Disclaimer: Los personajes de esta historia no son mios, pertenecen a J.K. Rowling, y a la Warner.


Las dos primeras semanas de su estancia en Hogwarts pasaron sin grandes sobresaltos, tenía mucho trabajo que hacer. Había prometido a los chicos que les echaría una mano en sus tareas, lo que la tenía entretenida prácticamente todas las mañanas. Y por las tardes, prepara las clases de pociones, preguntándose como había sido capaz de aceptar el puesto. Severus por fin tenía el puesto que tantos años había buscado, era el nuevo profesor de Defensa Contra las artes oscuras, y ella la nueva profesora de Pociones. A lo demás, la mayoría de los alumnos de Gryffindor poseían un supera las expectativas DCAO, lo que hacía que Snape se encontrase con el año en el que más alumnos de Gryffindor habían llegado a sexto curso. Ella sería una profesora exigente, pero jamás sería como Snape, así que no tendría problemas en aceptar en su clase de sexto, a todo aquel que tuviese un mínimo considerable en pociones, sin obligarle a tener unas notas fuera de lo normal en sus TIMOS.

Brillante, simplemente brillante, como todas las grande ideas de Albus. Así que por las tardes reordenaba su nueva habitación al fondo el pasillo del segundo piso, prepara las clases y organizaba el nuevo salón donde se darían las clases de pociones. Había solicitado que le permitieran dar las clases en dos aulas abandonadas del segundo piso, no tenía pensado usar las mazmorras de Snape, ella no era una serpiente. Unió las dos aulas y después las dividió mágicamente en tres grandes zonas, un despacho cálido y acogedor con grandes estantería donde colocar sus libros, una mesa cómoda y sobria y tres sillas para recibir a sus alumnos. Una gran aula, con mesas separadas, y dos grandes pizarras. Y un anexo, donde se conservarían los ingredientes. Era todo tan Snape, tan parecido a las mazmorras que tan bien conocía, que a veces cuando salía del aula le daba la sensación de que se iba a encontrar aquellos pasillos oscuros ,y fríos y una voz gélida le diría:

No se retrase, Srta. Müller o llegará después del toque de queda a su torre, y no querrá que Flinch la encuentre y la vuelva a traer de vuelta.

Pero no, estaba en el segundo piso y ya era una mujer que podía andar por donde quisiera sin molestar a nadie. Aún así no podía evitar un escalofrío cuando salía de allí. Hasta sus alumnos se percataron de que le imprimía un toque Snape a sus cosas, y el director, vaya con Albus, su frase un pequeño maremoto en los sentimientos de Marina.

Marina me suena tanto este estilo-dijo el director.

Me gusta el orden abuelo, las pociones son demasiado importantes como para cometer errores por tonterías como el desorden.

Si, si te entiendo pero… es que me recuerda tanto a algo- dijo mientras arqueaba una ceja y se reía disimuladamente.

Fabuloso, hasta su abuelo se daba cuenta, y que, había pasado siete años con Snape, viendo como hacia pociones, haciéndolas con él, limpiando calderos, ordenando ingredientes… era normal que algo se le hubiera quedado.

Y así pasaron los días, la mañana del 31 de julio, Marina se levantó precipitadamente, alguien aporreaba la puerta:

No te olvides de que hoy es el cumpleaños de Harry y tenemos que estar todos en el gran comedor cuando llegue – dijo Hermione.

Voy, voy, me he quedado dormida pero en cinco minutos estoy- respondió Marina.

Anoche había terminado de colocar los libros en las grandes estanterías de su despacho, y entonces lo vio, el baúl que había cerrado hacia siete años, el baúl donde había intentado ocultar sus recuerdos. Abrió el candado, y fue como abrir el pasado, y eso hizo que la noche fuera larga, muy larga, por consiguiente la mañana se convirtió en un estupendo momento para quedarse dormida.

