione por enésima vez consecutiva.

· Relájate, Herms. Disfruta del día. No te estreses, vivirás más... – Ron daba vueltas, brincando de un lado para otro, gozando de aquel inesperado día de sol tras el otoño más duro que se recordaba en años.

Los dos amigos salían discutiendo del comedor, vigilados de cerca por Harry, Neville, Ginny y Luna, que observaban el diálogo como en un partido de tenis. En el vestíbulo se amontonaban alumnos de tercero en adelante, que aguardaban el permiso de Filch para salir en tromba del castillo del que, por culpa de las lluvias y el incesante frío, no habían abandonado desde primeros de Septiembre.

· Te repito que me parece una imprudencia. ¿Tantas medidas de vigilancia y después nos deja ir a Hogsmade en Halloween? Encima es el peor día del año, va a estar a tope de gente... – continuaba protestando la chica.

· El director quiere que haya un ambiente de normalidad – intervino Ginny en defensa de su hermano.

· Sí, no puede tenernos encerrados aquí por siempre – dijo Neville, que tomaba aire del exterior como si no hubiese respirado en meses.

· Además, casi todos los profesores van a estar allí vigilando – apuntó Luna, mirando distraídamente al lago.

· De acuerdo, pero... ¿Y si hay un ataque? – siguió Hermione en sus trece.

· No creo que eso suceda – afirmó Harry. Si fuese a ocurrir algo de tal magnitud, su cicatriz ya le habría avisado; sin embargo, ésta llevaba semanas en calma.

· ¿Y eso sólo porque tú lo digas? – inquirió la joven de mal talante.

· Hogsmade es un territorio demasiado importante y cercano a Hogwarts como para que Quien-tú-sabes se atreva a poner un pie antes de asegurarse una buena ofensiva. Aún no están del todo bien organizados y le faltan muchos mortífagos, así que de atacar algún sitio, lo más probable es que se dirija contra los muggles, que no presentarían ninguna defensa.

La perspicacia e inteligencia del chico (forjadas en la estrategia durante años y años de partidas de ajedrez), hicieron trastabillar a Hermione con sorpresa y dejar alucinados a sus amigos, que en ese momento le miraban fijamente parados en la mitad del camino.

Fue Neville el primero en decidirse a hablar:

· Todo aquel que ahora mismo esté asustado, que levante la mano – cinco manos se alzaron en aire y Ron se sonrojó, echándoles a todos una profunda mirada de rencor, lo que hizo reír a los demás.

· Era sólo una teoría... – murmuró el pelirrojo, poniéndose de nuevo en marcha.

Pero, por lo visto, su teoría fue lo bastante convincente como para que Hermione callase y no volviese a mencionar el tema, cosa que todos agradecieron al chico infinitamente.

Al llegar a la puerta de entrada a los terrenos del castillo, les tocó esperar en una cola, mientras los profesores los distribuían en grupos lo suficientemente manejables como para que un profesor pudiese vigilarlos en el trayecto hasta el pueblo.

· ¿No están aquí esas horribles criaturas? – preguntó Ginny mirando en dirección al camino por el que ya empezaban a bajar estudiantes.

· Pues debe ser que no – contestó Neville, echando una ojeada en torno a sí – Lo habríamos notado¿no?

· Los billbert pueden hacerse invisibles a voluntad, de forma que no podamos detectar su presencia – informó Luna, clavando sus brumosos ojos en el pobre chico como si hubiese dicho la tontería más grande del mundo.

Las palabras de la joven, que por lo general habrían sido ignoradas despiadadamente, provocaron en sus amigos en incluso en los grupos colindantes que habían oído el comentario, una curiosa agitación, dando vueltas e intentando controlar todos los ángulos posibles.

· ¿Se puede saber de donde sacas tu todo eso? – interrogó Ron con semblante preocupado y voz impertinente.

· Cualquier tonto lo sabría. Es conocido desde hace años. De hecho, los billberts y los snorlacks fueron descubiertos con un intervalo de unos pocos meses en el año 1874 por...

Fascinada por su relato, Luna no pudo notar como su audiencia ponía los ojos en blanco, rogando a todos los dioses que conocían por que una súbita afonía asaltase a la chica.

