luna se hallaba en cuarto creciente, casi llena, y aunque Remus Lupin tomaba su poción religiosamente, algo extraño pasaba. Hacía mucho que no se sentía afiebrado y con mucha sed, pero sobre todo, que no tenía el sentido del olfato tan agudizado. Lo notó un día que llegó a su casa luego de otra negativa de trabajo y desde la puerta el olor a orégano lo atrapó

"Así que tu eres el que cocina con orégano?" Preguntó indiferente
Tulius se volteó a él con mirada perpleja "no cocino con orégano, porque se me cayó el frasco y se rompió, lo reparé, pero el orégano se arruino con el impacto , ya limpié por?"
"nada" Dijo Lupin sorprendido.
Pero había algo mas que lo preocupaba, esa misma noche percibió una esencia hipnotizante e inquietante, dulce, pero al mismo tiempo dura, sensual, jovial, similar a la de Sirius, pero mucho mas intensa, cosa que el no creyó posible.
Dos noches le llevó descubrir que era la esencia de Tulius, resultaba difícil conciliar el sueño con ese humor en las noches de hermosa luna creciente con las estrellas centellantes, imaginaba a Tulius durmiendo desnudo, con su broncineo y delicado cuerpo tendido, y sus deseos de devorarlo aumentaban a cada momento, cada vez mas fuerte el deseo...
Sudaba frío, no podia mas, tenia que admirar a ese joven dios latino, dio dos pasos.. estaba al umbral de la puerta de Tulius... y sintio la inequivoca punzada de dolor que marca el inicio de su transformacion