Disclaimer- Los personajes pertenecen a JK Rowling y empresas asociadas a Harry Potter.
Al fin seguí! Siento muchísimo la tardanza!
Sé que tarde SIGLOS pero aquí está el capítulo siguiente al fin. Y además les traigo una muy buena noticia. El final ya está escrito, así que publicaré una vez a la semana por las tres semanas primeras semanas de agosto. Sí, aunque ustedes no lo crean y en un inicio yo tampoco lo hacía, Esa chica es mía al fin llega a su final.
Supongo que han oído de la nueva regla de ff que no permite contestar reviews (y aparentemente tampoco notas del autor) en las publicaciones, so pena de borrar la historia. Tan cerca del final y con tantas historias a medias no me quiero arriesgar a eso, por lo que en este capítulo no aparecen las contestaciones a reviews. PERO no quiero quedarme sin agradecérselos y tampoco sin responderlos, así que si pueden dar click en mi nick e ingresar a mi "bio" podrán encontrar sus respuestas.
La canción de este capítulo se llama "Si tú no estás aquí", y pertenece a la cantautora española Rosana. Viene en su disco "Lunas rotas"
Por si no recuerdan muy bien dónde quedó la trama (ya que duré siglos es actualizar… ¡lo siento!), les recuerdo que habíamos quedado cuando los chicos le decían a Marian que James y Sirius habían sido secuestrados durante la manifestación y que debía ir a la oficina de aurores pues su nombre aparecía en el sobre dejado por los secuestradores. Sin más, los dejo con el capítulo.
–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–
Si tú no estás aquí – Rosana
–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–
Marian Nowak volaba más que corría en dirección a la oficina de aurores. Los chicos la seguían, pero era casi imposible alcanzarla. Mientras todos estaban ahogándose ella ni siquiera parecía necesitar aire para correr.
Al llegar a la oficina de aurores no se detuvo en la puerta sino que entró hasta que fue detenida por un brujo que la miró con desconfianza.
–¿Qué está haciendo aquí señorita?
–Yo soy Marian Nowak.
Esta declaración bastó para que la hicieran pasar a la pequeña oficina donde estaban en ese momento el ministro de magia y Albus Dumbledore con el líder de aurores.
–Señorita Nowak¿ya la han puesto al tanto del caso? – preguntó Gary Morwood, el líder de los aurores.
–Sé que Potter y Black desaparecieron – declaró la chica seriamente, mirando preocupadamente al auror y posteriormente a Dumbledore – ¿de verdad tiene que ver con aquella amenaza?
–Así es – contestó Dumbledore – la carta es firmada por Lord Voldemort. Sus secuaces se llevaron a los chicos en medio de la manifestación.
–Pero… ¿por qué ellos? – preguntó Marian intrigada – ¿o fue al azar?
–Creemos que los mortífagos, como se hacen llamar, toparon con suerte – declaró Morwood – no creo que ellos fueran su objetivo inicialmente, pero fue una suerte encontrarlos.
–¡Pero son sangre limpias! – intervino el ministro.
–Exactamente por eso – dijo Morwood sin perder la calma – para ellos los sangre limpias en contra de la limpieza de la sangre son traidores. Sirius Black y James Potter son excelentes para enviar ese mensaje a la comunidad mágica: el sobrino de Alphard Carter y el hijo de los promotores de la primera reforma en contra de la limpieza de la sangre. Es una manera de decir que ellos trataron de seguir los pasos de sus mentores y esto es lo que piensan hacer a los traidores de la sangre como ellos.
–Si eso es lo que quieren… – dijo Marian lentamente– no se limitarán a dar un susto con un secuestro… ¿van a matarlos?
–Es una buena posibilidad señorita Nowak – dijo Morwood.
Marian sintió que la sangre le hervía de furia.
–¿Entonces que está haciendo aquí hablando¡El tiempo corre y Sirius y James están en manos de esos asesinos!
–Señorita Nowak – dijo Morwood en tono severo – estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo para recuperar a los señores Black y Potter, pero no disponemos de pistas suficientes, mis hombres están buscando pero…
–¡Es que no se trata de hacer su mejor esfuerzo! – gritó Marian conteniéndose a duras penas de dar un puñetazo al escritorio a su lado – ¡TIENEN que encontrarlos!
–Si es posible hacerlo, lo haremos – dijo Morwood sin perder la calma. Marian cerró los ojos con furia, se sentía totalmente impotente ante esa situación. Cuando el auror comprobó que la chica no diría nada más prosiguió con tono calmado – Tenemos la carta. No es mucho pero trataremos de averiguar como llegó a recepción.
