Hooooooooola a todosssss! Siento el retraso, pero ha sido por motivos bastante ajenos a mi voluntad. He tenido una gripe! ¿Se puede tener gripe en verano? Yo pensaba que no, pero en fin, si hay un médico entre los presentes que me resuelva la duda. Bueno, se supone que ha sido gripe, pero el caso es que me he pasado una semana con fiebre alta, tos, medio alelada en la cama y vomitando cada dos minutos, y después me quedé hecha polvo unos cuantos días más. Así que tened compasión de mí si este capítulo no es todo lo cuerdo que debería. Para compensar la tardanza, el capítulo es largo.

Disclaimer: Aunque Harry Potter y sus amigos no me pertenecen, pronto es mi cumpleaños, así que si Rowling, Scholastic, Bloomsbury o Warner me los quieren regalar, pues los aceptaré de buen grado. Queda dicho.

NADA COMO UN BUEN ATAQUE DE AMNESIA

Capítulo 5: Consecuencias de la fiesta. Pero... ¿no recuerdas nada, Hermione?

Harry corría como un desesperado en dirección a las cocinas del colegio, jadeando hasta que cada respiración le hacía daño en la garganta. Cuando consiguió hacerle cosquillas a la pera del cuadro que cerraba las puertas de las cocinas, entró como una exhalación y empezó a buscar a Hermione por todas las salas y despensas que había. Hasta que la encontró.Tumbada en el suelo. Inerte.Y acompañada.

Junto a ella, Dobby saltaba excitado, armando mucho ruído con el inequívoco fin de despertarla, pero no se atrevía a tocarla. La chica estaba tumbada boca arriba, con los ojos cerrados, y un delgado reguero de sangre se deslizaba por el suelo desde su coronilla, que sin duda había impactado contra el frío suelo de piedra de las cocinas. Harry sintió que le costaba respirar, pero reaccionó rápido: apartó a Dobby de un empujón, la cogió de la muñeca y le miró el pulso. Estaba bien, latía con regularidad. Sólo estaba inconsciente, pero estaba viva.

Viva. Estaba claro, Malfoy nunca se había atrevido a asesinar a un estudiante en Hogwarts, pero aún así Harry notó tal oleada de alivio que casi le dan arcadas. Notaba la garganta descarnada, tanto por lo mucho que había jadeado al correr como porque parecía que se le había secado la boca definitivamente. Arrodillado, cogió a Hermione en brazos con delicadeza, como si estuviese acunándola, y revisó la herida de la nuca, por la que sangraba un poco. Nada importante.

"¡Gracias a Dios que Harry Potter ha venido!" -por primera vez se dio cuenta de que Dobby no había dejado de gimotear y berrear; "Dobby oyó gritos y encontró a la señorita Granger tirada en el suelo, parecía muerta" -el pobre elfo doméstico no pudo evitar estremecerse ante la idea de que la mejor amiga de Harry Potter pudiese haber pasado a mejor vida. "¡Dobby no sabía qué hacer, Harry Potter!"

"Está bien, Dobby" -respondió Harry con voz calmada. "Escucha bien lo que te digo: hace un rato, Hermione estaba aquí acompañada de varios estudiantes y otro elfo doméstico: ¿sabes de quién te hablo?"

Pero Dobby negó con la cabeza, con la mirada compungida y las orejas gachas.

"Cuando Dobby llegó, oyó a gente que corría pero no vio a nadie, y la señorita Granger estaba aquí, sola" -respondió con evidente pesar.

Harry suspiró. "De acuerdo, Dobby, ahora voy a llevar a Hermione a la enfermería, pero tú ten las orejas bien orientadas, ¿vale? Necesito que me informes de cualquier cosa rara que oigas o veas" -y, diciendo esto, se puso de pie cargando el cuerpo inerte de Hermione en brazos. Podía transportarla levitando con un golpe de varita, pero emocionalmente no era capaz de romper el contacto físico con ella, así que cargó con el peso todo el largo camino hasta la enfermería, donde llegó exhausto y jadeante.

