AMANDO LA VIDA
Disclaimer: Estos personajes no son de mi propiedad. Ni de la propiedad de J.K. Rowling, ni de la Warner... Estos personajes son tuyos, lector, porque eres tu quien da vida y valor a nuestros mundos maravillosos en tu cabeza. Nunca dejes de hacer volar tu imaginación...
Recomendacion: Leed este capitulo acompañados del Primer Movimiento de la Quinta Sinfonía de Beethoven. Ya se que parece una tontería, pero yo lo escribi con ella como fondo, y esa banda sonora le da mucha más emoción, sobre todo en las escenas intermedias. Espero que lo disfruteis.
Este capitulo va dedicado con todo el cariño del mundo a Ale (alex black bird), porque ha seguido este fic desde el principio, siempre me ha apoyado y nunca me ha abandonado. Por ello, y porque tus animos son los que me empujan a seguir con esta historia, un millón de gracias de todo corazón. :-)
11. EL ASESINO QUE HAY EN MI.
Faltaban tan solo dos días para las vacaciones de Navidad, aunque cualquiera diría que acababan de declarar unas vacaciones indefinidas en el colegio, tan sólo viendo el ambiente de la sala común de Gryffindor.
Alumnos de distintos cursos se esforzaban en montar el mayor escándalo posible, charlando a voces, riendo a carcajadas y persiguiéndose los unos a los otros.
Entre tanto, Hermione se esforzaba en acabar su redacción de Pociones en mitad del jaleo, y a su lado, Ron se esforzaba en no protestar demasiado.
- Hermione¿cuándo hay que entregar este p… dichoso trabajo?
- La semana después de las vacaciones.
- ¡Falta un millón de años¡Déjalo y descansa¡Es Navidad, vamos, alegría! – exclamó rompiendo el papel más cercano y regando a la chica con confeti.
Ella, nada imbuida del espíritu navideño de paz, lanzó una mirada asesina al chico, que paró de inmediato, que paró de inmediato y tomó asiento como un buen chico.
- Ya te vale… - masculló Hermione, quitándose trocitos de papel del pelo.
- Estás muy rara últimamente…
- No estoy rara. Simplemente, me gustaría acabar estos deberes sin TENER QUE DESCUARTIZAR A NADIE! – concluyó, girándose hacia unos chicos de cuarto que acababan de volcar dos sillones en una pelea y que quedaron paralizados ante la expresión de la prefecta - ¡Silencio! Si vais a seguir con este escándalo, ya os estáis largando, o saldréis por la ventana. ¿ENTENDIDO?
Acongojados por la fulminante mirada de Hermione, todos los estudiantes disminuyeron el volumen y la joven continuó escribiendo con Ron encogido a su lado.
- Hermione… - llamó, posando la mano en su hombro, aunque la retiró rápidamente, temeroso de que le mordiese o algo por el estilo – Me refiero a que últimamente no dices ni una palabra, sólo estudias. No hablas con nosotros. No es que eche de menos tus sermones, pero… Me preocupas.
- Si quieres que te recuerde que estamos en un curso tan importante como sexto y tú no estás estudiando en absoluto, no tengo ningún problema en…
- No, no – alzó Ron las manos – No es necesario.
- ¿Dónde está Harry? - preguntó la chica mirando a su alrededor.
- Con Sirius – informó su amigo.
- ¿Otra vez? Está muy cariñoso con él, últimamente.
- Con todos, en realidad. Creo que se siente culpable por… por lo que pasó.
- El no tiene la culpa de nada.
- Ya, pero él lo siente así – el pelirrojo dudó unos instantes antes de preguntar – Hermione… ¿Qué fue lo que pasó en el bosque?
- ¿El qué?
- Esos poderes… Tú… Acabaste con aquel centauro sin ningún esfuerzo. Fue… terrorífico.
- Yo… Desarrollé eso en verano, cuando preparaba el ritual para traer de vuelta a Sirius. Necesitaba mucho poder para poder superar la prueba, y al desarrollarlo surgió eso.
- Pero… ¿por qué no lo dijiste? – inquirió Ron muy preocupado – Eso puede ser peligroso. Dumbledore debería saber…
- ¡No! – gritó Hermione y la sala común en pleno la miró, por lo que ella bajó la voz – Tú lo has dicho, es muy peligroso. No sé porqué no pude controlarlo esa vez, pero no permitiré que vuelva a ocurrir.
-¿Por qué?
- Yo no controlo eso, Ron. Esos poderes me controlan a mí. La magia negra es muy fuerte; si te sumerges en ella, no hay vuelta atrás posible.
Ambos chicos permanecieron callados, reflexionando las últimas palabras de la chica, a la vez que, sin notarlo, en la cabeza de Ron comenzaba a formarse una idea demasiado difusa para ser comprendida.
- Voy a ir a buscar a Harry, a ver si le apetece volar un rato. Paso de las Pociones – comentó Ron al cabo de un rato.
- Te acompaño – dijo la chica apilando sus hojas - ¡Así no hay quien se concentre! – exclamó, echando una mirada al grupito que tenía a sus espaldas, que un momento antes de que ellos saliesen de la sala común, prorrumpieron en ruidosas carcajadas.