–¿Qué dice la carta? – preguntó Marian tratando de sonar más calmada, aunque su voz temblaba de ira.
–Dice que lo advirtieron, y que los traidores de la sangre van a tener un ejemplo de lo que le pasa a quien desafía a Lord Voldemort. – dijo Morwood. Iba a continuar, pero una seña de Dumbledore lo hizo callarse. Sin embargo Marian lo notó.
–¿Qué más dice? – preguntó la chica mirando a Morwood amenazadoramente. El auror intercambió una mirada con Dumbledore. – ¡Mi nombre estaba en el sobre! También estaba dirigido a mí.
–Dice – dijo Morwood negando con la cabeza a Dumbledore y volviéndose hacia la chica – que la sangre de los dos chicos pesará en las manos de las personas a quienes se dirige la carta.
Marian palideció y no replicó nada. Apenas escuchó a Morwood dar instrucciones.
–Volveremos al colegio, señorita Nowak – le dijo Dumbledore – todos estarán más seguros ahí. El señor Morwood ha prometido que nos tendrá informados. Esperaremos en mi oficina por información.
La chica asintió y lo siguió lentamente.
.–.–.–.–.–.–.
No quiero estar sin ti
si tú no estás aquí me sobra el aire
no quiero estar así
si tú no estás la gente se hace nadie
.–.–.–.–.–.–.
–¡No puedo creer que fuéramos tan idiotas!
–Ya cálmate Sirius, sabes que lo hicimos bien.
–Eso no quiere decir que no fuera idiota dejarnos atrapar.
Sirius y James estaban encerrados en una oscura y reducida habitación. James estaba sentado en el suelo mohoso, arrecostado a la húmeda pared, mientras su amigo caminaba de un lado a otro del estrecho espacio, y cada cierto tiempo pateaba la puerta metálica.
–Te diste cuenta de la presencia de seguidores de Voldemort, llamamos su atención y huimos lejos de la manifestación para que nos siguieran y así se alejaran de ahí. ¡Si hasta sabías cuanto tiempo había que distraerlos para que Marian terminara el discurso! En realidad fue más que listo, fue algo valiente.
–La valentía Gryffindor por definición es estúpida Potter.
La puerta acababa de abrirse y la silueta de una guapa mujer vestida de negro se recortaba contra la luz del pasillo. La mujer levantó su varita encendiendo la luz dentro de la celda. Ambos chicos reconocieron los rasgos finos y fríos de la prima "favorita" de Sirius.
–Tanto tiempo primo…
–Bellatrix –contestó el chico al saludo– Debí saber que estabas por aquí.
–¿Crees que realmente me perdería la oportunidad de torturarte a ti y a tu amigo amante de los sangre sucia? El Señor Oscuro está feliz de mi desempeño y me ha concedido la oportunidad de usarlos a ustedes para mi práctica… Debo ir a presentarle mis respetos antes, pero quise ver a mi presa primero…
–¿Sabes Bellatrix? – comentó James levantándose y sujetando a Sirius para que no hiciera ninguna acción precipitada – de lo poco que te conocía de los campamentos creí que tenías mucha personalidad para ser la esclava y la sirvienta de alguien.
Los ojos de la chica refulgieron peligrosamente.
–Realmente eres listo Potter… Espera a que use tu propia varita para torturarte y matarte lentamente… En unos minutos vendré a torturarlos y te mandaré de vuelta con tus padres.
–¿Ahora también matas a sangre limpias? – preguntó Sirius – no eres más que una asesina… Siempre lo supe…
–Si no fueras tan idiota para traicionar tu propia sangre no tendría que matarte – dijo Bellatrix con resentimiento – pero me encanta tener la posibilidad de hacerlo… La muerte de tu querido Alphard no fue ni lo mitad de divertida de lo que será esto.
James no pudo contener a su amigo, quien se lanzó sobre la chica tomándola por sorpresa, dándole un puñetazo que abrió su ceja, de la que empezó a brotar un hilillo de sangre. La chica solo sonrió.
–Eso es Sirius, siempre sabes como hacer las cosas mejor… Agrediste a una mortífaga… Eso no se perdona. No aquí.
Dio la vuelta y salió cerrando la puerta de golpe.
–Tenemos que salir de aquí – dijo James apenas se dejaron de escuchar los pasos decididos de Bellatrix.