Tan ensimismados en sus suplicas estaban todos que no llegaron a oír unas palabras pronunciadas apenas unos metros más atrás y que, de haber escuchado, les hubieran parecido sumamente interesantes.

· ¿Lo conseguiste?

· Será hoy. Aunque tendrá que esperar a que los profesores se despisten o relajen la vigilancia – corroboró a su lado el chico, hablando todo lo bajo que podía y por la comisura del labio.

· ¿Será exactamente como os dije? – su compañera parecía sumamente nerviosa.

A unas horas de la realización de su plan, temía que el trabajo de casi dos meses cayese por la borda por la incompetencia de aquel inútil.

· Confía en mí.

· No sé por qué tendría que hacerlo... – aunque lo cierto es que el joven mostraba una seguridad en sí mismo que hasta entonces no había visto nunca, así que decidió creerle.

· ¿Fue difícil? – se compadeció ligeramente su otra compañera, situada tras él.

· Nah, sabía como hablarle, las palabras adecuadas y aceptó sin pensarlo – le quitó importancia el chico – Y la verdad es que tenías razón, es un plan excelente, el definitivo.

· Gracias... – se complació la chica con las alabanzas de su secuaz – Veremos que ocurre.

· Va a ser muy divertido. Te lo prometo – dijo el chico sonriéndose.

Había preparado una sorpresita que, seguro, les encantaría a todos. Por fin se ganaría un nombre en las filas del Señor Tenebroso y dejaría de obedecer ordenes de aquella estúpida.

Sí, sin duda, algo tan retorcido tendría que funcionar...


El profesor Lupin estaba de muy mal humor aquella mañana. Le esperaba un día entero patrullando por Hogsmade a la espera de un posible ataque; los alumnos estaban más revoltosos que nunca, impidiendo que los contase y ordenase debidamente; Sirius no ayudaba mucho mientras se dedicaba a juguetear con unos estudiantes de cuarto, haciendo que se tropezase continuamente, y por añadidura, Snape no había dejado de refunfuñar en todo el rato que llevaban juntos.

· Te digo que esto es una mala idea, Lupin. Podría pasar cualquier cosa...

· Si Dumbledore ha decidido que es posible, es porque lo es – en realidad, Remus tampoco estaba muy de acuerdo con el director, aunque prefería tragarse la lengua a darle la razón al amargado profesor.

· Va a pasar algo, lo sé. Tengo un mal presentimiento.

· No seas agorero, no va a pasar nada.

· Lo que yo te diga. Hay cosas que huelo desde lejos. Es como un sexto sentido.

· En realidad, el olfato es uno de los cinco – replicó el licántropo, hastiado.

El perro, que brincaba a su alrededor soltó un sonido, a mitad de camino entre un ladrido y una risa, obligando a su amigo a soltarle una patada con mala puntera, que aún errando en su objetivo, pretendía hacerle callar.

El que desgraciadamente no calló fue Snape, que siguió protestando, incrementando poco a poco el dolor de cabeza de Lupin, mientras Sirius seguía causándole problemas.

· ¡Ya está bien¡Estoy harto de los dos! – acabó por saltar el hombre, sorprendiendo a los estudiantes de alrededor, que no estaban acostumbrados a ver a su amable profesor tan irascible – Hocicos, con este grupo. ¡Vamos, desfilando! – el perro agachó las orejas graciosamente y se encaminó a la salida seguido de un pequeño grupo de alumnos de tercero – Profesor Snape, venga conmigo – dicho lo cual, él también se dirigió al sinuoso camino que conducía a Hogsmade.

Durante una parte del trayecto todo volvió a la calma y Snape no volvió a abrir la boca, pero el profesor de Pociones parecía tener algo en la cabeza, y su repentino silencio no parecía capaz de retenerlo.

Finalmente, la curiosidad pudo con Remus, que se decidió a preguntar:

· ¿Ocurre algo, Severus?

Durante un instante, el hombre luchó consigo mismo, hasta que se decidió a contestar.

· ¿Cómo está Black? – si en aquel preciso instante Snape hubiese caído fulminado por un rayo, Lupin no habría quedado más sorprendido.

· ¿Y eso?

· No sé – su compañero se encogió de hombros, restándole importancia – No he hablado con él. No se cómo le va después de...