"¡Señora Pomfrey, señora Pomfrey!" -gritó con todas sus fuerzas mientras golpeaba la puerta de la enfermería con el pie. A pesar del incómodo viaje, Hermione no daba ninguna señal de despertar de su letargo, y él empezaba a dejarse ganar por la histeria.

Cuando la señora Pomfrey, ataviada con una bata de color ciclamen bordada con crisantemos que se abrochaba a toda pastilla, abrió la puerta de la enfermería, la imagen que se presentó ante sus ojos batió todos los récords que ostentaba el joven Potter hasta el momento. Harry tenía el pelo tan alborotado que parecía que había sido interceptado por un tornado en algún lugar de la escalera, tenía una expresión de pánico en la cara y unas ojeras descomunales. En sus brazos dormía (o eso le pareció en un primer momento) su amiga Granger, aunque cambió de opinión rápidamente al ver la mancha de sangre que adornaba el hombro y el brazo de Potter, allí donde se apoyaba la nuca de la chica. Sus brazos caían lánguidos a ambos lados del cuerpo. No le podía ver la cara, que apoyaba en Potter, pero era evidente que no estaba durmiendo.

"Señora Pomfrey, es Hermione... la encontré inconsciente en las cocinas... no sé qué le ha pasado, pero ha sido Malfoy y..."

"Tráigala aquí, Potter, rápido... póngala en esta cama de aquí, con cuidado..." -la señora Pomfrey lo interrumpió y lo condujo con rapidez a una de las salas de curas que Harry conocía tan bien. El chico depositó a Hermione sobre las sábanas con delicadeza, y agarró una almohada para ponérsela en la nuca, pero la enfermera no se lo permitió. "Póngala de lado, tengo que ocuparme de esa herida de la cabeza" -Pomfrey miró hacia la pared, donde una bruja vestida con lo que parecía un traje de enfermera del siglo XIX observaba la escena con expresión de cotilla- "Amelia, por favor, ¿podrías avisar a Albus y a Minerva?"

"Claro, será un placer" -afirmó la bruja del cuadro con una leve reverencia, desapareciendo tras el marco.

Mientras la señora Pomfrey reconocía a Hermione, Harry se vio obligado a esperar sentado en una de las incómodas sillas de la enfermería, sobresaltándose cada vez que la enfermera, después de lanzarle a Hermine algún hechizo con la varita, mascullaba algo entre dientes o soltaba una exclamación. Para su alivio, Dumbledore y McGonagall aparecieron en la enfermería pocos minutos después.

"¡Oh, Santo Cielo!" -exclamó la profesora McGonagall llevándose la mano a la boca, mientras el director observaba la escena con expresión insondable. Harry no se extrañó: sabía que Hermione era la favorita de la profesora de transformaciones y que le tenía un aprecio especial.

"¿Sabes qué le ha pasado, Poppy?" -preguntó el director con voz monocorde. Harry suponía que la bruja del retrato ya les había explicado su triunfal entrada en la enfermería con Hermione desmayada en brazos.

"Una maldición, sin duda" -contestó la enfermera chasqueando la lengua, mientras untaba la coronilla de Hermione de una poción pastosa que hizo que dejase de sangrar al momento. "La herida se la produjo al caerse al suelo, seguro que se golpeó con las losas de piedra, así que cicatrizará sin problemas, pero no sé por qué está inconsciente. El "enervate" no funciona, sólo podemos esperar a que despierte sola."

"¿Esperar? ¡¿Cómo que esperar!" -Dumbledore y McGonagall se giraron hacia Harry como si se diesen cuenta por primera vez de que estaba allí.

"Mientras la experta sigue atendiendo a la señorita Granger, Harry, creo que tú deberías explicarnos lo sucedido" -repuso Dumbledore con calma, mirando a Harry por encima de sus gafas de media luna.

"Por supuesto. Poppy, ¿podemos usar tu cuarto de estar?" -añadió McGonagall.