–Lo dices como si fuera tan fácil… Para empezar no tengo la menor idea de donde estamos y no tenemos nuestras varitas.
–Pero –apuntó brillantemente su amigo mirando la compuerta pequeña en la base de la puerta que suponía se usaba para pasar comida a los prisioneros – tenemos un arma secreta de la que no tienen ni idea: Padfoot y Prongs.
.–.–.–.–.–.–.
Si tú no estás aquí no sé
qué diablos hago amándote
si tú no estás aquí sabrás
que Dios no va a entender por qué te vas
.–.–.–.–.–.–
El retorno al colegio en el expresso se había realizado en un silencio y una inquietud enorme. Remus, Arya, Lily, Elisa y Marian iban en el mismo vagón que Dumbledore y la profesora McGonogall. La preocupación se leía en el rostro de todos.
A la llegada al colegio se dirigieron de inmediato a la oficina del profesor Dumbledore, sólo Remus se tardó un momento para ir a la Torre Gryffindor y poner a Peter al corriente de lo que pasaba. El chico llegó con él a la oficina.
Era simplemente desesperante. Aproximadamente cada hora Modwood se reportaba en la chimenea, pero la investigación no avanzaba rápido y las esperanzas se iban diluyendo.
Marian se mantenía bastante aparte, con una expresión seria y de total concentración. Elisa estaba lo más cerca de ella posible con expresión preocupada. Conocía a su amiga y no la estaba pasando nada bien, pero nada en el mundo la dejaría demostrarlo.
Cuando dieron las nueve de la noche Dumbledore se dirigió a ellos con tono amable.
–Creo que deberían ir a sus salas comunes a descansar. Les informaré de cualquier noticia.
–Dudo que pueda dormir, profesor – dijo Remus – si no le molesta, yo me quedo.
–Y yo – declaró Peter.
–Yo me quedo con ustedes – dijo Arya de inmediato.
–Ve a descansar – le dijo el chico – yo te iré a avisar si se sabe algo.
La chica lo miró indignada.
–Tú eres el que necesita descansar.
–El profesor Dumbledore tiene razón chicos – intervino Lily– no creo que pueda dormir, pero no avanzamos nada estando aquí. Profesor¿nos avisará si sabe algo?
–De inmediato, señorita Evans.
–Gracias – dijo la pelirroja levantándose – vamos Arya…
La chica la miró dividida entre quedarse o no, pero su amiga la necesitaba. Asintió y la siguió.
Elisa y Marian intercambiaron una mirada. La primera dijo en tono severo:
–Estás agotada Marian. Llevas días durmiendo mal por esa propuesta. Creo que debemos volver a la Torre.
–Estoy bien – dijo la chica – si tú tienes sueño, ve a dormir.
–Marian, por favor… –dijo Elisa sin mucha esperanza – Tienes que reponer fuerzas para… para lo que puede venir después.
Marian sintió como si esas palabras la traspasaran. ¿Qué podía pasar después¿Tenía que prepararse para la noticia de la muerte de…? Frunció el ceño disgustada.
–Te acompaño a la Sala Común a cambiarme y refrescarme – dijo Marian – pero vendré luego¿de acuerdo profesor?
–De acuerdo – respondió el director confiando en que Elisa lograría que la líder de la ACLS descansara un poco.
Las chicas salieron y se dirigieron a la sala común de Ravenclaw. Cuando llegaron a su cuarto Marian tomó un suéter y se volvió para salir.
–¿Dónde vas? – le preguntó Elisa– ¡Deberías descansar!
–Deja de decirme que tengo que hacer o no. Voy para la oficina de la ACLS. No me esperes despierta. Tengo trabajo que hacer.
–No tienes que mentir si quieres estar a solas – dijo Elisa, pero Marian salió sin dar una respuesta. Elisa suspiró. Aquello no estaba siendo fácil para su amiga.
–.–.–.–.–.–.–.
–Me decidí demasiado tarde.
–¿Qué? – preguntó Arya, pero luego comprendió – Lily, nadie hubiera pensado que esto iba a pasar…
–Siempre vivimos como si tuviéramos todo el tiempo del mundo por delante – siguió la pelirroja sin ponerle atención a su amiga. Iban camino a la torre – Lo quiero, no sé desde hace cuanto, pero lo amo y fui muy ciega para darme cuenta y muy estúpida para admitirlo.
–No te trates así – dijo Arya en tono severo – ibas a hablar con él.