· Pues... – Remus miró al frente, donde unos metros más allá su compañero avanzaba, haciendo carreras con unos críos y dejándose ganar. Dudaba si contarle o no la verdad, precisamente a él, pero necesitaba desahogarse antes de empezar a hundirse él también – Parece que en estos meses va aclimatándose, pero creo que me engaña, que nos engaña a todos.

A Severus no debió de parecerle nueva aquella información, ya que se limitó a preguntar:

· ¿Por?

· Supongo que disimula por no apenar a Harry o preocuparnos a nosotros, pero no es feliz, lo sé.

· Bueno, ha debido de pasarlo mal, es lógico que...

· No quiere seguir viviendo. Tengo miedo de que Dumbledore le mande a alguna misión, de que lo perdamos de vista y... acabe con todo.

Ensimismado en sus propios miedos, Remus no pudo sentir la agitación de Snape al oír que Sirius no quería vivir. Dudaba si contarle al hombre lo que su compañero le había revelado, pero internamente sabía que o era a él a quien le correspondía contarlo.

· Tienes que ayudarle a superarlo – dijo Snape en un tono mucho más suave del que solía usar – Demostrarle que tiene que seguir viviendo, no por Potter ni por nadie, sino por él mismo. Hacerle ver que le espera un buen futuro.

Remus se estremeció al notar el parecido de esas palabras con las que Sirius había pronunciado unos meses antes, y se preguntó angustiado si tendrían el mismo origen.

· ¿Sabes tú algo? – interrogó el profesor de Defensa con suspicacia, pero el otro negó con la cabeza.

· Le ofrecería mi ayuda, pero no creo que la aceptase. En cualquier caso, para lo que necesites, estoy aquí.

Con un gesto de cabeza se despidió de Lupin, el cual se percató de que acababan de entrar en Hogsmade, y tomó un camino hacia las afueras del pueblo, dejando a su compañero allí plantado, mientras las dudas llenaban su cabeza.

Sirius tiró con cuidado de su manga, y su amigo procedió a seguirle de forma maquinal, a la vez que se preguntaba por qué esa forma de actuar, por qué Snape parecía sentirse tan culpable...


Al salir a la brillante luz del sol desde la penumbra del interior, la resplandeciente tarde cegó a todos momentáneamente y les obligó a frotarse los ojos con somnolencia.

· Bueno¿y ahora que hacemos? – preguntó Ron estirándose con pereza.

· Estoy demasiado llena para moverme – afirmó Ginny, que tras la agotadora mañana y la sustanciosa comida no se veía con ganas de nada, salvo, tal vez, de echarse una larga siesta.

· Podríamos dar un paseo, a ver i nos despejamos – propuso Neville, aunque desistió tras las muecas de horror de sus acompañantes.

· ¡Eh! – murmuró Luna desde su lejano mundo aparte - ¿Qué tal si vamos a la Casa de los Gritos?

· ¿Y se puede saberse que haremos allí? – replicó, como no, el pelirrojo.

· Dicen que está lleno de fantasmas – comentó su hermana.

· Dicen que es la casa más embrujada de Inglaterra.

· Dicen que sus habitantes necesitan cerebros sanos e inteligentes para sus rituales de resurrección.

Luna, por supuesto. Silencio incómodo y risitas contenidas.

· Estupendo, entonces estoy a salvo – informó Neville, haciendo como que suspiraba con alivio, provocando varias risas – Podría ser interesante.

· Sí, no es mala idea.

· Es una estupidez – concluyó Ron – allí no hay nada.

· ¿Entonces por qué te da miedo ir? – interrogó Luna alzando una ceja.

· ¿Miedo¡No me da miedo! – se alteró el otro.

· Claro que sí. Mírate, pareces un crío asustado.

· ¡No lo parezco!

· Mejor lo dejamos para otro día, chicos. No está bien que asustemos a Ronald.

· ¡No¡Vayamos! – aulló Ron, que, muy molesto, parecía haberse desprendido del sopor que le había infundido el almuerzo.

· Da igual. No podremos acercarnos a menos de un kilometro. Para eso no merece la pena ir hasta allí – continuo Luna picando al chico con las más absoluta tranquilidad.

· ¡Apuesto lo que quieras a que me acerco más que tú¡VAMOS! – y sin delicadeza alguna, tomó a la chica de la mano y se dirigió furioso al camino que conducía a las afueras del pueblo.