La señora Pomfrey hizo un vago gesto de asentimiento mientras levantaba los párpados de Hermione y los enfocaba con la luz que emitía la punta de su varita. McGonagall agarró a Harry por el brazo sin muchos miramientos y, seguida por el director, se llevaron a Harry a una sala acogedora que había dentro del recinto de la enfermería.

"¿Y bien, Potter? ¿En qué lío os habéis metido esta vez?" -interrogó la profesora.

Harry empezó a sentir cómo la furia le calentaba las orejas, pero estaba demasiado aterrorizado por lo que hubiera podido pasarle a Hermione para descargar su furia contra otro que no fuese él mismo.

"No nos hemos metido en ningún lío, profesora McGonagall" -contestó Harry. "Ha sido Malfoy"

"¿Tienes pruebas, Harry?" -inquirió Dumbledore con amabilidad.

"No" -respondió simplemente Harry, moviendo la cabeza apesadumbrado. "Esta noche, Hermione se comportó de una forma muy rara, y provocó a Malfoy..."

"La señorita Granger nunca haría eso, Potter, eso es más propio del señor Weasley o de ti" -interrumpió McGonagall con un gesto de incredulidad.

"Sí, ya lo sé, pero es que esta noche Hermione estaba muy rara... se comportaba como nunca lo hace, y realmente enfureció a Malfoy" -explicó Harry negando lentamente con la cabeza. "Oliver... digo... el profesor Wood... estaba allí y evitó que las cosas fuesen a mayores" -Harry intentaba por todos los medios explicar lo que había pasado sin poner en evidencia a nadie, y mucho menos delatar a los Ravenclaw por organizar una fiesta clandestina. "Yo acompañé a Hermione a su habitación y allí... discutimos... y ella se enfadó conmigo" -el rostro de Harry tomó un color de exquisito parecido con el pelo de Ron, lo que no le pasó desapercibido al director, a quien se le curvaron ligeramente las comisuras de la boca. "Y yo... yo tengo un pergamino encantado que perteneció a mi padre, al profesor Lupin y a Sirius. Es un mapa de Hogwarts, y se ve dónde está todo el mundo en todo momento. Y ví a Hermione, de madrugada, en las cocinas. Allí estaban también Malfoy, Crabbe, Goyle y Parkinson, y alguien más. Y Zabini se le acercaba por el otro lado. Así que me lancé a buscarla corriendo, y cuando llegué a las cocinas, no había nadie excepto ella, y ella..." -Harry se odió un poco a sí mismo en aquel momento, pero no pudo evitar que la voz le temblase y se quedó callado.

"Estaba como ahora, inconsciente, y con un golpe en la cabeza" -finalizó Dumbledore animándolo a seguir.

"Sí, y Dobby estaba con ella, porque había oído jaleo, pero no había visto a nadie" -finalizó Harry. "Así que la agarré y la traje aquí"

"Ese pergamino del que habla, Potter..." -comenzó McGonagall mirándolo con suspicacia.

"Tranquila, Minerva, conozco el mapa del que habla Harry" -dijo Dumbledore interrumpiéndola con un leve gesto. "Es obra de James, Remus y Sirius, no podía ser de otro modo, Remus me lo contó y pensamos que no era mala idea que Harry lo conservase"

A Harry casi se le salen los ojos de las órbitas, aunque bien pensado, realmente aquel mapa empezaba ser un secreto a voces.

"Albus, Minerva... Hermione ha despertado..." -la voz fatigada de la señora Pomfrey llegó a ellos desde la puerta entornada.

Harry se levantó de un salto de su silla y pasó como una exhalación junto a la enfermera, que lo siguió presurosa, advirtiéndole que no le permitiría agotar a su paciente. Cuando llegó a la cama de Hermione, la encontró pálida y con aspecto dolorido, e intentaba incorporarse apoyándose en los codos.

"¡Hermione! ¡Hermione, menos mal que estás bien, ¿qué te ha hecho Malfoy? ¿Te encontró Zabini? ¿Te han lanzado una maldición?" -Harry preguntaba atropelladamente, agachado junto a la cama de su amiga, que lo miraba como si se hubiese convertido en un curioso cruce entre escreguto y anchoa.