- ¿Me estáis tendiendo una emboscada?
Sirius caminaba nervioso por la sala mientras frente a él, Harry y Remus le miraban tranquilamente sentados en sendos sillones, observando su inquieto paseo.
- No es ninguna emboscada. Recuerda que queremos tu bien – dijo Remus.
- Pero no pensamos seguir a oscuras. ¡Queremos la verdad! – exclamó Harry.
- ¿La verdad¿De qué demonios habláis? No sé a que os referís.
- Sirius, a ti te pasa algo desde que regresaste, no somos ciegos – informó su amigo - Pero no podremos ayudarte si no nos lo cuentas.
El hombre detuvo el paso y finalmente se sentó en el amplio asiento que había en frente de los de sus huéspedes.
- ¡Maldita sea¡Snape!
Al otro lado de la puerta de las habitaciones de Sirius, un hombre que escuchaba atentamente lo que acontecía allá dentro, dio un brincó, sorprendido. Dentro de la sala, Sirius continuó hablando.
- ¿Snape os dijo algo, verdad? – preguntó el hombre, molesto – Maldita serpiente grasienta, sabía que no se podía confiar en él.
Severus suspiró aliviado al sentirse a salvo, pero la revelación de Sirius había creado bastante expectación entre su ahijado y su amigo.
- Un momento, a ver si me estoy enterando bien… - interrumpió Remus - ¿Estás diciendo que le contaste algo a Severus y a nosotros no?
- ¿Confías más en Snape que en los que de verdad te aprecian? – se enfadó Harry – Me parece estupendo. Te fías de él y no de mí…
- ¿Profesor Snape? – preguntó una voz femenina con tono sorprendida.
Severus se giró a la velocidad del rayo. Tras él, Granger y Weasley le observaban con cara de circunstancias.
- ¡Granger¡Qué…! – recordando que podían oírle aquellos a los que estaba espiando, bajo radicalmente el volumen - ¿Qué demonios hacen aquí? – susurró.
- Veníamos a buscar a Harry.
- ¿Usted estaba espiando? – le dijo Ron, divertido con la escena, de la que por supuesto pensaba aprovecharse.
- ¡Claro que no! Vine aquí por… Estaba esperando que… El caso es que…
- ¿Qué ocurre ahí dentro? – cortó Hermione, salvando el poco orgullo que aun le quedaba a su profesor de Pociones.
- Están Lupin y Potter. Black tiene que decirles algo, creo – informó Snape, en un pequeño intento de comprar su silencio.
Un golpe les sobresaltó a los tres, proveniente de dentro de la habitación. Casi por instinto, los tres se acercaron a la puerta, aunque no fue necesario, porque jurarían que las voces de Sirius se podían oír por todo el castillo.
- ¡No es asunto vuestro! – les gritó Sirius a los dos hombres, que le miraban asustados por su reacción - ¿Es que acaso ya no tengo derecho a tener mi propia vida¡No tenéis derecho a querer saberlo todo!
- ¿Y entonces por qué Snape lo sabe? – inquirió Harry, que parecía terriblemente molesto con aquello.
Mientras tanto, en el pasillo, Ron y Hermione dirigieron miradas de suspicacia hacia su maestro, que fingió estar concentrado en la conversación y no darse por aludido.
- A veces es más fácil contarle las cosas a un desconocido – murmuró Sirius, obligando a los "espías" a acercarse más a la puerta - ¿Entonces no os dijo nada?
- ¡No! – exclamó Remus fuera de sus casillas – No había ninguna necesidad. ¿Te crees que soy ciego?
Tanto Harry y Sirius como los otros estaban sorprendidos por la actitud del profesor Lupin. Remus era alguien que se tomaba las cosas con demasiada calma como para enfadarse nuca. Sin embargo, en aquellos momentos, parecía que la rabia que lo consumía fuese a acabar con él.
- Remus, no…
- ¡Intentaste suicidarte¡Querías ahogarte en ese lago y desaparecer de nuevo¡Qué coño quieres que piense!
El más incomodo de los silencios inundó la habitación. Sirius miraba a su amigo como si se sintiese traicionado por revelar aquella parte tan dolorosa a su ahijado, el cual, le miraba asombrado, con lágrimas en los ojos.
Harry sabía que estaba sufriendo, también podía verlo, pero no tenía ni idea de que Sirius hubiese llegado hasta aquellos límites. Morir… Abandonarle de nuevo, como todos hacían… ¿Sería verdad aquello de que, finalmente, afrontaría su destino solo? Le daba igual. Ahora lo único que podía pensar es en lo cerca que había estado de perder de nuevo a su padrino, y esta vez de la forma más horrible.
- Sirius…
Al otro lado, Hermione se llevó la mano a la cara, horrorizada, mientras Ron observaba la puerta como si pudiese ver a través de ella. El único que no presentó ningún cambio en su actitud fue Snape, algo de lo que el pelirrojo enseguida se dio cuenta.
- ¿Usted sabía también eso?
- Quizá. Yo se muchas cosas, Weasley.