· ¡Esto no me lo pierdo! – exclamó Ginny, corriendo tras ellos.

· ¿Venís? – preguntó Neville a Harry y Hermione antes de seguir los pasos de la joven.

· Necesito hacer unas compras – dijo apenada la chica, que parecía lamentar profundamente lo de perderse el espectáculo.

· Tranquila, yo te acompaño – se ofreció el otro con amabilidad.

· Haré fotos – prometió Neville con una sonrisa, antes de seguir a una vapuleada Luna por la empinada cuesta.

Los otros dos, por su parte, tomaron la calle principal de Hogsmade, riendo ante la actitud pueril de su amigo. En poco más de media hora, Hermione se aprovisionó de papel, tinta, plumas, material para pociones y libros diversos mientras Harry aprovechaba para comprarle a Hedwig una nueva y bonita jaula dorada.

Durante el trayecto, no faltaron encuentros con diversos profesores e incluso personal del Ministerio. Todos parecían nerviosos en extremos y caminaban con cautela entre las decenas de estudiantes y personas del pueblo, vigilando cualquier movimiento que se saliese de lo habitual.

Lo cierto es que la situación se estaba haciendo insostenible. Desde Junio, apenas se habían producido un par de ataques, tentativas que parecían haber hecho desistir a Voldemort y compañía de nada a mayor escala.

Los últimos tres meses de absoluta calma parecían un indicio más que claro de que en ese momento la guerra no se vivía en encarnizadas batallas, sino en las frías paredes del Ministerio, donde todos parecían sospechosos de espionaje.

Una desconfianza que mermaba las fuerzas del bando de la luz y que dificultaba la victoria, sobre todo en el caso en el que, como todos temían, aquella tranquilidad fuese el presagio de la ofensa definitiva de los mortífagos; una ofensiva que en esos momentos nadie se veía capas de rechazar.

Ajenos a aquella debacle, los dos jóvenes se dirigían cargados de bultos a las afueras del pueblo, dispuestos a recoger los pedazos que quedasen del destrozado ego de Ron, charlando y riendo con alegría.

Aunque hubo algo que distrajo a Harry de su conversación con Hermione; más concretamente, alguien. Tan bonita como siempre, aunque con los ojos algo más fríos y el semblante más sereno, Cho Chang descendía por el camino en dirección contraria a la de Harry, acompañada de la persona que menos podía imaginar.

· ¿Es aquel Zacharias Smith? – intentó cercionarse el chico en un susurro.

· Eso parece. ¿Qué demonios hace con Chang? – dijo Hermione, aparentemente molesta.

En aquel instante, las dos parejas se dieron alcance, ambas en completo silencio. Tímidamente, Smith saludó a Harry con la cabeza, gesto que el moreno le devolvió incomodo. Por su parte, Cho continuó su camino sin dignarse a mirarle.

Sintiéndose ofendido, el chico se volvió viendo como los dos se iban alejando por el camino en dirección a la calle comercial, retomando su conversación. De nuevo giró la cabeza, encontrándose con la curiosidad muy mal disimulada de su amiga. Sin pronunciar una sola palabra, Harry tomó con fuerza los paquetes que cargaba y comenzó a caminar muy airado, seguido al trote por Hermione, la cual había hecho (para su desgracia) bastantes más compras que él e iba notablemente cargada, hecho que terminó por agotar a la chica.

· Harry... – farfulló, deteniéndose y respirando agitadamente - No... no puedo... más. Descansemos... un... poco.

A regañadientes, el aludido detuvo el paso, dejando los bultos en el suelo y sentándose junto a Hermione en una roca situada al borde del camino. Continuaron así durante unos minutos, mientras Hermione se recuperaba y Harry miraba el paisaje con apostura atormentada.

· ¿Tanto te afecta? – se decidió por fin la chica a hablar.

· ¿Qué?

· Ver a Cho. Pensé que ya no te importaba. Cuando te conté lo de Michael Corner te dio igual.

· Sirius acababa de morir. Y terminaba de enterarme de... – Harry cortó su atolondrado discurso justo a tiempo – Tenía problemas más importantes que esa niñata engreída¿sabes?

