Midgardo fue sacado de la habitación, el pelirrosa aun le insistía que regresara a casa, descansara y tratara de olvidarse del asunto, mientras ellos se harían cargo.
-Alberich ya te lo dije, puedo con esto y resolveré este caso... – su voz sonaba algo quebrada, estaba siendo terco, sus puños temblaban, por tantas cosas... y sus lagrimas le traicionaban...
No lejos se oyó el rechinar de unas llantas al frenar, Alberich y Midgardo se giraron observando a los recién llegados bajarse del auto y literalmente correr hacia donde estaban, con un par de maletas cada uno. Alberich no lo tuvo ni que señalarles donde se llevaba acabo todo.
Fler y Hagen entraron al cuarto, el baño se veía pequeño desde donde estaban y sin perder tiempo sacaron sus herramientas básicas de trabajo, una cámara digital, guantes, pinzas y bolsitas. Los dos se dedicaron una sonrisa maliciosa, habían dejado su cena de ensueño por trabajo, no les pesaría algo así, no mientras pudieran ahora trabajar juntos tal y como lo hacían...
Fler fue la primera en entrar y ver al capitán D'Garm tapándose la boca, pálido. Algo poco usual, sabia que el capitán tenia demasiadas horas de servicio, demasiadas imágenes de muertes, lo que estaba en la bañera tenía que ser realmente repugnante.
-Es nuestro turno capi – bromeó ella intentando relajar el ambiente, Loki se giró y salió de baño rápidamente sin decir una sola palabra. Fler sonrío a Hagen quien esperaba fuera, entre que estaba preocupada y tenia una sonrisa optimista comenzó su trabajo.
Un grito pudo ser oído desde fuera del pequeño hotel, algunos espectadores desde el cordón amarillo murmuraron cosas, preocupados, asustados, curiosos.
Debía ser algo muy espantoso
-Eso le gustara a Syd- dijo con entusiasmado Fenril, un chico bastante alegre acompañado siempre de su perro que de lejos tenia facha de lobo y sin embargo era demasiado tierno.
-¡Si! – exclamo animado el otro alcanzando en carrera a su amigo. Bud, gemelo idéntico de Syd, ambos de hermosos ojos, cabellera azul y ambos con peinados diferentes para ser reconocidos.
En menos de 10 o 25 minutos ambos llegaron a una de las casas no muy lejanas del hotel, una de esas casas pequeñas idéntica a las demás y lo único distinguible era el jardín. Ambos chicos llamaron a la puerta presurosos.
Syd para su fortuna fue quien contestó la puerta, y ambos chicos lo jalaron hacia fuera.
-En el viejo hotel, están las patrullas – comenzó Bud
-Y la también los otros, parece que fue en grande- añadió Fenril haciendo un ademan con sus manos, haciendo sonreír a Syd. Ya conocía a ambos y loco que podían ser, con paciencia y una sonrisa, les invito a entrar a su casa y llevarlos a su habitación. Allí los dos siguieron contando lo enorme que había sido todo lo que habían visto en el hotel.
Y es Syd y Bud a pesar de gemelos cada uno vivía en casa diferentes, cada uno con uno de sus dos padres separados, y no estaban muy lejos uno del otro.
Syd, los dejo hablando solos mientras el buscaba su celular y marcaba.
-Hilda – contesto ella, una bella chica de cabellos lavanda y ojos grises, una mano en el pasamano del subterráneo metro y la otra en el celular, sus ojos se notaban nerviosos, sus mismos nervios la hacían mirar a todos lados... aunque su cara seguía fría y tranquila.
-Los muchachos dicen que hubo un crimen en el viejo hotel – hablo rápido Syd, ella quería terminar rápido con esa charla, llegar a casa y darse un buen baño. -¿te unes a cubrir la nota? - eso estaba fuera de los planes.
-Tengo cosas que hacer – aclaró ella con su tono clásico frío e impasible, en verdad que tenia un montón de cosas que hacer.
-¿qué es mas importante que eso? – insistió Syd, ella le había rogado desde varios meses desde que se habían conocido en el club de periodismo de la universidad en acompañarle en una de esas salidas y aprender, ahora que estaba la oportunidad, ella se negaba.
-Luego te llamó – contestó secamente terminando la llamada, el subterráneo hacia su parada y ella se bajaba ahí. Era una de esas estaciones al aire y libre y el ocaso pronto teñía de marrón los edificios, las primeras estrellas ya se colgaban el cielo de la gran metrópolis.