"¿De qué me hablas, Harry? La última vez que me crucé con Malfoy fue en clase de pociones, el último día de clase antes de las vacaciones de Navidad" -le contestó con voz apagada.

"¿Y anoche? En la sala común de Ravenclaw, ya sabes..." -continuó Harry, bajando la voz para que los tres cotillas que tenía detrás no descubriesen lo de la fiesta.

"Anoche estuve estudiando en la sala común hasta las once, mientras tú y Ron jugabais al ajedrez mágico, y Ron te ganó las cuatro veces, por cierto, en lugar de hacer los deberes que tenéis pendientes" -le respondió ella con aire de suficiencia.

"Pe... pero Hermione... eso fue la noche del 30... ya estamos a día uno de enero... ayer fue la... la fiesta de Ravenclaw" -aclaró Harry en un susurro.

"¿La fiesta de Ravenclaw? ¿De qué me hablas, Harry?" -preguntó la chica en voz alta, mientras Harry le hacía todo tipo de señales para que hablase en voz baja, la profesora McGonagall y la señora Pomfrey los miraban con expresión totalmente desaprobadora y el profesor Dumbledore hacía esfuerzos por contener la risa ante el apuro de Harry. Finalmente comprendió las señas de Harry y continuó en bajito: "la fiesta es hoy, ¿no? Hoy es 31 de diciembre... y por cierto, ¿qué hago aquí?"

Harry se quedó tan sorprendido que se cayó hacia atrás, quedando sentado en el duro suelo de mármol de la enfermería.

"¿31 de diciembre? Hermione... ¿no recuerdas nada de lo que pasó ayer?"

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Las semanas fueron pasando. Los primeros días, todo Hogwarts comentaba que Hermione Granger había sido encontrada inconsciente y amnésica, y aunque las condiciones exactas nunca fueron reveladas, todo tipo de rumor corrió por el colegio. Luna Lovegood decía que los queriwinckles de la nieve pueden producir amnesias temporales al introducirse a través de la piel de los dedos cuando se hacen bolas de nieve, pero el agua caliente suele revertir los efectos, así que era de esperar que, si Hermione no se duchaba en agua fría, la amnesia se le curase pronto. Lavender Brown y Parvati Patil se leyeron todo cuando libro pudieron encontrar sobre la poción desinhibidora, pero no vieron en ninguno que la amnesia fuese un efecto secundario de la misma, ni siquiera cuando se mezclaba con alcohol muggle o mágico (y además, estaban seguras de que Hermione sólo había tomado cerveza de mantequilla), pero aún así no pudieron evitar sentirse un poco culpables. Aunque no tan culpables como para contarle a Snape lo que habían hecho, claro. Ron, que se había perdido gran parte de la historia, estaba algo preocupado por su amiga, pero no le parecía que 24 horas de amnesia fuesen un grave problema para la vida de nadie, y la propia Hermione parecía indiferente, ya que el día 31 apenas había estudiado y podía recuperar muy rápidamente los temas que había olvidado.

Harry estaba desesperado.

Unos días después de la recuperación de Hermione, se lo había contado todo a Oliver (todo, claro está, menos el apasionado coloquio que habían mantenido Hermione y él en su cama), y le había explicado vagamente que habían discutido. Oliver puso cara de "sí, vale, vamos a hacer como que me lo creo", obvió el ruborcillo delator que invadía las poco carnosas mejillas de Harry, y le explicó pesaroso al chico que no les quedaba más remedio que contarle todo a Dumbledore. Oliver, que para eso era mayor, más maduro y más responsable (¡¡¡¡un hurra por Oliver, hip, hip, huraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Ups, lo siento por el ataque de entusiasmo), acompañó a Harry a la oficina del director y aceptó toda la responsabilidad sobre la fiesta clandestina. Dumbledore se limitó a decirle que por mucho que hiciese poco que había sido alumno, un profesor de Hogwarts no podía permitir que algo así sucediese en su presencia, masculló unas palabras en voz baja (a Harry le pareció entender algo así como "a ver cuándo me invitan a mí a una", pero rápidamente desechó la idea por absurda), y acto seguido se sumió en un silencio pensativo, mientras acariciaba la cabeza de Fawkes que en aquel momento, tras autoincendiarse por Navidad, era un polluelo en plena adolescencia.