Ron iba a pedir explicaciones a su profesor nuevamente (esa vez de una forma bastante menos educada), pero al oír que dentro de la habitación de Sirius sus ocupantes volvían a hablar, se guardó sus reclamaciones para más tarde y se aproximó de nuevo a la madera.
- ¿De verdad intentaste suicidarte? – musitó el chico con voz temblorosa – ¿Intentaste ahogarte en el lago?
- Lo intente – reconoció Sirius con valor – Pero no lo hice. Y tú no fuiste quien lo evitó, Remus. Te lo recuerdo.
Aquella referencia, el recordarle a su amigo que podría haber llegado tarde le parecida Sirius una recriminación necesaria para vengarse de la poca discreción de su amigo.
- No. No lo hice. Tu regresaste – recordó Lupin – Volviste a la orilla por tus propios medios.
- ¿Por qué no lo hiciste? – preguntó Harry, sin saber si era merecedor de oír una contestación, pero con necesidad de destapar los misterios que rodeaban a su padrino – Si estabas tan decidido que te metiste en el lago para… ¿Por qué volviste?
>>> Sin ser apenas consciente, Sirius se dirigió con paso trémulo hasta la orilla del agua y comenzó a avanzar, sintiendo como el peso de su túnica se incrementaba mientras el agua le subía hasta las rodillas.
Si, aquella era la solución. Aquel lago de aguas tranquilas sería el único capaz de devolverle la paz. Siguió avanzando, mientras un relámpago cruzaba el horizonte cayendo en la otra orilla de la enorme extensión de agua.
Llegó entonces a su memoria el recuerdo de otra gran tormenta, el cómo un rayo le había revelado la destruida casa de sus amigos, el rostro petrificado de James, los ojos vacíos y carentes de brillo de Lily, el llanto de Harry, su suave peso mientras se quedaba dormido arrullado entre sus brazos... La voz de Remus afirmándole la verdad más terrible... "Harry te necesita para vivir..."
El cielo pareció estallar cuando, seguido de una nueva ráfaga de luz, la lluvia comenzó a caer con más fuerza. El agua ya le llegaba más arriba de la cintura, pero viéndose incapaz de seguir adelante, dio media vuelta, y cayendo de rodillas en la tierra, lloró como jamás se lo había permitido, sintiendo como el peso del pasado caía con más fuerza que nunca, asfixiándole, en aquel mundo al que nunca había querido volver, más y más...
- Supongo que me faltó valor. Es muy fácil decirlo, pero enfrentarse a ello es algo bien diferente – dijo Sirius finalmente, tras unos segundos de silencio en los que se había mantenido sumergido en lo más profundo de sus pensamientos.
No hizo falta más. Automáticamente, Remus y Severus supieron que mentía descaradamente. No era la valentía lo que le había fallado al animago. Sin duda sus razones para seguir con vida iban mucho más allá de una mera cuestión de agallas.
Sin embargo, Harry pareció conforme con esta respuesta, aunque quizás si no se hubiese hallado tan ensimismado en sus sentimientos, podría haber notado algo en la expresión o el tono de su padrino que lo delataban.
- Necesito saber, Sirius. Quiero saber el porqué de esta situación. Estoy harto de no comprender. Estoy cansado de tanta oscuridad. Me hace falta la luz.
Todos presentes y oyentes de aquella escena aguardaron sobrecogidos la reacción de Sirius, que miraba por la ventana, con los ojos fijos en el lago que un día pudo ser su tumba.
El hombre inspiró profundamente un par de veces antes de comenzar a hablar, sin dirigir en ningún momento la mirada al chico.
- ¿Por qué me trajisteis de vuelta, Harry?
- Porque te echábamos de menos, queríamos que…
- No, no es eso – interrumpió Sirius- A lo que me refiero es a como supisteis que no estaba realmente muerto. A cómo supisteis que había una posibilidad de hacerme regresar.
- Bueno… Hermione nos dijo que existían dimensiones. Y que al… al cruzar el velo, tú… podrías haber ido a parar a una de ellas.
- Perfecto. ¿Y sabíais como eran esas dimensiones?
- Ella nos contó que existían muchas dimensiones "infernales". Que por el trauma de atravesar el velo de golpe, era posible que hubieses ido a parar a una de ellas.
- Veo que hizo bien los deberes – comentó Sirius, y Hermione, que escuchaba cuidadosamente tras la puerta, sintió que se había equivocado completamente.
- Sirius… ¿A dónde pretendes llegar con todo esto?
- ¿Creéis en Dios?
- ¿Cómo dices?
- Dios. O Alá, o Buda. El infierno, el cielo. Todas esas historias de los muggles que los magos desecharon hace tantos cientos de años.
- ¿Esto que tiene que ver? – preguntó Remus confundido por el brusco cambio de tema.
- Los magos lo olvidaron todo porque con la magia ya había una explicación. No necesitaban dioses en los que apoyarse. Los muggles también han abandonado en parte sus religiones. Sus avances científicos, todos lo que ellos han creado… Se sienten superiores a cualquier dios. Y sin embargo, todos los templos de culto siguen llenándose. No encuentran todas las explicaciones. Yo creo que los magos tampoco.
