Disclaimer: Harry Potter y todos los demás personajes le pertenecen a Rowling, Scholastic, Bloombsbury, Warner y la Hacienda Pública Británica. Microsoft Word le pertenece a Bill Gates. A mí me pertenecen la historia y el ordenador, que no es poco.

NADA COMO UN BUEN ATAQUE DE AMNESIA

Capítulo 7: Cuatro meses después de la fiesta. La hecatombe.

Harry Potter estaba bastante desesperado. Someter a Draco Malfoy a la maldición imperius era una idea demasiado arriesgada, porque, al fin y al cabo, se trataba de una imperdonable, y la idea de pasarse el resto de su vida en Azkaban era demasiado sombría. Pero endilgarle un traguito de veritaserum, aunque ilegal, podía dar su fruto. Como el veritaserum se acompañaba de amnesia, nadie iba a enterarse.

Algunas noches, Malfoy bajaba solo a las cocinas, no sabía bien si a surtirse de comida o a darle instrucciones a su elfo doméstico, y Harry pensaba interceptarlo en algún sitio, usando el mapa del merodeador, y desmayarlo a golpe de varita para, a continuación, obligarlo a engullir la poción de la verdad como si fuese un pavo navideño. Harry había pensado en todo.

Bueno, en casi todo.

Porque no pensaréis que el veritaserum lo vendían embotellado y en formato familiar de un litro, ¿verdad?

Pero lo que sí es cierto es que formatos más pequeños podían encontrarse en el establecimiento que había surtido a Harry de los más variopintos ingredientes durante los últimos seis años: "supermercados Snape".

El plan de Harry era subyugante en cuanto a sencillez a la par que sofisticación: echarse la capa de invisibilidad por encima, adentrarse en las mazmorras pertrechado tras el mapa del merodeador y rezar para que ni Filch ni Snape tuviesen insomnio, lo cual no sería de extrañar. Así que, una fresca y estrellada noche de finales de abril, Harry fracasó estrepitosamente en su objetivo de convertirse en el ladrón más sigiloso de la historia de Hogwarts, principalmente por haber metido un pie en un caldero, tropezar, pillar el borde de la capa con el otro pie y darse de narices contra el frío suelo de piedra del despacho de Snape tirando, ya de paso, un par de estanterías. El estrépito fue tal que hasta Voldemort le echó la bronca a Colagusano por montar barullo.

Snape, tras despertar bruscamente pensando que una horda de mortífagos se le echaba encima, descubrió al joven Gryffindor hecho un lío con la capa y sepultado tras un montón de libros y los restos de una estantería. En un primer momento, Snape pensó que algún ente sobrenatural se había apiadado de él y le había ofrecido en bandeja de plata la tan esperada oportunidad de echarle a Harry un bonito y verde avada kedavra, pero finalmente, el sentido común se impuso y pensó que sería suficiente con expulsarlo. Así que lo llevó de una oreja (figuradamente hablando, claro) al despacho de Dumbledore que, curiosidades de la vida, estaba reunido en una amigable charla con McGonagall y Oliver Wood.

"¡Le pillé robando en mi despacho!" -aulló Snape mientras intentaba agarrar a Harry por un hombro. "Ahora no podrá negar nada: le pillé in fraganti, envuelto en esa capa suya que tenía ese desastre de padre que..."

Albus Dumbledore hizo un gesto con la mano para apaciguar a Snape, mientras le dirigía a Harry una mirada reprobadora que parecía decir: "ya me esperaba algo así pero confiaba en que fueses más discreto".

"¡Expulsión! ¡Esto sólo puede solucionarse con una expulsión! Ya lo dije yo desde el principio: este Potter no es más que un salvaje que no respeta ninguna regla, igual que su..."

