Epílogo

Hospital San Mugo de Enfermedades y Heridas Mágicas, Londres, 1 de noviembre de 1981, 04:05

Un hombre de unos 21 años entró bruscamente en el hospital, y sin mirar a nadie se dirigió tan rápido como pudo a la 4º planta. Su pelo negro azulado, casi siempre brillante, le caía sobre los ojos, pero ya no le caía con elegancia, y sus ojos grisáceos parecían dos canicas sin brillo, tenía profundas ojeras bajo los ojos y en su cara estaban reflejadas por completo la tristeza y la desesperación. Cuando llegó, casi sin aire, tocó bruscamente la puerta para que alguien abriese, pero nada. Volvió a tocar con más fuerza, hasta que una mujer de mediana edad, con el pelo castaño y recogido en un moño lo miró soñolienta.

-Sirius…

Sirius miró a la mujer a los ojos y ésta se apartó para dejarlo entrar.

-Sirius… ¿Qué ha pasado? –preguntó la enfermera asustada.

Sirius negó con la cabeza, y corrió hacia una de las camas más apartadas donde una joven estaba sentada abrazando sus piernas, balanceándose y tarareando una canción que hizo que a Sirius se le llenaran los ojos de lágrimas. Su pelo negro, antes lleno siempre de perfectos tirabuzones, ahora esos tirabuzones estaban deshechos, y su mechón violeta ahora era blanco por completo. Sus ojos casi violetas miraban sin mucha atención a alguna parte de la habitación.

-Aya… -murmuró Sirius sentándose frente a la morena.

Aya enfocó su mirada y miró con una sonrisa ladeada a Sirius.

-Hola, ... Poo –saludó débilmente Aya, y continuó tarareando la canción.

Sirius apartó la mirada, aquella canción era la que canción de bodas de James y Lily, ellos habían abierto el baile con esa canción. Era la canción de la pareja. Sirius se tapó la cara con las manos y Aya lo miró curiosa. Y como si supiese que tenía que hacer eso, lo abrazó con fuerza cerrando los ojos.

-Aya… Han muerto. Ellos han muerto…

Aya paró de balancearse y soltó a Sirius.

-Contigo hasta la muerte… -dijo Aya sin saber muy bien porque decía eso.

Sirius cerró los ojos.

-Aya, no es momento para que me recuerdes todas las promesas que te hice… -murmuró Sirius-. Lily y James están muertos, y yo… Tengo que buscar a Peter…

-Lily… Lily… -Aya siguió balanceándose, mientras unas lágrimas silenciosas caían por sus mejillas.

Sirius la miró y negó con la cabeza. ¿Por qué a ella? Cuando salieron de Hogwarts Aya ya era una de las personas más fieles a Dumbledore. Y él la mando varias misiones, hasta que no volvió de una. Sirius desesperado le exigió a Dumbledore que fuera a buscarla, y si… La fueron a buscar, y la encontraron, pero aquella no era Aya… Cuando la encontraron deambulaba por uno de los bosques más peligrosos de Gales, no recordaba quien era, donde estaba, que hacía ahí… Nada. Y aquella vez era cierto, aquella vez no había mentiras, lo confirmaron Lily, Anna Stern y varios de los sanadores de San Mugo. Aya no era nadie… Aunque Sirius a veces pensaba que había una pequeña parte de la Aya que él conoció ahí adentro, sobre todo cuando le decía cosas que él le había prometido años atrás, cosas que él le había cantado y susurrado al oído… Había perdido a la persona que amaba, pero ahora había perdido a su mejor amigo y a… A Lily, a la que había sido su apoyo cuando le ocurrió todo a Aya, sí, James era un gran amigo, pero nunca había sido bueno para los consejos. Sabía escuchar, y para Sirius eso era suficiente. Pero Lily, Lily le había conseguido sacar de un agujero que se había escavado el mismo.

-Aya, cielo… Tengo que irme… Te cuidarás, ¿verdad? –preguntó Sirius besando a Aya en la frente.

Aya asintió con la cabeza lentamente, se giró y cogió algo de su mesilla. Era un colgante. El que ella siempre llevaba debajo de su ropa, y nunca se lo quitaba.

-No creo que…

Aya llevó su pequeña mano a la boca de Sirius y lo silenció.

-No creas nada… -Ella le puso el colgante y sonrió-. Cuídate –susurró Aya.

-Volveré pronto… -le prometió Sirius levantándose de la cama y echando a correr.