Ante su sorpresa, la joven comenzó a desternillarse.

· ¡Ja, ja, ja¡Hablas como una damisela ofendida, Harry! Ja, ja, ja...

Con esto sólo consiguió que el chico se enfadase aún más y se revolviese en su asiento.

· Mira... No puedes ponerte así. No sé lo que pasó entre vosotros, pero tampoco fue para tanto – intentó explicarle la joven.

· ¿Y esos aires de grandeza¡Se cree superior a mí y yo no le he hecho nada!

· Supongo que está dolida.

· Creo que estoy un poco pez en el tema "Mujeres", pero... ¿Tiene derecho una chica a sentirse dolida porque un chico la este siguiendo casi tres años como un perrito faldero y porque soporte que cada vez que hablamos se eche a llorar como si fuese la catarata viviente más grande del mundo? – barbotó Harry, enervándose con cada palabra que decía hasta acabar la frase a gritos.

Hermione se limitó a reirse de nuevo.

· Acabaré por escribir un libro, lo sé... No es por eso. Ella creía que estabas interesado en mí.

· ¡Ah! – exclamó el otro viendo la luz – Bueno, y porque, en teoría, me gustes¿eso le da derecho a mirarme con desprecio y por encima del hombro?

· Je, je... Supongo que te equivocaste, chico.

Harry suspiró derrotado, apoyando la cabeza en el hombro de su amiga con un divertido patetismo.

· Por lo visto... Creo que la próxima vez elegiré con más cuidado.

Permaneció allí un momento, antes de levantarse sacudiéndose el polvo de la ropa y tendiéndole una mano a la chica.

· ¿Vamos?

Hermione tomó su mano para incorporarse, pero la piedra en la que estaba sentada, situada en un altillo, resultó ser una trampa mortal. La joven tropezó, precipitándose hacia el suelo aún sujeta a Harry, quien con excelentes reflejos la tomó del otro brazo, atrayéndola hacia sí para evitar que cayese de bruces.

Y así se quedaron, con la cara del otro a apenas unos centímetros, con las manos de uno en los brazos de la otra mientras las de Hermione se sujetaban con fuerza al cuello de Harry, y extremadamente juntos. Ambos se sonrojaron pero no se desprendieron de aquel inesperado abrazo. Un torrente de emociones los recorrió a la vez a los dos mientras entornaban los ojos y se iban acercando poco a poco... Ocho centímetros, cinco, tres, dos...

¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS!

Los dos jóvenes, violentamente interrumpidos, volvieron sus cabezas con rapidez en dirección a la procedencia del sonido.

· Felicidades, Potter, Granger... Acabáis de protagonizar la más penosa escena que he visto en toda mi vida.

El personaje más odiado por ambos descendía por el camino, seguido por su compañía de matones y aplaudiendo con una sonrisa burlona dibujada en el rostro.

Harry le miró con ganas de matarle y soltó algo parecido a un gruñido.

· Malfoy...


· ¿Ves como no tengo ningún problema en acercarme? – sonrió Ron con suficiencia.

· Oh. Estoy impresionada – murmuró Luna desapasionada.

Las risas de los otros dos enfurecieron al pelirrojo, aunque acompañó a sus amigos en su paseo, siguiendo la verja que rodeaba al viejo caserón.

· Realmente parece terrorífica... – confirmó Neville.

· ¡Entremos! – exclamó Ron emocionado.

· ¿Cómo? – preguntó el otro, confuso.

· ¡A la casa! Veámosla por dentro.

· No puede entrarse... – informó Ginny apenada, señalando las múltiples cadenas y candados.

· Podemos saltar la verja – propuso su hermano, moviendo los hierros tentativamente para comprobar su estabilidad.

· ¡Genial¡Si te abres la cabeza los fantasmas lo tendrán más fácil para coger tu cerebro! – celebró Neville con falsa animación.

· Mejor que lo dejemos... – dijo Luna mirando a la casa de manera aprensiva.

· Vaya, así que ahora TÚ tienes miedo... – replicó Ron henchido de orgullo.

· En realidad, no. Has llegado hasta la verja, Ronald, es toda una hazaña. No quisiera provocarte un trauma psicológico.

Nuevamente los chicos se rieron del pelirrojo vencido. Este preparaba una airada contestación cuando notó como frente a él, Luna abría los ojos desmesuradamente.