Llegó corriendo al gran comedor, y menos mal que lo hizo corriendo porque sólo dos minutos después Harry entraba por la puerta.

Feliz Cumpleaños!- gritaron todos al unísono.

Allí de pie en el gran comedor estaban todos, parte del profesorado, los Weasly, Remus, Marina, todos preparados para celebrar el cumpleaños de Harry. Los elfos domésticos, habían trabajado sin descanso durante toda la noche para poder tenerlo preparado, y darle una sorpresa a Harry. La muerte de Sirius aún estaba demasiado presente, y había momentos en los que se podía ver a Harry perdido en sus recuerdos, con los ojos llenos de lágrimas o simplemente abrazando un espejo mientras las lágrimas surcaban su rostro. Querían no que olvidara, sino que aprendiera a vivir sin él. Sirius le había dado a Harry un motivo para luchar, y ahora le estaba dando uno para dejar de hacerlo.

Harry miró sorprendido a todos los que estaban allí, se habían acordado, y él que había pensado recibir sólo unos pocos regalos. Pero todos estaban allí, y todos sostenían en la mano un paquete. Harry fue pasando de abrazo en abrazo, mientras oía como si de un mantra se tratará "feliz cumpleaños, espero que te guste este regalo, lo pensé expresamente para ti". A todos respondía con un gracias, no deberíais haberos molestado.

Cuando se quiso dar cuenta solamente quedaban cuatro personas por felicitarlo. El director, que le sonreía alegremente, con un paquete rojo en sus manos. Harry lo miró fijamente a los ojos, todavía no lo podía perdonar, no, su conversación del año anterior lo había dejado muy herido. No podía por ahora volver a sonreírle como antaño, no podía. Se estrujaron fríamente la mano, y le dio cortésmente las gracias por su regalo. No pudo evitar observar al dolor que cruzó el rostro del anciano en ese momento, pero Harry no podía luchar contra lo que sentía. Sólo el tiempo los pondría en su sitio.

Dejando el regalo con el de los demás, se giró para enfrentar a Snape:

Feliz Cumpleaños Sr. Potter- que sarcástica e hiriente sonaba su voz.

Gracias Profesor.

Espero que este año aproveche mejor sus clases en mi asignatura. Quiero ver si es esa celebridad que todos dicen.

En ese momento Harry volvió al primer día de clases con él, al primer día que lo humilló públicamente. Su rostro denotó ira, y por sus ojos cruzó un atisbo de venganza. Pensó en tomarse la justicia por su cuenta, que importaba, pero cuando quiso reaccionar se encontraba entre los brazos de Marina, y en su oído un susurro: "tranquilo Harry, veo que no fui la única".

Harry levantó el rostro en señal de pregunta, pero Marina le indicó con la cabeza que eso se lo explicaría más tarde.

Feliz Cumpleaños Harry- le dijo Marina mientras le daba un par de besos.

Gracias- respondió Harry.

Espero que te gusten nuestros regalos y la pequeña celebración que te hemos montado.

Si, me gusta. Muchas gracias.

Finalmente, fue Remus el que felicitó a Harry. Se sumieron en un profundo abrazo, la pérdida había sido dura para ambos y se necesitaban mutuamente.

El día pasó como una exhalación, comieron y bebieron lo que quisieron, hasta los elfos se sumaron a las celebraciones preparando los platos preferidos de Harry. Jugaron al Quiddicht, al ajedrez mágico y el snap explosivo. Hasta tuvieron música por insistencia de Marina que dijo que le apetecía bailar, piñata al más puro estilo muggle y una gran tarta de cumpleaños. Al anochecer Harry se retiró a los dormitorios con sus compañeros de cuarto, y abrió todos los regalos que había recibido. Albus un gran libro, "Las mejores técnicas de Defensa contra las Artes Oscuras", el profesorado le había regalado una magnifica túnica de gala, con ribetes en rojo y dorado los colores de su casa. Los Weasly, le regalaron un equipo completo de Quiddicht para que entrenara siempre que quisiera. . Hermione y Ron le hicieron el regalo conjunto, una magnífica pluma que escribía todo lo que él dijera y Maria le regaló un bonito medallón, de la constelación de Sirius.