"Ya te hemos oído, Severus..." -la voz calmada de Dumbledore tuvo un efecto inmediato en Snape, que se quedó mudo al momento, aunque le lanzó una mirada a Harry, que ya se había zafado de su garra, que parecía querer tener el mismo efecto que una maldición imperdonable. "Ahora, Harry, vas a explicarnos lo que hacías en el despacho del profesor Snape a estas horas de la noche, cuando deberías estar en la cama".

Harry, visiblemente avergonzado (por haberse dejado pillar, claro), logró balbucear una sola palabra.

"Eh... veritaserum..."

"No te hemos oído bien, Harry"

"Yo... pensaba ro... coger prestado un frasco de veritaserum al profesor Snape, señor. Quería dárselo a Draco para que confesase qué le hizo a Hermione y por qué. Estoy seguro de que está conspirando para hacer algo, y quería saber lo que era y..."

"¡QUERÍA DARLE VERITASERUM AL SEÑOR MALFOY! ¡ESO ES ILEGAL! ¡HAY QUE MANDARLO A AZKABAN!"

"Severus, te ruego que no grites" -apaciguó el director.

"¡Potter siempre está intentando culpar a Draco de todo tipo de infamias, cuando hoy ha quedado bien claro que es él el único que hace cosas ilegales en Hogwarts! Malfoy es un alumno excelente que nunca le haría nada a otra alumna, eso no son más que patrañas sin fundamento"

"Me temo que esta vez tiene razón, Severus" -suspiró Dumbledore.

"¿Eh?" -exclamaron con perfecta sincronización, para sorpresa del resto, Harry y Snape.

"Pues que Harry desconoce algunas cosas que nosotros sabemos, y nosotros, efectivamente, sabemos que Draco Malfoy tenía planes no muy legales de los que la señorita Granger se enteró casualmente, y que por nada de este mundo deseaba que ella transmitiese al profesorado de Hogwarts" -explicó Dumbledore.

Tanto Snape como Harry miraban alternativamente a Dumbledore, Wood y McGonagall. Harry, que no se enteraba de nada, pensaba que todo aquello era una maniobra de Dumbledore para, por decirlo de forma poco elegante, salvarle el trasero delante de Snape. Y el profesor de pociones empezaba a sudar tinta china pensando qué tontería habría hecho esta vez Malfoy para que volviesen a pillarlo jugando al minimortífago.

"Minerva, por favor..." -suplicó Dumbledore. "Ya sé que es demasiado tarde, pero creo que debemos ponerle un fin a todo este asunto. ¿Podrías traer a la señorita Granger, por favor? Por el camino puedes explicarle lo que sucede, y así ahorraremos tiempo y podremos irnos todos a la cama cuanto antes".

Una visiblemente incómoda profesora McGonagall abandonó el despacho de Dumbledore. Harry empezó a ponerse nervioso. Entonces... ¿tenía razón el profesor Dumbledore? ¿No era una mentira para calmar a Snape? ¿Para qué llamaban a Hermione?

Dumbledore hizo aparecer unas sillas más para el profesor de pociones y el alumno más famoso de la historia de Hogwarts, y, para no perder las buenas costumbres, hizo aparecer un par de tazas de chocolate caliente que ni Snape ni Harry probaron. El profesor de pociones empezaba a sospechar que esta vez tampoco le permitirían darle el puntapié en el trasero a Potter y largarlo de Hogwarts para siempre, y empezaba a encontrarlo todo muy frustrante.

Al cabo de unos minutos, Hermione hizo su aparición en el despacho. Iba acompañada por McGonagall, quien mantenía una mano en su hombro derecho, en señal de apoyo. Estaba pálida, despeinada como de costumbre, y le temblaba casi imperceptiblemente el mentón. Se había puesto el uniforme del colegio con bastante prisa, por lo que parecía, porque llevaba la camisa del revés. En ningún momento miró a Harry a los ojos.