Tanto invitados como infiltrados permanecieron silenciosos. ¿Habría Sirius perdido realmente la razón¿A qué venía aquel discurso filosófico tan extraño? Dios, el cielo, los muggles… Definitivamente se había vuelto loco.
- Sin embargo, eso no deja de ser mitología, cuentos baratos – prosiguió Sirius, con aire despectivo – Un cielo lleno de nubes, ángeles y tíos con arpas cantando y dando brincos. Que horterada. El cielo es mucho más que eso. Es un sentir.
Remus y Hermione empezaron a comprender. E instantáneamente, comenzaron a horrorizarse al ser conscientes de la magnitud de lo que Sirius estaba sufriendo.
- Insinúas que…
- El cielo es un sitio donde eres, pero no estas. Sientes, pero no sabes que es lo que te rodea. Puedes saber como se encuentran los que quieres, puede sentir y vivir con ellos su alegría, pero no sientes el dolor. Sabes que todo esta bien, que todo tiene un significado, que tarde o temprano todos tendrán su redención. Ese es el único sitio donde podrás ser realmente feliz. El único sitio donde serás tú, y nada más.
- Mira, Sirius, me perdí hace un rato – refunfuñó Harry, levantándose del sofá impetuosamente – No sé de que hablas, pero no te he pedido clases de filosofía barata. Quiero la verdad de lo que te pasa, no cuentos muggles.
- No son cuentos. Yo estuve allí. Por fin pude descansar. Pero me trajisteis de regreso. Y ahora, el mundo se siente como si fuese un infierno. Simplemente y llanamente, quería volver a aquel lugar, porque era el único en el que me sentí en paz en toda mi jodida vida.
El silencio se hizo tan vibrante como si una fuerza invisible detuviese sus corazones, les impidiese pensar, moverse, actuar. Hermione miraba fijamente la madera de la puerta. Ellos pensando que le estaban salvando de un horrible sufrimiento cuando lo que estaban haciendo en realidad…
- Te llevamos al Infierno – musitó Harry, mirando a Sirius fijamente.
- La vida es como el fuego. Las llamas a veces te dan calor y a veces te queman. Eso es vivir. Pero yo no siento el fuego. No siento la vida. El dolor y la alegría son partes de la vida, y las dos son importantes. En mi caso, no siento el fuego, pero se que me está abrasando. Quiero que el fuego vuelva. Pero no puedo encontrarlo.
Remus y Harry miraban al hombre, que aún no había apartado sus ojos de la ventana. Snape escuchaba atentamente todo sonido que pudiese producirse dentro de la habitación, en tanto que Ron y Hermione se limitaban a mirarse el uno al otro, mientras gritos en su cabeza clamaban por lo que habían hecho.
Finalmente, Sirius volvió el rostro hacia su amigo y su ahijado, que no podían mirarle a la cara.
- ¿Tiene sentido todo lo que os estoy explicando o estoy diciendo gilipolleces?
Remus no miraba a su amigo. Ahora comprendía por qué había querido poner fin a su vida aquel día de tormenta. Lo que no alcanzaba a comprender era el porqué no lo había hecho. No era falta de valor lo que había detenido a Sirius, era… algo. Necesitaba averiguarlo. Quizás aquello le devolviese ese fuego que tanto ansiaba.
Harry, Hermione y Ron se limitaban a torturarse. La persona a la que los tres apreciaban estaba pasando un tormento inaguantable para cualquier ser humano y todo era culpa suya. De Hermione, por haber empezado todo aquello. De Harry, por haberlos convencido y haber tenido en cuenta solo sus propios y egoístas sentimientos. De Ron, por no haber conseguido detener aquella locura.
- ¿No vais a decir nada¿Os da igual¿Pensáis que exagero, que me hago el interesante, que estoy loco? – comenzó a irritarse Sirius - ¿Eso es todo lo que tenéis que decir?
Remus y Harry estaban en shock. Sabían que Sirius estaba deprimido, pero no se esperaban… "eso". Por mucho que quisiesen ayudarle… ¿Qué remedio tenían contra eso?
- Bueno, espero que os hayáis quedado contentos. Así, al menos ahora, me dejéis en paz.
Y con furia, se giró y alcanzó la puerta en dos zancadas, abriéndola de golpe, y pillando por sorpresa a los dos chicos y al hombre, que no tuvieron oportunidad ni lugar para esconderse. De hecho, no cayeron de bruces al suelo por cuestión de suerte y equilibrio; por el contrario, los tres se le quedaron mirando como si fuese una aparición.
Al verlos, el enfado del animago se incremento aún más, al notar las miradas de estos clavándose en él como agujas. Reprimiendo sus ganas de ponerse a gritar, soltó un bufido, se transformó a su forma canina y dando un impresionante salto, atravesó la barrera humana que se había creado en torno a la puerta y salio corriendo con dirección a la salida del colegio.
Plantados cara a cara, alumnos y profesores se miraron con caras de miedo e impotencia. Ellos no podían hacer nada salvo sentirse culpables o compasivos. Aquello era algo Sirius tendría que superar por sí sólo.
