Se alarga la espera

By: michel 8 8

Año 1851

Castillo de el señor Kudo, en Shizuoka

Shinichi acababa de llegar a su habitación y se disponía a echarse un rato para controlar sus "emociones" cuando un sonido le impidió terminar la acción de acostarse.

-Llamad a Shinichi, creo que lo que ha ocurrido le interesarí era la voz de su padre.

Entonces, sin perder un segundo bajó a toda prisa a donde se encontraba su padre, llegó tan rápido, que el enviado ni siquiera había podido salir.

-Padre¿qué ha ocurrido-preguntó.

-Te vas a Hamamatsu mañana por la mañana.

¿Seguro? Hamamatsu era del dominio siguiente¿no?

-No, Hamamatsu es una avanzadilla, un simple pueblo de campesinos para los que pasen por allí con intenciones pacíficas, y el pueblo más difícil de conquistar para los que quieran llevar allí la guerra.

-Pero¿cuál es el motivo del viaje?

-Un mensajero nos ha traído una carta muy interesante. Según parece, tu tío Aoshi se encuentra allí, pero no puedo localizarle, necesito a alguien de confianza para que le localice y me informe de su estado.

-Está bien¿cuántos hombres llevaremos- preguntó Shinichi.

-Iréis tú, 50 samurais, Heiji y dos mujeres.

-Las dos mujeres¿para qué?

-Por si os tenéis que quedar allí mucho tiempo. He decretado que sean Kazhua y Ran Mouri.

-Me niego, no puedo consentir que la que posiblemente vaya a ser mi esposa ( si no lo es, cambiare el resultado ) se dedique a estar cerca de unos babosos que intentarán hacerle "daño", y Heiji no consentirá que esa Kazhua nos acompañe, pues está pensando en pedirle matrimonio el día en que yo escoja una esposa.

-Ah, veo que no lo has entendido, yo ya sabía todo eso.

-Y aún así vas a insistir en ese plan- en ese momento Shinichi se irguió, mientras que su padre seguía tranquilo con su té- Te recuerdo quién soy, padre, y que en caso de ser necesario, seria capaz de irme del dominio, con mis pertenencias, en señal de protesta por tus acciones y te aseguro que si les obligas a elegir, tus tres generales me acompañarán y más de uno de tus soldados me seguir� incluso puede que Conan me siga, en cuyo caso podría reclamar el dominio.

-Vaya, sigues sin entenderlo, hijo, no van allí para "eso" que tú crees, ni tampoco para ser las criadas de nadie. Sólo van allí como excusa.

¿cómo… excusa- inquirió Shinichi, que ya empezaba a verlo claro, pero prefería oír la explicación de boca de su padre.

-Sí, hijo, para que si tardáis mucho la gente no sospeche.

¿Qué van a sospechar? estamos buscando a mi tío¿Cuál es el problema?.

-Mira, hijo, si decimos que hemos perdido a tu tío la gente sospechará que es mentira y que queremos hacer la guerra a nuestros vecinos, así que tendréis que decir que vais allí para visitar a un pariente de tu difunta madre.

-Está bien, como digas, padre. Te ruego disculpes mi comportamiento de antes, no sé que me ha pasado ( lo sé pero no te lo voy a decir)

-Tranquilo hijo, no pasa nada ( yo sí que sé que te ha pasado, no eres el primero que tiene un berrinche a causa de su amor " no tan" oculto )

Tras la conversación, Shinichi se dirigió a la habitación de Heiji, donde se lo encontró con la puerta abierta y escribiendo algo con gran concentración, porque en caso contrario habría escuchado los pasos de Shinichi. Este se colocó tras él y miró el papel que estaba intentando escribir, porque únicamente había escrito:

"Mi querida Kazhua: "

Entonces, Shinichi dijo:

-Se te va a romper la muñeca de tanto escribir.

Al oír esto, Heiji se asustó (( quien no )) y gritó, lo que hizo que Shinichi se riera con gusto, así le devolvía la broma de esta mañana.

-Señor Shinichi, todavía eres un niño.

-No- respondió él, aún riéndose – hace ya 2 años que dejé de ser un niño.

-El genpuku no significa nada, solo que has pasado a la edad adulta, no que tu mentalidad sea la de un hombre, señor.

-No he venido aquí a hablar de mi madurez, Heiji, aunque si quieres hablamos de ello, sino para avisarte.

-De qué?

-Mañana a primera hora nos vamos a Hamamatsu.

-Para qué?

-Para ayudar a mi tío Aoshi.

-En qué?

-Para encontrarle

-Con quién?

-Vamos 50 samurais, Kazhua, tú, Ran y yo.

-Vaya, una última pregunta¿por cuánto tiempo?

-No lo sé, pero para eso va Kazhua, para que no te "aburras"

Entonces Shinichi se fue dejando al pobre Heiji más rojo que una manzana a punto de ser recolectada. A Shinichi se le había olvidado preguntarle por el hombre del callejón, pero guardó silencio al escuchar a Megumi y a Kaoru decir:

¿Te has enterado? El señor Shinichi ha salvado a Ran.

-Sí? Y ¿qué ha pasado con el asesino?

-No era un asesino, era un borracho que quería hacer "cosas malas" con la pobre Ran y lo encontraron sólo, maniatado e inconsciente en callejón.

-Entonces ¿cómo saben que ha sido el señor Shinichi?

-Porque ese tío era uno de los cuatro sables del norte, le llamaban " el cuervo" y hay pocos que puedan vencer a un sable del norte de un solo golpe, porque tenía la marca de la empuñadora de la katana del señor en la nuca.

