WENAS!

Perdón por haber tardado tanto pero la verdad es que se fue mi inspiración y no lo digo utilizando el sentido figurado.

A pesar de todo, decidí que tenía que continuar esta historia aunque fueran simplemente dos personas las que la leyeran.

Sin más que decir, muchas gracias a Marc y a Pedro por sus hermosos reviews que siempre hacen que mi ánimo vuelva.

El capítulo no es muy largo, pero el siguiente será muy revelador.

Capítulo 22. La consecuencia de un buen acto

Ya habían pasado cerca de un mes y medio de las vacaciones de Navidad y todo el mundo en Hogwarts seguía con su vida de siempre, es decir, clases, quidditch y diversión.

Harry Potter en ese momento se encontraba en su torre junto con Sarah Ananti su profesora de defensa contra las artes oscuras avanzada. La chica ya le había enseñado a dominar las artes marciales, la espada y los puñales, además de un montón de hechizos que a Harry le irían muy bien en el campo de batalla cuando tuviera que enfrentar a esos asquerosos mortífagos.

Después de dos horas muy intensas su profesora dio por acabada la clase.

-Harry ahora ya sabes todo lo que yo te puedo enseñar-le dijo Sarah.

-Pero Sarah si sólo llevamos seis meses de entrenamiento como puede ser que ya lo sepa todo?¿-preguntó el niño-que-vivió muy extrañado por la afirmación que su profesora había hecho anteriormente.

-Harry la verdad es que en estos meses Remus te ha enseñado bastante de espada, puñales y artes marciales, por lo que a mi sólo me ha quedado enseñarte magia oscura, y te puedo asegurar que te he enseñado todo lo que sabía. Por tanto, nuestras clases quedan suspendidas, pero el profesor Dumbledore quiere que le vayas a ver para hablar contigo sobre el nuevo profesor que tendrás en estas horas que te enseñará todo lo que ni yo ni Remus te podamos explicar-aclaró Sarah a su alumno.

-De acuerdo Sarah. Si Albus me quiere ver será mejor que me de prisa o si no cuando llegue al Gran Comedor no tendré ni pizca de ese estofado de carne tan bueno que hacen los elfos del castillo-dijo Harry en broma.

-Pues anda, corre y ve a darte una ducha. Que apestas-dijo Sarah riendo.

-Perdona, pero tú no estas mucho mejor que yo. Aunque si que me voy a dar una ducha. Hasta luego Sarah-finalizó el ojiverde.

-Hasta luego Harry y no te olvides de ir a la oficina de Dumbledore-dijo la chica antes de salir por el retrato.

Harry entró a su habitación y empezó a buscar en su baúl algo de ropa. La verdad es que en realidad tendría que llevar puesta la capa de Hogwarts, pero no le gustaba nada tener que llevarla así que estaba escogiendo algo de ropa muggle para ir a visitar a Dumbledore e ir a comer.

Después de cinco minutos buscando en su baúl harry decidió que iba a ponerse unos tejanos con un jersey de color verde esmeralda como sus ojos.

Cuando acabó de ducharse y vestirse intentó en vano peinarse el pelo. Y de esa manera salió de la torre de los Merodeadores para dirigirse al despacho de su querido profesor Albus Dumbledore.

Finalmente, llegó a la gárgola que abría la entrada a la oficina del director simplemente tuvo que mirarla y la gárgola le cedió el paso amablemente y el joven Potter subió por las escaleras de piedra que le dejaron justo en la puerta del despacho del director del colegio de Hogwarts de magia y hechicería.

Decidió que ante de entrar tendría que llamar a la puerta y así lo hizo.

-Adelante-contestó el director con su voz serena de siempre.

-Buenos días Albus. Sarah me ha dicho que me llamabas-dijo harry en forma de saludo intentando ser cordial ,aunque últimamente la relación con el director se hubiera hecho insoportable y casi nula.

-Buenos días Harry-dijo el mago contestando el saludo de su alumno.

-Para qué me has hecho llamar?-preguntó harry debido a que tenía unas ganas enormes de abandonar ese despacho.

De repente se dio cuenta de que Albus Dumbledore, experto en legeremencia postraba sus pequeños ojos en los esmeraldas suyos y sintió como alguien intentaba introducirse en su mente, pero el chico ya estaba preparado para ese ataque, porque ya se lo esperaba desde que había entrado en ese dichoso despacho.

Cuando Albus intentó entrar en la mente de Harry una gran pared le impidió seguir adelante, lo que no pensó es que Harry Potter pudiera adentrarse en su mente y leerle algún pensamiento, pero así lo hizo.