Pero pasaría mucho tiempo hasta que Sirius volviese.

o.O.o

Cementerio Mágico, Godric's Hollow, 5 de enero de 1982, 12:30

Una mujer rubia de pelo corto (corto a lo chico, no rapado, pero si corto), ojos azules verdosos y labios perfectos andaba entre las tumbas con la cabeza gacha. Sus ojeras eran muy profundas, y estaba increíblemente pálida. Si alguien le viese la cara, diría que habría sido una mujer muy guapa, pero que el tiempo y el dolor la habían dejado muy dañada.

De repente se paró en seco frente a dos tumbas y se dejó caer frente a una de las dos. Un sollozo le salió de lo más profundo de su alma y abrazó la tumba.

-Lily… -chilló entre dientes la rubia-. Mira lo que no esta pasando… Míranos… Lily, yo no tengo fuerzas para seguir… Os necesito a Aya y a ti para que me ayudéis, pero… Lily me siento tan sola… -Angelica hizo una pausa antes de continuar y suspiró-. Entre Remus y yo definitivamente se ha acabado todo… No voy a estar con alguien que prefiere creer en unas estúpidas pruebas, a tener lealtad y fe en alguien con el que compartió ¡10 años de su vida! Si no lo conoce él, ¿quién lo va a conocer? Dios mío, esto es tan ridículo… ¡Qué Remus no crea en Sirius es la gota que ha derramado el vaso!

-Primero fue Aya –Angelica se limpió las lágrimas como pudo e hipó violentamente-, nuestra pequeña Aya… Depués fuisteis vosotros… -el labio inferior de Angelica temblaba con fuerza-. Y perdí a mi mejor amiga, a la que siempre estuvo conmigo en los momentos difíciles, pero que no se dejaba ayudar en sus momentos difíciles… Y luego, Sirius… -Angelica frunció el ceño-. Él no pudo ser, Lil… Lo sé, algo dentro de mí lo sabe… Y ahora Remus y yo, definitivamente nuestro pequeño grupo se ha hecho trizas, se ha desmoronado por completo… Y yo, sabes que nunca he sido demasiado fuerte, siento que nada tiene sentido… ¿Por qué tuve que tener yo más suerte que tú? ¿Por qué no me he muerto yo? –Angelica lloraba desconsoladamente sobre la tumba de su mejor amiga-. Ni si quiera se puede decir que he tenido suerte… He ido desgracia tras desgracia…

-A lo largo estos dos últimos años he sacado fuerzas de donde ni siquiera sabía que las tenía, pero esas fuerzas se me han acabado. Se me han acabado por completo. Y Harry… -Angelica se llevó las manos a la boca-. Se lo han llevado a tu hermana, ¿te lo puedes creer? Yo no… Y Sirius tampoco, tenías que haberlo visto, desesperado porque además era el principal sospechoso y… Ni se molestaron en investigar. Directo a la cárcel. Y yo aquí hablando con una tumba, porque se me han acabado las ganas de vivir…

Angelica cerró los ojos y apoyó su frente contra la tumba. Y sin más sintió una suave brisa acariciando su cara, y su piel.

-Gracias, Lil… -murmuró Angelica antes de caer inconsciente sobre la hierba.

o.O.o

Nueva York, 16 de julio de 1995, 18:32

Angelica no había cambiado mucho en los últimos 12 años, seguía con su pelo corto, pero volvía a sonreír y las ojeras habían desaparecido por completo. Bueno, quizá si que había cambiado algo. Había rechazado todos sus lazos con el mundo mágico, y ahora era una exitosa mujer de negocios, con su pequeña familia.

Angelica Marie Delano abrió la puerta de su duplex con la mano libre, en la otra llevaba su busca y el correo, y entre el hombro y su cara el teléfono móvil.

-Ya estoy en casa –anunció la rubia-. No, Steff, a ti no te lo decía. ¡Por supuesto que no!

Dos niñas de unos 8 y 5 años corrieron hacia la puerta a saludar a su madre.

-¡Mami! –chilló la más pequeña, sus rizos rubios oscuros le caían graciosamente sobre los hombros, sus ojos color avellana, vivos e inquietos, escondidos tras unas largas pestañas, la miraban atentamente, y en su pequeña boca en forma de pico de gorrión se formaba un "uh".

La mayor la abrazaba con fuerza. El pelo era de un tono ligeramente dorado, pero increíblemente bonito y sedoso. Era alta para su edad y muy esbelta, con una piel fina, labios rosa pálido y ojos azules verdoso, parecidos a los suyos.

-Steff, más tarde te llamo. No, no, y no. Tengo que pasar tiempo con mis hijas. Sí, mis hijas. Adiós, Steff –y sin más colgó el teléfono, lo dejo en el recibidor y abrazó a sus dos hijas-. ¿Qué tal, mis niñas?