–Voy a hablar con él – dijo Lily con seguridad – no caeré en el mismo error de nuevo. Cuando lo vuelva a tener al frente…
–Lily,… – Arya no sabía como decirle lo que estaba pensando, era tan poco probable que vieran al chico de nuevo…
–No lo digas – dijo la chica mirándola amenazante. Estaban ya frente al retrato de la Dama Gorda – James volverá.
Arya la miró sin saber que decir. La pelirroja se volvió hacia la Dama Gorda y dio la contraseña. Cuando la puerta se abrió y su amiga no avanzó la miró de nuevo.
–Lo sé Arya. Volverá. ¿Subes a la habitación?
–Dudo que pueda dormir.
–Yo también.
Subieron juntas a la habitación, donde Jessica ya estaba durmiendo. Lily se metió en su cama y empezó a leer su diario a la luz de una vela. Arya la contempló un silencio.
Lily dejó de notar la presencia de su amiga sumergiéndose en la lectura. Cada momento con James revivía en cada uno de esos pasajes. Más que nunca se alegró de tenerlo todo por escrito. Cuando llegó a la última conversación con él se le hizo un nudo en la garganta.
"No quiero ser más tu amigo. Quiero ser el chico al que amas y con el que quieras estar. Eso eres tú para mí. Si me dieras la oportunidad te daría lo mejor de mí siempre, de todo corazón. Te amo, y eso es todo lo que puedo darte."
"Yo también te amo, James" –pensó la chica sintiendo las lágrimas que bajaban silenciosamente por su mejilla – "ya no quiero estar sin ti"
No notó que Arya había bajado minutos antes. Su amiga necesitaba estar sola.
.–.–.–.–.–.–..
No quiero estar sin ti
si tú no estás aquí me falta el sueño
no quiero andar así
latiendo un corazón de amor sin dueño
.–.–.–.–.–.–.
Las horas pasaban muy lentamente para Arya. Estaba prácticamente sola en la sala común de Gryffindor, casi todos habían subido a las habitaciones ya. Era muy tarde. Peter había regresado como una hora antes cayéndose de sueño pero sin ninguna noticia. Remus no había vuelto todavía, a pesar de que era realmente muy tarde.
No podía irse a dormir, estaba demasiado preocupada para ello, pero tampoco quería quedarse ahí sola. En un impulso se dirigió a la entrada de la Sala Común y salió decidida. Iría ella también a esperar noticias. No se quedaría ahí un minuto más.
Caminaba rápido. Los retratos la observaban con curiosidad, no era una de las caras comunes de ver merodeando a esas horas de la noche por el castillo.
De repente se detuvo. Unos pasos se dirigían hacia ella. Miró a su alrededor buscando donde esconderse, a Filch poco le importaría que sus amigos estuvieran secuestrados, estaba rompiendo una regla… Había una cortina a un lado, si pudiera…
–¡Arya! – la chica se detuvo cuando iba a entrar detrás de la cortina al reconocer la voz. Se volvió a mirar al chico que había aparecido al final del pasillo – ¿qué estás haciendo aquí?
–¡Remus! Creí que eras Filch, ya me veía colgada de grilletes en su despacho…
La chica se acercó a él. Tenía un aspecto muy fatigado, el que la luna llena hubiese terminado el día anterior no era la principal causa de ello, sino la preocupación. Arya pudo notar lo débil que se veía a la luz mortecina del pasillo. Sonrió levemente ante el comentario de la chica, pero no pudo sostener la sonrisa mucho rato.
–No creo que eso sea precisamente un halago… ¿Qué haces aquí?
–Iba a buscarte – contestó la chica rápidamente, al ver la expresión alerta del chico amplió su respuesta – me estaba desesperando sola en la Sala Común sola y sin ninguna noticia. ¿Ya saben algo?
–No mucho, pero venía a decirte que tienen algo. Al parecer Bellatrix Black está implicada en el asunto, no logran dar con ella.
–¿Su prima¿La primera de su familia que se alió a Voldemort?
–La misma. La verdad es que creen que no hay muchas esperanzas de encontrarlos… No tenemos mucho a nuestro favor. Sólo una cosa de hecho, aunque los aurores nunca lo tomen en cuenta.
–¿Qué cosa? – preguntó Arya con extrañeza. Remus sonrió un poco.
–Sirius y James son merodeadores. Un merodeador siempre sabe que hacer. – Arya sonrió también – Excepto yo en este momento.
Remus bajó la cabeza en una señal propia de agotamiento.