Harry estaba muy concentrado ya que estaba dispuesto a entrar en la mente del director y la imagen que pudo ver fue la boda de Dumbledore ni más ni menos que con la profesora Minerva McGonagall. Después de eso también pudo ver cuando Dumbledore hablaba con Snape en su despacho y entonces una fuerza de voluntad muy grande le invitó a salir fuera de su mente y Harry no se opuso a abandonarla.

-La verdad Harry es que creo que después de este espectáculo que me acabas demostrar no hace falta que te diga que nuestras clases de oclumancia y legeremancia quedan totalmente suspendidas. Pero te he pedido que vengas porque necesito decirte que ahora que Sarah y Remus te han enseñado todo lo que podían es hora de que te enseñen otras personas. Una vez por semana a la hora en la que yo te hacia clase vendrá Billius Bloom-dijo Dumbledore con voz firme.

-Y quien es este tal Billius?¿-cuestionó Harry al cual la curiosidad ya lo empezaba a torturar.

-Billius es un hombre que se ha dedicado toda su vida a la perfección de las artes oscuras y de la magia antigua y, que por tanto ha llegado a adquirir tanta sabiduría de esta rama de la magia como Voldemort y por eso te podrá ayudar enormemente. Sus clases durarán hasta que termine el curso escolar. Las otras en las que practicabas defensa las harás conmigo porque quiero ver como es tu nivel y enseñarte todo lo que se de magia blanca ya que aprenderás mucha magia oscura-explicó Albus Dumbledore finalizando con su relato el cual ya empezaba a aburrir al ojiverde.

-De acuerdo algo más Albus-preguntó el chico ante de retirarse a tomar su comida.

-Si Harry. Una pregunta porque no llevas tu uniforme de Hogwarts-cuestionó el anciano director que hacia rato que se fijaba en la vestimenta que Harry llevaba cuando había entrado en el despacho.

-Pues pensé que no le importaría mientras no fuera hora de clase y como me siento más cómodo con la ropa muggle decidí ponérmela para comer y para el rato libre que tendré antes de primera clase de la tarde. Pero si le molesta me puedo cambiar ahora mismo-le contestó Harry.

-Tranquilo, no me molesta en absoluto tu vestimenta. Ya puedes ir a comer. Adiós Harry-se despidió el anciano director.

-Hasta otra Albus-contestó Harry intentando parecer lo más amigablemente posible con la persona que fue casi como un abuelo para él.

Después de esta charla con el director el chico se dirigió con aire decidido y muerto de hambre hacia el Gran Comedor.

Cuando llegó se sentó como siempre al lado de su Ginny después de haberle dado un beso por la espera.

Harry se estaba comiendo un buen plato de estofado cuando vio que la persona a la que más odiaba a parte de Lord Voldemort se ponía en pie y se encaminaba hacia la mesa de Gryffindor, más concretamente hasta donde estaba él.

Harry al ver esto pensó que Draco le quería decir algo sobre la reunión que tendrían esta noche en su torre, pero nunca llegó a pensar en lo que realmente ocurrió.

Draco Malfoy se acerco a la mesa de los leones con paso decidido y justo cuando estuvo detrás del moreno hizo un movimiento con su varita mientras decía:

-Wingardium leviosa!-en ese momento Harry empezó a levitar hasta que quedó justo a la altura de la mesa en la que fue depositado con gran maestría.

Harry Potter ya estaba abriendo la boca para hablar cuando Draco lo cogió a la fuerza por la cintura y lo besó en los labios esto al principio choqueó al joven Potter, pero reaccionó con gran rapidez tirando a Malfoy a la mesa con una llave de judo. No obstante, el rubio no había acabado su función y se volvió a poner en pie.

-Pero que?¿-iba a preguntar Harry Potter cuando Draco Malfoy por fin decidió hablar en ves de entrar directamente a la acción.

-Te amo Harry Potter y quiero estar siempre junto a ti-todo esto Draco lo hizo mientras una música muy sensual empezaba a sonar y Draco iba quitándose su túnica para mostrarle a Harry el cuerpo que tenía e intentar que el chico se sintiera atraído por él. Pero cuando Draco estaba a punto de desabrocharse la camisa notó el contacto del frío hierro en su cuello y pudo ver un hermoso puñal con las iniciales de su amado.

-Malfoy un pasito más y te juro que te corto el cuello aquí mismo delante de todo Hogwarts-le advirtió Harry.

-De acuerdo Potter-le contestó Draco tirándose hacia atrás.

-Bien Malfoy así me gusta y recuerda una cosa mis labios y mi corazón son sólo de Ginevra Weasley así que no intentes nada conmigo o te arrepentirás esto es sólo un aviso si lo vuelves a intentar a lo mejor sales mal parado-le dijo Harry esperando que eso valiera para que el rubio dejara de molestarlo a él y a sus compañeros.