-Bien –dijeron amabas al unísono con grandes sonrisas.

-¿Y papa? –preguntó Angelica.

-Está en el estudio, dice que ha recibido una llamada muy rara –dijo la mayor.

-¿Estás segura, Regina?

Regina asintió con seriedad.

-Bien… Pues iré a ver. ¿Cuidas de Anne? –le preguntó Angelica a su hija mayor.

-Claro, mami. Vamos, Anne. Tenemos que dar de comer a Brid.

Angelica anduvo hasta el final del pasillo y toco la puerta con suavidad. Una voz masculina sonó desde dentro.

-Pasa.

Angelica abrió la puerta y miró a su marido con curiosidad. Jonathan Delano, un famosísimo cirujano plástico. Su pelo castaño claro y liso, sus ojos color avellana escondidos tras unas gafas de montura fina y sus labios parecidos a los de Anne.

-¿Qué ocurre? Regina me ha dicho que has recibido una llamada muy rara –se acercó a su marido y lo besó en los labios.

-Sí. Un tal… -su marido hizo una pausa y la miró a los ojos-, un tal Lupin –Angelica palideció y agarró con fuerza a la mesa-, ha llamado preguntando por ti.

-¿Lupin? –repitió Angelica incrédula-. Es imposible. Lupin y yo rompimos hace 12 años.

-Sí, eso me ha dicho –asintió su marido.

Angelica lo miró con los ojos entrecerrados.

-¿Y qué más te ha dicho?

-La verdad es que se ha sorprendido muchísimo, cuando le he dicho que estabas felizmente casada y con dos hijas, creo que incluso ha estado a punto de desmayarse.

Angelica negó con la cabeza y miró hacia la ventana, por la cual se podía ver Central Park. ¿Por qué diablos habría llamado Lupin?

-¿Y no te dijo nada más?

-Que quería hablar contigo –Jonathan se encogió de hombros y Angelica suspiró.

-¿No te dejo un número de teléfono?

-¿Por qué tanto interés?

-Porque Remus Lupin no me habría llamado si no fuese algo urgente –contestó Angelica perdiendo los nervios-. ¿Ha dejado un número?

Jonathan sonrió y le entregó un número de teléfono garabateado en un trozo de papel color marfil.

-Gracias, Jon –y se levantó dispuesta a llamar desde su línea privada.

-Llama desde aquí.

-Jon, si me pongo a gritar como una histérica no quiero que estés tu presente, podría hacerte daño –dijo Angelica, salió de la habitación, pero se volvió antes de cerrar la puerta-. Te quiero, cirujano idiota.

-Y yo a ti, empresaria de pacotilla.

Angelica sonrió y echó a andar por el pasillo.

-¡AH! –un grito llamó su atención y corrió hacia allí. Rosa, su cocinera, peleaba con una lechuza-. ¡Maldito pajarraco! –y Rosa cogió una sartén para pegarle al animal.

-¡No, Rosa! –la detuvo Angelica y cogió a lechuza con tranquilidad-. Esto si que es raro.

Angelica desató el pergamino que iba atado a la pata de la lechuza. La lechuza le picó cariñosamente en la mano y salió volando en busca de comida por la ventana.

Tu marido si que es simpático. Llámame tan pronto como te sea posible,

Remus

Angelica frunció el ceño. Y subió al segundo piso donde las niñas jugaban en su salón con las muñecas.

-Hola, niñas.

-Hola, mami –saludaron las pequeñas.

Angelica cogió el teléfono de su despacho y marcó el número de teléfono. Sonó una vez, dos, pero a la tercera alguien cogió el teléfono.

-¿Cómo funciona este aparato, Remus? –dijo una voz masculina-. ¿Hola?

-Lupin –gruñó Angelica.

-Que mal humor… ¡Preguntan por ti! –dijo la voz.

Se oyó un ruido, y por fin se volvió a escuchar otra voz. Ésta menos agresiva.

-¿Quién es?

-El lobo feroz –contestó Angelica con ironía-. ¿Quién va a ser?

-¡Angie! ¡Cuánto me alegro de escuchar tu voz!

Angelica puso los ojos en blanco.

-¿Qué quieres, Lupin? –preguntó Angelica secamente.

Remus supo que Angelica no se había olvidado de nada y que le sería difícil convencerla.

-Tenemos que hablar contigo.

-¿Tú y quién más?

-Y Sirius.

Angelica notó que el auricular se le deslizaba por la mano, pero lo agarró con fuerza.