–Deberías descansar un poco – dijo Arya dulcemente. El chico negó sin levantar la mirada.
–No, debo esperar noticias…
–Yo esperaré noticias y te despertaré si pasa algo. – Remus dudó antes de contestar.
–Yo… los chicos… de no ser porque fueron a buscarme agua ellos…
La voz de Remus sonó entrecortada. No había expresado esos pensamientos a nadie todavía, pero ya no lo resistía más. Arya comprendió lo que quería decir y con un suave movimiento puso su dedo índice sobre los labios del licántropo. Luego tomó su barbilla y lo hizo levantar levemente el rostro para poder verlo directo a los ojos.
–Hey… óyeme. No fue tu culpa. Ni tuya ni de nadie más que de esos malditos seguidores de la limpieza de la sangre. Todo va a estar bien. James y Sirius volverán. Hallarán la manera. Acabas de decirlo. Ten fe.
La mirada de Remus estaba fija en los ojos miel de la chica. Lentamente llevó su propia mano a la mejilla de Arya y la acarició suavemente. Ella quedó en silencio, mirándolo expectante. Despacio, como si un movimiento brusco pudiese echarlo todo a perder, Remus se inclinó hacia los labios de la chica.
Cuando estaba tan solo a unos milímetros de rozar sus labios, Arya bajó la cabeza y cerró los ojos. Remus retiró la mano de su mejilla apenado.
–Yo… lo lamento… no debí… es que…
–Shh… –Arya volvió a poner su índice sobre los labios que desesperadamente buscaban palabras para justificarse – simplemente no es la situación indicada Remus, lo sabes. Cuando ellos estén aquí, tú y yo tendremos esta conversación que tenemos pendiente. Lo prometo.
Le dio un corto beso en la mejilla y le sonrió dulcemente.
–Ve a dormir. Yo iré a esperar noticias a la oficina de Dumbledore y correré a avisarte si hay algo nuevo. Descansa.
El chico asintió y se alejó con la cabeza baja. Arya lo miró alejarse al tiempo que se tocaba la mejilla justo donde él acababa de posar su mano. Cerró los ojos y sonrió. Luego, con decisión y energía, siguió su camino a la oficina del director.
.–.–.–.–.–.–.
Si tú no estás aquí no sé
qué diablos hago amándote
si tú no estás aquí sabrás
que Dios no va a entender por qué te vas
.–.–.–.–.–.–.
–Las varitas nos las quitaron como en un salón a la entrada ¿verdad?
–Eso creo, traíamos los ojos vendados Prongs, no recuerdo si era un salón…
James y Sirius barajaban rápidamente las opciones de llevar a cabo su plan.
–¿Pero puedes encontrarlo con tu olfato, no?
–Esa es la esperanza… –Sirius miró la trampilla con expresión pensativa y luego miró a su amigo con el ceño fruncido – ¡Si no tuvieras esa maldita cornamenta podríamos salir los dos!
–¡Hey, mi cornamenta ha sido útil para otras cosas! – respondió el chico con tono dolido– vamos, no creo que Bellatrix tarde mucho.
–No lo creas, se debe llevar su tiempo adorando al señor cara de serpiente…
–¿Lo hacemos entonces? – los chicos intercambiaron una mirada llena de tensión. Finalmente asintieron a la vez.
–Ten cuidado Paddy – le dijo James dándole un rápido abrazo.
–Lo tendré. Te sacaré en un momento – dijo con más confianza de la que sentía antes de transformarse en el gran perro negro. James lo miró y luego la compuerta.
–¿Crees que puedes salir por ahí?
Un gruñido fue toda la respuesta que obtuvo. Se apresuró a ayudarlo a salir, aunque estaba muy ajustado.
–¡Por Merlín Padfoot! Te pondré a dieta cuando lleguemos a Hogwarts…
Otro gruñido molesto fue la respuesta antes de que Sirius desapareciera al otro lado de la puerta. James escuchó los suaves pasos del can al alejarse. Se sentó en el suelo cruzando los dedos. No quería pensar en qué pasaría si Bellatrix volvía antes que Sirius.
Sirius por su parte olfateó el aire con insistencia y se apresuró a avanzar en la dirección que los habían llevado a la celda. Finalmente llegó a un salón. Pudo ver su varita y la de James sobre una mesa, pero había un mortífago ahí. Miró a su alrededor pensando en como distraerlo cuando oyó pasos que se acercaban. Alzó las orejas con preocupación. Sí, venían por el mismo pasillo que él había llegado, pero no se detuvieron frente a la celda de su amigo.