Hilda camino fuera de la estación y por varias cuadras hasta llegar a un edificio, parecía algo descuidado, bastante usual para ese barrio de pandillas. Saco un papelito de una de las tantas bolsas que traía su chamarra, puesto su hermoso vestido no contaba con ninguna.
Satisfecha toco el timbre.
-debe ser ella – exclamó impaciente, se levanto con cuidado tras haber aprendido que no encajaba en el lugar, era demasiado alto. Rungu el hombre de barba y cabellos blanquecinos sin siquiera tener la edad de anciano, fue a la recepción dejando a los otros dos, sentados en aquella sala finamente arreglada, muebles de último grito de moda, plástico blanco, colores chillantes, metal sin pintura y curiosas obras de arte era lo que contenía el departamento.
-¿crees que lo haya conseguido?- pregunto uno de los dos hombres que quedaban en la salita, también era fornido y sumamente alto, Tholl para sus amigos, puesto tenia un tatuaje de martillo en ambos brazos.
-veremos veremos – le contesto el tercer hombre, un chico joven y delicado en apariencia, cabellos anaranjados y hermoso de cara...
-Mime lo hice – dijo ella entrando a la habitación, parecía temblar de alegría, como cuando un pequeño se proponer hacer y aunque le cuesta trabajo lo consigue al fina.
-Veremos – respondió secamente Mime sin siquiera dirigirle una mirada a Hilda.
-Te digo que lo hice- sus puños se alzaron y su tono fue mas potente..
-Hasta no ver no creer – comento, el chico cómodamente sentado en el sillón de cuero negro –el jefe pago una buena suma por esa muerte- estiró su mano y Rungu de pie detrás de él, puso en esa mano delicada el mando del televisor. Mime encendió el aparato o más bien una pantalla gigante, navegando entre los canales buscando la noticia de lo había hecho o no Hilda.
-"Aun no ha sido confirmado los rumores"- la hermosa joven hablaba rápido y sin dar énfasis o tono a las palabras como un robot tenia por fondo las luces de aquel pequeño viejo hotel, en su mayoría azules, algunos focos fundidos haciendo huecos en la hilera interminable de estos alrededor del techo y jardines. –"se cree que la policía ha encontrado el cadáver de un joven..."
La televisión se apago de pronto.
Los reclamos no se hicieron extrañar, el enorme salón blanco en el que estaba la televisión alta y enjaulada fue objeto de insultos y demás palabras. Los pacientes del hospital, mas exactos del ala de psiquiatría querían seguir viendo televisión. Los enfermeros en su rol de nanas, trataron de llevarlos a otra parte del salón.
-ya les he dicho que no les dejen ver televisión hasta muy tarde – se dirigió muy molesto Siegfried a una de las enfermeras, ella solo asintió sin vergüenza, Siegfried sabia que no valía la pena discutir con ella, seguramente al día siguiente haría lo mismo.
-El jefe quiere verle- dijo ella antes de tomar una bandeja con diminutos vasitos de papel y pastillitas de todos colores y forma en cada uno de ellos en diferente cantidad.
Siegfried entrego el mando del televisor a uno de los enfermeros salió de ese salón , era el comienzo del largo turno de la noche. El despacho del jefe de Psiquiatría se encontraba tres pisos arriba, un fastidio cuando no se podía usar el ascensor, que por cualquier cosa estaba siempre ocupado.
-Doctor – se anuncio Siegfried entrado a la pequeña oficina azulada coloreada ampliamente por una sola lampara en el techo, Dolbare levanto la vista y sonrió recibiendo al muchacho, quien podría ser su substituto en ese hospital, si es que se dignaba el joven medico.
-¿Has sabido algo de Frey? – preguntó de lleno el mayor, su cara arrugada revisaba documentos, historiales médicos y en su manos estaba un folder abierto, la pregunta puso de nervios a Siegfried, todos sus pelitos se erizaban con solo de oír ese nombre.
Siegfried odiaba a ese muchacho, era su bache del camino, tantas razones, y una, es que gozaba de una amistad espléndida con D'Garm, envidiable pese a Siegfried era el amante del capitán...
-No lo sé – contestó el menor como queriendo evitar ese tema.
-Sé que no te cae bien – Dolbare lo sabia, sabia más que bien todo este asunto, pues durante años él personalmente llevaba el caso de Frey y parecía cuidarle como si fuese su propio hijo, el pobre muchacho había tenido un penoso historial en ese hospital y en su vida. –y que no te atreves a ni a cruzar palabra con él, solo quería saber como te fue el sábado...