La chica comenzó a hablar con una voz que no parecía la suya:

· "Del Bien mutará una fuerza, la más poderosa jamás vista... Retará al Señor Tenebroso en terrible duelo... El mundo estará condenado... El amor la creará y en el amor hallará su destrucción... De la muerte vendrá su condena, de la victoria del enemigo su salvación... Del Bien mutará una fuerza... El mundo estará condenado..."

Su mirada brumosa se había teñido por completo de negro cuando, al perder fuerza sus palabras, la joven cerraba los ojos y caía al suelo, temblando con violentas convulsiones.

Ron se arrojó también al suelo, sujetándole la cabeza para evitar que ésta golpease en el suelo en una de las sacudidas.

· ¡LUNA¡Luna, despierta! – el chico estaba histérico al no saber como ayudar a su amiga; los otros dos se habían quedado completamente paralizados - ¡Dios mío¡¿Qué te ocurre? Luna, por favor, por favor, despierta...

Tan repentinamente como habían aparecido, las convulsiones cesaron y Luna despertó agitada como de un mal sueño.

Ron ya tenía el susto en el cuerpo, pero ver como la chica perdía su habitual ligereza y abría los ojos, desorbitados de terror, le marcó más que nada. La pobre se aferró a los brazos del chico, temblando de nuevo, ahora de miedo.

· Una... una mujer... toda de negro... Formaba una... una bola... de energía... que... que arrasaba... arrasaba ciudades... destruía... las personas se deshacían... ¡Destruía el mundo¡Dios mío!

· Tranquila, ya... Ya pasó, estoy aquí, tranquila... – la consolaba Ron, mirando interrogante a los otros dos, que seguían inmóviles.

· ¿Qué... qué demonios fue eso? – susurró Ginny.

· Una... – incluso a Neville le parecía una tontería lo que iba a decir, pero tenía una corazonada - ¿Una profecía?

El chico no tuvo tiempo de ser contestado, pues hasta ellos llegó un agudo grito de mujer que les perforó los tímpanos.

Por instinto, todos, inclusive Luna, tomaron su varita.

· ¿Y ahora..¿Qué fue eso? – preguntó Ron, que seguía meciendo a Luna para que ésta dejase de llorar.

El sonido provenía del camino que llevaba de vuelta al centro de Hogsmade.

· ¡HARRY¡NO!

Los cuatro reaccionaron mirándose con pavor, y salieron corriendo en tromba.


· ¡Ir a las afueras y liarse a puñetazos¡Os parecerá bonito¡Esta noche todos en mi despacho¡No admito excusas!

Una bandada de cuatro o cinco chavales descendió por el camino, todos cabizbajos bajo la furiosa mirada de su profesor Defensa.

Realmente estaba de MUY mal humor. Remus Lupin no se veían con fuerzas de aguantar otras tantas horas allí.

"¡Estúpidos críos! Donde esté una buena banda de mortífagos..."

Una agudo grito de mujer llegó a sus oídos, perforándole los tímpanos.

"Era broma..." pensó con desesperación.

El sonido provenía del camino que llevaba a la Casa de los Gritos.

· ¡HARRY¡NO!

Con rapidez, el tomó fuertemente su varita y se dirigió a la fuente de los gritos, preguntándose asustado que encontraría al llegar allí.


Resultaba agotador estar transformado continuamente en perro. Oculto tras la maleza en un pequeño bosquecillo totalmente desierto, Sirius adoptó su forma humana y estiró sus doloridos músculos.

Dando unos pasos entre los arboles, el animago disfruto de la sensación de caminar con una visión superior, en más de un metro, a lo acostumbrado.

A su mente vino la idea de que era una imprudencia estar allí sin transformarse y que alguien podría verle, pero lo desechó. Allí no podría encontrarle nadie.

· ¿Black?

Mierda, pues si que podían.

Se volvió para ver allí el conocido, pero no por ello más agradable, rostro de Severus Snape.

· ¡Snivellus¿Puede saberse que haces aquí?

· Pues...

· En cinco palabras o menos.

Snape levantó el puño y fue alzando los dedos uno a uno según hablaba.

· Dando... un... pequeño... paseo – sonrisa macabra – Gilipollas.