-Un Malfoy no se rinde-dijo Draco y después de esto Harry Potter hizo un gesto con su mano derecha y dejó a Draco tendido en la mesa.

-Bueno chicos creo que me tendré que deshacer de la basura verdad Gryffindors?¿-preguntó Harry con una sonrisa en su boca.

-Sí-contestó todo el colegio exceptuando los Slytherins y los profesores por el respeto que debían mantener delante de los alumnos.

A Harry no le hizo falta que le hicieran rogar así que con otro movimiento de su mano le tiró a Malfoy un expelliarmus que lo dejó justo delante del profesor de pociones Severus Snape.

Harry ya se iba a bajar de la mesa entre vítores y aplausos cuando hizo estallar un cohete de los gemelos Weasley haciendo que todo el mundo le tomara atención que era justo lo que quería.

-Por cierto Snivellus le aconsejo que controle bien las ambientaciones y los deseos sexuales de sus hermosas y bífidas serpientes-le dijo Harry de forma hiriente y intentando hacer el más daño posible.

-Cincuenta puntos menos para Gryffindor-dijo Severus Snape con la cara roja de ira.

-Oh, mi querido Snape ya sabes que ahora me he convertido en el mejor del colegio en cualquier materia, incluso en la tuya así que me va a ser muy fácil recuperar los puntos que me has quitado- respondió Harry con ironía en su voz.

-Profesora McGonagall ahora tengo clase con usted verdad-preguntó Harry de forma gentil y educada.

-Sí, señor Potter-le contestó la profesora de Transformaciones la cual había empezado a temblar al ver la sonrisa pícara que su padre ponía cuando iba a hacer alguna broma o algo que podría hacer gracia a alguien de su grupo.

-Le puedo hacer una demostración-preguntó Harry cogiendo un vaso de agua lleno.

-Claro que sí señor Potter. Es momento deber lo que es capaz de hacer en la materia de transformaciones-le respondió felizmente la profesora Minerva McGonagall.

-Accio Draco Malfoy-dijo Harry y al poco tiempo tuvo el cuerpo de Draco Malfoy inconsciente en sus brazos.

Después de esto Harry pidió a Hermione que agrandara un poco el vaso de agua que había dejado a su lado y una vez hizo eso la chica Harry Potter con apenas un par de movimientos de sus manos tuvo que coger a un pez inconsciente de la mesa justo en el mismo sitio donde había dejado a su gran rival y enemigo Draco Malfoy.

La profesora de transformaciones no se podía creer lo que veía. Potter ha transformado a un chico en un pez en apenas tres segundos como si fuera lo más fácil que hay en el mundo, cuando la mitad de magos o no pueden hacerlo o necesitan mucho tiempo para ello pensaba la profesora que estaba estupefacta ante la gran maestría que el joven le había demostrado en esa transformación.

-Que le parece profesora McGonagall-preguntó Harry.

-Es increíble señor Potter, cien puntos para Gryffindor por esta increíble transformación. Ahora por favor me encantaría que devolviera al estado actual al señor Draco Malfoy-le ordenó la profesora con una sonrisa en la boca que muy pocas veces mostraba a sus alumnos y que por tanto hizo que Harry se enorgulleciera de él mismo.

-Profesora haré lo que me ordena aunque creo que esa serpiente de lengua bífida esta mucho mejor como pez que no como … persona-dijo Harry Potter.

Después de ese comentario el Gran Comedor explotó en risas provenientes de tres de las cuatro casas que había en Hogwarts, es decir, Hufflepuff, Ravenclaw y Gryffindor.

Mientras todos reían por la picardía del famoso niño-que-vivió. Éste deshizo el encantamiento a Malfoy y se llevó a Ginny con él. Después de hacer esto cerró las puertas del Gran Comedor con un hechizo en lengua pársel que duraba dos horas y que sólo se podía abrir cuando la durada convenida por el ejecutor desapareciera.

Así que después del hechizo Harry se llevó a Ginny a su habitación.

-Gin, amor, me has de borrar el sabor de los sucios labios de esa estúpida serpiente-le pidió Harry con cara de perrito abandonado.

-Uy, me parece que no, porque hoy has sido un chico muy malo señor Harry Potter, además esta es la consecuencia del hechizo que le hechaste al pobre pececito en el expreso y me parece que te tendré que castigar-dijo Ginny mientras se acercaba lentamente a la boca del famoso Harry Potter y la besaba con pasión.

Eso sólo fue el primer beso de una larga tanda de besos enorme que culminó con lo inevitable y la prueba de eso fue ver a una chica pelirroja durmiendo abrazado a un chico con el pelo color azabache tumbados en una cama tapándose únicamente con las sábanas.