"Ah, señorita Granger, bienvenida" -la saludó Dumbledore. "Y ahora, como supongo que la profesora McGonagall ya la ha puesto en antecedentes de lo que ocurre, me gustaría que fuese usted misma la que nos explicase lo que le ocurrió con el señor Malfoy".

Hermione asintió con la cabeza. Sin sentarse en la silla que Dumbledore le ofrecía, comenzó un sucinto relato de lo sucedido.

"La noche del 31 de diciembre, después de... bueno, no podía dormir, así que bajé a las cocinas del colegio para ver si podía conseguir una taza de chocolate caliente y..."

"¡Se ha saltado varias normas bajando por la noche a las cocinas de la escuela, señorita Granger, esto le va a costar...!"

"Severus..."

"La señorita Granger ya ha sido castigada por mí, Severus, que, si mal no recuerdo, soy la jefa de la casa de Gryffindor" -apuntó la profesora McGonagall mirando a Snape con cara de desear ofrecérselo de cena al calamar gigante.

"Bueno..." -siguió Hermione roja como un tomate, mirando al suelo. "Cuando llegué allí, oí voces, y me escondí en una despensa para ver qué pasaba. Escuché las voces de varios estudiantes de Slytherin: Malfoy, Crabbe, Goyle y Parkinson, y era Malfoy el que hablaba con un elfo doméstico que, por lo que parecía, pertenecía a su familia. Malfoy le daba instrucciones para que ocultase una poción venenosa en la comida del profesor Dumbledore, y le explicaba cómo hacerlo sin que nadie se enterase..."

"¡Eso es mentira! ¡No tiene pruebas, Granger! ¡A ver cómo demuestra...!"

"Tenemos pruebas, Severus..." -especificó Dumbledore mirando a Snape por encima de sus lentes de medialuna.

Las caras de Harry y Snape eran todo un poema. Sería difícil precisar quién de los dos corría más peligro de que se le saliesen los ojos de las órbitas.

"Evidentemente, sería ilegal que Harry le administrase veritaserum al señor Malfoy, pero afortunadamente está dentro de la más estricta legalidad que el director de Hogwarts le administre la poción a uno de los elfos domésticos que figuran dentro del personal de las cocinas de la escuela, siempre y cuando se tengan sospechas fundadas de que el elfo bajo sus órdenes planea hacer algo incorrecto" -explicó Dumbledore juntando las palmas de las manos. "Yo mismo informé al Ministerio de Magia que iba a utilizar la poción y se me suministró junto con una autorización firmada. Hemos evitado hacer público el nombre de Malfoy, Severus, porque si lo hubiésemos hecho probablemente él sí que estaría ahora en Azkaban, ya que dudo que el Ministerio vea con buenos ojos los intentos de envenenamiento a mi persona, al menos oficialmente" -Dumbledore remarcó esto último con ironía.

Mientras Severus Snape trataba de digerir toda aquella información, Harry miraba desafiante a una Hermione que parecía encontrar muy interesantes sus zapatos, por el modo de no despegar la vista de ellos. Se sentía furioso y humillado. Más furioso. Bueno, no, más humillado, porque había quedado como un imbécil delante de Dumbledore, McGonagall, Wood y... Snape. En realidad, los profesores tenían otras cosas que pensar en aquel momento, sobre todo Snape, pero Harry sólo podía pensar en una cosa: Hermione, su mejor amiga ante todo el colegio, le había mentido y le había hecho hacer el más espantoso de los ridículos.

"Entonces... ¿Hermione nunca estuvo amnésica?" -preguntó Harry con un hilo de voz.

"Zabini descubrió a Hermione y Malfoy le lanzó un obliviate, Harry" -habló Oliver por primera vez, perfectamente consciente de lo que le pasaba a Harry por la cabeza. "Pero un obliviate es magia avanzada, y Malfoy no fue capaz de crear un hechizo lo suficientemente potente como para que funcionase de verdad. Hermione estuvo amnésica durante dos semanas, y después recuperó la memoria. Cuando lo recordó todo, vino a contárselo al profesor Dumbledore para advertirle que iban a intentar envenenarlo, y pensamos que si tú o Ron sabíais lo que le había hecho Draco intentaríais vengaros, así que..."