-¿Qu…? ¿Qué? –pero reaccionó con rapidez-. Olvídalo, me he deshecho de todo lo que tenga que ver con la magia. Todo. No quiero volver a tener contacto con nada que tenga alguna relación con ello –y colgó.

Angelica suspiró, lo había decidido hacia muchos años. Y no iba a cambiar de idea, ni ahora, ni nunca.

o.O.o

Hospital San Mugo de Enfermedades y Heridas Mágicas, Londres, 1 de septiembre de 1995, 11:05

Aya paseaba tranquilamente por su zona, no tenía permitido salir de ahí, así que tan solo daba vueltas y vueltas por el mismo sitio, una y otra vez.

Notó de repente que algo arañaba la puerta de cristal y se giró para encontrarse con un enorme perro de ojos claros que la miraba expectante. Aya ahogó un grito y se arrodillo frente a él desde el otro lado de la puerta. No sabía porque había tenido esa reacción con el perro, pero la cuestión es que le resultaba familiar.

Una sanadora de pelo castaño recogido en un moño se acercó a Aya y le sonrió.

-¿Aya, qué haces? –preguntó la sanadora con su sonrisa.

Pero Aya no se despegaba del cristal y miraba al perro con una sonrisa.

-¡Un perro! ¡Oh, por las barbas de Merlín! –exclamó la sanadora alertando a todo el mundo-. Sacadlo de aquí.

-¡No! –chilló Aya.

Pero dos sanadores ya había cogido al perro y se lo llevaban como podían, ya que el perro también se resistía.

-¡No, no! –chillaba Aya moviéndose entre los brazos de la sanadora que la tenía sujeta con fuerza-. ¡No!

-Ya esta, Aya…

-¡NO! ¡Sirius! –gritaba Aya desesperada.

-Oh, cielo. No empieces otra vez… Sirius esta en la cárcel, Aya. No te puede hacer nada.

Aya rompió a llorar.

-Sirius… -sollozaba-. Ha vuelto, como prometió.

-Volvamos a la cama, Aya –dijo la sanadora

-Siempre cumple sus promesas… Y siempre las cumplirá –susurró Aya antes de quedarse profundamente dormida.

o.O.o

Snif, snif… Ahora que lo he vuelto a leer no he podido evitar ponerme a llorar… En serio ha sido tan triste… T..T Todo ha acabado tan mal… xDDD Es que si no, no era algo escrito por mí. Na, pero es que esto termina así porque JK ha decidido por nosotros en los finales definitivos.

¡Siento muchísimo el retraso! Pero es que quería entregaros los dos caps de una, así que me tomo algo de tiempo escribirlos… Espero que me dejéis RR para decirme si me quedaron horribles, espantosos o lo que sea. Si os habéis quedado con alguna duda, la que sea, decírmelo en el rr y yo el 10 de septiembre dejaré un review con las contestaciones, ¿vale?

Y ahora, ¡hablemos de futuro! ¿Qué va a hacer la loca de turno? Ju, ju… Pues por el momento terminar Baila Conmigo, al que solo le queda un cap más. Y después voy a tomarme dos (o tres) semanas de descanso total. Nada de fics, nada de pensar en que escribir (eso me va a ser imposible ya me veo apuntando todas las ideas), y solo pensar en que empiezo el colegio T.T Y después de esas dos (o tres) semanas de relax, empezaré OTRA vez un fic largo. Para que el invierno se os haga corto, y cuando menos os deis cuenta ya estemos de nuevo en verano y vacaciones n.n xDD Bueno, ¿y sobre qué va a tratar el nuevo fic? Eso lo voy a explicar mejor cuando termine Baila Conmigo, pero os lo explico un poco por encima: Es un LJ, para no romper la tradición xD, pero vamos a tener a una Lily (y sus amigas) un tanto ¿diferentes? No van a ser ni las raritas, ni las apartadas, ni nada de eso… Más bien todo lo contrario xDD Ya veréis. Y la relación entre Lily y James, no va a ser de discusiones tipo: 'Te odio, Potter y muérete ya', pero tampoco se van a llevar bien. xDD Pues eso, y no digo más.

En fin, mis niñas, ahora es cuando me toca ponerme sensible y deciros que, sois las mejores y que gracias por estar conmigo desde el principio dejándome rr (ari se limpia las lágrimas), que sois todas muy especiales para mí, y que jolines… ¡Os quiero un montón! TT Besukines para todas, cuidaros mucho, ¿vale? Nos vemos (eso espero, ¿eh?), en Baila Conmigo y el fic largo (el titulo lo diré en el final de Baila Conmigo xDDD).

Ari