Un aroma conocido llegó a su sensible nariz. Era Bellatrix quien se acercaba, pero antes de la tortura venía al salón donde él se encontraba. Se ocultó debajo de las escaleras que habían ahí y entonces se dio cuenta de algo. Si hubiera estado en su forma humana habría sonreído. Tenía una idea de cómo salir.
Vio a su prima entrar al salón y dirigirse al mortífago.
–Entonces¿qué te dijo el Señor Oscuro? – le preguntó este volviéndose hacia ella al oírla llegar.
–¿Tú que crees Rodolphus? Que los torturemos, los matemos y dejemos sus cuerpos en el ministerio de magia…
–Genial…
El mortífago se acercó a la chica, la tomó de la cintura y ante la estupefacción de Sirius empezaron a besarse.
"¡Por nada del mundo quiero ser testigo de esto!" – pensó – "pero es una oportunidad…"
Salió lentamente de su escondite, pero el mortífago y su prima parecían muy entretenidos para notarlo. Se acercó a la mesa con sigilo, se puso sobre sus dos patas traseras y tomó las varitas con el hocico. Miró una vez más a la pareja que empezaba a arrecostarse en un sillón que había en el salón.
Luego salió y corrió en dirección a la celda de su amigo. Se trasformó y pasó a su amigo la varita por la trampilla. James abrió desde adentro y salió.
–Eso fue rápido.
–Vamos, sé cómo sacarnos de aquí. Démonos prisa mientras nuestros guardianes se entretienen…
.–.–.–.–.–.–.
Derramaré mis sueños si algún día no te tengo
lo más grande se hará lo más pequeño
pasearé en un cielo sin estrellas esta vez
tratando de entender quién hizo
un infierno el paraíso
no te vayas nunca
porque no puedo estar sin ti
si tú no estás aquí
me quema el aire
.–.–.–.–.–.–.
Nada funcionaba, nada lograba que su mente se apartara de lo que sucedía. El sueño se negaba a acudir a ella y las noticias no llegaban.
Marian Nowak se enorgullecía de ser una persona fuerte, capaz de enfrentar las más difíciles situaciones sin perder la compostura. Sin embargo, esa faceta suya había desaparecido en ese momento, y ahora que estaba sola en la oficina de la ACLS, a altas horas de la noche, se sentía pequeña, débil y frágil.
No había nada que odiara más que sentirse tan humana.
Y es que las palabras de Sirius en esa oficina semanas antes, el día que volviese del entierro de su tío rebotaban en su cabeza. Él la había prevenido del peligro de hacer la manifestación tan pronto. Él había tenido razón y ella por su estúpido orgullo había insistido.
Y ahora era él quien estaba en peligro de muerte. Él y Potter, por supuesto. Después de todo la carta tenía razón. Si los mataban su sangre estaría en sus manos.
Se reprendió mentalmente. No era cierto. No había sido su orgullo el culpable. La causa lo merecía. Era la oportunidad perfecta para la manifestación y lo sabía. No iba a sentirse culpable de haber tomado una decisión racional aunque arriesgada. Lo había hecho por la causa.
Y sin embargo en ese momento, aunque no pudiera creerlo, la causa era lo que menos importaba.
No podía quedarse quieta, mucho menos dormir, por lo que caminaba inquieta de un lado a otro de la oficina. No había querido quedarse con el director y Remus porque ya no podía soportar más rato la postura de seguridad y suficiencia que tenía que tomar, y no se había quedado en la sala común de Ravenclaw por lo mismo. No quería que nadie la viese derrumbarse. No quería derrumbarse.
Estaba cansada, no sabía que hora era. Tal vez debía intentar dormir un poco…
Se acercó al diván y se acostó lentamente. Al acercar su rostro al almohadón, el aroma de Sirius la invadió. Aspiró el aroma un momento y sonrió débilmente. Unas cuantas lágrimas trataron de asomar a sus ojos, pero el grito de cólera ahogado contra la almohada las contuvo.
Se levantó con violencia y estrechó la cabeza entre sus manos. No estar con nadie tenía su precio: tener que enfrentarse a sus sentimientos.
Cerró los ojos y trató de calmarse, obligándose a respirar pausadamente. Se levantó y se acercó a la ventana con la esperanza de ver una lechuza acercarse con buenas noticias. Sus ojos se elevaron al cielo, que estaba gris y nublado. Un cielo triste y sin estrellas.