-¿el sábado? –esto tomo de sorpresa a Dhube, por el momento su mente no podía recordar nada que ver con ese muchachito rival suyo.
-Me hablo el viernes – comenzó Dolbare dejando todo lo que tenia en las manos sobre el escritorio, para después entrelazar sus dedos. – para cancelar su cita conmigo, me dijo que en mi lugar te vería a ti...
Siegfried alzó una ceja, jamás había recibido una llamada de él en todo el viernes, aun cuando había estado cenando con D'Garm y disfrutado de una de las mejores noches compartiéndolo todo con él.
El teléfono del despacho asusto a Siegfried.
-Señor, en urgencias requieren que mande a alguien un terrible accidente y ... – explico lo que pudo y colgó, la pequeña enfermera corrió a la sala de urgencias pasando por delante de un capitán de policías con un café en la mano.
-No pense que Fler fuera tan delicada – bromeó Hagen al lado de Loki quien no hizo mueca alguna
-y no la culpo – añadió tomando un trago más de la amarga bebida.
Habían llegado un poco antes de tremendo accidente entre autos no muy lejano había pasado y la sala se había llenado en su totalidad, eso les había permitido que atendieran a la jefa de criminología casi de inmediato y luego olvidarles. Una enfermera los llevo a donde ella estaba reposando.
-Lo siento chicos – murmuró ella con una sonrisa, se sentía tan culpable la rubia, y más porque había insistido Loki en traerla personalmente, en medio de aquella investigación.
-Confío en Alberich – sencillamente comentó el capitán –además también quería salir de ese ambiente...
Hagen y Fler bajaron su mirada entendiendo el porque de esas palabras del capitán. Loki dirigió su mirada a una de las salas contiguas, que solo era divida por un plástico trasparente y paredes falsas, en el interior los doctores luchaban frenéticamente para salvarle la vida a alguien.
-Muchachos – una amigable voz los encontró, Siegfried había sido el voluntario para atender los casos psiquiátricos que los doctores no podían. En ese tipo de accidentes a gran escala nunca fallaba que alguien quedara traumado psicológicamente de algún modo y como la Ley de Morphy dictaba sin herida alguna.
Loki deseó en ese momento saltar a sus brazos, besarlo y de ser posible hasta poseerlo allí mismo, necesitaba vaciar su mente de esas imágenes tan aterradoras, por la mirada que Siegfried tenia parecía ser reciproca. Pero no hicieron nada más que estrecharse la manos.
-Sabias Alberich que el estomago de Fler no soporta el aroma de alguien muerto – comenzaron las burlas, la rubia en un principio se sonrojo pero después devolvió la pedrada
-Pero por lo menos yo no vomite en un cesto de basura... –dijo con igual tono de burla ella..
Siegfried sonrío ante la alegría de esos dos, siempre haciéndose bromas con un sentido de humor negro y nada inocente y a su sorpresa terminar un tierno beso aquella discusión...
-Se quedan en buenas manos – se despidió Loki, como jefe de la policía tendría que regresar a la oficina y continuar con sus deberes... hacer reportes, llenas formas, enviar oficios... una larga lista interminable de cosas que hacer...
Sin dar tiempo a explicaciones o largas despedidas salió del hospital, conduciendo lentamente su automóvil. En una parada de luz roja alzo su celular en la mano.
Allí estaba aun los 5 mensajes de él... rotulados con una F, si bien no era momento para leerlos, buscaria el tiempo para hacerlo.
Pronto llegó a su edificio, a su oficina, vacía por ser domingo o mas bien Lunes de madrugada... encontró en su escritorio los primeros informes.
El cuerpo del chico ya estaba en la morgue.
A un aparatito a su izquierda pico un botón y una voz contesto
-Alberich ¿Midgardo sigue en esto? – preguntó desganado, no quería que ese joven siguiera involucrado, tenia que sacarlo, por el bien de él y para seguir las normas impuestas...
-Esta con el cuerpo señor – respondió el pelirrosa en el pasillo, Alberich a veces se sorprendía del instinto que tenia su capitán para dar con la persona que quisiera dentro del edificio. Y quizá por eso tenía ganado el respeto de todo el departamento y el apodo de Lobo...
-Quiero que lo mandes a casa en este momento, debe abandonar el caso por su propio bien –añadió la voz distorsionada del aparato.
Alberich asintió y dio por terminada la charla, unos pasos avanzo deteniéndose en las puertas, estaba dudoso de entrar o no, aun recordaba la patética escena de los compañeros de Midgardo ante el cadáver, los hombres de la ambulancia, y salvo el pelirrojo nadie más había podido acercarse tanto manteniéndose fuerte. Lo admiro en ese momento, admiro el terrible coraje que hacia gala Midgardo, pese al cadáver y los sentimientos que en este creaba en Midgardo.