-Vaya…

Eso fue todo lo que oyó, le habría gustado añadir "no han sido uno, sino dos sables del norte" pero prefirió callarse para que ellas pensaran que sus cuchicheos eran secretos y así él se pudiera enterar de lo que ellas decían. Entonces, Shinichi se fue a dormir.

Al día siguiente

Era pronto, apenas si acababa de amanecer, pero el grupo ya se había puesto en camino.

Al frente iban Shinichi y Heiji y tras ellos, iban Ran y Kazhua, rodeadas por los 50 soldados que había enviado el señor.

Pero para este viaje, Shinichi había hecho algo que ningún samurai habría hecho a menos que quisiera llamar la atención. Llevaba una catana en cada lado de su cintura, cada una acompañada de un Wakizashi pero eso no era todo, también llevaba, oculto en la espalda un tanto,por si acaso.

Como era pleno Diciembre e iban por las montañas, todo estaba nevado y hacía frío, así que Shinichi se quitó un abrigo que llevaba (( el pobre iba sudando)) y se quedó parado, hasta que el movimiento de la caravana hizo que Ran quedara a su altura, entonces colocó el abrigo sobre los hombros de la chica. Al notar el contacto de la seda de que estaba hecha el abrigo, Ran iba a replicar algo, pero Shinichi se adelantó y se llevó el dedo a los labios, indicándole que no le iba a servir de nada replicar, así que se limitó a un simple:

-Gracias, señor Shinichi.

-De nada- respondió el, con su característica sonrisa en los labios.

Él se quedó junto a ellas por si acaso (( no se fía ni de sus hombres )) y al caer la noche, instalaron la tienda de las chicas junto a la de los dos generales.

A la mañana siguiente, seguían igual, con Shinichi junto a las chicas y Heiji al frente de la marcha, mientras que los hombres iban susurrando cosas, que Shinichi tuvo que hacer un gran esfuerzo por ignorar (( os podéis imaginar qué cosas eran )) hasta que a la mitad del camino un grupo de unos 70 ladrones les rodearon, entonces Heiji se acercó a Shinichi y le dijo:

-Señor Shinichi, me parece que vamos a tener que luchar.

-No lo creo- respondió Shinichi- acércate y parlamenta con ellos.

Cuando Heiji se dirigía hacia delante, Shinichi escuchó el crujir de una rama detrás de Ran, y en un acto reflejo golpeó a lo que creyó que sería el aire, pero lo que hizo fue cortar por la mitad a un individuo que había saltado desde la espalda de Ran con intenciones agresivas. A la vista del chorro de sangre que salió de las dos mitades del cuerpo, Ran se desmayó, y habría caído al suelo de no ser por la rapidísima intervención de Shinichi, que la volvió a coger igual que en castillo. Entonces, la puso en su caballo y se dirigió a la cabeza del grupo, donde gritó:

-Iros en este mismo instante del dominio de Shizuoka, o vuestra sangre teñirá los campos.

¿Quién nos va a obligar¿un mequetrefe como tú?

En ese momento, Heiji hizo ademán de sacar la espada, pero Shinichi le detuvo, se aseguró de que Ran estaba dormida (( para que aquel espectáculo no le arruinara su inocencia )) y mientras bajaba del caballo, otro de ellos, dijo algo que hizo que Shinichi se quedara parado, no de horror, sino meditando todo lo que iba a pasar a partir de ese instante:

–Mira, se preocupa por su ramera.

Entonces, el soldado que estaba justo detrás de Heiji, se dispuso a cargar contra ellos, pero él le detuvo y le dijo:

-No te molestes, acomódate en tu silla y disfruta.

¿Cómo? Acaban de insultar al señor Shinichi…

-No- le cortó Heiji- lo que han hecho esenfurecer al hombre más peligroso del mundo.

Cuando Heiji lo dijo el soldado no lo comprendió, pero cuando vio la cara de Shinichi, lo entendió todo.

En el momento en el que dijo "señor Shinichi" los bandidos no cayeron en la cuenta de que ese señor Shinichi no era el mariquita del dominio de enfrente, sino que era el sucesor del "demonio Hasegawa", en todos los aspectos, salvo en su afición al sake.

Cuando una mosca pasó frente al rostro de uno de ellos, Shinichi, a una velocidad que casi no se le vio, abrió en canal al gracioso que había hecho aquel comentario respecto a Ran y en 32 segundos, había dibujado una danza de muerte que había acabado con los otros 68 bandidos. En cuanto terminó, se subió al caballo en el que anteriormente iba Ran, cogió las riendas de este y del suyo y partió hacia el pueblo.

Al cabo de una hora, ya se encontraban en el pueblo, donde Shinichi se bañó, se cambió de ropa y dejó a Ran al cuidado de su hermana y esta, a su vez, al cuidado de los 50 soldados, que respondieron:

-Señor, con todo respeto, estamos aquí para buscar al señor Aoshi y para protegerle a usted, no podemos perder el tiempo cuidando de dos simples mujeres.

-Mira- respondió Shinichi- yo soy capaz de protegerme solito y en caso de necesitar ayuda, creo que Heiji me prestará toda la que necesite. Pero esas dos mujeres están bajo mi protección personal y no puedo permitir que les ocurra nada. Por eso, vosotros os quedaréis y cuidaréis de que nadie les toque un pelo, en caso de que pase, arrestadle hasta mi vuelta y si es uno de vosotros, no tendré más piedad que la que tuve con aquellos hombres del camino.

Eso último les hizo recordar la carnicería que Shinichi había llevado a cabo hacía apenas dos horas. Tras oír esa amenaza, todos hicieron una reverencia y se resignaron a obedecer las órdenes del señor.

CONTINUARÁ…

Notas del autor:

Por fin me he leído el go-rin-no-sho, libro de los cinco anillos y os puedo asegurar que es la leche.