"No, Oliver" -Hermione habló esta vez con la cabeza alta y mirando directamente a Harry. "Fue idea mía no contarles nada a Harry y a Ron, prefiero que no intentes defenderme".

Durante unos instantes, las miradas de Harry y Hermione se cruzaron y se mantuvieron firmes, la de él furiosa y la de ella mitad serena, mitad resignada. Harry sólo podía pensar en que Hermione había asistido impertérrita a los espantosos meses que había pasado tratando de averiguar la verdad, y que a pesar de su fachada fría e imperturbable recordaba perfectamente lo que había pasado entre los dos aquella noche.

Mientras él no podía dormir por las noches, ella seguía pasándolas en compañía de Wood. Fuese cual fuese el motivo por el que se había portado de forma tan desinhibida, era evidente que le importaba un bledo.

Se había reído de él.

Como estaba haciendo ahora Snape, que había optado por descargar su ira burlándose de Harry.

"Vaya, ni sus propios amigos tienen confianza en usted, ¿eh, Potter? No me extraña nada..."

Harry miró a Snape como si fuese una alimaña del Bosque Prohibido. Luego miró a Dumbledore, a McGonagall y a Wood. Los tres lo miraban con una expresión inequívoca en el rostro.

Compasión.

Luego miró a Hermione, que volvía a estudiar el apasionante diseño de los zapatos de su uniforme, incapaz de mirarlo a los ojos. Y sintió el urgente deseo de abandonar el despacho de Dumbledore y no volver a verla en su vida.

"Profesor Dumbledore, si no le importa, me gustaría volver a la cama" -solicitó Harry.

"Imagino que entenderá..."

"Que debo ser castigado, sí, lo sé" -Harry asintió con la cabeza. "Aceptaré cualquier castigo que me ponga, aunque quiero que sepa que estoy mucho más tranquilo ahora que sé lo que tramaba Malfoy, señor".

Dumbledore suspiró.

"Lo sé, Harry, y créeme que siento mucho que hayas tenido que enterarte de esta forma. Ninguno de nosotros pensaba que estabas tan decidido a saber la verdad. Estoy segura de que si la señorita Granger hubiese sabido..."

"Creo que a la señorita Granger le hubiese importado un bledo, profesor Dumbledore, pero gracias de todos modos" -añadió Harry con acento gélido.

Hermione sintió un escalofrío. Miró a Harry, pero éste procuró evitar su mirada.

"Dobby y los otros elfos han vigilado de cerca al elfo doméstico de la familia Malfoy, Harry, y han interceptado cualquier intento de introducir el veneno en mi comida. De todos modos, tengo una pequeña colección de bezoares que me ha suministrado el Ministerio y..."

"Pero yo soy el profesor de pociones, Albus, ¿por qué no...?"

"Ya hablaremos de eso, Severus. Harry, es mejor que ahora te vayas a dormir. No te importará acompañar a la señorita Granger, ¿verdad? Para que no vaya sola por los pasillos a estas horas"

"Por supuesto que la acompañaré, profesor" -contestó Harry con una entonación tan fría que la profesora McGonagall lamentó no tener consigo su bata de cuadros. "No vayan a dejarla amnésica otra vez".

Hermione ahogó un gemido. Siguió a Harry, que salió por delante de ella del despacho de Dumbledore sin dirigirle la palabra. Tardaron un tiempo récord en llegar a sus habitaciones de Premio Anual, Harry delante y a velocidad de Saeta de Fuego y Hermione detrás de él, sin atreverse a decir nada. Cuando llegaron a su destino, Harry abrió la puerta y entonó un neutro "buenas noches" sin mirarla siquiera.