· Ja-ja. ¿Me has seguido?

· Algo así - reconoció el hombre sin inmutarse.

· ¿Y se pude saber por qué me has seguido? – preguntó Sirius en un tono falsamente cordial.

· Vi que te metías por aquí y... Yo que sé, a lo mejor te entraban ganas de tirarte por un precipicio y tenía que salvarte de una muerte horrible.

Golpe bajo.

· Salvarme... Salva los bosques¿quieres? – contestó el hombre de forma despótica, andando entre los arboles.

· Enternecedora la escena del lago del otro día. Casi lloro – dijo Severus con voz fría.

Nuevo golpe bajo.

· ¿Ahora te dedicas a espiarme por las noches? De verdad, Severus, que necesitas una novia.

· Vete a la mierda.

· Agradezco tu interés en mi vida, pero te recomiendo que te compres una propia.

· Tu amigo Lupin me estuvo llorando esta mañana que no eres feliz, que no quieres vivir, que no sabe lo que te ocurre... ¿Te parece justo preocupar así a la gente que te quiere?

Snape solo estaba diciendo verdades, y Sirius lo sabía perfectamente, sólo que no quería oírlas.

· Ese no es tu problema. Metete en tus asuntos.

· ¡Oh, pobre y pequeño Sirius! No quiere estar vivo, no quiere estar muerto. ¿Qué es entonces lo que quieres, pequeño Sirius? – se burló Snape.

· Que te pierdas. Que sabrás tú...

· Bueno, puede que no haya estado en ninguna dimensión divina últimamente, pero se una cosa o dos sobre tormentos interiores. Y por hacerte la víctima y preocupar a los que te rodean no lo vas a pasar mejor.

· ¡No me hago la víctima! – saltó Sirius, furioso, saliendo de entre los arboles para plantarle cara a su compañero – Entonces¿qué es lo que tengo que hacer, según tu experta opinión?

· ¡Sigue adelante!

· ¡Y que te crees que estoy haciendo, imbécil!

· ¡Pues deja de lloriquear por las esquinas y de buscar a la muerte! Si de verdad la quieres, yo mismo te la daré, pero no te creía tan cobarde como para eso...

· Cobarde... – murmuró con dolor, acusando la palabra como si fuese un puñetazo – Qué sabrás tú de mí...

Snape clavó los ojos en Sirius, y su mirada expresó todo lo que quería decir.

"Más de lo que crees..."

Durante el silencio que siguió, ninguno de los dos dijo nada ni supo reaccionar.

Una agudo grito de mujer les sacó a ambos de sus cavilaciones, a la vez que les perforaba los tímpanos.

Instintivamente, los dos echaron mano a su varita.

El sonido provenía del camino que transcurría paralelo al bosquecillo.

· ¡HARRY¡NO!

En un instante, Sirius se transformó en su forma animal y los dos salieron corriendo en busca del problema.


· Malfoy... – gruñó Harry mientras se separaba de Hermione, aún ruborizado - ¿Qué haces aquí?

· Disfrutar del espectáculo, por supuesto. No me reía tanto desde hacía años.

En efecto, tanto él como sus amigos parecían pasarlo en grande con el ridículo que los dos chicos estaban pasando en ese instante.

· Largo.

· ¿Irme? Creo que no, gracias.

Draco se aproximó lentamente a la pareja, mientras sus guardaespaldas quedaban en la retaguardia.

· Vaya, así que hora estás liado con una "sangre sucia". Bueno, no puedo decir que me sorprenda, de tal palo tal astilla. Además, seguro que es lo mejor que pudiste encontrar...

Los comentarios de Malfoy sobre Hermione iban enfureciendo a Harry más y más, aunque sentía la mano de su amiga en el hombro, advirtiéndole de que se contuviese.

No estaba muy dispuesto a seguir aquel consejo cuando un movimiento tras su enemigo le alertó. Crabble y Goyle parecían haberse esfumado, escondidos entre los árboles que rodeaban el camino.

Fijando su mirada con más detenimiento en el rostro de Draco, que se encontraba a un par de metros de él, notó como una extraña sombra cruzaba sus ojos grises, mientras miraba aterrorizado algo situado detrás de Harry.

· Harry... – susurró Hermione.