Sirius… la estrella más brillante del firmamento. Sonrió con burla al recordar a las admiradoras del merodeador hablando sobre la constelación a la que pertenecía su nombre. A ninguna de ellas se le había ocurrido que tal vez Sirius odiara el hecho de que su nombre fuese de una estrella precisamente por la tradición de la legendaria familia Black.
Su sonrisa se quebró al verla reflejada en el vidrio de la ventana. Aquella había sido la misma sonrisa burlona y despectiva que tantas veces le había dedicado al merodeador.
–Eres una estúpida Marian Nowak. – dijo en voz alta, con los ojos fijos en su propio rostro reflejado, temblando ligeramente. – Tuviste la felicidad servida en bandeja y la despreciaste. Te burlaste de él y lo rechazaste. Y ahora se ha ido.
Dos lágrimas salieron lentamente de sus ojos enrojecidos. El mismo aire que respiraba se le hacía pesado y quemaba su garganta. La ira y la tristeza combatían en su interior. Todos los sentimientos que había tratado de mantener dormidos e ignorados se revelaban ahora contra ella, haciéndose sentir con demasiada fuerza, tratando de ahogarla.
–¿Y de qué me sirve esto ahora, ah Black! – gritó con furia al sentir las lágrimas caer de su barbilla al suelo– ¿Dónde diablos estás!
Dio la espalda con violencia al ventanal. Se dirigió al diván y se recostó escondiendo la cara en la almohada. Un estremecimiento violento recorrió su espalda y no pudo controlar más sus lágrimas.
.–.–.–.–.–.–.
Si tú no estás aquí no sé
qué diablos hago amándote
si tú no estás aquí sabrás
que Dios no va a entender por qué te vas
Si tú no estás aquí no sé
qué diablos hago amándote
si tú no estás aquí sabrás
que Dios no va a entender por qué te vas
si tú no estás aquí
.–.–.–.–.–.–.
Ernie Prang, el ayudante del conductor del autobús noctámbulo miró extrañado al par de chicos desaliñados que le habían parado el autobús cerca de las dos de la mañana.
–Bienvenidos al autobús noctámbulo, transporte para…
–Ahórratelo – lo cortó Sirius – necesitamos llegar a Hogwarts.
–Un momento… ¿No son los chicos de El Profeta vespertino? Los que…
–¿Nos llevan o no? – interrumpió James cansado. El chico asintió y se hizo a un lado para dejarlos subir.
–Les daré una cama arriba… –dijo el muchacho caminando delante de ellos– ¿Saben que no huelen nada bien¿Dónde han estado metidos?
–No lo creerías… – dijo Sirius al llegar a las camas que les correspondían– avísanos al llegar al castillo.
Ernie entendió el tono del chico y los dejó solos. James levantó un brazo a la altura de su nariz y lo apartó con una mueca de disgusto.
–Tiene razón… Olemos fatal.
–¿Qué esperabas después de salir por ahí? … – dijo Sirius, al parecer no muy preocupado – obviamente a nadie en ese lugar le importa que los murciélagos hagan de los conductos de ventilación su hogar…
–¿Cómo sabías que podíamos salir por ahí? – preguntó James al tiempo que se quitaba la túnica con la esperanza de que la camiseta bajo esta no oliese tan mal.
–Alphard vivió en una casa igual hace años, antes de irse de Inglaterra. Andy y yo escapábamos así para salir a jugar…
–¿Y quedaban oliendo así de delicioso?
–Deja de quejarte… –dijo Sirius sonriendo al tiempo que sacaba la varita– para algo somos magos¿no?
Sirius agitó la varita sobre su amigo y luego sobre el mismo.
–Mucho mejor ¿no?
James asintió complacido.
–No quería volver apestando…
–Yo tampoco… Tengo algo muy importante que hacer cuando llegue al castillo y no creo que tenga tiempo para una ducha antes.
–¿Y eso? – preguntó James al tiempo que se sentaba en la cama que le correspondía. Sirius hizo otro tanto.
–Esta experiencia me hizo darme cuenta de algo.
–¿Y eso es…? – James ya se había recostado, estaba muy cansado…
–Nada importante… Una conversación pendiente que tengo con Marian.
–¿Vas a hacerlo? – preguntó James incorporándose bruscamente.
–Tal vez… –Sirius le restó importancia al asunto arrecostándose – Por Merlín, qué cansado estoy, sólo quiero dormir… Esto fue traumático.