Hermione se armó de valor y dijo en voz temblorosa "espera, Harry, por favor", al tiempo que le ponía la mano en el brazo.

Harry se dio la vuelta y miró la mano de Hermione posada en su brazo con todo el desprecio que fue capaz de reunir. Hermione suspiró y retiró la mano.

"Me gustaría hablar contigo un momento, Harry" -murmuró.

El muchacho se dio la vuelta y la miró con expresión de indiferencia. Hermione tragó saliva. Esperaba un arranque de ira, gritos, o incluso alguna acusación de tono subido, pero aquella mirada inexpresiva le daba más miedo que cualquier comportamiento agresivo.

"Entiende esto, Hermione" -dijo Harry con voz calmada. "Tú y yo no tenemos nada de qué hablar".

Y, después de decir esto, se dio la vuelta y entró en su habitación, dejando a su amiga allí, mirando la puerta cerrada, con la desagradable sensación de que la amistad entre ella y Harry se había roto para siempre.

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Hola, hola, holaaaaaaaaaaaaaaaaaa! El capítulo 7 ya, ¿eh? La verdad es que no me apetecía demasiado escribirlo, y por eso he tardado un poco, pero calculo que faltan un par de capítulos más para que se acabe el fic.

Bueno, voy a responder a los fics aún a riesgo de que los de ffnet tomen represalias. Pero lo haré más breve, ¿vale?

Victoria g: A mí me encanta ver sufrir a Harry, jejeje. Es ese toque sádico que todos tenemos escondido. Pero tras la tempestad viene la calma. Un besito.

Hibari: Si te parecía que Harry sufría, ya verás ahora. Besos a sacos.

KennyLink: Sí, sí, debo decir que lo llevas con mucha dignidad, jajaja. Pero tranquila, que ya queda poco. Un kilo de besos.

Isabella Riddle: Gracias mil. Intento actualizar lo antes posible, pero el tiempo no me sobra, por desgracia. Besos de calamar gigante.

Alexandra: Sí, el pobre Harry haciendo de todo para que Hermione recupere la memoria, y ella tan campante. Pero ahora le toca el turno de sufrir a ella, pobrecilla. Gracias por los comentarios. Besos a montones.

Ginger: Pues, como ves, Hermione sólo ha confesado porque no le ha quedado más remedio, que si no... Un beso de tamaño Hagrid.

Cammiel: Ya leí N.O.C (neurótica, obsesiva, controladora) y, como todos los fics de Bet-HPG, me encantó. Además es menos triste de lo habitual (los fics de Bet, aunque me gustan mucho, me suelen deprimir bastante), lo cual se agradece. Pienso leer tus fics en cuanto tenga un momentito libre... ¿en las vacaciones de Navidad de 2012? Jajaja. No, espero que antes.

TaniaStratman: Bueno, Hermione no le pidió ayuda a Harry para volar mejor porque no quería que Ron y Harry supiesen que su proyecto era ser auror. Sobre todo porque Hermione es muy orgullosa, y es evidente que no tolera bien los fracasos. Contarles su proyecto y luego fracasar es algo que ella no puede asumir. Por eso le pidió ayuda a Wood. Bueno, y por algo más, ya lo explicará ella más tarde. Besitos a cientos.

FranGilraen: Procuraré echarle un vistazo a tus fics cuando pueda. Gracias por tu comentario y un beso tamaño colacuerno húngaro.

PaulyGranger: Curioso review, jajaja. Algo falló, ¿no? Un besito.

KiraLevana: Bueno, espero que por el momento no te haya defraudado. A ver los siguientes capítulos. Un beso y un abrazo de oso "modelo Hagrid".

Pues nada más por ahora. La próxima actualización será de "De la sartén... ¿al fuego?", creo. Pero espero subir el próximo capítulo el sábado que viene. Un beso a todo el mundo (del tamaño que queráis)

Lara