Decidió entrar y darle la noticia de una vez, sus ojos no dieron crédito a lo que veía...
El rostro del joven cosido de la mejilla poco detrás de la oreja hasta los labios, por encima del puente de la nariz, por encima de las cejas, como si fuese un muñeco remendado. Su cuello de igual modo, el pecho cruzaba una larga Y, su vientre cubierto por una manta azul y sus pies resaltaban fuera de esa manta con un tono verde. Ya no era la terrible visión de hacia unas horas atrás. Alberich se sorprendió al ver la delicadeza de las puntadas, como si fueran a cicatrizar y no se quiera una marca horrible y amplia en el hermoso rostro.
-no podía dejar que Hagen le pusiera una mano – susurró Midgardo al otro lado de la mesa, con una pequeña bola de algodón limpiando la cara... Alberich le pareció ver un rostro pacifico durmiendo, aun con todas esas costuras en su cara se veía hermoso, pálido, un chico durmiendo sencillamente...
-El capitán... –trato de hablar mientras Midgardo terminaba lo que hacia, miraba con cierta aprensión al chico y cubría su rostro con el manto azul, Alberich calló, le pareció presenciar una despedida silenciosa...
El pelirrojo se dirigió al teléfono pegado en la pared
-Capitán – hablo suavemente y del otro lado escucho un quedo si –termine la investigación inicial, enviare el informe con el sargento...
Loki no interrumpió, debió imaginarse lo duro que debía ser eso para Midgardo. Salió de su oficina en busca de el joven investigador, apenas alcanzó a interceptarlo en la salida principal del edificio. Y silenciosamente acompañarlo a su departamento.
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Esa tarde Loki había permanecido recostado en el pecho de Siegfried, este suavemente le peinaba los mechones rebeldes, el medico había intentado provocarlo en diferentes formas, y ninguno de sus trucos había funcionado, Siegfried se quedaría con la ganas de probar a su hombre, de tenerlo dentro, de oírle jadear... de oírle gruñir en señal de éxtasis, se conformaría con tenerle allí en la cama, sin nada mas que las sabanas, su día había sido terriblemente aburrido, solo cuidar pacientes dormidos, llenar algunas papeletas e incluso ver la novela con las enfermeras nada comparado a lo terrible que había sido el día de Loki, no era la primera vez que llegaba desganado y solo quería estar al lado de él sin decir nada.
-amor ya veras que encontraran al culpable – rompió el silencio el medico –Esos tres siempre lo hacen...
Loki solo le había dado los detalles generales del caso, se sentía un poco reconfortado al estar así con el hombre que amaba, aunque no podía encontrar la calma del todo.
-Era tan joven... –decidió Loki en comentar algunos detalles. Siegfried sonrío, si Loki se animaba a hablar seguramente en breve ya estaría sudando de placer...
-La muerte no reconoce edades – comentó Siegfried como lo haría con algún otro paciente, Loki se movió buscando esos bellísimos ojos celestes, tomo esa mejilla suave con su mano, acariciándola...
-Pasó cosas horrendas en su vida, no merecía morir así- susurró Loki reclinándose, Siegfried al oír esas palabras, supo entonces que el grado en que ese caso afectaba a su amor y sus compañeros era aun más profundo de lo que había supuesto, esto por supuesto le alarmo.
¡Conocían a la víctima!
Siegfried entonces sintió el cálido roce de los labios de Loki sobre de los suyos, breve y tierno, contempló su reflejo en los ojos verdes del capitán.
-Era un chico que todos conocíamos, le apreciábamos y en cierta forma cuidábamos – comenzó Loki con un tono que Siegfried juró jamas haberle oído antes – incluso tu le conocías, y lo que le hicieron fue algo tan obsceno y depravado...
¿qué él también conocía? Siegfried se sintió perdido un momento, su momento hizo una lista de todos los que encajaban en esa descripción tan superficial que le daba Loki.
Una vida terrible, conocido del departamento de policía y conocido suyo además... había muchas gente en esa lista, se dijo el psiquiatra así mismo.
-Midgardo me imagino que no descansara hasta ver al causante de todo bajo las rejas... –añadió Loki finalmente el capitán de policías, poniéndose de pie y saliendo de la habitación.
-imposible – murmuró Siegfried, esa mención, ese detalle aparto un nombre de su mente de toda la lista que había creado...