Cuando Draco pisó la elaborada alfombra que cubría la habitación de invitados de su casa, arrastrando tras de sí el baul escolar a duras penas, lo único que pasaban por su cabeza eran maldiciones contra la despistada de su madre, por haberle dejado tirado en la estación.
¿Cómo había podido olvidar que ese día le daban las vacaciones de Navidad? Y allí se había visto, tirado en el andén, con un baúl más grande que él y un frío insoportable calándole los huesos. Menos mal que era un chico inteligente y había encontrado la forma de llegar a casa. Si no, ya se veía pasando la Nochebuena en King Cross.
- ¿Mamá¿Estás ahí?
Nadie contestó, y Malfoy se preguntó si encima de olvidarse de su propio hijo, la mujer habría tenido la desfachatez de haberse ido de casa. Molesto, se quitó el abrigo, sacudiéndose algunos restos de nieve del pelo y el jersey, a la vez que colocaba sus cosas lejos de las llamas y se aproximaba al amplio pasillo, que desembocaba en unas majestuosas escaleras.
- ¿Mamá? – llamó de nuevo - ¿Hay alguien aquí?
De nuevo la callada por respuesta. Draco se inquietó un poco ante el profundo silencio que llenaba la enorme mansión y que hacía sonar sus pisadas en los escalone amplificados y siniestros.
- Pues qué bien – farfulló – En fin, por lo menos tengo la casa para mí sólo.
Decidido a descansar tranquilamente tras el largo viaje, se dirigió directamente a la cocina, aunque se encontró con el inconveniente de que allí no había nadie tampoco, lo que le obligaba a prepararse algo él mismo. Una nueva punzada de enfado le recorrió.
Varios minutos y platos rotos más tarde, Draco se dirigía hacia el salón de la casa con porte orgulloso, llevando en las manos un plato y un vaso. Toda una hazaña. Se las ingenió como pudo para girar el pomo de la puerta y entró a la enorme sala con paso decidido.
Una vez allí, miró fijamente a las figuras sentadas en los sillones en frente de la cálida chimenea, e involuntariamente, el plato calló al suelo, manchando otra de las valiosas alfombras que tenían en la mansión.
- Hola, Draco. Sentimos no haber podido ir a recogerte. ¿Te alegras de verme?
El chico miraba petrificado hacia aquel que le había hablado. ¿Su padre había escapado¿Cómo¿Cuándo? Draco miró interrogante a su madre, que permanecía al lado de Lucius, encogida en el asiento con el miedo cubriendo de sombras su rostro.
- ¿Papá¿Cuándo… cuándo llegaste? – balbuceó el joven observando a su padre detenidamente.
Sin duda, tanto su estancia en Azkaban como su posterior fuga habían demacrado su aspecto hasta límites insospechados, pero ni su rostro ni sus ojos habían perdido un ápice de aquella maldad que le caracterizaba.
- Ayer por la noche. No pude venir antes para que no sospechasen – comunicó el hombre – Pensé que podríamos pasar una bonita Navidad todos juntos.
El cinismo en la voz de su padre agotaba en Draco la poca paciencia que siempre había tenido, y daba al traste con todos sus planes.
- ¿Por qué has venido aquí? – plantó cara a Lucius con semblante frío como el hielo – Si te pillan nos meterás a mamá y a mí en problemas, también. Deberías largarte antes de que te encuentren,
- En realidad, no pensaba quedarme mucho tiempo. Pero por lo que he oído, en esta casa se hace todo mal últimamente. Pensé en venir a echar un pequeño vistazo y a ordenarlo todo.
- No hace falta tu ayuda – masculló Draco – Todo está perfectamente.
- ¿No vinieron hace unos meses a verte unos hombres?
- Ahá – comentó el chico, recogiendo el plato del suelo y depositándolo en una mesa cercana - ¿Y?
- Querían que te unieses al Señor Tenebroso.
- Sí, eso es lo que pretendían.
- Les rechazaste – dijo Lucius con ira contenida, irritado por la actitud insolente de su hijo - ¿Tienes una explicación para eso?
- No me dio la gana. ¿Te sirve esa explicación?
- ¡Muestra un poco de respeto! – exclamó su padre levantándose del sofá de golpe, haciendo que su esposa se encogiese y se alejase aún más de él.
- ¿Qué respeto? Mi padre es un prófugo. ¿Qué pretendías, que acabase como tú? – espetó Draco con voz calmada – Yo no soy tan idiota como para cometer tus mismos errores.
No tuvo tiempo para reaccionar. Cuando quiso ser consciente de lo que acababa de ocurrir, su padre estaba frente a él con una expresión fiera y le acababa de dar una bofetada de mano vuelta. El chico retrocedió unos pasos empujado por la inercia del golpe, y se llevó la mano a la mejilla, donde la piedra engarzada del anillo de su padre le había provocado un corte bastante grande, aunque no muy profundo, que le cruzaba la cara hasta el mentón.
Sin embargo, no perdió por ello su actitud desafiante. En aquellos meses había aprendido muchas cosas sobre sí mismo y sobre los demás. No estaba dispuesto a que el todopoderoso Lucius Malfoy se las volviese a arrebatar de nuevo.