"Le aseguro, profesor Dumbledore, que Hermione estaba muy rara... como dijo la profesora McGonagall, ella nunca hubiese provocado así a Malfoy, ella es muy sensata, ella..."

"¿Ella hizo alguna otra cosa rara, además de retar al señor Malfoy, Harry?" -le interrumpió suavemente Dumbledore, sin volverse ni dejar de acariciar a Fawkes.

Harry enrojeció tanto que podía haberse conectado con la red flu.

"Bueno... estuvimos discutiendo acaloradamente cuando llegamos a nuestras habitaciones..." -acertó a explicar Harry sin mentir del todo (es decir, sí estuvieron haciendo algo acaloradamente, al fin y al cabo). Oliver lo miró con el ceño fruncido.

"¿Sueles echarle habitualmente un vistazo al mapa del merodeador a las tres de la mañana, Harry? -preguntó Dumbledore sin moverse ni un ápice.

"Eh... yo... sí, a veces..." -balbuceó Harry.

Dumbledore asintió con la cabeza, todavía de espaldas a él.

"¿Y sueles ver cosas interesantes?"

Esta vez fue Oliver el que enrojeció ligeramente. Harry suspiró hondo y decidió contarle al director lo que había estado haciendo.

"Señor, yo sospecho de los Slytherin... sospecho de Malfoy, creo que su padre y otros mortífagos quieren hacerle algo, señor, y vigilo si se reúne con otros Slytherin a horas intempestivas y los espío con la capa... bueno, ya sabe... la capa... aunque hasta ahora no había visto nada importante... yo..."

Dumbledore le pegó una suave bronca a Harry por no dormir lo suficiente, aunque le agradeció su interés por su persona. Al cabo de un rato, tranquilizó a Harry diciéndole que, al fin y al cabo, no tenían ninguna prueba firme contra Malfoy y que era mejor que el mapa del merodeador siguiese siendo secreto. Mejor no tener que enseñarlo como prueba en un juicio. Además, todo lo que podían lamentar era haber perdido 24 horas de la vida de Hermione, y, como dijo Dumbledore, "la señorita Granger es, sin duda, la alumna más capacitada para recuperar 24 horas de estudio en lo que dura un zumo de calabaza, y además no es del todo malo el que no recuerde la pelea con el señor Malfoy". Harry asintió a regañadientes y abandonó el despacho del director, dejándolo a solas con Oliver.

Director y profesor se miraron y se sentaron frente a la chimenea, mientras Dumbledore hacía aparecer una humeante tetera y dos tazas.

"¿Crees que sabe que Hermione y yo...?"

Dumbledore se encogió de hombros.

"Es posible. ¿Tú también la encontraste rara?"

Oliver afirmó con la cabeza.

"Poción desinhibidora, sin ninguna duda" -aseguró. "Alguna de sus compañeras, me atrevería a decir, y por su comportamiento en la fiesta, Brown y Patil. Pero he consultado con Snape y me ha dicho que es muy característico de la poción el recordarlo todo vívidamente, así que lo único que causó la poción fue el enfrentamiento entre Hermione y Draco".

"Y posiblemente esa... digamos... pelea con Harry, claro está"

Oliver giró tan rápido el cuello hacia Dumbledore que le pareció oír un "crac".

"¿Insinúas...?"

Dumbledore hizo un gesto con la mano.

"No insinúo nada. Pero últimamente Harry tiene un colorcillo muy saludable en las mejillas, ¿no te parece? De cualquier modo, es evidente que Malfoy, o Zabini, o cualquiera de los otros Slytherin, le lanzó una maldición a la señorita Granger, no sabemos si como venganza por lo que pasó en la dichosa fiesta o porque ella escuchó algo que no debía cuando llegó a las cocinas".