Al darse la vuelta, sintió como los vacíos ojos de un billbert estaban clavados en él a la vez que una especie de sonrisa deformaba su rostro, avanzando a unos centimetros del suelo.

Con un rápido movimiento, la criatura empujó a la chica con violencia. Harry pudo vislumbrar como la cabeza de su amiga golpeaba con la roca en la que habían estado sentados unos minutos antes, aunque no pudo ver mucho más, ya que el billbert lo tomó en volandas.

Hermione se incorporó con dificultad y se llevo una mano a la dolorida cabeza, asustándose cuando vio esta teñida de sangre. Fue entonces cuando lo vio. El billbert sostenía a Harry sobre el aire con una mano. En la otra mostraba unas largas y afiladas garras.

El alarido de pavor de la chica pudo escucharse claramente a muchos metros de distancia a la redonda.

El zarpazo desgarró la camisa de Harry y cruzó su pecho, herida de la que inmediatamente comenzó a brotar sangre mientras el chico caía al suelo con un golpe seco, inconsciente, y el billbert desaparecía de la vista.

· ¡HARRY¡NO!

CONTINUARÁ...


Hola!
Bueno, esta vez creo que me he portado, me parece a mí, porque solo he tardado una semanita, y eso que aun no han hecho días de 48 horas, cosa que no me vendría nada mal. Además es el capitulo mas largo hasta la fecha, espero que no se os haya hecho eterno.

Me parece que por fin he conseguido dejarlo interesante (ya me diréis que tal se me ha dado). Y lo que si que puedo decir es que ahora esperan unos cuantos capítulos bastante emocionantes, que a mi particularmente, que soy la única que sabe lo que va a pasar (jejeje :D) me encantan! Por el momento son mis favoritos, ya me diréis vosotros que tal. Creo que me daré prisita en sacarlos, porque me tienen sin dormir casi, jejeje.

¿Por cierto, que os pareció la profecía? Puff, lo que me costo, se ve que no tengo la labia de Rowling, pero en fin, se hace lo que se puede.

A Nury, pues la verdad es q si, este Sirius esta aposta para dar mucha, mucha penita. Tu niño? Bueno, a discutiremos eso :P Pues slash en principio no es (la verdad es q tenia otros planes para Remus, jejeje), pero bueno, ya veré, porque, x increible que parezca, Siri-boy se me ha quedado descolgado, románticamente hablando. Será que mi inconsciente quiere que sea única y exclusivamente para mi? Es probable, jajaja. Por cierto, me gusto lo de la escena erotico-festiva... La espero con ansia, jajaja! Muchos besitos, wapetona.

A Alex, pues la verdad es que me resulto algo difícil escribir esa escena, porque no quería pasarme de dramática, pero lo que quería reflejar es lo confuso y lo mal que esta Sirius, así que a lo mejor me quedo algo rara, me alegra de que te gustase como quedo. Por cierto, espero que ya estés mucho mejor, y esa ayuda que me ofreces, prometo pedírtela cuando me quede sin imaginación (osea mu pronto, jejeje). Tu también tienes toda la mía. Por cierto, estoy a ver si saco un ratito y leo tu fics, seguro que están genial. Bueno, besotes, y gracias por seguir leyendo.

Y a Ana Maria... Se me olvido contestarte en el otro chap, lo siento! (Ela se auto-bofetea en señal de arrepentimiento). Pues a Sirius le esta costando animarse, y aunque intenta q los demás no se preocupen por el, sus amigos le conocen demasiado y saben que miente. Y el problema es q nadie va poder hacer mucho, porque los problemas llegan a montones, y va a tener que ser el mismo el que descubra con el tiempo q todo merece la pena. Muchos abrazos, y por favor! Continua tu fic! No me quedan uñas:D Bye!

Por ultimo, quería deciros que me hecho socia de una comu llamada Story-Weavers (groups. donde en el apartado Mensajes Exponer fics podréis ver un monton de enlaces a historias muy buenas, y donde tambien he puesto una discursion con esta historia, por si interesa, o para recomedarme a vuestros familiares , amigos, enemigos.. lo que sea (insertese aui una carita de desesperacion) :P

Muchos besitos a todos y os espero en el proximo chap!

Ela :)
Miembro de la Orden Siriusana
Story-Weaver