Lucius enfureció más aún cuando su hijo continuó mirándole con odio y una sonrisa cruel cruzándole los labios. Se sintió impotente al no poder tener autoridad ni siquiera sobre su propio hijo.
Con la avidez de un psicópata se lanzó contra su mujer, que continuaba sentada en el sofá, y que presenciaba la escena aterrada por el atrevimiento de su hijo. Lucius tomó a Narcissa por la muñeca, obligandola a levantarse de su asiento de un tirón y encarándola.
- ¡Tú lo sabías¿Por qué no le dijiste nada? – bramó el hombre, a la vez que la tomaba por los hombros y la zarandeaba con fuerza.
- Yo… no sabía… No podía… - trataba de explicarse la mujer, pero su marido no le daba tregua.
- ¡Debiste obligarle¿Tienes idea de quien será quien pague su arrogancia y tu estupidez? – y en una explosión de ira, lanzó una nueva bofetada que dio con Narcissa en el suelo, mientras apenas se atrevía a mirarle.
- No, cariño… Yo no sabía na… ¡Augh! – Lucius había perdido la razón.
Furioso como no lo había estado en la vida, la emprendió a golpes contra su mujer, contra ese ridículo intento de esposa que no sólo era una inútil, sino que también había dado al traste con su hijo, que él con tanto cuidado había educado.
Narcissa, se veía débil y cobarde ante la paliza del hombre, cuya fuerza, aumentada por su enfado, le hacía incapaz de huir y mucho más de enfrentarle. La mujer sólo podía llevarse las manos a las costillas, retorciéndose con dolor, mientras pensaba en qué momento aquel educado y comedido hombre que jamás había mostrado por ella ningún sentimiento más allá de la mera indiferencia, la había convertido en el blanco de su odio. Lloraba, en silencio, como llora un corazón cuando realmente está herido. Un llanto suave, las lagrimas resbalando por sus mejillas a la vez que su alma se rompía en pedazos bajo las patadas de aquel que había amado desde que le había conocido con 8 años. ¿Por qué no dejó de quererle el sentir su indiferencia¿Por qué no podía dejar de quererle al sentir en él a la misma muerte, que iba a buscarla?
Draco sólo podía mirar horrorizado a sus padres, asustado incluso para llorar. En un acto reflejo se tiró sobre su padre, intentando detenerle, sujetar sus brazos, impedir que siguiese golpeando a su madre. El hombre se libró de él de un manotazo y el chico tropezó al caer al suelo, yendo a parar unos metros más allá.
- ¡Para¡La vas a matar! – chillaba desesperado, viendo como su madre se llevaba la mano al abdomen, donde probablemente sintiese la punzada de alguna costilla rota.
- ¡SILENCIO! – aulló Lucius sin tan siquiera mirarle.
Tenía que hacer algo. Tenía que actuar, llamar a alguien, pedir auxilio, lo que fuese. Iba a matarla. Con la vista nublada y siendo apenas consciente de la situación, miró a su alrededor en busca de una posible ayuda. ¡Su varita¡Eso es! Necesitaba una varita. ¡No¡Estaba en la planta de arriba, junto a su equipaje! Si se iba a buscarla, para cuando regresase su madre probablemente ya estaría muerta.
- ¡Mamá! – sollozó, arrastrándose hacia su madre, pero una patada le alcanzó y volvió a alejarlo de inmediato de la mujer.
Desde el suelo, miró hacía arriba para contemplar a su padre. Pero ya no era su padre. Era un animal salvaje, una fiera alimentada por el odio y la sed de poder que pagaba sus frustraciones con la única persona que lo había amado. ¿Es que no lo notaba¡Le seguía amando! A pesar de todo, su madre no reaccionaba, tan solo le miraba, y miraba a su hijo con dolor y tristeza.
- Draco… - susurró con un hilo de voz.
Él lloraba. De momento la rabia era más fuerte que el dolor. Sentía las lágrimas en las mejillas, pero no la emoción que las causaba. Todo era odio, una avalancha de odio contra aquel que se decía su padre. Lloraba de odio.
De nuevo se lanzó hacia Lucius, enloquecido, pero de nuevo la fuerza del hombre mayor le supero, aunque en esta ocasión, cuando cayó, no fue con las manos vacías. En sus manos tenía la varita de su padre.
Apoyándose en una mesa, se levantó del suelo y apuntó hacia él con rapidez. Cuando Lucius sintió la quietud de Draco a sus espaldas, ya era demasiado tarde para esquivar a la muerte, que corría hacia él, rauda, veloz.
- ¡ADAVA KEDAVRA!
Lucius sólo vio una luz verde dirigirse hacia él. Después, oscuridad.
Tirando lejos la varita, Draco saltó sobre el cadáver de su padre y se arrojó al lado de su madre, la cual respiraba con dificultad, mirando al techo, confusa.
- ¿Mamá¿Mamá, estás bien? – preguntó el chico, alzando con cuidado la cabeza de Narcissa, para que pudiese respirar mejor.
- Sí. ¿Ya se fue?