–Sí, creo que así se puede definir ser secuestrado por los seguidores de Voldemort…
–Bueno, yo estaba pensando en mi prima y ese mortífago en el sillón, pero eso también.
Los dos chicos se rieron. Pronto se durmieron, había sido un día muy largo…
.–.–.–.–.–.–.
Cuando el autobús noctámbulo paró frente al castillo los chicos bajaron con renovadas energías. Eran cerca de las siete de la mañana. Remus había renunciado a dormir y estaba junto a Arya en la oficina del director. La chica se había dormido arrecostada en su pecho.
No pudo dar crédito a sus ojos al ver por la ventana del castillo a sus amigos aproximarse.
–¡Arya¡Despierta!
Cuando la chica se incorporó y miró por la ventana sus ojos brillaron de felicidad. Abrazó al chico y se incorporó para salir corriendo de la oficina. Remus miró a Dumbledore, quien sonreía aliviado.
–Vamos señor Lupin, esto no puede esperar.
Remus sonrió y corrió detrás de Arya. La chica ingresó corriendo al Gran Comedor y se dirigió a la mesa de Gryffindor.
–¡Lily¡Peter¡Son ellos!
.–.–.–.–.–.–.
James y Sirius miraron sorprendidos como las puertas del castillo se abrían y salía un conjunto de alumnos curiosos. A la cabeza de ellos venían Arya, Remus y Peter, quienes corrieron hacia ellos. La chica se tiró en los brazos de ambos para abrazarlos y llenarlos de besos.
–Tranquila Arya¡estamos de vuelta! – le dijo Sirius cuando la chica se le guindara al cuello por segunda vez con el rostro lleno de lágrimas. Remus abrazaba a James en ese momento.
–¡No saben los preocupados que hemos estado! Pero¿cómo…
–Los detalles después – dijo James al tiempo que pasaba el brazo por el cuello de Peter. En ese momento sus ojos se posaron en una pelirroja que estaba frente a ellos – Hola Lily.
La chica no le respondió sino que se abalanzó sobre él y le dio un estrecho abrazo.
Sirius le dedicó una mirada intrigada a Arya, quien dijo sonriendo:
–Creo que mejor los dejamos solos…
Los tres merodeadores y la chica compartieron una mirada cómplice y se dirigieron al castillo. Sirius fue quien recibió los abrazos y felicitaciones de los otros estudiantes, además de los profesores y el director.
–Profesor Dumbledore… No sabe lo que nos alegra estar de vuelta – dijo Sirius con una gran sonrisa – Supongo que querrá saber como salimos, en realidad…
–Los detalles pueden esperar señor Black – dijo Dumbledore con una sonrisa – creo que es momento de celebrar, y si fuera usted, buscaría a la señorita Nowak. Ha estado muy preocupada por ustedes.
–¿Dónde está? – preguntó Sirius mirando a su alrededor. De hecho hacía rato la buscaba con la mirada, pero aparentemente no estaba ahí para celebrar su regreso.
–Creo que está en la oficina de la ACLS – le dijo Elisa al tiempo que le daba un abrazo y un beso en la mejilla – estaba agotada, debe haberse quedado dormida al fin.
–Oh –dijo Sirius algo decepcionado. La chica le dio un beso en la mejilla y un suave puñetazo en el hombro.
–¡Vamos leoncito Gryffindor! Haz gala de tu valor y sube a buscarla. Tal vez te lleves una sorpresa.
Sirius le dirigió una mirada intrigada que Elisa sólo respondió con una sonrisa y un guiño simpático. Miró a su alrededor buscando a sus amigos. Arya le dio una sonrisa de ánimo y Remus le señaló las escaleras con expresión interrogativa. Sirius sonrió y asintió antes de dirigirse a las escaleras.
Arya y Remus se miraron radiantes de felicidad. La chica lo abrazó y le dijo suavemente al oído.
–Salgamos de aquí. Tenemos que hablar.
Remus asintió, y tomándola de la mano salieron del grupo de chicos que festejaba entusiasmado el regreso de los merodeadores sanos y salvos.
–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–.–
Y ahí está!
¿Qué les ha parecido? Yo he disfrutado mucho haciendo este capítulo, aunque la escena de Marian sola me costó muchísimo hacerla…
El próximo capítulo es el capítulo final. Así que prepárense para las emociones. Lo publicaré el próximo fin de semana. Una semana después tendrán el epílogo.
Espero ansiosa sus comentarios!
Sara Fénix Black