El último regalo era el de Remus, no sabía porque pero tenía miedo a abrirlo. Remus lloró cuando se lo dio y le dijo que le correspondía tenerlo a él. Pero allí estaba ese inmenso baúl, mirándolo como si lo retara a abrirlo, lo abrió lentamente, estaba lleno de recuerdos de sus padres y Sirius, libros de su madre garabateados con el nombre de James y grande corazones, cartas entre ellos, fotos de todos juntos y la última carta que Sirius le escribió. Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, y levantándose apuradamente salió de la sala común. Necesitaba estar sólo. Corrió por todo el castillo, hasta que sin saber como llegó a la sala de los Menesteres, entró y se sentó en unos cómodos cojines que aparecieron a sus pies, abrió lentamente el pergamino y vio por primera vez la letra de Sirius.

Querido Harry:

Cuando leas esta carta será porque yo ya no estoy contigo. Juré protegerte hace años, juré a tus padres dar la vida por ti si fuese necesario, y hoy me honra saber que he cumplido mi promesa. Sé que estarás triste, pero la vida es así, está llena de tristezas, y cada una que superamos nos enseña algo distinto. Quiero que mires para delante, que me recuerdes y que pienses que tanto tus padres como yo te queríamos más allá de lo humanamente posible y que por ese amor que te profesamos tienes que seguir luchando.

Cuando te vi, por primera vez, vi a James, y pensé que de algún modo el destino me jugaba una mala pasada. Quise que fueras James, y que así pudiéramos volver a los maravillosos y locos años de Hogwarts. Fue un error, no eras James, no podíamos volver a Hogwarts, no podíamos volver atrás. Fue Remus quien me sacó la absurda idea de mi cabeza, y fue a él a quien no le reconocí todo lo que hizo por mí. Dile de mi parte Harry, que lo he amado, y que si muchas veces no le hice caso fue porque estaba equivocado. No vi que de alguna manera tú eras James pero con lo mejor de Lily. Tu padre y yo, éramos grandes amigos, y como tal cometidos muchas idioteces juntas, no te conviertas, en lo que nosotros fuimos. Muchas veces me arrepentí de lo que había hecho, pero mi orgullo nunca me permitió pedir perdón aunque debiera haberlo hecho. Confía en mí Harry, no todo el mundo es lo que parece ser, y hasta la persona más fría quiere ser querido. No cometas el mismo error que cometimos tu padre y yo, no juzgues libremente e intenta llegar hasta el corazón.

Cuida de Remus, aunque diga que no, le hará falta. Y sobre todo cuida de ti mismo, nosotros estaremos allí arriba velando por ti, pero solo tu fuerza y tu coraje puede ayudarte a salir adelante.

No me olvides. No nos olvides.

Sirius Black.

Las últimas líneas estaban ya demasiado borrosas para Harry, cuyo llanto se había desatado en medio de la carta, y no había podido parar. Lloró largamente aquella noche, y el cansancio lo venció ya cerca de la madrugada, el sol le acarició el rostro poco después, mientras una dulce voz le decía:

-Despierta Harry, despierta, debemos seguir adelante.

Marina¿eres tú?

Si, ya hablaremos en otro momento, ahora levántate, date una ducha rápida y vayamos a desayunar.

Marina, yo….

Hoy no Harry, hoy tenemos que esperar que las nubes desaparezcan por completo para que vuelva a salir el sol- respondió Marina mientras lo abrazaba.

Aquella mujer lo comprendía de un modo extraño, pero lo comprendía.


Galilea y Wolfgang-Snape gracias por vuestros reviews, gracias a ellos sigo animada a continuar la historia. Ya me diréis si merece la pena.