- Se ha ido. Le he matado. No volverá a molestarnos.
La mujer miró a su hijo aún con lagrimas en los ojos, y reflejando en ellos una mezcla de sentimientos que se debatían entre el dolor por la perdida y el alivio.
- Gracias, hijo mío. Gracias por hacer lo que yo no pude hacer nunca.
Draco sólo abrazó a su madre con ternura, reconfortándola en esos duros momentos. ¿Su padre? Qué le importaba. Para tener un padre así era mejor ser huérfano. El problema venía después. Él le había matado. Tanto su madre como él podrían sufrir las consecuencias de aquel acto, tanto de un bando como de otro.
- Mamá… - susurró Draco - ¿Qué vamos a hacer ahora?
- Tranquilo. No te pasará nada. Lo tengo todo pensado.
- ¿Pero, y a ti?
- A ninguno. Ayúdame a levantarme, Draco. Me adecentaré un poco y te diré lo que haremos.
A pesar de la sangre que perlaba su rostro, la expresión de la mujer demostraba decisión. Nunca más sería una inútil.
- ¿Mi señor?
- ¿Y ahora qué, Weasley? – gruñó el Señor Tenebroso, mirando a la puerta, donde su favorito le miraba con su típica actitud de seriedad - ¿Qué parte de la frase "no me molestéis" es la que no entendéis?
- Mi señor, ha… Ha llegado un paquete – informó, algo confuso.
- Eso es imposible. Aquí no puede llegar nada que no tenga mi permiso.
- Lo sé, señor. De ahí que le moleste. Se ha formado un pequeño… revuelo. – contó el joven Weasley pasándose la mano por el pelo, con una actitud nerviosa inédita en él – Aún no lo hemos abierto. No sabemos quien es el destinatario.
- En fin – dijo lord Voldemort algo sorprendido – Veamos que es.
Con paso militar, ambos se dirigieron a la enorme sala de reuniones donde, sobre una mesa, se encontraba el paquete de la discordia. A su alrededor, un grupo de siete u ocho mortífagos lo observaban intrigados.
- ¿Qué pasa aquí? – preguntó el hombre, y todos se giraron rápidamente, inclinándose ante él.
Con parsimonia, el hombre se aproximó hacia él y miró la parte superior, en la que había escrito un nombre: "Thomas S. Ryddle".
¿Quién sabía su verdadero nombre? Eran tan pocos que el círculo se cerraba rápidamente. Dumbledore, Potter y Malfoy, eran tres de los pocos (quizás únicos) conocedores de la verdad.
Con curiosidad, tomó la caja y quitó el papel que la envolvía, un papel cayó en la mesa. Sin detenerse en él, abrió el borde superior de la caja, y al ver su contenido abrió los ojos desmesuradamente y dio unos pasos atrás, y miró horrorizado a Weasley, que se mantenía a su lado, sorprendido por esa actitud tan impropia en su señor.
Cuando todos los mortífagos, con el pelirrojo a la cabeza, se asomaron a investigar, la confusión y el miedo fueron generales.
Dentro de las reducidas dimensiones de la caja, una cabeza descansaba en ella, con los ojos vidriosos dirigidos a los asombrados espectadores. La cabeza que un día perteneció al mortífago más importante de los seguidores de Lord Voldemort. La cabeza de Lucius Malfoy.
- ¿Pero... qué…? – se atrevió a murmurar uno.
Voldemort no dijo ni una palabra. Aquello le pillaba demasiado por sorpresa como para ser capaz de decir algo con sentido. Weasley, por su parte, miraba la caja con un gesto de satisfacción difícil de ocultar, aunque cuando se volvió para encarar al lord, su rostro era tan inexpresivo como siempre.
- Hay una carta, mi señor – comentó, tomando en sus manos el sobre que había caído a la mesa hacía unos instantes.
- Léela – ordenó Voldemort, haciendo que su voz temblase lo mínimo.
Hábilmente, el chico abrió el sobre y desdobló la nota, que presentaba un aspecto trágico a la vez que bastante salvaje, al estar escrita en tinta roja con una mancha en la esquina superior, que hacía parecer que estuviese escrita con sangre… Un momento. ¿Estaría escrita con sangre?
"Estimado Tom:
Esto es sólo la primera advertencia. Acabaré contigo con la misma facilidad con la que acabé con tu mejor mortífago.
Esto es sólo para que compruebes que yo tampoco tendré piedad.
Sólo el tiempo desvelará lo que el futuro nos depara realmente a los dos.
Afectuosos saludos."
- No está firmada – terminó Weasley - ¿Quién habrá podido ser?
Esa era la pregunta que todos se hacían, en especial, Lord Voldemort. Era obvio que Malfoy no había podido ser. Tampoco Dumbledore, él era demasiado cuidadoso y demasiado… "bueno" (odiaba esa palabra) como para cometer aquella atrocidad.
El hombre abrió los ojos al recordar aterrorizado la energía destructiva que había sentido en Potter hacía tan sólo unas semanas antes…. ¿Habría sido Potter?
CONTINUARÁ…
Hola!