"Harry dijo que había un punto sin nombre en el mapa".

Dumbledore asintió.

"Un elfo doméstico. Le pregunté a Remus. No sabemos qué hacían Malfoy y compañía en las cocinas, puede que sólo buscasen un tentempié nocturno, y tampoco sabemos qué hacía la señorita Granger. Pero me atrevería a decir que la maldición que le lanzaron fue un obliviate".

"¡Pero eso es magia avanzada! ¡Y además produce una amnesia completa, es una maldición muy grave!"

Dumbledore asintió lentamente.

"Tenemos que averiguar qué pasó en las cocinas, pero eso sólo puede contárnoslo la señorita Granger, me temo".

"Esta noche hemos quedado de nuevo. Aprovechando que estaremos a solas, le preguntaré por todo lo que recuerde".

"No será necesario, Oliver. Hermione se encuentra en este momento subiendo por la escalera de mi despacho, acompañada de Minerva".

Como respondiendo a un hechizo, unos suaves golpes interrumpieron las palabras de Dumbledore.

"Adelante..."

Una visiblemente afectada Hermione entró en el despacho del director, acompañada por la profesora McGonagall, que la acompañaba pasándole un brazo por los hombros.

"Albus, es urgente. Hermione tiene algo que contarte. Os dejo solos. Oliver, si me acompañas..."

"No, prefiero que se quede..." -acertó a decir la chica con un hilo de voz. "Y usted también, profesora..."

El director hizo aparecer otra silla y una butaca frente al fuego, y llenó de humeante té otras dos tazas. Esperó a que las dos brujas se hubiesen sentado y a que Hermione le diese un trago a la infusión.

"Bueno, señorita Granger... ¿qué es eso tan importante que tiene que contarnos?"

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Bueno, lo dejo aquí. Entramos en la segunda mitad del fic, o sea que podéis esperar unos tres capítulos más para el final, más o menos. No sé si os imagináis por dónde van los tiros... un poco de paciencia, que ya falta poco. Como veréis, Oliver es un personaje que me encanta... ¿se ha notado mucho? Jejeje...

Voy a contestar los reviews con brevedad porque ya sabéis que hay el rumor de que ffnet no deja contestarlos. ¿Vale?

AlexiaRiddle: ¿corto? Uf, pero si era largísimo (para cómo son los míos, claro está). Draco aparece de malo, porque lo es, jajaja... pero bueno, a saber cómo termina esto... Otro beso para ti, guapa.

Barby chile: muchísimas gracias por tu opinión, me ha llegado al alma. Besos a toneladas.

Elena Potter: a ver, el primer capítulo sucede después de la fiesta... luego vamos al pasado, y el próximo capítulo coincidirá cronológicamente con el primero, ¿vale? En realidad al final de este capítulo ya estamos a la par que el primero: Harry se pregunta si será verdad que Hermione no recuerda nada. ¿Aclarado? Pues nada, un besito.

Ginger: Gracias por tu opinión, guapetona. Besos.

Rakaomi: ¡Peazo de review! Bueno, no puedo comentar nada sobre tus teorías porque te desvelaría muchas cosas del libro 6, así que ya lo releerás tú cuando leas el libro y verás si te equivocas o no. Por lo demás, coincido contigo exactamente en todo, con puntos y comas. Vamos, es como si me leyese a mí misma, sólo te digo eso. Yo creo sobre todo que Rowling escribe ahora con demasiadas prisas por parte de las editoriales y la Warner y ya se sabe: las cosas con prisas... en fin, a ver por dónde sale en el libro 7. Besos a millones.

Bueno, y nada más por ahora. Prometo actualizar en una semana, ¿vale? Ahora que ya no estoy malita aprovecharé para recuperar el tiempo. La semana que viene sabremos muchas más cosas y veremos a un Harry un tanto desesperado por hacer que Hermione recupere la memoria...

Besos a paladas!

Lara