En fin, ya estoy de vuelta. Después de más de un mes de examen y una necesaria semana de recuperacion (mi cerebro quedó seriamente dañado), aqui estoy de vuelta con esta historia, que es mi favorita! Mil perdones por el retraso a todos (- Ela pide perdon de rodillas, con lagrimas en los ojos-) xD
Bueno, este capitulo es lo que en mi barrio llamamos una Ida De Olla Total (que a partir de ahora, para resumir, llamaré IDOT xD). Es extremadamente raro, además de muy confuso, pero me gusta mucho como ha quedado. Para empezar la inseguridad de Hermione respecto a sus poderes (una cosa que quedó en el aire desde el capitulo anterior), siguiendo por la revelación de Sirius y la tormenta de sentimientos que esto despierta (el Sirius filosófico me asombro, aunque se nota a la legua que solo estaba alargando la conversacion, porque no se lo queria ocntar a nadie), además del Severus espia con el que me he reido muchisimo. Y finalmente... el asesinato. Odio a Lucius Malfoy! Se que lo he dicho millones de veces, pero no lo soporto, e incluso creo que he sido demasiado benevolente con él. Draco en acción, asi me gusta! Y la pobre Narcisa... pobre mujer... Lo pase fatal escribiendo esa escena, en serio. Es dificl meterse en algo asi .
Aun asi, estoy bastante conforme con el resultado, despues de estar desentrenada durante semanas, asi que espero que este capitulo les compense lo mucho que he tardado en publicar y les parezca lo suficientemente bueno como para seguir leyendo la historia y como para... esperar un poco más.
Me voy de vacaciones esta semana, y quise dejaros este chap para no parecer una irresponsable, pero me voy un mes a un pueblo donde lo más parecido a un ordenador es una cabra, y a bver como conecto yo ahi el modem xDDD No, en serio, que en cuantito vuelva empezare a publicar, y además mucho mas rapido, porque estare la mitad de las vacaciones escribiendo y tendre chaps y chaps acumulados xDD
Contesto a los reviews:
juani web: ola! Me alegro de que te gustase el capitulo, la verdad es que es uno de mis favoritos. Espero que también te guste este (que tambien tiene su buena dosis de accion) y que la historia te siga gustando. Saludos!
alex black bird: Bueno, pues ya viste a quien está dedicado el capitulo, y en realidad, la mayoria de la historia. Muchas gracias de verdad. Por cierto, te agregue al messenger, pero cuando estas tu no estoy yo y al reves, menudo lio xD Que te parecio la intervencion de Draco? Sin duda.. estelar xD Y si, la verdad es que esta historia y Buffy siguen unos patrones bastante similares, aunque segun avance la historia iras vienod que cada vez se parece menos. Muchas gracias por los dos reviews, y por cierto, ya me hice socia de tu comunidad. En cuanto tenga oportunidad os mando un mensaje, a ver si publicais allí mis fics, ojala me acepteis. Muchisimos besos y abrazos!
melody: lectora nueva, yuju! a ver, los de la pandillita.. ahora vana estar un poco inactivos, pero ya verás quienes son. Y por si acaso alguien esta pensando: "pues quien va a ser, los slytherin de simepre..." MEEEC! ERROR! A lo mejor ya os lo esperabais, pero cuando lo pense, para mi fue una sorpresa. Me alegra que te gustase el capitulo, lo de Lily me parecio una parte muy tragica pero fundamental... Ahi es cuando Harry se da cuenta de que esta dispuesto a dejar incluso a sus padres por sus amigos y Sirius. Bueno, espero que te siga gustando la historia y muchos besos!
amsp14: Sirius, Snape, Harry... sin duda son personajes maravillosos! Y mas aun jutnos! Bueno, como ves me tomé un descanso con la de "Perdoname" para seguir con esta, espero que te guste el espisodio (adoro al Severus cotilla, jejejeje) y que todo lo que aqui ocurre te guste (me costo horrores, como escritora, ya sabras lo dificil que es escribir cuanod la imaginacion te abandona). En fin, nos vemos wapa! Actualiza tu fic prontooooooooo! Muchos besos, bye!
EsTeR: otra nueva lectora, que contenta estoy!Muchisimas gracias por lo que me dices, no sabes la ilusion que me hhizo que tanto a ti como a tus amigas les este gustando mis historuia (- Ela da botes por su habitacion- ) Los 10 chaps del tiron? Te mereces un premio! POrque mira que son largos, eh? xDDDD Si es que me enrollo como las persianas xD Y si, la verdad es que quien haya visto Buffy verá cosas mucho mas claras (es lo que tiene basarse en una historia ajena), Espero que te siga gustando la historia, muchos besos, bye!
Bueno, termine! En fin, muchas gracias a todos por leer y gracias tambien a todos los que me dejais reviews, que me alegrais el dia. Y ahora esta escritorcilla se va a preparar las maletas, porque aqui al lado tengo a mi madre amenazandome con la escoba, y francamente empieza a darme miedo ("auch! Mamá, eso dueleeee!") xDDD
Montones de besos y de abrazos a todos, y nos vemos en unas semanas. Prometo no tardar! Bye!
Ela :)
Miembro Orden Siriusana
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